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martes, 25 de agosto de 2015

...Vuestro tiempo siempre está a la mano. El mundo no puede aborreceros a vosotros; pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 

IDEAS PARA PREPARAR SERMONES
JUAN 7: 1-10

1 Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea, porque los judíos le buscaban para matarlo. 2 Estaba próxima la fiesta de los Tabernáculos de los judíos. 3 Por tanto, le dijeron sus hermanos: 
—Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4 Porque nadie que procura darse a conocer hace algo en oculto. Puesto que haces estas cosas, manifiéstate al mundo. 
5 Pues ni aun sus hermanos creían en él. 6 Entonces Jesús les dijo: 
—Mi tiempo no ha llegado todavía, pero vuestro tiempo siempre está a la mano. 7 El mundo no puede aborreceros a vosotros; pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas. 8 Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo todavía  a esta fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. 
9 Habiendo  dicho esto, él se quedó en Galilea. 10 Pero cuando sus hermanos habían subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto. 
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Odio o incredulidad
Juan 7:1–10
En las cortes de justicia de algunos países se justifica con más facilidad al ladrón y al criminal que a la propia víctima. Por otro lado, a menudo la gente buena es odiada, mientras que no así los malos. Una de las pruebas contundentes es el odio que tantos sentían por Jesús de Nazaret. Los de afuera lo aborrecían, y su familia era incrédula.

Los acontecimientos aquí relatados tienen lugar cerca de la fiesta de los tabernáculos, que era una celebración de acción de gracias por la misericordia de Dios en la cosecha y la provisión que eso significaba para el año siguiente. La fiesta de los tabernáculos marcaba la exitosa terminación de las labores, y se caracterizaba por ser una celebración gozosa (ver Lv. 23:33–43; Nm. 29; Dt. 16:13–15; Neh. 8:3–18) ya que se conmemoraba, además, la bondad de Dios al pueblo durante los años en el desierto.

A pesar de ser una fiesta de alegría, los judíos seguían anidando odio para con Jesucristo, odio que manifiestan en forma abierta procurando matarlo.


A. Odio de los dirigentes (1–2)

1Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle. 2Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos;

Los dirigentes judíos procuraban matar a Jesús. Se habían puesto en contra de quien nunca hizo pecado ni hubo engaño en su boca (1 P. 2:22), cuyas enseñanzas eran positivas y cuyos milagros, asombrosos. ¿Por qué procuraban matar a un hombre que no se inmiscuía en política, no se entremetía en el gobierno, las finanzas ni en la vida social de la nación sino que simplemente enseñaba verdades espirituales y hacía bien a los pobres y enfermos?

Ese problema no sólo existió durante su vida terrenal. Todavía hay quienes dedican su vida a tratar de rebatir, desmentir y contradecir las palabras de Jesús.

El secreto está en las mismas palabras de Jesucristo: “No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas” (7). Allí está la clave del odio hacia Jesús a través de la historia.

Entrar en conflicto con las verdades de Cristo o señalar con malicia aparentes contradicciones en la Biblia, es resultado de la rebeldía del corazón. Cuando alguien procura contradecir las enseñanzas de la Biblia, sólo está revelando lo íntimo de su corazón, y es como si estuviera diciendo: “Tengo el corazón lleno de odio hacia Cristo porque él señala mis pecados. No puedo tolerar que la Biblia declare que soy un fracasado, que tengo problemas y que necesito el perdón de Dios y la ayuda del Espíritu Santo para vivir una vida pura. No puedo tolerarlo.”

El odio hacia Jesús dio lugar a ataques directos a su persona. Hasta el capítulo 6 todavía lo escuchaban, oían sus enseñanzas, veían sus milagros y se aprovechaban de los beneficios que obtenían. De aquí en más se cierne la tormenta y la cruz va tomando forma en la mente de sus enemigos.


B. Incredulidad de la familia (3–5)

3y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. 5Porque ni aun sus hermanos creían en él.

Aparte del odio de los de afuera, Jesús debía enfrentarse con la incredulidad de su propia familia. Muchas veces los incrédulos tienen demandas arrogantes y desmedidas para con Dios. En el caso de los hermanos de Jesús, le aconsejan que se vaya de Galilea y se dirija a Judea, y señalan la imposibilidad de actuar en secreto para luego esperar reconocimiento público. Además para ellos Galilea no era el lugar para una persona importante, mientras que Jerusalén sí lo era.

Ese consejo provenía de la incredulidad y hasta del desprecio, no de un sincero deseo de agrandar su misión. El corazón humano necesita arrepentirse, convertirse y ser regenerado, por más educado que sea, y a pesar de la buena familia de que provenga. Ni aun los propios hermanos de Jesús creían en él como Mesías (5). Lo trataban como a un simple hombre, como tantos en nuestro día que ven a Jesucristo como profeta—tal vez moralmente superior a Buda o Mahoma, pero no más que un profeta.


C. Odio del mundo (7)

7No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.

No era mera indiferencia sino extrema antipatía. Quienes no creían en Jesucristo (como en el caso de sus hermanos) no experimentaban la antipatía y el odio del mundo pues eran parte de él, y el mundo ama a los suyos (15:19).
Sin embargo, el mundo odiaba al Señor pues él daba testimonio en cuanto a sus malas obras (3:19).


D. Infinita sabiduría de Jesús (6, 8–10)

6Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto … 8Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. 9Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea. 10Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.

Para quienes no sabían qué significaba vivir momento tras momento en la voluntad de Dios, una hora era tan adecuada como otra. Y como el tiempo de ellos no estaba en las manos de Dios sino en las propias, no había diferencia ya sea que fueran a la fiesta o se quedaran. Para quienes el tiempo siempre estaba “presto” (6), cualquier momento era apropiado. Sin embargo, Jesús, quien continuamente estaba en la voluntad del Padre, no actuaría hasta que llegara el momento correcto y esa voluntad se mostrara.

Las palabras del Señor Jesús “Yo no subo todavía a esta fiesta …” y el hecho de que “subió a la fiesta … como en secreto”, señalan que su tiempo (en griego KAIROS) no había llegado. KAIROS significa tiempo, oportunidad, hora. Es imprescindible discernir el tiempo de Dios para ciertas situaciones. Jesús supo que ése no era el momento de salir, que las circunstancias no eran apropiadas y su oportunidad no había llegado. Dios enseña que debemos movernos y actuar con precaución y sabiduría (Pr. 4:5–7).

