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lunes, 30 de mayo de 2016

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Los que influenciaron en la vida mundial

LOS LÍDERES SOLITARIOS DE LA HISTORIA

Solo la verdad es siempre ofensiva.
—NAPOLEÓN BONAPARTE

¿La Soledad es mala compañera?

Todos los líderes han experimentado que llevar una organización, empresa o congregación al máximo de su potencial conlleva sufrir un gran desgaste físico y emocional.

Cuando las fuerzas desaparecen de repente y el líder se siente desfallecer, el alejamiento por un tiempo del problema y la soledad puede ser un instrumento positivo para retomar su liderazgo.

Esta experiencia ha sido la escuela de muchos líderes. Hombres como Napoleón, Mandela o Churchill se encontraron solos, en muchos casos abandonados y traicionados, pero la soledad les sirvió para rehacer sus carreras, retomar las riendas de sus países y experimentar un profundo cambio interior. La única manera de edificar una empresa, iglesia o nación es construir dentro de nosotros unos sólidos cimientos interiores.

El proceso en todos ellos fue siempre el mismo, aunque cada uno sacó una lección distinta, ya que sus circunstancias eran radicalmente diferentes:

  • aceptación, 
  • reconstrucción, 
  • planificación y 
  • recuperación del liderazgo.

El efecto isla

Napoleón, el hombre más poderoso de Europa, encerrado en veinte kilómetros cuadrados.

Napoleón, el hombre más poderoso de Europa, estaba sentado aquel 4 de abril de 1814 frente a sus mariscales. Todos ellos le debían sus cargos y carreras, pero en ese momento estaban presionándole para que dejara su puesto.

La Coalición había penetrado en territorio francés con un ejército de medio millón de hombres y la situación era insostenible. Como el emperador de los franceses siempre había sido un tenaz negociador, logró abdicar en su hijo, imponiendo algunas condiciones, pero dos días más tarde, cuando uno de sus hombres de confianza, Marmot, le traicionó, tuvo que rendirse a la evidencia de su derrota.

El 11 de abril, en el Tratado de Fontainebleau, Napoleón renunciaba a la soberanía de Francia y aceptaba exiliarse junto a su familia a la isla de Elba, una minúscula ínsula italiana en medio de la nada. Su estado de ánimo era tan bajo que declaró: «Estoy molestando […] ¿Por qué no terminan con todo esto?».

Tuvo que exiliarse de Francia como un proscrito, disfrazado con uniforme austriaco y protegido por el ejército inglés, para que los monárquicos no le ahorcaran.

La llegada a la isla del hombre más poderoso de Europa debió de ser patética. Allí no había nada que hacer, su salud estaba seriamente quebrantada y todavía no era consciente de la profunda soledad que estaba a punto de apoderarse de su existencia. La isla no había sido elegida al azar, se parecía al sitio en el que se había criado de niño, Córcega, y a su querida ciudad de Ajaccio. Hermosas montañas, profundos acantilados y arenosas playas bañadas por el mar Mediterráneo. La tierra era muy fértil y ofrecía productos exquisitos, que una persona enferma, y sobre todo frustrada, hubiera disfrutado, renunciando a la acelerada y estresante vida de París.

El emperador tenía una máxima que no podía olvidar en medio de aquel paraíso obligado: «El pensamiento principal de un hombre bien situado es conservar su puesto».

Durante aquellos meses, aquel gran emperador se dedicó a gobernar aquella minúscula isla, construyendo carreteras, un hospicio y un teatro. Al final regresó a Francia, pensaba que su destino no había terminado. Aquella corta estancia en soledad le había ayudado a recuperar fuerzas, superar la traición de sus colaboradores y animarse a reconquistar el poder. Napoleón tenía tan solo cuarenta y cinco años. Pero ¿cómo sería recibido por el pueblo? Ya no contaba con su antiguo poder ni su ejército.

El plan de Napoleón era muy simple. Desembarcó en el golfo de Juan cerca de Cannes y se dirigió a una de las ciudades de los Alpes, Grenoble, que aún le guardaban lealtad. Cuando unos soldados estuvieron a punto de detenerle, él les dijo: «Si alguno de vosotros quiere matar a su emperador, aquí estoy…».

Unos días más tarde, sin haber disparado un tiro, Napoleón dormía en las Tullerías; en veinte días en Francia había recuperado el poder.

¿Por qué ayudó tanto a Napoleón ese tiempo de soledad? ¿Cómo fue su proceso de recuperación? ¿Qué aprendió de sus colaboradores? Lo primero que tuvo que aceptar Napoleón Bonaparte fue que tenía limitaciones. Luchó en todos los frentes y se rodeó de enemigos muy poderosos.

John C. Maxwell, en su libro Los 5 niveles de liderazgo, definió bien esta Ley del Tope:
Toda persona tiene un límite en su potencial de liderazgo. No todos estamos dotados por igual. El desafío que enfrentamos es crecer y desarrollar nuestro pleno potencial de liderazgo, aumentando así el límite de nuestra capacidad de liderazgo.

Napoleón había superado los límites de sus fuerzas físicas, de sus ejércitos y de la capacidad de sufrimiento de sus hombres por la causa del Imperio francés.

Dale Carnegie lo definía con la metáfora: «Si quieres recoger miel, no des puntapiés a la colmena».

Cuando llegó a la isla de Elba comenzó su proceso de cambio el «efecto Isla»: aceptación, reconstrucción, planificación y recuperación del liderazgo.

Primero aceptó que era un hombre derrotado. Su famosa frase encierra una gran verdad: «La victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana».

Después de unos primeros momentos difíciles en los que tuvo que recuperarse físicamente y asumir la traición de sus mariscales, enseguida se puso a buscar cómo reorganizar su mente y volver a implementar en pequeña escala su visión del gobierno. Construye carreteras (progreso), un teatro (cultura y educación) y un hospicio (derechos sociales).

Lo primero que hace Napoleón al enterarse de la situación en Francia, donde su sustituto Luis XVIII no termina de agradar ni a monárquicos ni a republicanos, es planificar su retorno. Su plan está trazado al detalle. Acude a una de sus ciudades afines, busca el apoyo de sus antiguos camaradas y después va a la conquista de París.

Una vez recuperado el poder corrige su primera idea, la que lo ha llevado a perderlo todo. Por ello dice a sus hombres en una verdadera declaración de intenciones:
Como en otro tiempo de Egipto, he regresado ahora porque la patria estaba en peligro […] No quiero hacer más la guerra. Es menester olvidar que hemos sido los amos del mundo […] Antaño, yo perseguí el fin de fundar Estados Unidos de Europa, y para esto era necesario permitir ciertas instituciones que debían garantizar la libertad de los ciudadanos. Ahora, mi única mira es el afianzamiento de Francia…

Steve Jobs hizo algo parecido al regresar a Apple, su empresa Next había sido comprada por su antigua compañía para utilizar su software. Jobs intentó volver a dominar su antigua compañía, pero sin utilizar su arrolladora personalidad. Se reunió con el gerente de aquel entonces, Gilberto Amelio, y simplemente ocupó su puesto:
Así pues, esa tarde y para su sorpresa, Amelio recibió una llamada de Jobs: Bueno, Gil, solo quería que supieras que he estado hablando hoy con Ed sobre todo este asunto y me siento muy mal por todo ello —afirmó—. Quiero que sepas que yo no he tenido nada que ver con este giro de acontecimientos. Es una decisión que ha tomado el consejo, pero me pidieron asesoramiento y consejo…

El «efecto isla» transformó la visión de Napoleón, le hizo superar sus debilidades físicas y emocionales, aceptar la traición de sus colaboradores, comenzar a aplicar sus habilidades, para después planificar su regreso y recuperar su puesto. Pero a veces la soledad escogida produce otros cambios fundamentales en la mentalidad del líder.

Veamos cómo la prisión transformó la vida de Nelson Mandela.

El efecto piedra

Nelson Mandela pasó diecisiete años en la prisión de la isla de Robben y descubrió cómo se partían las rocas del rencor.

La vida de un líder verdadero nunca es fácil. No importa que lo sea en el terreno de las finanzas, la política o la religión. Los líderes abren la marcha y enseñan el camino, por eso son los primeros en encontrar los obstáculos y luchar contra los antagonistas.

