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sábado, 23 de abril de 2016

¡Cómo fue saqueado; sus tesoros escondidos fueron saqueados!...Te defraudaron y pudieron más que tus confidentes. Los que comían de tu pan te han puesto trampa. ¡No hay en él discernimiento!

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Llevamos de la mano hacia La palabra de Dios 
Humillación de Edom
Abdías 1-9
1 La visión de Abdías:  Así ha dicho el Señor Jehovah acerca de Edom  (hemos escuchado de parte de Jehovah la noticia de que ha sido enviado un mensajero  a las naciones, diciendo: "¡Levantaos! ¡Levantémonos contra él en batalla!"): 
2 "He aquí, te empequeñeceré entre las naciones; serás muy menospreciado. 
3 La soberbia de tu corazón te ha engañado a ti que habitas en las hendiduras de la peña,  en tu morada elevada; a ti que decías en tu corazón: ’¿Quién me hará caer a tierra?’ 
4 Aunque remontes vuelo como águila y entre las estrellas pongas tu nido, de allí te haré descender, dice Jehovah. 
5 Si hubieran venido a ti ladrones o asaltantes de noche, ¿no te habrían robado lo que les bastase? Si hubiesen venido a ti vendimiadores, ¿no habrían dejado siquiera rebuscos? Pero, ¡cómo has sido arrasado! 
6 ¡Cómo fue saqueado Esaú;  sus tesoros escondidos fueron saqueados! 
7 Hasta la frontera te arrojaron tus propios aliados.  Te defraudaron y pudieron más que tus confidentes.  Los que comían  de tu pan te han puesto trampa. ¡No hay en él discernimiento! 
8 "¿No haré que perezcan en aquel día los sabios de Edom y el discernimiento de la región montañosa de Esaú?, dice Jehovah. 
9 Tus valientes, oh Temán,  serán destrozados, para que todo hombre sea destruido por la masacre en los montes de Esaú. 

Un orgullo que pronto será pisoteado

PROFECÍA DE LA DESTRUCCIÓN DE EDOM
ABDÍAS 1–9


Abdías 1–2. 
Abdías establece con las palabras iniciales su mérito como vocero de Jehová. 
El término “visión” equivale a la palabra de Jehová, como lo aclara 1 Samuel 3:1: 
En aquellos días la palabra de Jehová escaseaba, no había visión con frecuencia”.

Los otros profetas que escribieron también utilizaron el término visión u oráculo, o simplemente dicen que la palabra de Jehová fue a ellos. En todos los casos establecen clara y enfáticamente que lo que están por decir no es el resultado de sus agudas percepciones ni de su comprensión perspicaz de la palabra de Dios; más bien, es una comunicación divina, que les fue dada para revelar la voluntad de Jehová.

Las siguientes palabras de Abdías expresan con toda claridad esta verdad. “El Señor Jehová ha dicho así”. Aquí tenemos la fórmula normal para las declaraciones divinas, muy parecida a la declaración de Jesús en el Nuevo Testamento, “de cierto os digo” (Mateo 5:18). 

Se ha estimado que frases como “así dice Jehová” y “la palabra de Jehová vino” aparecen más de 2400 veces en Antiguo Testamento, alrededor de 1300 veces en los libros proféticos solamente. ¡Qué apoyo tan convincente a la doctrina de inspiración verbal de las Escrituras!

Esaú y los edomitas

La revelación que le da Jehová a Abdías también expresa claramente el propósito de esa revelación, declarar lo que “el Señor Jehová dice en cuanto a Edom. 

Edom y los edomitas eran descendientes de Esaú, hijo de Isaac y nieto de Abraham. Recibió el nombre de Edom cuando le dijo a su hermano gemelo Jacob: “Dame de comer de ese guiso rojizo, pues estoy muy cansado (por eso a Esaú se le llamó Edom)” (Génesis 25:30, NVI). 

