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viernes, 25 de marzo de 2016

Estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 Crucifixión y muerte de Jesús
Juan 19:17-37

(Mt. 27.32–50; Mr. 15.21–37; Lc. 23.26–49)
17Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; 18y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. 19Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. 20Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. 21Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. 22Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
23Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. 24Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice:
Repartieron entre sí mis vestidos,
Y sobre mi ropa echaron suertes.
Y así lo hicieron los soldados. 25Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. 26Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
28Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. 29Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. 30Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
El costado de Jesús traspasado
31Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo* (pues aquel día de reposo* era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. 32Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. 33Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. 34Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. 35Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. 36Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. 37Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Semana Santa Bíblica: La muerte de El Hijo de Dios
Nos preparamos para enseñar al rebaño
             El Hijo de Dios muere como sustituto de su pueblo. La crucifixión                               Juan 19: 17-37

Juan 31–33. Entonces los judíos, por cuanto era la Preparación, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.

A veces los sanedritas podían ser muy escrupulosos en la observancia de los detalles de la ley ceremonial. ¿No era cierto que la tierra se profanaría si colgaba toda la noche un cuerpo de una cruz? Véase Dt. 21:23. Esta profanación sería peor si los cuerpos permanecían en la cruz en sábado. La tarde estaba cayendo (la tarde de la Preparación, es decir, del Viernes; véase sobre 19:14, 42); se acercaba el ocaso, o sea, hacia el sábado. Además, este sábado concreto era “de gran solemnidad”, porque era el sábado de la Pascua, festividad de siete días.

Así pues los judíos (posiblemente los principales sacerdotes) le pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados, a fin de que se produjera de inmediato la muerte. Entonces se podrían quitar los cuerpos y todo habría concluido antes del sábado.

Esta rotura de los huesos (crurifragium es el nombre) por medio de golpes violentos de martillo o acero era terriblemente inhumana. Producía la muerte, que de no ser así podía tardar en llegar horas e incluso días. Dice el Dr. S. Bergsma en un artículo : “La conmoción que produce semejante herida cruel a los huesos puede ser el golpe de gracia que produzca la muerte”.

Pilato dio rápidamente el permiso. Juan vio cómo los soldados rompían los huesos de los dos malhechores. También vio que al darse cuenta de que Jesús ya había muerto, no le quebraron los huesos. Es muy probable que se abstuvieran de hacerlo por orden del centurión, en quien Jesús había producido una profunda impresión (Lc. 23:47). ¿No parecería probable también que José de Arimatea ya hubiera dado a conocer al centurión que iba a pedir permiso a Pilato para bajar el cuerpo de Jesús?

Juan 34–37. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es genuino; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Para garantizar que no existiera ni la más mínima posibilidad de que quedara algo de vida en el cuerpo de Jesús, uno de los soldados atravesó el costado de Jesús con una lanza o espada. Como la espada se sostenía en la mano derecha, probablemente, lo más verosímil es que se abriera el costado izquierdo de Jesús. Al instante salió sangre y agua.

Juan amplía este hecho, dedicando no menos de cuatro versículos al mismo. Debe haber tenido un propósito al hacerlo así. Es muy probable que tratara de decir a sus lectores que Cristo, el Hijo de Dios, de hecho murió (según su naturaleza humana). La muerte de Jesús no fue en apariencia; fue real. El apóstol mismo había estado presente y había visto brotar del costado del Señor la sangre y el agua. ¡Que los docetas tomen nota!

Pero ¿qué hizo que brotara sangre y agua de la abertura producida por la espada! Consúltense los distintos comentarios; también el artículo Blood and Water en I.S.B.E. Según este artículo la explicación fisiológica podría ser ésta, que la muerte de Jesús se produjo por la rotura del corazón como resultado de una gran agonía y dolor mentales. Una muerte así sería casi instantánea, y la sangre que desemboca en el pericardio se coagularía en grumos rojos (sangre) y suero límpido (agua). La herida de espada permitiría entonces que saliera esta sangre y agua. El artículo menciona los nombres de varios médicos distinguidos que han aceptado esta teoría.

Hace unos años el Dr. Stuart Bergsma, destacado médico de Grand Rapids, Michigan (ex-misionero-médico en Etiopía—cirujano del Hospital Tafari Makkonen, George Memorial Building, Addis Ababa—luego misionero-médico en India; autor de Rainbow Empire, Grand Rapids, Michigan, 1932; y de Sons of Sheba, Grand Rapids, Michigan, 1933) escribió un excelente artículo acerca de este tema. Apareció en Marzo de 1948 en Calvin Forum

El se abstiene prudentemente de sacar una conclusión concreta. El asunto es demasiado incierto, y los especialistas en enfermedades cardíacas (y sobre todo en rotura del corazón) no parecen estar en completo acuerdo. Sin embargo, del artículo resulta claro que el Dr. Bergsma se inclina algo hacia la teoría del corazón roto como explicación de que brotara sangre y agua del costado de Jesús. El examinó el problema con típica meticulosidad y consultó a varios especialistas en la materia. En su artículo cita las fuentes (libros y artículos publicados y correpondencia privada).

