lunes, 24 de febrero de 2014

Que el maligno no tome ventaja: Cerrar toda brecha espiritual

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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 ¿Le estoy abriendo la puerta al diablo?

   ...para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas
(2 Corintios 2:11)

Hay varias maneras en que Satanás busca ganar ventajas sobre los santos usando los propios deseos carnales como soberbia, ansiedad, falta de dominio propio, falta de preparación espiritual (como veremos en las siguientes páginas).

Sin embargo, el Nuevo Testamento hace hincapié en cinco que son especialmente peligrosos: la falta de perdón, el enojo, la ansiedad,  los chismes y los deseos de la carne. Estamos seguros de que esta lista no es exhaustiva y que hay varias subclases. Sin embargo siempre conviene prestar atención en lo que la Biblia dice. Allí es cuando individualmente o en forma grupal somos terreno fértil para el diablo y sus maquinaciones.

 El cristiano que conoce la verdad de Dios y las mañas del diablo no estará desprevenido.

Es bastante evidente en 2 Corintios 2:11 que las artimañas de Satanás están basadas, en parte, en nuestra ignorancia. Si estuviéramos alerta no haríamos cosas que le dan ocasiones de ganar terreno. Por otro lado, el cristiano que conoce la verdad de Dios y las mañas del diablo no estará desprevenido.

Es notable que en los pasajes que estamos exponiendo en este libro, tanto Pablo como Pedro y Santiago tratan al creyente como responsable ante Dios por sus pecados. Y como responsable, el cristiano es llamado a poner en práctica los sencillos principios que ellos exponen. El lector notará que el NT enfatiza cómo, en el poder del Espíritu Santo, el guerrero cristiano puede vivir para la gloria de Dios.

Falta de perdón

En 2 Corintios 2:5–11 un miembro de la iglesia de Corinto había pecado. Siguiendo las indicaciones de Pablo, los líderes lo pusieron bajo disciplina. La sanción logró el efecto deseado y el hombre se arrepintió. Era el momento para perdonarlo y restaurarlo a plena comunión en la congregación. Sin embargo, había resistencia de parte de muchos de los miembros que rehusaban perdonarlo.
De este contexto, es posible extraer tres actitudes que Satanás bien podría aprovechar para su propia causa.

1) Falta de perdón. Pablo, reconociendo que la falta de perdón daría lugar a Satanás para dividir, insiste en que perdonen al hermano.

El espíritu no perdonador es algo suficientemente serio en sí mismo, pero tal actitud a la larga se convierte en resentimiento, rencor y amargura.

2) Falta de compasión. El pecador ya arrepentido no encontró los brazos perdonadores de sus hermanos en Cristo. No querían consolarlo (v. 7) y el hombre estaba a punto de ser consumido por su tristeza. Los corintios se habían vuelto duros de corazón a pesar de lo que dice la Palabra de Dios en pasajes como Efesios 4:32 y 1 Pedro 3:8–9.

3) Falta de sumisión a la decisión del liderazgo. Uno de los propósitos de Pablo era averiguar si los corintios estaban dispuestos a sujetarse a sus instrucciones (v. 9). La crítica y falta de respeto a los líderes de la iglesia local son algunas de las principales maneras en que damos campo libre a Satanás. La Escritura del NT insiste en que los feligreses asumamos una actitud de sumisión a nuestros líderes (He. 13:17; 1 P. 5:5).

Estas tres actitudes mencionadas son comunes y obran en conjunto para dar lugar a Satanás y así dividir una iglesia.

Permitir que el sol se ponga sobre el enojo

Otro ejemplo donde abrimos una brecha para el diablo es el enojo pecaminoso. Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo(Ef. 4:26–27).

Uno se acuesta enojado y se levanta resentido; y se acuesta resentido, y se levanta amargado. La amargura nunca se queda en casa; siempre busca amistades y termina contaminado a muchos (He. 12:15). ¡Qué manera de dar oportunidad al diablo para dividir amistades y hasta iglesias aprovechando la autocompasión y los sentimientos lastimados!  Proverbios explica cómo el enojo abre campo al enemigo.

