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miércoles, 20 de julio de 2016

Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días... recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos...

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




LOS HECHOS DEL ESPÍRITU SANTO

HECHOS: EL EVANGELIO SE EXTIENDE

HECHOS: UN LIBRO MUY SINGULAR
El quinto libro del Nuevo Testamento es único en varios sentidos. En primer lugar, es la única «secuela» o «continuación» intencional que encontramos en el canon.

Lucas es el único evangelista que continúa su narración recogiendo la historia de la primera generación de cristianos. Y aunque la escritura de alguna de las epístolas provocó la escritura de una segunda carta, que sepamos, en ningún caso la segunda carta ya estaba en la mente del autor cuando escribió la primera.

Por tanto, no podemos entender de forma completa el libro de los Hechos si primero no tenemos en cuenta el Evangelio de Lucas. Aunque esta afirmación resulta lógica, la cuestión es que esa realidad muchas veces se pierde de vista porque al haberse agrupado los cuatro Evangelios, Juan se ha intercalado entre el primer y el segundo volumen de Lucas.

En segundo lugar, los contenidos de Hechos continúan siendo únicos. Es el único libro que recoge el periodo entre la crucifixión de Jesús (probablemente en el año 30 d.C.) y el final del ministerio de Pablo (o, al menos, cerca del final de su ministerio, en algún momento de los años sesenta).

En muchas ocasiones se ha dicho que el título tradicional de «Los Hechos de los Apóstoles» es engañoso, porque el único de los doce que tiene un papel prominente es Pedro. El personaje humano que más destaca es Pablo, que se veía a sí mismo como un apóstol, pero no uno de los doce.

Aparte de eso, Juan aparece en alguna ocasión y se menciona el nombre de los otros diez; pero el resto de personajes que aparecen en Hechos no son apóstoles. Quizá debería haberse titulado «Los Hechos de Pedro y Pablo», o mejor, «Los Hechos del Espíritu Santo», puesto que Lucas en todo momento deja claro que la obra de la iglesia primitiva está dirigida por el Espíritu Santo.

No obstante, independientemente de la idoneidad del título, se trata de la única obra dentro y fuera del canon de las Escrituras que describe la primera generación de la iglesia. Por tanto, si se habla de la «iglesia del Nuevo Testamento» como modelo para la vida cristiana de cualquier época y lugar, se tendrá que realizar un estudio concienzudo de Hechos.

En tercer lugar, esta obra es única en cuanto a los problemas de aplicación que plantea. A diferencia de las epístolas, ofrece muy pocas enseñanzas «formales». Incluso los cuatro Evangelios, con el énfasis que hacen en la instrucción ética de Jesús, contienen más material explícitamente didáctico que el libro de los Hechos.

La mayor parte del contenido consiste en diversas escenas en las que aparecen los personajes que Lucas ha querido destacar. Los lectores posteriores frecuentemente se hacen preguntas como las siguientes: «¿Cuál es la norma?». «¿Cuáles son los ejemplos que hemos de imitar, y cuáles los que hemos de evitar?». O, «¿Algunos sucesos tan solo están ahí porque ocurrieron y porque luego servirían para explicar el desarrollo de aquella iglesia naciente?».

Un axioma hermenéutico fundamental para responder estas preguntas es distinguir patrones de conducta que se repiten en diferentes contextos a lo largo de todo el libro (y en el resto del Nuevo Testamento también) y patrones que varían de un contexto a otro. Lucas, como narrador, también da pistas indirectas cuando menciona la bendición de Dios como resultado de una actividad concreta, un indicativo más de su naturaleza pedagógica.

Por último, el libro de los Hechos ocupa una posición única en el progreso de la revelación de Dios a la humanidad. La primera generación de cristianos constituyó claramente un periodo de transición entre la era de la ley y la era del evangelio. El día después de Pentecostés, nadie se levantó en Jerusalén anunciando el final del antiguo pacto y el inicio del nuevo.

Los seguidores de Jesús se dieron cuenta del significado y las implicaciones de su vida, muerte y resurrección de una forma muy gradual. De forma paralela al desarrollo en la comprensión, el primer grupo de discípulos de Jesús en una generación pasó de ser una secta exclusivamente judía de Jerusalén a un movimiento predominantemente gentil extendido por todo el Imperio Romano.

Así, mientras que muchos incidentes en Hechos reflejan a cristianos, especialmente judíos, que aún observaban la ley, el énfasis teológico de Lucas subraya cómo el cristianismo se liberó de la ley. Esta libertad (que no se puede usar como excusa para pecar) es lo que quedó como normativa una vez finalizado ese periodo de transición.

AUTORÍA
Al comparar los prefacios de Lucas y Hechos, junto con el estilo de las dos narraciones, casi todos los estudiosos, por no decir todos, están convencidos de que el autor de estos dos volúmenes tiene que ser la misma persona.

Pero, ¿quién? Estrictamente hablando, Hechos, como los cuatro Evangelios, es anónimo. Que sepamos, los títulos de los libros no salían en los documentos originales y, probablemente, se añadieron por primera vez en el siglo II, cuando empezaron a compilarse algunos de los libros del Nuevo Testamento.

Sin embargo, el testimonio de los padres de la iglesia afirma de forma unánime que Lucas, al que Pablo llama su «querido médico» (Col 4:14), era el autor, al parecer un hombre gentil, puesto que Pablo lo menciona solo después de haber mencionado a «los únicos judíos» que han seguido colaborando con él (v. 11).

La tradición de la iglesia también comenta esas secciones de Hechos en las que el autor pasa de escribir en tercera persona del singular, a escribir en primera persona del plural (describiendo lo que «hicimos»), y lo atribuye a que en esas ocasiones Lucas estaba con Pablo (16:10–17; 20:5–21:18; 27:1–28:16).

Sin embargo, en tiempos modernos, los estudiosos han propuesto al menos otras dos opciones.
  • La primera, este material escrito en primera persona del plural podría tratarse del diario, las memorias, o la historia oral de un testigo ocular y compañero de Pablo, a quien el autor del libro consultó. Otros, en cambio, piensan que se trata de un recurso literario completamente artificial, basado en prácticas similares, como por ejemplo el caso de las narraciones de viajes por mar de algunos personajes de historias grecorromanas, incluso cuando el autor no tenía ningún tipo de relación con las participantes de esas aventuras.

A finales del siglo XIX, William Hobart explicó que a lo largo de Lucas–Hechos aparece vocabulario claramente médico, corroborando así la tradición de que el autor de estos dos libros fue un médico.

Pero a principios del siglo XX, Henry Cadbury demostró que ese vocabulario aparecía con la misma frecuencia en obras no especializadas, rechazando la tesis de Hobart. Sin embargo, en tiempos más recientes, Loveday Alexander dice que en los tratados científicos grecorromanos encontramos prefacios muy similares a los de Lucas y Hechos. Aunque eso no prueba que Lucas fuera un «científico», o más concretamente un médico, al menos encaja con la tradición de la iglesia primitiva.

Con la creciente popularidad de la crítica bíblica moderna, particularmente en el siglo XIX, muchos siguieron la influyente filosofía de Ferdinand Christian Baur, que se basó en la visión dialéctica de la historia de Georg W. F. Hegel, en la que un movimiento (tesis) siempre llevaba a su opuesto (antítesis) hasta que se llegaba a un acuerdo entre ambos (síntesis). Baur creía que «Lucas» fue una mediación entre el cristianismo extremadamente judío de Pedro y Jacobo, y el cristianismo extremadamente gentil de Pablo, creando una síntesis bastante tardía (mediados del siglo II).

