miércoles, 11 de marzo de 2015

¿Cuántas oportunidades debe darnos Dios para obedecerlo?: a toda costa debemos evitar el pecado y sus terribles consecuencias.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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El principio del fin
1 Reyes 11:1–12:24
¿Acaso no nos deprime que una historia tenga un final triste? Muy pocas son las personas que se gozan leyendo relatos inconclusos o deprimentes. Sin embargo, en este estudio hemos llegado al principio del trágico fin del gran reino de Israel.
Aunque es verdad que la historia de esa nación todavía está inconclusa en el gran esquema del plan de Dios, sabemos que algún día recuperará su lugar como poder político. Esto será con la ayuda y por la voluntad de Dios a través de Jesucristo y se realizará durante el período final del milenio (Isaías caps. 35, 60 y 66). Sin embargo, no ha podido recuperar la gloria que por la gracia de Dios alcanzó durante los reinados de David y Salomón.
¿A qué se debió esto? A que Salomón, aun siendo el hombre más sabio y rico del mundo, no supo controlar sus pasiones más recónditas. Su amor a Jehová fue reemplazado por el de las muchas mujeres que poseía y su lealtad fue transferida a los dioses ajenos que ellas trajeron a Israel. Salomón se olvidó de Dios. Qué triste conclusión para el rey de Israel y qué tremendo precio pagaría todo el reino por ello.
Salomón reveló su triste condición al confesar: “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra…” (Eclesiastés 7:20). Y: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad” (Eclesiastés 12:8).
“…NO HAY HOMBRE JUSTO EN LA TIERRA”
(Eclesiastés 7:20)
LA NECEDAD DEL REY 11:1–8
Sus concubinas 11:1–3
La inauguración del templo para Jehová todavía no pasaba cuando Salomón empezó a alejarse del compromiso hecho con Dios. Esto se debió a las obligaciones contraídas con las mujeres idólatras de su harén.
En los pueblos de oriente, el tamaño del harén era indicación de la grandeza de un monarca. Las alianzas políticas a través del matrimonio eran actividades “normales”. Con ellas se trataba de garantizar la paz con las naciones vecinas. No sabemos si Salomón usó esto como pretexto para tener 700 esposas y 300 concubinas o si fue por su debilidad sexual. Cualquiera que sea la razón, cometió un serio pecado contra las leyes dadas por Dios en relación con la poligamia y por no confiar en él para que le diera paz con sus vecinos. Dios condena los matrimonios múltiples y por sobre todas las cosas, que su pueblo se mezcle con paganos. Estas acciones desobedientes llevaron al rey y a todo el pueblo a la idolatría (comp. Deuteronomio 7:3–4; 17:17; Éxodo 34:15–16).
Sus dioses ajenos 11:4–8
El texto no nos aclara si Salomón adoraba personalmente a esos dioses, pero sí nos dice que construyó lugares altos para que sus esposas lo hicieran. Por primera vez aparece aquí la frase que más se usa en el resto del relato: “Hizo lo malo ante los ojos de Jehová…” (v. 6) refiriéndose a Salomón. Esta frase es peligrosa, porque se aplica a quienes fueron traidores a Jehová.
Astoret, Milcom, Quemos y Moloc se mencionan entre los dioses “abominables”. Astoret, más conocida como Venus, era la diosa de la fertilidad y la guerra. Quemos era el dios nacional de los moabitas y a veces pedía sacrificios humanos, en especial, el hijo primogénito de las familias. Moloc era una deidad amonita que también demandaba sacrificios humanos. Los lugares altos fueron suficiente evidencia de que el corazón de Salomón ya no estaba puesto en Jehová y que la paz de Israel había terminado. (Vea la lista de dioses de los cananeos al final de este capítulo).
Imagínese que cada una de las esposas y concubinas tenían a su servicio innumerables profetas y sacerdotes que se peleaban el favor del rey para practicar su religión o rito sin importar el precio. Por otro lado, había pleitos entre los hijos de ellas, quienes exigían lealtad a su nación o tradiciones. Sin duda aquel hogar debe haber sido un circo de naciones extrañas.
UN PECADO ENGENDRA MIL
¡PENSEMOS!
