lunes, 13 de febrero de 2012

Semana santa: ¿Ganancia para quiénes?

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La Semana Santa también es pagana

Cristo muere y resucita: esa es, en apariencia, la temática de la Semana Santa. Pero bajo la capa de cristiandad se esconde un barullo de simbolismos, un conglomerado cultural que escapa de los postulados eclesiásticos.
 

Los huevos, muy presentes en la Semana Santa, simbolizan la vida.


La mayor parte de las celebraciones con las que fijamos los días festivos de nuestros calendarios mezclan la temática religiosa con las tradiciones paganas, el simbolismo de ciertos acontecimientos, naturales o místicos, con las creencias acumuladas a lo largo de los siglos.

Lo mismo sucede con la Semana Santa. La fiesta en la que se recuerda el sufrimiento de Cristo y su sacrificio por todos los mortales tiene un origen mucho más antiguo que el cristiano: con la pascua, los antiguos daban la bienvenida a la primavera, considerada un periodo de esperanza tras la dureza y las calamidades del frío e infructuoso invierno.

La religión rinde culto a la nueva vida
 
Las Iglesias celebran, a su modo, fiestas ya existentes.

Entre las religiones cristianas, la más fiel al mito original y pagano de la Pascua es la evangélica. "La Pascua no se puede disociar de la primavera. En estos días celebramos el nacimiento de las flores, del verde que cubre los campos y los bosques. El ritual cristiano se apropió de esta conmemoración para rendir culto a la resurrección de Cristo", dice el pastor evangélico Joachim Gerhard.
Para los católicos, dentro de la tristeza que domina los días de penitencia en los que se revive el sufrimiento de Jesucristo, no todo en la Pascua es dolor. La Semana Santa es en primer lugar una ofrenda al regreso de Cristo del mundo de los muertos. Cristo resucita al tercer día y de la muerte, nace la vida.
También los ortodoxos conmemoran con la Pascua, "la fiesta de todas las fiestas", como se la denominaba en la Rusia antigua, la resurrección de Cristo. Procesiones de velas y cruces, y grandes liturgias en sus llamativas iglesias recuerdan que el hijo de Dios vive. Cuarenta días, hasta la ascensión de Cristo a los cielos, dura la Pascua ortodoxa. Durante ese periodo, que no siempre coincide con el calendario occidental, los ortodoxos contestan al teléfono con un "Cristo ha resucitado".
Abriendo los mares, Moisés liberó al pueblo hebreo de la esclavitud egipcia. La Pascua es pues para los judíos sinónimo de libertad, de los días en que celebran el comienzo de una nueva vida lejos del cautiverio y dueños de su propio destino.
La religión convive con lo pagano

Los niños alemanes buscan huevos: una de las tradiciones fijas de la Pascua germana.
"El huevo es un símbolo antiquísimo de la Semana Santa", explica Gunther Hirschfelder, experto en folclore y cultura popular de la Universidad de Bonn. Pero antes de servir a la causa cristiana, el huevo fue un elemento recurrente en muchas otras culturas. "El huevo simboliza la vida", dice Hirschfelder, y ¿qué acto hay más pagano que el de regalar huevos, el lugar donde la Naturaleza forja la vida?
El conejo y la Semana Santa son en muchos países cristianos dos motivos inseparables desde hace siglos. También la simbología del conejo posee un alto contenido pagano. El conejo representa la fertilidad, puesto que es un animal capaz de dar a luz hasta a 20 crías al año.

El conejo simboliza la fertilidad, aunque muchos de los que los deboran no lo saben.
La fertilidad, el nacimiento de la vida, tanto animal, el huevo y el conejo, como vegetal, representada por la llegada de la primavera, no son tradiciones de origen cristiano sino muy relacionadas con el culto al sol y a la madre Naturaleza, y con las ancestrales religiones politeístas.
En Alemania, los huevos y los conejos pasaron a formar parte de la simbología pascuense ya en la Edad Media. A otros países, como España, en los que la estructura de poder de la Iglesia católica era mucho más férrea y eficiente, la tradición del conejo cargado de huevos nunca llegó a implantarse, y hasta hoy, la Semana Santa que se celebra es cristiana. Al menos, en apariencia.


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