sábado, 7 de julio de 2012

Libre de las cadenas: Cristo El Libertador

biblias y miles de comentarios
 
Libertad para los cautivos
¿Dónde están los dolientes?
¿Cuál es su esperanza?
Cuando me gradué del seminario esperaba llegar a ser el capitán de un barco del evangelio. Zarparíamos hacia el eterno atardecer, rescatando a la gente del abismo acuático. Tendríamos estudios bíblicos, clubes para los niños y deportes para los que les guste (con el fin de evangelizarlos, por supuesto). Nos amaríamos unos a otros.
Zarpé a cargo de mi primera misión, y casi de inmediato noté un barco sombrío navegando al costado. Allí se encontraban personas con toda clase de problema. Luchaban contra el alcohol, el sexo, las drogas y todo tipo de abuso concebible. De repente me di cuenta que estaba en el barco equivocado. Dios me había llamado a ser el capitán del barco sombrío. A través de una serie de hechos trascendentales en mi vida llegué a ser ese capitán; y para mi sorpresa, ¡descubrí que era el mismo barco!
Los necesitados no sólo están «por allí» en cualquier lado. Nuestras iglesias están repletas de personas dolidas que usan máscaras, asustadas de que alguien descubra lo que realmente sucede en su interior. Para ellas no habría mayor gozo que recibir un poco de esperanza, confianza y apoyo.
Este libro trata sobre la liberación de ese tipo de esclavitud. Aquí leerá relatos verídicos de personas valientes que decidieron narrar sus historias desde su propia perspectiva. Antes de nuestro encuentro eran cristianos evangélicos. Algunos ejercen el ministerio a tiempo completo. Sólo que para proteger sus identidades hemos cambiado los nombres, oficios y referencias geográficas. Le aseguro que lo que dicen es verdad y que no se trata únicamente de unos cuantos casos aislados.
Tenemos cientos de relatos similares de sesiones de consejería personal y miles que se contaron en congresos. Lo que está en juego no es mí reputación ni un ministerio transitorio, sino la integridad de la iglesia y de los millones incontables de personas que dependen de que la iglesia tome su lugar debido en el programa del reino de Dios de liberar a los cautivos. Espero que al leer estas páginas, encuentre una gran ayuda personal pero más que eso, es mi sincera oración que llegue a participar del creciente movimiento de Dios para liberar a los cautivos, que empieza a desarrollarse en la Iglesia.
Esperanza para los desesperados
Un día me llamó un colega en el ministerio. Charlamos sobre lo que Dios estaba realizando en nuestras vidas. Después de contar los testimonios de matrimonios rescatados y de gente liberada del cautiverio, fue al objetivo principal de su llamada.
«Neil» empezó a decir, «me acuerdo que decías que un marido se puede ver en un conflicto de conductas cuando trata de aconsejar a su propia esposa. He tenido el privilegio de ayudar a otros a encontrar su libertad en Cristo, pero lograr esto en mi propia familia es otra cosa. ¿Te sería posible encontrar un momento para hablar con mi esposa, Mary? Es una mujer maravillosa, la gente la ve muy equilibrada, pero interiormente tiene una lucha diaria».
Observe que esta es la esposa de un hombre que tiene un ministerio. Sin embargo, ¿por qué Satanás no debería atacar a los que se encuentren en el frente de batalla?
Me reuní dos veces con Mary. El primer día apenas llegamos a conocernos. Al segundo día la acompañé a dar los pasos hacia la libertad en Cristo, relacionados con las siete áreas principales en que Satanás podría tener la oportunidad de lograr una fortaleza en nuestras vidas (estos pasos hacia la libertad se encuentran en el apéndice). A la semana siguiente recibí esta carta:
Querido Neil:
¿Cómo se lo puedo agradecer? El Señor me permitió pasar un rato con usted cuando llegaba a la conclusión de que no había esperanza de romper con la espiral descendente de la derrota continua, de la depresión y la culpabilidad. No conocía mi posición en Cristo ni reconocía las acusaciones del enemigo.
Todo el mundo pensaba que era tan fuerte por dentro como por fuera.
