lunes, 3 de octubre de 2016

Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios...Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios... Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Alimentemos con pastos frescos a las ovejitas del Señor
UNA BATALLA ESPIRITUAL A SOLAS Y DEBILITADO
Mateo 4:1-11
1Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan. 4El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. 5Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, 6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. 7Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. 8Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. 10Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. 11El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
Guerra espiritual a alto nivel
     VICTORIA SOBRE EL TENTADOR
Hay dos errores primarios cuando se habla de guerra espiritual: sobre-enfatizarla y subestimarla. Algunos culpan de cada pecado, cada conflicto y cada problema a los demonios que necesitan ser expulsados. Otros ignoran completamente la realidad espiritual, y el hecho de que la Biblia nos enseña que nuestras batallas son contra poderes espirituales. La clave para el éxito en la guerra espiritual es encontrar el balance bíblico. Algunas veces Jesús expulsó demonios de la gente, y algunas veces sanó a la gente sin mencionar lo demoníaco. El apóstol Pablo enseñó a los cristianos a librar batallas contra el pecado en ellos mismos (Romanos 6), y a librar batallas en contra del maligno (Efesios 6:10-18).

Efesios 6:10-12 declara, “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Este pasaje nos enseña algunas verdades cruciales; (1) Sólo podemos estar fuertes en el poder del Señor, (2) Es la armadura de Dios la que nos protege, (3) Nuestra batalla es contra fuerzas espirituales de maldad en el mundo.

(1) Un poderoso ejemplo de esto es el arcángel Miguel en Judas verso 9. Miguel, como el más poderoso de todos los ángeles de Dios, no reprendió a Satanás en su propio poder, sino que dijo “El Señor te reprenda.”Apocalipsis 12:7-8 dice que en el final de los tiempos, Miguel derrotará a Satanás. Aún así, cuando se presentó su conflicto con Satanás, Miguel reprendió a Satanás en el nombre y autoridad de Dios, no en la suya propia. Es sólo a través de nuestra relación con Jesucristo que nosotros, como cristianos, tenemos alguna autoridad sobre Satanás y sus demonios. Es sólo en Su nombre que nuestra reprensión tiene algún poder.

(2) Efesios 6:13-18 nos da una descripción de la armadura espiritual que Dios nos da. Debemos estar firmes con (a) el cinturón de la verdad, (b) la coraza de justicia (c) el Evangelio de la paz, (d) el escudo de la fe, (e) el yelmo de la salvación, (f) la espada del Espíritu, y (g) orando en el Espíritu. ¿Qué es lo que estas piezas de la armadura espiritual representan para nosotros en la guerra espiritual? Debemos hablar la verdad contra las mentiras de Satanás. Debemos descansar en el hecho de que somos declarados justos por el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. Debemos proclamar el Evangelio, sin importar cuánta resistencia recibamos. No debemos vacilar en nuestra fe, no importa cuán fuertemente seamos atacados. Nuestra defensa principal es la seguridad de que tenemos nuestra salvación, y el hecho de que las fuerzas espirituales no pueden quitárnosla. Nuestra arma ofensiva está en la Palabra de Dios, no en nuestras propias opiniones y sentimientos. Debemos seguir el ejemplo de Jesús en reconocer que algunas victorias espirituales sólo son posibles a través de la oración.

Jesús es nuestro mejor ejemplo para la guerra espiritual. Observa cómo Jesús manejó los ataques directos de Satanás: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a Él el tentador, y le dijo; Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está; No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.” (Mateo 4:1-11) La mejor manera de combatir a Satanás es la manera que Jesús nos mostró y que fue citando la Escritura, porque el diablo no puede manejar la espada del Espíritu, la Palabra del Dios Viviente.

El mejor ejemplo de cómo no comprometerse en una guerra espiritual fueron los siete hijos de Esceva. “Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo; Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo; A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.” (Hechos 19:13-16). ¿Cuál fue el problema? Los siete hijos de Esceva estaban usando el Nombre de Jesús. 

Eso no es suficiente. Los siete hijos de Esceva no tenían una relación con Jesús, por lo tanto sus palabras eran carentes de cualquier poder o autoridad. Los siete hijos de Esceva se estaban basando en una metodología. Ellos no se basaban en Jesús, y no estaban empleando la Palabra de Dios en su guerra espiritual. Como consecuencia, recibieron una humillante golpiza. Aprendamos de su mal ejemplo y manejemos las batallas espirituales como lo describe la Biblia.

En resumen, ¿cuáles son las claves para el éxito en la guerra espiritual? Primero, que nos apoyemos en el poder de Dios, no en el nuestro. Segundo, reprendamos en el Nombre de Jesús, no en el nuestro. Tercero, protegernos con toda la armadura de Dios. Cuarto, librar nuestras batallas con la espada del Espíritu – La Palabra de Dios. Por último, debemos recordar que aunque libramos batallas contra Satanás y sus demonios, no cada pecado o problema es un demonio que necesita ser reprendido. “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó” (Romanos 8:37).

Después de la gloriosa confirmación mesiánica de Jesús en su bautismo, “el Espíritu llevó a Jesús al desierto, para que el diablo lo pusiera a prueba” (VP). El diablo se apresura a lograr una segunda victoria sobre el segundo Adán (Ro. 5:14). El texto certifica la realidad de la existencia del maligno, tan real en el desierto como en el Edén. Satanás aprovechó la condición física por el prolongado ayuno de Jesús para ofrecerle pan de mentira.
Como derrotó al primer Adán, pretendió derrotar al Señor, precisamente antes que comenzara su ministerio público. A Eva le señaló una fruta prohibida. A Jesús le ofrece, para satisfacer sus apetitos corporales, un pan cuya forma de obtenerlo estaba prohibida. Era algo bueno en sí mismo, pero obtenido de manera ilícita. 
En ambas ocasiones el propósito del tentador fue lograr la desobediencia a Dios, y ésa es también hoy la finalidad primaria de toda tentación. Jesús acababa de ser proclamado Hijo de Dios. “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”, le insinúa el diablo. Bien podía hacerlo quien más tarde multiplicó panes y peces por millares, pero en circunstancias muy distintas donde comprobó que sí era Hijo de Dios. Jesús responde a Satanás mostrándole la prioridad de la obediencia a la Palabra de Dios, regla única para enfrentarse a cualquier tentación. Jesús venció la tentación con recursos que están disponibles a todo cristiano.
En la segunda tentación el diablo insinúa al Señor que se lance desde “el pináculo del templo” de Jerusalén, y le hace presente la protección ofrecida por esa palabra divina que Jesús acaba de invocar: “A sus ángeles mandará acerca de ti …” ¿Con qué fin haría tal lanzamiento? ¿A quién iba a beneficiar? Jesús discierne que sólo se trata de complacer al maligno, y lo rechaza con la contestación escrituraria “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”. Jesús no niega que la cita de la Escritura que utilizó Satanás fuera cierta, pero cita otro pasaje para mostrar que la aplicación que había hecho Satanás era defectuosa.
Dios sólo interviene a nuestro favor cuando en realidad su intervención es pertinente. Hoy también tentamos a Dios cuando pretendemos que El use su amor y su omnipotencia para contradecirse a sí mismo; cuando queremos obtener su visto bueno para pecar porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia; cuando pensamos que por ser escogidos en Cristo podemos andar en la carne, o que Dios ha de cuidarnos aunque no velemos ni oremos, y vivamos descuidadamente; cuando creemos que si metemos las manos en el fuego en forma intencional, no nos pasará nada porque Dios estará con nosotros como estuvo con los compañeros de Daniel.
En el tercer intento de hacerlo caer, el diablo mentirosamente ofrece al Señor “todos los reinos de este mundo y la gloria de ellos”. Se trataba de un atractivo político muy codiciable, que ha hecho caer a incontables hombres con grandes ambiciones políticas y ansias de poder que luego se desvanecen—como fue el caso de Absalón, Napoleón, Mussolini, Hitler y otros. Y por tercera vez Jesús le da un rechazo rotundo, contundente: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”.
El maligno tentó tres veces a Jesús, dos de ellas usando la Palabra de Dios con fines torcidos, lo cual muestra su constancia y su astucia al tratar de hacernos caer. Y tres veces lo rechazó Jesús usando correctamente la Escritura, lo cual comprueba la eficacia de esa Palabra para defendernos. La tentación puede venir como palabra divina disfrazada de modo mentiroso pero con apariencia de verdad, que es la forma más peligrosa. Y debe ser vencida con el uso correcto de la Escritura, asimilando el poder espiritual que ella tiene para fortalecernos y protegernos.
El ambiente durante la tentación de Jesús no era el mundo con sus atractivos y deliciosos placeres sino el desierto, donde no se advertían los apetecibles y poderosos ofrecimientos del mundo. En cualquier parte podemos ser tentados a la desobediencia. Lo importante es estar preparados y decididos a vencer la tentación con plena fe en la fidelidad del Señor, recordando la promesa de 1 Co. 10:13.
En la tentación de Jesús hallamos varias enseñanzas para el cristiano:

