domingo, 2 de diciembre de 2012

Estudio Profundo: Gàlatas y Filipenses - El Cristiano en Acciòn II


. Gálatas, Filipenses: Cristianos con dificultades
. biblias y miles de comentarios
 

LECCIÓN  CUATRO:

PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO, III

CAPÍTULO 1 - 2
INTRODUCCIÓN
En esta lección, Pablo sigue defendiendo su apostolado en los lugares de Siria y Cilicia, donde sus enemigos más recalcitrantes eran los judíos de habla griega, quienes se proponían eliminarlo. Pues, en la iglesias de Cristo de Judea no lo conocían a Pablo; es aquí donde personalmente les demuestra que de lobo se ha convertido en oveja del rebaño del Señor. Así logró convencer a los gálatas para que ellos también glorificaran a Dios. Una vez llegado Pablo a Jerusalén, informa ante el concilio de dicha ciudad, que después de quince años subía nuevamente a Jerusalén en compañía de Bernabé y Tito, donde los líderes de la Iglesia de Cristo le dieron el reconocimiento elogioso y la aceptación de su apostolado con designio para los gentiles. En dicho lugar es dónde Pablo logra la armonía doctrinal con Pedro, Jacobo y Juan, para que los gentiles no fueran circuncidados conforme a la Verdad proveniente de Dios, de Cristo Jesús y del Espíritu Santo. Así cómo los legalistas y judaizantes no pudieron obstaculizar ni privar a las Iglesias de Cristo en Jerusalén y otros lugares. Con esto queda demostrado, que el esfuerzo personal de Pablo no fue en vano; pues, hubo unidad de criterios entre todos los apóstoles, a pesar que falsos hermanos se infiltraban entre ellos, a fin de coartar la tremenda libertad que había en Cristo Jesús. Sin embargo, nuestro hermano Pablo no accedió jamás someterse a los fariseos, legalistas y judaizantes, porque él nunca quiso fracasar.


I.     PABLO EN SIRIA Y CILICIA, (Gá. 1:21).
“Más tarde fui a las regiones de Siria y Cilicia”. Éstos fueron los lugares en los que se desconocían la labor evangelística del apóstol Pablo, después de haber salido de Jerusalén; salvo por la información de los miembros de la Iglesia de Cristo de Judea, cuyo perseguidor estaba predicando su fe en Cristo Jesús, que anteriormente lo había destruido con tal encarnizada persecución, nos dice Hch. 8:3 y 9:13,14.
Pues, como cerca de Cilicia estaba Tarso, la ciudad natal de nuestro hermano Pablo, como lo podemos comprobar leyendo Hch. 9:11,30; de manera repentina fue atacado hostilmente por cierto grupo de judíos helénicos que procuraban matarlo, conforme podemos leerlo en Hch. 9:26, que nos dice: -“Conversaba y discutía con los judíos de habla griega, pero ellos se proponían eliminarlo”. (Además léase, apreciado lector, Hch. 22:17-30). De tal manera, éstos fueron los enemigos más recalcitrantes que toda su vida, como los verdaderos causantes de los problemas en Galacia.
Fue escoltado y bien protegido por los fieles hermanos en Cristo Jesús fuera de Jerusalén, hasta llegar a la ciudad porteña de Cesarea, donde fue embarcado hasta llegar a su añorada Tarso. Estando Pablo en su ciudad natal, predicó la Palabra de Dios a cuantos oyentes se le acercaban, hasta que más tarde, el chipriota Bernabé o Hijo de Consolación fue a buscarlo a Tarso, para después llevarlo y radicarse en Antioquia de Siria, conforme lo podemos comprobar leyendo Hch. 11:25,26, que a la letra dice: -“Después partió Bernabé para Tarso en Busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía (de Siria). Durante todo un año se reunieron  los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquia (de Siria) donde a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez”.
De tal manera que, Pablo estando en Antioquía de Siria, permaneció como profeta y maestro las Buenas Nuevas en la iglesia de ese lugar, hasta que el Espíritu Santo le envió a lado de Bernabé en su primer viaje misionero, según lo podemos ver en Hch. 13:1-3. Luego, al concluir su viaje, regresaron a Antioquia de Siria, desde donde les enviaron los miembros de la Iglesia de Cristo al Concilio de Jerusalén, conforme nos lo demuestra Hch. 14:26-15:4.
En Judea, las Iglesias de Cristo no conocían a Pablo, (vv.22-24). “Pero en Judea las iglesias de Cristo no me conocían personalmente. Sólo habían oído decir: El que antes nos perseguía, ahora predica la fe que procuraba destruir. Y por causa mía glorificaban a Dios”.
A. Catorce Años se ausentó Pablo de Jerusalén, (v.22). En realidad, las iglesias de Cristo de Judea no lo conocían a Pablo, cuando el apóstol fue por primera vez a Jerusalén, según lo podemos comprobar en Hch. 9:26-30. Sin embargo, esta expresión no debe ser entendida en el sentido más amplio de que los cristianos de Judea no sabían ni habían visto a Pablo después de su conversión. Pero sí, lo sabían acerca de su reputación farisaica, porque la expresión enfática radica en que durante catorce años no había trabajado ni predicado en Jerusalén, el centro más antiguo y bastión general de la Iglesia de Cristo, conforme lo podemos apreciar en Gá 2:1. Asimismo, por espacio de once años, Pablo no había regresado a Judea, mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea, Samaria, pues vivía en el temor del Señor. E iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo, nos da a conocer el Dr. Lucas en Hch. 9:31. Pues, Judea era una región separada y distante de la ciudad principal: Jerusalén, conforme nos dice  el mismo autor Pablo en Hch. 1:18: -“Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos (los apóstoles) tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la Tierra”.
B. Pablo de Lobo a Oveja, v.23. En consecuencia, todo lo que esas iglesias sabían del perseguidor transformado de mente, conducta y vida, habían oído decir: el que nos perseguía, ahora predica la fe que procuraba destruir. Por tanto, es muy lógico deducir que Pablo, antes era lobo; y hoy, oveja. Sin embargo, como cara se ve y corazón no se sabe, para los cristianos de aquel entonces les habría sido muy difícil aceptar la conversión de Pablo como auténtica, de acuerdo a lo que nos dice el autor sagrado en Hch. 9:13,14, 21, 26. Con este motivo, veamos lo que nos dice los dos últimos versículos de Hch. 9:21,26: -“Todos los que le oían se quedan asombrados, y preguntaban: ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocaban su nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes… Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo”.
Sin embargo, con la bendición que el Señor Jesús dio al ministerio de Pablo, que le causó una verdadera y encarnizada persecución, porque los judíos helenizantes se pusieron de acuerdo para hacerlo desaparecer, pero Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche vigilaban de cerca las puertas de la ciudad con el fin de eliminarlo…Conversaba y discutía con los judíos de habla griega, pero ellos se proponían eliminarlo, nos dice Lucas en Hch. 9:23,24, 29.
En cambio, sus hermanos en Cristo Jesús no pudieron dudar más de él, al ver y comprobar su enfrentamiento doctrinal ante sus opositores, porque eran de índole divina; y cuando hablaba Pablo, lo hacía como un verdadero o genuino hijo de Dios: por elección especial y con dones espirituales que les diferenciaba y aventajaba kilométricamente de los legalistas judaizantes.
C. El Convencimiento Gálata glorificaba a Dios, v.24. Por esta razón y a favor de la causa de Pablo, los cristianos de ese tiempo, glorificaban a Dios. Además, amigo lector, no olvidemos que Pablo y el chipriota Bernabé sólo hicieron dos visitas a la ciudad de Jerusalén: La primera, cuando llevó ayudas de Antioquia de Siria para Jerusalén en tiempos de gran hambre (sequía), de acuerdo a lo que nos dice Hch. 11-30; y la segunda, para discutir acerca de la relación que existe entre la Ley Mosaica y el Evangelio de la Gracia, Hch. 15. Aunque el Evangelio de Pablo no provenía de Jerusalén, al ver y comprobar que provenía de la revelación personal de Cristo Jesús, glorificaban a Dios, porque concordaba y coincidía plenamente su predicación con lo que los cristianos habían recibido de los apóstoles; y que todo provenía del Señor Jesús, a fin de tener  un mismo pensar (mente) y un mismo propósito (parecer), 1 Co. 1:10. Pues, alababan a Dios por medio del mismo Evangelio.
Con todo este argumento doctrinal, Pablo, les demostró a los legalistas judaizantes y helénicos, que sus acusaciones eran absurdas y falsas; degenerativas y tergiversantes; superficiales e inconsistentes acerca de la Verdad de Dios. Con tal motivo, los apóstoles como Pedro y Juan más el anciano Jacobo, la columna vertebral de la Iglesia de Cristo Jerosolemita, reconocieron que la gracia de Dios también había sido derramada sobre Pablo de Tarso. Por eso, le dieron al Dr. Pablo la diestra en señal de compañerismo, como lo expresa Gá. 2:9. Asimismo, Pedro, en su Segunda Carta: 3:15-16, nos asegura que las epístolas paulinas ya eran reconocidas como parte de las Escrituras, a pesar de su temprana aplicación.
Concluyendo, diríamos: Negar y rechazar las enseñanzas de Pablo, sería como negar y rechazar las sabias enseñanzas de Dios mismo, por ser el testimonio impertérrito de este honorable apóstol.