Prácticamente me crié en la iglesia, y por eso, así como también por ser esposa de un pastor durante veinticinco años, todo el mundo pensaba que era tan fuerte por dentro como por fuera. Al contrario, sabía que interiormente no tenía infraestructura, y a menudo me preguntaba cuándo se desplomaría mi vida bajo el peso de tratar de mantener mi fortaleza. Parecía que lo único que me sostenía era la voluntad firme de seguir adelante.
Era un día diáfano y maravilloso cuando salí de su oficina el jueves pasado; al ver las montañas coronadas de nieve sentí que un velo se me había caído de los ojos. En la casetera sonaba la melodía al piano del himno: «Alcancé salvación», cuyas palabras prácticamente estallaban en mi mente ante la conciencia de que estoy bien con mi Dios … por primera vez en muchos años.
Al día siguiente en el trabajo, mi respuesta inmediata a la pregunta: «¿Cómo estás hoy?», fue: «¡Estoy maravillosamente bien! ¿Y tú, cómo andas?» Antes hubiera susurrado algo así como que apenas estaba viva. El siguiente comentario que escuché fue: «Bueno, algo te tiene que haber sucedido ayer».
Quiero proclamar a los cuatro vientos lo que ha sucedido en mi vida.
He escuchado las mismas canciones y he leído los mismos versículos bíblicos de antes, pero es como si fueran totalmente nuevos. Hay gozo y paz entretejidos en medio de las mismas circunstancias que antes me llevaban al fracaso y al desánimo. Por primera vez he querido leer mi Biblia y orar. Me cuesta contenerme porque quiero proclamar a los cuatro vientos lo que ha sucedido en mi vida, pero mi verdadero deseo es que mi vida grite por mí.
El engañador ya ha tratado de sembrar en mi mente que esto no va a durar, que es simplemente otro truco que no va a servir. La diferencia es que ahora sé que esas son mentiras de Satanás y no la verdad. ¡Cuán distinta me siento con mi libertad en Cristo!
Muy agradecida,
Mary
Y en efecto, ¡cuán distinta! ¿Será que hay algo especial en Neil Anderson que hizo que esta sesión de consejería fuera tan eficaz? ¿Será que tengo un don único de Dios o una unción especial? No lo creo. Es más, hay gente en todo el mundo que utiliza con resultados similares las mismas verdades que yo para ayudar a la gente a encontrar su libertad en Cristo. Entonces, ¿cómo nos explicamos tales resultados?
¿Qué es la salud mental?
Los sicólogos y los expertos en salud mental generalmente admiten que las personas tienen buena salud mental cuando se mantienen en contacto con la realidad y en cierto modo libres de la ansiedad. Desde un punto de vista secular, entonces a cada persona mencionada en este libro se le consideraría enferma mental, y por lo tanto lo sería cualquier que estuviera bajo ataque espiritual. Visto a través del marco de nuestra cultura occidental, esta gente tiene un problema neurológico o sicológico.
Si alguien oye voces o ve una aparición que el consejero no capta, este llega a la conclusión de que la persona ha perdido contacto con la realidad y hay que ponerla bajo medicamentos antisicóticos para callar las voces. Sin embargo, he aconsejado a muchas personas que oyen voces, y hasta el día de hoy todas han sido voces demoníacas o con trastornos de personalidad múltiple). Contando con la colaboración de la persona, normalmente se requiere entre dos y tres horas y media para liberar a un cristiano de esa influencia.
En 1 Timoteo 4:1 vemos que «en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañosos y a doctrinas de demonios». Para mí es más fácil creer que estas personas que escuchan voces están bajo ataque espiritual y no que son enfermos mentales, ni que su mente se ha dividido de algún modo y una parte converse con la otra. Después de oír sus relatos, he dicho a muchos que no se están volviendo locos, sino que hay una batalla espiritual que se libra en sus mentes. No se puede imaginar el gran alivio que esto da a las personas atribuladas.
Si están mentalmente trastornadas, no les puedo ofrecer un pronóstico muy positivo. Pero si hay una batalla en sus mentes, podemos ganar la guerra. Sí creo, sin embargo, que durante un trauma severo la mente se puede disociar como mecanismo de defensa para sobrevivir. Discutiré ese fenómeno en el último capítulo.