BOSQUEJO DE JUAN 7:1-10

ODIO O INCREDULIDAD (7:1–10)

  A.      Odio de los dirigentes (1–2)

  B.      Incredulidad de la familia (3–5)

  C.      Odio del mundo (7)

  D.      Infinita sabiduría de Jesús (6, 8–10)

Jesús les dijo a sus discípulos, “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto.” El rápidamente añadió estas palabras solemnes: “y vuestro fruto permanezca.” (Juan 15:16).
Las palabras de Cristo aquí son aplicables a todos sus discípulos, en cada época. Él nos esta diciendo, en esencia, “Asegúrate que tu fruto soportara el Día del Juicio.”
La palabra “fruto” significa haciendo el trabajo y ministerio de Cristo aquí en la tierra. Como creyente, soy escogido y ordenado a ir a todo el mundo y predicar el evangelio de Cristo. Más aun, como un ministro de ese evangelio, soy llamado a hacer y entrenar verdaderos discípulos.
Ahora bien, hay tal cosa como una falsa conversión. Jesús advirtió a los Fariseos, “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.” (Mateo 23:15).
Estas son palabras fuertes, pero vienen del Señor mismo. Y Jesús dirigió esas palabras a judíos celosos y prosélitos. Estos eran estudiosos de la Biblia, hombres quienes conocían las Escrituras.
Puedes pensar, “¿Cómo puede ser que lo que Jesús dijo sea posible? ¿Cómo puede ser que aquellos que buscan convertir hagan que los perdidos pasen a una condición peor?” Jesús contesta esto. Cuándo él gritó, “¡Hipócritas!”; él estaba declarándoles a los Fariseos, “Su fruto es malo.” Y él les advirtió, “por esto recibiréis mayor condenación.” (23:14).
Los Fariseos a los cuales Jesús se dirigió estaban más preocupados con los números en vez de ver una verdadera obra de conversión, tomar lugar en los corazones de la gente. Jesús les dijo, en efecto:
“Ustedes les están cerrando los cielos a sus tales llamados ‘convertidos.’ Y esta sucediendo porque ustedes no tienen palabra de Dios en su propia vida. Ustedes van a tal extremadas labores planeando hacer convertidos. Pero, en realidad, están cerrándoles los cielos a la gente que alcanzan.”


Cristo despreciaba la hipocresía de líderes
eclesiásticos quienes estaban más preocupados
en contar cabezas que en conversiones verdaderas.


Trágicamente, vemos el mismo espíritu dividiendo a muchos en la iglesia hoy. Me pregunto si Jesús diría algo similar a muchos pastores encargados sobre la casa de Dios: “Ustedes recorren mar y tierra por nuevos conceptos, ideas, y programas. Y todo es para que la gente entre a la iglesia. Han sido mordidos por la hipocresía de los números. Ustedes miden el éxito por él numero de cuerpos que llenan sus asientos.”
Puedo decirles que en nuestra iglesia no todo el que se llama cristiano es un verdadero convertido, un creyente salvo. Al mismo tiempo, puedo asegurarles que si tales personas vienen aquí y terminan siendo doblemente un hijo del infierno, no será por lo que escucharon del pulpito. No será a causa de un mensaje evangelio incompleto. No, será porque ellos rechazaron la verdad convencedora del Espíritu Santo.

¿Dónde está el Juan el Bautista de hoy?

Te pregunto: ¿dónde están los pastores quienes no suavizaran su mensaje por los altos y poderosos? ¿Dónde están los predicadores quienes están tan entregados a Cristo, que predican el mismo mensaje a reyes que les predican a los pobres y despreciados?
Tiemblo al pensar que es posible para mí, o cualquier otro predicar del evangelio, cerrar el cielo y hacer que los ‘convertidos’ sean dos veces hijos del infierno. Pero esta sucediendo hoy en día, todo por la necesidad de algunos ministros de ser amados y alabados por los demás. Ellos comprometen la verdad a cambio de ser aceptados por el mundo.
Jesús se dirigió a esto. Él llamó a sus discípulos, y “en la audiencia” de toda la gente, dio una ardiente reprensión a los escribas religiosos:
En resumen, él le estaba diciendo a la gente, “Cuídense de los pastores que les encanta la adulación de los hombres. Tenga cuidado de hombres Bíblicos que buscan el afecto y aplauso de la gente. Sea cuidadoso de lideres de iglesia que quieren la aprobación de la sociedad.”
Una iglesia que es aceptada y aprobada por el mundo es un oxímoro, una contradicción en términos. Es una imposibilidad. Según Jesús, cualquier iglesia que es amada por el mundo es del mundo, y no de Cristo:
“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia.” (Juan 15:19).
Mi vida ha sido grandemente influenciada por los escritos de George Bowen, un misionero Presbiteriano quien trabajó en India desde 1838 hasta 1879. Bowen dejo todo su apoyo misionero para mudarse en un barrio pobre y vivir como los nativos. Él llevó una existencia muy frugal, cerca de la pobreza. Pero a causa de esa elección, el dejo atrás un testimonio del verdadero poder de vivir en Cristo. Este hombre piadoso avisó acerca de un espíritu anticristo que se aproximaba. Él identificó este espíritu anticristo como “el espíritu de la sociedad moderna.” Según Bowen, este espíritu anticristo infiltraría la iglesia Protestante con la mentalidad, métodos y morales de la sociedad.
El espíritu anticristo continuaría su influencia hasta que la sociedad y la iglesia no se pudieran diferenciar. A través del tiempo, el mundo perdería su odio por la iglesia de Cristo y los verdaderos creyentes. Detendría su persecución, y la iglesia seria amada y aceptada por el mundo. Una vez que eso suceda, Bowen escribió, este espíritu anticristo habrá tomado el trono.
Varios meses atrás, mientras se abrían las puertas de Irak a organizaciones cristianas, el New York Times escribió un artículo derogatorio. Eso se puede esperar de la prensa liberal y secular. Ellos pueden aplaudir la distribución de alimentos en Irak, pero ciertamente no la predicación de Cristo.
Mas sin embargo, él articulo citaba a un estudioso evangélico, quien fue responsable de todo el esfuerzo. El lo denuncio completamente, diciendo que la iglesia debe meterse en sus propios asuntos. Este hombre Bíblico estaba avergonzado porque la iglesia estaba evangelizando. ¡Eso es una mentalidad mundana!