II.  RECONOCIMIENTO, ELOGIO Y ACEPTACIÓN DEL APOSTOLADO DE PABLO, vv.1-10
Dice la Carta de Pablo a los Gálatas… ( Debe leerse)
INFORME DE PABLO EN SU LLEGADA AL CONCILIO DE JERUSALÉN
A. Pablo Visita Jerusalén después de Catorce Años, v. 2: 1. “Catorce años después subí de nuevo a Jerusalén, esta vez con Bernabé, llevando también a Tito”. Jamás olvidemos, amigo lector, que catorce años después de su primera visita a Jerusalén, según nos lo demuestra Hch. 9:26-29, Pablo, en compañía de Bernabé y Tito, fueron a Jerusalén para difundir de modo privado su Evangelio ante los líderes de la Iglesia de Cristo de aquella ciudad, en el Concilio que se desarrollaba allí, Hch. 15.  Aquí, el Dr. Pablo trata de demostrarles, que su independencia no significa  anarquía, ni que su Evangelio es disidente o cismático, ni sectario; tampoco distinto de la fe que la iglesia mantenía hasta ese entonces
Al expresarse de este modo nuestro hermano Pablo, no se está refiriendo a su viaje breve realizado en Hch. 11:27-30, porque aunque regresaron de  Jerusalén, según data en Hch. 12:25, estuvieron entre nuestros hermanos que residían en Judea. Pero el viaje no fue de gran relevancia en asuntos de su apostolado, por que ayudó a Bernabé a recolectar la ofrenda destinada a la iglesia se Jerusalén, de parte de los hermanos de la Iglesia de Cristo de Antioquia de Siria para aliviarles de la hambruna que estaban padeciendo los hermanos de Judea.
B. Reconocimiento del Apostolado de Pablo. Una vez llegado pablo a Jerusalén, los grandes líderes de aquella Iglesia de Cristo no insertaron absolutamente nada al mensaje difundido por Pablo, tampoco los que le expiaban secretamente, pronunciaron palabra alguna para que su colaborador Tito fuera circuncidado. Pues, en esta ocasión, como resultado de la visita de Pablo a Jerusalén le dieron el reconocimiento elogioso y la aceptación de su apostolado para los gentiles, porque era comparable con el ministerio que los otros apóstoles desempeñaban entre los judíos.
En consecuencia, muchos se preguntarían, ¿por qué Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén y no a otro lugar? Sencillamente, lo hizo con el sano propósito de reunirse con los otros apóstoles, columnas del gran bastión o baluarte del cristianismo en la primigenia Iglesia de Cristo. Además, viajó a Jerusalén para tratar lo que en Hch. 15 nos da a conocer el apóstol: habían judíos que venían de Judea, manifestando profesar el cristianismo; con este motivo, viajaron a Antioquía de Siria, donde se encontraban Pablo y Bernabé ejerciendo su ministerio; por lo que, enseñaban a los hermanos, diciéndoles: -“Si no se circuncidan conforme al rito establecido por Moisés, no podrían ser salvos”, Hch. 15:1. Frente a esta situación, Pablo y Bernabé sostuvieron un altercado de palabras y un debate doctrinal abierto con ellos. Por tanto, ésta fue la razón para que Pablo y Bernabé, y algunos otros creyentes, subieran a Jerusalén para tratar este asunto con los apóstoles y los ancianos de aquella Iglesia de Cristo, Hch. 15:2.
Como podemos apreciar, estimado lector, este grande  e histórico debate tenía que resolverse con fundamentos irrebatibles verdaderamente cristianos, en Jerusalén. De tal manera, al pasar por las ciudades, entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén, para que los pusieran en práctica. 5 Y así las iglesias se fortalecían en la fe y crecían en número día tras día, nos da a conocer Lucas en Hch. 16:4-5. Estos acuerdos llevaron mucha fuerza y peso de aliento, por haber salido del seno de los versados en la Palabra de Dios: Apóstoles y Ancianos jerosolemitas. De tal manera, con este importante viaje de Pablo a Jerusalén, después de su conversión, mostró con prudente realidad que su llegada a dicha ciudad con su compañero de viaje, Bernabé; su comisión y su reconocimiento como apóstol hacían que su unidad doctrinal y evangelística se hiciera evidente e idéntica con los doce apóstoles en una misma verdad, un solo Espíritu, un mismo bautismo, un mismo Señor y un mismo Dios.
Asimismo, siguiendo la asociación de dos corazones cristianos: de un fariseo con un chipriota – como ya lo dijimos anteriormente – esta unión comenzó cuando el recién convertido Pablo fue apoyado por Bernabé, para unirse con los discípulos de Cristo Jesús en Jerusalén, conforme nos da a conocer Hch. 9:26-28. Por consiguiente, tampoco olvidemos que, tiempo más adelante, Bernabé le dio a Pablo la gran oportunidad de comenzar su ministerio en Antioquía de Siria, de acuerdo con lo que nos dice Hch. 12:21-26.
Pablo y Bernabé habían cumplido con su Primer Viaje Misionero, después de haber regresado de Antioquia de Siria, el cuartel general de su ministerio, según nos informa Hch. 13:1-14:28, para informar acerca de la milagrosa conversión habida entre los gentiles por la gracia de Dios y su fe viva en Él, Hch. 14:27.
1. La Compañía de Tito. Finalmente, cuando el Dr. Pablo nos hace referencia de viajar a Jerusalén con su amado amigo y compañero de viaje: Bernabé, decide también llevar a Tito, su hijo espiritual en Cristo y su excelente colaborador en el ministerio, conforme nos dice Tit. 1:4-5, que textualmente expresa: -“A Tito, mi verdadero hijo en esta fe que compartimos… Te dejé en Creta para que pusieras en orden lo que quedaba por hacer y en cada pueblo nombraras ancianos de la iglesia, de acuerdo con las instrucciones que te di”. (Amigo lector, puede usted leer también 2 Co. 8:23).
Con relación a este evangelista, algunos estudiosos bíblicos lo consideran haber integrado el grupo al que Lucas se refiere como algunos otros creyentes, según nos dice Hch. 15:2. Pues, Tito era una persona gentil no circuncidada, y fruto del mismo  ministerio que los legalistas judaizantes atacaba; motivo por el cual, era el compañero sindicado para llevarlo al Concilio de Jerusalén.
C. OBEDIENCIA DE PABLO A LA REVELACIÓN DE CRISTO, Gá. 2:2. “Fui en obediencia a una revelación, y me reuní en privado con los que eran reconocidos como dirigentes, y les expliqué el evangelio que predico entre los gentiles, para que todo mi esfuerzo no fuera en vano”. Con este versículo, el apóstol Pablo nos demuestra que él estuvo siempre bajo la ayuda, dirección y revelación de Dios, que le hablaba cómo debe hacer lo que su divina providencia le aconsejaba; y el mismo autor lo explica, que esa ayuda directa fue dada por el  Espíritu Santo a los líderes de la Iglesia de Cristo en Antioquía de Siria, como también a Bernabé y a Pablo, según nos da a conocer Hch. 13:1,2,4.  De todos modos, este asunto se solucionó tan pronto como Pablo recibió la orden divina para ir a Jerusalén; hecho oportuno en el que Pablo y Bernabé recibieron la bendición de la Iglesia de Cristo en Antioquia de Siria, confirmando con ello, la orden revelada por Dios.
1. Era Necesaria la Verdadera Unidad entre los Apóstoles.  Ahora, cuando el autor sagrado nos dice: -“Y me reuní en privado con los que eran conocidos como dirigentes”, quiere decir que el protagonista de este hecho: Pablo, fue directamente a los hechos para hablar en privado con Jacobo, Cefas (Pedro) y Juan. Pues, el vocablo privado, proviene del griego Anatethemi; y cuya traducción al castellano es: someter el asunto a consideración del interlocutor.
Era estas circunstancias, era muy necesaria y de vital importancia, la verdadera  unidad entre los apóstoles; por eso, el apóstol Pablo nos dice:- “Y les expliqué el evangelio que predico entre los gentiles”, porque él reconocía en profundidad los verdaderos argumentos del Evangelio de la Salvación, por medio de la gracia soberana de Dios y a través de la fe paciente del cristiano. Por tanto, en el Evangelio de Pablo se reflejaban las palabras de Cristo Jesús, mientras que en el de los legalistas judaizantes, su creencia era basada en obras humanas, tales como lo sostenían:-“A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no puede ser salvos”, Hch. 15:1,5. En consecuencia, lo primero que hizo Pablo fue reunirse con los apóstoles y ancianos de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, incluyendo a Pedro, Juan y Jacobo, medio hermano de nuestro Señor Jesucristo, como también a los demás miembros de dicha iglesia, y otros creyentes visitantes invitados por la iglesia de Antioquía de Siria en forma privada, con el único propósito que Pablo y Bernabé llegaran a conocer la teología de los líderes de Jerusalén, antes de manifestarse en público, para contarles las señales y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles, conforme lo dice Lucas en Hch. 15:12. De tal manera, fueron muy bien recibidos, tanto por la iglesia como por los apóstoles de la iglesia, Hch. 15:4.
2.  Pablo y Bernabé fueron Interrumpidos. En dicho evento, cuando la asamblea fue hecha de carácter público, tanto Pablo como Bernabé  fueron interrumpidos por algunos miembros de la secta farisaica que habían creído en Cristo Jesús, y se levantaron  diciendo:-“Es necesario circuncidar a los gentiles y exigirles que obedezcan la ley de Moisés”, Hch. 15:5. Entonces, al escuchar estas ideas tergiversadas por hombres, los apóstoles y ancianos se reunieron para examinar este asunto, nos dice Hch. 15:6. De modo que Pedro, motivado por semejante falacia, se dirigió para darles a conocer que Dios le había escogido de entre los judíos, para que por medio de su boca, los gentiles oyeran el mensaje del Evangelio y creyeran en él. Además, agregó: -“Dios que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. 9 Sin hacer distinción entre nosotros y ellos, purificó sus corazones por la fe”, Hch. 15:8-9.  Ahora, con relación a este versículo, lo que Pedro quería decirles a los legalistas fariseos era, que Dios no hacía distinción entre judíos y gentiles, sino que les salva de este mundo perverso por la fe en Cristo Jesús, y les concede por igual, a ambos, el don de su Espíritu Santo que viene a morar en cada uno de ellos.
3.  Los Legalistas sostenían que los Gentiles fueran Circuncidados. En cuanto, a la supuesta o inventada necesidad de que los gentiles fueran circuncidados y permanecieran en la Ley Mosaica para ser salvos, Pedro fue tajante y contundente, sin medias tintas, diciéndoles:-“Entonces, ¿por qué tratan ahora de provocar a Dios poniendo sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido soportar? ¡No puede ser! Más bien, como ellos, creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesucristo”, Hch.15:10-11.
4. La Armonía Doctrinal se hizo Realidad. Como podemos apreciar, amado lector, la perfecta armonía con lo que Pedro iba a decir ante el Concilio de Jerusalén, Pablo y Bernabé declararon primero en privado para decirlo luego en público, que la divina providencia de Dios había salvado a los gentiles en todos los lugares por donde habían proclamado el mensaje del Evangelio de Cristo Jesús, siendo atestiguado por Dios mismo aquellos mensajes y conversiones con señales y prodigios maravillosos. En consecuencia, estas evidencias cristianas irrefutables, eran las pruebas reales de que, lo que los apóstoles y ancianos predicaban, eran conforme a la verdad que proviene de Dios, de Cristo Jesús y del Espíritu Santo. Por los que, las iglesias de Cristo en Jerusalén y en otros lugares, jamás pudieron ser privadas ni menos devastadas por las enseñanzas de los herejes legalistas y judaizantes.
5. La Circuncisión a los Gentiles fue Resuelta de Modo Práctico. En tales circunstancias, la idea de que era necesario circuncidar a los gentiles y exigirles que obedezcan la ley de Moisés, se resolvió de manera práctica, decisiva y con la ayuda del Espíritu de Dios en el Concilio de Jerusalén, donde no  hubo más debate, Hch. 15:7. Por tanto, como corolario de todo lo dicho, la historia de los apóstoles nos dice en Hch. 15:12: -“Toda la asamblea guardó silencio”, cuando concluyó en su alocución nuestro hermano Pedro; y de inmediato procedieron a exponer Pablo y Bernabé, seguidos por Jacobo, con su irrebatible y sabia recapitulación de los mensajes expuestos por los que le antecedieron.
6. La Propuesta Sabia de Jacobo. En tal virtud,  fue Jacobo quien propuso que lo expuesto en dicho Concilio, fuera enviado como misiva doctrinal a todas las iglesias de Cristo, existentes en aquel tiempo. Por tanto, lo propuesto por Jacobo tuvo gran acogida entre los apóstoles, ancianos y miembros de toda la Iglesia de Cristo en Jerusalén, quienes tomaron la sabia decisión  de enviar la Carta Oficial para enviar a los hermanos gentiles que residían en Antioquía de Siria, en Antioquía de Pisidia y en Cilicia, según nos enseña Hch. 15.12-22.
7.  Efectos de la Carta Oficial. La resultante de esa misiva doctrinal que la  iglesia de Jerusalén decidió enviar con algunos hermanos  que acompañaban a Pablo y Bernabé; entre ellos estaba Judas llamado Barrabás y a Silas, hombres de buena reputación, fue que se alegraron mucho por su mensaje alentador los hermanos de Antioquia de Siria. Asimismo, Judas y Silas les hablaron extensamente para animarlos y fortalecerlos,  nos dice Hch. 15:22-35.
Sin embargo, como el mal siempre reina en la Tierra, los judaizantes sostenían que su mensaje no fue aprobado en el Concilio de Jerusalén; por lo que fueron descritos como engañadores y mentirosos en Hch. 15:24, que a la letra dice: -“Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros, sin nuestra autorización, los han inquietado a ustedes, alarmándoles con lo que les han dicho”.
8. Los Apóstoles y Ancianos anularon las Maledicencias de los Legalistas y Judaizantes. Con las entendibles expresiones dichas en Hch. 15:24, nos demuestran que todas estas habladurías y maledicencias fueron negadas, anuladas, abrogadas y proscritas por los apóstoles y ancianos en el Concilio de Jerusalén. A pesar de todo, los legalistas judaizantes convertidos al cristianismo, continuaron con la predicación de su doctrina nefasta y falsa, informando a los cristianos de Galacia que el Evangelio de Pablo estaba en conflicto y rivalidad con el de ellos y el de los apóstoles. ¡Qué tal falacia; la falacia más falaz de las falacias, amigo lector!; si ellos no proclamaban el mismo Evangelio enseñado por los Doce Apóstoles.
Con este motivo, Pablo se reivindicó frente a tamaña falacia, manifestando que su Evangelio y predicación vino por revelación directa de Dios; por lo que, no necesitaba  aclaración, ni apoyo, ni tampoco confirmación humana en absoluto, Gá. 1:11-19. De este modo, en el Concilio de Jerusalén, el apóstol Pablo demostró al mundo entero, el Evangelio que él predicaba era idéntico en contenido y mensaje doctrinal al predicado por los apóstoles, por que le fue revelado de manera viva y presencial por nuestro Señor Jesucristo en su viaje a Damasco y enseñado personalmente en el desierto de Arabia; mas no por hombre alguno, a tal punto que lo que enseñaban y predicaban los legalistas judaizantes eran simplemente la negación de lo que el apóstol Pablo sostenía, como una especie de antítesis no fundamentada ni bien sostenida, porque eran desviadas e incorrectas, satánicas y aberrantes. Por eso, Pablo, procuró asegurarse en intimidad y privacidad de que los apóstoles, ancianos y maestros estaban de acuerdo con la revelación  de su Evangelio, y que no sería tolerante en su trato y acuerdo con los legalistas perversos.
9. El Esfuerzo Personal de Pablo no fue en Vano.  Ahora, cuando el apóstol Pablo nos dice: -Para que todo mi esfuerzo no fuera en vano”, podemos apreciar que si la concordancia de criterio personal no se hubiese hecho presente,  entre el de Pablo y el de los apóstoles, ancianos y maestros, todo el deseo y empeño espiritual de su ministerio, realizado en el pasado y en el presente, hubiera entrado en conflicto con ellos, cayendo en el vacío la poca importancia – mejor dicho – en una futilidad terrenal perversa. Por tanto, dice Pablo, no olvidemos que los apóstoles, ancianos y maestros no me impusieron nada nuevo. Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado el evangelio a los gentiles…”, nos dice el mismo autor en Gá. 2:6.
10. La Unidad de Criterios era Importante. Es  lógico y obvio pensar que la unidad de criterios  era de vital importancia que lo propusiera el apóstol Pablo, para que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito, nos dice 1 Co. 1:10; es decir, guiados y dirigido por el Espíritu Santo, a fin que los apóstoles y ancianos sintieran algún estímulo en su unión con Cristo Jesús, para llenarles de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento, nos dice Fil. 2:1-2.
Ahora, a mi modo de ver este panorama bíblico, era muy necesario y aun obligatorio que se propiciara, apreciado lector, la unidad entre los apóstoles, a fin que se reflejara la unidad de pensamiento, de expresión y de acción; porque Pablo sabía y lo reconocía lo tenso y explosivo que era este asunto, debido a que los judíos no estaban dispuestos a aceptar hermanos gentiles como sus iguales, toda vez que ellos los consideraban perros. Razón por la cual, Pablo conversó en privado con los apóstoles, ancianos y maestros, reconocidos como líderes de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, Gá. 2:2. Pues, esta reunión privada preparó el terreno suave para que tomaran la decisión de expresarlo en público ante el Concilio prescrito.
D. OTRO ACOMPAÑANTE DE PABLO, vv.3-5. “Ahora bien, ni siquiera Tito, que me acompañaba, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego. 4 El problema era que algunos falsos hermanos se habían infiltrado entre nosotros, para coartar la libertad que tenemos en Cristo Jesús a fin de alcanzarnos. 5 Ni por un momento accedimos a someternos a ellos, pues queríamos que se preservara entre ustedes la integridad del evangelio”.
1. Tito no fue Obligado a Ser Circuncidado, v.3. Ahora, al decirnos el autor sagrado: -“Ahora bien, ni siquiera Tito, que me acompañaba, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego”. Aquí, podemos apreciar la manera de cómo el acto sobresaliente, que los legalistas judaizantes practicaban, fue el acto de la circuncisión; razón por la cual, es la primera vez que se toca este término en esta epístola, aunque nuestro hermano Tito no es referido en el Libro de los Hechos; él hubiera sido el ejemplo a seguirse, si los hermanos de la Iglesia de Cristo, aceptaban que lo circuncidaran. Pues, siendo él gentil, hubiese servido de modelo para que todos los gentiles fueran circuncidados. En este caso, Tito no fue circuncidado; por lo que sirvió de ejemplo para que nuestros demás hermanos gentiles tampoco fueran circuncidados.
2. El Caso de Timoteo. Sin embargo, Pablo circuncidó a Timoteo, algunos años después del suceso con Tito, porque su madre era judía, y de padre griego, como lo podemos apreciar en Hch. 16:1-3, que nos dice: -“Llegó Pablo a Derbe y después a Listra, donde se encontró con un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego… Por causa de los judíos que vivían en aquella región, lo circuncidó, pues todos sabían que su padre era griego”. Esto lo hizo para no poner dificultades ni tropiezo al Evangelio, conforme lo podemos apreciar en 1 Co. 9:20, que a la letra dice:-“Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a éstos”.
Pero Pablo, jamás permitió que Tito fuera circuncidado, porque él era gentil, quedando prescrito y demostrado con ello que ningún gentil fuera circuncidado, a pesar que la circuncisión forzosa era lo que exigían los legalistas para lo gentiles que se habían convertido al cristianismo. Además, los herejes judaizantes no tenían bases fundamentales para que los gentiles se circuncidaran en el ámbito puramente gentil. ¿Por qué? Porque Pablo lo demostró, que Tito era una prueba fehaciente, viva, presencial y divina, de que las leyes mosaicas no eran suficientes ni necesarias para la salvación; asimismo, porque en el Concilio de Jerusalén se rehusó tajantemente aceptar las exigencias y deseos humanos de los judaizantes, para ordenar a circuncidar a los gentiles como Tito, y a todos los cristianos gentiles que se volvían a Dios.
Esto lo podemos comprobar al leer Hch. 15:10, lo que nos dice el apóstol Pedro a través de Lucas. Además, el mismo autor sagrado nos dice en Hch. 15:19: -“Por tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles trabas a los gentiles que se convierten a Dios”. ¿Por qué?, pregunto.  Porque la Ley Mosaica no fue dada para los gentiles, sino para el pueblo judío y sus esclavos. Con este motivo, Pablo nos aclara y nos vuelve a declarar en Gá. 5:2, diciéndonos: -“Escuchen bien: Yo, Pablo, les digo que si se hacen circuncidar, Cristo no les servirá de nada. De nuevo declaro que todo el que se hace circuncidar está obligado a practicar toda la ley”. De la misma manera, el mismo autor, agrega en Gá. 5:12: -“¡Ojala que esos instigadores acabaran por mutilarse del todo!
E. LA INFILTRACIÓN DE FALSOS HERMANOS, v.4. “El problema era que algunos falsos hermanos se habían infiltrado entre nosotros (dice el apóstol Pablo) para coartar la libertad que tenemos en Cristo Jesús a fin de esclavizarnos”. Distinguido lector, como en toda organización mundana hay infiltrados, especialmente en los partidos políticos; también en la Iglesia de Cristo de aquel tiempo, los hubo. Ésta es la razón fundamental por la que Pablo habla de esta manera, porque estaba sufriendo una presión aguda para  que se pusiera en práctica la circuncisión farisaica. Pues, estos hombres se habían infiltrado entre los verdaderos cristianos (entre nosotros dice Pablo) para negar y coartar, ante los ojos de Pablo, la libertad que tenemos en Cristo Jesús a fin de esclavizarnos.
            Como vemos, cuando el apóstol Pablo nos habla de esta manera, en este versículo, nos está haciendo referencia de falsos hermanos, que en griego es Pseudadelphos; es decir, personas de la secta de los fariseos no convertidas a la verdad del Evangelio, que querían destruir la obra de Pablo, conforme nos da a conocer Lucas en Hch. 15:5. Pues, éstos sostenían:-“Es necesario circuncidar a los gentiles y exigirles que obedezcan la ley de Moisés, según lo comprobamos en Hch.15:1, porque no querían en absoluto la libertad que Cristo ofrece. En base a este motivo, razón tuvo el apóstol Pablo para calificarlos en 2 Co. 11:13-14, diciéndoles: -“Tales individuos son falsos apóstoles, obreros estafadores, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz”.
1. Motivo de la Infiltración. La infiltración secreta de estos hombres fue con el propósito de espiar, y obtener información personal de la hermosa libertad de la ley que todos los convertidos gentiles disfrutaban en Cristo. Todo este engaño cruel fue con el intento de querer imponer la ley sobre los convertidos al cristianismo y someterlos a la esclavitud legal bajo obras, nuevamente imponiéndoles la circuncisión a fin de esclavizarnos (Gr. Katadouloó), nos dice Pablo en Gá. 5:1-3,13.  Con este motivo, es menester conocer que los cristianos ya no están bajo ninguna condenación para los que están unidos a Cristo, pues por medio de la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte, nos dice Pablo en Ro. 8:2. Sin embargo, los herejes, legalistas y judaizantes quedaron esclavizados en la Ley Mosaica, Hch. 5:10,19.