El necio pierde el control (Pr. 12:16; 29:11); el que se enoja comete locuras (14:17); el enojo enaltece la necedad (14:29 RV); echa leña al fuego (15:1); provoca contiendas (15:18; 30:33); infecta a los amigos (22:24–25); provoca peleas (29:22); no produce la vida justa que Dios quiere (Stg. 1:20).

La ansiedad
Otro sitio donde encontramos la misma advertencia de no dar lugar a Satanás es 1 Pedro 5:7–8. En este contexto la puerta abierta para el diablo es la ansiedad y el afán. Nunca estaremos sobrios RV y alerta NVI si estamos hundiéndonos en los afanes.

Chismosas y entrometidas

Pablo explica que el adversario se aprovecha cuando ¡las mujeres están desocupadas! Para entender cómo, es necesario estudiar el contexto de 1 Timoteo 5:11–14. El apóstol distingue entre la viuda que en verdad es viuda (v. 5 RV) y las viudas más jóvenes (v. 11). El primer grupo tiene dos opciones: depender de los hijos o nietos o (si no los tuviera) figurar en la lista de las viudas sostenidas por la iglesia. Para permanecer en «la lista» (v. 9) era necesario tener más de 60 años, haber sido fiel a su esposo, y ser reconocida por sus buenas obras.

Las viudas más jóvenes no se incluían en dicha lista. Era posible, debido a la angustia de la viudez, que una viuda joven hiciera votos apresurados (véase Pr. 6:1–5) de no casarse de nuevo y consagrarse al servicio de Dios. En efecto, así estaría permitiendo que el Señor tome el lugar del esposo (véase Is. 54:4–5).

Ahora bien, parte del ministerio de las viudas «en verdad» era ir de casa en casa visitando a los santos. Pablo explica que después de poco tiempo la viuda joven se podía dar cuenta de que deseaba casarse de nuevo. Es más, por no tener suficiente que hacer y debido a los deseos de casarse, terminaban siendo una maldición en vez de una bendición a la iglesia y al nombre de Cristo: ociosas, chismosas y entrometidas (1 Ti. 5:13).

La solución paulina para las viudas jóvenes es que se casen de nuevo, que tengan hijos y que gobiernen su casa y no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia (v. 14 RV). Es importante entender claramente la palabra gobiernen. Está formada por dos interesantes palabras griegas. La primera es oiko, que significa casa, y la otra es despoteo, que significa «señor o dueño». ¡Tiene que ser una persona que en verdad maneja los asuntos domésticos!

Las inferencias son claras. Cuando una mujer no gobierna su casa, el enemigo se aprovecha. Posteriormente, no empleando bien su tiempo en la casa (no siendooikodespoteo), el apóstol sostiene que se convierten en chismosas y entrometidas, y que el enemigo se aprovecha.
El antídoto bíblico es que las mujeres manejen bien sus casas.

El mal testimonio de los líderes de la iglesia

Refiriéndose a los ancianos (los líderes) de la Iglesia, Pablo estipula: Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen a la iglesia, para que no caiga en descrédito y en la trampa del diablo (1 Ti. 3:7).

Hace años los de afuera (los inconversos) tenían a los cristianos bíblicos en alta estima. Sin embargo, debido a la caída de muchos líderes, esa apreciación se ha tornado en deshonra haciendo que el evangelismo personal sea cada vez más difícil. Los líderes de la obra del Señor deben gozar entre los no cristianos de una buena reputación (BLA).

La palabra buena (kalos – griego) comprende tanto el carácter interno como el externo, es decir es algo interior que se ve en el comportamiento y que da como resultado una buena reputación.

La palabra traducida hablan bien [reputación (BLA), testimonio (RV)] es marturomai, de donde deriva la palabra «mártir». El sentido aquí es una buena reputación atestiguada por conocidos fuera del pueblo de Dios. De manera que entre sus vecinos y en la sociedad en general, el líder de la iglesia debe ser conocido por su bondad, generosidad, amor, honestidad e integridad. Es posible que muchos no estén de acuerdo con sus creencias, y según Juan 3:19–21 es aun probable que ocasione cierto antagonismo en el mundo no cristiano, pero debe gozar de la reputación de ser un hombre de carácter, de integridad.