Mientras mas nos acercamos a la misión de Cristo—predicando
el evangelio que el ha ordenado—mas seremos odiados
y despreciados por el mundo.


Vamos a encontrar enemigos en todas partes—gente que nos oponen en el trabajo, en nuestro vecindario, hasta en algunas iglesias—porque estamos cumpliendo la misión de Cristo.
Nuevamente, Jesús advierte, “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas.” (Lucas 6:26). Déjame preguntarte: ¿el mundo esta alabándote? ¿Eres el brindis del pueblo? ¿Te dan grandes alabanzas en eventos seculares? ¿Eres políticamente correcto en tus interacciones? ¿Están el alcalde, dignatarios y los famosos cómodos en tu presencia? Entonces escucha las palabras de Jesús para ti: “Hay algo falso en tu testimonio.”
Jesús mismo aclara: Si cualquier iglesia esta moviéndose en el poder del Espíritu Santo y cumpliendo su misión como el mando, esa iglesia será odiada y perseguida por el mundo. Como Pablo, el pastor será considerado la inmundicia de la tierra. Y la iglesia será odiada por políticos y lideres impíos de la sociedad. También será despreciada por homosexuales, pornógrafos, y más aun por líderes religiosos deslizados quienes están espiritualmente muertos.
Sin embargo, Jesús le dice a esa iglesia:
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.” (Mateo 5:10-12).


¿Por qué el mundo odia a la iglesia
verdadera, sus pastores y feligreses?


Un verdadero cristiano es amoroso, pacifico, perdonador y cuidadoso. Aquellos quienes obedecen las palabras de Jesús se sacrifican a sí mismos, son mansos y bondadosos. Ahora bien, la sabiduría común nos dice que no es natural odiar a aquellos que te aman, te bendicen y oran por ti. Más bien, la gente odia a aquellos que los abusan, roban y maldicen. Entonces, ¿por qué los cristianos son tan odiados?
Jesús dice simplemente, “Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. …Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán;” (Juan 15:18, 20). ¿Por qué sucede esto? La iglesia, y cada ministro y creyente en ella, es odiado a causa de su misión. Ves, nuestra misión es mucho más que decirle a la gente perdida, “Jesús te ama.” Es más que tratar de acomodar y apaciguar a la gente.
Puede que te eches atrás sorprendido cuando yo te recuerde cual es nuestra misión. Sencillamente, nuestra misión como cristiano es quitarles a los impíos lo que es más precioso para ellos: justicia propia o fariseísmo. Es trasladarlos a una libertad que ellos piensan que es esclavitud. Es separarlos de pecados que maldicen, una bendición que ellos ven como terminando en aburrimiento y tristeza.
La cosa más preciosa para una persona mundana es su propia justificación. Piénsalo: él ha pasada toda su vida formando una buena opinión de sí mismo. Él ha hecho un ídolo a sus buenas obras. El mismo se alaba que es muy bueno de corazón y bondadoso con los demás. Sencillamente, él ha construido su propia Torre de Babel, un monumento a su bondad. Él esta seguro que es bastante bueno para el cielo, y demasiado bueno para el infierno.
Este hombre impío ha pasado años abatiendo y quemando su conciencia. Él ha aprendido a callar cada voz de convicción que viene a él. Y ahora él disfruta una paz falsa. Él esta tan engañado, ¡qué realmente piensa que Dios lo admira!
Y ahora, justo cuando él ha callado la voz de su conciencia, tú, un cristiano, se acerca. Y la verdad que tu traes habla mas fuerte que su conciencia muerta: “Si no naces de nuevo, no puedes entrar al reino del cielo.”
De repente, tú eres una amenaza en la mente de este hombre. Tú eres la persona que quiere privarlo de su seguridad que todo esta bien con su alma. Todo este tiempo, él pensó que estaba bien. Pero ahora tu le estas diciendo que todas sus buenas obras son como trapos de inmundicia.
Te digo, este hombre no te ve como alguien que trae buenas nuevas. No, a sus ojos tú eres un atormentador, alguien que viene a quitarle su sueño tranquilo en la noche.


Hay millones de esta clase de persona,
y muchos de ellos están llenando los
asientos de la iglesia cada domingo.