2. La Vida del Cristiano es completamente Libre. Ahora bien, comprendiendo esta expresión, es necesario decir que la libertad es un tema que se proclama abiertamente en el Nuevo Testamento, porque en Cristo Jesús, estamos libres del lazo con  que nos ata la Ley Mosaica. De modo que, ahora, al morir a lo que nos tenía subyugados, hemos quedado libres de la ley, a fin de servir a Dios con el nuevo poder que nos da el Espíritu, y no por medio del antiguo mandamiento escrito, nos dice el autor sagrado, Pablo el Apóstol, en Ro. 7:6. Además, cimienta mejor nuestra formación bíblica el mismo autor, al decirnos en 2 Co. 3:17: -“Ahora, bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. Por lo tanto, nos alegra y nos alienta mejor lo que el apóstol Juan nos dice de manera clarificada, pura y dulce, en su Evangelio, Jn. 8:36: -“Así que si el Hijo los libera, serán ustedes (nosotros) verdaderamente libres”. Razón por la cual, jamás olvidemos amable lector, que todo esto lo que dice Juan, es de por vida, tanto en la Tierra como en el Cielo, cuando se aprende a vivir con la libertad divina que Cristo Jesús nos dio.

3. La Libertad Cristiana no es una Licencia para Pecar. Por consiguiente, comprendamos amigo lector, que la libertad cristiana no es una licencia para pecar; NO y NO. Si no al haber sido hecho libres en Cristo Jesús, perdemos ese inmenso libertinaje que la ley de Moisés nos conduce al pecado, porque antes fuimos esclavos de ese estímulo que contrista y ahuyenta al Espíritu de Dios de nuestras vidas, nos dice Ef. 4:30. De tal modo, en la persona de Jesucristo somos liberados del pecado, como lo dice literalmente el Dr. Pablo en Ro. 6:8: -“En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes (todos nosotros) esclavos de la justicia”.
                  Asimismo, este incomparable autor cristiano, nos forma una mejor conciencia libertaria espiritual, al darnos a conocer en su Epístola a los Gálatas, 5:13-14, lo siguiente: -“Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien, sírvanse unos a otros con amor. En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
                  Concluyendo, el apóstol Pedro, sepulta, lapida y sella con tan contundente expresión divina, al decirnos en su Epístola Universal, 1 P. 2:16: -“Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios”. (Además le invito a usted, amado lector, a profundizar mejor su conocimiento bíblico, leyendo 2 P. 2:15-22).

F.  PABLO NI LOS LÍDERES JAMÁS ACCEDIERON SOMETERSE A LOS FARISEOS Y LEGALISTAS, v.5. “Ni por un momento accedimos   someternos a ellos, pues queríamos que se preservara entre ustedes (nosotros) la integridad del Evangelio”. El punto neurálgico de este versículo estriba en que, si los apóstoles, ancianos, miembros de la iglesia y Pablo hubieran permitido que Tito fuese circuncidado, habrían permitido con este hecho, ceder y caer en las garras opresivas de los judaizantes. Por esta razón, Pablo, de manera tajante y enfática rehusó insertar en el Evangelio de Cristo Jesús, el evangelio de la ley mosaica; por eso, nos dice el mismo autor: -ni por un momento accedimos someternos a ellos; es decir, ni por un minuto, ni por brevísimo tiempo, ni por un segundo del latido de su corazón accedieron los cristianos en Jerusalén someterse a los herejes, legalistas y judaizantes. De modo que  Tito, a pesar de los argumentos y demandas falsos, fue forzado a circuncidarse. La razón fundamental por la que no cedió siquiera dar un paso a los judaizantes, fue por que Pablo defendía con ardor y sinceridad de corazón, la Verdad del Evangelio que él había predicado a sus convertidos gentiles.

1. Pablo jamás quería Fracasar. Ahora, bien, si Pablo fracasaba en esta ocasión, este incomparable mensaje de la Libertad Cristiana, jamás hubiese podido continuar ni tampoco lo estuviéramos comentando, como lo está leyendo usted, distinguido lector, en este preciso instante de su tiempo. Hubiera sido el fracaso más grande e irreversible del Evangelio de Cristo Jesús, por la carencia de su eficacia y veracidad. Sin embargo, Pablo triunfó con la eficacia y contundencia de la verdad espiritual. Pues queríamos - dice él – que se preservara entre ustedes (nosotros los gentiles) la integridad del Evangelio. Pablo quería que los gálatas preservaran la integridad del Evangelio, porque ellos fueron convertidos por la verdad que se predicaba en Cristo Jesús. Pero los judaizantes legalistas no querían que la auténtica verdad permaneciese en ellos; más bien, querían someter a los gálatas bajo la ley de Moisés, que viene a ser una sombra de las cosas que están por venir, nos dice Pablo en Col. 2:17. Di igual manera, los sacerdotes fariseos eran copia y sombra del que está en el cielo, nos da a conocer He. 8:5.
            En resumidas cuentas, todo lo predicado por Pablo hubiese fracasado, si él se hubiera sometido a los judaizantes. Entonces, la Verdad del Evangelio hubiera quedado invalidada, como una pequeña reseña histórica que contar; y la Iglesia de Cristo, no hubiese sido considerada como el Reino Universal del Mesías, sino una secta o denominación instituida por los judaizantes.
     
2.  El Celo de Pablo por la Integridad del Evangelio. Ahora, cuando el apóstol Pablo habla de la integridad del evangelio para que se preservara (Gr. Diamenó) entre los gálatas, se está refiriendo a su condición, estado y naturaleza permanentes. Razón por la cual, Pablo durante su ministerio evangelístico adoptó la siguiente postura:- “…Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles”, 1 Co. 9:22. Esto quiere decir que Pablo fue intransigente y contumaz para acomodarse adecuadamente a los cristianos bebés o débiles en la fe, pero jamás de los jamases,  cedió un milímetro de la Verdad de Dios para acomodar su mensaje solapadamente dentro del gusto o prurito de cristianos falsos y deshonestos.

 3. Los Gentiles son Justificados por el Evangelio. Amado lector, nunca olvidemos que los gentiles son justificados por el Evangelio solamente; más NO, por la circuncisión ni tampoco por guardar y practicar la Ley de Moisés. Por lo tanto, pueden disfrutar de todos los derechos, privilegios, honores y encumbramientos celestiales, que Dios por su gracia ofrece a todos sus hijos, sin excepción. Sin embargo, hoy en día, muchos movimientos religiosos son fieles imitadores de los judaizantes del tiempo de Pablo, por que han mistificado sus congregaciones, enseñando, engañando y mezclando la Ley de Moisés con la Ley de Cristo Jesús; como por ejemplo, guardan los días sábados, exigen el diezmo, tocan instrumentos musicales en el culto a Dios, mantienen a un sacerdote especial como persona venerable (Papa, Obispos, etc.); queman incienso, mantienen una membresía de infantes en su organización; consideran que Cristo es la primera creación de Dios; bailan en sus alabanzas y devocionales;   piden dinero por cualquier motivo; etc.

                  Todo esto significa que no saben conservar, practicar, ni aplicar o vivir en la integridad del Evangelio de Cristo Jesús. Tales actitudes de los judaizantes de hoy, nos demuestran que con ellas invalidan la esencia del Evangelio; además, con pensamientos, palabras y acciones propios de hombres. (Para mayor información, lea usted, Col. 2:4-8). Porque la observancia de la ley fue abolida personalmente por Cristo Jesús, según lo comprobamos en: Col. 2:14-17; Ef. 2:15,16; 6:12; He. 2:14; Ro. 14:3. Más aún, en el Antiguo Testamento, Dios abolió todo jolgorio, fiestas y días de reposo, porque nos dice Os. 2:11: -“Pondré fin a todo su jolgorio: sus peregrinaciones, sus lunas nuevas, sus días de reposo, y sus fiestas solemnes”.
Me pregunto, ahora, ¿por qué actúan así los líderes en las denominaciones? Por dos cosas fundamentales bien claras y definidas: Una, por falta de conocimiento, según nos da a conocer  Os. 4 6,7; y la otra, por el amor al dinero conforme nos lo dice 1 Ti. 6:10.
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LECCIÓN  CINCO:
PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO, IV


INTRODUCCIÓN
En esta lección, veremos que nada nuevo le impusieron a Pablo, las personas importantes de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, en cuanto a conocimiento y entendimiento del Evangelio; más bien se sorprendieron de su invalorable conversión. Más aún, en lugar de oponérseles y corregirles doctrinalmente, reconocieron la autenticidad, genuinidad y procedencia divinas de su evangelio, y su gran comisión de predicar el Evangelio de la Libertad a los gentiles, que se diferenciaba kilométricamente de la ley mosaica. También veremos que el mismo Dios facultó a Pedro como apóstol de los judíos y a Pablo, apóstol de los gentiles, en quienes se dieron señales, prodigios y milagros ayudados por el Señor. De tal manera, los apóstoles originales les estrecharon la mano a Pablo y Bernabé en señal de compañerismo. Así es cómo todos los hijos de Dios, los herejes, legalistas y judaizantes comprendieron que había una sola doctrina, propia de un solo Evangelio, el de Cristo Jesús. De igual manera, veremos la censura hecha por Pablo al primero de los apóstoles, quien también hizo caer a un hombre piadoso como Bernabé, que la posteridad sabrá reconocer la conducta desviada de Pedro, porque dicha hipocresía dio buenos resultados, para hoy compartir nuestros alimentos, tanto con judíos como con gentiles después que se practicó esta notable e histórica comunión.

