sábado, 1 de marzo de 2014

La salvación es de Jehová: Una promesa perenne

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¿Bondad y Severidad?

Los profetas menores, son los libros menos conocidos y predicados de toda la Biblia. Son doce los documentos que se encuentran en esta categoría: de Oseas a Malaquías. De entre ellos, el libro de Jonás es tal vez el más conocido. Todo mundo conoce la historia de Jonás, quien permaneció en el vientre del gran pez y de la conversión masiva de Nínive. Si bien es cierto que casi todos la conocen, también es cierto que la mayoría de la gente no está enterada del mensaje que Dios quiere comunicar a través de su relato.
Las profecías menos conocidas son las de Abdías y Nahum. Tal vez esta falta tiene que ver con el hecho de que estos libros tratan un tema poco agradable para la gente del siglo veinte: la destrucción. Abdías es el libro más corto del Antiguo Testamento ya que consta de apenas 21 versículos y profetiza la destrucción de Edom. Nahum es una secuela de la profecía de Jonás el cual relata la salvación de Nínive mientras que aquél, de su destrucción.


En este breve comentario estudiaremos estos tres libros: Jonás, Nahum y Abdías, con el fin de sacar de ellos lecciones que nos ayuden a vivir nuestra vida cristiana cotidiana. Todas estas profecías son importantes porque “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). Aun Abdías y Nahum con sus mensajes de destrucción son la palabra de Dios y por ende son útiles. He aquí la importancia de estudiarlos.
Hay una segunda razón por la cual estos tres libros son importantes: revelan a nuestro grandioso Dios. En ellos tenemos una de las fuentes más maravillosas para descubrir cómo es nuestro Señor. Nuestra oración es que al finalizar estos estudios le conozcamos mejor para que Ileguemos a asemejarnos más y más a él. Vamos a conocerle para que podamos proclamar su gloria a las naciones.

EL MENSAJE CENTRAL:
LA BONDAD Y LA SEVERIDAD DE DIOS

¿Cuál es la verdad más importante acerca de Dios que aprendemos en estas tres breves profecías? En todas ellas vemos que por un lado, es grande en misericordia y por el otro, es maravilloso en su justicia. En el Altísimo existe un equilibrio perfecto entre la rectitud y la gracia.

Romanos 11:22a
El apóstol Pablo escribió a los romanos: “Mira, pues, la bondad y severidad de Dios” (11:22a). En nuestro estudio veremos que el Señor es a la vez bondadoso y severo. Actúa en gracia cuando el caso lo amerita y en juicio cuando las circunstancias así lo demandan.
En la profecía de Jonás podemos apreciar en forma especial la bondad de Dios. De principio a fin, lo vemos actuando con gracia y misericordia. ¿Qué lo impulsó a enviar a un profeta al pueblo de Nínive? Su bondad. Esta gente era la más odiada por los hombres de aquel entonces por ser una nación que vivía en el desenfreno y por su crueldad hacia los pueblos conquistados. No merecía recibir el mensaje, pero Dios en su longanimidad le envió su mensajero Jonás. Este resultó ser profeta rebelde y desobediente quien se hizo merecedor de ser despedido y castigado por Dios. Sin embargo, en su bondad, el Señor se mostró paciente con el siervo rebelde. El libro de Jonás está Ileno de la bondad, la gracia, la misericordia, la longanimidad, la paciencia y la compasión del Padre celestial.
En las profecías de Nahum y Abdías se revela el otro lado del carácter del Creador: su severidad. La bondad y misericordia divinas tienen sus límites. Su longanimidad manifestada en el libro de Jonás, se convierte en juicio en el de Nahum. La Nínive perdonada se vuelve en la destruida. En este caso, al Señor se le había acabado la paciencia. Lo mismo sucedió con Edom en la profecía de Abdías. Por siglos, Jehová había tolerado el maltrato de su pueblo por los edomitas. Pero Ilegó el día en que tuvo que decir: “hasta aquí y no más”. Edom descubrió la verdad de la declaración de Hebreos 10:31: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!”

