martes, 8 de diciembre de 2015

Todos los ríos van al mar, Y el mar nunca se llena. Al lugar de donde vinieron los ríos, Allí vuelven, para correr de nuevo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Bendiciones que trae la Sabiduría

La contradicción de Eclesiastés.

Más que ningún otro autor bíblico, el Predicador explora ambos aspectos de las bendiciones que promete la sabiduría. Como en el libro de Job, el autor de Eclesiastés lucha por entender experiencias que parecen contradecir las enseñanzas de la sabiduría tradicional. Mientras que Job cuestiona la sabiduría convencional y sus amigos la defienden; el Predicador, sin embargo parece abogar por ambos lados del asunto.

¿De qué manera son distintos los argumentos del Predicador de la mayoría de los disputantes?

El trato de ambos lados de un argumento es una contradicción esencial en este libro. Por una parte, el Predicador concluye que la búsqueda de la sabiduría sólo produce tristeza y sufrimiento (Eclesiastés 1:12–18) y el arduo trabajo es doloroso y no permite el descanso (Eclesiastés 2:17–23). Por otra parte, afirma que la sabiduría “sobrepasa la necedad” (Eclesiastés 2:13), y que “no hay cosa mejor para un hombre… que su alma se alegre en su trabajo” (Eclesiastés 2:24). El autor parece no estar seguro si la búsqueda de sabiduría y al arduo trabajo tiene valor alguno para hacer la vida feliz y significativa.

El autor de Eclesiastés está en conflicto aun acerca de las bendiciones materiales que resultan de seguir las enseñanzas de la sabiduría. “Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia” (Eclesiastés 5:11–12).

La interpretación de Eclesiastés

Cuatro posibles interpretaciones de Eclesiastés.

Tradicionalmente ha sido extremadamente difícil interpretar y aplicar el libro de Eclesiastés. Michael Eaton ha estudiado varias interpretaciones distintas del libro (1983, 36–38), que incluyen las siguientes cuatro.


Interpretación espiritualizada

En primer lugar, los comentaristas judíos y los antiguos intérpretes cristianos usualmente optaron por la interpretación espiritualizada. Por ejemplo, el tárgum (una traducción parafraseada usada por los rabinos en la sinagoga) interpreta Eclesiastés 9:7 como una referencia a la recompensa de los justos por la caridad que dan a los pobres. El tárgum parafrasea el versículo de la siguiente manera:

  Salomón dijo por el espíritu de la profecía delante de Jehová: “El Señor del mundo dirá a los justos del mundo uno por uno, Anda y prueba con gozo el pan que se te ha dado a cuenta del pan que tú le has dado al pobre y al desafortunado que estaban hambrientos, y bebe con buen corazón tu vino, que está oculto para ti en el huerto del Edén, por el vino que tú has mezclado para el pobre y necesitado que estaban sedientos, porque tu buena obra ya ha sido agradable ante Jehová.”

Eclesiastés como un debate

Una segunda posible interpretación es entender el libro como un diálogo entre dos personas con puntos de vista opuestos. Conforme a esta interpretación, el libro toma la forma de debate entre dos sabios o entre un maestro y su pupilo. Michael V. Fox ve en Eclesiastés un desafío directo a la sabiduría convencional usando el estilo “Sí, pero” (Fox 1989, 19–28). Sin embargo, Fox no explica por qué un desafío como este sería incluido en el canon.


Propósito evangelístico

Una tercera sugerencia es que el pesimismo del Predicador tiene un propósito evangelístico. Cuando habla a personas que buscan los beneficios terrenales, el Predicador pregunta: “¿Cómo sería su vida si tuviera todo lo que el mundo ofrece?” El claro mensaje es la vanidad y falta de significado de las riquezas del mundo. En el siglo cuarto, Jerónimo escribió un comentario de Eclesiastés con el exclusivo propósito de convencer a una mujer romana rica que cambiara los placeres que el mundo ofrecía por la vida monástica. 

En una variación de este tema, el maestro de la Biblia Charles Swindoll (1985) ha sugerido que Eclesiastés es el diario de un hombre exitoso. Esto es, que el autor de Eclesiastés estaba en la posición de probar todas las buenas cosas de la vida, pero concluyó que todo era “vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 1:14). El descubrimiento del autor no fue que estas cosas eran malas o no provenían de Dios o que no producían placer, sino que no daban verdadero significado a la vida.