En hebreo, Edom significa rojo y se refiere al guisado de lentejas rojo así como el cabello rojo de Esaú (Génesis 25:25). En Génesis 36 se da un breve recuento de Esaú y de sus descendientes.

Recordando la acción que tomaron Abraham y su sobrino Lot, Esaú se separó de Jacob cuando el ganado de ellos llegó a ser tan numeroso que la tierra no lo podía alimentar. Entonces él, sus esposas, y sus hijos, se establecieron al sur de Moab y del mar Muerto en el país montañoso de Seír, después de expulsar a los horeos, que eran los habitantes cavernícolas originales de esa tierra. 

El país llegó a ser conocido como Edom, y sus habitantes se desarrollaron como una nación bien organizada, gobernada por reyes antes de que Israel tuviera un rey propio.

La razón para el mensaje respecto a Edom es que su copa de iniquidad estaba llena hasta el borde. Jehová tenía un fuerte pleito contra Edom, por el orgullo desafiante que manifestaba contra él, y por su cruel hostilidad hacia los del pueblo de Israel, los descendientes de Jacob el hermano gemelo de Esaú.

Cuando Abdías dice: “Hemos oído el pregón de Jehová”, usa la expresión formal “nos” que a los escritores les gusta utilizar para mantenerse en el anonimato. Esto parece típico de Abdías que está más interesado en el mensaje de Jehová que en él mismo.

No tenemos registro de ningún “enviado” o mensajero que hubiera sido enviado por Jehová para levantar naciones en juicio contra Edom; pero de alguna manera Dios, como Gobernador de todas las naciones y pueblos, dirigió naciones como: Siria, Babilonia, Persia, los Nabateos, y un tiempo más tarde a Roma, para levantar grito de guerra contra Edom: “Poneos en pié, y levantaos contra este pueblo en batalla”. 

Esas naciones se convertirán en instrumentos en la mano de Dios para llevar a cabo su voluntad. ¿Y no es esta la manera como Dios ha utilizado siempre a las naciones y su curso en el mundo, para llevar a cabo su voluntad de llevar adelante su plan de salvación? ¡Verdaderamente toda la historia es Su historia!

El Señor, hablando por medio del profeta Abdías, les advierte a los descendientes de Esaú que va a utilizar las naciones que ha levantado para que actúen y hagan que Edom sea pequeña y despreciada sobre la faz de la tierra. 

Para comenzar, Edom nunca fue una gran nación; la importancia que tuvo fue el resultado de los recursos minerales que poseía y de su posición estratégica, pues estaba localizada al lado del camino real, importante ruta de caravanas. Pero cuando Jehová acabó con ella, cualquiera que fuera la posición que Edom hubiera tenido entre las naciones desapareció. Todo el capítulo 35 de Ezequiel amplía este pensamiento.

Abdías 3–4. 
La mención de “la soberbia de tu corazón” señala el principal pecado de la nación de los edomitas, el orgullo pecaminoso de exaltación y de confianza arrogante en ellos mismos. Se enorgullecieron indebidamente por: su posición aislada y defendible en Sela (Abdías 3–4), sus tesoros y su riqueza (Abdías 5–6), sus aliados políticos y militares (Abdías 7), y su sabiduría jactanciosa (Abdías 8).


Edom y Sela

Humanamente hablando, Edom tenía razón para jactarse por su localización geográfica. 

El país estaba localizado directamente al sur del mar Muerto, al lado de la profunda hendedura que corre desde el mar Muerto al sur del golfo de Acaba. 

En ocasiones las fronteras cambiantes de Edom alcanzaron los 160 kilómetros del golfo de Acaba, pero rara vez tuvieron más de 80 kilómetros de ancho en algún momento de su historia. Estaba localizado sobre la meseta del monte Seír a 1525 metros sobre el nivel del mar, y ostentaba dos ciudades principales, Bosrá al norte con su fortaleza casi inexpugnable, y en el centro Temán (hoy Tawilan), protegida por la fortaleza de la cercana Sela.