  1. La fuente de tentación es Satanás (4:3; 1 Ts. 3:5). La tentación difiere de la prueba en que ésta viene de Dios.
  2. El propósito de la tentación es seducirnos a pecar, a violar la ley de Dios. La tentación prueba el carácter moral, mientras que la prueba, la fe de una promesa.
  3. Satanás escogió un momento físicamente débil de Jesús para tentarlo, y asimismo busca los momentos más apropiados en la vida del creyente, cuando éste parece tener más probabilidades de caer.
  4. La Biblia es el arma más eficaz para derrotar a Satanás (Ef. 6:17).
  5. En la tentación Jesús mostró ser un sumo sacerdote fiel y misericordioso (He. 2:17), que puede compadecerse de nuestras flaquezas (He. 4:15).
  6. Aun el lugar más santo puede convertirse en lugar de tentación.
  7. La mala aplicación de la Biblia (como lo hizo Satanás durante la tentación de Jesús) es uno de los peligros más grandes ya que provee “base bíblica” para seguir los propios deleites.
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domingo, 2 de octubre de 2016

Sal de este hombre, espíritu inmundo. Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Alimentemos a nuestras ovejitas puestos a nuestro cuidado
LIBERACIÓN DEL ENDEMONIADO GADARENO
Marcos 5:1-20
1Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. 
2Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. 
4Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. 5Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. 6Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. 
7Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 10Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. 11Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. 12Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. 13Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. 

14Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido. 
15Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 16Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos. 17Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. 
18Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. 19Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 
20Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban. 

Una gran lucha espiritual en un sitio de muerte


 EL ENDEMONIADO GADARENO LIBERADO   (Marcos 5:1–20)  (Mt. 8:28–34; Lc 8:26–39)
  a.      Descripción del endemoniado (Marcoa 5:1–5)5:1. Jesús y sus discípulos vinieron al lado oriental del mar (de Galilea) a la región de los gadarenos. Los mss. griegos están divididos en cuanto a cuál es el lugar preciso en cuestión, pues citan tres nombres: gadarenos (cf. Mt. 8:28), gergesenos (de Orígenes) y gerasenos. (V. el comentario de Lc. 8:26). La evidencia confiable favorece el nombre gerasenos (cf. NVI), que probablemente se refiere a un pequeño pueblo llamado Gersa (la moderna Kersa) localizado en la orilla oriental del lago. La mayoría de sus habitantes era gentil (cf. Mr. 5:11, 19).5:2–5. Los vívidos detalles de todo este relato reflejan tanto el informe de un testigo ocular como el de la gente del pueblo que había estado familiarizada por largo tiempo con este endemoniado. Tan pronto (en seguida, euthys; cf. 1:10) salió Jesús de la barca, encontró a un hombre con espíritu inmundo (cf. 5:8, 13 con 1:23) de (ek, “fuera de”) los sepulcros. Estos eran probablemente espacios en forma de cueva hechos en la roca de las montañas cercanas y que servían de sepulcros y algunas veces como guarida de gente demente. Mateo mencionó “endemoniados”, mientras que Marcos y Lucas enfocaron su atención en uno, probablemente el peor caso.Marcos 5:3–5 describe elaboradamente su condición patética. Tenía su morada en los sepulcros (era despreciado); era incontrolable porque nadie lo podía dominar (de damazō, “domar un animal salvaje”), ni con grillos para los pies o cadenas para las manos. De día y de noche, andaba gritando salvajemente e hiriéndose con piedras puntiagudas, tal vez practicando alguna forma demoniaca de adoración.Tal conducta muestra que la posesión demoniaca no es una mera enfermedad o locura, sino un desesperado intento satánico de distorsionar y destruir la imagen de Dios en el hombre (cf. TDNT, bajo “daimōn”, 2:18–19).
  b.      El mandato al demonio (Marcos 5:6–10)5:6–7. La breve declaración del encuentro de Jesús con el endemoniado (v. 2) se relata ahora con más detalle. Tres cosas indican que el demonio que estaba poseyendo a ese hombre, estaba completamente consciente del origen divino y poder superior de Jesús: se arrodilló ante él (en reconocimiento, no en adoración); usó el nombre divino de Jesús en un intento de obtener control sobre él (cf. 1:24); y con descaro le pidió a Jesús que no lo castigara. Las palabras Dios Altísimo eran usadas a menudo en el A.T. por parte de los gentiles, para referirse a la superioridad del verdadero Dios de Israel sobre todos los dioses hechos por los hombres (cf. Gn. 14:18–24; Nm. 24:16; Is. 14:14; Dn. 3:26; 4:2; cf. el comentario en Mr. 1:23–24).La súplica que hizo: Te conjuro por Dios, era usada en los exorcismos. El demonio no quería que Jesús lo atormentara enviándolo a su castigo final en ese momento (cf. 1:24; Mt. 8:29; Lc. 8:31).5:8. Este v. es un breve comentario explicativo (gar, porque) de Marcos (cf. 6:52). Jesús le decía, al demonio, que dejara a aquel hombre. A través de esta sección se ve el intercambio entre la personalidad del hombre y el demonio que lo poseía.5:9–10. Estos vv. retoman la conversación del v. 7. El demonio dijo: Legión me llamo; porque somos muchos. Muchos poderes malignos controlaban al endemoniado y lo sometían a intensa opresión. Lo atormentaban como una fuerza combinada bajo el liderazgo de un demonio, su vocero. Esto explica el cambio del sing. (“me llamo”) al pl. (“somos”). Repetidamente, el demonio líder rogaba mucho a Jesús que no los enviase fuera de aquella región (cf. v. 1) a un exilio solitario donde no podrían atormentar a la gente.El término latino “legión”, comúnmente usado en Palestina, denotaba a un regimiento de unos 6,000 soldados del ejército romano, aunque probablemente también se refería a un número grande (cf. v. 15). Para la gente que se encontraba bajo el dominio romano, la palabra sin duda indicaba una gran fuerza y opresión.
  c.      La pérdida del hato de cerdos (Marcos 5:11–13)5:11. Los judíos consideraban a los cerdos como animales “inmundos” (cf. Lv. 11:7). Pero los granjeros del lado oriental del mar de Galilea, con su predominante población gentil, criaban cerdos para los mercados de carne de Decápolis, “las diez ciudades” de aquella región (cf. Mr. 5:20).5:12–13. Los demonios (cf. v. 9) específicamente le rogaron a Jesús que los enviara a (eis, que aquí indica movimiento hacia) los cerdos para que pudieran entrar en ellos como sus nuevos anfitriones. Los demonios sabían que estaban sujetos al mandato de Jesús e hicieron esta apelación en un intento desesperado de evitar que los consignara a un estado incorpóreo hasta el juicio final.Jesús les dio permiso de hacerlo. Cuando los demonios dejaron a aquel hombre y entraron en los cerdos, todo el hato, de como dos mil cerdos, se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron (lit., “uno tras otro se ahogaban a sí mismos”). El “mar” tal vez simbolizaba al reino satánico.
  d.      El ruego de la gente del pueblo (Marcos 5:14–17)5:14–15. Los pastores que apacentaban los cerdos huyeron con temor y dieron aviso de este hecho sorprendente en la ciudad (probablemente Gersa; cf. v. 1) y en los campos de alrededor. El informe era tan inverosímil que muchos salieron a investigar el asunto por sí mismos. Vieron al que antes había estado endemoniado sentado, vestido (cf. Lc. 8:27) y en su juicio cabal, dueño de sí mismo y en pleno uso de razón (contrástese con Mr. 5:3–5). Tan completa fue la transformación, que las personas del pueblo tuvieron miedo (se aterrorizaron; cf. 4:41).5:16–17. Los pastores (y tal vez los discípulos) relataron lo que había acontecido al hombre y lo de los cerdos, un detalle que Marcos enfatizó para mostrar que esta pérdida económica (no el hombre) era la mayor preocupación de la gente. El resultado fue que aquellas personas comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera. Aparentemente temían tener mayores pérdidas si se quedaba. No existe otro relato que diga que Jesús haya vuelto a esta área.
  e.      La petición del hombre restaurado (Marcos 5:18–20)5:18–20. A diferencia de los habitantes locales (cf. v. 17), el que había estado endemoniado le rogaba (parekalei, la misma palabra usada por el demonio, v. 10) que le dejase estar con él. Los milagros de Jesús ahuyentaban a algunos (vv. 15–17) y atraían a otros (vv. 18–20).Las palabras “estar con él” (lit., “para que estuviesen con él”) recuerdan una cláusula similar en 3:14, que describe uno de los propósitos para los cuales Jesús llamó a los doce. Es en este sentido que Jesús rechazó la petición de aquel hombre.Jesús … le dijo que se fuera a su casa (su familia inmediata) y a los suyos (su pueblo), de quienes había estado alejado y que les contara todo lo que el Señor, el Dios Altísimo (cf. 5:7; Lc. 8:39), había hecho por él y cómo había tenido misericordia de él. Aquel hombre obedeció y comenzó a publicar (cf. Mr. 1:4, 14) en Decápolis (la unión de diez ciudades griegas, salvo una, que se encontraban al oriente del Jordán) las cosas maravillosas que había hecho Jesús (cf. “Señor”, 5:19) por él. Quienes lo oían se maravillaban (ethaumazon, cf. “asombrarse”; 6:6a; 12:17; 15:5, 44).Puesto que el hombre era gentil y su actividad de predicación se confinó a un área gentil, donde el Señor no era bienvenido, Jesús no le hizo su acostumbrada prohibición de guardar silencio (cf. Marcos 1:44; Marcos 5:43; Marcos 7:36).