Siempre que te salgas del camino trillado por el resto de personas, te llamarán loco, temerario, raro, irresponsable o engreído. En el mejor de los casos te cubrirán de críticas, se mofarán de ti o puede que tu atrevimiento sirva para que alguien te reemplace, pero si el camino emprendido es el verdadero, al final terminarán todos por reconocer que fuiste el primero en llegar.

Muchos son los que pueden acercarse a nosotros para halagarnos cuando hemos tenido cierto éxito o servimos en algún cargo de relevancia, pero siempre serán muchos menos los que nos apoyen, cuando nadie crea en nosotros.

Nelson Rolihlahla Mandela fue uno de esos hombres que no cedió hasta ver sus sueños hechos realidad. Mandela era un joven perteneciente a la casa real de uno de los clanes que componían el complejo mosaico de tribus en Sudáfrica. Su padre, Gadla Henry Mphakanyiswa, era uno de los principales consejeros del rey Thembu.

Mandela fue el primer miembro de su familia en acceder a una educación occidental, de hecho fue su profesora la que le puso el nombre británico de Nelson, aunque sus padres le habían llamado Rolihlahla, que significa textualmente «alborotador». Sus padres eran cristianos y por eso le enviaron a una escuela metodista.

Mandela quedó huérfano de padre a los nueve años, pero la influencia de este le acompañaría toda su vida, ya que de él heredó el carácter rebelde y su deseo de justicia.

Mandela no se perdía ningún servicio religioso durante su infancia y adolescencia.

Estudió con ahínco, ya que sabía que de mayor se convertiría en uno de los consejeros del rey, como lo había sido su padre años antes. Tras su paso por la educación secundaria, estudió en la Universidad de Fort Hare, dedicada a la élite de los negros del país.

Durante esta etapa se mantuvo en una línea conservadora, alejada de las reivindicaciones del Congreso Nacional Africano, que se había creado en 1911 para defender los derechos de los negros en Sudáfrica.

Tras su llegada a Johannesburgo, la capital, para huir de un matrimonio arreglado por su familia, consiguió algún trabajo precario hasta lograr entrar en un bufete de abogados. Siguió formándose en el curso por correspondencia de la Universidad de Sudáfrica. Más tarde estudió en la Universidad de Witwatersrand, convirtiéndose en el primer estudiante negro del campus.

  • ¿Qué sucedió en la vida de este joven estudiante negro para que terminara en una de las peores cárceles de Sudáfrica? 
  • ¿Por qué abandonó su prometedora carrera de abogado y su futura acomodada vida por los más desfavorecidos? 
  • ¿Cómo superó la tentación del odio cuando llegó al poder?

Sudáfrica era un país basado en el odio y la desconfianza. Una desconfianza nacida entre las clases sociales, las razas, los grupos étnicos y nacionales.

  • El inglés desconfiaba del holandés, 
  • este del africano negro y 
  • este a su vez de la comunidad hindú que habían instalado los británicos por ser una fuerza de trabajo más dócil. 
Todo ese odio y desconfianza podía convertir al país en una verdadera bomba de relojería, por eso Mandela descubría la poderosa fuerza del amor. Sus palabras parecen cargadas de la autoridad que da la razón y la sabiduría del hombre que sabe perdonar: «El odio se aprende, y si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar, ya que el amor surge con mayor naturalidad en el corazón del hombre que el odio».

¿Dónde aprendió Nelson Mandela a amar?
La cárcel parece un lugar extraño para aprender a amar. Sobre todo cuando uno atraviesa las gruesas puertas de una prisión y nota la maldad que se respira dentro.

Durante unas semanas he estado visitando una cárcel en mí país para impartir un taller gratuito. Después de atravesar cuatro gruesas puertas y llegar hasta el pabellón de los reclusos te sorprenden dos cosas.

  • La primera es la angustia que produce el saberse encerrado y 
  • la segunda es el poco afecto o amor que hay dentro. 
Los hombres que acudieron al curso eran personas encantadoras, agradecidas y con ganas de aprender, pero, sin duda, en el día a día debe de ser duro para ellos estar encerrados. Sin nadie en quien confiar, intentaban pasar desapercibidos, pero al mismo tiempo haciéndose respetar por el resto.

Nelson Mandela estuvo acusado en varias ocasiones, pero logró evitar la cárcel o salir de ella tras un breve periodo. En el año 1962, las cosas iban a cambiar radicalmente.

¿Qué había sucedido? Tras su gira africana, su notoriedad había crecido y la presión que algunos países del entorno comenzaban a hacer contra el apartheid, hizo que su gobierno le viera como un peligro.

El arresto se produjo el día 5 de agosto, durante un viaje en coche con Cecil Williams. Mandela fue arrestado cerca de la ciudad de Howick y encarcelado en la prisión de Johannesburgo de Marshall Square. La acusación era incitación a la huelga y la salida del país sin permiso. Mandela ejerció como su propio abogado. El joven letrado quería convertir el proceso en un juicio contra el estado, pero el gobierno no cedió y fue sentenciado a cinco años de cárcel.

El paso del sacrificio, del líder que ocupa en sus propias carnes el lugar de su pueblo, convirtió a Mandela en un mito. Muchos hombres de Dios son admirados, pero muy pocos se convierten en un mito. Al fin y al cabo, el mito es siempre la creación de un sistema que otros pueden imitar y que funciona igual. El gobierno sudafricano estaba creando en su injusto sistema penitenciario a uno de los hombres más influyentes del siglo XX.

Un año más tarde de su encarcelamiento, el descubrimiento de unos papeles inculpatorios del partido fue la excusa perfecta para que la fiscalía aumentara su pena en un nuevo juicio. Ahora los cargos eran mucho más graves, ya que se le acusaba de sabotaje y conspiración para derrocar violentamente al gobierno.

Mandela llegó a pronunciar una famosa frase, tomada de otra persona, intentando demostrar su inocencia en el caso: «La historia me absolverá».

Mandela sufrió una derrota procesal, pero una amplia victoria moral. Tanto las Naciones Unidas como el Consejo Mundial de la Paz pidieron la anulación del juicio. Se produjeron protestas por todo el mundo. La situación de Sudáfrica saltaba al conocimiento de la opinión pública internacional.

La isla de Robben fue el terrible hogar de Nelson Mandela durante veinte años, pero también una terrible escuela de humildad y perdón.

La actitud de Nelson Mandela me recuerda las palabras del jefe de una gran multinacional que decía a sus empleados: «Caballeros, este año la estrategia será la honestidad»

Lecciones aprendidas
La honestidad de Nelson Mandela le llevó a una terrible cárcel de Sudáfrica, pero allí aprendió cuatro lecciones:

  1. lo que no te destruye te hace más fuerte, 
  2. el desarrollo de nuestro mundo interior es imprescindible para liderar, 
  3. el odio destruye y 
  4. el amor es la fuerza más poderosa del mundo.

La celda de Mandela era poco más que un cuchitril, con una cama en el suelo, una mínima mesita, una manta y un cubo para depositar sus necesidades. La mayor parte del tiempo el preso estaba aislado, ya que eran celdas individuales. De esta manera se buscaba minar la moral del condenado. Muchos hombres se vuelven locos al sentirse aislados; de hecho, el aislamiento es un castigo adicional a la prisión.

En la propia cárcel había discriminación racial. Los negros no se mezclaban con los blancos y recibían menos comida. Los presos políticos eran peor tratados que los comunes. En su biografía se describe el mal trato recibido durante su estancia en prisión.

A pesar de todo, descubrió que la prisión le hacía más fuerte. Cada día les obligaban a picar piedras; él se dio cuenta de que la piedra más dura es el corazón humano. Si era capaz de doblegar el suyo, no sucumbiría al odio ni al rencor.

Moisés fue uno de los ejemplos más claros de líder que ha de pasar por la soledad para recibir las instrucciones y leyes para dirigir al pueblo de Israel. El proceso de maduración del líder implica una soledad escogida, en la que poder meditar y poner en marcha nuestro proyecto.