Si ambas obras son tan tardías, está claro que el autor o autores no podrían haber sido compañeros de viaje de Pablo. Muchos son aún los que contemplan esta teoría.

El escepticismo contemporáneo en cuanto a la autoría de Lucas se ha centrado mucho más en las aparentes contradicciones teológicas entre Hechos y las epístolas de Pablo para afirmar que el autor de Hechos no pudo ser un seguidor cercano de Pablo. La exposición clásica de esta teoría aparece en un breve artículo de Philipp Vielhauer, quien destacó cuatro grandes diferencias:


  1. En Hechos encontramos una «teología natural» en la que los seres humanos encuentran a Dios a través de la revelación general (esp. Hechos 17:16–31), mientras que en Pablo tenemos una visión claramente negativa de la posibilidad de salvación aparte de la fe explícita en Cristo (p. ej., Ro 1:18–32). 
  2. La actitud de Pablo en cuanto a la obediencia a la ley es más positiva en Hechos, si la comparamos sobre todo con la descarga que hay en Gálatas contra los que imponían la ley a los cristianos. 
  3. La cristología de Pablo en Hechos, como la de otros predicadores cristianos tempranos, se centra en la resurrección, mientras que en 1a Corintios 2:2 Pablo se refiere a la crucifixión como el centro único del evangelio. 
  4. Por último, la escatología de Lucas parece un poco «retardada», es decir, el autor reconoce que puede pasar cierto tiempo hasta el Segunda Venida de Cristo, mientras que el Pablo de las epístolas se aferra a la esperanza de una parusía inminente.

Las observaciones de estos contrastes entre Hechos y las epístolas son válidas, pero también tienen fácil respuesta.

  1. Romanos 1:19–20 está de acuerdo con Pablo en Atenas (Hechos 17) en que, a partir de la naturaleza de la creación, toda la humanidad debería reconocer que hay un Creador
  2. Hechos 13:39 deja claro, incluso en Hechos, que Pablo no cree que la ley pueda salvar, mientras que 1a Corintios 9:19–23 enfatiza la disposición de Pablo de ponerse bajo la ley si eso le va a permitir alcanzar a sus contemporáneos judíos. 
  3. Ni la crucifixión ni la resurrección representan de forma completa la obra salvífica de Cristo, tal y como Pablo mismo dice en 1a Corintios 15 cuando hace hincapié en la necesidad de la resurrección. 
  4. Por último, un estudio más detallado tanto de Hechos como de las cartas de Pablo nos deja ver la expectativa de que Cristo vuelve pronto, pero siempre acompañada de la posibilidad de que probablemente no ocurra de forma inmediata (cf. p. ej., Lucas 17:20–27; Hechos 13:40–41, 47; 1Ts 4:13–5:10).

De ahí que David Wenham concluya que las diferencias entre Hechos y las epístolas prueban que Pablo no es el autor de Hechos (aunque, no sabemos por qué menciona esta conclusión, ¡pues nadie ha defendido que lo fuera!). Pero las diferencias no demuestran que sea imposible que un colaborador de Pablo, formado teológicamente en la fe cristiana temprana —con sus propios énfasis y con unos receptores concretos que tenían unas necesidades concretas—, fuera el autor de esta obra.

Además, nadie ha ofrecido otra razón convincente que explicara por qué la iglesia primitiva apuntó unánimemente a Lucas como el verdadero autor del Evangelio y Hechos. Se trata de un personaje en el que nadie habría pensado a la hora de buscar un posible autor, por lo que el hecho de que la iglesia primitiva lo mencione debería ser un argumento suficientemente convincente.

FECHA
Como hemos visto arriba, a mediados del siglo XIX muchos fechaban el libro de Hechos a principios o incluso a mediados del siglo II. Esta fecha tan tardía permitía a los estudiosos rechazar la autoría de Lucas, escondiendo así las serias diferencias que dividían a la primera generación de cristianos. Se creía que el pensamiento de Pedro y el pensamiento de Pablo eran en el siglo I dos trayectorias claramente diferenciadas, y que la posición intermedia de Lucas fue una creación más tardía.

Según ellos, Gálatas 2:11–15 refleja mejor las tensiones de aquellos primeros años que Hechos.
Sin embargo, hoy, la gran mayoría de los estudiosos fecha el libro de Hechos entre algún año después del 70 d.C. y mediados de los 90.

La fecha más popular entre los comentaristas más liberales es la década de los 80. En su opinión, no tiene sentido decir que es más tardía porque, si las cartas de Pablo ya estaban circulando, entonces, ¿cómo se explica que el libro de Hechos no las mencione? Dado que Hechos es una continuación del Evangelio de Lucas, y muchos fechan ese Evangelio justo después de la caída de Jerusalén (basándose sobre todo en que Lucas 21:20 es una «profecía posterior al suceso»), Hechos también tiene que ser posterior al año 70. Las supuestas contradicciones teológicas asociadas con Vielhauer (ver más arriba) también han llevado a los estudiosos a dar por sentado que tiene que haber un margen de tiempo entre la escritura de las epístolas (años 50 y 60) y la de Hechos, dado el desarrollo que se puede apreciar en el pensamiento.

Por otro lado, la mayoría de conservadores siguen fechando el libro de Hechos entre el año 62 y 64 d.C. El abrupto final del libro, momento en el que Pablo está en Roma esperando el resultado de su apelación al César, hace pensar que Lucas escribió inmediatamente después de esos sucesos.

Dado que Hechos 21–28 narra el arresto de Pablo y las diferentes comparecencias y encarcelamientos con bastante detalle, todo un proceso que culmina con la apelación al César, es difícil entender por qué Lucas no ha recogido el resultado de dicha apelación si ya lo conocía cuando escribió Hechos.

Ese periodo de dos años que se menciona al final del libro probablemente está haciendo referencia al periodo entre el 60 y el 62 d.C., puesto que Festo llegó al poder en el año 59 y a Pablo lo enviaron para Roma aquel mismo otoño. Si le concedemos a Lucas algo de tiempo para que también escribiera su Evangelio, entonces llegamos a la fecha sugerida arriba.

Es más, si la tradición de la iglesia primitiva está en lo cierto y la apelación al César sirvió y Pablo fue puesto en libertad (aunque en esa misma década sería apresado de nuevo, y asesinado), lo más lógico es pensar que todo eso ocurrió antes de que Nerón empezara a perseguir a los cristianos en el año 64.

Lucas 21:20 no tiene por qué ser la narración de un suceso que ya ha acontecido, disfrazado de profecía. Si Lucas 21:20 es una predicción, este texto no sirve para determinar la fecha del Evangelio de Lucas.

No obstante, es importante destacar que en este debate no solo están los conservadores que defienden una fecha anterior al año 70, y los liberales que defienden una fecha posterior al año 70.

Algunos estudiosos evangélicos de renombre optan por la fecha posterior diciendo que el objetivo de Lucas fue acabar su narración en el momento en el que el Evangelio llegó a Roma. Ese era el corazón del Imperio, desde donde ya se podía extender «hasta los confines de la tierra» (Hechos 1:8).

Aunque la mente del escritor moderno no logre entenderlo, puede ser que ese fuera para Lucas el clímax y el final adecuado. La posible estructura quiástica de la obra de Lucas (una obra en dos volúmenes) podría también respaldar esta teoría.

