domingo, 31 de octubre de 2010

El mundo ¿Fuiste vencido? ¿Venciste al mundo?

El mundo: ¿Fuiste vencido? ¿Venciste al mundo?
 Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 2MBytes | Idioma:Spanish |Categoría: Lucha Espiritual
 Información 

La Biblia describe claramente al mundo como un enemigo activo de Dios y del cristiano. De nuevo, para entender al adversario y la batalla en la cual cada creyente está involucrado debemos definir mundo, evaluar su poder y saber cómo derrotarlo.
DEFINICIÓN DE MUNDO
Mundo comprende una filosofía y un sistema organizado para la expresión de esa filosofía.

Filosofía. El título de Satanás «dios de este siglo» (2 Co 4:4, «mundo», en la versión Dios Habla Hoy) lo describe como el origen de una filosofía centrada en la criatura. El término griego, aion, se refiere en sus diversos contextos a un espíritu del mundo que rechaza al verdadero Dios y establece una vida falsa y una religión sustituta con la criatura en el centro.



Organización. Para referirse también a mundo se usa otra palabra griega, kosmos. Este término describe un sistema ordenado del cual Satanás es el gobernante. Jesús lo llama «el príncipe de este mundo» (ho archon tou kosmou, Jn 12:31; 16:11). Satanás gobierna una organización de hombres y ángeles caídos que están separados de Dios y son sus enemigos naturales. Este mundo es la contraparte falsa del gobierno y el Reino de Dios que incluye individuos y naciones.


DINÁMICAS DEL MUNDO
Cultura pecadora. Los hombres se mueven según el curso (aion) de este mundo (kosmos). Son gobernados por él y están esclavizados a él. Al participar de las características de su líder recibe el nombre de «este presente siglo malo» (ainos … ponerou, Gl 1:4). Esta palabra para «malo» (poneros) es aplicada a Satanás por Cristo (Jn 17:15) y por Juan cuando afirma: «El mundo entero está bajo el maligno» (1 Jn 5:19). Esta palabra habla de una maldad perniciosa que no se contenta con ser sola sino que debe extender su influencia corrupta y malévola para envolver a otros.2 Esto quedó demostrado por Caín, que «era del maligno y mató a su hermano … Porque sus obras eran malas» (1 Jn 3:12). Este maligno, espíritu del mundo centrado en la criatura, puede variar en sus expresiones en cada período de la historia, pero en su esencia es el mismo. Es el suelo en el cual los nacidos de nuevo son plantados, nutridos, alentados dentro y fuera del aire contaminado de criaturas corrompidas con sus ideales, normas y esperanzas. Una expresión moderna de este espíritu del mundo es humanismo, en el cual el hombre es el centro y norma de todas las cosas.

En 1 Juan 2:16–17, Juan describe la dinámica del kosmos así: «Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo». Es evidente que «el mundo extiende la dinámica de la carne tal como Juan lo hace notar en su descripción triple: deseo de placeres, deseo de posesiones y deseo de reconocimiento, de entre los que sustentan la misma filosofía y sistema.

Control satánico. Satanás siempre quiso ser igual a Dios en control, no en carácter; y su pecado provocó su expulsión con sus seguidores (Is 14:14–15). Su filosofía rebelde se la vendió al hombre y ahora gobierna sobre todos los que han caído en el pecado. Por venganza y a través de múltiples medios promueve su concepto de vida centrada en la criatura. Santiago habla de la sabiduría del mundo que alienta los «celos amargos y la contención» que lleva al hombre a «la arrogancia y a mentir contra la verdad». Él dice: «Esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica» (Stg 3:14–15). Los gobernadores de este mundo, siguiendo la sabiduría de este mundo, crucificaron al Señor de la gloria (1 Co 2:4–8).
Es obvio el uso diabólico de la carne y del mundo. Satanás gobierna el sistema del mundo e influencia a la carne, su pie en la puerta del corazón del hombre, para llevar a cabo su rebelión y propósitos destructivos. Él quiere gobernar como un dios. Quiere la adoración que está reservada solo para Dios. Él es una falsedad en gobierno y religión. Así este mundo tiene falsos religiosos (Jn 8:44; 1 Jn 4:1–6) y amenazan con derrotar a los verdaderos hijos de Dios (Jn 16:1–3; 1 Jn 5:19).