Tales personas piensan que están bien con Dios simplemente porque van a la iglesia. Sin embargo, ellos han creado su propio concepto de quien Cristo es. Su cristo es alguien como ellos. Y ese cristo no es formado por al Palabra de Dios, sino por su propia ceguera.
Entonces apareces tú y le dices que sin arrepentimiento y un verdadero cambio de vida, ellos son rebeldes. Tu le dices que su integridad hecha por ellos mismos es una abominación a Dios. Y que en vez de estar en el favor de Dios, estarán bajo la ira de Dios si ellos siguen en su pecado.
Tú has llegado predicando la sangre de Cristo, un nuevo nacimiento, separación del mundo, un caminar de sumisión y obediencia. Mas tú estas diciéndole todo esto a gente que están convencidas que no necesitan nada. Ellos no pueden concebir como tales cambios pueden traer paz y felicidad. Para ellos, suena como un desierto seco y vacío.
Algunos predicadores leyendo esto pueden objetar, “Esa no es mi misión en lo absoluto. Yo nunca los confrontaría así.” Otros pueden decir, “Yo soy llamado para llevar el evangelio de amor y gracia. Por lo tanto, yo predico un mensaje que no es controversial.” Yo no puedo hablar por otros pastores, solo puedo hablar lo que conozco. Y por cincuenta años, he predicado a algunos de los pecadores más endurecidos y malos sobre la tierra: drogadictos, alcohólicos y prostitutas. Sin embargo, te digo, estos pecados son mucho menos resistentes a la verdad del evangelio que muchos de los que sientan en la iglesia y están ciegos a su condición.
Miles de los llamados creyentes a través de América están más endurecidos que cualquiera en la calle. Y ningún evangelio a medias, suave va a derribar los muros de su maldad.
Saulo de Tarso fue un hombre religioso endurecido. Un Fariseo entre los Fariseos, una figura recta en una sociedad altamente religiosa, Saulo lo tenía todo. Entonces, ¿fue Jesús a este hombre tomando una encuesta, preguntándole que le gustaría ver en un servicio en la sinagoga?
¡No! Saulo fue derribado a tierra por una luz cegadora, una explosión de la presencia de Cristo. Fue un encuentro perforador y contencioso que expuso el corazón de Pablo, señalándole su pecado.
Como un ministro del evangelio de Cristo, yo debo hacer lo mismo. Es mi negocio convencer a hombres y mujeres de su pecado. Debo advertirles del peligro que les espera si continúan en su camino. Y ninguna cantidad de adulación, o sutileza, o tratar de caerles bien puede cambiar su condición.
En términos claros, yo soy llamado a dirigir a la gente a que dejen todo para seguir a un Cristo a quienes ellos encuentran inatractivo. Solo el Espíritu Santo en mi puede lograr eso. No confunda lo que estoy diciendo aquí. Yo predico la misericordia, gracia y amor de Cristo a toda la gente. Y lo hago entre lágrimas. Pero lo único que va a perforar los muros erigidos por personas endurecidas es una explosión de la presencia de Jesús. Y eso ha salido de las bocas de pastores y feligreses contritos y en oración.

Jesús dijo, “antes yo os elegí del mundo” (Juan 15:19).

Este versículo pega al mismo corazón del porque somos odiados. Cuando fuimos salvos, “salimos del mundo.” Y aceptamos nuestra misión al insistir que otros “salgan del mundo.”
“Pero porque no sois del mundo… por eso el mundo os odia” (Juan 15:19). Cristo esta diciendo, en esencia, “El mundo los odia porque yo los llame a salir de su condición. Y eso significa que yo los llame de su compañerismo. Mas sin embargo, no tan solo los llame fuera. Yo, entonces, los envié para que llamen fuera a todos los demás.”
El espíritu anticristo protestante obra para obstaculizar esta separación de los cristianos del mundo. Hace ver posible para los creyentes permanecer en el mundo y aun considerarse cristianos.
Puede preguntar, “¿Qué exactamente quiere decir Jesús cuando dice ‘el mundo’?” El no esta hablando de lujurias impías, enloquecimiento por el placer, pornografía o adulterio. No, “el mundo” al cual Cristo se refiere no es alguna lista de practicas malas. Eso es solo parte. Muchos musulmanes han “salido” de todas estas cosas por su propia fuerza de voluntad y temor a la destrucción.
“El mundo” del cual habla Jesús es poca disposición a rendirse a su Señorío. En resumen, mundanalidad es cualquier intento de mezclar a Cristo con la voluntad propia.
Ves, cuando nos rendimos al Señorío de Cristo, nos apegamos a Jesús. Y somos dirigidos por el Espíritu Santo, paso a paso, a un caminar de pureza y rectitud. Comenzamos a agradecer la reprobación santa.


Nadie puede entrar bajo el Señorío
de Cristo hasta que enfrente las
demandas de la Cruz.


Me doy cuenta de esta verdad cada vez que voy a predicar. Mientras miro a la congregación desde el pulpito, esparcidos entre fieles creyentes enfrento a inconversos cada semana quienes han entrado aquí por primera vez. Algunas son exitosas personas de negocios, arduos, que se han hecho a si mismos. Otros vienen de todo caminar de la vida. Sin embargo todos están cargados con pecados secretos. Esta gente esta viviendo como les place, no bajo ninguna autoridad espiritual. Pero están vacíos y desilusionados. Están enfermos de perseguir los placeres que nunca satisfacen.
Yo puedo predicarles todo tipo de sermones acerca de principios y reglas de comportamiento, o como tratar con el estrés, o como tratar con el temor y la culpa. Pero ninguno de este tipo de predica saca a nadie “del mundo.” No cambia el corazón de nadie.
Simplemente tengo que decirle al inconverso que su voluntad propia, su confianza en si mismo y terca lucha por hacerlo todo a su manera lo destruirá. Y al final, le traerá tormento eterno.
Si yo no le doy este mensaje, entonces por siempre le he cerrado los cielos. Y lo he convertido doblemente un miembro del infierno. Su condición será peor que antes de entrar por nuestras puertas.
Tengo que llevar a ese hombre cara a cara con el mensaje de ser crucificado a su independencia. Tengo que mostrarle que él tiene que salir de su mundo engañoso de bondad propia. Tengo que decirle que no hay camino a la paz en esta vida excepto a través del rendimiento total al Rey Jesús. De otra manera, he engañado a este hombre. Y he cometido el horrible pecado del peor tipo de orgullo: lo he contado como un “convertido” para hacerme ver bien. ¡Que nunca sea así! Como ministro del evangelio de Jesucristo, estoy obligado a hablar su verdad a todo aquel que verdaderamente se arrepiente: “Serás odiado y perseguido de ahora en adelante.”


Jesús una vez se volvió hacia algunos
de sus familiares terrenales y les dijo,
“No puede el mundo odiaros a vosotros” (Juan 7:7).