Antes de entrar en materia ya en detalle, deberían eliminarse algunas ideas erróneas:

1. La afirmación “Jesús murió de rotura del corazón” suele despertar oposición inmediata. Estamos tan acostumbrados a interpretar tales frases en forma metafórica. Por ejemplo, es probable que digamos en relación con alguien que ha sido profuntamente herido en su vida afectiva, “Eso le destrozó el corazón”. Ahora bien, es cierto que Jesús no murió por desengaño. Murió triunfador. Cuando hablamos de la posibilidad de que la sangre y agua que brotaron del costado de Jesús indiquen una rotura previa del corazón, utilizamos el término rotura de corazón en un sentido estrictamente fisiológico.

2. Otro error que hay que disipar es éste, que si Jesús murió de rotura de corazón, no dio la vida. En este caso su muerte no fue un sacrificio voluntario. ¡Semejante conclusión es totalmente errónea! Jesús entregó ciertamente su vida en sacrificio voluntario. Esta es la enseñanza clara de toda la Escritura, sobre todo 10:11. Pero imaginemos, por un momento, que Jesús, aun sabiendo que el tomar sobre sí la ira de Dios le destrozaría el corazón, decide sin embargo, hacerlo; ¿podríamos decir entonces que su muerte no fue voluntaria? El carácter voluntario de la muerte de nuestro Señor ciertamente no disminuiría un ápice.

3. Debe eliminarse otro error, a saber, que la lanzada produjo la muerte. Esto es totalmente erróneo; porque, el escritor inspirado, antes de decir nada acerca de la perforación del costado de Cristo, ya ha escrito, “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”. Lo que Juan escribe respecto a la lanzada no fue escrito para describir qué causó la muerte de Cristo, sino para mostrar que Jesús había de hecho muerto. Además, como dice el Dr. S. Bergsma en su artículo, “Presuponer, como hacen algunos, que la lanza perforó el corazón todavía vivo, y explicar de esta manera la sangre y agua, es contrario.… a la ciencia, porque en este caso hubiera brotado pura sangre. Su muerte iba a producirse en la crucifixión misma, no en la lanzada de un soldado.

Una vez descartados estos errores pasaremos ahora a presentar la posición del Dr. Bergsma, citando sus palabras:

“En mi opinión, que sostengo humildemente aunque no es apoyada por las primeras cuatro autoridades que he citado, aunque sí por las dos últimas, la presencia de una cantidad considerable de suero y coágulos de sangre—que brotan de una herida de lanza, como se describió antes, pudo proceder sólo del corazón o saco pericárdico. 

Debemos aceptar desde un principio que el cuerpo de Cristo no estaba afectado por ninguna enfermedad previa. Era un perfecto cordero de Dios. Es sumamente extraño, casi imposible, dicen las autoridades, que se rompa el músculo cardíaco normal. Cristo, sin embargo, sufrió como nadie antes ni después ha sufrido. El Sal. 69:20 dice proféticamente, ‘El escarnio ha quebrantado mi corazón’. El versículo siguiente prosigue, ‘Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre’. 

Tomamos la segunda profecía como cumplida literalmente, pero muchos opinan que resulta fantasioso tomar el versículo 20 también en forma literal. Si el corazón de Cristo no se rompió, es difícil explicar cualquier acumulación de sangre y agua como la describe Juan. La efusión pericárdica normal de unos treinta gramos o menos sería una simple trivialidad que nadie hubiera observado”.

Juan escribe lo que ha visto. Da un testimonio autoritativo de lo que ha percibido con sus propios ojos. En cuanto al verbo testificar, véase sobre 1:7, 8. Este testimonio es genuino. “El”—probablemente refiriéndose a Cristo—sabe que Juan dice la verdad. Dice la verdad en relación con la sangre y el agua (elementos que demuestran que Cristo había tomado de hecho la naturaleza humana, y que había realmente muerto en su naturaleza humana) a fin de que los lectores no se sientan desorientados por herejías docetas, sino que sigan creyendo. Véase también sobre 20:30, 31.

No resulta completamente imposible que el Evangelio de Juan, tan simbólico, quiera vincular esta sangre y agua con los efectos de la expiación de Cristo; 1 Jn. 5:6 quizá apunta en esa dirección. Cf. Jn. 3:5; 7:37–39.

Cuando Juan vio cómo los soldados se abstuvieron de romper los huesos de Cristo, vio en ello el cumplimiento de las palabras referidas en Ex. 12:46; Nm. 9:12. No se había de quebrar ningún hueso del cordero pascual. Cristo era el verdadero cordero pascual. Véase sobre 1:29; léase también 1 Co. 5:7.