Vemos que Lucas empieza, al principio del Evangelio, planteando el plan divino de salvación en Jesús en el contexto de la historia romana; y que acaba, al final de Hechos, con el cumplimiento de ese plan en Roma. En una estructura quiástica, el clímax aparece en el centro del documento, que en este caso se correspondería con el relato de la resurrección de Jesús. Ese es el dato teológico más importante de Lucas, y da la impresión de que no hay necesidad de que el final de la obra tenga un nuevo clímax. Por el contrario, el conocido obispo liberal de la década de 1970, John Robinson, fecha el libro de Hechos antes del año 70 d.C. por una serie de razones, una de las cuales es su convicción de que Lucas 21:20 es demasiado impreciso como para ser una descripción posterior al hecho.

DESTINATARIOS
Tanto los Evangelios como la tradición temprana de la iglesia nos dan muy poca información sobre los destinatarios de los Evangelios y del libro de Hechos. En el principio de sus dos obras,

Lucas menciona a Teófilo, un nombre que significa «el que ama a Dios» y que algunos han tomado como un nombre genérico que se refiere a los cristianos en general. No obstante, la mayoría cree que se trata de un nombre propio común en el mundo antiguo de influencia helena, y que probablemente está haciendo referencia al mecenas que le está dando a Lucas los recursos para que pueda realizar el proyecto de escribir dos obras tan ambiciosas, dado el tiempo y el coste que supone el trabajo de investigación y de dictado a un escriba.

Por el prefacio al Evangelio (Lucas 1:1–4), tenemos dos opciones en cuanto a Teófilo: o bien hacía poco que era cristiano, o bien era lo que llamaríamos un «buscador» o alguien que está en el proceso de búsqueda. Lo que está claro es que Lucas le quiere instruir más en los asuntos de la fe para que pueda creer con una mayor certeza.

Pero la iglesia primitiva, por lo general, creía que todos los Evangelios se habían escrito en primer lugar para comunidades cristianas concretas, pero con el objetivo de que acto seguido se circularan para el beneficio de la iglesia en general. No hay forma de saber dónde estaba la congregación de Lucas. Se han propuesto diferentes alternativas: desde Antioquía hasta Éfeso, pasando por Filipos. Pero todo queda en especulación.

Debido a su interés por el tema de las posesiones materiales, y a que en Hechos podemos ver a un número de creyentes considerablemente ricos, también se ha sugerido que quizá se estaba dirigiendo a una comunidad cristiana acomodada de algún lugar predominantemente gentil y de habla griega en la mitad oriental del Imperio. Pero en cuanto a este tema no podemos pronunciarnos con firmeza por la falta de evidencias.

PROPÓSITOS
En Hechos encontramos al menos tres propósitos centrales, que quizá se tratan de una forma más extensa que en el Evangelio de Lucas.

  • El primero es, claramente, un propósito histórico. Como único evangelista que escribió una continuación, está claro que Lucas quiso inmortalizar la vida de la primera generación de cristianos, redactando un informe selectivo de sucesos importantes. A pesar de un pequeño número de aparentes contradicciones, muchos de los nombres, lugares, costumbres, fechas y otros detalles que aparecen en Hechos aparecen también en fuentes no cristianas. 
Además, muchos de los datos casan perfectamente con los datos de las epístolas, formando así una cronología detallada y posible de ese periodo de unos treinta años aproximadamente. Un ejemplo clásico es los términos que Lucas usa para referirse a los políticos en varias ciudades y provincias, términos que incluyen
- procónsul,
- magistrado,
- gobernador,
- principal,
- administrador municipal,
- tribuno,
- procurador y
- gobernador municipal (politarca).

Algunos de estos términos cambiaron, incluso durante el transcurso del primer siglo. Y sin embargo, en todos los casos, Lucas usa todos los términos de forma correcta, asociándolos con la comunidad y con el periodo de tiempo adecuados, algo que no hubiera logrado si realmente no se hubiera esmerado en elaborar un escrito histórico serio.

Y el respaldo arqueológico de los Evangelios palidece en comparación con la cantidad de información existente de todos los lugares descritos en el libro de Hechos. Hasta el día de hoy hay turistas que viajan por Italia, Grecia, Turquía y el este del Mediterráneo visitando tanto ciudades modernas como antiguas ruinas que encajan muy bien con un gran número de detalles del segundo volumen de Lucas.

Hace unos cien años, el arqueólogo británico Sir William Ramsay se propuso negar la historicidad de Hechos pero, después de un trabajo meticuloso, desarrollado sobre todo en Turquía, se convenció de la fiabilidad histórica del libro y se convirtió al cristianismo. Su obra aún sigue teniendo un gran valor, pero hay que complementarla con la obra magistral de Colin Hemer, The Book of Acts in the Setting of Hellenistic History [El libro de Hechos en el marco de la historia helenista], que contiene el compendio más extenso de información histórica acerca del libro de Hechos.

Hemer, al final, llega a un veredicto totalmente favorable. La obra en cinco volúmenes editada por Bruce Winter bajo el título The Book of Acts in Its First–Century Setting [El libro de Hechos en su marco del siglo I] también es imprescindible para entender bien el trasfondo histórico más general de casi todos los lugares, costumbre y desarrollos que aparecen en Hechos.

Sin embargo, mucho más importante que el propósito histórico es el propósito teológico. Lucas no solo está narrando Historia tal y como se entiende en el mundo secular, sino que está narrando Historia de la Salvación (Heilsgeschichte), el plan divino de redención, en un momento a caballo entre el antiguo y el nuevo pacto.

Por eso Dios, a través de su Espíritu Santo, aparece como el agente principal, como la causa de los sucesos que se narran en este libro. Surgen nuevas iglesias, y en todo este proceso, el progreso geográfico del evangelio tiene una importancia prominente. Se enfatiza el esfuerzo evangelístico por encima de la obra necesaria del «seguimiento».

Aunque algunos han exagerado este punto, es justo mencionar que, al parecer, Lucas reconoce que probablemente el final no está tan cercano. Ciertamente, nuestro autor podría ser el primer cristiano (o al menos el primer escritor cristiano) en sospechar que puede que la iglesia dure lo suficiente como para necesitar la historia teológica que él nos ofrece.

El estudio más reciente y completo de los principales temas teológicos de Hechos ha sido editado por David Peterson y I. Howard Marshall. Un compendio evangélico completísimo del estudio de la teología de Hechos, que incluye contribuciones sobre temas como

  • el plan de Dios, 
  • las Escrituras y la realización de los propósitos de Dios, 
  • Historia de la Salvación y Escatología, 
  • Dios como Salvador, 
  • la necesidad de la salvación, 
  • salvación y salud, 
  • el rol de los apóstoles, 
  • misión y testimonio, 
  • el progreso de la Palabra, 
  • oposición y persecución, 
  • la predicación de Pedro, 
  • el discurso de Esteban, 
  • la predicación y la defensa de Pablo, 
  • el espíritu de profecía, 
  • el nuevo pueblo de Dios, 
  • la adoración de la nueva comunidad, 
  • Israel y la misión gentil, 
  • reciprocidad y ética, junto con otros ensayos más generales o metodológicos.

Aunque no sea exactamente un tema concreto, hemos de tener en cuenta que estrechamente relacionado al propósito teológico de Lucas está su aparente propósito apologético: defender la fe de las diversas críticas.