I.  PABLO SOSTIENE SU MISIÓN ENCOMENDADA POR DIOS, (Gá. 2:6-8).
     -“En cuanto a los que eran reconocidos como personas importantes – aunque no me interesa lo que fueran, porque Dios no juzga por las apariencia – no me impusieron nada nuevo. Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado predicar el evangelio a los gentiles, de la misma manera que se le había encomendado a Pedro predicarlo a los judíos. El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos, me facultó también a mí como apóstol de los gentiles”.
A. No le impusieron Nada Nuevo a Pablo, las Personas Importantes de la Iglesia, 2:6. Después de haber explicado su conflicto con los  judaizantes y legalistas, Pablo, en este versículo, se refiere a los apóstoles baluartes de la iglesia de Cristo en Jerusalén, los que eran reconocidos como personas importantes, para tocar el tema concerniente a la independencia de su apostolado, manifestando que el evangelio que él predicaba no le fue impuesto por otros apóstoles, conforme lo dice: no me impusieron nada nuevo. Pues, según mencionan sus biógrafos, Pablo desde el momento de su conversión no era orgulloso, presuntuoso ni jactancioso. Al expresarse de esta manera, sólo anunció una verdad, porque llegó a comprender que todo lo que él era y poseía, era tan sólo por la gracia de Dios y nada más, lo dice en Gá. 2:9. Además, fue humilde porque llegó a reconocer que él era el primero entre todos los pecadores, según nos da a conocer en 1 Ti. 1:15, y el más pequeño de los apóstoles, que no se consideró digno de ser llamado apóstol, porque persiguió con crueldad a la Iglesia de Cristo, lo declara con valentía en (1 Co. 15:9).
Asimismo, podemos valorar que Pablo, bajo la gracia de Dios se consideraba igual a los demás cristianos, y en su llamado fue igual y conforme a los demás ungidos; razón por la cual, con la investidura concedida por Cristo Jesús, nos manifiesta con sinceridad en 2 Co. 11:5, diciéndonos: -“…En nada soy inferior a esos súper apóstoles”.
B. Pablo no fue a Jerusalén para Ser Corregido doctrinalmente. Los doce apóstoles; es decir, los que eran reconocidos como personas importantes en nada le impusieron nada nuevo en lo referente al conocimiento y entendimiento del Evangelio, ni tampoco a su autoridad para predicarlo, porque él predicó la Palabra de Dios por espacio de 17 años, sin la participación de ninguno de los doce, en lo más mínimo. Por eso, cuando él se dirigió a Jerusalén, fue con el único propósito de ser reconocido como tal y aclarar las acusaciones falsas en su contra, realizada por los judaizantes; mas no, para ser aprobado ni corregido doctrinalmente. En cambio, como resultado de su visita, los líderes de la Iglesia de Cristo en Jerusalén reconocieron su autenticidad y procedencia divina. Más aún, en lugar de oponérsele, reconocieron que había recibido una comisión divina para predicar el Evangelio entre los gentiles.
C.  Pablo reconoció y tomó en Consideración a los Líderes de la Iglesia de Cristo. Lo sobresaliente, en este caso es, que los reconocidos como personas importantes, fueron respetados y tomados en consideración por Pablo. De lo contrario, no habría procurado una audiencia y reunión privadas con ellos; tampoco habría buscado conseguir su confirmación y reconocimiento públicos, para que el pueblo supiese que Pablo no corría en vano su carrera apostólica, encomendada personalmente por Cristo. Asimismo, la audiencia de Pablo sostenida con el baluarte apostólico en Jerusalén, le sirvió de mucho éxito, porque se defendió tenazmente y pudo dejar en claro que él no era un apóstol inferior a ellos ni tampoco designado por sí mismo – aunque no perteneció al grupo de los originales -, él también fue ungido como apóstol por una revelación recibida de Cristo Jesús, camino a Damasco. En tal virtud, Pablo, no necesitaba la aprobación de los judaizantes, sino que vieran en él su fe, confianza y seguridad en Dios. Por consiguiente, Pablo, tenía como evidencia cristiana que los doce discípulos originales eran líderes en la Iglesia de Cristo en Jerusalén, tenidos en alta consideración y estima por los hermanos cristianos; y la misma iglesia considerada como modelo de las demás iglesias existentes en aquel tiempo.
D. No es Ironía ni Sarcasmo de Pablo. Ahora, cuando el apóstol Pablo, dice: -“…aunque no me interesa lo que fueran”, nos da la impresión que él hablara con desprecio y aun con ironía; pero no es así. Él habla de esta manera, porque los legalistas y judaizantes minimizaban su condición de apóstol; o sea, Pablo fue despreciado por estos hombres de mala reputación, porque NO perteneció al grupo de los apóstoles originales. Sin embargo, el mismo autor aclara esta situación, diciendo: -“...porque Dios no juzga a las personas por las apariencias”, lo que significa: Dios no recibe ni se fija en la apariencia o rostro del hombre; es decir que para Dios no existe ni tampoco es importante lo exterior y aparente, ni la posición, ni el privilegio humanos.

II. RECONOCEN A PABLO COMO EL EVANGELISTA DE LOS GENTILES, (v.7).
-“Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado predicar el evangelio a los gentiles, de la misma manera que se le había encomendado a Pedro predicarlo a los judíos”. Con la actitud y el conocimiento profundo del Evangelio de Cristo, que Pablo pudo demostrar a los integrantes del baluarte apostólico en Jerusalén, llegaron a la sana conclusión, que las obras de este apóstol eran bendecidas por Dios, porque el Espíritu Santo le había encomendado predicar el auténtico y verdadero Evangelio de la Libertad. Expresión divina con la que Pablo sepultó las acusaciones infundadas y malsanas de los legalistas judaizantes. Como el mismo médico amado nos informa en Hch. 15:22-24, el Concilio de Jerusalén no solamente analizó, valoró y reivindicó el mensaje de Pablo, predicado por él acerca de la Gracia Divina, que se diferenciaba kilométricamente de la ley mosaica, si no que además de ser confirmado, le reconocieron como tal, y le comisionaron la gran responsabilidad de informar a través de una misiva apostólica acerca del acuerdo y decisión tomados en Jerusalén, para difundirlos en las Iglesias de Antioquia de Siria, de Antioquia de Pisidia y de Cilicia, lugares cristianos donde el mensaje de Pablo fue objeto de la más cruel y severa crítica de parte de los legalistas, judaizantes de aquel entonces.
      Por otro lado, queremos dejar en claro acerca de la evidencia de una acción positiva y culminante que, como dice el apóstol Pablo: -“Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado a predicar el evangelio a los gentiles”. Este ministerio encomendado por Dios a Pablo, lo estaba cumpliendo a cabalidad. Además, fue confirmado y reconocido por testigos oculares, que fueron los más notables de los doce, plenamente convencidos de la comisión y autoridad apostólica que  Dios le había encomendado a este apóstol: -…predicar el evangelio a los gentiles, de la misma manera que se le había  encomendado a Pedro predicarlo a los gentiles, quienes también fueron reconocidos como colegas en el ministerio; asimismo, encomendados y designados por la misma autoridad divina, aunque los legalistas judaizantes, mordían la piedra de la amargura, porque en honor a la verdad, la traducción más precisa y exacta se refiere a la proclamación de un mismo Evangelio, que fue y es predicado tanto a los circuncisos como a los incircuncisos de manera igual y justa.

III. PEDRO Y PABLO FUERON FACULTADOS POR DIOS PARA EVANGELIZAR, (v.8).
-“El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos, me facultó también a mí como apóstol de los gentiles”. En este versículo, el autor sagrado tiene el reconocimiento como líder apostólico de los gentiles, por el designio personal del mismo Dios, que le facultó a Pedro ser el apóstol de los judíos. Es decir, en la vida espiritual de los dos apóstoles, estuvo presente la misma autoridad divina y el mismo Espíritu Santo que facultó, que les infundió voluntad y energía para tamaña obra evangelizadora en los judíos: a Pedro, y en los gentiles: a Pablo.
      Con esto queda demostrado que el Espíritu de Dios tiene un solo Evangelio, que es el mismo, tanto para los judíos como para los gentiles de eternidad a eternidad. Mas, cuando Pablo y sus acompañantes llegaron a Jerusalén, después de muchos años, los creyentes nos recibieron calurosamente. Al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo, y todos los ancianos estaban presentes. Después de saludarlos, Pablo les relató detalladamente lo que Dios había hecho entre los gentiles por medio de su ministerio. Al oírlo, alabaron a Dios. Luego le dijeron a Pablo: Ya ves, hermano, cuántos miles de judíos han creído, y todos ellos siguen aferrados a la ley. Ahora bien, han oído decir que tú enseñas que se aparten de Moisés todos los judíos que viven entre los gentiles. Les recomiendas que no circunciden a sus hijos ni vivan según nuestras costumbres, nos dice Pedro en Hch. 21:17-26, que sería bueno leerlo todo, amado lector, para una mejor comprensión.
      En conclusión, ambos apóstoles, tanto Pablo como Pedro hicieron las señales de apóstoles, según nos da a conocer 2 Co. 12:12, diciéndonos: -“Las marcas distintivas de un apóstol, tales como señales, prodigios y milagros, se dieron entre ustedes”. Amplía mejor esta cita bíblica, cuando Juan Marcos nos dice en su Evangelio, Mr. 16:20: -“Los discípulos salieron y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba en la obra y confirmaba su palabra con las señales que la acompañaban”. Todo esto significa, que Dios mismo colaboraba y les acompañaba a ellos en nombre de su Amado Hijo, mediante el maravilloso obrar del Espíritu Santo, tanto a través de milagros que se producían en las persona de los cristianos, como en el decisivo cambio de mente de cuantos oían. Estas señales y prodigios que acompañaron a los apóstoles en la predicación del Evangelio, fueron: Regeneración de los pecadores que se arrepentían; invalidación completa de la idolatría, conversión de los más crueles y malvados; y el consuelo de todos los santos en su trajinar diario. Para mayor información, lea usted apreciado lector, Hch. 4:3 y He. 2:3,4.
Elogio de Pedro a Pablo. Así fue cómo, una vez concluido el Concilio de Jerusalén, nunca más volvieron a interpelar ni cuestionar los judaizantes y legalistas, el mensaje ni el apostolado de Pablo. Ésta es la razón por la que, su colega de lucha: Pedro, elogiara con brillante estilo a Pablo, destacando la sabiduría que Dios le dio a nuestro querido hermano Pablo, 1 P. 3:15,16.

IV. RECONOCIMIENTO PLENO DEL APOSTOLADO DE PABLO, (vv.9-10).
-“En efecto, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos. Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero”.
A. La Gracia de Dios convenció rotundamente a los Apóstoles Originales, v.9: Los apóstoles presentes en la Jerusalén de aquel tiempo, como Jacobo, Pedro y Juan que eran considerados como columnas de la Iglesia, pudieron reconocer en Pablo, la gracia que de Dios había recibido, a pesar de tener una prominente posición en aquella iglesia, les dieron la mano a Bernabé y Pablo en señal de compañerismo, ensalzando su misión divina para evangelizar a los gentiles; y ellos, entre los judíos. Lo que quiere decir es que hubo plena comunión y confianza entre ambos grupos apostólicos.
B. Todos entendieron que sólo había una sola Doctrina. En consecuencia, los herejes, legalistas y judaizantes, como también nuestros hermanos de aquel tiempo, no tenían por qué hablar de dos doctrinas diferentes, sino más bien de un solo Evangelio para ambos; es decir, tanto para los judíos como para los gentiles; lo que quiere decir, trabajar en dos ámbitos diferentes, pero con la doctrina de un solo Evangelio, la de Cristo Jesús, para que hubiera un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados (los judíos y gentiles) a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos, nos da a conocer Pablo en Ef. 4:4-6, como el único asentimiento y homogenización de criterio doctrinal cristiano por los siglo de los siglos.
            Por otro lado, hay que dejar bien en claro, que Jacobo no era apóstol, porque aquí sólo era considerado como un líder administrativo de la Iglesia (anciano), por estar acompañando al grupo de los doce apóstoles originales que estaban en Jerusalén y ser considerado parte de la columna apostólica.
Ahora, cuando el mismo autor sagrado nos dice: -“Al reconocer la gracia que yo había recibido”, significa que los tres, que eran considerados como columnas: Jacobo, Pedro y Juan, reconocieron que nuestro Señor Jesucristo, a Pablo le constituyó Apóstol para predicar con la misma autoridad con que lo hacían los tres mencionados: el Evangelio de la Libertad. Sólo la diferencia estaba en la predicación a los destinatarios, mas no en lo racial, sino en lo geográfico, para que ellos predicaran a los judíos, mientras que Pablo lo hacía a los gentiles.
C. Ellos respetaron la Designación Divina. Amado lector, esta designación divina, no debe ser interpretada como una división literal y estricta del criterio doctrinal único, porque el apóstol Pablo predicó primero a los judíos, visitando las sinagogas de ciudad en ciudad donde él llegaba y descansaba; por ejemplo, esto lo apreciamos en Hch. 9:19,20, cuando Pablo recién convertido predicaba la Palabra de Dios en las sinagogas: -“Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, y en seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús (Cristo) es el Hijo de Dios”. (Para mayor conocimiento, lea usted, lo que dicen: Hch. 13:42,43; 17:17; 18:4; 19:8, que serán las mejores evidencias paulinas para su formación bíblica).
Por su parte, el apóstol Pedro, fue uno de los primeros que predicó a los gentiles (Hch. 10:34-48; y en Hch. 2:1-24,32-40), en la casa de Cornelio, el primer gentil convertido por este apóstol, predicándoles: La Salvación por Fe, que debe ser comparado con Hch. 2:1-12, donde el apóstol Pedro hace uso de las llaves del Cielo, según lo apreciamos en Mt. 16:18,19, encomendados por Cristo Jesús, donde predicó a una gran variedad de personas, para luego continuar con su sermón: Jesús es Señor y Mesías, demostrado en Hch. 2:14-41, que concluyó con el bautismo de tres mil personas paganas, para luego distinguirse como personas cristianas.
Concluyendo este asunto, debe quedar zanjado que Pablo predicó a los gentiles, porque él estuvo predicando por mucho tiempo fuera de Palestina. Ahora, si se quiere hablar de la división racial o geográfica, es menester aclarar que había gentiles en Palestina y judíos en el mundo grecorromano-asiático.