La segunda cosa que aprendió Nelson Mandela fue el desarrollo de su mundo interior: la soledad, en este caso obligada, le ayudó a conocerse mejor a sí mismo, a controlar su ira, su frustración y hacer cambios en su hombre interior. El autocontrol, la disciplina, la paciencia son habilidades que ayudan a los líderes a llegar a sus metas.

La tercera lección de Nelson Mandela fue la superación del odio que destruye. Los negros odiaban a los blancos por todos aquellos siglos de esclavitud y opresión. Los blancos odiaban y temían a los negros, pensando que si los liberaban o les daban más libertad, tomarían venganza. Cuanto más se odiaban, más daño se hacían mutuamente. Por eso Nelson Mandela fomentó una gran campaña de reconciliación cuando llegó al poder. Él mismo había experimentado esa regeneración en la prisión.

Durante el periodo que pasó en la prisión de Pollmoor buscó tener una mejor relación con los guardas y el alcaide. Los miembros del gobierno comenzaron a reunirse con él secretamente, para llegar a pactos, pero él quería romper con el estado racista y que se avanzara en las reformas de integración de la población negra y no cedió. Cuando llegó al poder impidió cualquier clase de linchamiento hacia los blancos. La cadena del odio y de la venganza debía romperse definitivamente.

La cuarta cosa que intentó poner en práctica fue la fuerza del amor. No es suficiente con no odiar. Necesitamos amar, para poder relacionarnos con nuestro prójimo. No nos preocupará el bienestar o la mejora de la vida de las personas que nos rodean si no sentimos nada hacia ellas.

Jesús anunció esta verdad del amor incluso a los enemigos, para terminar con la desconfianza innata del hombre. Él declaró esta máxima: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas» (Mt 7.12).

Nuestro liderazgo debe aprender el «efecto piedra». La única manera de no sucumbir ante la envidia, el odio, el rencor y la ira es destruyendo para siempre esa piedra del orgullo que nos separa de los demás.
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miércoles, 9 de diciembre de 2015

En la mucha sabiduría hay mucha frustración, y el que aumenta conocimiento, aumenta su aflicción.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




La Perspectiva de El Predicador


 Teología de Eclesiastés
Primera Parte
Las suposiciones son puestas en duda

La perspectiva del Predicador acerca del mundo, de conocer a Dios y de la justicia divina.

Los autores de la literatura sapiencial hacen una serie de suposiciones acerca de Dios y del mundo que Él creó, y luego basan sus reflexiones en estas suposiciones. Alan Jenks identifica tres pre suposiciones teológicas que proveen la perspectiva ortodoxa presente en Proverbios:

    1.      El mundo sigue un orden, dirigido por Dios, su sabio Creador.
    2.      Es posible entender ese orden si buscamos la sabiduría.
  3.    Por tanto, el sabio que sigue el orden divino experimentará buenas cosas, mientras que el insensato sufrirá por su necedad. (1985, 44)

¿En qué manera difiere la perspectiva del Predicador acerca del orden de Dios en la creación con la de la mayoría de los autores bíblicos?

El autor de Eclesiastés pone en duda estas suposiciones, asumiendo una perspectiva distinta en cada una de ellas. La mayoría del resto de la Biblia considera que el orden de Dios en este mundo es parte de su plan lineal que será cumplido sólo al final de los tiempos. Aún así el Predicador se enfoca en la naturaleza cíclica del mundo (una característica común entre los escritores sapienciales) —los patrones repetitivos— y descubre que “no hay nada nuevo bajo el sol.” 

La vida no es caótica y todo puede ser asignado a un tiempo y una hora específica, pero no siempre las personas pueden saber cuándo es ese momento. Eclesiastés cuestiona la utilidad del orden divino de la creación para planear nuestra vida si no podemos identificar ese orden.

Otra de las perspectivas del Predicador es que parece ser imposible conocer a Dios. En esta vida, Dios es misterioso y está escondido. La muerte termina cualquier esfuerzo de aprender acerca de Él, y el Predicador no sabe qué pasa después de la muerte.

Mientras que Job cuestiona la justicia de Dios en relación a su caso en particular, el Predicador duda de la justicia divina en general. Él ha visto a “justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obra de justos” (Eclesiastés 8:14). Aunque la causa de la injusticia puede atribuirse al pecado, éste no determina con exactitud la experiencia humana. Los que pecan no siempre experimentan lo malo, así como los que hacen el bien no siempre experimentan lo bueno. La justicia de Dios simplemente no funciona como una ley mecánica en la que ciertas acciones siempre tienen ciertos resultados. Aunque el Predicador no rechaza la suposición de Proverbios, sí la califica.


La vida: un soplo de aire

¿Cómo usó el Predicador la palabra vanidad para describir la vida?

La perspectiva de que todo es vanidad es prevalente en todo lo que dice el Predicador en Eclesiastés. La palabra hebrea hebel es traducida “vanidad” en la versión Reina Valera y es “absurdo” en la Nueva Versión Internacional. Esta palabra literalmente significa “un soplo de aire”, “un respiro” o “un vapor”. También puede referirse a la naturaleza transitoria de la vida humana (Proverbios 31:30) y a la idea de que algo es falso o engañoso (Job 21:34). En Eclesiastés, es frecuentemente combinada con la palabra hebrea que se traduce como “espíritu”, “respiro”, o “viento”. Por tanto, hebel es como “ir tras del viento” (Eclesiastés 1:14; 2:11, 17, 26). Significa algo inseguro o poco confiable. El Predicador piensa que el orden que ofrece la sabiduría y la seguridad prometida siempre se mantienen más allá de nuestro alcance, desapareciendo cuando son examinados muy de cerca.


El problema de la muerte

La perspectiva en el Antiguo Testamento de la vida después de la muerte.

¿En qué se diferencia la perspectiva del Nuevo Testamento de la vida después de la muerte de la del Antiguo Testamento?

Cuando leemos la Biblia, es importante que no supongamos que los autores entendieron el mundo de la misma manera que nosotros lo entendemos, o que todos tenían la misma comprensión del plan y de los propósitos de Dios. Por ejemplo, el Antiguo Testamento presenta un concepto de la vida después de la muerte no totalmente desarrollado. La vida y la muerte estaban en extremos opuestos en una línea continua entre las cuales las personas podían moverse libremente. 

Muchas veces los salmistas hablaron de bajar al sepulcro cuando estaban enfermos o de cómo el Señor los rescató de la tumba, restaurándolos a salud y seguridad (Salmos 30:3; 107:17–19). Los autores bíblicos del Antiguo Testamento tuvieron poco que decir acerca de la resurrección, una creencia que fue poco común hasta el período intertestamentario (los cuatrocientos años entre el final del Antiguo Testamento y el tiempo de Cristo). Aún en los días de Jesús, continuaba un gran debate acerca de la resurrección. Pablo se valió de esto como un punto de contención en su juicio ante el Sanedrín en Jerusalén (Hechos 23:6–8), y fue la razón por la cual muchos en Atenas rechazaron el evangelio (Elesiastés 17:31–32).

Partes del Antiguo Testamento muestran que la creencia era que una persona moría y descendía al Seol, una “tumba” o “sepulcro” en común. Esto era considerado un lugar de olvido, no de castigo ni de recompensa. Por esta razón, la vida presente era sumamente importante. La gente en los tiempos del Antiguo Testamento pensaba que, si Dios era justo, Él pondría en equilibrio la balanza de justicia en nuestra vida antes de que muriéramos. En el seol no había memoria, ni alabanza, ni comunión con Dios.

No obstante, algunos pasajes del Antiguo Testamento hablan de la resurrección y de la vida después de la muerte. La enseñanza más clara y más completa se encuentra en Daniel 12:2: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.” Isaías 26:19 habla de la resurrección de los muertos, pero no en específico de la vida después de la muerte: “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! Porque todo rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos.” Salmos 16:9–11; 49:15; 73:24; y Job 19:25–27 son algunos pasajes que sugieren la idea de la resurección sin describir claramente lo que ocurre después de la vida. Derek Kidner sugiere que tanto Job como Proverbios esperaban justicia para el justo y un revestimiento de lo malo después de la muerte (Proverbios 11:7; 12:28; 14:32; Kidner 1985, 118–119). La idea de la vida después de la muerte se desarrolla lentamente y bastante tarde en el Antiguo Testamento.