Si Lucas no solo tiene en mente a Teófilo, sino que quiere que la verdad sobre lo que ocurrió llegue a todos los creyentes de las comunidades a las que va a llegar su escrito, quizá sabía que habían empezado a circular tradiciones apócrifas sobre los personajes y los sucesos asociados con los primeros cristianos, si no en forma escrita, de forma oral.

Más probable aún es que hubiera acusaciones de parte de los judíos y de los romanos que exigían una respuesta cristiana. Ambos grupos creían que los cristianos estaban violando sus leyes. Lucas se esfuerza a lo largo de todo el libro para demostrar que eso no es así. Podría ser también que Lucas estuviera defendiendo la fe ante los gentiles, dentro y fuera de la iglesia, quienes habían empezado a preguntarse por qué esa secta originalmente judía se estaba convirtiendo en un grupo predominantemente gentil, y por qué la mayoría de judíos rechazaron el cristianismo tan solo treinta años después de sus inicios.

Así, Lucas demuestra que es la continuidad natural y necesaria del judaísmo, y que los que se han desviado de la voluntad de Dios no son los cristianos, sino los judíos incrédulos.


  • Un tercer propósito, aunque sin duda subordinado al interés histórico y teológico, es el literario. Lucas escribe muchas de sus historias de una forma aventurera y artística. ¿Quién puede leer el relato de la tormenta y el naufragio de Pablo en el capítulo 27 y no sentirse invadido por el suspenso? ¿Quién no se ve tentado a reírse de los que estaban orando en casa de Juan Marcos, en el capítulo 12, que se niegan a creer que Dios ha contestado a sus oraciones y que Pedro ha salido de prisión, incluso cuando Rode les dice que acaba de llegar?¿Quién no se maravilla ante la superstición de los paganos de Listra (capítulo 14) o de la isla de Malta (capítulo 27), donde primero creen que es divino, y  acto seguido lo condenan como a un criminal? 
Lucas repite las historias que le parecen más importantes, dedica más espacio a los discursos y sucesos que considera más trascendentales, usa el recurso literario de crear expectativa (p. ej., al mencionar la presencia de Saulo en el apedreamiento de Esteban), y, en general, parece deleitarse en describir las acción de Dios en este mundo de una forma estética.

Un aspecto particularmente controvertido del estilo del Lucas tiene que ver con los discursos o sermones atribuidos a otras personas. Tucídides, el antiguo historiador griego, explica que, aunque siempre intentaba reunir fuentes fiables cuando atribuía discursos a sus personajes, reconocía que no siempre las encontraba. Y en esas ocasiones, escribía libremente las palabras que él creía que aquellos personajes podían haber dicho (La Guerra del Peloponeso 1.22.1–2).

Los estudiosos del libro de Hechos con frecuencia citan estos comentarios de Tucídides como explicación de la composición de los discursos que aparecen en Hechos. Sin duda alguna, los mensajes, como las enseñanzas de Jesús en los Evangelios, en muchas ocasiones se tenían que resumir.

Manteniéndose fiel a la práctica literaria e histórica de sus tiempos, Lucas se habría sentido libre de poner con sus propias palabras el sentido y la esencia de lo que se había predicado. El hecho de que, para componer su Evangelio, Lucas se basara en el testimonio de testigos oculares, en la tradición oral fiable y en fuentes escritas breves nos hace pensar que lo más probable es que hiciera exactamente lo mismo para redactar el libro de Hechos.

El historiador romano Livio, por ejemplo, a diferencia de Tucídides, afirmaba que él siempre se basaba en fuentes que había heredado, mientras que Polibio censuraba a aquellos que se inventaban la historia. A la vez, en Hechos encontramos algún discurso escrito u oral que, con casi toda seguridad, ningún cristiano presenció o al que ningún cristiano habría tenido acceso. El clásico ejemplo es el de la carta de Claudio Lisias al gobernador Félix que aparece en 23:26–30, y Lucas podría haber dado pistas de que en ese tipo de ocasiones está incluyendo la información de una forma menos literal. Pero en general no tenemos razones para dudar de la fiabilidad de los discursos que aparecen en Hechos.

GÉNERO LITERARIO
«El antiguo título Praxeis era un término que designaba una forma literaria griega específica, una narración de los hechos heroicos de figuras mitológicas o históricas famosas».

Según Lucas, está claro que los personajes de sus relatos son históricos. Estudios recientes dedicados a analizar la cuestión del género literario de Hechos apuntan a que el segundo volumen de Lucas tiene características comunes con «la monografía histórica breve», «la biografía intelectual antigua», «la historiografía apologética», y «la historia bíblica», aunque también reconocen que, como los Evangelios, el producto final de Hechos es una mezcla única de diversos géneros.

Como segunda parte de la obra de Lucas, se podría suponer que Hechos sigue un género similar al de los Evangelios. Sin embargo, como el énfasis ya no está en un personaje central, Jesús, sino en varios líderes cristianos y en la iglesia que estos dirigían, no tenemos por qué usar la misma etiqueta.

Si una buena descripción de los Evangelios es decir que son como biografías teológicas, entonces puede que una buena descripción del libro de Hechos sea decir que es como una historia teológica.

Y, como vimos arriba, eso no excluye que Lucas escriba con un estilo artístico y que tiene también un interés estético. Como el antiguo historiador Éforo, Lucas organiza una serie de sujetos históricos no dejando a un lado la cuestión geográfica; mientras que en cuanto a la retórica, el autor de Hechos mezcla elementos del estilo de la Septuaginta con características de los oradores grecorromanos.

ESTRUCTURA
De los muchos bosquejos de Hechos que se han propuesto, cuatro son los que contemplan las características textuales que no debemos dejar de lado.

En primer lugar, Hechos 1:8 se ha entendido como la declaración programática del bosquejo. En este versículo, Jesús profetiza que los discípulos serán sus testigos, empezando en Jerusalén, saliendo a Judea y Samaria y, por último, llegando hasta los confines de la tierra. Las tres etapas que encontramos en los capítulos 1–7, 8–12, y 13–28 se corresponden, aproximadamente, a ese bosquejo de tres partes.

No hay duda de que la progresión temática del libro muestra cómo el movimiento cristiano perseguido se extiende más allá de Israel.

En segundo lugar, 1–12 y 13–28 se corresponden el uno con el otro: la misión cristiana aún opera de forma predominante en los círculos judíos con Pedro como personaje principal de la primera «mitad» del libro, mientras que con Pablo en la segunda «mitad», la misión da un giro y se centra sobre todo en el mundo gentil.

Curiosamente, encontramos muchos paralelismos entre los ministerios de Pedro y de Pablo. Los discursos de ambos están repletos de citas de las Escrituras cumplidas en Jesús. Ambos son liberados de prisión de forma milagrosa. Ambos sanan enfermos y resucitan a los muertos. Ambos superan el judaísmo, promoviendo un evangelio que no está supeditado a la ley. A ambos les preocupan los pobres, y organizan ofrendas para cubrir sus necesidades. También hay algunos paralelismos entre su ministerio y el de Jesús mismo, según la descripción del Evangelio de Lucas, algunos de ellos con detalles realmente similares (ver p. ej., el comentario de Hechos 9:32–43 o de 19:21).

En tercer lugar, y que nos permite dividir el libro en secciones más cortas, a modo de resumen, Lucas recoge seis declaraciones que describen de forma sucinta el crecimiento y la expansión de la Palabra de Dios, la multiplicación de la iglesia, y otras cuestiones similares.