El mal testimonio de un líder lo hacer caer en descrédito. ¿Cuáles son las actitudes y acciones que causan que un anciano caiga en descrédito?  Por supuesto la inmoralidad encabeza la lista, pero no es la única. Puede ser el trato a la familia, el manejo de dinero, no cumplir su palabra, y hasta la manera de conducir el auto. Que nunca tengamos que soportar lo que yo escuché acerca de un líder en un país sudamericano: «Es una persona en la iglesia, y otra fuera de ella».

Hablando acerca de Israel Pablo afirmó: Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los gentiles (Ro. 2:24 véase Fil. 2:15; Col. 4:5).

El mal testimonio del líder le hace caer en la trampa del diablo. Si Satanás puede provocar la caída de un cristiano, atrapa al cristiano. Si provoca la caída de un líder, trae deshonra a toda la Iglesia.

En nuestra asociación evangelística tenemos varias normas no escritas por el motivo descrito más arriba. Por ejemplo, nunca estamos a solas con una persona del sexo opuesto que no sea nuestro propio cónyuge. Nos han acusado de ser de «la vieja ola, anticuados y cuadrados» pero en más de 35 años de ministerio nunca hemos tenido un fracaso sexual en nuestra asociación. ¿Por qué? No queremos caer en las astutas trampas del enemigo y así desacreditar el nombre de Dios entre los inconversos.

Proveyendo para los deseos de la carne

Uno de los apetitos humanos más fuertes es el sexual. Pablo garantiza que durante etapas de vulnerabilidad Satanás tentará al creyente. Por eso exhorta al casado: No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y sólo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio propio (1 Co. 7:5). No es por demás que el apóstol advierte: No proveáis para los deseos de la carne (Ro. 13:14 RV); Huyan de la inmoralidad sexual (1 Co. 6:18); Huye de las malas pasiones de la juventud (2 Ti. 2:22).

Debido a que este tema ha sido piedra de tropiezo de tantos siervos y siervas del Señor, vale la pena considerarlo. En primer lugar, como hemos indicado más arriba, el enemigo busca momentos cuando el creyente es vulnerable, es decir con las «defensas bajas».

Observe cómo el rey David fue imprudente, y le facilitó las cosas a Satanás: ...era la época en que los reyes salían de campaña, David... se quedó en Jerusalén. Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio... (2 S. 11:1–2). En lugar de estar en la campaña,

David estaba en el palacio, aprovechándose de la tranquila posición del reino consolidado –época de sus mayores conquistas. David no era un joven inexperto –tenía cerca de 50 años. Su mente no estaba ocupada ni en los asuntos del Señor ni en cuestiones de estado. En medio de aquella ociosidad, David toma su siesta, despierta, y va a pasearse en la azotea del palacio, como quien no tiene nada que hacer... Satanás sabía que tenía las «defensas bajas» y al ver a la bella Betsabé que se estaba bañando, esto pasó a ser para el rey algo provocador pero no irresistible.

El problema es que una vez que proveemos para los deseos de la naturaleza pecaminosa cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado (Stg. 1:14–15).

Los siguientes pasos son bien conocidos y como asegura un amigo mío «así violó cada uno de los diez mandamientos»:  
(a) David manda a preguntar quién es la mujer.
(b) Toma ventaja de su autoridad como rey, y manda a buscarla. Satisface su codicia sexual, y la mujer vuelve a su casa.
(c) David se sumerge más hondamente en su pecado y manda a llamar a su esposo Urías, uno de sus hombres valientes (1 Cr. 11:41), pensando que éste llegaría de la guerra ardiendo de deseos de poseer a su mujer. Sin embargo, Urías rehusa ir a verla, porque era hombre íntegro y no quería privilegios, aun cuando fueran extendidos por el rey y estuvieran acompañados de soborno (2 S. 11:8).
(d) David, entonces, embriaga a Urías, pensando que el soldado cedería y el adulterio de David quedaría encubierto. Ni así Urías vuelve a casa.
(e) El pecado de David llega a su grado máximo de complicación: manda colocar a Urías en la línea del frente de batalla para que muera.
(f) Y cuando David se entera de que Urías murió, deja que la viuda llore por él, y luego la manda a buscar, como otro de sus trofeos. Y todo comenzó con un descuido de David.