Generalmente los cristianos conservadores interpretan Eclesiastés de manera evangelística. Por su exploración de la sabiduría humana y de lo que brinda placer en la vida y un sentido de propósito, el autor concluyó que nada en este mundo tenía significado frente a la eternidad. La muerte limita todas las búsquedas terrenales. Ralph Wardlaw mantiene que Eclesiastés señala a la Cruz en anticipación de lo que trasciende esta vida presente. Conforme a esta perspectiva, el autor no es un escéptico sino alguien que comienza desde el punto de vista del mundo para señalar hacia algo de mayor significado.


Las limitaciones del razonamiento humano

¿Con cuál interpretación de Eclesiastés está de acuerdo usted?

La cuarta idea es que el libro presenta las limitaciones del razonamiento humano. Por ejemplo, la Biblia de Estudio Scofield introduce el libro de Eclesiastés declarando:

  Eclesiastés es el libro del hombre “bajo el sol” que piensa acerca de la vida. La filosofía que presenta, que no reclama ser revelación, pero que la inspiración registró para nuestra instrucción, nos muestra la cosmovisón de uno de los hombres más sabios quien sabe que hay un Dios santo y que juzgará todas las cosas.

Según esta perspectiva, el valor del libro es que muestra que nuestro entendimiento es limitado, por lo que somos llamados a confiar y a obedecer a Dios por la fe, aun cuando parezca que no está obrando en nuestra vida. La frase bajo del sol se refiere a la perspectiva puramente humana de la verdad. Sin embargo, aunque el libro sí nos habla de los límites que pone la muerte en nuestro entendimiento, el autor, en vez de promover la fe ciega, continúa buscando el significado de la vida.

Una de las preguntas fundamentales que plantea Eclesiastés es: “¿Qué función tienen la experiencia y la observación del mundo a nuestro alrededor en la formación de nuestra fe?” Sin que importe como finalmente entendamos esta tensión interna en Eclesiastés, podemos concluir que la vida bendecida es mucho más que simplemente aplicar la tradición sapiencial como si fuera una fórmula mágica. También, mientras el Predicador explora la aparente contradicción entre la fe y la experiencia, es importante notar que no compromete su fe ni está dispuesto a no ser sincero acerca de lo que observa a su alrededor. Quizá el aspecto más desafiante de Eclesiastés es que el autor no está dispuesto a darnos claras y simples respuestas.


¿Pesimista o Predicador de gozo?

Analizar el principio de buscar el gozo en la vida aunque todo parezca ser vanidad.

J. Stafford Wright sugirió que la clave para entender Eclesiastés es observar la introducción y la conclusión (1946, 18–34). Eclesiastés comienza declarando que todo es vanidad. Concluye diciendo: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13). Además, hay varias afirmaciones que se repiten en varias partes del libro. Wright identifica dos de estas: Todo lo que se persigue en la vida es “vanidad”, y “No hay cosa mejor que el hombre coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo” (Eclesiastés 2:24; 3:12–13; 3:22; 5:18–19; 8:15; 9:7–9).

Si todo en la vida es vanidad, ¿por qué nos dice el Predicador que lo disfrutemos? Wright arguye que la búsqueda de las cosas del mundo no revela el plan escondido de Dios ni explica el significado de la vida. Ese misterio se encuentra en Dios. Sin embargo, son dones de Dios, y por tanto, deben ser disfrutados.

¿Cómo equilibra el Predicador la futilidad de la vida con el gozo en la vida?

R. N. Whybray señala que Eclesiastés no es un libro totalmente negativo. Al final del discurso en cuanto a la falta de significado de la vida hay siete exhortaciones a disfrutar la vida (Eclesiastés 2:24; 3:12; 3:22; 5:17; 8:15; 9:7–9; 11:7–12:1). Aun más, el llamado al gozo es más elaborado y exigente a medida que transcurre el libro (1982, 87–98). El primer llamado al gozo es un simple mandato: “No hay cosa mejor que el hombre coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo” (2:24). La expresión final y más elaborada pone en claro que, a pesar de que la vida está llena de vanidad, debemos gozarnos en las bendiciones de Dios:

  Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol; pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad (Eclesisastés 11:7–8, 10).

Aunque el Predicador está frustrado por su incapacidad de ver más allá de la muerte, la que limita los esfuerzos “bajo el sol”, la creación de Dios aún tiene mucho bueno que disfrutar.
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