Son tres áreas que Satanás ataca en el cristiano: convicción, lealtad y propósito. La primera es la que nos sostiene sobre la base inconmovible de la verdad. El enemigo sabe que no es necesario destruir esas cualidades, sino simplemente diluirlas, impidiendo así que cumplamos la voluntad de Dios. Si quiere saber cuál es el éxito en la vida espiritual, lea Santiago 1:1–12 y 2 Juan y anote las consecuencias del doble ánimo y lo que se exige del creyente.
JUICIO Y ADVERSARIOS DE SALOMÓN 11:9–40
Un reino dividido 11:9–13
Notemos que el v. 9 dice que Dios “se le había aparecido dos veces” a Salomón. Esto nos da idea de que el rey había tenido dos oportunidades de arrepentirse y corregir sus errores. Ahora Jehová se aparece por tercera y última vez para declarar su juicio final. El resultado de sus transgresiones fue que Dios “…arrancó el reino de su descendencia”. (Vea el cuadro “Odisea espiritual regresiva del pueblo de Israel” al final de este capítulo)
Dios mostró compasión para Salomón al anunciarle que esto no sucedería durante los años que le quedaban de vida y permitiendo que su hijo Roboam reinara sobre una parte de la nación. El pacto incondicional que Dios hizo con David no se iba a quebrantar por amor a ese rey. La dinastía davídica continuaría hasta la venida del Mesías. “Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, mas no para siempre” (11:39).
Hadad y Rezón 11:14–25
Hadad, un edomita de sangre real fue el único varón que sobrevivió el ataque de David cuando Joab dio muerte a 18,000 edomitas en un período de seis meses (2 Samuel 8:13). Cuando David y Joab murieron, Hadad, quien había vivido muchos años en Egipto protegido por faraón, regresó para vengarse y reclamar su trono. Este adversario fue un continuo dolor de cabeza para Salomón así como Rezón.
Rezón, hijo de Eliada (vv. 23–25), era un viejo enemigo de David (2 Samuel 8:3). Había logrado fundar una dinastía al norte de Israel que luego llegaría a ser el estado asirio más poderoso durante los siglos IX y VIII a.C.
Jeroboam de Efraín 11:26–28
Ahora la atención del autor se dirige hacia Jeroboam, quien eventualmente dividió el reino de Israel y llegó a gobernar las diez tribus del norte. Jeroboam estuvo encargado de algunas construcciones en Jerusalén veinte años después del inicio del reino de Salomón. Fue un hombre de “rango”, o sea, que tenía propiedades y era muy industrioso. Por ello, Salomón le confió muchos de sus proyectos.
Profecía de Ahías silonita 11:29–37
No se nos revela la razón o naturaleza de la insubordinación de Jeroboam contra Salomón, pero es muy posible que la profecía de Ahías silonita haya motivado al rey a actuar contra él. Algo muy interesante de este relato es que parece que Dios fue la fuente de la rebeldía de Jeroboam. No obstante, tenemos que recordar que cuando una persona actúa, en su corazón ya debe haber germinado la semilla que lo motiva a actuar. Sin duda que para Jeroboam la tentación fue muy grande, puesto que se le estaba ofreciendo el reino más poderoso y rico de aquellos tiempos. El profeta aquí le promete diez tribus y no once, porque la tribu sacerdotal de Leví no poseía tierras.
Promesa de bendición o maldición 11:38–39
Algo muy curioso sucede aquí. Dios le ofrece también la oportunidad de recibir bendiciones tal como hizo con Salomón. La condición que se le da también es la misma. Podemos preguntar: “¿Por qué? ¿Acaso no debía reinar el hijo legal de Salomón conforme a las tradiciones orientales?” Aquí vemos un ejemplo claro del control total que ejerce Dios en el gobierno humano. Él está por encima de las tradiciones y planes de los hombres; actúa de acuerdo a su justicia y Salomón debía ser castigado. Sin duda alguna, Dios le ofreció bendición a Jeroboam porque quería dar oportunidad a las diez tribus para que se mantuvieran libres de pecado y en obediencia completa a Jehová.
DIOS NO ESTÁ SUJETO A LAS
MAQUINACIONES DEL HOMBRE
La ira de Salomón 11:40
“Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam…” ¿Por qué? Tal vez porque sabía que iba a hacerle competencia a su hijo Roboam cuando falleciera. ¿Acaso no sucedió algo similar con el rey Saúl cuando supo que David sería el siguiente rey? El hecho de que intentara matar a su competidor nos declara qué tan lejos estaba ya de la voluntad de Dios. ¿Acaso olvidó el rey más sabio del mundo, que lo que Dios pone nadie lo puede quitar o cambiar?