La liberación del endemoniado gadareno
LA GUERRA ESPIRITUAL DE GADARA
La liberación del hombre maltratado por los demonios de Marcos 5 es una prueba dramática de este enfoque de conflicto armado. En la introducción a su estudio de dicho capítulo de Marcos, el fallecido Dr. Merrill F. Unger dice: «El hecho al que nos enfrentamos en todo caso de demonización es que los espíritus malos tienen control [parcial] de la persona endemoniada. Esto, naturalmente, es así cualquiera que sea el grado de influencia demoníaca; incluso en la invasión leve, moderada y grave».
Luego, Unger comenta sobre la demonización grave:4
Pero en los casos más graves el control es mucho más profundo, dominante y esclavizante. El número de demonios puede ser mayor, la maldad más acentuada, su fuerza más terrible y su arraigo en la vida más atenazador. Todo esto lo ilustra con mucha claridad el caso del endemoniado de Gadara (Marcos 5.1–20; Lucas 8.26–32).
Alfred Edersheim habla, en su estilo característico, del yacimiento arqueológico de Gadara, situado frente a las llanuras de Genesaret, en el lado oriental del Mar de Galilea; así como de las tumbas en los cerros de caliza y de las cuevas en el empinado risco, por el que los cerdos corrieron hacia su propia destrucción sumergiéndose en el mar (Marcos 5.13).5
Tal vez su mayor contribución sea sin embargo la comprensión que tiene de las a menudo enigmáticas y desconcertantes mezclas de dos personalidades (la humana y la demoníaca) en el cuerpo del endemoniado, y del ajuste cultural de los demonios. En este relato, los espíritus malos viven en el cuerpo de un hombre evidentemente judío. Aunque para muchos resulte cuestionable la condición hebrea del endemoniado, eso no cambia el fondo de la cuestión, ya que los gentiles tenían ideas parecidas. No obstante, nosotros supondremos que era judío.6 Los demonios se comportan justo como cabría esperarse de ellos al vivir en la persona de un judío de primer siglo. Hay en sus palabras y acciones una dimensión cultural.
Aunque la actividad satánico-demoníaca es supracultural, también se adapta a las culturas. Los demonios «aprenden» la cultura de sus víctimas y actúan de una manera, en cierto modo, predecible dentro de su contexto cultural. En mi ministerio transcultural de enseñanza y consejo sobre la guerra espiritual, siempre intento aprender lo más posible acerca del mundo de los espíritus tal y como actúa dentro de cada cultura local. Aunque esto es decisivo para el ministerio transcultural moderno, lo es también para la interpretación del mundo espiritual de la Escritura y para aplicar dicha interpretación a la situación contemporánea.
No tenemos ni un solo libro o porción de libro en la Biblia que nos presente un bosquejo general de las dimensiones supraculturales de la actividad de lo sobrenatural maligno. Por tanto, como a menudo señala Dickason, debemos contar con experiencia y ejemplos actuales para aprender lo que los demonios hacen o no hacen con frecuencia en un determinado contexto contemporáneo. Esto es algo que no puede determinarse de antemano partiendo sólo de la Escritura, como muchos afirman dogmáticamente. Algunas dimensiones de la demonología bíblica pueden descubrirse examinando con cuidado los relatos escriturales, como este asombroso caso de Marcos 5, pero sólo algunas.
Este es sólo un ejemplo limitado a los problemas de un hombre con los demonios, y también el caso más grave de demonización de un varón adulto que aparece en la Escritura. Por lo tanto, no podemos, utilizando el método inductivo de interpretación bíblica7 y partiendo de un solo caso, sacar conclusiones acerca de cómo actúan siempre los demonios en las vidas humanas y de qué manera debe tratarse con ellos en todas las ocasiones. Sólo podemos extraer enseñanzas valiosas en cuanto a su actividad en ese caso particular de demonización grave y sobre la manera en que Jesús trató con ellos.8
Para sacar conclusiones más universales tenemos que examinar cada caso registrado en las Escrituras y toda la enseñanza de éstas acerca de la actividad demoníaca en el mundo bíblico. Con este cimiento de verdad delante, podemos empezar a considerar tanto la actuación extrabíblica como posbíblica de los demonios, y la actividad actual y mundial de ellos.
El trasfondo del relato (Marcos 5.1–2)
El trasfondo del relato es el viaje en barco hasta «la región de los gadarenos (v. 1, junto con Marcos 4.35–41) y el endemoniado que anda entre las tumbas (v.2). La parte importante del mismo se refiere a la presencia de dicho endemoniado entre los sepulcros. Marcos nos dice que era «de los sepulcros» y tenía «un espíritu inmundo», así como que «vino» a Jesús. Me gusta la forma en que Barclay escribe acerca del hombre que moraba entre las tumbas.9
Era una parte de la ribera del lago donde había muchas cuevas en la roca caliza, algunas de las cuales se utilizaban como tumbas. En su mejor momento se trataba de un lugar espectral y al caer la noche debía ser verdaderamente horripilante.
De repente, de los sepulcros salió un hombre poseído por demonios. Aquel era un lugar adecuado para él, ya que, según se creía entonces, los demonios vivían en bosques, huertos, viñedos y lugares sucios, en parajes solitarios y desolados, y entre las tumbas. Ese hombre poseído moraba en la guarida de los demonios.
Los demonios estaban particularmente activos por la noche hasta el canto del gallo. El dormir uno solo en una casa vacía era peligroso, como también saludar a alguien en la oscuridad, ya que podía tratarse de un demonio. Salir de noche sin una lámpara o una antorcha era exponerse a tener problemas. Se trataba, pues, de un lugar y una hora arriesgados, y el hombre era un tipo peligroso.
Marcos dice a continuación que aquel hombre tenía «un espíritu inmundo» (v. 2). El evangelista utiliza de manera alterna los términos «espíritu inmundo», «demonios» y «espíritus».10 El endemoniado «vino» a Jesús (v. 2c), y los versículos 3 al 6 nos explican cómo sucedió aquello. Marcos hace también una descripción detallada del endemoniado, acerca de la cual Edersheim comenta:
Debemos[ … ] recordar la confusión que hay en la mente de los endemoniados entre sus propias ideas y las que les imponen[ … ] los demonios. Está muy en consonancia con las nociones judías sobre los endemoniados el hecho de que[ … ] se sintiese como arrastrado a los lugares desiertos y estuviese en los sepulcros[ … ] Era característico de los endemoniados el no poder separar su propia identidad, al encontrarse ésta fundida y perdida en el mismo grado con la de sus atormentadores. En ese aspecto, el estado de los endemoniados era también semejante a la locura[ … ] El endemoniado habla y actúa como un judío que está bajo el control de un demonio. Por lo tanto, escoge sitios solitarios de día y los sepulcros de noche. No es que los demonios prefirieran en realidad tales moradas, sino que los judíos imaginaban aquello y los espíritus malos, actuando según el entendimiento existente, le guiaban, de acuerdo con sus nociones preconcebidas, a elegir esos lugares.11
Las acciones del endemoniado y su interpretación
Guelich añade que «la morada del hombre entre los sepulcros indica su ostracismo por parte de la sociedad y corresponde a su posesión por un espíritu inmundo, un ser que a menudo se creía moraba entre las tumbas».12
¿Sucede así hoy en día? En general no, aunque puede pasar en algunas culturas cuya idea se asemeje a la de los judíos. Se dice, por ejemplo, que en ciertas partes de la India las personas muy endemoniadas viven entre las tumbas para comer la carne de los recién enterrados.
Algunos comentaristas utilizan este pasaje para enseñar que tres de los síntomas claves de la demonización son el aislamiento, la suciedad y el retraimiento del contacto humano, pero esto no es forzosamente cierto. El comportamiento antisocial extremo revelado aquí sólo caracteriza a algunos de los endemoniados más graves. Y una dolencia semejante a la locura tampoco sería verdad más que en ciertos casos muy serios de demonización. La mayor parte de los endemoniados, aunque luchan con problemas, y algunos de ellos muy graves, no actúan como dementes.
Además, la demonización y los verdaderos problemas mentales, biológicos o neurológicos no son idénticos. Aunque tengan ciertas cosas en común, comportan diferencias sustanciales. No obstante, las dos afecciones pueden darse juntas. Edersheim comenta que «los judíos no sostenían que todos los desórdenes físicos o mentales fueran causados por demonios».13 Tampoco pensaba eso Jesús, ni los primeros cristianos. Ellos sabían diferenciar ambas cosas y las trataban de un modo distinto. Así debemos hacer nosotros.
Marcos dice que «nadie podía atarle, ni aun con cadenas» (5.3b). Y en el versículo 4 amplía esta declaración con detalles que terminan con las palabras: «Nadie le podía dominar». Debido a ello, algunos afirman que otro síntoma de la demonización es una fuerza inusual. De nuevo hay que decir que no siempre es así. Depende de otros factores tales como la gravedad de la demonización, el tipo de demonios presentes y las expectativas de ellos, del endemoniado y de aquellos que tienen relación con él. Algunos endemoniados se vuelven muy violentos y muestran una gran fuerza sólo cuando los demonios se están manifestando. Otros pueden dar señales de ira no acompañada de violencia o fuerza sobrenatural. Los factores desconocidos en cada caso son tan complejos e individualizados que debemos tener cuidado con generalizar.
El evangelista dice a continuación que «siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros» (v. 5a). Según Wuest, la expresión «dar voces» es krázo en el griego, y significa «un grito inarticulado, un chillido» o «un alarido» (v. 5b).14 Muchos afirman que este es otro síntoma de demonización. Pero aunque puede ocurrir en ciertos casos graves lindantes en la locura, gran parte de las veces, aun en los casos serios, por lo menos en Estados Unidos, tal cosa no sucede.
Cuando algo así sucede, por lo general se debe a los cuatro factores siguientes o a cualquier combinación de ellos. Primero, se están manifestando plenamente demonios de suma ferocidad, por lo general en protesta a alguna interferencia en sus actividades. Segundo, están amenazando a su víctima o a otras personas. Tercero, están saliendo de su víctima con un último alarido sonoro (Marcos 1.26; Hechos 8.7). Cuarto, es la persona endemoniada, y no los espíritus malos, quien grita de angustia o de rabia por su desdicha o contra sus atormentadores demoníacos.
Marcos dice a continuación que el hombre se hacía daño «hiriéndose con piedras» (v. 5c). «Herirse», aquí, es katak̊pto, que según Vine significa «cortar en pedazos».15 Wuest, por su parte, expresa que quiere decir «cortarse, en el sentido de rajarse, tajarse o sajarse todo el cuerpo de tal manera que quede lleno de cicatrices».16 El pobre hombre tenía el cuerpo herido por todas partes.
La respuesta del endemoniado a la presencia de Jesús
Ahora descubrimos la respuesta inicial del endemoniado a la presencia del Señor (vv. 6, 7, con v. 2d). Cuando se encontraba a cierta distancia le reconoció, y en vez de huir de Jesús, como se nos dice que suelen hacer los endemoniados, corrió en su dirección y «se arrodilló ante Él» (v. 6). A menudo se afirma que otro de los síntomas de la demonización es un sentimiento de rechazo a la presencia de Jesús. «Los demonios», nos aseguran, »no quieren tener contacto con el Señor ni con su pueblo, esa es la razón por la que la gente endemoniada se mantiene lejos de los cristianos y nunca va a la iglesia». Esto no es necesariamente cierto.
¿Por qué entonces corrió el endemoniado y se echó a los pies del Señor? Sugiero varias respuestas posibles. La primera, es que no lo sé, ni tampoco lo sabe ninguna otra persona, ya que la Biblia no lo dice. La segunda, que según Marcos, siempre que los espíritus inmundos veían a Jesús, caían a tierra delante de Él gritando confesiones sobre su divina persona. La más corriente y espontánea era: «Tú eres el Hijo de Dios» (Marcos 3.11). El Señor tenía incluso que “reprenderlos mucho” para que no le descubriesen (3.12).17 Hay algo aquí que necesita más explicación. En esta aparente reacción contradictoria de los demonios a su presencia se esconde un misterio. Los espíritus malos le temen, y sin embargo se sienten constreñidos a rendirle homenaje.18
La tercera es que, puesto que cada vez que se relata el discurso de un demonio el mencionado homenaje al Señor está en el contexto de una confesión instantánea de su deidad, señorío y posición de futuro juez, es probable que la confusa respuesta de los espíritus se deba al miedo abrumador que tienen a que los castigue ahora, «antes de tiempo». Después de todo ellos no sabían cuando llegaría el «tiempo» fijado. En los casos de liberación actuales se comportan del mismo modo. Confesarán incluso que su amo, Satanás, es un engañador destinado a arder en el lago de fuego con ellos. Reconocerán que Jesús los ha derrotado como también al diablo. Al igual que descubrimos aquí, en Marcos, no le confesarán como Señor, pero sí dirán que es el Señor.