El Predicador, aunque posiblemente sabía de la creencia en la resurrección y la vida después de la muerte, no estaba seguro de lo que pasaría después de la muerte. Su problema principal es su falta de conocimiento acerca de lo que habría después de la muerte (Eclesiastés 2:16, 21–22; 3:11, 14, 21; 4:7–8; 5:15–16; 6:6, 12; 8:6–7, 17; 9:4, 6, 10; 11:5; 12:7). Para él la muerte limitaba todos los logros y la satisfacción que éstos producían por lo que pierden su significado (Eclesiastés 3:19–20; 4:3; 9:3–6, 10–12; 8:8; 11:8–12:7). Además, la muerte pone fin a cualquier oportunidad de reparar los errores cometidos y hacer justica.

Por tanto, el prospecto de la vida se convierte en una carga para el Predicador. “Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflcción de espíritu” (Eclesiastés 2:17). “Tal reflexión lanzó al Predicador a un rechazo radical de la bondad de la vida. Después de toda una vida de esfuerzos, nada queda, y la suma de las cosas se asemeja a un gran respiro” (Crenshaw 1981, 129). El Predicador prefiere el día de la muerte más que el día de nacimiento porque, cuando llega la muerte todas las ilusiones de la vida desaparecen y todos son iguales nuevamente (Eclesiastés 4:1–3; 6:1–6).

Al final, el Predicador es forzado a aceptar los límites que Dios impone a la revelación. “No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También se ha visto que esto es de la mano de Dios” (Eclesiastés 2:24; 3:13; 5:18; 12:13–14).
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martes, 8 de diciembre de 2015

Todos los ríos van al mar, Y el mar nunca se llena. Al lugar de donde vinieron los ríos, Allí vuelven, para correr de nuevo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Bendiciones que trae la Sabiduría

La contradicción de Eclesiastés.

Más que ningún otro autor bíblico, el Predicador explora ambos aspectos de las bendiciones que promete la sabiduría. Como en el libro de Job, el autor de Eclesiastés lucha por entender experiencias que parecen contradecir las enseñanzas de la sabiduría tradicional. Mientras que Job cuestiona la sabiduría convencional y sus amigos la defienden; el Predicador, sin embargo parece abogar por ambos lados del asunto.

¿De qué manera son distintos los argumentos del Predicador de la mayoría de los disputantes?

El trato de ambos lados de un argumento es una contradicción esencial en este libro. Por una parte, el Predicador concluye que la búsqueda de la sabiduría sólo produce tristeza y sufrimiento (Eclesiastés 1:12–18) y el arduo trabajo es doloroso y no permite el descanso (Eclesiastés 2:17–23). Por otra parte, afirma que la sabiduría “sobrepasa la necedad” (Eclesiastés 2:13), y que “no hay cosa mejor para un hombre… que su alma se alegre en su trabajo” (Eclesiastés 2:24). El autor parece no estar seguro si la búsqueda de sabiduría y al arduo trabajo tiene valor alguno para hacer la vida feliz y significativa.

El autor de Eclesiastés está en conflicto aun acerca de las bendiciones materiales que resultan de seguir las enseñanzas de la sabiduría. “Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia” (Eclesiastés 5:11–12).

La interpretación de Eclesiastés

Cuatro posibles interpretaciones de Eclesiastés.

Tradicionalmente ha sido extremadamente difícil interpretar y aplicar el libro de Eclesiastés. Michael Eaton ha estudiado varias interpretaciones distintas del libro (1983, 36–38), que incluyen las siguientes cuatro.


Interpretación espiritualizada

En primer lugar, los comentaristas judíos y los antiguos intérpretes cristianos usualmente optaron por la interpretación espiritualizada. Por ejemplo, el tárgum (una traducción parafraseada usada por los rabinos en la sinagoga) interpreta Eclesiastés 9:7 como una referencia a la recompensa de los justos por la caridad que dan a los pobres. El tárgum parafrasea el versículo de la siguiente manera:

  Salomón dijo por el espíritu de la profecía delante de Jehová: “El Señor del mundo dirá a los justos del mundo uno por uno, Anda y prueba con gozo el pan que se te ha dado a cuenta del pan que tú le has dado al pobre y al desafortunado que estaban hambrientos, y bebe con buen corazón tu vino, que está oculto para ti en el huerto del Edén, por el vino que tú has mezclado para el pobre y necesitado que estaban sedientos, porque tu buena obra ya ha sido agradable ante Jehová.”

Eclesiastés como un debate

Una segunda posible interpretación es entender el libro como un diálogo entre dos personas con puntos de vista opuestos. Conforme a esta interpretación, el libro toma la forma de debate entre dos sabios o entre un maestro y su pupilo. Michael V. Fox ve en Eclesiastés un desafío directo a la sabiduría convencional usando el estilo “Sí, pero” (Fox 1989, 19–28). Sin embargo, Fox no explica por qué un desafío como este sería incluido en el canon.


Propósito evangelístico

Una tercera sugerencia es que el pesimismo del Predicador tiene un propósito evangelístico. Cuando habla a personas que buscan los beneficios terrenales, el Predicador pregunta: “¿Cómo sería su vida si tuviera todo lo que el mundo ofrece?” El claro mensaje es la vanidad y falta de significado de las riquezas del mundo. En el siglo cuarto, Jerónimo escribió un comentario de Eclesiastés con el exclusivo propósito de convencer a una mujer romana rica que cambiara los placeres que el mundo ofrecía por la vida monástica. 

En una variación de este tema, el maestro de la Biblia Charles Swindoll (1985) ha sugerido que Eclesiastés es el diario de un hombre exitoso. Esto es, que el autor de Eclesiastés estaba en la posición de probar todas las buenas cosas de la vida, pero concluyó que todo era “vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 1:14). El descubrimiento del autor no fue que estas cosas eran malas o no provenían de Dios o que no producían placer, sino que no daban verdadero significado a la vida.

Generalmente los cristianos conservadores interpretan Eclesiastés de manera evangelística. Por su exploración de la sabiduría humana y de lo que brinda placer en la vida y un sentido de propósito, el autor concluyó que nada en este mundo tenía significado frente a la eternidad. La muerte limita todas las búsquedas terrenales. Ralph Wardlaw mantiene que Eclesiastés señala a la Cruz en anticipación de lo que trasciende esta vida presente. Conforme a esta perspectiva, el autor no es un escéptico sino alguien que comienza desde el punto de vista del mundo para señalar hacia algo de mayor significado.


Las limitaciones del razonamiento humano

¿Con cuál interpretación de Eclesiastés está de acuerdo usted?

La cuarta idea es que el libro presenta las limitaciones del razonamiento humano. Por ejemplo, la Biblia de Estudio Scofield introduce el libro de Eclesiastés declarando:

  Eclesiastés es el libro del hombre “bajo el sol” que piensa acerca de la vida. La filosofía que presenta, que no reclama ser revelación, pero que la inspiración registró para nuestra instrucción, nos muestra la cosmovisón de uno de los hombres más sabios quien sabe que hay un Dios santo y que juzgará todas las cosas.

Según esta perspectiva, el valor del libro es que muestra que nuestro entendimiento es limitado, por lo que somos llamados a confiar y a obedecer a Dios por la fe, aun cuando parezca que no está obrando en nuestra vida. La frase bajo del sol se refiere a la perspectiva puramente humana de la verdad. Sin embargo, aunque el libro sí nos habla de los límites que pone la muerte en nuestro entendimiento, el autor, en vez de promover la fe ciega, continúa buscando el significado de la vida.

Una de las preguntas fundamentales que plantea Eclesiastés es: “¿Qué función tienen la experiencia y la observación del mundo a nuestro alrededor en la formación de nuestra fe?” Sin que importe como finalmente entendamos esta tensión interna en Eclesiastés, podemos concluir que la vida bendecida es mucho más que simplemente aplicar la tradición sapiencial como si fuera una fórmula mágica. También, mientras el Predicador explora la aparente contradicción entre la fe y la experiencia, es importante notar que no compromete su fe ni está dispuesto a no ser sincero acerca de lo que observa a su alrededor. Quizá el aspecto más desafiante de Eclesiastés es que el autor no está dispuesto a darnos claras y simples respuestas.