MUERTE DE SALOMÓN 11:41–43
Después de un largo reinado de 40 años (970–931 a.C.), Salomón sale de la escena y pasa a los libros de historia. Evidentemente murió de muerte natural, y aunque inició su reinado con gloria, obediencia y humildad; terminó siendo desobediente y orgulloso y dejando un reino moralmente destruido; ejemplo que imitaría la mayoría de los reyes siguientes, que “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová…”
¡PENSEMOS!
¿Cuántas oportunidades piensa usted que debe darnos Dios para obedecerlo? Una de las lecciones más difíciles de aprender como cristianos es que a pesar de que estamos libres de la condenación eterna del pecado, se requiere un tremendo esfuerzo y valor para abandonar nuestras debilidades carnales. Para ello, Dios nos pide que usemos el poder que ha puesto a nuestra disposición. Lea Romanos cap. 8, escoja el versículo central y medite acerca de la solución que Dios da para ser libres. La conclusión es que a toda costa debemos evitar el pecado y sus terribles consecuencias.
LA DIVISIÓN DE ISRAEL 12:1–24
La gloria del reino de Israel llegó a un momento crucial creando una grave crisis socioeconómica. Por supuesto que el costo de esa gloria se reflejó en los altísimos impuestos que cada ciudadano tenía que pagar para sostener al rey. Esto se revela en el hecho de que Salomón recibía un salario anual de 25 toneladas de oro que hoy equivale a unos 380 millones de dólares. Asimismo, el tamaño y exigencias del harén requerían gastos inmensos; era el cáncer moral que carcomía el corazón de la sociedad israelita.
Desde el punto de vista humano, la carga financiera llegó a ser insoportable y la mayoría de las tribus no aguantaban el abuso. Desde el punto de visto divino, la apostasía llegó a ser también intolerable y la quiebra económica y espiritual era inevitable.


El pueblo clama 12:1–5
Inmediatamente después de la muerte de Salomón, Roboam fue reconocido como sucesor al trono. Pero el pueblo se mostraba receloso de que no aliviara la tremenda carga impositiva. Aparentemente, Salomón había tratado a las tribus del norte más duramente que a Judá en sus políticas administrativas. Es más, el norte siempre mantuvo una actitud semindependiente durante el reinado de David y Salomón. Ahora Roboam deseaba ser aceptado por ellos y por eso viajó a Siquem.
Es interesante que se mencione a Jeroboam otra vez cuando lo “enviaron a llamar” (v. 3). Es posible que hubiera comentado la profecía de Ahías a cierto grupo de líderes que empezaban a poner en marcha un plan secreto entre ellos. Pero dieron a Roboam la oportunidad de revelar qué tipo de rey sería al confiarle que su padre había agravado el yugo del pueblo: “Mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre… y te serviremos.” (v. 4). A Roboam se le dio una última oportunidad.
Los consejeros de Roboam 12:6–11
No era bueno que un poderoso monarca se doblegara ante cualquier demanda del pueblo sin pensarlo primero. Por lo tanto, pidió 3 días para buscar consejo. Primero acudió a los asesores de su padre, quienes habiendo servido a Salomón y conocido los detalles y problemas internos, le dieron el mejor consejo posible: “Si tu fueres hoy siervo de este pueblo… respondiéndoles buenas palabras…, ellos te servirán…” (v. 7).
Algo curioso sucede en el v. 8 que nos aclara qué tipo de corazón poseía Roboam: “Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado”. Esta frase da la idea de que desechó el primer consejo y buscó el de los jóvenes. Tal vez quería vengarse de la soberbia de las tribus del norte al exigir respuesta a sus demandas. ¿Acaso un rey se humilla ante sus vasallos?
En fin, pidió consejo de otros líderes inexpertos en política, “jóvenes que se “habían criado con él…” (v. 8b). Esto nos da idea de la tremenda influencia que hay entre compañeros. Es posible que al igual que ellos, Roboam se hubiera engreído con la idea del poder absoluto que Salomón había ejercido durante su reinado y se sintiera con derecho a exigir lo mismo. Por ello, decidió incrementar la carga del yugo.