El poeta inglés del siglo diecinueve John William Burgon describió la ciudad de Sela (hoy conocida como Petra) con una frase de encanto perdurable, dijo que era “una ciudad rosado roja, tan antigua como la mitad de tiempo”. 

Ciertamente, la única entrada a Sela es a través de una larga garganta de increíble belleza; con un pequeño riachuelo que fluye por su superficie, este cañón, o siq como lo llaman los árabes, serpentea a lo largo de su camino por más de kilómetro y medio, antes de llegar a la ciudad. 

Sobresaliendo más de 60 metros a cada lado del cañón se encuentran escarpaduras perpendiculares y colgantes de arenisca rojiza, de ahí su nombre Edom, “rojo”. En algunos lugares la garganta tiene sólo tres y medio metros de ancho, lo que hace posible que un pequeño grupo de hombres resista a un ejército invasor; esa característica hizo que los habitantes de Edom se sintieran seguros respecto a los enemigos. Y también lo constituyó en su “morada en las alturas”, ya que vivía “en las hendiduras de las peñas”. 

La palabra “peñas” se puede traducir como sela, la palabra hebrea roca. Todavía quedan por lo menos sesenta de esas cavernas en las altas escarpaduras de Sela en esta ciudad, a la cual los nabateos llamaron más tarde Petra (roca en griego).

Siq—Entrada a Petra

La escabrosa inaccesibilidad de esa fortaleza montañosa les dio a los edomitas una falsa sensación de seguridad. Se jactaban diciendo: “¿Quién me derribará a tierra?”, como si dijeran: “¿Qué enemigo puede lanzarnos un ataque exitoso? ¡Dejémoslos que traten!” 

Pero su orgullo pecaminoso y su arrogancia desafiante, les habían dado la misma miopía que padecen todos los que sufren de una exagerada opinión de ellos mismos. 

Por no mirar más allá de la nariz de su orgullo, no pudieron ver a aquel para quien ninguna fortaleza es inexpugnable y de quien nadie se puede esconder. David lo dijo muy claramente cuando escribió el Salmo 139:

      ¿A dónde me iré de Tu Espíritu?
      Si subiera a los cielos, allí estarás Tú;
      Y si en el Seol hiciera mi estrado, allí Tú estás.

La respuesta de Jehová al orgullo fanfarrón y a la pretensión jactanciosa de Edom, es una joya literaria. 
Aunque vueles a lo alto como águila, y tu nido esté puesto en la estrellas…” (Abdías 4, NVI) se refiere a los hogares protegidos por las altas montañas de Edom; también se puede referir simbólicamente a la altura del orgullo en que los edomitas se habían puesto. 

También hay quienes creen que se refiere a la religión corrupta de los edomitas que habían deificado a Esaú y habían utilizado el águila para representarlo como su dios.

Aunque vueles a lo alto como el águila y tu nido esté puesto en las estrellas, de allí te arrojaré… afirma el Señor” (Abdías 4, NVI). 

Los días de Edom están contados, y su destino es ruina y destrucción a manos de las naciones escogidas por Jehová. ¿Alguna vez alguna nación o alguna persona le han ganado una batalla al Señor? ¿Puede la voluntad del Todo Poderoso ser exitosamente impedida por: el poder, la astucia, y la oposición, de un hombre débil y pecador? 

Aunque el patriarca Jacob venció a Dios en Peniel (Génesis 32) y por eso fue llamado Israel (“él lucha con Dios”), no obstante Dios le hizo saber quién tenía el control cuando lo golpeó en la articulación de la cadera de tal manera que quedó cojo. 

Jacob venció en oración por la bendición de Jehová sólo porque Jehová se lo permitió ¿Pero le ganó al Señor en un duelo? ¡Nunca, porque nadie es el Señor de Jehová!


