sábado, 17 de septiembre de 2016

Estad preparados, porque el Hijo del Hombre viene a la hora que no pensáis. Vendrá tu señor en día que no aguardes y a la hora que no conoces, y te castigará severamente, y te señalará tu parte con los hipócritas si es que no lo aguardas preparado. Allí será el llanto y el crujido de los dientes.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





ALIMENTO PARA LAS OVEJITAS HAMBRIENTAS
La venida del Hijo del Hombre
Mateo 24:29-51

29      E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol será oscurecido y la luna no           dará su resplandor; las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas:
30      Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y todas las tribus de la tierra se                 lamentarán entonces, y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y               gran gloria.
31      Y enviará a sus ángeles con gran trompeta, y reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, de             un extremo al otro extremo de los cielos.
32      Así que, de la higuera aprended la parábola: Cuando su rama ya se pone tierna y brotan las                   hojas, sabéis que el verano está cerca.
33      Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
34      De cierto os digo: De ningún modo pasará este linaje hasta que sucedan todas estas cosas.
35      El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
36      Pero acerca de aquél día y hora, nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el             Padre.
37      Pero como los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre;
38      porque como en aquellos días antes del diluvio, estaban comiendo y bebiendo, casándose y                 dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
39      y no se dieron cuenta hasta que el diluvio llegó y se los llevó a todos, así también será la venida           del Hijo del Hombre.
40      Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro será dejado.
41      Dos mujeres estarán moliendo en el molino: una será tomada y la otra será dejada.
42      ¡Velad, pues, porque no sabéis en cuál día viene vuestro Señor!
43      Pero sabed esto: Si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche vendría el ladrón,           velaría y no permitiría que se horadara su casa.
44      Por esto, vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre viene a la hora que no           pensáis.
45      ¿Quién es pues el siervo fiel y prudente, al cual el señor puso sobre su servidumbre, para que               les dé el alimento a tiempo?
46      ¡Bienaventurado el siervo aquel que, cuando llegue su señor, lo halle haciendo así!
47      De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes.
48      Pero si aquel siervo malo dijera en su corazón: Mi señor tarda,
49      y comenzara a golpear a sus consiervos, y comiera y bebiera con los que se emborrachan,
50      vendrá el señor de aquel siervo en día que no aguarda y a la hora que no conoce,
51      y lo castigará severamente, y le señalará su parte con los hipócritas. Allí será el llanto y el                   crujido de los dientes.

LA SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR JESUCRISTO


CONTENIDO 
  1. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
  2. 2 LOS JUICIOS RELACIONADOS CON LA SEGUNDA VENIDA DE    CRISTO 
  3. 3 ESCUELAS DE INTERPRETACIÓN CON RELACIÓN A LA 2ª          VENIDA DE CRISTO Y EL MILENIO
  4. 4 LAS DOS RESURRECCIONES

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

(Mt. 24:29-51; Ap. 19:11-21)
Inmediatamente después de la tribulación ocurrirán señales cósmicas que precederán a la 2ª venida de Cristo y darán una clara advertencia de su inmediato regreso. El retorno de Cristo a la tierra con poder y gran gloria no tomará por sorpresa a ningún creyente de fa tribulación que presta atención a la Palabra de Dios y observa las señales relacionadas con el sol, la luna y las estrellas y el sacudimiento de los poderes del cielo (Is. 13:6-13).
En la Biblia, la frase “la venida del Hijo del Hombre” tiene una doble referencia:
La primera es la etapa dé su regreso en un momento desconocido e inesperado, el cual es el arrebatamiento de la iglesia. Viene por su iglesia.
La segunda etapa de su venida después de la tribulación, se refiere cuando Él destruirá a los malos y reunirá a todos los justos en su reino (Ap.19:11; 20:4). Viene con su iglesia.

La segunda venida de Cristo será una manifestación, completa y visible del Hijo de Dios a la tierra, por lo que no debe confundirse con la venida por su iglesia en las nubes, la cual será inesperadamente, cuando menos lo esperemos, como ladrón en la noche.
Con oposición por el Norte y por el Oriente (Dn. 11:44-45), el Anticristo hará marchar a sus ejércitos hacia Israel. Espíritus malignos reunirán a las naciones para pelear una batalla final en las llanuras de Meguido (Ap. 16:12-15). Esta batalla de Armagedón llegará hasta Jerusalén, y los judíos que allí vivan sufrirán horriblemente (Zac.14:1-2).
De pronto, cuando parezca que ya no hay esperanza, cambiará el panorama. Nuestro Señor Jesucristo aparecerá con toda su gloria y descenderá al monte de los Olivos. Cuando sus pies toquen el monte, este se partirá por el medio formando un gran valle (Zac. 14:3-5).
Los judíos recibirán una fortaleza sobrehumana para luchar contra los enemigos del Señor. Dios enviará una plaga a los soldados enemigos y a sus bestias de carga y tropas extranjeras serán presa de pánico, lo que hará que se ataquen mutuamente (Zac. 14:12-15).
La venida de Cristo el Mesías es el anhelo y esperanza central de todo el Antiguo Testamento. Significa la restauración de Israel, esposa repudiada por su infidelidad, a una posición de gloria prometida a ella incondicionalmente en el pacto Abrahámico y los demás pactos subsiguientes.
Esta segunda venida fue el evento pospuesto por Dios cuando Israel rechazó a Cristo en su primera venida Desde la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, la iglesia de Cristo ocupa el lugar principal en los propósitos de Dios.
Las promesas hechas a Abraham y a los profetas son seguras y en Ap. 19 y 20 se ve su cumplimiento. Dios es fiel y su Palabra siempre se cumple.
La iglesia vendrá con Cristo y reinará con Él en el Milenio, Israel, una nación de redimidos, junio con la multitud de gentiles redimidos, estarán en la tierra gozando de las bendiciones de un reino perfecto de justicia y paz bajo la mano de Cristo. Mezclar los programas para Israel y la Iglesia solo trae confusión e interpretaciones erróneas. La distinción entre estas dos entidades hace que la Biblia, y especialmente la profecía, sea plenamente comprensible.
Ap.19:11-21 trata de los acontecimientos directamente relacionados con la Segunda venida de Cristo a la tierra. Primeramente el Mesías destruirá a la bestia, sus seguidores y el falso profeta y posteriormente se ocupará de Satanás. Según Hch. 1:11, Cristo volverá a la tierra en cumplimiento de las profecías del A. T. (Zac. 14: 3-4).
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO en gloria, como guerrero divino es en forma triunfante al frente de sus ejércitos Cabalga en un caballo blanco como símbolo de victoria. Diferente del que aparece en Ap. 6:2. Sus ojos son como llama de fuego, mostrando que viene a juzgar a las naciones y a luchar contra el mal.
Su ropa teñida en sangre muestra la rotunda victoria sobre sus enemigos. Esa sangre no es la derramada en la cruz del calvario, ni la de los mártires, sino que la sangre de los enemigos .derrotados en la batalla de Armagedón, cuando pisa el lagar de la ira de Dios (Is. 63:1-6). Los ejércitos que regresan con Cristo incluyen a todos los santos redimidos y también los ejércitos celestiales. Esto lo confirma su vestido blanco (17:14).
La Segunda Venida de Cristo será visible: La Escritura establece que el 2º.  advenimiento será una manifestación completa y visible del Hijo de Dios a la tierra (Hech. 1:11; Ap. 1:7; Mt. 24:30). Así como el Hijo fue públicamente rechazado y repudiado, Él será públicamente presentado por Dios en el segundo advenimiento.
El viene como Rey a tomar posesión de su reino y a regir a las naciones con vara de hierro, es decir, fuerte e inflexible en su misión de juicio.
Regir con vara de hierro significa destruir en vez de gobernar de una manera firme. Las naciones que han hecho alianza con el Anticristo para hacer guerra contra el Mesías serán destruidas con vara de hierro del Guerrero divino.
Hay un contraste entre la situación de los redimidos y la de los impíos. Mientras los redimidos se dispongan a disfrutar de la cena de las bodas del Cordero los inicuos serán el plato principal de las aves del cielo que serán convocadas a la “gran cena de Dios”. (Ez.39:12: Dn.12:12).
La destrucción de los enemigos de Dios será tan grande que requerirá una multitud de aves para limpiar el campo de batalla. Esto se llama LA GRAN CENA DE DIOS, porque Dios proporcionará el alimento para las aves de rapiña.
La gran cena de Dios es distinta a la cena de las Bodas del Cordero.
El Anticristo es el líder de los ejércitos que luchan contra Cristo. Pero serán derrotados de manera aplastante. El juicio de Dios incluye a¡ mundo entero, además de los ejércitos reunidos (Jer. 25:29-33).
El Anticristo y el Falso profeta serán lanzados vivos al lago de fuego; Esto significa que dichos individuos son capturados por el Señor en la misma escena de la batalla y lanzados en el lago de fuego.
Dios destruye a todos los malvados de toda la tierra. Ninguna persona que no sea salva quedará. Nadie injusto entrará en el Milenio.