Cada una de ellas aparece al final de una serie de textos razonablemente homogénea, geográficamente hablando: 6:7:9:31; 12:24; 16:5; 19:20; y 28:31.36 Combinando las sugerencias de estos tres acercamientos, tenemos el siguiente bosquejo:

I. La misión cristiana a los judíos (Hechos 1:1–12:24)
   A. La iglesia en Jerusalén (Hechos 1:1–6:7)
   B. La iglesia en Judea, Galilea y Samaria (Hechos 6:8–9:31)
   C. Avances en Palestina y Siria (Hechos 9:32–12:24)

II. La misión cristiana a los gentiles (Hechos 12:25–28:31)
    A. El primer viaje misionero de Pablo y el concilio apostólico (12:25–16:5)
    B. El segundo y el tercer viaje misionero (16:6–19:20)
    C. Los viajes finales de Pablo a Jerusalén y a Roma (19:21–28:31)

Además, puede parecer que Lucas y Hechos están organizados como un solo quiasmo. El Evangelio de Lucas empieza ubicando el nacimiento de Jesús en el contexto de la historia mundial, es decir, en el Imperio Romano. Luego habla del ministerio de Jesús en Galilea. A continuación presenta sus viajes por Samaria y Judea. Y por último tenemos a Jesús en Jerusalén.

El Evangelio de Lucas es el único que, a la hora de mencionar las apariciones de Jesús después de la resurrección, solo menciona las que tuvieron lugar en Jerusalén; y el único que menciona brevemente la ascensión. Entonces, Hechos resume las apariciones después de la resurrección, describe la ascensión antes de describir con sumo detalle la expansión de la iglesia desde Jerusalén, a Judea, a Samaria, y al mundo gentil, y acaba explicando que, con Pablo, la predicación del evangelio ha llegado hasta Roma.

Las únicas secciones que parecen no encajar son Jesús en Galilea y la iglesia en el mundo gentil, hasta que recordamos que desde los días de Isaías Galilea era conocida como «Galilea de los gentiles» (cf. Is. 9:1M Mt 4:15).

CRÍTICA TEXTUAL
La crítica textual del Nuevo Testamento ha identificado cuatro grupos de manuscritos, clasificación que responde a los patrones que los textos siguen, y a un diseño característico, condicionado por la parte del Imperio Romano en la que predominaban.

Estos cuatro tipos de texto son

  1. el Alejandrino, 
  2. el Cesariense, 
  3. el Bizantino y 
  4. el Occidental. 
Como su nombre sugiere, el texto Occidental refleja sobre todo manuscritos asociados con Italia, incluyendo las traducciones más antiguas del Nuevo Testamento al latín.

El principal manuscrito uncial griego (de los tiempos más antiguos, cuando se escribía todo en mayúsculas) es el Códice de Beza (que para abreviar se denomina simplemente D, y data del siglo V).

Aunque en el Código de Beza hay otras partes del Nuevo Testamento en las que no vemos apenas alteración, el texto Occidental del libro de Hechos es un 10 por ciento más extenso que los demás tipos de textos, en los que se han basado las traducciones modernas que hoy utilizamos.

Es posible que al realizar la copia se añadieran en el texto las notas que los escribas anteriores habían escrito en los márgenes. Lo que es desconcertante sobre el texto Occidental de Hechos es que varias de estas inserciones al parecer aportan nueva información histórica, aunque no reflejen lo que Lucas escribió.

Quizá la más famosa es Hechos 19:9. Pero una doctrina evangélica de las Escrituras se basa exclusivamente en lo que aparece en las copias originales de cada libro.

FUENTES
Como ya hemos visto, es probable que Lucas usara una variedad de fuentes para escribir el libro de Hechos. Entre los autores recientes, Fitzmyer tiene la serie de propuestas más elaborada.

Se piensa que la mayor parte de la información se podría haber conseguido en Antioquía, dado su papel como «campamento base» de Pablo, y como lugar de encuentro de varios de los apóstoles. Cuando Lucas acompañó a Pablo a Jerusalén al final de su tercer viaje misionero, podría haber tenido la oportunidad de entrevistar a personas que habían visto al Jesús histórico y habían contemplado los inicios del movimiento cristiano, además de consultar cualquier documento que pudiera existir sobre los acontecimientos que él no había presenciado.

Con el Evangelio de Lucas podemos desarrollar otras hipótesis razonables porque tenemos otros Evangelios con los que compararlo. Así, la mayoría de estudiosos cree que Lucas se basó en parte en el Evangelio de Marcos, en una colección de dichos de Jesús (llamada Q, un material principalmente didáctico que encontramos en Mateo y Lucas, pero que no encontramos en Marcos), y posiblemente una fuente más breve de la que Lucas extrajo todo lo que no aparece en los otros Evangelios (L).

Pero como no tenemos textos paralelos de Hechos, la tarea de la crítica de las fuentes en este caso es mucho más subjetiva. Como no ha habido ningún descubrimiento nuevo y espectacular en Oriente Medio, probablemente nunca podamos llegar a establecer las fuentes de Hechos con un alto grado de certeza.

CRONOLOGÍA
La fecha menos cuestionable en el libro de Hechos aparece en Hechos 18:12, cuando Pablo se presenta ante Galión en Corinto. Por una inscripción en Delfi, parece que Galión fue procónsul ahí solo desde el mes de julio del año 51 al mes de julio del año. La hambruna de Hechos 11:27–30, según Josefo, fue parte de una serie de hambrunas locales que ocurrieron entre el 44 y el 46, aunque su efecto se notó al menos durante dos años más. Hechos 12:25–14:28 sugiere que el primer viaje misionero de Pablo empezó muy poco después de que Pablo y Bernabé volvieran de llevar a Jerusalén la ayuda para los pobres.

En Gálatas 1:18 y 2:1, Pablo habla de un intervalo de tres y otro de catorce, respectivamente, entre su conversión y sus dos primeros viajes a Jerusalén. Estos viajes parecen corresponderse con Hechos 9:28 y 11:30.

El siguiente paso es identificar las fechas específicas de estas dos visitas. Aunque la misión de llevar ayuda a los hambrientos que aparece en Hechos 11:30 hubiera sido en el año 47 (fecha bastante tardía), esto nos haría ubicar su conversión diecisiete años antes, es decir, en el año 30 d.C.(año en el que la mayoría cree que crucificaron a Jesús).

Pero eso no deja margen para que ocurrieran los sucesos de Hechos 1–8 entre la crucifixión y la conversión de Pablo, y mucho menos si Jesús murió en el año 33 d.C., la segunda fecha que más respaldo tiene. Por ello, algunos creen que los tres y los catorce años de Gálatas 1:18 y 2:1 son a partir de la conversión de Pablo, con lo cual el tiempo que pasó desde su conversión hasta su segundo viaje a Jerusalén solo es de catorce años. Así, la conversión de Pablo sí había podido ser en el año 33. El problema es que esta interpretación no encaja con lo que pone en el texto original en Gálatas.

Una mejor solución es tener en cuenta que la fechación antigua normalmente era inclusiva, es decir, el primer y el último año del periodo mencionado estaban incluidos. Así, los «diecisiete» años desde la conversión de Pablo hasta la visita para ayudar a los pobres podrían haber sido realmente quince años, quizá quince años y algún mes más. Esto situaría la conversión de Pablo muy poco después de la muerte de Esteban en torno al 32 d.C. y su segundo viaje a Jerusalén, en el 47. El primer viaje a Jerusalén habría sido en el 35 (32, más los tres años de Gálatas 1:18).