Satanás paraliza a su presa
Cualquiera que esté bajo ataque espiritual fallaría también en el segundo criterio para la salud mental: estar relativamente libre de la ansiedad. El temor es un hecho para los esclavizados. Como un león, el rugido engañador de Satanás (1 Pedro 5:8) paraliza de temor a su presa, pero debemos permanecer firmes en nuestra fe, o sea, en lo que creemos. El temor y la fe se excluyen mutuamente. Si el temor a lo desconocido gobierna nuestra vida, entonces no hay fe en Dios. Sólo el temor de Dios es compatible con la fe bíblica. En realidad, este león que se llama «Satanás» ya no tiene dientes, ¡pero con sus encías está asustando de muerte de manera desaforada a los cristianos!
Un pastor amigo llamó para pedirme ayuda. Su esposa estaba enfrentando una enfermedad terminal, y él me llamaba porque ella experimentaba un temor tremendo. En el transcurso de nuestra conversación ella me dijo con lágrimas que quizás no era una cristiana. Eso me asombró. Era uno de los más amorosos y piadosos ejemplo de cristianismo que jamás he conocido. Sin embargo, al encontrarse cara a cara con la muerte no tenía seguridad de su salvación.
—Cariño—le contesté—, si tú no eres cristiana, estoy en problemas serios. ¿Por qué piensas eso?
—A veces cuando voy a la iglesia tengo pensamientos terribles acerca de Dios y me pasan malas insinuaciones por la mente—replicó.
—Esa no eres tú—le aseguré.
Media hora después entendía de dónde provenían esos pensamientos y cuáles eran las tácticas de Satanás; con eso se desaparecieron, así como su temor.
Si esos pensamientos hubieran sido suyos, ¿qué podía haber concluido respecto a su propia naturaleza? «¿Cómo puedo ser cristiana y a la vez pensar esas cosas?», razonaba, así es como lo hacen millones de cristianos bien intencionados. Cuando se expone la mentira y se comprende cuál es la batalla por la mente, se gana la mitad de la lucha. La otra mitad se gana teniendo un verdadero conocimiento de Dios y sabiendo quién es uno como hijo de Dios.
Dónde empieza la salud mental
Creo que la salud mental empieza con un conocimiento verdadero de Dios y de quiénes somos como sus hijos. Si sabe que Dios lo ama, que jamás lo dejará ni lo desamparará y que le ha preparado un lugar para toda la eternidad … si sabe que sus pecados son perdonados, que Dios suplirá todas sus necesidades y lo habilitará para vivir con responsabilidad en Cristo … si no le teme a la muerte porque la vida eterna es algo que posee ahora y para siempre … si sabe todo eso … si lo conoce profundamente y lo cree … ¿tendrá buena salud mental? ¡Por supuesto que sí!
Si la salud mental empieza a partir de ese conocimiento verdadero de Dios y de quiénes somos, déjeme agregar de inmediato que la clave de la enfermedad mental es un conocimiento distorsionado de Dios: una comprensión patética de su relación con Él y la ignorancia de quién es usted como hijo de Dios. Por eso los consejeros seculares muchas veces odian la religión. ¡La mayoría de sus clientes son muy religiosos! Visite un salón siquiátrico en un hospital y observará algo, unas de las personas más religiosas que jamás haya visto, pero no tienen una comprensión real de quiénes son en Cristo. Como los consejeros seculares ignoran el mundo espiritual, se equivocan al echar la culpa de los problemas de sus clientes a los pastores y a las iglesias (aunque debo aceptar que existen algunos pastores e iglesias bastante enfermizos, que en realidad le crean problemas a la gente).
El evangelio en la consejería sicológica
Le pido a Dios que venga el día en que se pueda definir la consejería cristiana en base a dos asuntos clave. Primero, ¿qué papel juega el evangelio en el proceso de consejería? ¿Son los atribulados sólo un producto de su pasado, o serán principalmente un producto de la obra de Cristo en la cruz? Las experiencias del pasado pueden tener un efecto profundo sobre nuestro diario vivir y en nuestras perspectivas actuales, pero, ¿podremos ser libres de nuestro pasado? ¿Cómo?