LOS JUICIOS RELACIONADOS CON LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO 

¿Qué pasará con los que sobrevivan hasta el final de la tribulación?
El Señor Jesucristo ejecutará dos juicios al final de la tribulación en su 2ª Venida, antes del Milenio:
1°) EL JUICIO DE DÍOS CONTRA LA NACIÓN DE ISRAEL
Este juicio será para juzgar a los judíos que sobrevivan aquellos terribles días. A la nación de Israel le fue permitido mediante los pactos, un reino donde el Mesías el Hijo de David, reinaría. Pero antes de eso, cuando Él regrese a la tierra, tiene que haber un juicio contra Israel para determinar quiénes son los que entrarán al reino; ya que “no todos los descendientes de Israel son israelitas” (Rom. 9:6).
El profeta Ezequiel describe al Señor como un pastor de pie a la puerta de un aprisco. Los judíos que lo hayan aceptado, serán recibidos en su reino; los que lo hayan rechazado no serán recibidos (Ez. 20:33-44). Este juicio está en Mt. 24:31 al 25:1-30.
2°) EL JUICIO DE LAS NACIONES
Se ejecutará otro Juicio similar para los gentiles que sobrevivan la tribulación. Este juicio sucede inmediatamente después del juicio contra Israel. Los individuos sometidos a este juicio son los gentiles vivos de la tribulación, quienes serán juzgados con base a la aceptación o rechazo del mensaje del Evangelio del reino. Una vez más se usa la metáfora del pastor para describir a Cristo. Se muestra separando las ovejas de los cabritos (Mt.25:31-46). Los creyentes en Cristo (las ovejas) podrán disfrutar del reino milenario; los incrédulos (los cabritos) morirán y esperarán el juicio del Gran Trono Blanco (Ap. 20:11-15).

ESCUELAS DE INTERPRETACIÓN CON RELACIÓN A LA 2ª VENIDA DE CRISTO Y EL MILENIO

La interpretación Premilenarista:
Sostiene que la 2ª venida de Cristo es antes del milenio, es decir que el reino será el resultado de la venida en gloria de Cristo, quien derrotará a sus enemigos y neutralizará a Satanás completamente durante los mencionados mil años literales. El premilenarismo fue asumido por ¡a gran mayoría de los llamados padres apostólicos como: Bernabé, Justino Mártir, Ireneo, Papías, Tertuliano, etc. durante los primeros dos siglos de la historia de la iglesia.
Los intérpretes premilenaristas se dividen en dos grupos:
  1. Los premilenaristas históricos: Ellos unen la iglesia con Israel.
  2. Los premilenaristas dispensacionalistas: Hacen una distinción entre Israel y la Iglesia y aplican una hermenéutica normal o literal en la interpretación de las profecías. (A esta Escuela de interpretación pertenecemos nosotros los bautistas).
La interpretación postmilenarista:
Sostiene que la segunda venida de Cristo es después del Milenio. Es decir, que el reino será el resultado de la evangelización del mundo por la iglesia. Sostiene que los mil años es un número simbólico, un periodo de tiempo largo e indefinido.
La interpretación amilenarista:
Sostiene que el Milenio es el periodo entre la 1ª y 2ª venida de Cristo, es decir que la era presente es el Milenio, que la iglesia es el reino prometido en el Antiguo Testamento, que Satanás está atado y que los mil años es un período de tiempo no literal. Las bases del amilenarismo se encuentran en el sistema de interpretación diseñado por Orígenes, discípulo de Clemente de Alejandría, quienes adoptaran el sistema alegórico de interpretación. Uno de los hombres influidos por el alegorismo fue San Agustín, un defensor del amilenarismo. Sus ideas fueron adoptadas por la iglesia Católica Romana.