Cuarta, que siempre cabe la posibilidad de que sea el mismo hombre endemoniado quien se sienta fuertemente atraído por Cristo. Si la pobre, herida y atormentada víctima rechaza cualquier interferencia demoníaca en su atracción hacia Jesús, por así decirlo, los demonios se ven «atrapados». No pueden detenerla. Y adonde va su víctima allá van ellos con él. A menudo, ante la deslumbrante gloria de la santidad de Jesús, los espíritus malos se manifiestan a plenitud, confesando atemorizados quién es Él y lo que hará con ellos. Le ruegan que los deje en paz y que no los atormente antes de tiempo.
El discurso de los demonios
En primer lugar tenemos la pregunta-protesta desafiante: «¿Qué tienes conmigo[ … ]?» (Marcos 5.7a). Cole comenta que esas primeras palabras del demonio significan: «¿Qué tenemos tú y yo en común?» ¡Qué comentario tan perspicaz para un demonio!
Enseguida encontramos su confesión de que Jesús es el «Hijo del Dios Altísimo» (v. 7b). Alan Cole comenta también acerca de este y otros arranques de confesión acerca de la divinidad de Jesús. «Resulta extraño que el mal tuviera una percepción tan clara e instantánea de la naturaleza de Cristo cuando los hombres ordinarios eran tan lentos en reconocer su deidad (vv. 6–8)».19
Todo esto ocurrió cuando el hombre y sus demonios corrieron a Jesús y se arrojaron a sus pies. Y dice Cole:20
Corrieron y rindieron su homenaje con absoluta mala gana, confesando en seguida el abismo que los separaba, y testificando del efecto abrasador que el bien tiene sobre el mal. Sería difícil encontrar una mejor respuesta para la hipócrita acusación de que el Espíritu Santo que reposaba sobre Cristo y el espíritu del mal eran fundamentalmente uno solo (Marcos 3.22). El mal mismo rehusaba reconocer alguna afinidad con Cristo.
Por último tenemos otra protesta desafiante: «Te conjuro por Dios que no me atormentes» (5.7). Esto es lo que Wuest llama una fórmula de juramento.21 Y Guelich dice que estas palabras revelan aún más la desesperación que sienten los demonios en presencia de Jesús, y escribe: «El endemoniado traiciona la clara percepción que tiene de su posición de inferioridad y de la futilidad de su situación (Gnilka, 1:204) “conjurando” con desesperación a Jesús para que no lo “torture”».22
¡El endemoniado conjura a Jesús por el Dios a quien acaba de reconocer como su Padre! Por tanto, la respuesta que el hombre da a Cristo demuestra aún más la confusa desesperación del espíritu inmundo ante Jesús[ … ] Ha encontrado la horma de su zapato y simplemente desea negociar un acuerdo.
Luego, Guelich declara:23
Por último, el endemoniado expresa la superioridad de Jesús sobre el espíritu inmundo con su miedo a la «tortura». Muchos ven en esto una referencia latente a la expectativa apocalíptica del juicio final, como en Mateo 8.30 (así Lohmeyer, 95; Taylor, 280; Grundmann, 144). A otros les parece un simple miedo del espíritu al «castigo» o a la expulsión de su «hogar», como indica el contexto (p. ej., 5.10–13; Haenchen, 193; Gnilka, 1:205).
Marcos cuenta que Jesús había hablado a los demonios antes de que todo ese discurso demoníaco, el cual ya hemos examinado, ocurriese: «Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo» (v.8). Esta es la única ocasión en que los demonios no obedecen a Jesús de inmediato. Muchos comentaristas tienen dificultades con esta parte de la narración.24 Como es habitual, Barclay no ve ningún problema:25
No empezaremos siquiera a comprender el relato a menos que veamos con claridad cuán grave caso de posesión demoníaca representaba este hombre. Está claro que Jesús hizo más de un intento por curarlo[ … ] El Señor había comenzado utilizando su método habitual, una orden con autoridad dirigida al demonio para que saliese. En esta ocasión no tuvo éxito.
Barclay tiene razón. Otros comentaristas tratan de evitar el problema, pero él sugiere que Jesús preguntó al demonio cómo se llamaba porque en aquel tiempo se suponía que el conocimiento del nombre de un espíritu malo confería poder sobre él.26
Me gusta la primera parte de la posición de Barclay, pero no la relativa a que fuera necesario conocer el nombre del demonio para tener autoridad sobre él. Esto no es lo que Jesús tenía en mente. Tal interpretación es mágica. Lo que el Señor hace aquí es lo usual en aquellos que ejercen un ministerio de liberación: pedir información del demonio para saber mejor lo que estaba ocurriendo en la vida de aquel pobre hombre.
Alguien preguntó a John Wimber por qué Jesús había pedido al demonio que le diera su nombre. Y en su estilo característico, John le contestó: «Porque Jesús quería saberlo». Tal vez el Señor preguntase al espíritu inmundo cómo se llamaba porque sabía que en la vida de aquel hombre había una concentración de demonios poco corriente con la que jamás se había encontrado. Quería saber con exactitud qué sucedía en su interior. Guelich concuerda con esto. No piensa que Jesús preguntó al demonio su nombre como una forma de tener control sobre él, sino para conseguir una información más precisa acerca de la dolencia de la víctima:27
En vez de conceder a Jesús control sobre el o los demonios, la pregunta y la respuesta revelan el grado de dominio que éstos tenían sobre aquel hombre. Por una parte, este versículo explica su incontrolable conducta (vv. 3, 4) en términos de la «legión» de poder[ … ] Por otra, la pronta sumisión del hombre a Jesús (vv. 5, 6) acentúa el poder del Señor sobre estevasto ejército de demonios.
Legión es «un término referente a una unidad de combate de aproximadamente seis mil soldados romanos», explica Hurtado.28 Eso no quiere decir que hubiera seis mil demonios dentro de él, sino quizás aquello que el demonio expresó luego: «Porque somos muchos» (v. 9c). Barclay añade una interesante nota histórico-cultural: «Más tarde dos mil cerdos encontrarían la muerte al precipitarse por el despeñadero[ … ] A razón de un demonio por cerdo, el número debe haber sido de dos mil espíritus o más. Ese es mucho personal para un cuerpo humano, no es de extrañar que estuviera en una condición tan desesperada».29
Hurtado hace un excelente comentario relacionado con la guerra espiritual:30
El término legión tiene también el efecto de presentar el escenario como un campo de batalla entre los poderes del mal y Jesús, que viene en nombre del reino de Dios. Esta metáfora es probablemente intencionada, puesto que Jesús ya ha descrito sus exorcismos como asaltos a las fortalezas de Satanás. (Véase 3.23–27.)