Con estas espantosas palabras, Jesús nos ofrece la prueba de tornasol de una iglesia y discípulo verdadero. Me pregunto de cuantas iglesias y cristianos se pueden decir estas palabras hoy: “el mundo no puede odiarte.”
Cristo esta diciendo, en esencia, “Ustedes han traído tanto del mundo a la iglesia—ustedes han diluido tanto mi evangelio—que el mundo los abraza. Ustedes se han convertido en amigos del mundo.” Santiago nos da esta advertencia en su epístola: “¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios.” (Santiago 4:4).
Por supuesto, Jesús era amigo de los políticos y pecadores. Pero también esta escrito que él estaba “separado de los pecadores.” (Hebreos 7:26). Él ministraba a los pecadores, pero como uno bajo sumisión a su Padre. Como él, nosotros somos llamados a estar en el mundo, pero no parte de él.
“Acordaos de la palabra que yo os he dicho:… Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán;” (Juan 15:20). Tú no tienes que buscar la persecución. No vendrá a causa de tu rendimiento en el trabajo, o tu raza, o tu apariencia. No, vendrá simplemente porque tú haces a Cristo tu Señor.
Dios tenga misericordia de cualquier cristiano a quien el mundo no odia. Y Dios ayude al político quien se planta por Cristo, el mundo lo odiara y dirá que tiene demonio.
Ahora déjame darte una palabra de ánimo. Aunque el mundo odie y persiga a los verdaderos discípulos de Cristo, encontramos un amor creciente y afecto piadoso entre los miembros de su iglesia. Ciertamente, aquello que hace que el mundo nos odie hace que nuestros hermanos y hermanas justos nos abrasen aun más.
En los por venir, el amor en la casa de Dios será más precioso. Seremos odiados por todo el mundo, mofados por los medios, ridiculizados por Hollywood, burlados por nuestros compañeros de trabajo, el hazmerreír por la sociedad. Pero cuando lleguemos a la casa de Dios, estaremos entrando a un lugar de amor increíble, como nos amemos unos a otros como Cristo nos amo. “Bienvenido a casa, hermano; bienvenida a casa, hermana. Este es el lugar donde eres amado.” Seremos edificados de nuevo, para seguir saliendo afuera como el Señor nos manda, con su evangelio verdadero.
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Todos los que le tocaban quedaban sanos... le rogaban que sólo pudiesen tocar el borde de su manto...Recorrieron toda aquella región

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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CONSTRUYAMOS SERMONES
Jesús sana a muchos en Genesaret 
MARCOS 6:53-56
53 Y cuando cruzaron a la otra orilla, llegaron a la tierra de Genesaret y amarraron la barca. 54 Pero cuando ellos salieron de la barca, en seguida le reconocieron. 55 Recorrieron toda aquella región, y comenzaron a traer en camillas a los que estaban enfermos a donde oían que él estaba. 56 Dondequiera que entraba, ya sea en aldeas o ciudades o campos, ponían en las plazas a los que estaban enfermos, y le rogaban que sólo pudiesen tocar el borde de su manto. Y todos los que le tocaban quedaban sanos.

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Jesús sana a muchos enfermos en tierra de Genesaret 6:53–56

Se ha hecho referencia en algunos comentarios de 6:45 que, en vez de arribar a Betsaida de Galilea, fueron desviados por el viento contrario hacia la tierra de Genesaret. Al llegar, en seguida la gente lo reconoció y se extendió la noticia de su presencia. Entonces fueron traídos a él enfermos de todas partes para que los sanase. Todos los que lograron tocarlo, quedaron sanos (6:53–56). No se dice nada aquí de que hubiera enseñado. ¿Será posible que hubiera cambiado la prioridad de Cristo? Lo más probable es que aquí se refleja la prioridad de la gente y no la de él. Las multitudes le seguían por el pan y las señales, pero él siempre daba prioridad a la enseñanza.

¡REFLEXIONEMOS!
 ¿Qué pasó cuando Cristo y los discípulos se apartaron a un lugar desierto para descansar? ¿Qué emoción demostró Jesús al ver a la multitud? ¿Cuál era la actividad que comenzó a desplegar? ¿Qué hizo antes de multiplicar los peces y los panes? ¿Cuántos comieron, y cuántas cestas sobraron? Según el evangelio de Juan, ¿por qué hizo partir de súbito a sus discípulos? ¿Cómo se llama el lugar hacia el cual navegaban? ¿Por qué les costó trabajo llegar? ¿Qué hizo el Señor? ¿A qué punto arribaron? ¿Qué pasó allí? ¿Por qué no enseñó en esa ocasión?

El Evangelio de Juan nos dice que cuando desembarcaron en el área de Genesaret se dirigieron a la cercana Capernaúm, donde al día siguiente Jesús habló sobre el pan de vida (es decir sobre él mismo). Al oírlo, muchos de sus seguidores empezaron a abandonarlo. Parece que estaban dispuestos a seguirlo por el pan terrenal, pero no por el alimento espiritual que les ofreció cuando se presentó a sí mismo como la única vía para llegar al Padre.

Entretanto, los que lo reconocieron cuando bajó de la embarcación en Genesaret fueron de inmediato por toda la región con la noticia de que el Señor estaba en el área. En los siguientes días, las multitudes le dieron la bienvenida cuando pasaba por las aldeas, las ciudades y los campos. En dondequiera que llegaba le llevaban los enfermos para que los sanara. Jesús estaba dispuesto a sanar hasta aquellos que tocaban con fe el borde de su manto (véase Mateo 9:20–22 y Marcos 5:27–34).

Con este relato, el evangelista nos muestra otra vez el poder divino de nuestro Señor, tal como lo vimos en la alimentación de los cinco mil y cuando anduvo sobre las aguas. Aunque Marcos no lo menciona, es indudable que el Salvador usó también esta oportunidad para proclamar el evangelio del reino, o sea la sanidad espiritual que sus oyentes necesitaban aun más que la sanidad física.

Jesús y los discípulos alcanzan la otra orilla, después de una difícil noche en el mar. Marcos afirma que llegaron a Genesaret, una zona geográfica en la parte occidental del mar de Galilea, aunque la orden inicial de Jesús había sido la de dirigirse a Betsaida (v. 45) (ver comentario a 6:45).

Coincidiendo con la situación que da lugar al milagro de la alimentación de los cinco mil, tan pronto como Jesús (y sus discípulos) llegan a puerto, la gente le reconoce (cf. 6:33). La fama de Jesús se hace cada vez mayor, a pesar de que, por momentos él mismo ha intentado mantener la proclamación de sus acciones milagrosas lo más discreto posible. Sin duda, la actitud de incomprensión que incluso sus propios discípulos muestran hacia Jesús y su ministerio hace necesaria una actitud prudente hacia cómo se difunde su fama. Jesús quiere evitar un falso concepto sobre quién es él y la naturaleza de su ministerio.

