lunes, 5 de octubre de 2015

...Por avaricia os explotarán con palabras fingidas; sobre los cuales la sentencia pronunciada desde antiguo no está ociosa, y su perdición no dormita

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6







NOS PREPARAMOS PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
2 Pedro 2:1-22
1      Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como también habrá entre vosotros         falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, negando aun         al Soberano que los adquirió, trayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
2      Y muchos irán tras las lascivias de ellos, por causa de los cuales será difamado el               camino de la verdad;
3      y por avaricia os explotarán con palabras fingidas; sobre los cuales la sentencia                   pronunciada desde antiguo no está ociosa, y su perdición no dormita.
4      Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al Tártaro         los entregó a cadenas de oscuridad, reservados al juicio;
5      y no perdonó al mundo antiguo, pero guardó a Noé, el octavo, pregonero de justicia,             trayendo un diluvio sobre el mundo de impíos;
6      y condenó a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a cenizas,                       poniéndolas como ejemplo para los que iban a vivir impíamente;
7      pero libró al justo Lot, cuando estaba atormentado por la conducta pervertida de los             perversos
8      (porque este justo, que vivía entre ellos, día tras día atormentaba su alma justa por los         hechos inicuos de lo que veía y escuchaba);
9      sabe el Señor rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo                   castigo hasta el día del juicio;
10      y mayormente a los que van detrás de la carne en concupiscencia de contaminación,           y desprecian la autoridad. Atrevidos, arrogantes, que no tiemblan al hablar mal de las           potestades superiores;
11      mientras los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder, no llevan ante el Señor           un juicio difamatorio contra ellos.
12      Pero éstos, como animales irracionales, por naturaleza nacidos para presa y                         destrucción, blasfemando de lo que ignoran, también serán destruidos con la                         destrucción de aquéllos,
13      sufriendo el mal como pago de la injusticia. Teniendo por placer el libertinaje a pleno             día, son inmundicias y manchas que se recrean en sus errores, mientras comen                   alegremente con vosotros;
14      teniendo los ojos llenos de adulterio, e insaciables de pecado; seduciendo a las                     almas inconstantes; teniendo el corazón habituado a la codicia; hijos de maldición.
15      Abandonando el camino recto, se extraviaron siguiendo el camino de Balaam (el de             Bosor), quien amó el pago de la injusticia,
16      y recibió reprensión de su propia maldad por un mudo animal de carga, que hablando           con voz humana, refrenó la locura del profeta.
17      Éstos son fuentes sin agua, nubes impulsadas por la tormenta, para los cuales está             reservada la negrura de las tinieblas.
18      Porque voceando palabras arrogantes y necias, seducen con las pasiones sensuales           de la carne a los que hasta hace poco iban escapando de los que viven en error.
19      Les prometen libertad, y ellos mismos son esclavos de corrupción; porque de quien             uno es vencido, de éste queda hecho esclavo.
20      Porque si tratando de escapar de las contaminaciones del mundo por medio del                   conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y enredándose otra vez en ellas, son             vencidos, su postrer estado viene a serles peor que el primero.
21      Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de justicia, que después             de conocerlo volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.
22      Pero les ha acontecido lo de aquel refrán tan verdadero: El perro vuelve a su vómito,           y la puerca lavada volvió a revolcarse en el cieno.