La petición de los demonios
La petición demoníaca tiene dos partes: la primera, que Jesús no les envíe «fuera de aquella región» (Marcos 5.10); y la segunda, que no los mande «al abismo» (Lucas 8.31). La idea de no enviar a los demonios fuera de la región tiene paralelo, según indica Lane, en la literatura judía.31 A. B. Bruce menciona la opinión negativa que tenían los judíos de «la región» de los gadarenos y de toda el área de Decápolis (vv. 1, 20), las diez ciudades que trabajaban juntas como una Comunidad Económica Europea en miniatura, y cita a un escritor que dice: «Decápolis, amada de los demonios por estar llena de judíos helenizantes apóstatas».32
De nuevo la experiencia en el terreno de la liberación revela la naturaleza territorial de algunos demonios. A menudo éstos se sienten a gusto donde están y no quieren ser enviados a otros lugares. Sin embargo no tengo problemas con eso: los envío sencillamente adonde lo haga Jesús.
La adición de Lucas acerca de la petición de los demonios de no ser mandados al abismo (Lucas 8.3) vale la pena considerarla. Se trata de la palabra tártaros, y se menciona siete veces en Apocalipsis como el lugar de los demonios. Es un sitio de confinamiento para ellos y, en determinado período, incluso para Satanás, mientras aguarde ser arrojado al lago de fuego (Apocalipsis 20.1–3). Es obvio que no se trata de un lugar de tormento. A los demonios no les gusta ser mandados al abismo porque entonces se les dejará inactivos excepto algunos que evidentemente serán soltados en una fecha futura (Apocalipsis 9.1s).
Cuando empezaba mi ministerio de liberación, casi siempre mandaba al abismo a los demonios basándome en este pasaje. Al igual que otros, yo también recibía críticas por manejar así a los espíritus malos. Casi simultáneamente, varios líderes evangélicos reconocidos, que también practicaban el ministerio de liberación, cambiaron al uso de otra orden: «¡Vete adonde te mande Jesús!»
Los demonios sí van adonde Jesús los envía. La mayoría de nosotros creemos, sin embargo, que Él los manda al abismo o pozo. Cómo pasaba en aquellos días sucede en la actualidad: los espíritus malos siguen rogando que no se los envíe allí.
Marcos no relata ninguna respuesta de Jesús a la súplica de los demonios. En vez de ello el evangelista cuenta la tercera respuesta temerosa de los espíritus inmundos a la presencia de Jesús (Marcos 5.11, 12). Piden ser mandados a un hato de cerdos que estaba cerca.33
La repuesta de Jesús
Luego tenemos la respuesta del Señor a la petición de los demonios. Mateo escribe: «Id» (Mateo 8.32); y así lo hicieron (Marcos 5.13). Marcos y Lucas dicen que Jesús «les dio permiso». Aquello tuvo como consecuencia la destrucción de los cerdos y lo que los demonios más temían: la pérdida de un cuerpo donde vivir (v. 13b). Guelich da una explicación excelente:34
Al igual que la descripción de aquel hombre incontrolable de Marcos 5.3, 4, cuyo comportamiento «Legión» ayuda a explicar, los dos mil ingobernables cerdos demuestran el inmenso poder del ejército que había tomado control de su víctima[ … ] La muerte de dichos cerdos describen claramente la naturaleza destructora de aquellas fuerzas perversas.
Hurtado hace una observación adicional. Comenta que el episodio de los cerdos no sólo demuestra el poder destructor de los demonios, sino también la autoridad de Jesús.35 Eso es en parte lo que aquellos choques de poder pretendían (Mateo 12.28).
La expulsión de los demonios
Observamos que los demonios temían que Jesús fuera a comenzar a atormentarlos en aquel momento. «¡No es tiempo todavía!», protestan en Mateo 8.29. El miedo los invadía. Seguidamente descubrimos que las emociones demoníacas van y vienen entre el desafío estridente (Marcos 5.7a) y el reconocimiento enojado de su carácter divino de Hijo (v. 7b). Se trata de una ira mezclada con puro terror, hasta el punto de rogarle en nombre de Dios que no comience aún su futuro y aguardado tormento.
«Tormento» es basanízo. Wuest dice que se utiliza para describir formas de «probar metales», «probar mediante tortura» y «torturar», siendo este último su uso aquí.36 «¡Ahora no! ¡Ahora no!», exclaman. Sus confundidas mentes habían intentado en primer lugar subyugar o intimidar a Jesús mediante el desafío (v. 7a); luego con la arrogancia (v. 7b); más tarde por medio de su negativa a obedecer los mandamientos del Señor en cuanto a abandonar su casa, el cuerpo de su víctima (v. 8). Por último tratan de intimidarle simplemente con los números dispuestos en orden de batalla contra él (v. 9): «Somos Legión; somos muchos[ … ] ¡demasiados para ti!» Habiendo fracasado en todo ello y percibiendo en la tranquila apariencia del Señor que el tormento o la expulsión de su víctima se aproxima, comienzan a intentar lograr un acuerdo. «No nos mandes fuera de esta tierra, se nos ha dado este territorio para gobernarlo (v. 10). Tampoco nos envíes al abismo» (Lucas 8.31).
Antes incluso de que Jesús pueda contestar, ven el hato de cerdos y dicen para sí: «Mejor cuerpos de animales que nada. Como primer paso podemos ir a los cerdos, y luego, cuando se vaya Jesús, volver a nuestra presente morada humana o buscar alguna otra». No obstante, aquel monólogo demoníaco fracasó.
«Si nos echas fuera», o «como sabemos que nos vas a echar fuera, (Mateo 8.31), ¿qué te parecen los cerdos? Te prometemos no resistirte más si tienes la amabilidad de enviarnos a ellos. No volveremos jamás a atormentar a ningún ser humano. Viviremos en los puercos. ¿Qué te importan de todos modos?»
Entonces Jesús les deja ir a los cerdos. Y el verbo que emplea es hypagó en el griego, que según Vine significa «marchar, irse lentamente, partir, retirarse[ … ] a menudo con la idea de salir sin ruido o a hurtadillas».37 A. B. Bruce llama a esa contestación «la respuesta lacónica de Cristo».38
Marcos y Lucas emplean epitrépo, que quiere decir «permitir, dar permiso».39 Este término transmite la idea de aceptación, por parte de Jesús, de la frenética petición de los demonios de alguna clase de arreglo. Los deja salir de aquel hombre, el ser más importante del relato, para ir a los cerdos, que tienen una importancia mucho menor.
La liberación del endemoniado
Aquella tortura y el dolor horrible e increíblemente prolongado del hombre terminan. Por primera vez, quizás en toda su vida, está libre. Vuelve a ser una persona. Tiene libertad para ir a casa. «¡Por humilde que sea, no hay nada como el hogar!» Piénsalo: ¡Ir a casa! ¡Se acabaron el desierto y los sepulcros!