El error de Roboam 12:11–15
Tres días después, Roboam dio su respuesta. Tuvo suficiente tiempo para pensarlo, pero en su corazón no había lugar para la bondad, paciencia, amor o comprensión hacia las necesidades de su pueblo. ¿Acaso el rey no es elegido para ser servido? Inclusive el lenguaje que usó fue muy agresivo y ofensivo, ya que habló con insolencia y crueldad. Roboam nunca pidió consejo a Jehová porque no estaba en él hacerlo. El Dios de David y de Salomón nunca fue el Dios de Roboam y por consiguiente, dejó de ser el Dios de Israel.
EL PECADO QUE GERMINA,
PRODUCE ACCIONES QUE CORROEN
La división de Israel 12:16–19
“Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído…” (v. 16a), se dieron cuenta que no tenía un corazón blando ni un oído atento a los clamores del pueblo; en concreto, no tenía la disposición para servir sino para ser servido. Aquí fue donde las diez tribus perdieron la paciencia, ya que desde los días de David había habido una especie de favoritismo hacia Judá en perjuicio de las diez tribus del norte (2 Samuel 19:9–15).
Hubo una denuncia de tal acción en 2 Samuel 19:40–43. Ahora se repite la expresión de 2 Samuel 20:1 “No tenemos nosotros parte en David ni heredad en el hijo de Isaí…” (v. 16b). Los del norte terminaron con la exclamación: “¡provee ahora en tu casa, David!” O sea, “¡encárgate de tus provisiones, porque nosotros no te serviremos!” Cuando Roboam mandó a Adoram, que estaba sobre los tributos, lo apedrearon y el rey optó por huir hacia Jerusalén. Es aquí donde empieza la triste ruptura del reino.
Jeroboam reina en Israel 12:20–24
Por fin se cumplieron los sueños acariciados en secreto de Jeroboam. El pueblo de Israel (las diez tribus del norte) lo invitaron a reinar sobre ellas. Él era de Efraín, una tribu muy orgullosa de que Abraham hubiera construido el primer altar en su territorio y porque Josué también perteneció a esa tribu. Una de sus quejas era que se les había asignado un territorio muy pequeño (Josué 17:14). Ahora, un hijo de esa tribu gozaba del favor y privilegios de rey.
Roboam hizo el intento de recuperar lo perdido reclutando 180 mil hombres para hacer guerra contra sus hermanos. El profeta Semaías le dio el mensaje de Dios y le advirtió que no lo hiciera, porque Dios había permitido la ruptura de Israel. Al fin, Roboam se dignó obedecer la palabra de Dios, cristalizando así el juicio de Dios sobre Israel.
¡PENSEMOS!
Lea Salmos 1 y anote los tres pasos o secuencias mencionados en relación con caer en el pecado. La tragedia es permitir que éste alcance su potencial destructivo. Piense en algunas consecuencias que usted podría pagar si insiste en permitir que la tentación que más le incita le haga pecar. Anote las más exageradas. Recuerde, si el pecado es grande, ¿no lo será la consecuencia?
DIOSES PAGANOS ADORADOS POR LOS ISRAELITAS
Nombre
Descripción
Referencia
Adramelec
Dios de guerra y amor
2 R. 17:31
Anamelec
Dios que demanda sacrificios de niños
2 R. 17:31
Asera
Esposa de Baal.
2 R. 13:6
Asima
Dios de los heteos.
2 R. 17:30
Astoret (Astarté, Istar)
Diosa del sexo, la fertilidad y reina del cielo.
2 R. 23:13
Baal
Dios de la lluvia, viento, nubes y fertilidad de la tierra
2 R. 3:2
Baal-zebub
Dios de Ecrón
2 R. 1:2
Quemos
Proveedor de terrenos
2 R. 23:13
Moloc, Milcom
Dios de los moabitas que demandaba sacrificios humanos.
2 R. 23:10
Nergal
Dios de la muerte
2 R. 17:30
Nibhaz
Adorado por los aveos
2 R. 17:31
Nisroc
Dios de Nínive
2 R. 19:37
Rimón
Dios de truenos, relampagos y lluvia
2 R. 5:18
Sucot-benot
Señora de Marduk, diosa de la guerra.
2 R. 17:30
Tartac
Dios de la fertilidad
2 R. 17:31
NOTA: Es interesante que estos dioses se mencionan más en 2 Reyes que en el primer libro. Esto se atribuye a:
1) Que el autor de Reyes se dedica a relatar el pecado de idolatría de Israel.
2) Al intenso grado de perversión a que Israel había llegado en 2 Reyes. Entre más se alejaban de Dios, más visible y agresiva era su dedicación a los dioses ajenos.
 
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