V. DESPUÉS DE LA APROBACIÓN A PABLO, LOS LÍDERES INSISTIERON EN UNA SOLA PETICIÓN PARA LOS POBRES, (v.10).
-“Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero”. En este versículo, el Dr. Pablo nos dice enfáticamente, que a él y a Bernabé, fue la única petición que le hicieron en Jerusalén; pues, sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres. Los pobres a los cuales se refiere Pablo en esta epístola – insistido por los líderes: Jacobo, Pedro y Juan – son aquellos hermanos de la Iglesia de Cristo que residían en Jerusalén. De tal manera, la petición fue práctica por consistir en una acotación material para aliviar las necesidades más apremiantes de los cristianos en Judea; sobre todo, en los de Jerusalén. Pues los cristianos eran los que más sufrían, motivado por el odio religioso y la indiferencia social, que aún en tiempos muy favorables, estos enemigos de los cristianos actuaban de mala fe, para dificultarles el sustento y la manutención diarios.
      Cualquiera que haya sido la causa, la condición en que se encontraban los hermanos de aquel tiempo, era deplorable, paupérrima y lamentable, dicen los estudiosos bíblicos. Por eso, Pablo, se mostró dispuesto (Gr. spoudazo); es decir listo y resuelto a cumplir con dicha petición.
A. Pablo actuó con Esmero y Diligencia. Antes de la gran hambre que azotaba la región de Judea, el profeta Ágabo, por medio del Espíritu Santo anunció habría una gran hambre en todo el mundo (durante el reinado de Claudio). Frente a esta situación, los discípulos, según sus medios económicos ayudarían a los hermanos residentes en Judea. Esta donación u ofrenda fue enviada a los ancianos de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, por medio de Bernabé y Saulo de Tarso, (Hch. 11:27-30).
      Por esto, Pablo nos dice: -“y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero”, porque la Iglesia en Jerusalén tenía miles de miembros que se habían convertido, mientras Pablo y Bernabé visitaban dicha ciudad; razón por la cual, decidieron quedarse por tiempo indefinido en Jerusalén, donde pudieron descubrir que por el hecho de ser cristianos, muchos tenían dificultades para conseguir empleos.
      Ésta fue la razón por la que en los albores de la Iglesia primitiva, los que tenían dinero y otras posesiones, procedían con generosidad, nos expresa Lucas en Hch. 2:44-45: -“Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: Vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí. Según las necesidades de cada uno”.
      A pesar de este gran socialismo cristiano – como lo llamo yo los recursos materiales se agotaban con rapidez, como consecuencia del crecimiento numérico de los convertidos al cristianismo. Éste fue el motivo por el que la Iglesia de Cristo en Jerusalén, atravesó por grandes aprietos y limitaciones económicas; aunque esta forma de cristiandad tuvo y tiene características admirables, como hasta hoy en día, estuvo más enfocado en la benevolencia y caridad que de prudencia y racionalización, que dio como resultado la gran pobreza de la iglesia por el gran sentimiento de compasión.
      Entonces, es fácil de intuir, por qué Pablo deseó con los doce apóstoles conseguir ayuda de las iglesias de Cristo gentiles más solventes económicamente. Lo hizo, para demostrar a los cristianos judíos, la gran generosidad de los gentiles convertidos al cristianismo, a fin de establecer un hermoso vínculo de unidad espiritual entre estos dos grupos de cristianos, con el único propósito de sepultarlos y lapidarlos a los legalistas judaizantes de la Iglesia de Cristo en Galacia, que querían destruir la paz de dicha iglesia.
B. Cuidar de los Pobres es una Responsabilidad Espiritual. Esta misión está sellada en la práctica de todo buen cristiano, como el fruto más sabroso del Espíritu Santo. No llevar a cabo esta responsabilidad, es desobedecer las Palabra de Dios, 1 Jn. 3:17: -“Si alguien que posee bienes materiales ve a su hermano que está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?” De la misma manera, Stg. 2:15-17 dice que es falso el cristiano que dice a sus hermanos que necesitan vestidos y alimentación: -“Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con que vestirse y carecen de alimento diario, y uno de ustedes les dice: Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué sirve eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta”. (Para mejor conocimiento bíblico, lea usted: Éx. 23:10-11; 30:15; Lv. 19:10; Dt. 5:7-11; Jer. 22:16; Am. 2:6,7; Lc. 6:36,38; y 2 Co. 8-9.
C. La Gran Experiencia de Pablo. Como resultante de esta hermosa experiencia, Pablo, atendiendo a la amorosa súplica de Jacobo, Pedro y Juan, dio una sabia y prudente sentencia en 2 Ts. 3:10, que dice: -“El que no quiera trabajar, que tampoco coma”. Esta grave sentencia, se aplicaba a los holgazanes, ociosos, vagos y perezosos; mas no a los necesitados, indefensos y hambrientos forzados por una sequía. Ésta era la razón por que, el apóstol Pablo alentó siempre a los cristianos prósperos económicamente a servir sin condición alguna a los hermanos en Cristo que pasaban necesidad; sin embargo, fue muy sentimental y efusivo en su expresión elogiosa para con los hermanos generosos. Esto lo podemos apreciar en las siguientes citas bíblicas: Ro. 15:25-27; 1 Co. 16:1-4; 2 Co. 8:1-7; 9:1-5, 12 -15.
      Concluyendo, jamás olvidemos amigo lector, los cristianos de los primeros siglos sufrieron mucho por causa del Evangelio, según lo podemos comprobar en Mt. 10:17-28; 17:34-37; 1 Co. 7: 12-15. Asimismo, por la causa de Cristo Jesús, muchos hermanos nuestros perdieron su condición y pertenencias: sus hogares, su trabajo, sus herencias; y de manera estoica e inquebrantable participaban de los sufrimientos de nuestro Amado Redentor, nos dice 1 P. 4:13, expresándonos: -“Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo”.

VI. SAN PABLO DENUNCIA LA ACTITUD JUDAIZANTE DE PEDRO, BERNABÉ Y OTROS, (vv.11-21).
      Cuando analizamos estos versículos, Pablo defiende y expone su Evangelio dando un paso reverente en la defensa de su argumentación. De tal manera, en los versículos 11-24, él desea con vehemencia demostrar su condición de Apóstol, independientemente de los otros apóstoles. Asimismo, Pablo nos ha demostrado cómo en el Concilio de Jerusalén, los apóstoles originales le reconocieron como tal: Jacobo, Pedro y Juan, de acuerdo a lo que nos dicen los versículos 1-10. Sin embargo, hoy, el mismo autor, recuerda la ocasión en la cual tuvo la necesidad de censurar a Pedro, considerado como el primer apóstol de Jesucristo, especificado en los versículos 11-21.
A. Censura Hecha por Pablo al Primero de los Apóstoles, vv.11-13. “Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable.  Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquellos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión. Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé  se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita”. Antes de comentar estos tres versículos, recordemos siempre que Pablo y Bernabé tuvieron su Cuartel General en Antioquía de Siria, de donde salieron con la ayuda del Espíritu Santo para evangelizar a los gentiles. Esto lo podemos comprobar leyendo Hch. 13:1-3, donde Pablo, Bernabé, Simeón, Lucio de Cirene, Manaén y otros fueron maestros de la Biblia. Razón por la cual, muchos investigadores creen que allí en Siria funcionó la primera Escuela Paulina, como también la segunda en Éfeso por espacio de tres años, con la participación de Lucas, Timoteo, Tíquico y Onésimo, como lo podemos apreciar en Hch. 19:8-10 y 20:31, habiéndose hecho realidad en la Escuela de Tirano. De la misma manera, no olvidemos que Antioquía de Siria fue la ciudad clave para llevarse a cabo la expansión del cristianismo; porque, así fue más fácil de ganar otras ciudades también.
B. El Enfrentamiento del Problema, v.11. Ahora que Pablo dice: -“Cuando Pedro fue a Antioquía (de Siria), le eché en cara su comportamiento condenable”, no quiere decir que él va a demostrarle su autoridad con enfado ni orgullos personales. Lo que Pablo quería, era dejar bien asentada la verdad de su enseñanza, porque consideró que estaba en juego el Evangelio de Cristo. El grave error que Pedro había cometido, era el mismo que los legalistas, judaizantes y falsos maestros propagaban en todas las iglesias de Galacia. Éste fue el motivo para que Pablo le echara en cara (Gr. anistemi: resistir o prohibir) su comportamiento condenable, cuando Pedro llegó a Antioquia de Siria un año después del Concilio de Jerusalén, donde quedó bien asentada la determinación de una vez y para siempre, que la observancia y la aplicación de la ley mosaica, no era condición para la salvación del cristiano; aunque los judaizantes consideraban que la ley mosaica colocaba a los cristianos en lugares más altos que aquellos que negaban la ley ceremonial. Pues, lo que querían era instituir una aristocracia legalista y judaizante entre los cristianos.
C. Una Actitud Necesaria y Plausible de Pablo. Motivado por este hecho, algunos analistas y comentaristas bíblicos de alta reputación, consideran que gracias a la decisión de Pedro, nació la decisión de Pablo, para corregir oportunamente lo que estaba mal en la conducta de Pedro. La reprensión de ayer como la de hoy, cuando no andamos conforme a la sana doctrina, es muy necesaria y plausible. Por tanto,  este enfrentamiento o confrontación pública sobre la desviación conductual de Pedro era justificable, porque tanto en la mente de Pablo como en la de nosotros resultó, resulta y resultaría condenable, porque está demostrada que la culpa es una plaga universal de la raza humana, pecadora por excelencia.
      En consecuencia, la conducta desviada de Pedro fue condenable a la vista y paciencia de los cristianos antioquianos de Siria, porque ellos también habían sido bien cimentados y enseñados en el Evangelio de la Gracia. Esto lo hizo Pablo, antes de que este hecho de Pedro fuera a favor de los legalistas y judaizantes de ese entonces, para que estos enemigos de Pablo causaran serios problemas  en la Iglesia de Cristo de Antioquía de Siria. Pues, Dios usó a Pablo, oportunamente, para cortar de raíz esta grave enfermedad que podía infestar a todos los cristianos y alegrar a los judaizantes. Es decir, aquello que pudo ser una tremenda tragedia  doctrinal para el cristianismo, Pablo lo enfrentó oportunamente para la honra y la gloria de Dios, y para el robustecimiento de la Iglesia de Cristo.
D. La Causa del Enfrentamiento, v.12: -“Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Como la misma lectura nos da a entender, Pedro ya había estado en Antioquia de Siria cierto tiempo antes que llegaran algunos de Jacobo, el apóstol Pedro departía y solía comer con los gentiles. Pues, según Hch. 11:3, esta actitud fue criticada acremente por los defensores de la circuncisión, cuando Pedro subió a Jerusalén, de regreso a Antioquía de Siria. Le dijeron: -“Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos”. En este caso, el apóstol Pedro, reconoció lo que había hecho: lo sostuvo y logró persuadirlos y convencerlos a los hermanos judíos de ese entonces, según nos da a conocer Hch. 11:4-18, que al oír esto (los de la circuncisión), se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: ¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!  Es decir, los judíos quedaron satisfechos con la excelente preocupación que les hizo Pedro.
      Ahora, cuando usted amado lector se detiene a leer con especial atención Hch. 15:23,24, se dará cuenta que aquellos llamados algunos de Jacobo no fueron enviados por él, ya que en los mismos versículos de Hch. 15:23,24 no figura por ningún motivo el nombre de Jacobo, medio hermano de nuestro Señor Jesucristo, sino como reza en ellos, diciéndonos: -“Los apóstoles y ancianos, a nuestros hermanos gentiles en Antioquía, Siria y Cilicia: saludos. Además, él no fue apóstol; sin embargo, muchos lo consideran Anciano, sin desconocer que fue un líder de muy alta reputación y estima en la administración de la Iglesia de Cristo en Jerusalén. Razón por la cual, el apóstol Pablo nos dice: -“antes que llegaran algunos de Jacobo”, porque el mismo Jacobo había sintetizado la decisión tomada en contra de los legalistas judaizantes, conforme lo podemos apreciar en Hch. 15:19, que a la letra dice: -“Por tanto, yo considero que debemos dejarle poner trabas a los gentiles que se convierten a Dios”.
      Finalmente,  los hombres a los que Pablo tilda como  algunos de Jacobo, eran pues los Celotes; es decir, los partidarios de la circuncisión, que no solamente degeneraban el Evangelio de Cristo Jesús, sino que se hacían acreditar con credenciales falsas de seudos apóstoles y ancianos de Jerusalén. Asimismo es menester hacer referencia acerca de la gran dificultad de Jacobo para abandonar las observancias de la ley mosaica, especificada con evidente claridad en Hch. 21:18-26, cuya parte medular nos dice: -“…ya ves hermano (Pablo), cuántos miles de judíos han creído, y todos siguen aferrados a la ley…”. Pero jamás envió una delegación conformada por herejes, legalistas y judaizantes a Antioquia de Siria, para menoscabar el Evangelio de Dios, y con ellos crear serios problemas en la Iglesia de Cristo de ese lugar. Jacobo siempre obró con prudencia y sabiduría en bien de la armonía y la unidad cristianas.
E. La Posteridad reconocerá la Aparente Conducta Desviada de Pedro, v.12. A pesar de la confrontación de Pablo hacia Pedro, la posteridad jamás deberá olvidar que el apóstol Pedro fue el primero que aprendió – como prominente hombre entre los apóstoles -  que desde el momento que solía comer con los gentiles, los judíos podían y debían comer con ellos, demostrando Pedro con esto también, ser el primero que practicó esta notable e histórica comunión, como el mismo Pablo lo dijera desde Corinto, en Ro. 10:12: -“No hay diferencia entre judíos ni gentiles, pues el mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan”. Aún más, el mismo autor sagrado, profundiza esta hermosa confraternidad cristiana judío-gentil al darnos a conocer en Gá. 3:26,28, diciéndonos: -“Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús…Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús”. (Lea además, Ro. 1:16 y 2:9-11). Con esta comunión cristiana entre judíos y gentiles, se ha logrado la Paz, y una bienaventuranza divina surtirá efecto en la vida de ambos: -“Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”, Mt. 5:9.
      Finalmente, Pedro, por su experiencia revelada por Dios mismo -llegó a saber mejor que cualquier apóstol- que todos los alimentos son puros con la bendición de Cristo, como también todos los cristianos en el mundo entero son iguales. ¿Por qué?  Porque  él  mismo aprendió  en la casa de Cornelio  (gentil), que para Dios no hay favoritismo entre las personas, Hch. 10:34; Ro. 2:11; Ef. 6:9; etc.
F. ¿Por qué vino la Observación de Pablo?  Porque Pedro venía practicando esta comunión durante cierto tiempo; es decir, comiendo con personas que lo acompañaban; inclusive, había participado en muchos ágapes con cristianos y creyentes gentiles, congregándose también con ellos para celebrar la Cena del Señor. De tal manera, cuando llegaron algunos de Jacobo participaron con la iglesia de Antioquía de Siria de un ambiente agradable, donde se vislumbró una comunión muy especial de compañerismo entre cristianos judíos y gentiles, donde reinaba un estado perfecto de amor y libertad de cristianos comiendo en la misma mesa.
G. La Retractación de Pedro, v.12: -“Pero cuando aquellos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión”. Cuando llegaron estos celotes; es decir, los cristianos partidarios de la circuncisión y de la ley mosaica, el apóstol Pedro empezó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a ellos en cuanto a su vida y libertad.
      Esta forma de actuar de Pedro, se debió a cinco cosas fundamentales:
1. Por su falta de convicción;
2. Por la presión de los hermanos judíos que les impuso su carnalidad;
3. Por su temor de hacer un acto de  falsedad e impostura cometida en contra del Evangelio de Cristo Jesús;
4. Por su temor de quedar en ridículo; y
5. Por su temor de perder su popularidad y prestigio ganado hasta entonces, ante un grupo de celotes, judaizantes y legalistas, cuya doctrina era engañosa, hereje y perversa.
 H. La Personalidad de Pedro.  En cuando a su personalidad, el defecto de Pedro fue el de ser una persona vacilante y poco consecuente con su compromiso espiritual: Por un momento mostraba valor y convicción, para después caer; primero, defendía la fe con mucho valor y gallardía; después, cedía terreno y caía. Éste es el gran motivo para que Pedro cayera en Antioquía de Siria en la trampa de los judaizantes, legalistas y celotes perversos que presionaban al apóstol para no participar con los gentiles. Por eso, es de gran importancia dejar bien en claro: los cristianos que rehúsan de participar de la Mesa del Señor al lado de otros hermanos, por causa de otras creencias personales, de sus temores y prejuicios, caen en el mismo error en que Pedro cayó en Antioquía de Siria.
      En consecuencia, si procedemos de esta manera, dividimos la unidad espiritual de la Iglesia de Cristo, que es su cuerpo; y Él, su cabeza. ¿Por qué? Porque al tener miedo de nuestros amigos, compatriotas cristianos, en cualquier momento, nos pueden hacer traidores de nuestras propias convicciones cristianas.
I.  Los Apóstoles tuvieron el Poder del Espíritu Santo. Asimismo, jamás olvidemos, que los apóstoles fueron bautizados con el poder del Espíritu Santo, a fin de que sus enseñanzas fueran infalibles, transparentes y ejemplares. Por eso, los miembros de la Iglesia de Cristo de aquel tiempo, se mantenían firmes en las enseñanzas de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración”, (Hch. 2:42). Sin embargo, no eran infalibles en sus normas conductuales, porque en esta ocasión, el comportamiento de Pedro no armonizó con su actitud en la casa del gentil Cornelio, como lo vemos en Hch. 10:15-29.
J. Los Gentiles eran Maltratados. De la misma manera, tampoco nos olvidemos que Pedro, Bernabé y otros apóstoles trataron a los gentiles de inmundos y perros; términos comunes en aquel tiempo, dados a cualquier gentil. Por esta doblez del corazón de Pedro, por su hipocresía y por ser hombre de dos caras, Pablo peleó la buena batalla, para que la unidad de la fe y el comportamiento del judío como del gentil fueran UNO, como Cristo Jesús, el Padre Celestial, el Espíritu Santo y nosotros somos UNO; dándose cumplimiento con ello, lo que el Evangelio de Cristo expresa en Jn. 10:30; 17:11,21 y Gá. 3:28; aunque Pedro se había adelantado a esta unidad y comunión; pero siempre vacilaba.
VII.  EL MAL EJEMPLO TIENE UNA INFLUENCIA PODEROSA, (v.13).
“Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita”. En este versículo, lo que podemos apreciar es, el gran problema de insinceridad, porque personalmente Pablo pudo comprobar en la conducta de Pedro, Bernabé y otros hermanos, cuando participaban de ese compañerismo en las comidas, y cuando se apartaban del mismo compañerismo o camaradería que la ley de Moisés les exigía tanto moral como espiritualmente. Razón por la cual, a la vista de Pablo y de sus acompañantes, salían a relucir la falsedad en la verdadera extensión de la palabra; doblez que el mismo Pablo  determina como un grave error. Pues, este asunto jamás hubiese acontecido, si Pedro se hubiera negado a tal compañerismo; porque la hipocresía es lo verdaderamente opuesto a la sinceridad, franqueza y limpidez de corazón. De tal manera, frente a este semejante ejemplo de Pedro, los demás judíos convertidos de Antioquia de Siria, se unieron a Pedro y participaron de esta simulación hipócrita.
A. Un Hombre Piadoso también cayó. Ahora, todavía lo más sorprendente es, cuando el piadoso Bernabé, Hch. 4:36,37, un hombre de buena reputación espiritual y alta estima, Hch. 11:24, cayó en el fango de tamaña hipocresía, arrastrado y presionado por esta doblez humana, propia de la debilidad de carácter. Es decir, aquel hombre que había sido el compañero y el primer amigo de Pablo, conforme nos data el Libro de los Hechos, v.27, que nos dice: -“Entonces Bernabé lo tomó a su cargo y los llevó a los apóstoles”, quien había visto y comprobado el triunfo rotundo del Evangelio de Cristo Jesús entre los gentiles de aquel tiempo; el acompañante y misionero, según Hch. 13-15, que con Pablo había predicado y proclamado el Evangelio de la Gracia de Dios y la Libertad en contra de la Opresora Ley de Moisés, personalmente él mismo cayó prisionero de la tremenda hipocresía; mejor dicho, se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita.
Es posible que el distanciamiento entre Pablo y Bernabé, se debió a la hipocresía de Bernabé, según nos da a saber Hch. 15:37-40. En consecuencia, motivos justificados habían para  que Pablo actuara de esa manera, porque en los gentiles convertidos al cristianismo se estaba echando la semilla de la impureza y de la esclavitud espirituales. Asimismo, porque los judíos cristianos pensaban que la Ley podía darles cierta santidad que la fe en Cristo Jesús no les daba. Además, porque estaban vaciando sobre estos hermanos tiernos, débiles el tanque de impurezas, falsedades y esclavitud. De igual manera, lo estaban haciendo sobre quienes habían aceptado el Evangelio de Cristo.
Como vemos, todos estos antecedentes de acciones hipócritas que acontecieron en el tiempo de Pablo, Pedro, Bernabé y otros hermanos en Cristo, nos sirve de antecedente o incentivo, para no actuar jamás así; salvo, si la voluntad y el propósito de Dios lo requieran así.
B. Lo que nos deja un Ejemplo. Como hemos podido comprobar en esta irrefutable evidencia cristiana, el ejemplo de Pedro era muy poderoso, pero potencialmente peligroso; porque cuando él cayó, muchos cayeron con él aun el piadoso Bernabé (Hijo de Consolación), según vemos en Hch. 4:36; 11:24.
      En resumidas cuentas, la conducta de Pedro, Bernabé y otros hermanos en Cristo, estaban borrando la sana doctrina cristiana, al pisotearla en la vida práctica, que era difundida entre los gentiles residentes en Jerusalén. Por lo tanto, al procurar agradar a los hipócritas, también ellos se hicieron hipócritas, lastimando en lo más íntimo a los hermanos gentiles y a Jesucristo. ¿Por qué? Porque nuestros hermanos judíos no podían comer con nuestros hermanos gentiles, por el motivo de que éstos eran incircuncisos. Pues, la única solución era circuncidarlos; pero la circuncisión era una doctrina muy diferente a lo que los gentiles habían aprendido y aceptado de Pablo: No circuncidarse el prepucio, sino la circuncisión debe ser en el corazón, de acuerdo a lo que nos dice el mismo autor sagrado en Ro. 2:28-29: -“Lo exterior a nadie hace judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo. El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la señal del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito”. (Véase también Col. 2:11).  
      Por último, comprendamos que somos hechos de carne y hueso: con emociones, sentimientos y pensamientos fluctuantes, donde aun el cristiano de carácter férreo no está libre de cometer errores, ni tampoco los más espirituales en CAER por hipocresía, cuando hay quienes, motivados por una presión emotiva le hagan caer, a pesar de haber predicado la Gran Verdad con carácter firme. Pues, la doctrina correcta llevada a cabo por una conducta incorrecta, tiene como fin: una connotada hipocresía, un doblez de ánimo, una falsedad inconmovible y una traición inolvidable.
            Por las razones expuestas, este acontecimiento puede suceder en el cristiano más espiritual y encumbrado, porque si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer, nos da a conocer el mismo Pablo en 1 Co. 10:12, porque la Verdad se impondrá por los siglos de los siglos, antes que la paz, la armonía y la tranquilidad, conociendo que el compañerismo y la unidad se forjan y constituyen bajo el signo de la inconmensurable Verdad. Pues, buscamos la paz nacida de la Verdad y de la voluntad de Dios, nos da a conocer Ef. 4:3, diciéndonos: -“Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz”. Por eso, es muy necesario e importante reprender, delante de todos, a los hermanos más sobresalientes que persisten en pecar, según nos enseña 1 Ti. 5:20: -“A los que pecan, repréndelos en público para que sirva de escarmiento”.   
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CAPÍTULO DOS
LECCIÓN  SEIS: PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO, V


