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sábado, 26 de diciembre de 2015

Ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre, pues en los días venideros todo habrá sido olvidado. ¿Y cómo muere el sabio? ¡Como el necio!

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Nos preparamos para enseñar en la congregación
Eclesiastes 2:12-26
12      Después volví a considerar la sabiduría, la locura y la necedad (¿qué podrá añadir el hombre que suceda al rey, a lo que ya se hizo?),
13      y vi que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las tinieblas.
14      Los ojos del sabio están en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas. Aunque también comprendí que una misma cosa les acontece a ambos.
15      Entonces me dije en mi corazón: Como la suerte del necio, así me acontecerá a mí. ¿Para qué, entonces, he sido más sabio? Y me dije en mi corazón que también esto es vanidad.
16      Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre, pues en los días venideros todo habrá sido olvidado. ¿Y cómo muere el sabio? ¡Como el necio!
17      Aborrecí pues la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa, por cuanto todo es vanidad y correr tras el viento.
18      Y aborrecí todo mi trabajo en que me había afanado debajo del sol, viendo que tenía que dejarlo a alguno que vendrá después de mí.
19      ¿Y quién sabe si será sabio o necio? Con todo, él señoreará en todo el fruto del esfuerzo que realicé y en que me mostré sabio debajo del sol, y también esto es vanidad.
20      Y a causa de todo mi trabajo con que me había afanado debajo del sol entregué mi corazón a la desesperación:
21      ¡Que un hombre trabaje con sabiduría, conocimiento y maestría, y tenga que dejar su porción a otro que nunca se afanó en ello, esto es vanidad y grande mal!
22      Entonces, ¿qué saca el hombre de todos sus afanes y del ansia de su corazón con que tanto se fatiga debajo del sol?
23      Porque todos sus días son dolores; y su tarea, frustración, pues ni aun de noche su corazón reposa; y esto también es vanidad.
24      No hay, pues, mejor cosa para el hombre que comer y beber, y hacer que su alma vea lo bueno de su trabajo. Y he visto que esto proviene de la mano de Dios.
25      Porque, ¿quién podrá comer y regocijarse sin Él?
26      Porque al hombre que le agrada, Él le da sabiduría, conocimiento y gozo, pero al pecador le impone la tarea de recoger y amontonar para darlo a quien Ha-’Elohim le agrada. Esto también es vanidad y correr tras el viento.

Año Nuevo con La Sabiduría de Dios


El afán humano
Eclesiastés 2:12–26
En esta sección aparece por vez primera el tema de la muerte. No porque el Predicador tuviera los conceptos modernos sobre la muerte, ya que el hombre bíblico de la antigüedad no temía la muerte, la asumía como una cosa natural. 

El aguijón de la muerte está aquí en que le resta significado al quehacer humano. Pretendemos trabajar para lo eterno y nos encontramos con que la vida es pasajera. La muerte interrumpe el curso de la vida y le resta sentido a todo lo que hacemos. No sabemos si alguien, un sucesor que podía ser el hijo, continuará la obra comenzada, ni siquiera podemos prever si podrá aprovechar lo que ha sido hecho. ¿De qué sirve entonces el afanarse? 

Ni siquiera cabe esperar que quede perpetua memoria de lo que se ha hecho. La muerte cierra todos los caminos, ante ella se desvanecen las ventajas que la sabiduría tiene sobre la necedad (2:13). Queda un solo camino: disfrutar la vida sin caer en la ansiedad (2:24). Pero el sabio encuentra dificultades aun en esto. Es Dios quien decide. Y así aparecen los únicos dos absolutos que limitan el pensamiento del Predicador: Dios y la muerte. No podemos huir de ninguno de ellos.

Yo volví (v. 1). Es yo enfático, yo y no otro. La luz sobre las tinieblas (v. 13). La luz es símbolo de todo lo positivo, las tinieblas son el símbolo de todo lo negativo, de todo lo que causa horror. La reflexión israelita sobre el tema aparece por vez primera en nuestras Biblias en Génesis 1:4 cuando Dios se muestra apartando la luz de las tinieblas. Entonces dije en mi corazón… (v. 15). 

Me dije a mí mismo en presencia de que la muerte sobreviene igualmente al sabio y al necio. La sabiduría tiene un gran valor, pero no perpetua memoria (v. 16). Para una evaluación distinta ver Salmo 112:6; Proverbios 10:7. Aborrecí la vida (v. 17), recordando el uso del término “aborrecer” (sane 8130, “amar menos”) en la Biblia, podríamos entender que el sabio atempera su entusiasmo por la sabiduría y por la vida al comprenderlas en la perspectiva de la muerte.

Los vv. 18–22 cubren en la perspectiva de la muerte el trabajo evaluado positivamente en el v. 10 y adquiere su dimensión justa. Otra vez nos encontramos con “aborrece” como equivalente a “amar menos”. ¿Qué, específicamente es “vanidad”? Que no disfrute de mi trabajo y no sepa quién disfrutará de él a mi muerte. Es una valoración negativa de la historia de la cultura si se entiende por trabajo la adquisición de la sabiduría. Ni aún de noche reposa (v. 23). Para el “dormir” en el AT ver Salmo 3:5; Proverbios 4:16; Eclesiastés 5:12.