Cuando el apóstol observó la perforación del costado de Cristo, vio en ello el cumplimiento de la profecía de Zac. 2:10. En cuanto al contenido general de las profecías de Zacarías véase sobre 12:14, 15. Las palabras del profeta se citan aquí no según la LXX sino más bien según el original hebreo. La misma profecía, en forma algo modificada, se encuentra en Ap. 1:7. En este caso—aquí en 19:37—lo que se quiere decir simplemente es que la lanzada cumplió la profecía.
Síntesis de Juan 19:17–37
El Hijo de Dios muere como sustituto de su pueblo. La crucifixión.

A. Jesús lleva la cruz; clavado a la cruz entre dos criminales.
El Rey de los Judíos crucificado entre dos criminales. Por parte del gobernador esta decisión se tomó probablemente como ofensa a los judíos. Pero tiene otro aspecto: el Salvador crucificado entre dos pecadores, uno de los cuales se va a salvar. Por parte de Dios (y en cumplimiento de la profecía) esta decisión se tomó providencialmente con el fin de describir el propósito glorioso de la cruz.

B. La disputa acerca del título.
Si bien Pilato no lo supo, ¡el título fue inspirado! Dios mismo lo escribió. Fue inspirado en lo que se omitió: no se mencionó ningún pecado. También fue inspirado en lo que expresó: el Rey de los Judíos crucificado a fin de que pudiera manifestarse el Rey tanto de judíos como de gentiles—elegidos de entre todas las naciones—.

C. El reparto de los vestidos.
Esto fue un cumplimiento maravilloso de la profecía y a la vez nos muestra como Cristo llevó la maldición a fin de liberarnos de ella. En cuanto a la fracción descrita en la explicación del versículo 24, no garantizo su fidelidad. Lo escribí, sin embargo, porque estoy convencido de que apunta hacia la verdadera dirección, a saber, el cumplimiento verdaderamente sorprendente de la profecía en relación con Cristo. ¿Quién puede oír una interpretación del Mesías y no sentirse impresionado con esto?

D. Las palabras a María y a Juan.
El corazón más amoroso (el de Juan) se mantuvo lo más próximo a Jesús. Se le confió sólo a él el cuidado de María. Esto también revela la “forma de ser” de Jesús.

E. La sed de Jesús.
El mismo Evangelio que proclama elocuentemente la divinidad de Cristo, también revela en forma diáfana su humanidad. En su naturaleza humana—y sólo en ella—sufrió. La naturaleza divina no podía sufrir. Entre la exclamación “Tengo sed”, y “Consumado es” pasó muy poco tiempo. Entonces entregó su espíritu. La naturaleza voluntaria de esta acción no puede enfatizarse lo suficiente. Claro está, esto no excluye en forma alguna la idea de una causa física que produjo su muerte física. Pero esa causa física también estaba completamente en su poder.

F. La perforación de su costado.
Además de lo ya dicho, adviértase lo siguiente:
1. La teoría de la ruptura del corazón (antes de la lanzada) tiene los siguientes aspectos en su favor:
a. Toma muy en serio la profecía del Sal. 69:20 (“El escarnio ha quebrantado mi corazón”), y acepta el mismo cumplimiento literal de esta profecía como se suele aceptar en relación con el versículo siguiente (“Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre”).
b. Se arguye que esta teoría ofrece una explicación razonable del flujo de sangre y agua, lo cual no hacen otras teorías.
c. Esta teoría subraya la grandeza de la agonía mental y espiritual de Cristo. De ordinario la muerte por crucifixión no produciría la ruptura del corazón, pero esta muerte no era ordinaria. Este Mártir sobrellevó la ira de Dios contra el pecado. Sufrió la muerte eterna, las congojas infernales.

2. Esta teoría tiene las siguientes debilidades:
a. No es más que una posibilidad. Para elevarla a la categoría de probabilidad habría que tener más información que la que se suministra en el Evangelio. Así, por ejemplo, ni siquiera podemos probar que el costado perforado fuera el izquierdo.
b. No se dispone de datos post-mortem respecto a otras personas que murieron crucificadas. Aunque los tuviéramos, no podrían mostrar lo que pudo haber sucedido en el caso de este Mártir único.
c. Pudo haberse producido un milagro, o puede haber otra forma no milagrosa de explicar el flujo de sangre y agua. Sencillamente no lo sabemos.
Como se ha señalado, el Dr. Bergsma se ha expresado con gran y encomiable cautela. Vale la pena estudiar con cuidado su artículo.

Debería ponerse de relieve, una vez más, un punto ya subrayado en la exégesis:
El relato inspirado no se interesa por mostrarnos cómo salió del costado de Jesús sangre y agua. Sólo se interesa por revelar el hecho en sí. En consecuencia, debemos fijar nuestra atención en ese punto. Del costado de Jesús brotaron de hecho sangre y agua. Por ello, era con toda seguridad humano, poseedor de un cuerpo humano. Había sin duda muerto. Su sangre y su Espíritu con toda certeza limpiarán de pecado. Se cumplió con toda, tanto en la omisión del crurifragio en su caso como en el brote de sangre y agua.
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