Marcos recoge el hecho de que recorrían toda la región, sin especificar el sujeto de la acción del verbo, aunque la mención de que traían enfermos a Jesús identifica a la gente de la región como los que se desplazan de diferentes lugares para llegar a Jesús. La imagen es muy impactante y dinámica, puesto que describe a gente que trae en camilla a sus enfermos dondequiera que estuviera Jesús. Surgen, inevitablemente, varios énfasis de este hecho. 

En primer lugar, la gran necesidad de la gente, que está dispuesta a hacer cuanto sea necesario para ayudar a sus enfermos. En segundo lugar, el reconocimiento y convicción del poder de Jesús para sanar, que hace válido el esfuerzo. Jesús es reconocido como alguien que tiene poder para sanar. Ambos aspectos coinciden con la mujer que padecía hemorragias (5:25–34) y que después de todos los intentos por sanar, decide ir a Jesús para que, tocándole, su enfermedad desaparezca. La mujer no ha escatimado esfuerzos y recursos para ser sana, y se dirige finalmente a Jesús, convencida de su poder para curar su dolencia.

Tras describir a la gente desplazándose con sus enfermos allí donde se encuentre Jesús, Marcos mantiene la visión dinámica de este pasaje al describir al Señor en movimiento, yendo de población en población. Dondequiera que entra, la gente saca a sus enfermos a la plaza pública (agorá58) para que se encuentren con Jesús. Destaca el hecho de que ruegan a Jesús que les permita tocar el borde de su manto. La idea detrás de esta petición puede ser fruto de una actitud humilde frente a Jesús, que en la historia previa ha caminado sobre las aguas manifestando así su naturaleza divina. La consideración hacia la figura de Jesús es creciente. 

Si de manera general Marcos ha indicado que en un primer momento los enfermos tocaban a Jesús, “le caían encima” (cf. 3:10), para luego narrarnos cómo la mujer con hemorragias tan solo toca su manto (cf. 5:28), ahora los enfermos piden permiso para tan solo poder tocar el borde su manto (v. 56). El resultado, en cualquier caso, es el mismo. La confianza, la fe depositada en Jesús hace posible el milagro, y todos cuantos tocan a Jesús son sanados.
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lunes, 24 de agosto de 2015

¡Tened ánimo! ¡Yo soy! ¡No temáis!... más bien, sus corazones estaban endurecidos.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Construyamos Sermones expositivos 
Jesús camina sobre el agua 
Marcos 6:45-52
45 En seguida obligó a sus discípulos a subir en la barca para ir delante de él a Betsaida, en la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. 46 Y habiéndose despedido de ellos, se fue al monte a orar. 47 Al caer la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48 Viendo que ellos se fatigaban remando, porque el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia  de la noche, él fue a ellos caminando sobre el mar, y quería pasarlos de largo. 49 Pero cuando ellos vieron que él caminaba sobre el mar, pensaron que era un fantasma y clamaron a gritos; 50 porque todos le vieron y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: "¡Tened ánimo! ¡Yo soy! ¡No temáis!" 
51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento. Ellos estaban sumamente perplejos,  52 pues aún no habían comprendido lo de los panes; más bien, sus corazones estaban endurecidos. 
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Jesús camina sobre el agua
Marcos 6:45–52

Jesús y sus discípulos se separan, momentáneamente. 
Les ha ordenado que crucen una vez más el lago, en esta ocasión en dirección a Betsaida. La expresión con la que Marcos refleja el mandato de Jesús a los discípulos es bastante tajante, pues les obliga a marchar sin dilación. 

No queda claro en el texto si la actitud de Jesús refleja la frustración ante unos discípulos incapaces de entender su ministerio (cf. v. 52) o el hecho de que está preparando la siguiente escena. El caso es que los discípulos se dirigen por orden de Jesús a Betsaida, en la orilla oriental del mar de Galilea, aunque el v. 53 afirma que finalmente desembarcaron en tierra de Genesaret, que se encuentra en su orilla occidental. 

Hay quienes han explicado esta situación afirmando que la tempestad causó que se desviaran en su ruta, pero no aclaran por qué una vez calmada la tormenta no se dirigieron a su destino inicial. Otra interpretación habla de dos Betsaida, cada una en orillas diferentes. La primera sería la situada en la orilla occidental, de la que provendrían Felipe, Andrés y Pedro (cf. Juan 1:44). La segunda sería la ciudad llamada Betsaida Julias, construida por Herodes Filipe, llamada así en honor de la hija del emperador Augusto, y situada en el lado oriental, cuya población era mayoritariamente gentil. Sin embargo, no hay justificación para la existencia de dos entidades llamadas Betsaida fuera del texto bíblico. Entre tanto que los discípulos viajan, Jesús despide a la multitud.

Una segunda mención a Jesús despidiéndose de ellos apunta a que se despide de los discípulos, que ahora ocupan un primer plano en la narración. Jesús aprovecha el momento de tranquilidad para apartarse a orar (cf. 1:35), lo cual acontece en este Evangelio en momentos clave como es el inicio del mismo (1:35) y en Getsemaní, previo a su pasión (14:32). La oración de Jesús es real, muestra de su naturaleza humana y dependencia del Padre. Marcos dice que Jesús fue a orar a un monte (óros3735), lugar tradicional en el judaísmo de revelación y encuentro con Dios (Éxo. 19:3; Deut. 33:2; Hab. 3:3), y que en este Evangelio se relaciona con experiencias destacadas en el ministerio de Jesús, como la elección de los doce (3:13); la transfiguración (9:2); la entrada triunfal en Jerusalén (11:1); la preparación la pasión (13:3) y antes de su arresto (14:26).

Marcos prepara al lector con una breve descripción de la situación en la que la acción va a tener lugar: es de noche, los discípulos están en la barca en medio del mar y Jesús en tierra firme.

Después de haber orado, Jesús aparece mirando a sus discípulos remar en medio de un viento contrario, y percibe que se encuentran en una situación difícil. La mención del mirar (eídon1492) de Jesús evidencia una característica peculiar en él, pues es capaz de reconocer actitudes y situaciones de la gente, más allá de lo que es evidente exteriormente (cf. 2:5; 5:32; 6:34; 10:21; 12:34). En este caso es capaz de ver la difícil situación de los discípulos, a pesar de la noche y la distancia.