¿Pesimista o Predicador de gozo?

Analizar el principio de buscar el gozo en la vida aunque todo parezca ser vanidad.

J. Stafford Wright sugirió que la clave para entender Eclesiastés es observar la introducción y la conclusión (1946, 18–34). Eclesiastés comienza declarando que todo es vanidad. Concluye diciendo: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13). Además, hay varias afirmaciones que se repiten en varias partes del libro. Wright identifica dos de estas: Todo lo que se persigue en la vida es “vanidad”, y “No hay cosa mejor que el hombre coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo” (Eclesiastés 2:24; 3:12–13; 3:22; 5:18–19; 8:15; 9:7–9).

Si todo en la vida es vanidad, ¿por qué nos dice el Predicador que lo disfrutemos? Wright arguye que la búsqueda de las cosas del mundo no revela el plan escondido de Dios ni explica el significado de la vida. Ese misterio se encuentra en Dios. Sin embargo, son dones de Dios, y por tanto, deben ser disfrutados.

¿Cómo equilibra el Predicador la futilidad de la vida con el gozo en la vida?

R. N. Whybray señala que Eclesiastés no es un libro totalmente negativo. Al final del discurso en cuanto a la falta de significado de la vida hay siete exhortaciones a disfrutar la vida (Eclesiastés 2:24; 3:12; 3:22; 5:17; 8:15; 9:7–9; 11:7–12:1). Aun más, el llamado al gozo es más elaborado y exigente a medida que transcurre el libro (1982, 87–98). El primer llamado al gozo es un simple mandato: “No hay cosa mejor que el hombre coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo” (2:24). La expresión final y más elaborada pone en claro que, a pesar de que la vida está llena de vanidad, debemos gozarnos en las bendiciones de Dios:

  Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol; pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad (Eclesisastés 11:7–8, 10).

Aunque el Predicador está frustrado por su incapacidad de ver más allá de la muerte, la que limita los esfuerzos “bajo el sol”, la creación de Dios aún tiene mucho bueno que disfrutar.
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¿Que provecho tiene el ser humano de toda su labor con que se afana debajo del sol?

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




TODO ES VANIDADECLESIASTÉS - UN ESTUDIO DE TENER A DIOS PARA NO ESTAR VACÍO


¿Qué es lo correcto: la enseñanza contemporánea de que la vida siempre debe ser considerada una fuente de bendición y llena de significado o la enseñanza del autor de Eclesiastés que dice que todo es vanidad? Esta es una pregunta interesante que necesita ser respondida a la luz de todas las Escrituras.

El libro de Eclesiastés es único en su actitud hacia la vida. El autor ha intentado todo lo que las personas buscan en la esperanza de hallar satisfacción y felicidad. Sus experimentos lo han dejado vacío y frustrado. ¿Dónde puede hallarse el significado o la esperanza o la forma realista de obtener gozo en la vida? Todas estas preguntas son parte del estudio de este libro, pero las respuestas se extienden más allá de sus límites, aun a siglos más tarde en los cuales vivieron los autores del Nuevo Testamento.

Nuevamente, un autor de literatura sapiencial del Antiguo Testamento, prueba ser sincero, aunque limitado, en su búsqueda de respuestas acerca de la esencia de la vida de un ser humano. Sus elecciones en la vida, en cuanto a actitud y perspectiva, lo han vuelto cínico. Pero el alumno es invitado a estudiar el asunto más a profundidad, a la luz de toda la revelación de las Escrituras y el consejo de quienes conocieron a Jesús personalmente.

Propósito

De todos los libros sapienciales del Antiguo Testamento, Eclesiastés emprende la tarea más ambiciosa. Los autores de Proverbios tuvieron como propósito explorar y describir las maneras de encontrar y mantener conocimiento que asegurara la vida. El autor de Job provee un recurso para los que experimentan intenso sufrimiento. 

Tanto los autores de Proverbios como el de Job confían en 
(1) su relación con Dios (aunque Job es probado intensamente en esta área) y 
(2) la sabiduría humana y el entendimiento como medios de alcanzar el éxito en la vida (nuevamente, Job tiene esta perspectiva y, al final, es justificado).

¿Por qué fue escrito Eclesiastés?

Sin embargo, el escritor de Eclesiastés rechaza las ideas de que Dios pueda conocerse y que una persona puede confiar en la habilidad de la sabiduría humana para producir felicidad o sostener la vida. Él explora los límites de la sabiduría y la experiencia humana. Los tres autores están de acuerdo en que Dios domina todo lo que ocurre, pero para el autor de Eclesiastés, los caminos de Dios son misteriosos y escondidos.

Autor

El título Eclesiastés es el equivalente griego de la palabra hebrea Qoheleth. La palabra griega ekklesia y la palabra hebrea qahal significan “reunión” o “asamblea” y son las palabras que a veces traducimos como iglesia. Por lo que el título Eclesiastés literalmente significa “el que reúne” o “el que llama a la asamblea”. Jerónimo en el siglo cuarto y Martín Lutero en el siglo dieciséis simplemente tradujeron el título del libro como “el Predicador”.

¿Cuáles son las distintas perspectivas acerca del autor del Eclesiastés?

El autor de Eclesiastés no es identificado directamente. Conforme a la tradición rabínica, Salomón escribió el Cantar de los Cantares en su juventud, Proverbios en su mediana edad, y Eclesiastés en su vejez. Se nos dice que el Predicador es hijo de David (Ecl 1:1) y rey en Jerusalén (Ecl 1:12), pero no se nos indica cuál de los hijos de David. También sabemos que tenía más sabiduría (Ecl 1:16) y riqueza (Ecl 2:7, 9) que “todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.” Tal declaración es extraña proveniente de Salomón pues él fue sólo el tercer rey de Israel y el segundo en ocupar Jerusalén. Por otra parte, sería extraño que cualquier otro rey que sucediera a Salomón dijera que lo sobrepasaba en estas virtudes. Ciertamente las referencias a riquezas, edificios, sabiduría, y placer sexual señalan al reinado de Salomón y el autor parece, al menos, seguir el modelo de Salomón.

Es posible que el autor de Eclesiastés sea el rey Salomón, un rey de Israel que vino más tarde, o una combinación de autores cuyos escritos fueron recopilados más tarde y editados. Pero independientemente de quien haya sido el autor, la intención del Predicador es recordar al lector la sabiduría y la riqueza de Salomón.

Estructura

Los esfuerzos por identificar una estructura general en el libro de eclesiastés no han sido exitosas, aunque sí contiene un prólogo (Ecl 1:1–11) y un epílogo (Ecl 12:9–14). El prólogo establece el tono de Eclesiastés, presentando tres principios que son explorados en el libro:

    1.      En el fin, todo en la vida es vanidad y sin propósito.
    2.      Nada es nuevo bajo el sol.
    3.      Nada de lo que hagamos en la tierra perdurará o será recordado.

¿Es malo buscar entender los misterios de la vida? ¿Por qué sí o por qué no?

El epílogo pone en duda el esfuerzo de tratar de entender los misterios de la vida, y a causa de tal incertidumbre, llega a la conclusión de que nuestra mejor alternativa es “temer a Dios y seguir sus mandamientos.”

Kathleen Farmer ha sugerido que este libro puede ser aproximadamente dividido en dos secciones (1991, 151). 

Los capítulos 1–6 hacen la pregunta: “¿Qué hay bueno en la vida?” y luego intentan probar varias cosas que se piensa que traen contentamiento. 

Los capítulos 7–12 son más generales y examinan la pregunta del conocimiento humano. Farmer afirma que el mensaje de esta primera parte del libro es “El arduo trabajo y la sabiduría son buenos”, mientras que el de la segunda parte es “¿Quién puede conocer a Dios? ¡Nadie!” 

En la mitad del libro, se encuentra Eclesiastés 6:12 que sirve como transición entre las dos partes: “Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra? 

Porque ¿quién enseñará al hombre qué será después de él debajo del sol?” Farmer señala que el patrón básico de Eclesiastés es un movimiento de los estudios específicos de lo que da significado a la vida a conclusiones más generales acerca de la vida.