LAS DOS RESURRECCIONES

La Biblia habla de dos resurrecciones (Jn 5:28-29; Dn, 12:2; Ap. 20: 5-6):
La primera resurrección es para vida y suceda en tres fases:
  1. La resurrección de Cristo (las primicias) (1 Co. 15:23)
  2. La resurrección de los santos de la Iglesia en el Arrebatamiento (1a Tes. 4:16)
  3. La resurrección de los santos de la tribulación, junto con los santos del Antiguo Testamento en la Segunda Venida de Cristo a la tierra. (Ap. 20:3-5; Dn.12: 2; Sal. 50:1-6; ís.26:19)
La segunda resurrección es para condenación:
Es la resurrección de los incrédulos de todas la edades al final del Milenio (Ap. 20:5,11-14).
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miércoles, 14 de septiembre de 2016

El Padre nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




No tenemos lucha contra sangre ni carne

La guerra espiritual
No cayeron bombas, no se dispararon salvas ni murió nadie. Sin embargo, hubo gran violencia. La tierra tembló, las puertas de la prisión se abrieron, los guardias fueron sometidos y, en efecto, hubo una batalla. Pero, aunque hubo resultados físicos, esta no fue una lucha de un hombre contra otro en un enfrentamiento corporal. Esta fue una batalla espiritual que se inició con la oración.

Comenzó cuando dos misioneros predicaban el evangelio y confrontaron de manera directa a una mujer endemoniada. Procedieron a ordenar en nombre de Jesús que el espíritu la dejara y el demonio huyó. Pero, como sucede en la mayoría de las batallas, hay pocas victorias decisivas de inmediato. Sobrevinieron contraataques satánicos que suscitaron disturbios callejeros por lo ocurrido y los misioneros fueron encarcelados.

A partir de eso siguió la lucha encarnizada, por lo que estos dos hombres se propusieron continuarla por medio de la oración y la alabanza a Dios. Al poco tiempo las cadenas que los tenían amarrados y las puertas que les cerraban el paso se abrieron por efecto de un poderoso terremoto. Esta respuesta a la oración no fue el final de la batalla. Esto hizo posible que se hablara del evangelio al carcelero, y su familia en pleno recibió la salvación esa noche.

Este ejemplo poderoso de guerra espiritual está registrado en Hechos 16.16–34. Deténgase ahora y lea todo el pasaje. Luego repase lo anterior y compruebe cómo se ajusta cada frase. A continuación use el texto para responder a estas preguntas:
¿Qué clase de libertad recibió: 
(a) la esclava, 
(b) Pablo y Silas, y 
(c) el carcelero gracias a la lucha espiritual?
¿De qué manera esta batalla le abrió las puertas a cada una de estas personas?
¿Puede suponer que el encarcelamiento de Pablo y Silas podría ser una venganza del espíritu inmundo que habían echado, igual que la actitud vengativa de comerciantes inescrupulosos? ¿Qué lección podemos aprender a la luz de esto?
¿Qué respuesta tuvieron Pablo y Silas en su situación? ¿Qué herramientas usaron para la batalla?
    Cosas en qué reflexionar
¿De qué manera lo afectan las historias bíblicas como esta? ¿Se sorprende a sí mismo pensando que ese episodio es algo que se adapta a otra época y lugar? Piense en esto un momento.
Con frecuencia resulta muy fácil observar los grandes milagros que Dios ha hecho como pensar que son cosas que nunca habrán de pasar aquí y ahora. No es que pensemos que Dios no pueda hacer estas cosas hoy, ni siquiera que creamos que no las hará. Simplemente parece que nos cuesta imaginar que puedan suceder y que nosotros tengamos un papel clave en la situación.
¿En qué situaciones le gustaría ver que Dios haga cosas poderosas y transformadoras? Sea realista con el clamor de su corazón, el deseo de una visitación de la gracia de Dios. Al menos, no titubee mientras escribe detalladamente cuál es esa «visión» por la que ora, la que Él ha puesto en su corazón.
La naturaleza de nuestra lucha
La guerra es incesante, se desarrolla siempre a nuestro alrededor, aunque no podamos verla ni estar conscientes de ella. ¿Alguna vez leyó pasajes de las Escrituras como el que acabamos de leer y se ha preguntado si se trata realmente de una batalla espiritual? En muchas partes de la Biblia vemos ejemplos de ella, pero como el pasaje no dice: «Esta es una batalla espiritual», muchos no entienden lo que está aconteciendo en el reino invisible.

Para comprender la guerra espiritual pensemos primero qué es la guerra. Dicho en términos sencillos, es el conflicto que ocurre cuando una parte intenta obtener por la fuerza algo que la otra no quiere conceder voluntariamente, o cuando ambas partes desean poseer algo que no pueden compartir.

La guerra espiritual es la batalla continua entre los ejércitos de Dios y las fuerzas del diablo. 

No es poesía ni juego; es algo real, sus estragos se producen en las almas de seres humanos dotados de libre albedrío. Si se tratara simplemente de una cuestión de poder, el Dios Todopoderoso podría dominar al príncipe de las tinieblas en un momento. Pero debido a que el desequilibrio de la lucha depende de la voluntad humana—de aceptar o rechazar el gobierno divino; de creer o rechazar la gracia divina—, la lucha por las mentes y los cuerpos continúa. 

El adversario, que odia todo lo que se parezca remotamente a la imagen de Dios, odia al hombre e intenta controlarlo.

Los siguientes pasajes de la Biblia nos enseñan a cómo ser soldados efectivos en el ejército de Dios. Al leerlos, use las preguntas para obtener una mejor comprensión de la naturaleza de esta guerra.

Lucas 11.2 : Según las palabras de Jesús, el objetivo de nuestra lucha es el dominio de la voluntad de uno de los poderes sobre el otro. Defina qué significa esto en base al versículo.
Mateo 16.18–19: ¿De qué manera describe Jesús el objetivo tanto en términos positivos como negativos? («Puertas» se refiere al antiguo asiento de los consejos militares.)
Lucas 12.31; Colosenses 1.13: Describa los dos reinos en combate.
Mateo 6.13: ¿Qué conocida oración expresa nuestra seguridad de obtener la victoria? Ilustraciones de esto: analice a Pedro (Lc 22.31) y a Pablo (2 Co 12.7–9), y describa las situaciones en las que fueron «librados» y obtuvieron la victoria.
Preparados para la batalla
La realidad de la lucha espiritual nos insta a aprender cuán sabio es tener una preparación apropiada. El pasaje que se indica más adelante contiene la instrucción clásica y completa para prepararnos para una batalla espiritual, la lucha en las «regiones celestes»; esto es, «el reino invisible de los conflictos espirituales» que siempre nos rodea.
Efesios 6.10–18
¿Cuáles son las órdenes a seguir cuando se acerca la batalla? (vv. 10–11)
¿Cuál es la naturaleza de su opositor y qué descripción tenemos de sus tropas? (y. 12)
¿Por qué debe usar la armadura de Dios, y qué promesa contiene esta orden? (y. 13)
¿Cuál debe ser su posición permanente en la batalla? ¿De qué manera podría lograrse? Use sus propias palabras. (y. 14a)
¿En qué sentido depende la armadura de que viva sujeto a lo que Dios provee, más que de sus propios esfuerzos? (y. 14b)
     De un vistazo
Observemos de manera cuidadosa la «armadura de Dios». 

