lunes, 2 de noviembre de 2015

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. ¡El hombre que pecare, morirá!

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6








Tentación - Pecado - Muerte
Génesis 3:1-24
1Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 

6Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. 7Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

8Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 9Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 11Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 12Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. 

14Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. 16A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 

17Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. 20Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. 21Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

22Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. 23Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. 24Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
                       Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Gn 3.1-24). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
Título

Génesis 3:1–7. Estos vv. nos proporcionan tanto el registro de la caída histórica del hombre como el prototipo de la tentación. Este pasaje es un perfecto caso para estudiar la tentación, ya que aquí no puede culparse a la herencia o al medio ambiente como causantes del pecado.

Génesis 1–2 narra lo que Dios dijo; pero la serpiente (el diablo, Ap. 20:2) habla ahora. La palabra de Dios trajo vida y orden; la de la serpiente produjo caos y muerte. La verdad es más antigua que la falsedad; la palabra divina vino antes que las mentiras satánicas.

En hebr., Génesis 3:1 se relaciona con 2:25 haciendo un juego de palabras: Adán y Eva estaban “desnudos” (ʿărûmmîm); y la serpiente era astuta (ʿārûm, “taimada”), más que todos. La desnudez representa el hecho de que el hombre y la mujer estaban ajenos a la maldad, porque no sabían en qué consistían sus trampas, mientras que Satanás usó su astucia para aprovecharse de su integridad. Ese aspecto de sagacidad o sutileza no es malo de por sí (de hecho, uno de los propósitos de la Biblia es dar sagacidad al creyente, según Pr. 1:4, donde ʿārmâh se trad. como “sagacidad”). Pero aquí se usó con un propósito malévolo.

El tentador era una serpiente (Satanás con la forma de una víbora), lo cual sugiere que la tentación se presenta disfrazada, inesperadamente, y que a menudo procede de un subordinado (alguien sobre quien se puede ejercer dominio; cf. Gn. 1:28). Asimismo, puede verse un elemento polémico aquí, ya que la serpiente era adorada por los paganos. 

Para ellos, era símbolo de la vida y sin embargo, era la causa de la muerte. La divinidad no se alcanza (según la promesa hecha por Satanás en 3:5) siguiendo las creencias y símbolos paganos, los cuales son el camino a la muerte, no a la vida.

O Eva no conocía muy bien el mandato de Dios o bien no quiso recordarlo. En contraste, Cristo obtuvo la victoria sobre Satanás gracias a su perfecto conocimiento de la palabra de Dios (Mt. 4:4, 7, 10). (V. el cuadro “Tentaciones de Eva y Jesús” en el Apéndice, pág. 305.) Eva se expresó con ligereza acerca de los privilegios que tenían, añadió palabras a la prohibición de Dios y minimizó el castigo—lo cual se aprecia al contrastar sus palabras (Gn. 3:3) con los mandatos originales dados por Dios (Gn. 2:16–17). 

Después de que Satanás escuchó esto, desvergonzadamente negó la pena de muerte que Dios había expresado (3:4). Satanás es mentiroso desde el principio (Jn. 8:44), y esta es su mentira: que uno puede pecar sin tener que sufrir las consecuencias. Pero la muerte es la paga del pecado (Gn. 2:17).

Asimismo, el tentador arrojó dudas sobre el carácter divino, sugiriendo que Dios estaba celoso y trataba de evitar que ellos cumplieran su destino (3:5). Ellos vendrían a ser como Dios cuando comieran—y según Satanás, Dios lo sabía. Así que puso ante ellos la promesa de ser divinos—sabiendo el bien y el mal.

Con esto, el trabajo de Satanás quedó concluido. La mujer fue dejada a solas para que diera rienda suelta a sus deseos naturales y apetitos físicos. La palabra que se trad. codiciable (neḥmāḏ, v. 6) se relaciona con un término que aparece posteriormente en el mandamiento, “No codiciarás” (ṯaḥmōḏ, Éx. 20:17). Lo físicamente práctico (bueno para comer), la belleza estética (agradable a los ojos) y el potencial para alcanzar sabiduría—para “saberlo todo”—son las cosas que empujan a una persona a hacer caso omiso de las prohibiciones una vez que desaparece el temor al castigo.

Por supuesto que los resultados no fueron los que ellos esperaban. La promesa de alcanzar sabiduría nunca se cumplió. Ambos vieron y comieron, pero al hacerlo, se contaminaron. Ya no estaban a gusto uno con el otro (surgió la desconfianza y la separación) ni con Dios (estaban temerosos y escondiéndose de él). Las promesas de Satanás nunca se cumplen. La sabiduría nunca se obtiene desobedeciendo la palabra de Dios. Al contrario, el principio de la sabiduría es el temor de Jehová (Pr. 1:7).

Génesis 3:8–13. El resto de este cap. se puede dividir en tres secciones: (a) la confrontación con Jehová Dios, en la cual los dos pecadores, al escuchar su voz, temieron y se escondieron de la presencia de Jehová … entre los árboles (vv. 8–13); (b) la profecía de Dios en la cual incluye nuevas reglas para la serpiente, la mujer y el hombre (vv. 14–19); y (c) las vestiduras hechas por el Señor como una provisión del nuevo orden de cosas (vv. 20–24).