A menudo se hacen intentos de arreglar el pasado. Usted no puede arreglarlo; ni se puede devolver para deshacer lo hecho. Es muchísimo mejor la verdad de que se puede ser una nueva criatura en Cristo Jesús y obtener su libertad del pasado, estableciendo una nueva identidad en Cristo y perdonando a los que le hayan ofendido. La cruz de Cristo es el eje central de la historia y de la experiencia humanas, y sin esto no habría evangelio ni perdón (este es el tema de mi primer libro, Victory Over the Darkness [Victoria sobre la tinieblas]).
El segundo asunto clave que debe caracterizar a la consejería cristiana se relaciona con la perspectiva bíblica del mundo: ¿Toma en cuenta el consejero pastoral la realidad del mundo espiritual? ¿Qué importancia tiene en nuestro proceso de consejería el hecho de que «nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales»? (Efesios 6:12) ¿Cómo puede el consejero conducir a la persona de la esclavitud a la libertad? (Este es el tema de mi segundo libro, The Bondage Breaker [Rompiendo las cadenas]. Ambos libros ofrecen la base teológica por medio de la cual encontraron su libertad en Cristo las personas cuyas historias se relatan en el presente tomo.)
¿Poseído por un demonio o endemoniado?
Hay otro asunto que tiene que ver con la posesión demoníaca. ¿Puede un cristiano ser poseído por un demonio? No hay asunto que polarice más a la comunidad cristiana que este, y la tragedia es que no hay forma bíblica para resolverla. Sin embargo, existen dos puntos dignos de notarse: en las traducciones bíblicas del griego al castellano, la frase «poseído por un demonio» se deriva de una sola palabra griega. Por lo tanto, prefiero usar más bien la palabra «endemoniado». Además, la palabra que se traduce como «posesión demoníaca» jamás vuelve a aparecer en las Escrituras después de la cruz, por lo que nos deja sin ninguna precisión teológica respecto a lo que consiste estar endemoniado en la era de la Iglesia.
Pese a ello, el que un cristiano pueda estar de un modo u otro bajo la influencia del «dios de este mundo» es un hecho en el Nuevo Testamento. De no ser así, ¿por qué se nos instruye que nos pongamos la armadura de Dios y estemos firmes (Efesios 6:10); que cautivemos todo pensamiento a la obediencia de Cristo (2 Corintios 10:5), y que resistamos al diablo (Santiago 4:7)? ¿Qué pasa si no nos ponemos la armadura de Dios, ni nos mantenemos firmes, ni nos responsabilizamos por lo que pensamos? ¿Y qué si dejamos de resistir al diablo? ¿Entonces qué? Somos presa fácil para el enemigo de nuestras almas.
Así que, ¿cómo nos damos cuenta si un problema es sicológico o espiritual? Creo que esa pregunta es fundamentalmente falsa. Nuestros problemas nunca dejan de ser sicológicos. No hay momento alguno en que las experiencias previas, las relaciones personales y nuestra propia mente, voluntad y emociones no contribuyan a nuestros problemas actuales, ni sean la clave para resolverlos. Pero, de igual modo, nuestros problemas jamás dejan de ser espirituales. No hay momento en que Dios no esté presente, ni momento en que se pueda dar el lujo de quitarse la armadura de Dios. La posibilidad de ser tentado, acusado y engañado por el maligno es una realidad constante. Debemos tratar con la totalidad de la persona, tomando en cuenta tanto lo espiritual como lo sicológico, o una espiritualidad falsa suplantará a la auténtica, como sucede con la invasión de la filosofía de la Nueva Era en los grupos de los doce pasos así como en otros de autorrecuperación, de sicología secular y de educación.
¿Un encuentro con la verdad o un enfrentamiento de poderes?