A continuación hay seis de las palabras clave que describen la significación espiritual de esta armadura que debe usarse durante una batalla invisible, aunque mortalmente real. 

En primer lugar, lea las descripciones completas y la siguiente sección «Riqueza literaria». Luego, tome la idea clave de cada parte y transfórmela en una aplicación a la conducta; es decir, si se va a poner esta armadura, ¿de qué manera va a afectar su estilo de vida y sus hábitos de oración? Utilice el espacio señalado como «Aplicación a la conducta» que sigue a cada parte del equipo que analizamos, y describa su previsible respuesta a cada versículo al ir preparándose para la batalla.
La armadura del ejército de Dios
EQUIPO
VERSÍCULO
NOTAS SOBRE SU USO
TODA LA ARMADURA
Ef 6.13
Esta armadura está preparada para que usted pueda resistir todos los embates del adversario. Asegúrese de usar la armadura completa, ya que si lo hace parcialmente, será vulnerable a los ataques (Lc 12.1–5). Jesús nos advierte sobre esa clase de insensatez e hipocresía, cuando aclara que ella nos llevará al desastre (Mt 7.26–27).
LA VERDAD
Ef 6.14
La verdad es lo que mantiene la armadura en su lugar. Si no se tiene un dominio firme de la verdad, su armadura tendrá áreas desprotegidas que presentarán un blanco fácil para que el enemigo ataque. Estudie cuidadosamente la Palabra de Dios (2 Ti 2.15) y preste atención a la sana enseñanza de líderes piadosos (Hch 2.42) para estar lleno de la verdad y, de ese modo, preparado para la batalla.
Aplicación a la conducta:
JUSTICIA
Ef 6.14
«Vestidos con la coraza de justicia», es decir, la armadura del cuerpo que protege sus partes vitales. También se la menciona como la coraza de fe y amor (1 Ts 5.8), significando así que en el Reino de Dios, el cumplimiento de toda la Ley (y por lo tanto la justificación) es el amor (Mt 22.37–40); y que la entrada en el Reino es sólo por la fe que obra justicia (Ro 10.4–10).
Aplicación a la conducta:
EVANGELIO DE LA PAZ
Ef 6.15
El evangelio de la paz—el mensaje de salvación por medio de Jesucristo, que trae la paz con Dios (Ro 5.1–5)—es el calzado del guerrero. «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Ro 10.15). Nada puede darle a sus pies más firmeza que depender plenamente del terreno inconmovible e inmutable del evangelio (Ap 14.6).
Aplicación a la conducta:
FE
Ef 6.16
El constante ataque del enemigo tratará de desalentarlo y desmoralizarlo. Pero el escudo de la fe le proporcionará protección contra dichos ataques «apagando», es decir, tragándose la potencia de fuego del enemigo. Recuerde que no debe nunca basar su fe en sus propias fuerzas, lo cual es necedad, sino que su escudo de la fe debe estar en Dios y en su poder para vencer al enemigo (Pr 3.5–8).
Aplicación a la conducta:
SALVACIÓN
Ef 6.16
La salvación es el yelmo que protege su cabeza. Esto nos muestra que la salvación de Dios no es sólo la aceptación de la muerte y resurrección de Jesús para el perdón, sino que se refiere también al proceso redentor total, que incluye la renovación de nuestras mentes (Ro 12.1–2). Esto se encuentra por medio del compromiso vital de caminar diariamente con el Señor.
Aplicación a la conducta:
PALABRA DE DIOS
Ef 6.17
Su arma principal es la más filosa de las hojas, cuyo filo no puede ser desgastado por el tiempo ni por el uso (Heb 4.12). Empuñar esta poderosa espada no sólo derrota al enemigo sino que además fortalece y dirige al guerrero (Sal 119.105). Debemos envainar nuestras espadas, guardándolas dentro de nuestros corazones a fin de impedir que el enemigo nos haga cautivos (Sal 119.11).
Aplicación a la conducta:
     Riqueza literaria
(Para analizarse antes de comenzar la «Aplicación a la conducta» de cada una de las partes de la armadura. Capte la riqueza del significado de cada palabra, en tanto se aplica a la idea de que cada cual se «arme».)
Evangelio, euangeion. Compare «evangelio», «evangelizar», «evangelístico». En la antigua Grecia, euangelion designaba la recompensa que se daba por entregar algún mensaje o buenas noticias. Más tarde, llegó a significar las mismas buenas noticias. En el NT, esta palabra incluye, por un lado, la promesa de salvación y, por el otro, su cumplimiento gracias a la vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo Jesús. Euangelion designa también los primeros cuatro libros del NT: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.1
Fe, pistis. Convicción, confianza, creencia, dependencia, integridad y persuasión. En el marco del NT, pistis es el principio divinamente implantado de confianza interior, seguridad y dependencia en Dios y en todo lo que Él dice. La palabra, algunas veces, indica el objeto o el contenido de la creencia (Hch 6.7; 14.22; GI 1.23).2
Paz, eirene. Un estado de reposo, quietud y calma; una ausencia de lucha; tranquilidad. El término generalmente de-nota un bienestar perfecto. Eirene incluye relaciones armoniosas entre Dios y los seres humanos, entre las personas, naciones y familias. Jesús, como el Príncipe de Paz, da paz a aquellos que [viven sujetos a su señorío].3
Justicia, dikaiosune. Justo, la cualidad de actuar correctamente. La palabra sugiere conformidad con la voluntad revelada de Dios en todos aspectos. Dikaiosune posee ambos sentidos: judicial y benévolo. Dios declara justo al creyente, en el sentido de absolverlo, y le dispensa justicia (2 Co 5.21).4
Verdad, alethuo. Derivada del negativo a, y Ianthano, «estar escondido», «oculto». Compare «latente», «letargo», «letal». Aletheia es lo opuesto de ficticio, fingido o falso; denota veracidad, realidad, sinceridad, exactitud, integridad, formalidad y propiedad.5Esta palabra se usa, sobre todo, respecto a doctrinas o enseñanzas.
Salvación, soterion. Rescate, liberación, seguridad, entrega, salida, preservación; vocablo que designa universal-mente la salvación cristiana[…] Soterion se usa solamente cinco veces [en el NT. En la mayoría de los casos se usa soteria, que es la forma más común]. Es una palabra del todo inclusiva que significa perdón, sanidad, prosperidad, libertad, seguridad, rescate, liberación y restauración. La salvación de Cristo abarca el ser humano en su totalidad: espíritu, alma y cuerpo.6
     Fe viva
Al ver la armadura que Dios proporciona, ¿qué seguridad siente cuando se encamina a la batalla?
¿Qué ha aprendido acerca de esta armadura que lo ayudará a usarla con mayor eficacia?
¿Qué parte de la armadura es la que más le llama la atención?
¿Qué cree que la destaca entre las demás?
¿Qué partes de la armadura de Dios son con las que se siente más seguro al usarlas? ¿Con cuáles se siente menos seguro? ¿Por qué cree que sucede esto?
Únase a la lucha
¿Cuántas veces hemos visto esas viejas películas de guerra en las que un joven soldado, que acaba de terminar su preparación, anhela entusiasmado el momento en que podrá entrar en combate? A ningún verdadero soldado jamás le gusta esperar, porque eso pone el momento de la decisión estratégica en manos del enemigo. Iniciar la ofensiva proporciona ciertos elementos de control.