La mayoría de los comentaristas contemporáneos han abandonado los esfuerzos de identificar un análisis detallado de la estructura del libro, y en lugar de esto han optado por un desarrollo de los temas presentes en el libro.

Contenido

¿Cuáles son los temas principales de Eclesiastés?

A pesar de que Eclesiastés no tiene una estructura específica, podemos identificar los elementos principales del estudio. 

La primera parte del libro considera todas las cosas que se piensa que traerán a la vida significado y alegría. El escritor explora las recompensas de la sabiduría (Ecl 1:12–18; Ecl 2:12–16), de la búsqueda de placer (Ecl 2:1–11), del arduo trabajo (Ecl 2:17–26), y de la riqueza (Ecl 5:8–6:11). 

El problema con estas búsquedas es que no producen el contentamiento y la satisfacción. No es que sean malas en sí mismas. Al contrario, el Predicador afirma que no podemos hacer nada mejor que disfrutarlas (Ecl 2:24; Ecl 5:18–19). Pero en sí mismas no dan sentido a la vida.

Un segundo tema tratado por el autor es el orden de la creación. Todo está en las manos de Dios. La vida está llena de los ritmos de la creación de Dios (Ecl 1:3–11), y todo tiene su tiempo y su hora (Ecl 3:1–17). 

A pesar de nuestras dudas acerca de su significado, la vida no es caótica ni sin propósito, pues Dios ordena todo lo que pasa. El problema es que desde nuestra perspectiva limitada muchas veces no podemos ver el plan de Dios ni entender sus propósitos. “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Ecl 3:11). Puede que haya un tiempo para todo pero no siempre es posible para las personas discernir esos tiempos.

Luego, comenzando en el capítulo 7, el autor cambia su enfoque para considerar el valor de la sabiduría (Ecl 7:1–8:17). Muchas de las cosas que escribe parecerían completamente naturales en el libro de los Proverbios. 

Pero finalmente, aun la búsqueda de sabiduría está limitada porque no siempre produce resultados. “Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad” (Ecl 8:14).

La muerte es un cuarto tema en este libro. La muerte pone fin a la labor y a los propósitos de una persona. Todos mueren: el rico y el pobre, el sabio y el insensato, el bueno y el malo (Ecl 3:18–22; Ecl 9:1–12). Si la vida simplemente termina en la muerte, entonces es vana.

Ya hemos aludido a un quinto tema, el de hallar contentamiento en las actividades diarias. Puesto que el placer es temporal, los planes de Dios están escondidos, la sabiduría es limitada, y la muerte es el fin de todo, debemos disfrutar lo mejor que podamos lo que vemos y lo que se nos ha dado. Esto al menos es parte de la solución a la vanidad que el Predicador ve en la vida.


El Predicador concluye su estudio redirigiéndonos al Ilimitado: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ecl 12:13–14).
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sábado, 5 de diciembre de 2015

¡Oh YHVH, he oído tu palabra, y estoy atemorizado! En medio de los tiempos, oh, YHVH, Revive tu obra, En medio de los tiempos hazla conocer, Y en medio de la ira, ¡Acuérdate de tener misericordia!

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Nos preparamos para enseñar en la congregación
Salmo de sumisión
Habacuc 3:1-19

3:1      Oración del profeta Habacuc. Sobre shigayón.
    2      ¡Oh YHVH, he oído tu palabra, y estoy atemorizado!
    En medio de los tiempos, oh, YHVH,
    Revive tu obra,
    En medio de los tiempos hazla conocer,
    Y en medio de la ira,
    ¡Acuérdate de tener misericordia!
    3      Dios viene desde Temán,
    El Santo, de los montes de Parán.
      Selah
    Su esplendor eclipsa los cielos y la tierra se llena de sus alabanzas.
    4      Su resplandor es como el sol,
    Sus manos producen rayos de luz, allí se oculta su poder.
    5      Delante de Él marcha la Peste,
    La Fiebre Ardiente sigue sus pisadas.
    6      Se detiene y mide la tierra,
    Lanza una mirada,
    Y hace estremecer a las naciones.
    Las montañas antiguas se desmoronan,
    Se hunden los montes de antaño,
    Pero sus sendas son sendas eternas.
    7      Veo las tiendas de Cusán en aflicción,
    Se estremecen las cortinas de la tierra de Madián.
    8      Oh YHVH, ¿ardes en ira contra los ríos?
    ¿Es contra los ríos tu indignación o contra el mar el desborde de tu enojo,
    Para que cabalgues en tus caballos y en tu carro victorioso?
    9      Desnudas y alertas tu arco,
    Jurados son los castigos de tu promesa.      Selah
    Surcas la tierra con ríos,
    10      Te ven las montañas, y tiemblan;
    El turbión de aguas se desencadena,
    El abismo deja oír su voz, y eleva en alto sus manos.
    11      El sol y la luna se detienen en su cenit,
    A la luz de tus saetas, que parten,
    A la claridad del fulgor de tu lanza.
    12      Con ira has pisoteado la tierra,
    Con furor trillaste las naciones.
    13      Has salido en socorro de tu pueblo, para salvar a tu ungido.
    Destrozas el techo de la casa del impío
    Y desnudas su cimiento hasta la roca.      Selah
    14      Con sus propios dardos traspasas al caudillo,
    Y sus tropas se dispersan en torbellino,
    Cuando triunfantes iban a devorar una víctima a escondidas.
    15      Hollaste con tus caballos el mar,
    Y la mole de las grandes aguas hierve.
    16      Lo escuché, y se conmovieron mis entrañas,
    Y mis labios palpitaron al oírlo.
    La podredumbre entró en mis huesos,
    Y dentro de mí mismo me estremezco, porque debo esperar quieto el día de la adversidad,
    Cuando el pueblo que nos ha de invadir suba con sus tropas.
    17      Aunque la higuera no florezca,
    Ni en las vides haya fruto,
    Aunque engañe el producto del olivo
    Y los campos no produzcan alimento,
    Aunque se acaben las ovejas del redil
    Y no haya vacas en los establos,
    18      Con todo, yo me alegraré en YHVH
    Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
    19      ¡Adonay YHVH es mi fortaleza!
    Él me da pies como de ciervas y me hace andar en las alturas.

Qué bueno es orar
ORACIÓN DE CONFIANZA
Habacuc 3:1-19
Los dos lamentos de Habacuc insinúan que para el profeta su mayor preocupación era su comprensión de la persona de Jehovah. Quería resolver la aparente contradicción entre su concepción de Dios y la situación actual del país y la anunciada invasión. En base a las respuestas divinas, en el cap. 3 Habacuc eleva una oración de fe y confianza.

En el comentario sobre Habacuc 1:3 se mencionó que Habacuc utilizó la estructura quiasmo, es decir, una estructura de espejo que puede poner el énfasis en el centro. En este capítulo se nota que esta estructura se extiende a lo largo de toda la sección:
a Título (Habacuc 3:1)
b Petición por la misericordia de Jehovah (Habacuc 3:2)
c Visión de la gloria de Jehovah (Habacuc 3:3–15)
b’ Declaración de fe en Jehovah (Habacuc 3:16–19a)
a’ Dirección musical (Habacuc 3:19b)

Se puede observar que el centro de la estructura (c, Habacuc 3:3–15) trata el tema de la persona de Jehovah. El cuadro que el profeta presenta de Jehovah en esta porción es de un Dios verdaderamente glorioso. La primera subdivisión (a, Habacuc  3:1) es paralela a la última (a’, Habacuc 3:19b) porque ambas mencionan la música. La petición (b, Habacuc 3:2) tiene su eco en la declaración de fe (b’, Habacuc  3:16–19a). Estos dos pasajes usan el verbo “oír” (Habacuc 3:2, 16) y la raíz heb. ragaz (Habacuc 3:2, “ira”; 3:16, dos veces, “se estremecieron”); en Habacuc  3:2 el profeta clama por la misericordia divina y en Habacuc 3:16–19a él anuncia que confiará en su cuidado y soberanía.
1.     Título, Habacuc 3:1
En Habacuc 2:20 Jehovah había dicho que todos callarían ante él. Allí termina su diálogo con el profeta. No obstante, Habacuc responde a las últimas palabras divinas con una oración. Sigionot puede ser un instrumento musical (comp. el título del Sal. 7). La mención del instrumento aquí y la referencia al director de música en Habacuc 3:19b sugieren que la oración circuló independientemente como un canto. Es posible que su impacto haya sido tal que fue cantada por el pueblo entero. Así como la revelación que tuvo Habacuc era pertinente a toda la nación, también su oración le fue de mucha edificación.