Robert Jewett defiende que esa cronología es imposible y que nunca sabremos a ciencia cierta sobre la historicidad y la cronología de Hechos. Jewett observa que Aretas IV no gobernó sobre Damasco hasta el año 37, pero él es el rey del que Pablo huye antes de realizar su primera visita a Jerusalén (2Co 12:32–33), visita que nosotros estamos fechando en el año 35.43 Por otro lado, ni siquiera sabemos si Aretas recibió todo el poder en el 37.

Tan solo es una hipótesis, dado que Calígula, que tomó el poder como emperador en el 37, con frecuencia dio a los reyes más poderes de los que dieron los demás emperadores. Por tanto, parece ser que lo mejor es seguir a F.F. Bruce, que sugiere que la influencia de Aretas fue algo más bien no oficial, siendo posible así la primera fecha. En las Escrituras no se le confiere ningún título oficial como gobernante en Damasco; Pablo simplemente dice que huyó de Aretas.

La muerte de Herodes Agripa I, descrita en Hechos 12:19b–25, el historiador Josefo la sitúa en el año 44. Eso hace que los sucesos del capítulo 12 ocurran antes de los que aparecen al final de Hechos 11, lo cual no es un problema porque Lucas no une los capítulos de forma cronológica.

El primer versículo del capítulo 12 en griego solo dice «por ese tiempo», y en su Evangelio, en muchas ocasiones Lucas ordena los sucesos de forma temática en lugar de hacerlo de forma cronológica. Aquí, el vínculo temático sería el tema común de sucesos relacionados con Antioquía que encontramos en 11:19–30.

Una tradición de la iglesia dice que Pedro se quedó doce años en Jerusalén después de la crucifixión (Hechos de Pedro 5:22), lo que significaría que su encarcelamiento, liberación milagrosa, y marcha de la ciudad, que también se recoge en el capítulo 12, ocurrió en el año 42.

El primer viaje misionero de Pablo, el concilio apostólico y su segundo viaje misionero hasta su llegada a Corinto debieron de ocurrir entre el 47 y el 52. Puesto que Pablo estuvo en Corinto al menos un año y medio (Hechos 18:11), aparentemente la mayor parte de ese tiempo transcurrió antes de su comparecencia ante Galión, probablemente llegó a Jerusalén no antes de finales del año 50.

La fecha más comúnmente establecida para el concilio apostólico es, por tanto, el año 49, pero podría haber sido incluso un año antes. El primer viaje misionero de Pablo, el más corto, pudo realizarse en el año 48 o 49 (o durante ambos). Parece ser que el tercer viaje misionero consistió en una serie de paradas breves en ciudades donde ya se había estado evangelizando, a excepción de la estancia en Éfeso, que duró casi tres años (Hechos 20:31). Así que esos años se corresponderían con el periodo entre el 52 y el 55, o quizá el 53 y el 56.

La siguiente fecha clara tiene que ver con Festo y su llegada al cargo de procurador de Judea. Basándonos en una comparación de varios pasajes de Eusebio y otros escritos cristianos tempranos, parece ser que Félix gobernó desde el 52 al 59, aunque algunos discrepan sobre una de las fechas, o sobre ambas.

Si son las fechas exactas, la cronología situaría el arresto de Pablo en Jerusalén en el año 57, puesto que pasó dos años en prisión durante el mandato de Félix (Hechos 24:27). Eso supone que el resto del tercer viaje misionero de Pablo pudo durar un año o más, tiempo en el que visitó ciudades que había visitado en su segundo viaje, y luego regresaría a Jerusalén. Al parecer, la comparecencia ante Festo y Agripa tuvo lugar poco después de que Festo subiera al poder, y la apelación al César habría sido inmediatamente después.

Así que el viaje a Roma probablemente comenzó en el otoño del año 59, y después de que los supervivientes del naufragio pasaran el invierno en la isla de Malta, finalizó en la primavera del año 60. El arresto de dos años en Roma (Hechos 28:30) corresponde, por tanto, al periodo entre el 60 y el 62.
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jueves, 7 de julio de 2016

cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí...hasta en las partes más lejanas de la tierra.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El Espíritu Santo entra en acción para dar poder a los cristianos
CUESTIONES SALTANTES DE HECHOS 
Cuando Lucas escribió este libro, él no lo llamó Hechos. 
Alrededor del año 150 d.C., los creyentes comenzaron a llamar al libro de Lucas Los Hechos de los Apóstoles. La mayor parte de Hechos relata acontecimientos relacionados con los ministerios de los apóstoles Pedro y Pablo. 
  1. Hechos capítulos 1–12 se concentran en el ministerio de Pedro y 
  2. los capítulos 13–28 tratan del ministerio de Pablo
Aunque en Hechos 1:13 se mencionan los nombres de todos los apóstoles, la mayoría no se mencionan otra vez. Después del primer capítulo, solamente Pedro, Santiago, Juan y Pablo se nombran otra vez. En realidad, El Espíritu Santo es enfatizado más que cualquiera de los apóstoles. Lucas se refiere al Espíritu más de 50 veces en Hechos.
 
Lucas introduce al Espíritu Santo en el segundo versículo de Hechos:
 “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido” (Hechos 1:1–2). 
 
Lucas muestra que aun Jesús dependía del Espíritu Santo; luego él nos recuerda que los apóstoles continuaron el ministerio de Jesús con el poder del Espíritu Santo. Antes de que Jesús volviera al cielo Él mandó a los creyentes que permanecieran en Jerusalén. Ellos tenían que esperar para que el Espíritu Santo los llenara e invistiera con poder (Hechos 1:4–5). Este énfasis en el Espíritu Santo hace que muchas personas crean que el mejor título para este libro es: Los Hechos del Espíritu Santo.
 
A pesar de que Lucas escogió no escribir su nombre al principio de su Evangelio, o de Hechos, la mayoría de los profesores bíblicos concuerdan en que él fue el escritor de Hechos.
 
 Aunque a él no se le identificó como un apóstol, escribió más palabras en el Nuevo Testamento de las que Pablo escribió. Hasta donde se sabe, Lucas nunca predicó un sermón ni ejecutó un milagro. Lucas a menudo viajaba con Pablo, y fue cuidadoso al registrar con precisión el ministerio de los apóstoles.
 
Existen por lo menos cinco razones para creer que Lucas escribió Hechos.
          El escritor de Hechos fue uno de los que acompañó a Pablo en algunos viajes misioneros. En Hechos 16:10 dice: “Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia.” La palabra nosotros prueba que el escritor estaba con Pablo (léase también Hechos 20:5; 21:18; 27:1; 28:1–2, 10–16). 
     Además, Pablo escribió que una persona que viajaba con él era Lucas, un doctor gentil (Colosenses 4:14). Los pasajes con la palabra nosotros no son suficientes para probar la autoría, pero es una razón por la que los expertos creen que Lucas escribió Hechos.
 
          Quien haya escrito Hechos también escribió otro libro acerca de Jesús. Hechos 1:1 dice: “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar.” Teófilo era un nombre común en los tiempos del Nuevo Testamento y era una combinación de dos palabras en griego, Theo “Dios”, y filo “amor”. Así que Teófilo significa “alguien que ama a Dios”. Ya que Hechos se escribió para aquel que ama a Dios, cada creyente puede sentirse incluido en este concepto.
 