Comprendemos, naturalmente, que lo decisivo en esta batalla espiritual no está bajo nuestro control, sino en el del Señor. Sin embargo, después de una preparación básica, nos sentiremos como esos soldados entusiastas que apenas pueden esperar el momento de intervenir en el combate espiritual. Este deseo no nace del corazón de alguien que está buscando la oportunidad de destruir a otros, sino del que sabe que en realidad puede hacer algo para cambiar el resultado eterno de la batalla por las almas humanas. Por medio del poder de la oración (Ef 6.18), cuando estamos equipados con recursos espirituales (2 Co 10.3–5; Ef 6.12–17), se nos da todo el armamento potencial que jamás hemos de necesitar. También se nos da la garantía de la victoria final (Mt 16.18), avalada por la resurrección de Cristo de entre los muertos (Ap 1.18).

Con esta seguridad—de que Dios es «por nosotros», que está de nuestro lado (Ro 8.31)—, estamos listos para anticipar la batalla; pero, ¿cómo comenzamos? La guerra se desarrolla en forma continua a nuestro alrededor; ¿de qué manera nos unimos a ella? Estudie los pasajes de las Escrituras dados a continuación para encontrar la respuesta.
¿Qué nos dice que hagamos Efesios 6.18?
¿De qué manera debemos buscar el Reino de Dios según nos muestra Jesús en Lucas 11.2?
¿Cuál es el incienso que anuncia el establecimiento del Reino de Dios con poder? (Ap 5.8; 8.3–4)
Después de leer estos pasajes, ¿cuál diría que es el primer paso para unirnos a la batalla? (Recuerde 1 Ti 2.1–8.)
Hemos descubierto que la oración es la acción de ataque, la incorporación a la batalla. ¿Cuáles deben ser las fronteras de nuestras oraciones? Un caso de estudio: La oración de Pablo para el fortalecimiento de los efesios (Ef 3.14–21) cuando se preparaban para la batalla (6.10–18).
     Fe viva
Ahora que ha completado esta introducción a la guerra espiritual, dedique un momento para anotar sus pensamientos.
¿Qué cosas básicas tiene en mente acerca de esta lucha?
¿Es algo nuevo para usted considerarse como un soldado? ¿Cómo lo hace sentirse?
¿Descubre que es un soldado entusiasta o renuente? ¿Qué haría para lograr mayor confianza y una actitud más positiva al emprender la lucha?
¿Piensa que hay algunas áreas en su vida que no se verán involucradas en esta lucha? ¿Por qué?
¿Hay interrogantes que esta lección le haya traído a la mente? Anótelos para que pueda volver a ellos a medida que encuentre las respuestas más adelante en este estudio.
Para concluir: Transcriba estos versículos para confiar firmemente en que iSi ingresa al servicio del Señor, vencerá!
Romanos 8.37–39
2 Corintios 2.14
1 Juan 4.4

1 «Riqueza literaria: 1.1 evangelio», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1246.
2 «Riqueza literaria: 11.22 fe», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1267.
3 «Riqueza literaria: 1.79 paz», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, p. 1285.
4 "«Riqueza literaria: 4.8 justicia», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1607.
5 «Riqueza literaria: 4.24 verdad», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1347.
6 «Riqueza literaria: 28.28 salvación», Biblia Plenitud, Editorial Caribe, Miami, FL, 1994, p. 1441.
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lunes, 12 de septiembre de 2016

Habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




PASTOS FRESCOS PARA LA CONGREGACIÓN: OVEJITAS DEL SEÑOR

Exhortación a una vida santa
1 Pedro 1:13-21
13 Por eso, con la mente preparada para actuar  y siendo sobrios, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que os es traída en la revelación de Jesucristo. 

14 Como hijos obedientes, no os conforméis a las pasiones que antes teníais, estando en vuestra ignorancia. 

15 Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra manera de vivir, 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 

17 Y si invocáis como Padre a aquel que juzga según la obra de cada uno sin hacer distinción de personas, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación. 

18 Tened presente que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 

20 El, a la verdad, fue destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por causa de vosotros. 

21 Por medio de él creéis en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y le ha dado gloria; de modo que vuestra fe y esperanza estén en Dios. 

cinco incentivos espirituales que nos anima

Manteniéndose Limpio en un Mundo Contaminado                    1 Pedro 1:13–21

En la primera sección de este capítulo Pedro recalcó la idea de andar en esperanza; pero ahora su énfasis es andar en santidad. Las dos cosas van juntas, porque “todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3).
El significado de raíz de la palabra que se traduce “santo” es diferente. Una persona santa no es una persona estrafalaria, sino una persona diferente. Su vida tiene una calidad que indica que es diferente. Su forma de vida presente no sólo es diferente de su manera pasada de vida, sino que es diferente también de los estilos de vida de los no creyentes que le rodean. La vida de santidad del creyente les parece extraña a los perdidos (1 Pedro 4:4), pero no es extraña para otros creyentes.
Sin embargo, no es fácil vivir en este mundo y mantener un andar santo. La atmósfera contraria a Dios que nos rodea y que la Biblia llama “el mundo” siempre está oprimiéndonos, tratando de obligarnos a que nos conformemos. En este párrafo Pedro presenta a sus lectores cinco incentivos espirituales para animarles a ellos (y a nosotros) a mantener un estilo de vida diferente, un andar santo en un mundo contaminado.