No hay, pues, mejor cosa, es una apreciación positiva de la vida, no la vida complicada por la ambición o por valores absolutos, sino la vida sencilla (comp. 1 Rey. 4:20; Jer. 22:15). Nada más lejos de una posición hedonista: se aprueba la vida sencilla y no el placer por el placer. Pero el vivir esa vida sencilla es un don de Dios. Aparece así el tema bíblico de la soberanía de Dios (Deut. 8:17, 18; Sal. 39:4–6; Prov. 30:8).

Si un hombre no puede hallar una felicidad duradera en la actividad y la acumulación de una fortuna, ¿podrá hallarla en la utilización al máximo de la mente? El escritor dirige ahora su pensamiento a mirar para ver la sabiduría … y la necedad (12). No requiere mucho tiempo llegar a la conclusión del Predicador: La sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas (13). El sabio (14) emplea su inteligencia para guiarlo, mas el necio anda en la oscura noche de la ignorancia. El hombre es mejor que un animal debido a que puede vivir una vida inteligente.

Pero aquí se hace visible el fundamento de arena de todo lo que es un mero humanismo. ¿Cuánto mejor es el sabio que el necio cuando la respectiva duración de sus vidas es igual? Los valores relativos de la vida terrenal parecen todos más o menos iguales si todas ellas terminan en el sepulcro. Para el hombre totalmente mundano no queda siquiera la satisfacción de sobrevivir en las memorias de los hombres: ni del sabio ni del necio habrá memoria (16). 

La mente del Predicador se rebela contra esta nivelación de todos los valores que más aprecian los hombres: Aborrecí, por tanto, la vida (17). No fue él ni el primero ni el último en sentir la justicia del anhelo de inmortalidad del hombre. Addison escribió del argumento de Platón:

    Debe ser así, —¡bien razonaste, Platón!
    De otro modo, ¿de dónde esta agradable esperanza, este hondo anhelo,
    Esta ansia de inmortalidad?
    ¿O de dónde este secreto temor, e interno horror
    A caer en la nada? ¿Por qué el alma se encoge
    En sí misma, y se asusta ante la destrucción?
    Es la divinidad que se agita en nuestro interior;
    Es el mismo cielo que nos señala un más allá,
    E insinúa al hombre la eternidad.

    Vanidad de la acumulación de riquezas ( Eclesiastés 2:18–23)
En estos seis versículos el escritor reflexiona sobre la inutilidad de los años pasados en obtener y acumular riqueza. Lo que más lo fastidia es que todo lo tendrá que dejar a otro que vendrá después de mí (18). Y ¿quién sabe si será sabio o necio? (19). Probablemente para un hombre que había reunido para sí con tanta diligencia fuera natural desconfiar de otros—aun de sus herederos.

La historia a menudo ha verificado los hechos en que se basa el pesimismo del Predicador. Pocos hijos se han mostrado tan eficientes en la conservación de fortunas como lo fueron sus padres en reunirlas— a menudo bastan “tres generaciones para volver a estar en mangas de camisa”. Pero estos hechos no tienen porqué llevar a desesperanzarse al corazón (20). Más bien debieran guiarnos en la manera de obtener, gastar y transmitir nuestro dinero.

Si uno está tan loco por el dinero que aun de noche su corazón no reposa (23), esto es vanidad. Una vida satisfactoria es más importante que una fortuna. Si no podemos pensar en un uso mejor para nuestra riqueza acumulada que dejarla para ser dilapidada por herederos irresponsables, hay motivos para el pesimismo en cuanto a nuestro trabajo. 

Pero el rey podría haber usado su riqueza mientras vivía— usarla para el bien de sus semejantes y para el progreso de la obra de Dios. No es sabio que alguien pase toda su vida acumulando dinero y deje totalmente a otros las decisiones en cuanto a su uso. Durante su vida el hombre ha de invertir y dar tan sabia y generosamente como ha acumulado. Cuando así lo hace, tiene algo por todo su trabajo y … la fatiga de su corazón (22). Y si tiene algo que dejar a sus herederos, que ore sobre las decisiones y luego actúe con fe en la generación siguiente, cuyo carácter ha contribuido a formar.

    Las bendiciones del trabajo (Eclesiastés 2:24–26)
El rey llega a la conclusión de que una entrega total a la riqueza es una necedad (23). El hombre debe tener suficiente para comer y beber (24), pero también debe “gozarse cuando hace su trabajo” (24, Moffatt). Este es el buen plan de Dios para el hombre.

El versículo 25 en Reina Valera traduce correctamente el hebreo, pero la traducción no concuerda con el contexto. La mayoría de las traducciones modernas siguen la Septuaginta, por ejemplo, la Nueva Biblia Española: “Pues ¿quién come y goza sin su permiso?” Esta interpretación conecta el 24 y el 26 en una secuencia significativa. Sabemos que todo don procede de Dios (Stg. 1:17). El es quien ha dado apetito, la capacidad de gustar, y la capacidad de gozar de la vida.

En el 26 el Predicador resume lo que enseña la Biblia acerca de un universo moral: Al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo. 

Adam Clarke comenta: “1. Dios da sabiduría; —el conocimiento de Sí mismo, luz para guiarlo en el camino de la salvación. 2. Ciencia—entendimiento para discernir la operación de su mano; relación experimentada con El, en la dispensación de su gracia y los dones de su Espíritu. 3. Gozo; cien días de alivio por uno de dolor; mil goces por una privación; y a los que creen, paz de conciencia, y gozo en el Espíritu Santo.”

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