INTRODUCCIÓN.  En esta lección, dilecto amigo y hermano en Cristo, podremos apreciar la gran observancia de Pablo ante la culpabilidad de Pedro, porque hasta ese entonces estaba gozando de la mayor influencia, como cabeza de los once apóstoles restantes. Con este motivo, Pablo censuró públicamente a Pedro, porque  hizo pecar a Bernabé y a otros hermanos en Cristo Jesús. Pues los judíos disponían de la ley mosaica para justificarse, mientras que los gentiles estaban sin ninguna ley. Además, el Dr. Pablo enjuicia que nadie es justificado por las obras de la ley, porque no salva ni salvará a nadie, sino por nuestra fe puesta firmemente en Jesucristo, nuestro Señor. Por otro lado, la ley de Moisés nunca fue negativa, porque con aquella antigua ley los judíos fieles fueron salvos; pero vino el fracaso, debido a que muchos judíos abusaban y degeneraban  la ley. Además, la justicia de los legalistas era humana; sin embargo, a pesar que los cristianos somos pecadores, Cristo Jesús no está al servicio del pecado. El verdadero pecador es quien se aparta de Cristo Jesús para regresar a la ley; también quien desea suplantar a nuestro Señor Jesucristo y quien ofrece su justicia en vez de la justicia de nuestro Amado Redentor. Por eso, Pablo renunció y abandonó la ley mosaica para amar y servir a Dios, porque comprendió que la persona que muere en Cristo tiene una nueva vida, y recibe muchas bendiciones cuando se somete a su voluntad, para vivir por fe en el Hijo de Dios, quien nos amó primero y dio su vida por todos nosotros.

I. PEDRO, BERNABÉ Y OTROS HERMANOS NO ACTUBAN RECTAMENTE, V. 2:14. “Cuando vi que no actuaban rectamente, como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo”.
     
A. La Observancia de Pablo. No actuar rectamente en Gr. significa orthopodeo. Esta palabra tiene una profunda connotación para cualquier buen cristiano de hoy. Pues, Pablo los vio y comprobó que no actuaban rectamente como corresponde a la integridad del evangelio; es decir, Pedro estaba sembrando semillas de impurezas y falsedades degenerativas, provenientes de la senda espiritual torcida, entre los gentiles convertidos al cristianismo. Razón por la cual, nuestro hermano Pablo no tardó en caer en la cuenta de la grave situación, por la que estaban pasando los fieles a Cristo en Antioquia de Siria, al recibir la tremenda carga del legalismo judaizante de aquel tiempo.

B. La Culpabilidad de Pedro. Pedro era el principal culpable por llevar en su conciencia tremenda falsedad y estar gozando de la mayor influencia como cabeza de los once apóstoles restantes. Por consiguiente, Pablo interpeló y censuró públicamente a Pedro, como el reo del más falaz engaño en presencia-de toda la iglesia, diciéndole:- “Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?”. Éste fue un reproche duro, pero saludable de parte de Pablo a Pedro, al acusarle de la más flagrante contradicción y de la falsedad más falsa de todas las falsedades, haciéndose culpable público y condenándose él mismo en vida, por el solo hecho de ganarse la simpatía y consideración de los legalistas judíos de Jerusalén; además, poniendo en juego toda su influencia para obligar a los cristianos gentiles a observar la ley judía. De tal manera, con esta actitud pública adoptada por Pedro, estaba traicionando flagrantemente la libertad cristiana con una visible deslealtad al Evangelio de Cristo Jesús.

            Por esta razón, no nos debe sorprender que Pablo censurara en público al apóstol infiel, porque la conducta pública de Pedro no estaba acorde con lo que él creía, toda vez que el prominente apóstol, adoptó una posición propia de los falsos maestros hipócritas en Antioquía de Siria, que ocasionó ruptura o disidencia dentro de la Iglesia de Cristo, toda vez que esta iglesia se había convertido en el paradigma, modelo, ejemplo o tupus de compañerismo, armonía y fraternidad entre hermanos judíos y gentiles, para empañarlo todo de noche a la mañana.

C. Consideraciones para el Futuro. Como la ofensa de Pedro fue de carácter público, Pablo lo amonestó severamente delante de todos, habiendo desenmascarado de esta manera, la hipocresía ante la congregación entera. Pues, todo error público debe ser encarado de la misma manera, porque una iglesia que no disciplina a sus miembros, por muy elevados y ponderados que éstos fueren, pierde por completo la esencia de su confiabilidad; y que, transcurrido cierto tiempo, esta enfermedad engrosa sus raíces y se profundiza de tal manera que nadie podrá quitarla, como nos dice el mismo Dr. Pablo en 1 Ti. 5:20, enseñándonos:- “A los que pecan, repréndelos en público para que sirva de escarmiento”. Esto quiere decir que ningún líder cristiano, sin considerar su prominencia o estatura calificada, está o debe estar por encima de la disciplina del cuerpo al que pertenece.

II. TODOS ERAN PECADORES, V. 2: 15. Continúa el apóstol Pablo, diciéndonos:- “Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores paganos”. Con esta expresión, el autor no nos está diciendo que los judíos no eran pecadores, sólo los gentiles; sí, lo eran ambos, como él mismo lo demuestra en todo el capítulo 3 de su carta a los Romanos. Inicia su comunicación, expresándonos:-“¿Qué se gana con ser judío, o qué valor tiene la circuncisión, Ro. 3: 1. Además, continúa diciendo:-No hay ni un solo justo, ni siquiera uno, Ro. 3: 10, tanto judíos como gentiles. No hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios, Ro. 3:11. Todos se han descarriado (judíos y gentiles), a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!, Ro. 3: 12. Por este motivo, la jactancia de los judíos queda excluida, por estar fuera de la Verdad de Dios, desde aquel instante hasta hoy.

A. No somos Justificados por la Observancia a la Ley. Como hemos podido apreciar, amigo lector, no somos justificados (perdonados) por la observancia de la ley, sino por la de la fe en Cristo Jesús, porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige, nos dice el mismo autor en Ro. 3: 28. Porque Dios es el Dios de los judíos  como el de los gentiles; además, Él justifica por la fe tanto a los que están circuncidados, como a los que no lo están.

            Entonces, fijándonos bien en la expresión del Dr. Pablo, podemos apreciar que el autor emplea el vocablo pecadores en el sentido que los judíos y los del partido legalista-judaizante lo aplicaban. Pues, Pablo descubrió  que con la obras de la ley no podían ser justificados, habiéndose visto obligados a buscar su salvación en Cristo Jesús. Los judíos disponían de la Ley Mosaica para justificarse, mientras que los gentiles estaban sin ninguna ley; por esto, eran considerados pecadores por los legalistas judaizantes por su conducta pública moral. Razón por la cual, el mismo autor sagrado nos dice en 1Co. 9:21:-Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios, sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley”. Con estas expresiones, Pablo nos demuestra que él estaba con la ley del Mesías: en hebreo mashiakj: ungido, elegido; y en griego Mesías: Cristo.

B. La Declaración de Pedro. Por todo lo visto, jamás olvidemos que el mismo Pedro, en el Concilio de Jerusalén, había declarado la misma verdad a los judaizantes y legalistas, como lo podemos apreciar en Hch. 15:10-11. Asimismo, tampoco olvidemos que en toda la Santa Palabra de Dios se puede apreciar el vocablo justificación, que en Gr. es Dikkaió,  cuyo uso original se refiere a la forma cómo Dios declara libre de culpa con la fe puesta en Cristo Jesús. Más aún, es el actuar presente de Dios para declarar a un pecador: recto, justo y libre de pecado ante Él. Esto significa, que por la gracia divina le perdona, le restaura y le acepta cuando solamente se enfoca en la persona y la obra de su Amado Hijo, Cristo Jesús, el Redentor del Mundo.