Edom será completamente destruido (Abdías 5–9)

Abdías 5–7
En los versículos anteriores Jehová le ha hablado a Edom sobre lo orgullosamente arrogante que se ha vuelto debido a su localización aislada y defendible entre las altas escarpaduras de Sela; pero la mano de juicio de Jehová hará caer a Edom de sus alturas. Ahora Jehová le habla a Edom en relación con el orgullo que ha puesto en su riqueza y en el poder, y la aparente seguridad que sentía por lo que su riqueza podía comprar.

Podría parecer que una tierra desértica sedienta al sur del mar Muerto, hubiera tenido poca riqueza de qué vanagloriarse, pero hubo varios factores que contribuyeron a la prosperidad de Edom.

Por una parte, se encontraron minas de cobre y hierro en el Arabá. Después de derretir el mineral en su ciudad más al sur, Exión-Géber, los edomitas se ocuparon en el negocio activo y rentable de la exportación de esos metales preciosos.

Un segundo factor trajo todavía mayor riqueza. Corriendo justo a través de la mitad de Edom estaba el camino real, la principal ruta de negocios norte sur al este del río Jordán. Un vistazo a algún mapa muestra que el Camino Real se conectaba con las rutas de comercio que iban a Egipto y África, y a Arabia e India. 

A lo largo de toda esa ruta había oficinas de impuestos, listas a exigir impuestos de aduana y peajes a las frecuentes caravanas de camellos y burros que llevaban: oro, plata, especies aromáticas, y telas finas. 

Además, el Camino Real pasaba por la estrecha garganta que conducía a la ciudad fortificada de Sela. Esa posición única les permitió a los edomitas virtualmente controlar todos los viajes que se hacían a lo largo de la ruta comercial. Los edomitas tuvieron riqueza y se sintieron seguros por ella, jactanciosamente seguros.

¿No es así como se sintió el necio rico en la parábola de Jesús (Lucas 12:16–21)? Con sus graneros llenos hasta rebosar, se sintió confiado en que se las podía arreglar sin Dios 

¿No nos asalta la misma tentación a cada uno de nosotros cuando Jehová nos permite adquirir más bienes materiales de este mundo? Necesitamos orar diariamente: “¡Señor, no permitas que mi orgullo pecaminoso ponga tus bendiciones terrenales entre tú y yo!”

El orgullo de Edom por su riqueza, no le dará seguridad delante de Dios debido a que cuando él envíe las naciones designadas para llevar juicio sobre Edom, toda su riqueza no le servirá para nada. En efecto, la perderá. “¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú [o Edom]!” No como ladrones o salteadores que “hurtarán lo que necesitan”, no como los vendimiadores que no buscaban debajo de cada hoja sino que siempre “dejan algún rebusco” cuando cosechan. 

No, las naciones salteadoras despojarían a Edom de todas sus riquezas: hasta “sus tesoros escondidos” serán saqueados (Abdías 6).

Las naciones que rodeaban a Edom habían reconocido su próspera posición de comercio y de poder, y estaban ansiosas de ganar y de retener la buena voluntad de la nación que controlaba su sustento. Por lo tanto Edom tenía amigos políticos y aliados militares en: los árabes, los moabitas, y los amonitas al norte y al oriente. 

Desarrolló comercio de esclavos con Gaza y Tiro, ciudades a lo largo de la costa del Mediterráneo. Edom tenía gran orgullo por la seguridad que estos aliados le proporcionaban.

Sin embargo, en el momento del juicio de Dios esta fuente de orgullo abandonará a Edom. “Todos tus aliados [literalmente “hombres de su pacto”] hasta los confines te hicieron llegar”, sacándote y tomando tu nación, como lo hizo la tribu árabe de los nabateos en el año 325 a.C. 

Esos amigos políticos habían engañado a Edom maquinando secretamente contra ella mientras que comían pacientemente “pan” en su mesa. La trampa para la caída de Edom fue puesta por engaño de sus aliados que no sólo la abandonaron cuando fue atacada sino que también ayudaron a subyugarla. Su engaño fue ingenioso. “No hay en él inteligencia”.

Cuando Edom perdió su riqueza, también perdió su atractivo para otras naciones, y por lo tanto perdió su poder efectivo. 

