viernes, 9 de septiembre de 2011

Fundamentos de la Fe Cristiana: Conociendo a Dios


Fundamentos de la Fe Cristiana: Conociendo a Dios

Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 10MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
CONTENIDO 

TOMO I:  EL DIOS SOBERANO 

PARTE 1:  EL CONOCIMIENTO DE DIOS 
1.  Conocer a Dios 
2.  El Dios Desconocido 

PARTE 2:  LA PALABRA DE DIOS 
3.  La Biblia 
4.  La autoridad de las escrituras 
5.  La prueba es verdadera 
6.  La Biblia es verdadera 
7.  La crítica bíblica moderna 
8.  Cómo interpretar la Biblia 

PARTE 3:  LOS ATRIBUTOS DE DIOS 
9.  El Dios verdadero 
10. Dios en tres personas 
11. Nuestro Dios soberano 
12. Santo, santo, santo 
13. El Dios que conoce 
14. El Dios que no cambia 

PARTE 4:  LA CREACIÓN DE DIOS 
15. La creación del hombre 
16. La naturaleza 
17. El mundo de los espíritus 
18. La providencia de Dios 

TOMO II DIOS EL REDENTOR  
PARTE 1:  LA CAÍDA DE LA RAZA 
1.  La caída 
2.  Los resultados de la caída 
3.  La sumisión 

PARTE 2:  LA LEY Y LA GRACIA 
4.  El propósito de la ley de Dios 
5.  Los Diez Mandamientos: El amor de Dios 
6.  Los Diez Mandamientos: El amor a los demás 
7.  La ira de Dios 
8.  La salvación en el Antiguo Testamento 

PARTE 3:  LA PERSONA DE CRISTO 
9.  La deidad de Jesucristo 
10. La humanidad de Cristo 
11. Por qué Cristo se hizo hombre 

PARTE 4:  LA OBRA DE CRISTO 
12. Profeta, Sacerdote y Rey 
13. Aplacando la ira de Dios 
14. Sin cuentas pendientes 
15. La grandeza del amor de Dios 
16. La doctrina fundamental: La Resurrección 
17. Verificando la resurrección 
18. Ascendió al cielo 


TOMO III  COMENZANDO A ENTENDER A DIOS  
PARTE 1:  EL ESPÍRITU DE DIOS 
1.  El cristianismo personal 
2.  La obra del Espíritu Santo 
3.  La unión con Cristo 

PARTE 2:  CÓMO DIOS SALVA A LOS PECADORES 
4.  El nuevo nacimiento 
5.  La fe y el arrepentimiento 
6.  Justificación por la Fe: La bisagra de la salvacióm 
7.  Justificación por la Fe: El lugar de las obras 
8.  Las pruebas de la fe 
9.  Una familia nueva 
10. El camino de la perfección 

PARTE 3:  LA VIDA DEL CRISTIANO 
11. Aceptando lo negativo 
12. Libertad, libertad 
13. Conociendo la voluntad de Dios 
14. Hablando con Dios 
15. Dios hablándonos a nosotros 
16. Sirviendo 

PARTE 4:  LA OBRA DE DIOS 
17. Llamados por Dios 
18. La perseverancia de Dios

TOMO IV   DIOS Y SU HISTORIA 

PARTE 1:  EL TIEMPO Y LA HISTORIA 
1.  Y yo, ¿qué tengo de malo? 
2.  La marcha del tiempo 
3.  Cristo, el punto focal de la historia 

PARTE 2:  LA IGLESIA DE DIOS 
4.  La iglesia de Cristo 
5.  Las señales de la iglesia 
6.  Cómo adorar a Dios 
7.  Los signos y los sellos de la salvación 
8.  Los dones espirituales 
9.  Perfeccionando a los santos 
10. El gobierno de la iglesia 
11. Vida del cuerpo 
12. La gran comisión 

PARTE 3:  UN CUENTO EN DOS CIUDADES 
13. La ciudad secular 
14. La iglesia secular 
15. La ciudad de Dios 
16. La iglesia y el estado 

PARTE 4:  EL FIN DE LA HISTORIA 
17. ¿Cómo será el final? 
18. Al fin en casa 

GLOSARIO 

Con excepción de la palabra Rabí, que es sólo una forma educada de dirigirse a alguien, las primeras palabras demuestran un conocimiento considerable. Nicodemo dijo: "Sabemos". Luego comenzó a ensayar las cosas que sabía (o que creía saber) y con las que quería comenzar la discusión: (1) que Jesús continuaba realizando muchos milagros; (2) que estos milagros buscaban autenticarlo cómo un maestro enviado por Dios; y que, por lo tanto, (3) Jesús era alguien a quien él debía escuchar. 
Desafortunadamente para Nicodemo, Jesús le contestó que esa forma de encarar el conocimiento era errada y que Nicodemo por consiguiente no podía conocer nada hasta que no hubiera experimentado una transformación espiritual interior. "No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo" (Jn. 3:7). 

Los comentarios subsiguientes de Nicodemo demuestran al menos un reconocimiento implícito de su falta de conocimiento sobre los temas importantes, ya que comenzó a realizar preguntas: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Cómo puede hacerse esto?" (vs. 4, 9). Jesús le enseñó que el verdadero conocimiento comienza con el conocimiento espiritual, el conocimiento de Dios, y que éste se encuentra en la revelación que Dios hace de sí en la Biblia y en la propia vida y obra de Jesús, en la obra del Salvador. 

Esta conversación resulta relevante hoy en día. Los problemas y frustraciones que Nicodemo tuvo que enfrentar hace casi dos mil años también están presentes en nuestro tiempo. Nicodemo poseía el conocimiento, pero no tenía la clave para ese conocimiento, el elemento integrador. Sabía algunas cosas, pero su búsqueda de la verdad lo había conducido al extremo de una crisis personal. Del mismo modo, mucho sabemos en nuestros días. Con respecto a la información y el conocimiento técnico, hoy sabemos más que en ningún período histórico anterior. Sin embargo, el tipo de conocimiento integrador de toda esta información, que consiguientemente le dará significado a la vida, está extrañamente ausente. 

La naturaleza del problema puede verse al examinar los dos casi exclusivos enfoques que existen hoy. Por un lado existe la idea que la realidad puede ser comprendida sólo con la razón. Este enfoque no es nuevo, por supuesto. Es el enfoque desarrollado por Platón y, por lo tanto, asumido por mucho del pensamiento griego y romano con posterioridad a él. En la filosofía de Platón, el conocimiento verdadero es el conocimiento de la esencia eterna e inalterable de las cosas, no el mero conocimiento de los fenómenos cambiantes. Es decir, es el conocimiento de las formas, las ideas o los ideales. El equivalente más cercano en el presente sería las así llamadas leyes científicas. 

Superficialmente, este enfoque del conocimiento mediante el ejercicio de una razón supuestamente imparcial parecería ser deseable, ya que es productivo -como lo señalan los avances técnicos del presente. Pero no está libre de problemas. Por un lado, es un conocimiento muy impersonal y, como algunos podrían señalar, muy despersonalizado. Según este enfoque, la realidad se convierte en una cosa (una ecuación, una ley, o, peor aún, un simple dato), y los hombres y las mujeres también se convierten en cosas, con el resultado inevitable que pueden ser entonces manipulados como cualquier otra materia prima para cualquier fin.




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