También es libre para pensar por sí mismo. Nunca más volverá a ser atormentado hasta la demencia por pensamientos demoníacos tan mezclados con los suyos que no pueda distinguirlos unos de otros.
Nadie que no haya sufrido la angustia y confusión que supone la injerencia de pensamientos o voces ajenas en la propia mente puede comprender del todo el infierno que esto representa. Se trate de voces internas de demonios, alter egos u otros desórdenes interiores relacionados con voces, o de las voces externas de la esquizofrenia o de trastornos semejantes del cerebro, vivir en tales condiciones es como hacerlo en una casa de locos.
Ahora el hombre está libre para amar a Jesús y servirle. Tal vez en ningún aspecto haya sido su transformación más radical que en éste. Sin saberlo, antes servía a los demonios. Tenía que rendirles homenaje por puro terror. Ahora sólo quiere estar con Jesús como su esclavo voluntario para siempre (v. 18).
Todo esto conduce a la pérdida por parte de los demonios de su casa corpórea. Ellos, bien quedaron sobre la tierra para buscar otras víctimas, bien acabaron en el abismo. Espero que sucediese esto último.
La muerte de los cerdos
Luego tenemos la muerte de los cerdos (v. 13), la cual produce un efecto negativo tanto en aquellos que los guardaban como en el público en general (vv. 14–17). ¿Se trata de una acción ilegítima de parte de Jesús? Algunos se quejan de que «significa destruir la propiedad de otras personas».
Contestemos primero a esta última objeción. Jesús no destruyó ninguna propiedad ajena; fueron los demonios. ¡Ya estamos echando otra vez la culpa al Señor de la maldad del diablo! Y ahora la segunda objeción: la crueldad hacia los animales. R. A. Cole dice al respecto: «Sabemos tan poco en este terreno que haríamos bien en actuar con reverencia. Pudiera ser que en este caso se necesitara de aquel signo externo para convencer a los hombres de la realidad de la expulsión».
«A menudo se sugiere medio en broma —añade Cole —que si los dueños de los cerdos eran judíos, aquello representó también un castigo para ellos. Pero parece improbable que el Señor se tomase tantas molestias en castigar un quebrantamiento de la ley ceremonial».40
William Barclay añade sus comentarios acerca de los que critican a Jesús por permitir la muerte de aquellos cerdos:41
Presumiblemente nosotros no tenemos ninguna objeción en cuanto a comer carne para la cena, ni rechazamos la de cerdo porque implique el sacrificio de algunos cochinos. En realidad si matamos animales para evitar el hambre, no podemos objetar a que para salvar la mente y el alma de una persona se necesitase dar muerte a un hato de dichos animales[ … ]
Esto no significa que no debamos preocuparnos por lo que le sucede a la creación animal de Dios, Él ama a cada criatura creada, pero sí que hemos de guardar las proporciones. En la escala divina no hay nada tan importante como un alma humana.
Me gusta el siguiente comentario que hace Stier, citado por John A. Broadus: «La pregunta de por qué nuestro Señor permitió que los demonios entrasen en los cerdos ya está contestada con otra pregunta: ¿Por qué les había permitido antes a aquellos que se introdujesen en el hombre?»42
La respuesta de la gente del lugar
Marcos relata a continuación la parte más triste de la historia, si dejamos a un lado la condición en que se encontraba el hombre mismo antes de su liberación: la respuesta de los vecinos de la región a Jesús, la muerte de los cerdos y el antiguo endemoniado (Marcos 5.14–17).
Sin embargo, la reacción inmediata de los porquerizos no es insólita: huyen para contar el incidente a los habitantes de la ciudad y del campo (v. 14). Wuest dice que la palabra «huyeron» (pheúgo) significa «"escapar, buscar seguridad huyendo". La implicación es que los porquerizos estaban aterrorizados tanto por lo que había ocurrido como por la tragedia de la destrucción y pérdida de un hato de dos mil cerdos».43
La triste escena comienza con la respuesta de la multitud que vino a ver por sí misma lo que había sucedido. Marcos relata su reacción al contemplar al hombre que había estado endemoniado (v.15), ahora sentado (no viviendo como un salvaje), vestido (no desnudo como antes, Lucas 8.27) y en su sano juicio (no más demente). Aunque todavía se le reconocía bien como el «que había tenido la legión».
¿Cómo reaccionó aquella gente? Marcos dice que «tuvieron miedo» (v. 15b). ¡Qué increíble reacción! Nadie corrió al hombre para preguntarle lo que le había sucedido. Ninguno lo abrazó con lágrimas de alegría por el hecho de que alguien que había sufrido como pocos otros en su comunidad estuviese completamente sano y restaurado. Nadie levantó las manos y el corazón con él en acción de gracias a Dios por el final definitivo de su increíble terror y agonía.
Luego, los guardas del hato de cerdos añaden una explicación al breve informe que ya habían dado (v. 16), quizás dirigida a los dueños de los puercos. En aquel tiempo era costumbre que muchos propietarios de cerdos mezclasen sus pequeños hatos y los dejaran a cargo de un grupo de porquerizos como los que nos presenta esta narración.
De inmediato viene el rechazo de Jesús por parte de la gente (vv. 16, 17). A. B. Bruce comenta en cuanto a esto:44
Los testigos, dando más explicaciones a sus patronos, relacionan ahora los dos acontecimientos: la cura y la catástrofe … Los propietarios sacan una conclusión natural: la catástrofe había sido causada por la cura. Entonces (v.17) piden a Jesús, al que consideran una persona peligrosa, que se vaya de allí.
A continuación vemos la primera respuesta que se nos relata del hombre curado a Jesús después de su sanidad (v. 18). A. B. Bruce dice que tal vez Jesús había planeado quedarse varios días en aquella región, pero que aquel rechazo produce la inmediata reacción por su parte de abandonar el área. Marcos relata que, «al entrar Él en la barca», el hombre sanado se le acercó rogándole que le dejara convertirse en discípulo suyo (v. 18).
¡Qué contraste entre las respuestas de las diferentes personas a los mismos acontecimientos! A la gente le importaba más la pérdida de los cerdos que la sanidad de su semejante. El hombre sanado, en cambio, estaba más interesado en Jesús que en las reacciones de sus conciudadanos. Veía a Cristo como Salvador, mientras que ellos lo consideraban una amenaza.