Daniel usa los títulos «príncipe de Persia» y «príncipe de Grecia» para referirse a las agencias demoníacas que influyen a los gobiernos de este mundo (Dn 10:13, 20). Satanás ofreció los reinos de este mundo a Cristo a cambio de que el Señor lo adorara. Jesús rechazó su oferta, pero aquel no corrigió su pretensión de gobernador (Mt 4:8–10). Satanás puede controlar a los reinos de este mundo para llevar a cabo sus planes en oposición a Dios y a la Iglesia de Cristo. No es de extrañar que fuerzas demoníacas traten de controlar los gobiernos humanos para que se opongan a la difusión del evangelio y al crecimiento del Cuerpo de Cristo.
El cristiano debe estar alerta contra la filosofía y la organización del mundo para presentarle batalla.


DERROTA DEL MUNDO
En esta batalla hay un lado brillante. Cristo venció al mundo, y el cristiano puede usar esta victoria en su propia vida.

Por Cristo. «En el mundo tendréis aflicción; mas confiad: Yo he vencido al mundo» (Jn 16:33). Estas palabras de Jesús nos llenan de esperanza. ¿Pero cómo derrotó al mundo? A través del juicio de la cruz. Por su cruz, juzgó al príncipe de este mundo (Jn 12:31; 16:11). Cuando el general es derrotado, lo es todo su ejército. El poder de Satanás para controlar es limitado y su tiempo también. Cristo le ha quitado los cautivos y los guia a Él (Ef 4:8). El juicio de Satanás es evidente mediante la muerte y resurrección de Cristo (Heb 2:14–15). El juicio final llegará a su debido tiempo. Cuando Cristo regrese a gobernar en la tierra, el anticristo, el último y más grande político y gobernador religioso de Satanás, con su falso profeta (Ap 13; 2 Ts 2:3–9) serán lanzados al lago de fuego (Ap 19:20). Satanás mismo, después de un breve período de libertad de su prisión milenial, será confinado permanentemente en el lago de fuego (Ap 1–3; 7–10).

Por los cristianos. Aunque el mundo trata de derrotarnos apelando a nuestra carne, tentándonos con sus ofertas, avergonzando nuestra fe, y tratando de meternos en sus principios (Jn 15:18–19; Ro 12:2) podemos derrotarlo con actitudes y acciones prácticas.
Primero, podemos aceptar anticipadamente nuestra victoria por fe. Debemos asirnos firmes a la verdad que Juan señala cuando dice: «Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Jn 5:4). Esto se refiere a la comúnmente conocida doctrina de que el Hijo de Dios derrotó a Satanás y ha vencido al mundo. ¡Nosotros no lo hemos vencido, pero estamos del lado de la victoria! No tenemos que ceder. Nuestro enemigo ha sido derrotado estrepitosamente.
Segundo, debemos andar a diario en victoria como con nuestro derecho de nacimiento. Juan también dice: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo» (1 Jn 5:4). Conseguimos esto cuando decidimos no amar al mundo. Juan ordena: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Jn 2:15). Después de todo, el mundo no es digno de que lo busquemos. No nos puede dar nada de valor permanente. «Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2:17). Debemos tomar partido como lo hizo Josué y se puso al lado de Dios (Jos 24:15).

Esto también lo hacemos cuando obedecemos la Palabra de Dios, porque «sus mandamientos no son gravosos» (1 Jn 5:3). La actitud mundana dice que Dios es duro y que no deja que uno se exprese con libertad, pero nuestra fe sabe que Dios es bueno y generoso, y que nos guía a disfrutar gozosamente de prosperidad espiritual.
Caminamos triunfantes al percatarnos de que el mundo fue derrotado; que no nos puede dominar. Caminamos victoriosos tomando la perspectiva de la Palabra de Dios y viviendo en obediencia a ella. Debemos recordar que la filosofía del mundo y su organización es un enemigo espiritual que Satanás y los demonios usan con eficiencia en la batalla. ¡Debemos enfrentarlo con firmeza!



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