Ahora me gustaría tocar un tema de metodologías. Propongo sostener un «encuentro con la verdad» antes que un «enfrentamiento de poderes». El modelo clásico de liberación es conseguir a algún experto que invoque al demonio, consiga su nombre, y hasta su rango en la jerarquía, para luego echarlo fuera. En un enfrentamiento de poderes hay una lucha entre un agente externo y la fortaleza demoníaca. Pero no es el poder el que le da la libertad al cautivo: es la verdad (Juan 8:32). Cuando viven en derrota, los creyentes a menudo estiman equivocadamente que lo que necesitan es poder, así que buscan alguna experiencia religiosa que se los prometa. No hay ningún versículo en la Biblia, después de Pentecostés, que nos inste a buscar el poder, sólo la verdad. Eso se debe a que el poder del cristiano reside en la verdad; al estar en Cristo poseemos todo el poder que necesitamos. El problema es que no lo vemos ni lo creemos, por lo que el apóstol Pablo ora que lleguemos a comprenderlo (Efesios 1:18, 19). En contraste, el poder de Satanás reside en la mentira y una vez que esta se ha expuesto ese poder queda anulado.
En un encuentro con la verdad, trato únicamente con esa persona y no hago a un lado su mente. De forma que la gente es libre para tomar sus propias decisiones. Jamás hay falta de control en la medida en que facilito el proceso de ayudarles a asumir su responsabilidad ante Dios. Al fin y al cabo, no es lo que yo diga, haga o crea lo que libera a la gente; es a lo que renuncien, confiesen, abandonen, a quienes perdonen y la verdad que reafirmen lo que les da la libertad. Este «proceder de la verdad» me exige que trabaje con la persona integralmente, tratando con su cuerpo, su alma y su espíritu.
La medicina y la iglesia
Tratar a la persona en su totalidad incluye lo físico y lo interpersonal. Por supuesto, existen problemas glandulares y desequilibrios químicos, y tanto la iglesia como el campo médico deberían ansiar los aportes. La profesión médica se dispone a sanar el cuerpo, pero sólo la iglesia está en condiciones de resolver los conflictos espirituales. Así que no nos sentemos en juicio de las deficiencias del mundo secular si como iglesia no nos responsabilizamos con las soluciones espirituales.
En estos últimos días veremos muchas falsedades espirituales. En mi libro, Walking Through the Darkness [Caminando a través de las tinieblas], trato de identificar esos falsos prodigios y establecer los parámetros de la dirección divina. Necesitamos ese tipo de discernimiento espiritual para mantenernos firmes contra las filosofías de la Nueva Era y de los falsos maestros que surgirán de entre nosotros (2 Pedro 2:1 ss). Los principales promotores de la medicina integral son los de la Nueva Era, y son los que manejan la mayoría de los negocios de alimentos para la salud. No hay nada malo en comprar las pastillas en los estantes, pero no lea la literatura en los anaqueles.
El mayor asidero de Satanás
Además, nuestros problemas jamás se originan ni se resuelven independientemente de las relaciones personales. Tenemos una necesidad absoluta de Dios, pero también nos necesitamos desesperadamente unos a otros. En mi experiencia, la falta de perdón para con los demás le abre a Satanás la principal puerta de acceso a la iglesia. Cuando la gente perdona de corazón, da un paso gigantesco hacia la libertad. Y una vez libres, las buenas relaciones ayudan a promover ese crecimiento. Es por eso, por ejemplo, que no es una solución adecuada resolver el problema espiritual de un niño para volverlo a internar en una familia con disfunción en sus relaciones. (Steve Russo y yo hemos tratado extensamente este tema en nuestro libro The Seduction of Our Children [La seducción de nuestros hijos].)
No hay tal madurez instantánea
El último asunto es distinguir entre la libertad y la madurez. No creo en la madurez instantánea. Se necesita mucho tiempo para renovar nuestras mentes, desarrollar el carácter y aprender a vivir con responsabilidad. Un cautivo primero necesita ser liberado para luego aprender a disfrutar de esa libertad, porque fue por libertad que Cristo nos hizo libres (Gálatas 5:1). En mi experiencia, las personas atadas no crecen y rara vez, si acaso, experimentan la sanidad emocional. Una persona atada necesita su libertad y a una persona herida hay que tratarla con compasión para que pueda recibir su sanidad con el tiempo.
Ahora bien, permítame presentarle a algunos de los seguidores selectos de Cristo. Conforme digan la historia de sus vidas, agregaré algunas percepciones mías respecto a la naturaleza y solución de sus problemas. Por lo menos usted aprenderá tanto de sus experiencias como de mis comentarios. Es mi oración que sus testimonios sean de tremendo estímulo para los que anhelan ser libres, así como para los que desean ayudarles.


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