Algunos comentaristas proponen que este capítulo no era originalmente parte de esta obra. Frente a esta postura se debe señalar que el capítulo provee una solución al dilema de fe del profeta. Habacuc muestra aquí la confianza exigida por Jehovah en Habacuc 2:4. Cree en la predicción de la destrucción del invasor enemigo (Habacuc 2:6–20). Además, hay vínculos de vocabulario y teología que serán indicados en el transcurso del comentario.
2.     Petición por la misericordia de Jehovah, Habacuc 3:2
Habacuc dice que ha oído de la fama de Jehovah. En otras palabras, conoce la historia de sus proezas del pasado. Pero, esos grandes hechos fueron tanto para bendición como para maldición por el pecado. La reacción del profeta al contemplar esos relatos acerca del poder de Dios es temer.
Joya bíblica
Oh Jehovah, he oído tu fama; he considerado tu obra, oh Jehovah. ¡Avívala en medio de los tiempos; en medio de los tiempos hazla conocer! En medio de la ira acuérdate de tener misericordia (Habacuc 3:2).
Semillero homilético
El avivamiento que necesitamos
Habacuc 3:1, 2
Introducción: 
Los grandes despertamientos espirituales de la historia han sido el resultado de la intervención divina. Habacuc sintió la necesidad de un avivamiento en su pueblo. Por eso él oraba al Señor.

     I.     El avivamiento llega cuando al oír recor-damos nuestras raíces espirituales (Habacuc 3:2).
1.     La fama de Dios (Habacuc 3:2).
2.     La obra de Dios (2 Tim. 3:15, 16).

     II.     El avivamiento viene cuando Dios visita a su pueblo (Habacuc 3:3).

     III.     El avivamiento viene cuando el pueblo se humilla ante Dios (Habacuc 3:16).
1.     Oír a Dios.
2.     Estremecerse frente a Dios.
3.     Gemir y pedir misericordia de Dios.

Conclusión: 
Oremos para que Dios nos mande un avivamiento.

Algunos comentaristas y algunas versiones, como RVA, optan por la lectura de la LXX que dice he considerado (lit. “he visto”) en vez de “temí”. La RVR-1960 y Dios Habla Hoy, sugieren que el cambio provee un buen paralelismo con “he oído”. Sin embargo, la combinación de “oír” y “temer” es común (Deut. 17:13, 19:20, 21:21) y más adelante (3:16) se nota la misma combinación de ideas.

Lo que Habacuc teme es “la obra” de Jehovah. Una vez más, existe cierta ambigüedad. El término puede referirse a milagros hechos por el bien de Israel (por ej., Sal. 44:1, 111:3), pero también es el término utilizado en 1:5 (traducido algo en la RVA) por el juicio que Jehovah pronto efectuará sobre Judá (comp. Sal. 95:9). 

Habacuc quiere que Dios manifieste su poder nuevamente (¡avívala!) en medio de los tiempos difíciles por los cuales pasará su pueblo. Sabe que la invasión babilónica sí será una demostración de la soberanía y fuerza de Jehovah, pero anhela que haya también proezas de misericordia. Que en su ira, Jehovah también tenga compasión.
El sustantivo ira (rogez ) también puede traducirse “agitación” o “aflicción”. 

Aparece una vez más en el v. 7 (el verbo derivado de la misma raíz se usa dos veces en 3:16, se estremecieron). Si se tradujera “aflicción” en vez de “ira”, el profeta estaría pidiendo misericordia divina en el contexto del gran sufrimiento judío que será la invasión.
3.     Visión de la gloria de Jehovah, Habacuc 3:3-15
Esta visión de la gloria de Jehovah se basa principalmente en eventos históricos que mostraron su unicidad: Sinaí, el éxodo y la conquista. La sección se divide en dos partes. Primero, el profeta describe la llegada impresionante de Dios (Habacuc 3:3–7). Luego, habla de su gran victoria (Habacuc 3:8–15).

(1) Llegada de Jehovah, Habacuc 3:3-7
Otra vez Habacuc usa la estructura de inclusio (ver el comentario sobre Habacuc 2:18–20) para enmarcar una sección. Los vv. 3 y 7 mencionan lugares relacionados con el Sinaí. Esta porción describe la gloria de Jehovah y, por lo tanto, los verbos que hablan de Dios están en tercera persona singular. En Habacuc 3:8–15 el profeta se dirige a Jehovah en segunda persona.

Cuando Habacuc piensa en la intervención futura de Jehovah, hace alusión a acontecimientos del pasado. En Habacuc 3:3–7 aparentemente está pensando especialmente en la manifestación de Dios en el Sinaí. No menciona ese lugar por nombre, pero otros detalles apuntan en esa dirección. 

Temán, ciudad de Edom (Amós 1:12; Abd. 9), y Parán (Gén. 21:21; Núm. 10:12) están en la región de la península del Sinaí (Deut. 33:2, Edom = Seir). Los vv. 4 y 5 hablan de relámpagos, mientras que los vv. 6 y 7 de los temblores por la presencia de Dios. Ambos fenómenos ocurrieron cuando Jehovah dio su ley (Éxo. 19:16–20, 20:18; Jue. 5:4, 5). Es el Santo (Habacuc 3:3; 1:12) que allí reveló sus mandamientos a Israel (Éxo. 19:6; Lev. 11:44, 45).

Además del Sinaí, es probable que Habacuc también tenga otros eventos en mente. La mortandad (Habacuc 3:5) puede referirse a las plagas de Egipto (Éxo. 7–12). Madián (Habacuc 3:7) es una tribu asociada con el Sinaí (Éxo. 2:15, 16) y Cusán puede ser otra tribu relacionada con ella u otro nombre de la misma (comp. Éxo. 18:1–5; Núm. 12:1). Es decir, la mención de ellas podría ser otra alusión a la manifestación divina en aquel monte. 

Pero, a la vez, hay una posible referencia a la reacción de Madián ante los milagros asociados con la salida de Egipto (comp. Éxo. 15:14–16). Otra opción es que estos dos nombres sean una referencia a dos opresores derrotados con la ayuda de Dios en la época de los jueces (Jue. 3:8, 6:1–7:25).

Todos los datos textuales recalcan que el Dios que vendrá a socorrer a Judá es majestuoso. Su gloria trasciende a toda la creación (Habacuc 3:3; comp. 2:14). Aún las montañas, símbolos de permanencia, no pueden compararse con los caminos eternos de Jehovah (Habacuc 3:6). Es decir, su carácter nunca cambia: así como mostró su poder a favor de su pueblo varias veces en el pasado, lo hará de nuevo.