Las falsas enseñanzas requieren de falsos maestros





  A.      PREDICCIÓN DE LOS FALSOS MAESTROS, 2:1–3

Habiéndose referido al mal uso de la “profecía de la Escritura” (1:20), Pedro procede a exponer el peligro de los falsos maestros. A la manera de los falsos (pseudo) profetas en los tiempos del Antiguo Testamento (Dt. 13:1–5; Is. 28:7; Jer. 6:13–14; Ez. 13:9–10; Mi. 3:11) estas personas encubiertamente (secretamente, como un traidor en el campamento) introducirán (en la iglesia) herejías destructoras—esto es, “herejías acompañadas por la destrucción”. Por tales herejías los falsos maestros están “negando al mismo Maestro que los compró, y atrayendo un rápido desastre sobre sus propias cabezas” (NEB).
Vincent señala que la palabra traducida herejías significa una elección. De modo que “una herejía es, estrictamente, la elección de una opinión contraria a la usualmente recibida; de ahí es transferida al cuerpo de aquellos que profesan tales opiniones, y por lo tanto se forma una secta”. La naturaleza de esos movimientos sectarios es la propagación de enseñanzas heréticas, la depredación de las congregaciones para robar sus adherentes y la creación de divisiones, quebrantando así la obra de Cristo en el mundo y convirtiendo “en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Jud. 4). No es extraño, pues, que las enseñanzas heréticas hayan sido una herramienta escogida por Satanás para sembrar la semilla de la discordia y ahogar el progreso de la evangelización mundial (Mt. 13:24–30). Tampoco es extraño que los apóstoles las denunciaran en forma vehemente, porque las enseñanzas heréticas son generalmente el insidioso enemigo de la santidad y la justicia. Tales herejías son peligrosas porque la santificación del espíritu humano se realiza creyendo en la verdad divina (2 Ts. 2:13). Luego, creer una mentira, por más inocentemente que sea propagada, es incurrir en el riesgo de una eventual condenación (2 Ts. 2:9–12). La fuerte afinidad entre la herejía y la depravación moral, como se ve en este capítulo, ilustra el estímulo recíproco que la una da a la otra—actuando ambas como causa y efecto. El criterio para detectar la herejía en la enseñanza cristiana es si niega o no el señorío de Jesucristo. Tal enseñanza es una repudiación, deliberada o involuntaria, de la verdad revelada, aceptando en su lugar posiciones contradictorias.
El hecho de que muchos seguirán sus disoluciones (2; “prácticas lascivas”, VM.), evidencia que el corazón del hombre, aparte de la gracia divina, está sumamente inclinado a la corrupción y el error. Las personas engañadas hacen que el camino de la verdad sea blasfemado. El peligro está siempre presente debido al esfuerzo de los falsos maestros por hacer mercadería (aprovecharse) del pueblo de Dios con palabras fingidas (engañosas). La avaricia (3; codicia insaciable) de los líderes heréticos ha sido interpretada por algunos como el deseo de ganancias materiales, y por otros como el afán de conquistar seguidores. En cualquier caso, la motivación es egocéntrica en lugar de cristocéntrica. Tanto a los líderes como a los seguidores Pedro les advierte de una condenación que aunque ya de largo tiempo no se… tarda y de una perdición (destrucción) que ha ido ganando aceleración y ahora ya es inminente.


  B.      LOS FALSOS MAESTROS RESERVADOS PARA EL CASTIGO, 2:4–10a

El fin de los falsos maestros, en términos de “juicio” y “condenación” (3) es una declaración profética, pero es tan cierta como la historia. Pedro cita cuatro ejemplos, tres de retribución y uno de conservación, para reforzar su argumentación sobre las cosas por venir. Si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron (4); y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé (5); y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza (6); y libró al justo Lot (7), entonces sabe el Señor librar de tentación (pruebas) a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio (9). La forma de la condenación puede ser arrojándolos al infierno (tartarosas, solamente aquí en el N.T.) y entregándolos a prisiones de oscuridad (“abismos de tinieblas”, VM.), como en el caso de los ángeles caídos; o por un diluvio, como sucedió con el mundo en los días de Noé; o reduciendo a ceniza ciudades como Sodoma y Gomorra. Pero el juicio sobre las personas pecadoras es seguro. A esta lista Pedro agrega los falsos maestros y sus víctimas, quienes, si no se arrepienten (3:9), perecerán también en el juicio (3). Esta clase de personas se describen como “los que andan en pos de la carne, en la concupiscencia de inmundicia, y desprecian la potestad” (10; VM.).
El juicio de Dios no sólo es seguro y severo, sino también selectivo. No todos los ángeles cayeron; Noé y su familia inmediata se salvaron; Lot fue salvado de la ruina de Sodoma. El Señor sabe quién está condenado y quién será liberado, y sabe cómo guardar a cada cual para su propia morada eterna. La traducción de Phillips del verso 7 dice: “Lot, recordadlo, fue un hombre bueno que sufrió agonías espirituales día tras día por lo que veía y oía de la nefanda conducta de ellos.”