Había buscado fortaleza y seguridad en su posición estratégica y en sus aliados, pero dejó al Señor por fuera de sus planes. Eso significó su ruina. 

Las palabras de Salomón en el Salmo 127 se aplican tanto a las naciones como a los individuos: “Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican”. El Salmo 33 apoya esta verdad diciendo: “Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová”, y después declara que ninguna nación se salva por el tamaño y la fortaleza de su ejército. ¡Qué lección para las naciones de hoy, incluyendo la nuestra!

Los pactos económicos, los acuerdos de limitación de armas, la diplomacia permanente, y las cumbres de jefes de estado, sólo pueden producir un estado de paz frágil y temporal. 

Los esfuerzos de los hombres se pierden a menos que sean hechos en el temor de Jehová y busquen su ayuda y su guía.

Abdías 8–9
Aquí Jehová se refiere a la sabiduría por la cual Edom era famosa. La mención de Temán en Abdías 9 sugiere que en el libro de Job pudo haber tenido un antecedente edomita. 

Elifaz, uno de los amigos de Job que fue a consolarlo, era un temanita (Job 2:11). 

Cualquiera que fuera su sabiduría: financiera, política, militar, o práctica, los edomitas se sintieron muy orgullosos de ella, pero todo fue en vano. 

“Aquel día”, el día en que Dios juzgará su pecado, el día en que el amigo y el aliado abandonarán a Edom y se volverán contra ella, los edomitas necesitarían más que cualquiera otra cosa, un liderazgo sabio e inteligente. 

Pero “tus valientes, Temán, serán amedrentados”, golpeados por el pánico porque no tendrán conocimiento ni sabiduría respecto de qué hacer o a dónde huir. La ciudad de Temán, situada cerca de Sela en la parte oriental de Edom, recibió su nombre por el nieto de Esaú al que le dieron ese nombre (Génesis 36:15), y aquí se utiliza para nombrar a Edom.

El juicio de Jehová sobre Edom será completo: “Será exterminado todo hombre del monte de Esaú”. Posteriormente Abdías tendrá más que decir sobre esto.
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Aunque remontes vuelo como águila y entre las estrellas pongas tu nido, de allí te haré descender, dice Jehovah.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El Siervo de JEHOVA

A B D Í A S 
EL SIERVO DE JEHOVÁ
Abdías es el libro más corto del Antiguo Testamento con sólo veintiún versículos, pero esa brevedad de ninguna manera disminuye la importancia del libro. 

Abdías fue el primer profeta que utilizó el término “El día de Jehová” (Abdías 15). Con excepción de Moisés que por sí mismo es una clase, Abdías también fue el primer profeta literario o escritor. Natán, Samuel, y los otros profetas que lo precedieron, no fueron dirigidos por Jehová para poner por escrito sus declaraciones.

Aunque se piensa que Abdías vivió y escribió antes que el profeta Amós, tanto en el ordenamiento tradicional como en el hebreo de los libros del Antiguo Testamento, se le ubica después de Amós. Algunos estudiosos creen que eso lo hicieron los hombres que agruparon los libros del canon del Antiguo Testamento porque pudieron haber considerado a Abdías como una extensión de la corta predicación contra Edom que aparece en Amós 9:12. 

En el Nuevo Testamento no se cita a Abdías, a no ser que Apocalipsis 11:15 sea una referencia indirecta a Abdías 21


QUIÉN LO ESCRIBIÓ: AUTOR

El nombre Abdías significa “siervo de Jehová o Yahveh”, y es un nombre algo común en el Antiguo Testamento. Se han hecho intentos para identificar el autor de nuestro libro con uno de los más de diez Abdías que se mencionan en el Antiguo Testamento, pero simplemente no sabemos quiénes fueron sus padres ni dónde vivió.