Exodo 34:6, 7
Este es otro texto que expresa las mismas ideas y se relaciona estrechamente con los libros de Jonás y Nahum. Textualmente la porción dice: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Jonás y Nahum citan partes de estos versículos de acuerdo con el énfasis que Ilevan sus libros. El primero cita la parte que tiene que ver con la bondad, “porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia” (Jonás 4:2b). Por su parte, Nahum usa la sección que hace alusión a la severidad divina: “Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable” (Nahum 1:3a). En Jonás vemos la bondad de Dios que resulta en la salvación de Nínive. En Nahum apreciamos su severidad, que tiene como consecuencia la destrucción de esa ciudad malvada.
El libro de Abdías no cita este texto pero sí incluye los conceptos que encierra. Comienza su profecía enfocando la severidad de Dios para con sus enemigos (vv. 4–10) y la termina haciendo hincapié en la bondad de Jehová para con su pueblo (vv. 17–21).

NUESTRO DIOS ES DIOS DE
BONDAD Y DE SEVERIDAD

Ahora mismo podemos tomar como nuestro el testimonio del salmista. “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre” (Salmos 48:14). El no ha cambiado. Sigue siendo Dios de bondad y de severidad. Nos gusta enfocar el aspecto positivo y agradable, pero no podemos darnos el lujo de menoscabar el elemento negativo y desagradable. El Dios bíblico prefiere manifestarse en amor, derramando bendiciones sobre nosotros, pero cuando es necesario se revela en justicia enviando disciplina, castigo, y juicio. Estos atributos no son contradictorios, sino complementarios. Ambos son cualidades esenciales de Dios y él las va aplicando de acuerdo con su santa voluntad.

¡PENSEMOS!

 Juan 3:16–21 es una porción evangelística. Tome unos minutos para estudiarla pensando en el esquema de la BONDAD-SEVERIDAD de Dios. Busque indicaciones de cada cualidad en estos versículos.

LOS AUTORES

Ya hemos hecho alusión a la verdad de que estos tres libros proféticos son importantes porque son inspirados por Dios y útiles (2 Timoteo 3:16, 17). El autor de estos libros es Dios mismo. En cada libro el profeta manifiesta en forma muy patente que su mensaje tiene origen divino.

¡PENSEMOS!

 Analice los siguientes textos para ver el testimonio de cada profeta acerca de la inspiración divina de su escrito.
 Jonás 1:1; 3:1, 2, 4; 4:4, 9, 10
 Nahum 1:12; 2:13; 3:5
 Abdías 1–14

Segunda de Pedro 1:21 enseña claramente que el Señor se valió de profetas humanos para registrar su mensaje inspirado. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. ¿Quiénes eran Jonás, Nahum y Abdías? ¿Qué sabemos acerca de ellos?
De Jonás tenemos bastante información. Su padre se llamaba Amitai “verdad” (Jonás 1:1, 2 Reyes 14:25). Era nativo del pueblo de Gat-hefer (2 Reyes 14:25) que se encuentra aproximadamente a 5 kilómetros al noreste de Nazaret. El mismo texto enseña que profetizó durante el reinado de Jeroboam II en Israel, el reino del norte. Jonás significa “paloma”, indicando que tenía un temperamento bastante pacífico.
Acerca de Nahum sabemos muy poco. Fuera de Nahum 1:1 este profeta no se menciona en las Escrituras. El único dato biográfico que conocemos es que venía del pueblo de Elcos que probablemente se encontraba al sur de Judá. Su nombre significa “consuelo” y es probable que simbolice el ministerio que ejercería en su pueblo que estaba oprimido por Nínive, la cual sería destruida.
Abdías es el menos conocido de los tres. Hay varios personajes del Antiguo Testamento que tienen el mismo nombre, pero ninguno de ellos puede identificarse con Abdías el profeta. Lo único que sabemos de él es que su nombre significa “siervo o adorador de Jehová”.