III. LA FUNDAMENTACIÓN DE PABLO PARA SER DECLARADO INOCENTE Y NO CULPABLE, V. 2: 16. Por eso, continúa diciéndonos el apóstol Pablo:- “Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras de la ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificado por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por éstas nadie será justificado”. Es de vital importancia saber que un cristiano y nada más, por mucho que guarde y practique la Ley Mosaica, jamás podrá hacerse justo, porque la raíz de toda la pecaminosidad humana tiene su origen en el carácter caído y la vergüenza humillante de su corazón, mas no, en el de sus hechos externos. Además, el problema fundamental se establece en lo que realmente el hombre es interiormente, y no en lo que hace, debido a que sus actos pecaminosos no son más que las manifestaciones de lo que le dicta su corazón depravado, Mt. 15:19, dirigidos por sus pensamientos pecaminosos. Por ejemplo, una persona que odia interiormente a su hermano, es un verdadero asesino, conforme nos enseña 1Jn. 3:15; de tal manera que, en una persona de esta clase, no permanece la vida eterna. Esto también lo podemos ver en Mt. 5: 22, que a la letra dice:- “…todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal…Cualquiera que maldiga, quedará sujeto al juicio del infierno”. Asimismo, un hombre con pensamientos perversos y degenerados acerca de una mujer, es un adúltero perfecto, sin cometer el acto físico del adulterio, expresa Mt. 5: 28:- “…Yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”.

A.  Las Obras de la Ley jamás salva ni salvará a una Persona.  Como la Palabra de Dios dice por medio de Pablo, nadie por muy hermosas y maravillosas que sean sus obras  demandadas por la Ley  (Gr. Nomos) Mosaica, podrá cambiar la naturaleza interna o el carácter de ningún hombre, porque con las obras que la ley mosaica demanda, los hombres que la ejecuten, quedarán sindicados para el juicio de Dios; de tal manera, por medio de ellas, ningún hombre quedará justificado delante de Él, por hacer las obras que exige la ley, debido a que por medio de la ley cobramos conciencia del pecado, nos dice el Dr. Pablo en Ro. 3:19-20. Porque la ley es sumamente insuficiente,  innecesaria y negativa por los cuatro costados. Asimismo, la ley nos muestra al desnudo nuestros pecados, pero jamás lo remueve. En consecuencia, todo hombre llega a ser justificado por la fe, sin la ayuda absoluta de la ley mosaica.

Esto lo podemos apreciar, amado lector, en Ro. 3:21-24 y 28, que a la letra dice:- “Pero ahora sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios…22 Esta justicia de Dios llega mediante la fe en Jesucristo a todos los que creen…23 Todos ha pecado y están privados de la gloria de Dios… 24 Por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó…28 Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige”.

B. Sólo Nuestra Fe en Cristo Jesús nos salva. Jamás un cristiano de corazón debe olvidar que su fe en Cristo Jesús, pone a disposición de cualquier otra persona, como un regalo hermoso, gratuito y de por vida que le ha de suministrar el perdón y la salvación absolutas si persevera en Él. De la misma manera, la fe puesta en nuestro Señor Jesucristo es poner nuestra plena confianza en su muerte, sepultura y resurrección, a fin de que se nos quite, lave y perdone los pecados propios de toda persona pecadora.  Por tanto, debemos someternos a Dios, resistir al diablo y él huirá de nosotros, nos dice Stg. 4: 7, como lo hicieron Pedro y Pablo, judíos de nacimiento, declarado en Hch. 2: 28.

            Ahora, cuando analizamos adecuadamente Gá. 2:16, podremos comprobar que toda salvación espiritual es únicamente por medio de nuestra fe en Cristo Jesús y jamás en la ley mosaica. Pues, esta condición especial debe quedar bien establecida en la conciencia de cada lector. Por consiguiente, en este versículo podemos apreciar tres clases de afirmaciones bien definidas: Dos de carácter universal y una de carácter personal. Veamos lo que dice Gá. 2: 16:
            *“…nadie es justificado por las obras que demanda la ley, sino por la fe en Jesucristo: De carácter mundial o universal, si es que el hombre pudiere vivir en otros planetas, cuando Dios lo permita.
            *“Nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Él y no en las obras de la ley”: De carácter individual.
            *Porque por éstas (las obras de la ley) nadie será justificado”: De carácter mundial o universal.

            En consecuencia, es menester afirmar rotundamente, que las tres declaraciones de Pablo- analizadas por cierto- encierran la misma realidad y los mismos caracteres indiscutibles e irrefutables, por que son manifestaciones inequívocas de la Santa Doctrina de la Salvación, sólo por Fe en Cristo Jesús y las Buenas Obras, según nos da conocer Stg. 2: 17, 22, expresándonos:-17 “Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta. 22 Ya lo ves: Su fe y sus obras (las de Abraham) actuaban conjuntamente, y su fe llegó a la perfección por las obras que hizo”.

      C. Lo que es la Doctrina de la Salvación. Para comprenderla, es bueno que  observemos lo que la Doctrina de la Salvación, nos enseña: Primero, ha sido establecida con base y fundamento en la autoridad apostólica de Pablo; segundo, ha sido establecida con base y fundamento en la experiencia vivida por el referido apóstol; y, tercero, ha sido establecida con el verdadero fundamento en la Palabra de Dios, escritos en el A.T. Por tanto, veamos lo que nos dice Sal. 143: 2:- “No lleves a juicio a tu siervo, pues, ante ti nadie puede alegar inocencia”.

D. La Ley de Moisés nunca fue Negativa.  Al tener el concepto negativo de la Ley Mosaica, muchos creen que las obras de la ley no salvaban. Pues, jamás nos olvidemos de los profetas y miles de fieles que vivieron y murieron bajo las disposiciones de la Ley Mosaica, y que son salvos.
     
            Entonces, fijémonos, ¿por qué hago una observación o acotación tan importante? Simple y llanamente, porque el sistema legalista de aquel tiempo, jamás estuvo desprovista de la gracia, la misericordia y el perdón de Dios, de acuerdo  a lo que nos demuestra Ex.20:6, que literalmente nos dice, refiriéndose a la prohibición del verso 5:- “Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones”. Asimismo, podemos apreciar lo que le dijo Dios, nuestro Señor, al antiguo pueblo de Israel en Dt. 10: 12-13:- “Y ahora Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios? Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos, que le ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma, 13 y que cumplas los mandamientos y los preceptos que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien”. De la misma manera, podemos apreciar lo que nos dice el profeta Miqueas en el verso 6:8 de su libro:- “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios”. Así, por el estilo, podríamos leer lo que nos dicen: Ex. 34:6,7; Dt. 30:6-10 y Sal 119, considerados como los más  preciosos elogios y alabanzas a la Ley de Dios.

      E. Con la Antigua Ley, los judíos Fieles fueron Salvos. Todas estas citas bíblicas, dadas líneas arriba, nos demuestran que para los fieles que creyeron en Dios como su padre Abraham creyó, la Ley era un sistema de fe suprema en Dios para recibir su invalorable gracia, manifestadas permanente- mente en sus santas bendiciones cotidianas. Con este significado profundo, la Palabra de Dios nos evidencia que los judíos fieles fueron salvos, de la misma forma que nosotros lo somos: Por creer a Dios, amarle a Dios con todo nuestro ser: corazón, alma, mente y fuerza, también por obedecerle con un corazón limpio.

            Por otro lado, aclarando mejor, Cristo Jesús tuvo su existencia desde antes de la fundación del mundo, como nos dice Jn. 1: 1-3:- “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Él estaba con Dios en el principio. 3 Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir”. Por esta razón, Cristo Jesús es el Salvador de todos los fieles que vivieron bajo las normas y preceptos del Antiguo Testamento, conforme nos da a conocer Heb. 9: 15-17, que literalmente nos expresa:- “Por esto Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto. 16 En el caso de un testamento, es necesario constatar la muerte del testador, 17 pues un testamento sólo adquiere validez cuando el testador muere, y no entra en vigor mientras vive”.

F. La Ofrenda Sacrificial Judía miraba hacia la Cruz del Calvario.  Cuando los antiguos israelitas ofrecían sacrificios de animales, los fieles servidores de Dios, siempre miraban a Cristo Jesús; por eso, nuestro Padre Celestial Jehová les perdonó. Pues, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, Jn. 1:29, fue sacrificado desde la creación del mundo, Ap. 13:8, porque ante la mirada de Dios Creador, la muerte de Cristo Jesús su Unigénito Hijo, siempre fue hecha realidad. Motivo por el cual, el profeta Isaías cuando habló de Jesús, dijo:- “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, u molido por nuestras iniquidades, Is.53: 5. Es decir, lo manifiesta como si ya hubiere acontecido los hechos.

            En consecuencia, los que vivieron bajo las ordenanzas del A.T y ofrecían sacrificios por sus pecados, fueron perdonados por la preciosa sangre de Cristo Jesús. De tal manera que, si la Ley era usada correctamente, se constituía en santa y los mandamientos en santos, justos y buenos, Ro. 7:12.

G. Vino el Fracaso de la Ley. El fracaso de la Ley vino por dos razones fundamentales: Primero, porque muchos judíos del tiempo de nuestro Redentor y de Saulo de Tarso abusaban y degeneraban la Ley de Moisés, convirtiéndola en un sistema legalista desprovisto de perdón y misericordia; segundo, porque el Plan de Dios tenía que cumplirse en el sufrimiento, muerte, sepultura, resurrección y ascensión de Cristo Jesús, a fin de absorber la ira del Padre Jehová, conforme nos dice Ro. 3: 25,26:- “Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación  que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús”. (Véase además: Gá. 3: 13 y Jn. 4: 10).

      H. La Justicia de los Legalistas era Humana. De esta clase de justicia nos habla el doctor Pablo como su propia vivencia, cuando él fue Rabino de la Ley Mosaica, Fil. 3:9, diciendo-nos:- “No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe”. (Véase también Gá.6:13, que será tratado más adelante).

            Por tanto, jamás olvidemos apreciado lector, que el apóstol Pablo hizo uso del vocablo ley y obras de la ley en el sentido en que lo usaron los judíos y legalistas de la Iglesia de Cristo de aquel entonces, por carecer de la gracia de Dios donde tiene amplia cabida el perdón y la misericordia. Para mayor conocimiento bíblico, veamos lo que nos dice el apóstol Juan:- “¿Cómo va a ser posible que ustedes crean, si unos a otros se rinden gloria pero no buscan la gloria que viene del Dios único”, Jn. 5: 43, 44.

            Para los judíos, el fin de la Ley no era Cristo Jesús, sino la Ley Mosaica misma. ¿Por qué? Porque sólo conocían la justicia de los hombres, más no la justicia de Dios, conforme nos da a conocer Ro. 10: 3,4, diciéndonos:- “No conociendo la justicia que proviene de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. 4 De Hecho, Cristo es el fin de la ley, para todo el que cree reciba justicia”. Motivo por el cual, el Dr. Pablo les dijo, en Galacia, a los judíos, legalistas y judaizantes:- Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley”, Gá. 3:10. (Véase también Gá.5:3). En este sentido, la ley no era de fe sino creadas por los Maestros de la Ley.

            Sin embargo, es necesario hacer una acotación muy importan- te, la cual es: Los fieles que vivieron sometidos a la ley de Moisés, según He. 11, reconocieron con sinceridad de corazón, que jamás guardaron perfectamente toda la ley; todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, la reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra, He. 11:13.  Por este motivo, ellos buscaban una patria celestial, v. 11:14, donde reinara el perdón y la misericordia de Dios. Pues estos hombres jamás abusaron de la ley; de tal manera, fue la gracia de Dios que nos trajo la salvación por medio del Evangelio de Cristo Jesús, según lo podemos apreciar en Tit. 2: 11,12, que nos dice:- “En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación 12 y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio”.

IV. LA DEFENSA ARDOROSA DE PABLO, V. 2: 17-21. “17 Ahora bien, cuando buscamos ser justificados por Cristo, se hace evidente que nosotros mismos somos pecadores. ¿Quiere esto decir que Cristo está al servicio del pecado? ¡De ninguna manera! 18 Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace trasgresor. 19 Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. 20 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. 21 No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano”.

     A. Somos Pecadores, pero Cristo Jesús no está al Servicio del Pecado, v. 2:17. Ahora que el Dr. Pablo, Apóstol de Cristo Jesús, nos dice:- “Cuando buscamos ser justificados por Cristo, se hace evidente que nosotros mismos (Pedro, Pablo y Bernabé) somos pecadores”. El término pecadores, en este contexto es usado con el significado de un evidente y reconocido legalista, Gá. 2; 15, porque Pedro y otros judíos en Antioquía de Siria habían dado su aprobación a la idea de los judaizantes y legalistas, según la cual, un gentil tenía que cumplir obligatoriamente con los rituales judíos, antes de llegar a ser cristiano. Entonces, Pablo salta ardorosamente en defensa de la justificación por fe en Cristo Jesús, y les dice que Él no es ninguna laya de pecador para hacer sucumbir y matar lo que Pedro había sostenido antes de ser considerados pecadores en el sentido legalista, por haberse alejado de la ley ceremonial.

B. La Pregunta de Pablo. Si somos pecadores, ¿quiere decir que  Cristo está al servicio del pecado? Es una pregunta cortante de Pablo. Ahora, si la fe en Cristo les convertía en pecadores legalistas, ¿no es entonces Cristo Jesús el causan-te del pecado?, se pregunta Pablo. A lo que él mismo se responde con una admiración negativa contundente:- “¡De ninguna manera! (Gr. me genoito), porque considerar a Cristo al servicio del pecado, era una expresión de ofensa agraviante y ultraje a nuestro Señor Jesucristo. Además, porque Pablo comprendía que nuestro Amado Redentor, en vez de pecado (Gr.Hamarthía) nos trae perdón, misericordia y paz a todos los hombres de fe, que no sean pecadores, inmorales ni desobedientes a los mandamientos de Dios, para llegar a ser UNO con Él, según nos dice Jn. 17: 21-23.

      En consecuencia, el verdadero pecador y trasgresor es, quien se aparta de Cristo para ir a la ley; también es pecador, quien agrega otras leyes a la justificación por obras; de igual manera, quien desea suplantar a Cristo Jesús; asimismo, quien ofrece su propia justicia en lugar de la justicia de Cristo, como pretendían los legalistas y judaizantes.

      C. Jamás Volver atrás nos dice Pablo, v. 2:18. En el presente versículo, este excelentísimo embajador de Cristo Jesús, arremete contra los detractores de Dios con mayor gracia, amor y vehemencia espiritual, por haberle dado la espalda a las obras de la ley, que jamás le hizo pecador, a fin de suavizar el golpe mortal que les va a inferir a sus hermanos en la fe, y a sus amigos, al situarse él mismo como ejemplo hipotético o supuesto, pero de gran fundamento, cuando dice:- “Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace transgresor. Con esto nos quiere decir este autor sagrado, si él volviera al cumplimiento de la ley, estaría reconstruyendo el esquema de una ideología verdaderamente humana y falsa, que con Cristo Jesús lo había destruido antes y lo seguía combatiendo en aquel presente. De lo contrario, él se hace transgresor, pero jamás Cristo Jesús.