     Tanto Lucas como Hechos fueron dirigidos a la misma persona, Teófilo. En Lucas 1:3 la palabra excelentísimo describe a Teófilo. Esto sugiere que él era un funcionario o una persona rica, de alta posición social. La iglesia siempre ha creído que el “primer tratado” mencionado en Hechos 1:1 es el Evangelio de Lucas. Lucas y Hechos funcionan juntos, como un escenario histórico, pues se entienden mejor juntos por las siguientes razones.
 
     Un apóstol es una persona enviada para cumplir una misión a través de la autoridad de quien la envía. En la Biblia, la palabra apóstol se usa especialmente para referirse a los doce que Jesús comisionó para que lo siguiesen. 
 
     Después de su comisión especial camino a Damasco, se contó también a Pablo como un apóstol. De entre los trece apóstoles, algunos escribieron varios libros del Nuevo Testamento. El autor del Evangelio de Lucas no era apóstol y sabemos esto por lo que dice en Lucas 1:1–3. Aquí nos damos cuenta de que Lucas no fue un testigo ocular del ministerio de Cristo en la tierra. 
 
    Así también, nada en Hechos sugiere que su escritor haya reclamado autoridad como apóstol. Lucas encaja con esta descripción, mientras que Pedro, Pablo y otros escritores no lo hacen.
 
          Los creyentes desde el tiempo de la iglesia primitiva hasta hoy día han aceptado que Lucas es el autor del tercer Evangelio y Hechos.
 
          Lucas y Hechos están organizados de manera semejante. Estudie el siguiente cuadro y observe el arreglo similar entre los libros Lucas y Hechos. Lucas hace un paralelo entre el ministerio de Cristo en su Evangelio, con el ministerio del cuerpo de Cristo, o sea, la iglesia en el libro de Hechos.

Muchos profesores de la Biblia creen que Lucas escribió Hechos aproximadamente en el año 63 d.C. Tres fechas históricas nos ayudan a establecer esta dirección. 
  • Primero, Hechos menciona la primera vez que Pablo estuvo encancelado en Roma, lo que tuvo lugar cerca de los años 60–63 d.C. Así que Hechos debe de haber sido escrito después. 
  • Segundo, Roma se incendió en el año 64 d.C. El César Nerón culpó a los cristianos y comenzó a perseguirlos. La buena relación que Pablo tenía con los líderes romanos sugiere que Hechos fue escrito antes de que este suceso clave aconteciera. 
  •  Finalmente, no se menciona en Hechos la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Parece indudable que Hechos fue escrito antes de ese tiempo.
 
Hechos está tan lleno de acción que podríamos pasar por alto el cuadro mayor. Sin embargo, Lucas escogió algunas historias por razones específicas. Ellas funcionan en conjunto para darnos un cuadro de la obra del Espíritu Santo.
 
Hechos nos relata la historia de los primeros treinta años de la iglesia. Lucas dibujó el cuadro mayor de la historia pero no cada detalle. 
 
Por ejemplo, en Hechos 20:7 él escribió que Pablo enseñó en Troas hasta la medianoche, pero Lucas no dice nada acerca de lo que Pablo enseñó allí. Un libro que registrara todas las enseñanzas de Pablo en Troas esa noche probablemente sería más extenso que el libro de Hechos. Imagínese cuántos libros hubiera tomado para contar todo lo que pasó en la iglesia durante sus primeros treinta años. 
 
Así que Hechos contiene sólo una fracción de lo que sucedió en la iglesia primitiva. (Véase Juan 20:30–31; 21:25.) ¿Por qué Lucas escogió las historias y eventos que él incluyó en Hechos? ¿Por qué el Espíritu Santo guió a Lucas para escribir acerca de ciertas cosas? Se pueden identificar por lo menos cinco cosas que Lucas logró en Hechos.
 
En el Nuevo Testamento, Hechos es un vínculo entre los Evangelios y las epístolas de Pablo. Al principio, el Nuevo Testamento solamente tenía dos partes, que incluían los cuatro Evangelios y las epístolas que Pablo escribió a varias iglesias y creyentes. Esto dejó un vacío en la historia escrita de la iglesia.
 
Lucas escribió Hechos después de que Pablo escribió Primera y Segunda de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Primera y Segunda de Tesalonicenses. Los capítulos 13–28 de Hechos hablan de los viajes de Pablo y suplementan muchos detalles. 
 
En Hechos se puede ver cómo Pablo comenzó las iglesias en Galacia, Tesalónica, Corinto, Éfeso y Filipos. Hechos también nos presenta a Timoteo y Tito, pastores a quienes Pablo les escribió tres o más epístolas. Así, Hechos nos da antecedentes importantes de las cartas de Pablo.
 
Lucas revela que la iglesia crecía por lo menos en cuatro aspectos.
1.     La iglesia crecía en número.
En el Día de Pentecostés, la iglesia cabía en una habitación. Luego, miles de judíos fueron salvos en Jerusalén (Hechos 2:41, 47; 4:4). Poco tiempo después hubo otro incremento en número para la iglesia. “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hechos 6:7). A través de Hechos el número de creyentes crecía.
 
2.     La iglesia se extendía geográficamente.
Hechos cuenta cómo la iglesia creció desde Jerusalén hasta Roma, el corazón del Imperio Romano. Hechos 8:1 muestra cómo la persecución esparció a los creyentes desde Jerusalén hasta nuevos lugares. Lo que algunos se propusieron para silenciar el mensaje de Cristo sirvió más bien para acelerar el evangelio a través del Imperio Romano. Posiblemente ésta es la razón del porqué la iglesia llegó a Roma aun antes de que Pablo, el gran misionero de la iglesia, llegara allá (Hechos 28:14–15). Hechos también muestra cómo los viajes de Pablo ayudaron a expandir el alcance de la iglesia. No es casualidad que Hechos 1 comienza con Jerusalén y Hechos 28 termina en Roma. Lucas ordenó sus historias para mostrar el crecimiento geográfico de la iglesia.
 
3.     La iglesia expande su misión.
La iglesia temprana (Hechos 1:1–7:60) era estrictamente judía. ¿Cómo fue que la iglesia abrió sus puertas a otros grupos étnicos y culturales? Observe tal progresión en Hechos.
 
  En Hechos 2, los viajeros de quince regiones oyeron el evangelio; sin embargo, ellos eran principalmente judíos y convertidos al judaísmo que habían llegado a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. 
 
En Hechos 6:1 la iglesia incluía dos grupos de judíos: uno hebreo y otro griego. 
 
En Hechos 8 se observa que Felipe alcanzó a otros que no eran judíos, les predicó a los samaritanos y luego a un etíope. Aun así, los samaritanos compartían un trasfondo étnico y religioso común con los judíos, y el etíope estaba estudiando las Escrituras de los judíos.
 
 Hechos 10 trae un cambio notable en este patrón; pues aquí Dios específicamente instruye a Pedro para compartir el evangelio con Cornelio, que era un oficial importante en el aborrecido ejército de Roma. Esto llevó a un cambio de actitud hacia los no judíos, pues cualquiera podía ser salvo, no solamente los judíos (Hechos 11:18). Dios había dicho esto y les había dado a estos Romanos el Espíritu Santo, lo cual fue sorprendente para los creyentes judíos.
 