  La gloria de Dios (1 Pedro 1:13)
“Cuando Jesucristo sea manifestado,” es otra manera de referirse a “la esperanza viva”. Las acciones y decisiones presentes de los creyentes son gobernadas por esta esperanza futura. Así como una pareja comprometida hace todos sus planes a la luz de esa boda futura, así los creyentes hoy viven con la expectativa de ver a Jesucristo.
“Ceñid los lomos de vuestro entendimiento” simplemente quiere decir: ¡Ordenen sus pensamientos! ¡Tengan una mente disciplinada! La imagen es la de un hombre vestido con una túnica, metiéndose la falda de su túnica debajo del cinturón, de modo que pueda correr. Cuando centras tus pensamientos en el regreso de Cristo, y vives de acuerdo a eso, escaparás de muchas de las cosas mundanales que atiborran tu mente y estorban tu progreso espiritual. Pedro puede haber tomado la idea de la cena pascual, porque más adelante en esta sección identifica a Cristo como el Cordero (1 Pedro 1:19). Los judíos en la Pascua debían comer la comida de prisa, listos para marchar (Éxodo 12:11).
La perspectiva determina el resultado; la actitud determina la acción. El creyente que busca la gloria de Dios tiene una mayor motivación para la obediencia presente que el creyente que ignora el retorno del Señor. El contraste se ilustra en las vidas de Abraham y de Lot (Génesis 12–13; Hebreos 11:8–16). Abraham tenía sus ojos de fe fijos en la ciudad celestial, así que no tenía interés en propiedades de este mundo. Pero Lot, que había probado los placeres del mundo en Egipto, gradualmente avanzó hacia Sodoma. Abraham trajo bendición a su casa, pero Lot acarreó juicio. La perspectiva determina el resultado.
No sólo debemos tener una mente disciplinada, sino que también debemos tener un entendimiento “sobrio”. La palabra quiere decir tener calma, ser firme, controlado; sopesar las cosas. Desdichadamente algunos “se dejan llevar” por los estudios proféticos y pierden su equilibrio espiritual. El hecho de que Cristo vuelve debe animarnos a tener calma y ecuanimidad (1 Pedro 4:7). El hecho de que Satanás anda rondando es otra razón para ser sobrios (1 Pedro 5:8). Cualquiera cuya mente se vuelve indisciplinada, y cuya vida “se desbarata” debido a los estudios proféticos, da evidencia de que en realidad no entiende la profecía bíblica.
También debemos tener una mente optimista. “Esperad por completo” quiere decir fijen por completo su esperanza. ¡Tengan una perspectiva esperanzada! Un amigo mío me envió una nota un día que decía: “Cuando la perspectiva externa es lóbrega, ¡trata de mirar hacia arriba!” ¡Buen consejo, en verdad! Tiene que estar oscuro para que las estrellas aparezcan.
El resultado de este modo de pensar espiritual es que el creyente disfruta de la gracia de Dios en su vida. De seguro experimentaremos gracia cuando veamos a Jesucristo, pero también podemos disfrutar de gracia hoy al esperar su regreso. Hemos sido salvos por gracia y dependemos momento tras momento de la gracia de Dios (1 Pedro 1:10). Esperar el regreso de Cristo fortalece nuestra fe y esperanza en los días difíciles, y esto nos imparte más de la gracia de Dios. Tito 2:10–13 es otro pasaje que muestra la relación entre la gracia y la venida de Cristo.

  La santidad de Dios (1 Pedro 1:14, 15)
El argumento aquí es lógico y sencillo. Los hijos heredan la naturaleza de sus padres. Dios es santo; por consiguiente, como sus hijos, debemos vivir vidas santas. Somos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4) y debemos revelar esa naturaleza en una vida santa.
Pedro les recordó a sus lectores lo que eran antes de confiar en Cristo. Habían sido hijos de desobediencia (Efesios 2:1–3), pero ahora deberían ser hijos obedientes. La verdadera salvación siempre resulta en obediencia (Romanos 1:5; 1 Pedro 1:2). También habían sido imitadores del mundo, “conformándose a sí mismos” según las normas y placeres del mundo. Romanos 12:2 traduce estas mismas palabras como conformarse a este mundo. Los incrédulos nos dicen que quieren ser “libres y diferentes”; ¡sin embargo, todos se imitan unos a otros!
La causa de todo esto es la ignorancia que conduce a la indulgencia. Los inconversos carecen de inteligencia espiritual, y esto les hace entregarse a toda clase de indulgencias carnales y mundanales (ve Hechos 17:30; Efesios 4:17 en adelante). Puesto que nacimos con una naturaleza caída, era natural que viviéramos vidas de pecado. La naturaleza determina los apetitos y las acciones. Un perro y un gato se portan de forma diferente porque tienen naturalezas diferentes.
Todavía estaríamos en esa triste situación de pecado si no hubiera sido por la gracia de Dios. ¡El nos llamó! Un día Jesús llamó a Pedro y a sus amigos y les dijo: “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (Marcos 1:17). Ellos respondieron por fe a su llamado, y eso cambió por completo sus vidas.
Tal vez esto explica por qué Pedro usó la palabra “llamados” tan a menudo en esta carta. Somos llamados a ser santos (1 Pedro 1:15). Somos llamados “de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). Somos llamados a sufrir y a seguir el ejemplo de Cristo en humildad (1 Pedro 2:21). En medio de la persecución somos llamados a “hereda[r] bendición” (1 Pedro 3:9). Lo mejor de todo, somos llamados “a su gloria eterna” (1 Pedro 5:10). Dios nos llamó antes de que nosotros clamáramos a él en busca de salvación. Todo es completamente por gracia.
Pero la elección de la gracia divina de los pecadores para que lleguen a ser santos siempre incluye responsabilidad, y no simplemente privilegio. El nos escogió en Cristo “para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4). Dios nos ha llamado a sí mismo, y él es santo; por consiguiente, nosotros debemos ser santos. Pedro citó de la Ley del Antiguo Testamento para respaldar esta amonestación (Levítico 11:44–45; 19:2; 20:7, 26).
La santidad de Dios es una parte esencial de su naturaleza. “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5). Cualquier santidad que nosotros tengamos en carácter y conducta se debe derivar de él. Básicamente, ser “santificados” quiere decir ser apartados para el uso y placer exclusivos de Dios. Incluye separación de todo lo que es impuro y también completa devoción a Dios (2 Corintios 6:14–7:1). Debemos ser santos “en toda vuestra manera de vivir” de modo de que todo lo que hagamos refleje la santidad de Dios.
Para el creyente dedicado, no hay cosa tal como “secular” y “sagrado”. Toda la vida es santa puesto que vivimos para glorificar a Dios. Incluso actividades ordinarias tales como comer y beber pueden ser hechas para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Si algo no puede ser hecho para la gloria de Dios, entonces podemos estar seguros de que no es la voluntad de Dios.