Si la fecha que le asignamos a su libro es correcta, probablemente es el mismo Abdías que se menciona en 2 Crónicas 17:7. Allí se nos dice que Josafat, rey de Judá (873–848 a.C.) y padre de Joram, envió a Abdías junto con otros funcionarios para revivir la verdadera adoración en la tierra, mediante la instrucción a la gente sobre el libro de la Ley de Jehová. 

Eso haría a Abdías un contemporáneo de Elías y de Eliseo, que en ese tiempo eran profetas de Israel que no escribían libros.

Respecto a Abdías las escrituras no dicen ni sugieren nada más que esto, un profeta de Judá. Si no hay más, el desconocimiento de sus antecedentes nos anima a concentrarnos en su mensaje.

CUÁNDO SE ESCRIBIÓ: FECHA

La fecha en que Abdías escribió su profecía debe estar ligada con el acontecimiento que se narra en Abdías 11–14 cuando Jerusalén fue atacada. En ese tiempo los edomitas, vecinos de Israel al sur, tuvieron que ver con el vergonzoso abuso de la capital judía y sus habitantes.

Un evento como ese ocurrió en el año 586 a.C. Es el año en que el rey Nabucodonosor y sus babilonios capturaron a Jerusalén (2 Reyes 25:1–21; 2 Crónicas 36:11–20; Jeremías 52:1–30). 

El Salmo 137 registra la manera como los edomitas animaron ansiosamente a los babilonios para que destruyeran la ciudad aún hasta sus cimientos.

Sin embargo, no parece probable que Abdías se refiriera a ese ataque a Jerusalén; si hubiera sido un testigo presencial, ¿por qué no informó sobre la manera que la ciudad y su templo magnífico fueron totalmente destruidos; sobre la manera que los utensilios del templo y la gente fueron llevados al exilio en Babilonia? No hace mención de esta horrible devastación de la Ciudad Santa.

2 Crónicas 21:16–17, registra un ataque a Jerusalén que es más probablemente la referencia que Abdías tenía en mente. 

Durante la época de Joram, rey de Judá, desde el año 848 hasta el año 841 a. C., los filisteos y los árabes atacaron a Jerusalén, tomando botín y cautivos. Esa invasión a la ciudad santa ocurrió muy pocos días después de que Joram no fue capaz de reprimir una rebelión de los edomitas (2 Crónicas 21:8–10). Como resultado los edomitas siguieron siendo hostiles hacia los israelitas.

Por lo tanto, aceptamos el año 845 a.C. como la fecha aproximada en que Abdías escribió su profecía, y vemos en ella un doble cumplimiento o referencia. La referencia inmediata es la invasión a Jerusalén por los filisteos y los árabes en la época del rey Joram. 

La profecía de Abdías se cumplió nuevamente en la época en que los babilonios destruyeron a Jerusalén unos 250 años más tarde, como parecen indicar las palabras proféticas de Abdías 12–14.


QUÉ QUIERE TRANSMITIR ABDÍAS: El propósito y el mensaje de Abdías

El pueblo de Edom fue un enemigo permanente de los israelitas; los edomitas fueron como un aguijón en la carne porque buscaban cualquier oportunidad para causarle problemas a Israel. 

Finalmente la copa de iniquidad de Edom se llenó hasta el borde y entonces Dios intervino con juicio. Abdías declaró correctamente el juicio de Dios que anunciaba que Edom iba a ser atacada y destruida. Pero habrá esperanza para el remanente de Israel y para cualquier edomita penitente en “El día de Jehová” (Abdías 15) cuando Dios dará liberación en el monte Sión (Abdías 17), que es una referencia directa a la obra redentora del Mesías.

Consecuentemente, el mensaje de Abdías, es básicamente de justo castigo y de la restauración divina, centrado alrededor del tema del juicio de Dios a un pueblo orgulloso y rebelde, los edomitas.

BOSQUEJO:

El juicio de Dios sobre Edom

      I.      Profecía de la destrucción de Edom (Abdías 1–9)
      II.      La causa del castigo de Edom (Abdías 10–14)
      III.      El día de Jehová: justo castigo y restauración (Abdías 15–21)

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