¿Consecuencias?
(a) la criatura nacida del adulterio murió;
(b) Absalón, hijo rebelde de David, cohabitó con las concubinas de su padre a la vista de todo el pueblo;
(c) la serie de muertes en la casa de David se desencadenó cuando Absalón mató a su medio hermano Amnón; y
(d) Salomón, a pesar de ser sabio y bendecido por Dios, siguiendo el ejemplo de su padre, tomó muchas mujeres y acabó siguiendo a otros dioses.

Pero ¿cuál es el objeto del enemigo? Por supuesto seducir al creyente a pecar, presentándole una tentación que pareciera irresistible en el momento oportuno.

Consideremos las cosas desde otro ángulo. Satanás sabe, además, que el ser humano posee la capacidad de adquirir hábitos fácilmente. Un hábito es un movimiento, pensamiento o reacción, hecha vez tras vez, hasta que a uno se le pega. Una vez adquiridos, ciertos hábitos pecaminosos son difíciles de romper. Es así con la codicia.

Note lo que relata 2 Pedro 2:14: Tienen el corazón habituado a la codicia (RV). El diablo conoce bien tanto el corazón del ser humano como lo que las Escrituras dicen acerca de él. El enemigo sabe que el sexo no es como otras tentaciones sino que pide más y más para satisfacerlo. La meta de Satanás es inducirnos a formar hábitos que nos alejen de Dios, e inducirnos a dudar del poder de Dios para ayudarnos a vivir en victoria.

Hemos visto tanto hombres como mujeres bajar la guardia (proveer para los deseos de la carne) en las siguientes maneras:

1) Ausencias prolongadas.
En cada país donde ministramos la Palabra de Dios, por lo menos una dama acude a nosotros con el mismo problema. El esposo se ha mudado a otra ciudad o a otro país por razones económicas, alegando que una vez establecido la llamaría.

Pero el hombre llega a la ciudad o al otro país, se encuentra solo, conoce a otras mujeres solas, y «por h o por b» forma otro hogar. A veces hasta deja a una familia entera en el campo o en su país natal. Las ausencias prolongadas no son de Dios y dan lugar a Satanás. Todo lo contrario, es seguirle a Satanás el juego.

2) La pornografía.
Para mostrar cómo la pornografía puede dominar a una persona,  a continuación haré varias citas de un artículo escrito por un pastor que pasó diez años enredado en la pornografía.

«Recuerdo la noche en que experimenté por primera vez el apetito carnal. Fue durante un viaje lejos de mi hogar».

Está en una situación vulnerable, fuera de casa y solo.
«Para ser un cristiano eficaz tenía que experimentar la vida en su totalidad, ¿verdad? ¿Acaso Jesús mismo no comía con pecadores y prostitutas? Yo podía ir como un observador, en el mundo pero no del mundo. Los razonamientos se apilaban para fundamentar mis deseos, y en diez minutos estaba en un taxi rumbo a la ‘zona roja’ de la ciudad. Quizás Dios se presentaría, borraría mis deseos y me convencería de que yo estaba equivocado. Incluso se lo pregunté tímidamente. ¡No hubo respuesta!»

Este pastor empieza ahora a justificar su pecado.

«Dos horas después, salí del bar con una sensación extraña, una excitación intensa y sorprendido de que en realidad no me había pasado nada. En pocas horas, uno se da cuenta de que en cierto sentido todo cambió, pero por otro lado todo sigue igual. Por un tiempo, y como resultado del sentimiento de culpa, me limité a ver películas y revistas pornográficas. Durante más de diez años estuve en una guerra sin tregua.»