  La Palabra de Dios (1 Pedro 1:16).
“¡Escrito está!” es una declaración que lleva gran autoridad para el creyente. Nuestro Señor Jesucristo usó la Palabra de Dios para derrotar a Satanás, y lo mismo podemos hacer nosotros (Mateo 4:1–11; ve Efesios 6:17). Pero la Palabra de Dios no es sólo una espada para la batalla; también es una luz para guiarnos en un mundo oscuro (Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19), comida que nos fortalece (Mateo 4:4; 1 Pedro 2:2) y agua que nos limpia (Efesios 5:25–27).
La Palabra de Dios tiene un ministerio santificador en las vidas de los creyentes consagrados (Juan 17:17). Aquellos que se deleitan en la Palabra de Dios, meditan en ella, y procuran obedecerla, gozan de la dirección y bendición de Dios en sus vidas (Salmo 1:1–3). La Palabra de Dios revela la mente de Dios, así que debemos aprenderla; revela el corazón de Dios, así que debemos amarla, y revela la voluntad de Dios, así que debemos vivirla en la práctica. Todo nuestro ser: mente, voluntad y corazón, debe ser controlado por la Palabra de Dios.
Pedro citó del libro de Levítico: “Sed santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:44). ¿Quiere decir esto que la Ley del Antiguo Testamento es autoritativa para los creyentes del Nuevo Testamento? Ten presente que los primeros creyentes ni siquiera tenían el Nuevo Testamento. La única Palabra de Dios que poseían era el Antiguo Testamento, y Dios usó esa palabra para dirigirlos y nutrirlos. Los creyentes de hoy no están bajo las leyes ceremoniales dadas a Israel; sin embargo, incluso en estas leyes vemos revelados principios morales y espirituales. Nueve de los Diez Mandamientos se repiten en las epístolas, así que debemos obedecerlos. (El mandamiento del sábado fue dado específicamente a Israel, y no se aplica a nosotros hoy. Ve Romanos 14:1–9.) Al leer y estudiar el Antiguo Testamento aprendemos mucho en cuanto al carácter y la obra de Dios, y vemos verdades indicadas en tipos y símbolos.
El primer paso para mantenerse limpio en un mundo impuro es preguntar: “¿Qué dice la Biblia?” En la Biblia hallamos preceptos, principios, promesas y personas que nos guían en las decisiones de hoy. Si en realidad queremos obedecer a Dios, él nos mostrará su verdad (Juan 7:17). Aunque los métodos de Dios para obrar pueden variar de edad en edad, su carácter sigue siendo el mismo, y sus principios espirituales nunca varían. No estudiamos la Biblia simplemente para conocer la Biblia. Estudiamos la Biblia para poder conocer mejor a Dios. Demasiados dedicados estudiantes de la Biblia se contentan con bosquejos y explicaciones, y en realidad no llegan a conocer a Dios. Es bueno conocer la Palabra de Dios, pero esto debe ayudarnos a conocer mejor al Dios de la Palabra.

  El juicio de Dios (1 Pedro 1:17)
Como hijos de Dios debemos tomar en serio el pecado y la vida santa. Nuestro Padre celestial es santo (Juan 17:11) y justo (Juan 17:25). Él no hará acomodos con el pecado. Es misericordioso y perdonador, pero también es un disciplinario amante que no puede permitir que sus hijos disfruten del pecado. Después de todo, fue el pecado que envió a su Hijo a la cruz. Si llamamos “Padre” a Dios, entonces debemos reflejar su naturaleza.
¿Qué es este juicio del que Pedro escribe? Es el juicio de las obras del creyente. No tiene nada que ver con la salvación, excepto que la salvación debe producir buenas obras (Tito 1:16; 2:7, 12). Cuando confiamos en Cristo, Dios nos perdonó nuestros pecados y nos declaró justos en su Hijo (Romanos 5:1–10; 8:1–4; Colosenses 2:13). Nuestros pecados ya han sido juzgados en la cruz (1 Pedro 2:24) y por consiguiente no se puede esgrimirlos contra nosotros (Hebreos 10:10–18).
Pero cuando el Señor vuelva, habrá un tiempo de juicio llamado “el tribunal de Cristo” (Romanos 14:10–12; 2 Corintios 5:9–10). Cada uno de nosotros dará cuenta de sus obras, y cada uno recibirá la recompensa apropiada. Este es un “juicio de familia”, donde el Padre trata con sus hijos amados. La palabra griega que se traduce “juzgar” lleva el significado de juzgar para hallar algo bueno. Dios examinará los motivos de nuestro ministerio; examinará nuestros corazones. Pero él nos asegura que su propósito es glorificarse en nuestras vidas y ministerios “y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5). ¡Qué estímulo!
Dios nos dará muchos dones y privilegios, conforme crecemos en la vida cristiana; pero nunca nos dará el privilegio de desobedecer y pecar. El nunca malcría a sus hijos, ni se hace de la vista gorda. No hace acepción de personas. El “no hace acepción de personas, ni toma cohecho” (Deuteronomio 10:17). “Porque con Dios no hay favoritismos” (Romanos 2:11, NVI). Años de obediencia no pueden comprar una hora de desobediencia. Si uno de sus hijos desobedece, Dios debe castigarlo (Hebreos 12:1–13). Pero cuando su hijo o hija obedece y le sirve en amor, él toma nota y prepara la recompensa apropiada.
Pedro les recuerda a sus lectores que eran solamente “peregrinos” en la tierra. La vida era demasiada corta como para desperdiciarla en la desobediencia y el pecado (ve 1 Pedro 4:1–6). Fue cuando Lot dejó de ser un peregrino, y se convirtió en residente de Sodoma, que perdió su consagración y su testimonio. Todo aquello por lo que vivió, ¡desapareció en humo! Recuerda siempre que eres un “extranjero y peregrino” en este mundo (1 Pedro 1:1; 2:11).
En vista del hecho de que el Padre celestial con amor disciplina a sus hijos hoy, y que juzgará a sus obras en el futuro, debemos cultivar una actitud de temor santo. Este no es el temor aterrador del esclavo ante su patrón, sino una reverencia de amor de un hijo ante su padre. Esto no es temor del castigo (1 Juan 4:18), sino un temor de desilusionarlo y de pecar contra su amor. Es un temor santo (2 Corintios 7:1), una reverencia sobria hacia el Padre celestial.
A veces pienso que hoy hay un aumento en el descuido, incluso ligereza, en la manera en que hablamos en cuanto a Dios o hablamos con Dios. Hace casi un siglo el obispo B. F. Westcott dijo: “Cada año me hace temblar el atrevimiento con que la gente habla de las cosas espirituales”. ¡El buen obispo debería oír lo que se dice hoy! Una actriz mundana llama a Dios: “El hombre arriba”. Un jugador de béisbol le llama “el gran Yanqui celestial”. El judío del Antiguo Testamento temía tanto a Dios que ni siquiera pronunciaba su santo nombre, y sin embargo hoy hablamos a Dios con liviandad e irreverencia. En nuestra oración pública a veces parecemos tener tanta familiaridad que otros se preguntan si estamos tratando de expresar nuestras peticiones o de impresionar a los oyentes con nuestra cercanía a Dios.