(2) Victoria de Jehovah, Habacuc 3:8-15
Esta sección, al igual que la anterior, está enmarcada por un inclusio. Referencias al mar y a los caballos de Jehovah aparecen en versículos 8 y 15. La serie de tres preguntas de Habacuc 3:8 sirve como una introducción. ¿Por qué viene Jehovah? La repetida mención de la ira divina en este versículo enfatiza que llega para efectuar juicio. 
La referencia a los ríos y al mar podría ser una alusión al conflicto con las aguas en la creación y el diluvio expresado en términos mitológicos (Job 26:12, 13; Sal. 74:12–17, 89:9, 10). En otros pasajes las aguas también simbolizan los enemigos del pueblo de Dios (Sal. 18:16, 17; 144:7). 
Sin embargo, hablar de caballos, carros y el mar indica que Habacuc quiere señalar el éxodo (Éxo. 14:6–15:19; Deut. 11:4; Jos. 24:6); ríos sería una referencia a los ríos Jordán (Jos. 3–4) y Cisón (Jue. 4:6–16, 5:19–21). Entonces, ¿cuál es la respuesta a las preguntas del v. 8? Al fin y al cabo, Jehovah no peleará contra la naturaleza, no lo hizo antes ni lo hará ahora. Él viene a juzgar a las naciones que amenazan a Judá (Habacuc 3:12). Como en el pasado cuando logró victorias milagrosas, traerá nuevamente salvación a los suyos.
Joya bíblica
Has desnudado completamente tu arco; has provisto en abundancia las flechas de tu palabra (Habacuc 3:9a).
El resto de los versículos de esta sección desarrollan este cuadro del “Dios guerrero”. El v. 9 presenta la imagen de Jehovah alistándose y comisionando flechas para la lucha. Habacuc hace dos referencias más al triunfo del mar Rojo (3:10, 15; comp. Éxo. 15:5, 8; Sal. 77:16–18). La descripción del v. 11 se refiere a la victoria sobre los amorreos en la conquista (Jos. 10:7–15). Los vv. 13 y 14 hablan de la liberación de Egipto. Jehovah derrotó a los ejércitos de aquella casa de servidumbre (Éxo. 13:3, 14; Deut. 5:6; Jos. 24:17), de ese impío (el faraón), donde maltrataron y “devoraron” a Israel (Éxo. 1:8–22, 14:3–5). Ahora Judá enfrenta a otra casa explotadora (2:9–11) y a otro impío (1:13), el imperio de Babilonia. Una vez más, Jehová tendrá que ayudar a su pueblo.

Esta sección tiene dos problemas textuales y uno de interpretación que merecen la atención. Primero, en el v. 9 las tres palabras heb. shebuot matot omer han ocasionado mucha especulación. 

Shebuot significa “juramentos” (o “juradas”), pero con una enmienda cambia a has provisto en abundancia. Matot puede traducirse “tribus” o “flechas” (como en Habacuc 3:14). Omer significa “palabra” o “promesa”. Ha habido varias combinaciones de estas opciones. Una posibilidad se menciona en la nota de la RVA: “los juramentos a las tribus fueron promesas” (comp. RVR-1960). La RVA sigue la enmienda anotada anteriormente y traduce has provisto en abundancia las flechas de tu promesa. 

Otra alternativa, que tiene un significado algo similar y no requiere el cambio textual, es: “juradas son las flechas (con) una promesa”. Es decir, Jehovah comisiona sus flechas para el conflicto (comp. Jer. 47:6, 7).

El segundo problema textual se encuentra en el v. 14. No hay acuerdo en cuanto a cómo traducir perazav. Algunas versiones antiguas como la LXX proponen “guerreros” (comp. RVR- 1960). Es posible que la palabra esté relacionada a un término que significa “él quien vive en una aldea” (Deut. 3:5; 1 Sam. 6:18). Esta opción se menciona en la nota de la RVA. La RVA presenta una traducción (los que me dispersaron) que es paralela a la siguiente línea y basada tal vez en otra raíz.
El problema de interpretación es cómo identificar quién es el ungido en el v. 13

Algunos creen que es una referencia a la nación y así las dos primeras líneas del versículo serían sinónimas. Sin embargo, el término en singular nunca se refiere al pueblo de Dios. Otros sugieren que el Ungido es el Mesías (Sal. 2:2, Dan. 9:25, 26). Es mejor definir el vocablo en el contexto del pasaje. 

El v. 13 alude al éxodo para aplicarlo a la situación de la inminente invasión caldea. En este caso, el ungido habla del líder de Israel (Moisés) ante el faraón y, para los días de Habacuc, del rey davídico en Jerusalén (2 Sam. 1:14–16, 19:21; Lam. 4:20). La aplicación para el profeta sería que Jehovah preservará a la dinastía real (comp. 2 Rey. 25:27–30).
4.     Declaración de fe en Jehovah, Habacuc 3:16-19a
Estos versículos registran la reacción de Habacuc a la visión de Jehovah, el Dios glorioso y guerrero, de su oración. El temor al oír (comp. Habacuc 3:2) esta revelación acerca de Dios y los eventos del porvenir afecta sus emociones en gran manera (Habacuc 3:16).
Joya bíblica
Aunque la higuera no florezca
ni en las vides haya fruto,
aunque falle el producto del olivo
y los campos* no produzcan
alimento,
aunque se acaben las ovejas del redil
y no haya vacas en los establos;
con todo, yo me alegraré en Jehovah
y me gozaré en el Dios de mi
salvación (Habacuc 3:17, 18).
Semillero homilético
Cuando la fe es imprescindible
Habacuc 3:17–19
Introducción
Habacuc es un buen ejemplo para los que confían en Jehovah.

     I.     Cuando tenemos muchas razones para dudar.
1.     La tierra no producía la higuera, las vides, ni el olivo.
2.     El ganado no aumentaba.
        (a) Se acaban las ovejas del redil.
        (b) No haya vacas en los establos.

     II.     Cuando la situación nos parece desesperante.
1.     Con todo lo malo que pasaba.
2.     Sus dificultades eran reales.
3.     Decidió alegrarse en el Señor.
4.     Decidió gozarse en el Dios de su salvación.
5.     Hizo uso de la fuerza provista por su relación con Jehovah.

     III.     Cuando consideramos las posibilidades con Dios.
1.     Porque Jehovah es su fortaleza (Sal. 46, 23).
2.     Porque Jehovah da estabilidad.
3.     Porque Jehovah le sostiene y le lleva a lugares altos (1        Juan 3:1, Sal. 116:19, Ef. 2:6).

Conclusión
¿Cuál es su razón de tener fe?

Pero, a la vez, el profeta demuestra una confianza profunda en Jehovah. En el v. 16 (RVR-1960) él dice “estaré quieto en el día de la angustia” (comp. 1 Sam. 25:9). La RVA tiene la traducción gimo, que se basa en una enmienda al texto heb. El cambio, sin embargo, no tiene apoyo en versiones antiguas. Todas concuerdan con TM. Esta declaración de fe se amplía en los siguientes versículos. 

Una consideración mayor es que estas palabras indican que Habacuc ha cumplido con el deseo de Jehovah expresado en Habacuc 2:3. Así, el profeta promete vivir por fe (Habacuc 2:4).

Habacuc afirma que, a pesar del sufrimiento en ese terrible día que será la invasión de Babilonia, se regocijará en Jehovah (Habacuc 3:17, 18). Reconoce que Judá tendrá que sufrir las maldiciones del Pacto Mosaico por su desobediencia (Lev. 26:14–39; Deut. 28:15–68). Pero ese mismo Pacto también tiene palabras de esperanza y restauración después del juicio (Lev. 26:40–45; Deut. 30:1–10, 32:34–43). Jehovah no abandonará a su pueblo (comp. Habacuc 1:12).

Como muchos salmos de lamento (Sal. 28:6–9, 35:27, 28), esta obra que contiene los lamentos de Habacuc termina con alabanza (3:18) y con palabras de confianza (Habacuc 3:19a). Esta confianza se expresa por medio de los títulos que el profeta asigna a Jehovah. 

Aunque haya pérdida y derrota, Jehovah es el Dios de mi salvación; a pesar de la debilidad de Judá ante los ejércitos del imperio, Jehovah es mi fortaleza; no obstante el aparente caos de la situación nacional, Jehová es el soberano Señor. Al mencionar las pisadas firmes de las ciervas, Habacuc comunica que en medio de la situación precaria él andará seguro con su Dios (comp. 2 Sam. 22:34; Sal. 18:33).

Esta fe incondicional de Habacuc es el producto de un proceso. En base a un diálogo con Jehovah, en el cual pudo exponer sus dudas y recibir respuestas (caps. 1 y 2), él puede confiar en los planes divinos. Aunque no entienda todo, sabe que tiene un Dios grande y descansa en su soberanía y su poder.
5.     Dirección musical, Habacuc 3:19b
El oficio director del coro aparece a menudo en los títulos de los Salmos (por ej., Sal. 4–6, 51–62; comp. 1 Crón. 15:21, 23:4), así como también instrumentos de cuerda (por ej., Sal. 4, 6, 54, 55, 61, ver títulos). Esto nos indica que este capítulo fue usado en la adoración del pueblo. La fe en medio de tiempos difíciles que Habacuc expresa en su oración sigue siendo un ejemplo a través de los siglos.
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