domingo, 11 de abril de 2010

El Esquema de la Redención: Util para la preparación Ministerial


El Esquema de la Redención: Util para la preparación Ministerial
 Tipo de Archivo: .Zip | Tamaño: 2MB | Idioma: Spanish | Clasificación: Curso de Preparación Ministerial


En el libro de Génesis, en sus primeros capítulos, vemos cómo El Dios de amor creó los cielos y la tierra. Posteriormente fue creando las condiciones para que existiese la vida. Cuando hubo terminado de crear las primeras cosas (la luz, el firmamento, el mar, la vegetación, las aves, los peces, etc.), Dios dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza” (Gn. 1:26).
El ser humano ha sido la máxima expresión de la creación de Dios. Pues desde el principio ocupó un lugar especial. Tengamos en cuenta que, si nosotros hubiésemos creado el universo, que es una obra de arte maestra, ¿le habríamos dado el pleno dominio sobre él a alguna otra persona? Lo más probable es que no; sin embargo, Dios puso en manos del hombre todas las cosas que él había hecho (Véase Gn. 1:28-30).
Dios había puesto al hombre en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y también le había dado un mandato: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás” (Gn. 2:15-17). Y mientras el hombre guardó el mandato de Dios, todo era dicha y felicidad, pues se hallaba en la presencia misma de su Creador.
Pero la historia no termina allí. El hombre haciendo uso de la facultad de poder decidir que Dios mismo le otorgó, un día extendió su mano y comió del fruto del árbol prohibido. Dando así, origen al pecado y a la muerte espiritual. ¿Es este el fin de la existencia humana? ¿El ser humano nunca más podría tener esa comunión con Dios que perdió cuando pecó? ¿Desecharía Dios a su máxima creación? Si el relato se terminara en este punto, estaríamos condenados a vivir sin esperanza alguna de alcanzar nuevamente la relación íntima que el hombre tenía con Dios en el principio.

Pero Dios siempre ha tenido y tendrá la última palabra. Dios no iba a dejar separada para siempre a su creación de Él. Pues, en su infinita sabiduría, aún antes de que el hombre pecara, ya había pensado en la redención del mismo.
Estimado lector, a través de este curso, Dios quiere darte “las buenas nuevas” de la redención que Él ha preparado para toda la humanidad, de todos los tiempos, de la cual quiere que tú seas partícipe también. Espero que durante este curso Dios hable a tu mente y corazón. Bienvenido.


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