Los efectos del pecado son el castigo y la provisión. Aunque el hombre y su mujer conservaron la vida, también murieron; donde había placer, ahora había dolor; en contraste con la abundancia, ahora tenían que obtener una magra subsistencia por medio del duro trabajo; en contraste con un compañerismo perfecto, ahora vivían separados y en conflicto.

Las características dominantes del cap. 3—la muerte, el duro trabajo, el sudor, las espinas, el árbol, la lucha y la simiente—posteriormente fueron todas trazadas hasta Cristo. Él es el segundo Adán, que se hizo maldición, quien sudó grandes gotas de sangre cuando agonizaba amargamente, quien llevó la corona de espinas, quien fue colgado de un madero hasta morir y quien fue depositado en el polvo de la tierra.

Génesis 3:14–19. Jehová Dios habló a la serpiente (vv. 14–15), a la mujer (v. 16) y al hombre (vv. 17–19). Las palabras divinas a la serpiente incluyeron (a) el anuncio de que se arrastraría y comería polvo, lo cual sería un recordatorio perpetuo a la humanidad de la tentación y la caída y (b) una profecía acerca del poder que hay detrás de la serpiente. Dios dijo que iba a haber una enemistad permanente entre las fuerzas satánicas y el hombre; entre Satanás y la mujer y entre sus respectivas “simientes”. 

La simiente de la mujer fue Caín, luego toda la humanidad, y por último Cristo y aquellos que colectivamente están en él. La simiente de la serpiente incluye a los demonios y a cualquiera que promueva su reino de tinieblas, aquellos cuyo “padre” es el diablo (Jn. 8:44). Satanás herirá a la humanidad (tú le herirás en el calcañar), pero la simiente, que es Cristo, lo derrotará definitivamente (ésta te herirá en la cabeza).

Después, Dios dijo a la mujer que con dolor daría a luz a sus hijos y que su marido, a quien ella deseaba, se enseñorearía de ella. Debido a que el deseo de Eva probablemente se refiere en este contexto a que ella indujo a Adán a pecar, es mejor trad. este v. como “tu deseo fue para tu marido”. Habiendo ella saltado los límites impuestos por Dios en esto, de ahí en adelante ella sería dominada por él.

Entonces Dios dijo a Adán que experimentaría grandes penas para poder arrancar el sustento de la tierra (3:17–19). (Con dolor es trad. de la misma palabra usada en el v. 16 para referirse a los dolores de parto. Esta palabra aparece sólo tres veces en todo el A.T., en los vv. 16–17 y en 5:29.) Su fin sería la muerte—regresaría a la tierra (ʾădāmâh, lo cual fue una provisión misericordiosa en vista del sufrimiento que experimentaría). 

Además le dijo: al polvo volverás, lo cual haría que se convirtiera en presa de la serpiente nuevamente (cf. 3:14). ¡Ahí terminaron las absurdas pretensiones de alcanzar la divinidad! El hombre puede tratar de ser como Dios, pero en realidad, es polvo.

Estos castigos representan la justicia retributiva. Adán y Eva pecaron al comer del fruto prohibido; por lo tanto, tendrían que sufrir para poder comer. Ella manipuló a su esposo; él se enseñorearía de ella. La serpiente destruyó a la raza humana y ella también será destruida.

Dios hizo también provisiones de misericordia porque la raza humana tiene que morir y no vivir para siempre en ese estado caótico. Y nacerán niños (v. 16) para que la humanidad resista y permanezca. La victoria final vendrá a través de Cristo, la simiente (Gá. 3:16) de la mujer (cf. Gá. 4:4, “nacido de mujer”).

No importa cuánto trate la gente de eliminar el yugo del hombre, el trabajo extenuante, los partos dolorosos y la muerte, estos males continuarán, porque el pecado sigue presente y estos son los frutos del pecado.

Génesis 3:20–24. En estos vv. se pueden apreciar la fe de Adán y la provisión de Dios. El Señor los salvaría para asegurar que no tuvieran que vivir en ese estado de caos para siempre. La fe de Adán se aprecia en el acto de dar el nombre de … Eva (lit., “viviente”) a su mujer. De esta manera, Adán estaba mirando hacia el futuro, y no principalmente a la muerte. La fe de Eva se observa posteriormente (4:1), cuando nombra a su primogénito Caín, porque fue dado por Jehová.

Todos los tratos de Dios con los pecadores pueden ser trazados hasta este acto de desobediencia de Adán y Eva. Sin embargo, Jehová Dios es un Dios que salva, y el hecho de que haya vestido a Adán y a Eva con pieles, da testimonio de ello. Un animal fue sacrificado para hacerles túnicas de pieles, y más tarde, todos los sacrificios animales de Israel serían parte de la provisión divina para remediar la maldición—vida por vida. 

¡El hombre que pecare, morirá! (Ez. 18:20; Ro. 6:23) pero puede vivir si deposita su fe en el Señor, quien ha provisto a un sustituto. La piel con la que Dios vistió a Adán y Eva es un recordatorio perpetuo de la provisión divina. De igual forma, cuando llegó el cumplimiento del tiempo, Dios aceptó el sacrificio de Cristo, y con base en esa expiación, él viste de justicia a los creyentes (Ro. 3:21–26).




concupiscencia 
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