LAS EPOCAS EN QUE ESCRIBIERON

De los datos que encontramos en 2 Reyes 14:23–25 sabemos que Jonás realizó su ministerio durante el reinado de Jeroboam II, rey de Israel. Esto quiere decir que su libro se escribió entre 793 y 753 a.C. Esa época fue de prosperidad material y expansión geográfica de Israel. También es el período en que Oseas y Amós ejercieron su ministerio, condenando la opresión y profetizando la destrucción de Israel por los asirios. En esa misma época, Asiria pasaba por tiempos difíciles. Sus reyes eran débiles y prácticamente reinaba la anarquía. Cuando Jonás escribió, Asiria estaba en decadencia y no era amenaza para Israel.
Un siglo después, el cuadro había cambiado. Comenzando con Tiglat-Pileser III, Asiria tuvo una sucesión de reyes fuertes que lograron conquistar Israel en 722 a.C. y llevarlo en cautiverio. En 701 a.C., Senaquerib llegó a las puertas de Jerusalén y fue milagrosamente derrotado (2 Reyes 19:35, 36). Asurbanipal, el último rey fuerte de Asiria, subió al trono en 669 a.C. y en 663 a.C. logró la conquista de Tebas en Egipto. Nahum alude a este acontecimiento como ya pasado en 3:8–10. Profetiza la destrucción de Nínive, suceso que se realizó en 612 a.C. Así que tuvo que haber escrito entre 663 y 612 a.C. Es probable que haya redactado su profecía antes de 654 a.C., época en la que el malvado rey Manasés reinaba en Judá y el cruel Asurbanipal en Asiria. En ese tiempo, Asiria era una amenaza genuina para Judá.
Ponerle fecha a la profecía de Abdías es sumamente difícil. Tanto, que algunos eruditos evangélicos abogan por fechas tan remotas como 845 a.C. y tan tardías como 585 a.C. Los edomitas participaron en tantos ataques contra Jerusalén que no se sabe después de cual de ellos Abdías vaticinó el castigo definitivo de Edom. El que escribe tiende a aceptar la fecha de 585 a.C. A continuación se dan las fechas aproximadas en que escribieron los tres profetas que estudiamos.

JONAS - 770 A.C.
NAHUM - 660 A.C.
ABDIAS - 585 A.C.

A VUELO DE PAJARO

Jonás tiene como tema general la confesión que hace el profeta en 2:9: “La salvación es de Jehová”. Este libro tiene que ver con el mensajero que el Señor usa para llevar su mensaje, y se puede dividir en la siguiente forma:

      JONAS, EL MENSAJERO:
         1. REBELDE 1:1–3
         2. REPRENDIDO 1:4–16
         3. RESCATADO 1:17–2:10
         4. RECOMISIONADO 3:1–10
         5. RENEGADO 4:1–11


El mensaje central de Nahum es la destrucción de Nínive y las causas por las cuales el Altísimo tiene que destruir esa ciudad. Sus divisiones principales son:


  NAHUM, LA DESTRUCCION DE NINIVE DEBIDO A:
  1. EL CARACTER DE DIOS 1:1–8
  2. LA FIDELIDAD DE DIOS A SU PUEBLO 1:9–2:2
  3. LA PERVERSIDAD DE NINIVE 2:3–3:19

La destrucción de Edom es la preocupación principal de Abdías. Trata el tema bajo tres puntos:

ABDIAS, LA DESTRUCCION DE EDOM
                    1. PROFETIZADA 1–10
                    2. JUSTIFICADA 10–15
                    3. ASEGURADA 15–21

¡PENSEMOS!
          1.      ¿Cómo es su Dios? Amoroso y tierno o justo y severo?
          2.      ¿Cómo afecta su metodología evangelística la enseñanza acerca de Dios en esta lección?
          3.      Muchos objetan que el Dios de amor no puede permitir guerras, enfermedades, etc. A la luz de esta lección, ¿cómo contestaría a esa objeción?

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