Desde aquella primera noche ya se había vuelto un hábito porque no se arrepintió. Seguramente el diablo estaba feliz porque este hombre era un pastor, un conferencista, un líder del pueblo de Dios.
«No hay otra experiencia que tenga esa fuerza salvaje», explicó el pastor. Es más que seguro que a esas alturas, el conferencista llega a la conclusión de que no existe victoria para él. Continúa y sus tristes palabras demuestran que está atrapado, que hay una guerra civil en su corazón. Comienza a hablar a los lectores.

 «Muchos de ustedes saben lo que es caminar con la mirada a la altura del pecho, hojear con ansias la revista Time en busca de una fotografía sexy, desear que hubiera cadenas en las habitaciones de los hoteles para no salir, a no ser que haya películas pornográficas en el cuarto. También saben lo que es revolcarse en la culpa de esa obsesión y orar llorando con toda la fe que uno pueda reunir para que Dios nos libere.

»Aprendí rápidamente que la codicia sexual va en una sola dirección: hacia abajo. Uno no puede volver a un nivel menor y estar satisfecho. Una revista estremece, una película excita, un show en vivo inflama la sangre...Experimenté la naturaleza insaciable del sexo lo suficiente como para sentirme aterrado. La codicia sexual no satisface; incita a más....»

En 1 Corintios 7:1–7 Pablo advierte que nuestro enemigo se aprovecha de la falta de dominio propio en el campo sexual. En forma especial, debido a que la pornografía está cada vez más accesible, se hace imprescindible mantener la guardia recordando la experiencia de este pastor: ¡La codicia es insaciable!

3) Falta de sabiduría.
La tercera manera que Satanás puede usar para inducirnos a tropezar en el campo sexual es la falta de sabiduría y sentido común. A pesar de ser hijos de Dios, seguimos violando los más elementales principios bíblicos, como por ejemplo no proveer para los deseos de la carne (Ro. 13:14).

Una mujer había recibido a Cristo en una cruzada evangelística de nuestro equipo. Al año siguiente volvimos a ese país para celebrar más reuniones y ella me vino a ver. Cuando se hizo cristiana estaba en una relación adúltera. Rompió con ese hombre y volvió a su esposo. Unos meses más tarde la llamó este otro hombre y le dijo: —Necesito verte, te quiero.

En vez de aplicar Romanos 13:14; 1 Corintios 6:14 y 2 Timoteo 2:22 y decir «lo nuestro ha terminado», ella acordó que iría a verlo. Acto seguido se arrodilló, rogó a Dios que la guardara en su hora de tentación, y salió al encuentro. No es sorprendente que el resultado fuera un nuevo acto de adulterio. Peor todavía su acusación fue: —Dios me falló, ya no puedo confiar en Él.

Si nosotros nunca proveyéramos para los deseos de la carne, si siempre huyéramos de la fornicación y de las pasiones juveniles, el diablo no encontraría terreno fértil para sus tentaciones. Sin embargo, muchos (incluyendo líderes de la obra) seguimos poniéndonos en el lugar del peligro. ¿Cuándo empezaremos a valernos de la sabiduría práctica que la Biblia nos proporciona en abundancia?

En un país sudamericano un hombre «profetizó» que Dios había llamado a cierta mujer para ser la representante nacional de un reconocido ministerio. Ella comenzó a hacerse ilusiones para ser escogida, aceptó el nombramiento y comenzó a trabajar con el grupo y en forma especial con uno de los integrantes. Pasaron mucho tiempo a solas y en pocos meses cometieron adulterio.

Una vez más vemos cómo el uso de sabiduría bíblica los hubiera guardado de semejante tragedia. En primer lugar, la Biblia indica que no debemos despreciar las profecías (1 Ts. 5:20) pero sí someterlas a prueba (1 Ts. 5:21; 1 Jn. 4:1). La palabra griega traducida someterlos a prueba en 1 Tesalonicenses 5:21, significa probar a fin de averiguar si es aceptable o no. ¡Nadie lo hizo!