La fatiga de los discípulos es grande, pues ya era la cuarta vigilia de la noche, o sea, entre las tres y las seis de la mañana, puesto que los judíos dividían la noche en cuatro vigilias de tres horas cada una. Posiblemente llevan varias horas remando con gran dificultad y cansancio. Desde una perspectiva simbólica, presente en la tradición judía, este momento en el que la noche da paso al día, representando la ayuda de Dios que trae luz donde hay tinieblas.

Sorprende que, en medio de una situación tan dramática como la que viven los discípulos, la acción de Jesús sea expresada como un gesto de indiferencia hacia ellos, de pasar de largo, lo cual es un contrasentido, puesto que lo que motiva a Jesús a ir a ellos es el momento de peligro que están viviendo. El Evangelio de Mateo suprime esta referencia, posiblemente por la confusión que provoca. 

Algunos interpretan la frase como expresión de la precepción subjetiva de los discípulos, que piensan que Jesús pasa de largo. Sin embargo, la comprensión del aparente pasar de largo de Jesús proviene de la tradición veterotestamentaria en la que la gloria de Dios se manifiesta pasando por delante del testigo (cf. Éxo. 33:18–23, 34:6; 1 Rey. 19:11–13). Además, atendiendo a la afirmación de que la fe precede al milagro (cf. 6:4–6), se podría explicar que Jesús pretendiera pasar de largo, esperando la iniciativa de los discípulos solicitando su ayuda. 

Sin embargo, la reacción de los discípulos no refleja fe ni reconocimiento de que es Jesús quien pasa ante ellos. Él se acerca a los discípulos caminando sobre las aguas, acción que algunos han interpretado como que camina por la orilla. El texto deja claro que los discípulos están mar adentro cuando Jesús pasa junto a ellos; además, afirmar que Jesús tan solo camina por la orilla presenta la situación como absurda: ¿qué impide a los discípulos bajarse de la embarcación y llegar a la orilla por su propio pie? El relato es una narración milagrosa, con ecos del AT en el que Dios aparece como el único capaz de caminar sobre las aguas (Job 9:8; Sal. 77:19), lo cual contribuye a la comprensión cristológica que el pasaje pretende y define la acción de Jesús como una teofanía.

La descripción del encuentro entre los discípulos y Jesús es decepcionante. No hay expresión alguna de reconocimiento sobre quién se les acerca ni, por tanto, petición de ayuda o declaración de confianza en él. Confunden a Jesús con un fantasma (fantasma5326), lo cual provoca más desesperación. 

Los discípulos pierden control sobre sí y comienzan a gritar al ver a Jesús, visión muy real pues Marcos afirma que le vieron todos (pás3956). Ante tal muestra de temor, Jesús habla (laléo2980) a los discípulos y entra (anabáino305) en la barca, para que vean que no es un fantasma sino alguien real. Sus palabras pretenden calmarlos e infundirles aliento, además de confirmarles su identidad: ¡Yo soy! (egó eimi). Jesús se presenta a sus discípulos tal como Dios se revela en el AT (Éxo. 3:14; Deut. 32:39), tanto en su ser como en su hacer. Dios se muestra a ellos en Jesús, manifiesta su poder calmando el viento y les ofrece su fraternidad al entrar en la barca con ellos. Además, desde la visión antigua del mar como símbolo de caos y muerte, allí donde los poderes del mal habitan, el hecho de que Jesús calma el viento y, por tanto, calme las aguas es evidencia de su poder sobre la muerte, que se hará evidente en su resurrección.

La expresión que finalmente refleja la respuesta de los discípulos es que continúan perplejos (existemi1839), al igual que aquellos que vieron a Jesús sanar al hombre paralítico que fue bajado por el techo. Sin embargo, estos últimos glorificaron a Dios por cuanto habían visto (2:12), mientras que los discípulos no expresan nada, y es el narrador quien explica que tenían su corazón endurecido (poróo4456), a causa del milagro de la alimentación milagrosa. Marcos no explica por qué el milagro de la alimentación de los cinco mil es especialmente difícil de entender por los discípulos, pero la reacción de estos ante esos dos milagros describe la incredulidad de los discípulos.

La semejanza buscada entre la acción de Jesús pasando de largo frente a los discípulos como representación de la gloria de Dios manifestándose ante ellos fracasa en su propósito. Jesús tiene que pararse a hablar con ellos y subirse a la barca. Ni siquiera el milagro de calmar la tempestad abre los ojos de los discípulos, que no hacen más que mostrar perplejidad. La actitud de asombro sirve el propósito de resaltar la imagen de Jesús y no la fe de los discípulos, bastante mal parados aquí. La identidad de Jesús se hace manifiesta en su autoridad y poder divinos, más allá del reconocimiento que estos reciban de otros. La identidad de Jesús como enviado de Dios se hace cada vez más visible, en la misma medida que aumenta la dificultad de los discípulos para asimilar quién es Jesús, a pesar de que a ellos se les ha dado a conocer los misterios del reino de Dios (cf. 4:11).

El seguimiento de Jesús puede provocar vivencias difíciles y problemáticas, como las que los discípulos afrontaron en medio de la tormenta; pero el hecho de que sea una experiencia causada por obediencia a Jesús también supone la salvación final de Jesús. No obstante, es al Señor a quien esta historia invita a mirar y no a los discípulos, cuya actitud se acerca preocupantemente a la de aquellos que no aceptan ni creen en él.

Bosquejo homilético
Cuando el viento nos es contrario
Marcos 6:45–52
Introducción: 
La vida cristiana no es un lecho de rosas. El cristiano no está exento de sufrir las dificultades propias de esta existencia. Ocurre a menudo en la vida cristiana que en vez de ir todo “viento en popa”, en muchas ocasiones sentimos que el viento nos es contrario. Es precisamente en esos momentos cuando podemos experimentar mejor el amor de Jesús por nosotros.
        I.      Cuando el viento nos es contrario nos cansamos (v. 48).
    1.      Los discípulos se fatigaron queriendo remar.
    2.      Nos fatigamos queriendo solucionar la dificultad con nuestras fuerzas.