  El amor de Dios (1 Pedro 1:18–21)
Este es el motivo máximo para la vida santa. En este párrafo Pedro les recordó a sus lectores su experiencia de salvación, un recordatorio que todos necesitamos en forma regular. Por esto se estableció la cena del Señor, para que con regularidad su pueblo pueda recordar que él murió por ellos. Nota los recordatorios que Pedro dio.
Les recordó lo que ellos eran. Para empezar, eran esclavos que necesitaban ser puestos en libertad. La palabra “redimidos” es, para nosotros, un término teológico; pero tenía un significado especial para las personas del imperio romano delprimer siglo. ¡Había probablemente 50 millones de esclavos en el imperio! Muchos esclavos llegaron a ser creyentes y participaban en las asambleas locales. Un esclavo podía comprar su libertad, si lograba reunir suficientes fondos; o su amo podía venderlo a algún otro que pagaba el precio y lo ponía en libertad. La redención era algo muy precioso en esos días.
Nunca debemos olvidar la esclavitud al pecado (Tito 3:3). Moisés instó a Israel a que recordaran que habían sido esclavos en Egipto (Deuteronomio 5:15; 16:12; 24:18, 22). La generación que murió en el desierto se olvidó de su esclavitud en Egipto ¡y siempre querían volver!
No sólo que vivían una vida de esclavitud, sino también una vida vacía. Pedro la llamó “vana manera de vivir” (1 Pedro 1:18), y la describió más específicamente en 1 Pedro 4:1–4. En esa época esas personas pensaban que sus vidas eran “llenas” y “felices”, cuando en realidad eran vacías y miserables. Las personas no salvas hoy están ciegas viviendo de sustitutos.
Mientras ministraba en Canadá conocí a una mujer que me contó que se había convertido temprano en la vida, pero que se había descarriado a la vida de sociedad que era emocionante y satisfacía su ego. Un día, mientras conducía a una fiesta de naipes sucedió que sintonizó un programa radial de la Biblia. En ese mismo momento el predicador decía: “Algunas de las mujeres que me escuchan ¡saben más de naipes que de la Biblia!” Esas palabras le penetraron. Dios le habló al corazón, así que volvió a su casa, y desde esa hora dedicó su vida a vivir completamente para Dios. Ella vio la inutilidad y vanidad de una vida fuera de la voluntad de Dios.
Pedro no sólo les recordó lo que eran, sino también les recordó lo que Cristo hizo. El derramó su preciosa sangre para comprarnos y sacarnos de la esclavitud del pecado y hacernos libres para siempre. “Redimir” quiere decir poner en libertad al pagar un precio. El esclavo podía ser puesto en libertad al pagar dinero, pero ninguna cantidad de dinero jamás puede poner en libertad al pecador perdido. Sólo la sangre de Jesucristo puede redimirnos.
Pedro fue testigo de los sufrimientos de Cristo (1 Pedro 5:1) y mencionó a menudo en esta carta la muerte sacrificatorio de Cristo (1 Pedro 2:21 en adelante; 3:18; 4:1, 13; 5:1). Al llamar a Cristo “Cordero” Pedro les recordó a sus lectores una enseñanza del Antiguo Testamento que era importante en la iglesia inicial, y que debe ser importante para nosotros hoy. Es la doctrina de la sustitución: una víctima inocente da su vida por el culpable.
La doctrina del sacrificio empieza en Génesis 3, cuando Dios mató animales para vestir a Adán y Eva. Un carnero murió por Isaac (Génesis 22:13), y el cordero pascual fue inmolado por cada hogar judío (Éxodo 12). Isaías 53 presenta al Mesías como Cordero inocente. Isaac hizo la pregunta: “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” (Génesis 22:7) y Juan el Bautista la contestó señalando a Jesús y diciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). En el cielo los redimidos y los ángeles cantan: “El Cordero que fue inmolado es digno” (Apocalipsis 5:11–14).
Pedro indicó claramente que la muerte de Cristo fue planeada y no un accidente; fue ordenada por Dios antes de la fundación del mundo (Hechos 2:23). Desde la perspectiva humana nuestro Señor fue asesinado cruelmente; pero desde la perspectiva divina, él puso su vida por los pecadores (Juan 10:17–18). ¡Pero resucitó de los muertos! Ahora, cualquiera que confía en él será salvo por la eternidad.
Cuando tú y yo meditamos en el sacrificio de Cristo por nosotros, ciertamente querremos obedecer a Dios y vivir vidas santas para su gloria. Cuando era apenas una jovencita, Frances Ridley Havergal vio un cuadro del Cristo crucificado con esta leyenda: “Yo hice esto por ti. ¿Qué has hecho tú por mí?” Rápidamente ella compuso un poema, pero no quedó contenta, así que lo arrojó al fuego. ¡El papel no se quemó! Más tarde, por sugerencia de su padre, ella publicó el poema, y hoy lo cantamos.
    Mi vida di por ti,    Mi sangre derramé,    Por ti inmolado fui,    Por gracia te salvé.    Por ti, por ti inmolado fui,    ¿Y, tú, qué das por mí?
¡Buena pregunta, en verdad! Confío en que podamos darle una buena respuesta al Señor.
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