Además la Biblia nos da una línea de autoridad que esta mujer debería haber seguido para tomar la determinación de aceptar el cargo. Su esposo es su cabeza (Col. 3:18; Ef. 5:23). A pesar de lo que dijera la profecía, ella no sólo tenía que consultar con su marido sino esperar la decisión de éste como cabeza de la familia. ¡No lo hizo!

En tercer lugar, aun en el caso de que el esposo hubiera estado de acuerdo, la sabiduría dicta que ella (junto con su esposo) debería haber acudido a los líderes espirituales de su iglesia local para que confirmaran el llamado de Dios sobre su vida (Hch. 13:1; 1 P. 5:1–5; He. 13:17). ¡Tampoco lo hicieron!

Finalmente, cuando algunos vieron que la relación entre la mujer y el integrante del ministerio estaba tomando un carácter demasiado íntimo, pudieron haber hecho algo (Gá. 6:1). Debido a que «no querían frenar la obra del Espíritu Santo», no lo hicieron.

¿Qué mejor ejemplo potencial que el reflejado por la falta de sabiduría en el ministerio de la consejería?  Muchos siervos del Señor han sido atrapados tratando de ayudar a una persona del sexo opuesto.

El ministerio de la consejería es un campo minado. Hablemos con claridad: Es peligroso aconsejar a una persona del sexo opuesto porque abre la puerta a los deseos carnales y al león rugiente. Existe el riesgo de enamorarse de una mujer que pide consejos –o de un hombre, según el caso.

La esposa de un pastor que conozco estaba atravesando por una etapa difícil; ser esposa de un pastor no era lo que ella esperaba; no sabía cómo actuar. Estaba deprimida. Llamaron a otro pastor para que la aconsejara, y así lo hizo. Después de algún tiempo se enamoraron.

Estoy convencido de que el proceso de solucionar problemas es parte de lo que se hace en el matrimonio. Cuando dos personas están resolviendo conflictos, se están abriendo, están profundizando su relación. Es lógico que se admiren, se vayan conociendo mejor, y comience una amistad íntima. Combinando este principio con el énfasis de hoy en las relaciones sexuales, terminamos con una situación explosiva y peligrosa. Es campo fértil para el tentador.

Cuando se está orientando a una mujer que tiene problemas matrimoniales, el consejero parece el esposo perfecto, padre y amante perfecto; y ella imagina que él es todo lo que le falta en su vida. Es más, el consejero como siervo de Dios siente simpatía por la mujer y se le cruza por la mente que él mismo podría contentarla si sólo tuviera la oportunidad. Es un momento oportuno para el «destructor» cuyo objetivo, sin duda, es destruir los matrimonios de los líderes cristianos.

¿Cómo, entonces, se puede guardar el corazón no dando lugar al enemigo y además continuando el ministerio de consejería bíblica?

a) Que las mujeres aconsejen a las mujeres y que los varones aconsejen a los varones.
Es hora de entrenar a mujeres santas, reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes (Tit. 2:3) para orientar a las mujeres con problemas.

b) Que el cristiano tenga la seguridad de estar aconsejando con la Biblia.
Cuando la base es la Escritura no es necesario pasar tantas horas para resolver los problemas. El padre de mentiras tuerce el carácter de Dios, la Palabra de Dios y los hechos de Dios. Lo que el aconsejado necesita es conocer y aceptar la verdad de Dios.

c) Valerse de grupos de apoyo para solucionar problemas.
La Biblia indica que parte del ministerio de la iglesia es orientarnos, aconsejarnos, animarnos, exhortarnos, amonestarnos unos a otros (Ro. 15:1, 14; Gá. 6:2; He. 10:24–25). El tentador sabe que la verdadera comunión cristiana es un antídoto para sus maquinaciones.

d) Que cada consejero forme parte de un grupo que se reúna semanalmente y allí dé razón de sus acciones.
La idea es cortar por lo sano cualquier problema antes que tenga la oportunidad de florecer y dar lugar a Satanás.


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