Los muros de prejuicio estaban comenzando a caer. En Hechos 11:19–21, mientras la mayoría de los cristianos esparcidos compartían el evangelio sólo con judíos, unos pocos comenzaron a testificar a los griegos. Hechos 13 señala un desarrollo aun mayor. Vemos que Pablo se vuelve a los gentiles intencionalmente después de que los judíos en Antioquía de Pisidia rechazaron las buenas nuevas (Hechos 13:43–47). Esto fue un cumplimiento del plan original de Dios de que “serán benditas en ti [los judíos] todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3) y la dirección de Dios para que Pablo como el instrumento escogido llevara el nombre de Dios a los gentiles (Hechos 9:15). Sostenidamente la iglesia crecía a fin de incluir gente de cada tribu, nación, lengua y cultura.
 
4.     La iglesia crecía en teología.
En los primeros días los cristianos judíos seguían las leyes estrictas de Moisés. Les tomó tiempo entender la relación correcta entre la ley y la gracia: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras” (Efesios 2:8–9). 
 
 Hechos 15 documenta la lucha de la iglesia con una pregunta crucial. ¿Deben los gentiles circuncidarse y seguir la ley de Moisés (Hechos 15:5)? La respuesta de Pedro fue no, porque la salvación no viene por volverse judío sino a través de la gracia de Jesucristo (Hechos 15:11).
 
Hechos ofrece una guía en cuanto a lo que la iglesia debiera creer y hacer. 
Algunas personas argumentan que Hechos es un documento histórico, y que por lo tanto no debería usarse como guía. Sin embargo, hay que recordar que Lucas escribió una historia selectiva de la iglesia y no una completa. 
 
Lucas usó la historia para enseñar ciertos temas (Stronstad 1995, 47). 
Uno de sus propósitos era enfatizar lo que la iglesia primitiva creía. ¿Cuál es la utilidad de saber lo que ellos creían? Es que los primeros creyentes estaban bajo el mismo pacto que tienen los de hoy. Hechos nos enseña lo siguiente:
     las Escrituras, oración, compartir y fraternidad
     la obra del Espíritu Santo de glorificar a Cristo
     conocer y alabar a Dios
     testimonio, señales y maravillas, y ser lleno del Espíritu
     hablar en lenguas, profetizar, y otros dones espirituales
     resolver problemas de crecimiento de la iglesia, evangelizar, y enseñar a nuevos creyentes
     el poder de Dios actuando durante la persecución
     el amor de Dios por la gente de todas las naciones
 
Tal entendimiento de fe sirve como un antecedente crucial a la apologética. Lucas probablemente escribió Hechos mientras Pablo estaba prisionero en Roma. Tal vez cuando Pablo fue al juicio, Hechos apoyó su defensa. Hechos también ayudaría a defender a otros creyentes en otros lugares.
 
     Lea Hechos 4:8–12. Nótese cómo defiende el cristianismo ante los judíos. Ahora lea Hechos 25:8–11. En este pasaje se presenta la defensa ante los gentiles. El Espíritu guió a Lucas para incluir en Hechos respuestas a conflictos que involucran tanto a judíos como a gentiles.
     Hechos también responde preguntas que los líderes del gobierno harían acerca del cristianismo. Lucas mostró que la iglesia es pacífica y que los creyentes respetan a los líderes del gobierno. Los desórdenes y problemas civiles que aparecen en Hechos eran causados por los enemigos de la iglesia y no por los cristianos.
 
Lucas no se imaginaba por cuanto tiempo la iglesia permanecería en la tierra, sin embargo uno de sus propósitos fue enseñar a futuros creyentes. El poder y los principios de Hechos son válidos para la iglesia hasta que Cristo regrese.
 
  Hechos muestra que el Espíritu usaba apóstoles, líderes y laicos (Hechos 2:17–18). 
Por cada apóstol en el aposento alto había nueve laicos. Lucas organizó Hechos en torno al ministerio de dos apóstoles, Pedro y Pablo. También, incluyó los ministerios de muchos creyentes comunes.
 
Tal vez el propósito más grande de Lucas en el libro de Hechos fue enfatizar el ministerio del Espíritu Santo a través de los creyentes.  
En su Evangelio Lucas estableció que Jesús dependía del Espíritu (Lucas 4:1, 14, 18). Él también registró la promesa de Jesús, que el Espíritu vendría sobre todos los creyentes (Lucas 11:13; 24:49). Sin embargo, en Hechos, ¡Lucas enfatizó al Espíritu cincuenta y cinco veces! 
 
Tome algunos minutos para estudiar las referencias del cuadro que está al final de esta sección (“Referencias al Espíritu Santo”). Allí se enfatiza que el Espíritu Santo debe ser la fuente de todo lo que hacemos para Cristo. Lea esta lista a menudo y pídale al Espíritu Santo que actúe a través de su vida.
 
Las iglesias de crecimiento más rápido hoy enfatizan el ministerio de los laicos. Algunas de estas iglesias en crecimiento tienen más de cien ministerios que los laicos llevan a cabo. 
  • Ellos visitan a los enfermos, 
  • alimentan a los pobres y le enseñan a la gente a leer. 
  • Ayudan a estudiantes que tienen problemas con sus estudios. 
  • Los laicos ayudan a las viudas y a los huérfanos, y aconsejan a jóvenes en problemas.
  • Pintan escuelas en las comunidades. 
  • Construyen edificios para iglesias nuevas. 
  • Cosen y cocinan para levantar fondos para la iglesia. 
  • Los laicos leen historias de la Biblia a los niños de su comunidad. 
  • Tienen estudios bíblicos en sus hogares. 
  • Hablan con la gente que anda buscando respuestas.
  •  Ellos arreglan bicicletas o vehículos descompuestos. 
  • Algunos médicos instalan clínicas en iglesias locales para ofrecer servicio médico o dental en forma gratuita. 
  • Otros oran por los que tienen necesidad. 
Estos son algunos ejemplos de lo que los laicos pueden hacer. Cuando nosotros somos llenos con el Espíritu, Él puede guiarnos hacia muchos ministerios. Cada miembro del cuerpo de Cristo debería tener un ministerio. Cada creyente debería preguntarse “¿Qué estoy haciendo para servir a Dios y a los demás?”
 
El Espíritu Santo quiere actuar a través de todos los creyentes hoy. 
Su plenitud nos da el valor para servir y testificar de Jesús. La iglesia primitiva tenía poco de las cosas que se valoran hoy día, pero la iglesia se esparció como un fuego a través del mundo. 
 
Una vez más, repase la lista de los ministerios mencionados en Hechos. Observe los eventos e historias que se pudieron haber perdido en Hechos sin el ministerio del Espíritu Santo. El Espíritu es la clave para ayudar a cada creyente a ser un obrero.
 
Hechos cumple por lo menos cuatro funciones primordiales en el Nuevo Testamento. 
  • Primero, Hechos sirve como un vínculo entre los Evangelios y las epístolas de Pablo. 
  • Segundo, Hechos explica cómo la iglesia creció en número, geográficamente, en la extensión cultural de su misión y en teología. 
  • Tercero, Hechos sirve como una guía para la fe y la apologética. 
  • Cuarto, Lucas enfatiza el poder del Espíritu Santo. Si pasamos por alto el énfasis que Lucas hace sobre el Espíritu Santo, nos perderíamos del propósito más grande que él tuvo para escribirlo.
Lucas entrelazó cuatro temas en una historia dinámica. Hechos dice cómo el Espíritu Santo invistió de poder a la iglesia para que testificara de Jesús desde Jerusalén hasta Roma.
 
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