  C.      CARACTERIZACIÓN DE LOS FALSOS MAESTROS, 2:10–16

    1.      Audacia (2:10b–11)

Pedro dice que los falsos maestros se caracterizan por ser atrevidos (10; excesivamente atrevidos) y contumaces (poseídos de amor propio y de una actitud autosuficiente), que no vacilan en decir mal (blasfemar) de las potestades superiores (“las glorias del mundo invisible”, Phillips). En contraste, los ángeles, que los superan en fuerza y en potencia (11) no pronuncian juicio de maldición (juicios blasfemos) contra ellas (los ángeles malos) delante del Señor (cf. Jud. 9).


    2.      Animalidad (2:12–14)

La razón de la osadía de los falsos maestros se halla en su animalidad. Como animales irracionales (12), han nacido para la captura y la destrucción como bestias de presa. Su animalidad se evidencia en el hecho de que andan hablando mal de cosas que no entienden (blasfeman las cosas que ignoran). Se presentan como expertos espirituales cuando en realidad son ignorantes de las cosas de Dios. ¡Ay de ellos! perecerán en su propia perdición. En su acción destructora serán ciertamente destruidos; siendo injustos, recibirán el salario de iniquidad (13). Pero Pedro aún no ha terminado. La animalidad de ellos se expresa, además, en gozar de deleites cada día. Los tales, profesando ser cristianos, son inmundicias y manchas en la comunidad cristiana. La última parte del verso 13 ha sido interpretada “engañándoos al vivir en pecado, mientras se unen a vuestras fiestas de amor como si fueran hombres veraces” (LL). Como tienen los ojos llenos de adulterio (14), no pueden ver una mujer sin tener pensamientos lascivos hacia ella. En realidad están tan encharcados que no se sacian de pecar (son incapaces de dejar de pecar), porque con el corazón habituado a la codicia están realmente sumidos en malos deseos. No es extraño, pues, que sean hijos de maldición (“bajo maldición”, Phillips). Están ahora bajo la maldición de Dios, y son herederos de la condenación en el mundo venidero.


    3.      Avaricia (2:15–16)

A su audacia y animalidad agrega Pedro un tercer pecado—su avaricia. Han dejado el camino recto (15), porque amaron el premio de la maldad; “se lanzaron por lucro en el error de Balaam” (Jud. 11). La comparación de los falsos maestros con Balaam es indicativa de sus motivos (cf. Nm. 22–23). Balaam codiciaba ansiosamente el dinero que Balac le habría dado por maldecir a Israel. Sólo se guardó de recibirlo porque fue reprendido por su iniquidad por una muda bestia de carga. Estos falsos maestros, sin embargo, no tenían semejante obstáculo externo, y les faltaba una compunción interna, estaban dispuestos a aceptar “la recompensa del mal hacer” (VM.).


  D.      LOS FALSOS MAESTROS Y SUS VÍCTIMAS, 2:17–22


Decir que los falsos maestros son como fuentes sin agua, o nubes empujadas por la tormenta, para quienes está reservada la más densa oscuridad (17), es hablar de su desilusionante vaciedad. Decir de esos maestros que hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones (18) y prometen libertad, aunque ellos mismos son esclavos de corrupción (19), es hablar de sus depravados atractivos. Tanto para el maestro como para su seguidor, Pedro tiene una solemne palabra de advertencia. Para aquellos que han escapado de los miasmas del pecado por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez… su postrer estado viene a ser peor que el primero (20). Conocer el camino de la justicia es conocer el camino de la responsabilidad. De manera que para quien ha conocido el gozo de la salvación, volverse atrás del santo mandamiento (21) es pecar teniendo más luz, y por lo tanto ser culpable de un castigo más severo de lo que hubiera sido antes. Pasar de la conversión a la reincidencia es como que el perro vuelva a su vómito (cf. Pr. 26:11), o la puerca lavada vuelva a revolcarse en el cieno (22). Tal es el fin establecido para aquellos que persistentemente se apartan de Cristo una vez que lo han conocido.


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