            Con este motivo, Pablo, fundamenta su hipótesis considerándose un pecador completo, si abandona la gracia de Dios por la ley de los hombres judaizantes; sería, como el perro que vuelve a su vómito y el necio insisten en su necedad, nos dice Pr. 26:11 y Pr. 2: 22. Con esto, el Dr. Pablo se supone a sí mismo culpable, si daba un paso equivocado hacia atrás, siendo conocedor y practicante del cristianismo, bebido de la verdadera fuente que es Cristo Jesús, en el desierto de Arabia.
     
      D. Pablo sería Culpable si renunciaba a Cristo Jesús. Ahora, si Pablo volvía a la ley como un medio de salvación, sería culpable de haber renunciado a dicha ley; y si había hecho bien en haber desistido de la ley, entonces era un grave y craso error volver a la misma. Pues, en cualquiera de estos dos casos, sería considerado transgresor y pecador legalista, como él lo fue antes.

            Con todo este argumento bien fundamentado, amado lector, queda demostrado la insuficiencia salvadora de la ley; más bien, nos hace conocer la suficiencia de nuestra fe viva en Cristo Jesús. De tal manera, por medio la ley nadie podía ser justificado, porque no tenía poder en sí misma para declarar inocente al culpable. Sin embargo, el nivel espiritual y moral de Cristo Jesús, en todo fue superior al de los legalistas y judaizantes. Por consiguiente, con su muerte expió todos los pecados de la humanidad; con su resurrección y el don del Espíritu Santo comunicaba y nos comunica el poder para vivir santamente en Dios, con Dios y para Dios.

E. Pablo abandonó la Ley Mosaica para Amar y Servir a Dios, v. 2:19.   “Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios”. En realidad, el apóstol Pablo entendió y comprendió a cabalidad lo que la ley exigía; pues, descubrió que jamás él podía llegar a ser salvo con su propio esfuerzo, guardando la ley mosaica, porque en su significado contenía una sentencia de muerte para el Apóstol; toda vez que le revelaba la hondura de su pecado, sin darle absoluta-mente ningún remedio para superarlo. Por lo tanto, decidió desistir de la ley, porque en ella no encontró la salvación divina para amar, servir y ser acepto ante Dios.

      F. Pablo mató definitivamente de su Vida a la Ley Mosaica. Por todo lo visto líneas arriba, así fue cómo el Dr. Pablo mató a la ley de su vida carnal y espiritual, para no volverla a considerar más, como los gálatas lo hacían engañadamente para ser aceptos ante Dios. Con este motivo, su relación con la ley fue rota sin actuar en forma contraria a lo estipulado en ella, sino el de vivir para Dios y alcanzar esa vida de santidad, que con devoción ferviente lo había buscado en vano, mientras estuvo bajo el yugo de la ley mosaica.

            Efectivamente, Pablo mató par siempre de su vida a la ley mosaica, con el único propósito de vivir para Dios, liberándose de tremendo control esclavizantes, conforme el mismo autor nos revela en Ro.7:4-6, que textualmente nos dice:- “Herma- nos míos, ustedes murieron a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de pertenecer al que fue levantado de entre los muertos. De este modo daremos fruto para Dios. 5 Porque cuando nuestra naturaleza pecaminosa aún nos dominaba, las malas pasiones que la ley despertaba actuaban en los miembros de nuestro cuerpo, y dábamos fruto para muerte. 6 Pero ahora, al morir a lo que nos tenía subyugados, hemos quedado libres de la ley, a fin de servir a Dios con el nuevo poder que nos da el Espíritu, y no por medio del antiguo mandamiento escrito”.

            De esta manera, matamos a la ley con el propósito de vivir para servir a Dios, distinguido lector. Lo sorprendente de Pablo es que, por medio de la misma ley, obtuvo su emancipación o libertad de la ley, que era un sistema de rituales y ordenanzas. De lo contrario, no podría vivir para servir a Dios, porque la ley no es el amo del creyente, sino el Dios verdadero. Tampoco la relación del creyente con la ley es lo que le salva, sino su verdadera y estrecha comunión con Dios. ( Para su mejor profundización bíblica, lea usted, Ro. 6: 1-14 ).

G. La Persona que muere en Cristo tiene una Nueva Vida. Finalmente, nunca olvidemos reconocido lector, que una persona al nacerle la fe en Cristo Jesús, se sitúa en la unión hermosa y preciosa con Él, a través del proceso histórico de gran trascendencia, fijado en su pasión, muerte, sepultura, resurrección y ascensión, con los cuales se canceló eterna- mente la pena del pecado de la humanidad. Este proceso histórico es comparable con la vida de un hombre que ha cometido un delito; por tanto, le aplican la pena de muerte, por lo que la ley no tiene que hacer reclamo alguno sobre la vida del hombre muerto. Pues, ese hombre, ha pagado con su vida la deuda contraída con la sociedad; aún si se levantara de entre los muertos, seguirá libre de culpa ante la ley, lo cual no podrá reclamar en absoluto por la nueva vida que lleva. De la misma manera, acontece con el cristiano que muere en Cristo para luego levantarse con una nueva vida, a fin de llevar también una vida nueva.

Con esta explicación tan clara como el agua potabilizada, queda demostrado que cualquier persona queda libre de la antigua ley que lo amordazaba y lo estaba matando poco a poco, porque ha pagado el precio de la ley, al morir en Cristo, con Cristo y para Cristo Jesús, llevando una vida santa o piadosa. Razón por la cual, la persona que entra en una vida nueva con Cristo Jesús, experimentará una íntima y estrecha comunión con Él.

H.  Pablo es Crucificado con Cristo para una Vida Nueva, v. 2: 20. “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí”. En  este versículo, nuestro hermano Pablo nos manifiesta su satisfacción por su nueva vida con Dios, porque está separado definitivamente de los estorbos que le causaba el legalismo judaizante. Asimismo, su alegría se extiende con tal amplitud hasta el día de hoy, debido a que su condición de ser un hijo de Dios, está crucificado con Cristo para que Cristo viva en él. Es decir, ya no quiere vivir bajo el régimen del pecado y la ley, porque volverse a someter a ella, equivaldría a deshacer y desvalorar su estrecha unión y servicio con el sacrificio de Cristo Jesús en la Cruz del Calvario. De tal manera, al estar crucificado con Cristo Jesús, nos presenta la descripción del dolor y la angustia del alma que acompaña a la muerte del yo carnal, para entregarse con alma, vida y corazón al servicio de nuestro Amado Redentor.

G. Los Resultados de Ser Crucificado con Cristo Jesús. Todo esto quiere decir que, al ser crucificado Pablo con Cristo Jesús, es para  observar una vida nueva y llegar ser un nuevo hombre  que ha matado, sepultado y lapidado su viejo hombre, su viejo yo y su vieja personalidad. ¿Para qué?,  preguntaríamos… Llegando a responder: Para permitir que el nuevo yo viva en él, reflejando al mundo su carácter divino por medio del Espíritu Santo que mora en él. Esto es, lo que también acontece con todos los hombres y mujeres que dejan la vida del mundo perverso, para vivir en Cristo Jesús, con Cristo Jesús y para Cristo Jesús: ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador, nos dice el mismo autor sagrado en Col. 3: 9,10.

I.  Las Bendiciones de Vivir con Cristo Jesús.  Ahora, cuando el Dr. Pablo nos dice:- “y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí, quiere decir que él ha entrado a vivir y compartir su vida nueva, verdadera y auténtica desde cuando se identificó personalmente con nuestro Señor Jesucristo, para someterse a su voluntad y así llegar a confiar sólo en Él para su salvación. De la misma manera, experimentando una unión total con Cristo Jesús, para llegar a la auténtica y original Verdad; participando de la muerte, sepultura y resurrección para llegar a ser de la misma condición con Cristo resucitado. Es decir, apartándose y olvidándose para siempre de la anterior forma de vivir, sometida a la justicia legal y a la confianza en la ley. Pues, todo ese mundo de ritos y ceremonias habían muerto para Pablo, como también lo debe ser para un auténtico cristiano, hoy en día. De tal manera, con la hermosa decisión queda demostrado con fehaciente claridad,  que Pablo mató y sepultó en el campo del olvido y en la Cruz de Cristo, todos los actos pecaminosos de la ley mosaica, porque en ellos estaba el sacrificio perfecto por el pecado; mas todavía, en su fe viva en Cristo resucitado, encontró la fuente verdadera de la justicia divina, como un esclavo de amor, según lo vemos en Ro. 6:9 y 12:1.

            Finalmente, cuando el autor de la Epístola a los Gálatas dice con grandeza de corazón:- “y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí”, el YO SOY de Ex. 3:14 (El Verbo), nos expone con la sinceridad de todo su Ser, la unión vital y espiritual de su convivencia con Cristo Jesús. Con este motivo, es menester confirmar que jamás la persona de Pablo y la de cualquier cristiano y nada más, pueden ser destruidas; pero sí, lo que es destruido por Cristo Jesús es la parte interna del hombre: alma, mente y corazón pecadores para ser sustituidos por otros nuevos y sin pecados, a fin de reflejarse en nuestro modo de pensar, nuestra manera de hablar, en nuestro modelo de actuar y de vivir en este mundo de injusticia, la verdadera santidad para Dios, siendo Cristo Jesús y el cristiano muy diferentes, pero semejantes en la unión espiritual. Por esta razón, apreciemos lo que nos dice el mismo autor en Ro. 8: 8, 9:- “Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. 9 Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo”. Además, esta vida espiritual lo profundiza mejor el Dr. Pablo en Fil. 1:21, diciéndonos:- “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”.

      J. La Persona de Pablo vive por Fe en el Hijo de Dios. Continúa diciendo Pablo:- Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí”. En este versículo, el apóstol Pablo nos dice que él sigue viviendo una verdadera vida en su cuerpo mortal. A pesar que su unión con Cristo Jesús, no destruye ni suspende ninguna de las funciones vitales de su cuerpo, alma y espíritu. Lo que significa es, que Pablo como persona, sigue pensando, queriendo, escogiendo, esperando y temiendo por lo mucho que su Divino Señor, Cristo Jesús,, sigue influyendo en él y aun fortaleciéndolo. Pues, la relación entre ambos es de verdadera fe, confianza, obediencia y amor, toda vez que Pablo se siente crucificado, muerto y sepultado con Cristo, a fin de matar el yo egoísta, viejo y material, para luego vivir la vida con un nuevo yo.

Mejor dicho, apreciado lector, la nueva vida de Pablo bajo la sagrada influencia del Espíritu Santo es vivida en su cuerpo; lo que significa para todos los cristianos, que también la vivimos ahora en nuestro cuerpo presente y terrenal, con todas sus limitaciones, debilidades, defectos, imperfecciones y aun tentaciones. De tal manera, esta nueva vida se vive por fe en Cristo Jesús, gracias a que en Él toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal, nos dice el mismo autor en Col. 2: 9, para llegar a tener parte de la naturaleza divina con todas sus cualidades, lo vemos en 1P. 1: 4-5, dentro de un manantial del que brotará vida eterna, Jn. 4:14.

      K. El Privilegio del Cristiano. En virtud y gratitud de todo lo que Dios hace, los cristianos consideremos siempre que la vida divina y el privilegio supremo de ser habitado por el Hijo de Dios vivo, fuerte y piadoso, no se logra por medio de méritos humanos, sino por el hecho de que el Hijo de Dios nos amó primero y dio su vida por todos nosotros. Por consiguiente, si se quiere saber acerca del grandioso y poderoso amor de Cristo, lo podemos leer con especial atención, lo que nos dicen los autores sagrados en Jn. 3: 16; Ro. 5: 8, 9 y Ef. 2: 5, 6.



     

            Con todo lo que Cristo Jesús ha hecho por nosotros los pecado-res, es para mostrarle la reverencia necesaria, manifestadas en nuestras alabanzas, adoración, glorificación y honra de su santo y bendito nombre. ¿Por qué? Porque todo lo que habita en la vida del cristiano encuentra su fuente inagotable en el grande amor de Cristo Jesús, nuestro Amado Redentor, que es lo que le llevó a morir por todos los pecadores. En consecuencia, no hay otro motivo o móvil para la donación de su gracia.

V. LA VIDA DE FE DE PABLO NO DESECHA LA GRACIA DE DIOS, V. 2: 21. “No Desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en Vano”. En los precisos momentos que Pablo nos dice:-“No desecho la gracia de Dios”, está concluyendo su hermosa vida de fe, porque jamás la anula, la proscribe o la hace a un lado de su vida terrenal, sino más bien él lo sabe a cabalidad que toda esta  invalorable e incomparable obra salvadora es un don gratuito, proveniente de la divina gracia suprema de Dios.

      Ahora, si los hombres hubiesen sido justificados por observar y practicar la Ley Mosaica, Cristo Jesús haría muerto en vano; es decir, no hubiera sido necesaria la muerte de Jesús. Por lo tanto, las personas que observan y practican la ley como el máximo fundamento de su salvación, estarían rechazando virtualmente la muerte de nuestro Señor Jesucristo.

      En realidad, este versículo compendia innegablemente, el capítulo dos de la Epístola de Pablo a los Gálatas, porque no era Pablo sino los gálatas quienes deseaban ardientemente  anular la gracia de Dios, al tratar de mantener o conservar la ley. Razón por la cual, preguntaríamos: Si Dios Creador deseaba ser obedecido mediante la ley, ¿por qué tuvo que enviar a su Hijo a sufrir y morir en una cruz? La respuesta es: Para que se cumpliera el Antiguo Pacto y diera vigencia al Nuevo, de acuerdo con lo que nos dice: He. 8: 1-13; Jer. 31: 31-34.  

      Por otro lado, jamás olvidemos que los dos pilares distintivos del Evangelio de Cristo Jesús, son: La gracia de Dios y la muerte de Cristo, que el legalismo judaizante ha querido y quiere anular, aun, hoy en día, porque desconocen que la salvación no se gana por el propio esfuerzo humano, sino por la fe en la muerte dolorosa del Hijo de Dios, que es para el bien de toda la humanidad. De tal manera, con la muerte de Cristo Jesús, queda demostrada la ineficacia de la Ley Mosaica.

            En resumidas cuentas, apreciado lector, hay libre albedrío en cada persona para elegir entre las obras de la ley y la gracia de Cristo Jesús, porque una vez que se ha elegido la gracia de Dios, no habrá nunca por nunca libre albedrío. Por tanto, en sus manos está la gran decisión de hacerlo. Amén 

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