Marcos continúa con las palabras finales de Jesús al antiguo endemoniado, que son verdaderamente maravillosas. Aunque el Señor deniega su petición de convertirse en discípulo suyo y abandonar Decápolis, le encomienda a la evangelización (v. 19). En la mayor parte de los casos de sanidad, Jesús impide a aquellos a los cuales sana que den testimonio público de lo que ha hecho por ellos. Aquí sucede al contrario. ¿Por qué?
El versículo no lo dice, de modo que no podemos estar seguros. Sin embargo, podemos imaginar que es debido a que aquella área gentil necesitaba oír hablar del amor de Dios. ¿Y qué mejor evangelista que uno de los suyos que había sido transformado por el toque de Jesús?
Marcos concluye el relato con la historia del antiguo endemoniado testificando por toda Decápolis y la respuesta de la gente (v. 20). Aquel hombre hizo exactamente lo que Jesús le mandó: fue contando a todo el mundo cuán grandes cosas había hecho el Señor con él y cómo había tenido misericordia de su persona (v. 19). También interpretó de manera correcta quién era Jesús, puesto que lo consideraba el Señor (vv. 19, 20).
Aunque la liberación del endemoniado gadareno no dio como resultado la inmediata conversión de los que la presenciaron, si condujo a la evangelización de Decápolis por medio del liberado. Sin embargo, Jesús no libró de la demonización a aquel hombre atormentado con un propósito directo de evangelización. Lo curó, como el Señor mismo declara, porque tuvo misericordia de la magullada criatura (v. 19).
Pero todavía no hemos terminado con los habitantes de la región de Decápolis. John Hunter, el conocido maestro bíblico inglés, dice:45
Por último tenemos los versículos de Marcos 7.31–37, que nos hablan del regreso de Jesús a Decápolis. Observe qué recepción tan distinta. La primera vez pidieron a Cristo que se fuera; ahora le traen otros afligidos[ … ]
En Marcos 7.36 vemos que la gente corriente de Decápolis siguió el ejemplo del endemoniado gadareno, y fueron contando las cosas maravillosas que había hecho Cristo. ¡Qué final tan glorioso! «Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar» (Marcos 7.37).
4 4.     Merrill F. Unger, What Demons Can Do to Saints , Moody, Chicago, 1977, p. 129.
5 5.     Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah , Longmans, Green and Company, Nueva York, 1889 1:607.
6 6.     Los evangelistas ponen bastante cuidado en especificar los casos en que Jesús tuvo contacto personal con no judíos (Marcos 7.24–30; Mateo 8.5–13; Juan 12.20 y 21). También, en esta etapa de su ministerio, la misión de nuestro Señor iba dirigida de un modo primordial a los judíos (Mateo 1.25).
7 7.     Hay primordialmente dos grandes métodos de establecer la verdad (teología) partiendo de la Escritura. El método inductivo comienza desde lo particular y avanza hacia las conclusiones —es decir, generalizaciones—. También se conoce como método científico. Se examinan bastantes casos como para formar conclusiones genéricas. No obstante, dichas conclusiones deben estar siempre abiertas a la crítica de nuevos descubrimientos. Esta es la única manera de formular la teología bíblica. Luego, tenemos el método deductivo, en el que partiendo de una presuposición o de una afirmación probada con anterioridad (lo segundo es lo ideal y lo primero el problema) examinamos cada particular a la luz de lo general. Este es el método que se utiliza en el pensamiento silogístico, como veremos en estudios ulteriores, y que lleva incorporada una grave debilidad. Debe utilizarse con mucho cuidado si no se quiere llegar a conclusiones erróneas.
8 8.     Una razón por la que digo esto es porque ciertos autores utilizan constantemente esta historia para hacer una lista de los síntomas de la demonización, lo cual supone un enfoque equivocado del relato. Como mucho, éste puede usarse para enumerar algunos síntomas sugeridos de determinadas formas de la más grave demonización en un varón adulto religioso, o quizá, más precisamente, en un varón adulto religioso judío del siglo I. Aunque puede que esté yendo demasiado lejos al decir esto, ya que hay aquí algunos elementos supraculturales, me inquieta una utilización del método inductivo que pasa por alto el carácter único de esta narración.
9 9.     William Barclay, The Gospel of Mark, The Daily Study Bible , Westminster, Filadelfia, 1958, pp. 116 y 117.
10 10.     Marcos 1.23, 26, 27, 34, 39; 3.11, 15, 22, 30; 5.2, 8; 6.7, 13; 7.25, 26, 29, 30; 9.17–25, 38; 16.5, 17.
11 11.     Edersheim, pp. 607–609.
12 12.     Robert A. Guelich, Mark 1–8:26 , Word, Waco, Texas, 1989, 278.
13 13.     Edersheim, p. 479.
14 14.     Kenneth S. Wuest, Wuest’s Word Studies , Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1983, p. 101.
15 15.     William E. Vine, An Expository Dictionary of New Testament Words , Oliphants, Londres, 1953), 1:263 y 264.
16 16.     Wuest, p. 101.
17 17.     Véanse las ideas de Larry W. Hurtado, Mark , Hendrickson, Peabody, MA, 1989, pp. 71–87, en cuanto a por qué Jesús prohibía a los demonios que descubriesen su identidad.
18 18.     Véase Wuest, pp. 102 y 103; Guelich, p. 279; Juan Calvino, Calvin’s Commentaries , Baker, Grand Rapids, MI, 1989, pp. 430s.
19 19.     R. Alan Cole, Mark , Hendrickson, Peabody, MA, 1989, pp. 27 y 28.
20 20.     Cole, pp. 97 y 98.
21 21.     Wuest, p. 103.
22 22.     Guelich, p. 279.
23 23.     Ibid. p. 279.
24 24.     Ibid. pp. 280 y 281; Cole, p. 98.
25 25.     Barclay, p. 118.
26 26.     Ibid p. 118.
27 27.     Guelich, p. 281.
28 28.     Hurtado, p. 71.
29 29.     Barclay, p. 118.
30 30.     Hurtado, p. 71.
31 31.     William L. Lane, Commentary on the Gospel of Mark , Eerdmans, Grand Rapids, MI, 1975, p. 185.
32 32.     A. B. Bruce, The Synoptic Gospels , Eerdmans, Grand Rapids, MI, p. 372.
33 33.     En una nota a pie de página, Lane menciona el libro de H. Ridderbos The Coming Kingdom (Filadelfia, 1962, pp. 113–115), que examina las siete interpretaciones principales del incidente de los cerdos, p. 186.
34 34.     Guelich, p. 282.
35 35.     Hurtado, p. 84.
36 36.     Wuest, p. 103.
37 37.     Vine, 2:156.
38 38.     Bruce, p. 37.
39 39.     Vine 2:327.
40 40.     Cole, pp. 98, 99.
41 41.     Barclay, p. 119.
42 42.     John A Broadus, Matthew , Judson Press, Valley Forge, PA, 1886, p. 192.
43 43.     Ibid.
44 44.     Bruce, p. 373.
45 45.     John Hunter, Impact , Christian Literature Crusade, Fort Washington, PA, 1966, p. 192.
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