        II.      Cuando el viento nos es contrario nos desesperamos (v. 49).
    1.      Los discípulos clamaron a gritos por no reconocer a Jesús.
    2.      Nos llenamos de ansiedad por no reconocer a Jesús.

        III.      Cuando el viento nos es contrario nos atemorizamos (v. 50).
    1.      Los discípulos se turbaron.
    2.      Nos atemorizamos en lugar de confiar.

        IV.      Cuando el viento nos es contrario Jesús nos está mirando: (vv. 46, 48).
    1.      Mientras oraba estaba pendiente de ellos.
    2.      Hoy también intercede por nosotros en la dificultad (ver Rom. 8:34).

        V.      Cuando el viento nos es contrario Jesús viene a nuestro auxilio (vv. 48, 49)
    1.      Su presencia quitó el temor y les dio ánimo.
    2.      Hoy también su presencia nos anima librándonos del temor en la dificultad.

        VI.      Cuando el viento nos es contrario, Jesús manifiesta su poder (v. 50).
    1.      Jesús calmó el viento.
    2.      Hoy también él trae su calma en medio de la dificultad.

        VII.      Cuando Jesús calma la tempestad en nuestra vida le servimos mejor.
    1.      Ya no hay temor
    2.      Ya no hay confusión

Conclusión: 
Los discípulos se quedaron perplejos. El milagro de los panes no había sido suficiente para que pudieran comprender quién era Jesús. Necesitaron que el viento les fuera contrario para vivir una experiencia nueva del amor y poder de su Maestro. 

Es probable que la dificultad que estamos atravesando sea un medio que Dios está utilizando para que renovemos nuestra experiencia con un Jesús que nos ama y tiene poder en medio de nuestros problemas. Él mismo, hoy nos dice: “¡Tened ánimo! ¡Yo soy! ¡No temáis!” (6:50).

El valor de las pruebas
“La mayoría de las grandes verdades de Dios tienen que ser aprendidas por medio de la prueba; deben ser marcadas a fuego en nosotros por el acero al rojo de las dificultades, de otra forma no las recibiríamos verdaderamente”. C. Spurgeon
“Los golpes de la adversidad son muy amargos pero nunca son estériles”. E. Renán
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Jesús...vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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La multitud y la compasión del Señor
Marcos—6:30–44
30Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. 31El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. 32Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. 33Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él. 34Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. 36Despídelos para que vayan a los pampos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer. 37Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer? 38El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces. 39Y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. 40Y se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. 41Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos. 42Y comieron todos, y se saciaron. 43Y recogieron de los pedazos doce cestas llenas, y de lo que sobró de los peces. 44Y los que comieron eran cinco mil hombres.

a. El reposo sugerido (vv. 30–33)
(i) El informe realizado (v. 30). Por primera y única vez Marcos los llama apóstoles. Los “discípulos” o “alumnos” se habían convertido en “apóstoles” o “enviados”. Ya habían pasado más de un año en la mejor escuela bíblica jamás creada, nada menos que con el mismo Hijo de Dios como instructor.
Notamos que dieron su informe al Señor y le contaron “todo lo que habían hecho … y enseñado”. Suponemos que esto habría incluido tanto los fracasos como los éxitos. Solemos pensar únicamente en estos últimos, cuando podemos y debemos aprender valiosas lecciones de los primeros. Lo que más satisfacción produjo al Señor no fue tanto el éxito de la misión sino que ellos habían cumplido fielmente con lo que él les había mandado. Cristo siempre recompensa la fidelidad (ver 1 Co. 4:1, 2).
(ii) La intención que tuvo (v. 31). Notemos la ternura de su invitación: “Venid vosotros aparte … y descansad un poco.” Quería que estuvieran a solas con él, en la quietud del desierto. Pensando ahora en los obreros que dedican gran parte de su tiempo a la obra del Señor y el ministerio, es importante señalar que ese trabajo produce gran fatiga y desgaste. Si bien nuestras almas han sido redimidas, no así nuestros cuerpos, que sólo pueden soportar cierta medida de esfuerzo y labor. Por eso actuamos con sabiduría cuando apartamos un poco de tiempo para la restauración de nervios exhaustos y recuperación de cuerpos desfallecidos. Necesitamos renovar nuestras fuerzas físicas y mentales, a solas y en comunión con el Señor.
Desde el comienzo de su ministerio (Mr. 1:35) Jesucristo puso énfasis en la necesidad de apartar tiempo para tener comunión espiritual con su Padre.
(iii) La interrupción aparentemente inconveniente (vv. 32, 33). Así podría haber considerado la presencia de aquella multitud que había frustrado la intención de un retiro reposado. Sin embargo, él no los consideró interrupción ni estorbo, sino que los miró con compasión. No se sintió irritado ni impaciente, sino que tomó en cuenta su condición y su necesidad espiritual. ¡Cómo necesitamos aprender de él en cuanto a este espíritu que nos debe mover y conmover!
b. Los recursos suficientes (vv. 34–44). Este milagro es el único que se menciona en los cuatro evangelios1 y marcó el comienzo del tercer
(i) La compasión evidente (v. 34). Jesús no despachó a la multitud sino que tuvo compasión de ella. Los consideraba como “ovejas sin pastor”, perdidos y sin ayuda, guía ni protección.
“Comenzó a enseñarles muchas cosas”. Martín Lutero lo traduce “Les predicó un largo sermón”, y en verdad lo fue porque duró hasta el atardecer. Evidentemente, consideró más importante su necesidad espiritual que la física. Luego, también tomó en cuenta lo que les hacía falta en el terreno físico—en este caso, alimento adecuado.
La compasión del Señor se extiende a todas nuestras necesidades y actúa proveyendo de distintas maneras.
(ii) La comida necesaria (vv. 35–38). En estos versículos apreciamos:
* La despedida propuesta por los discípulos (35, 36). Esto les parecía lo más razonable en vista de las circunstancias. Siempre hay una alternativa ‘razonable’ a la fe. Después de todo, era tarde y no había dónde conseguir comida en el desierto, y menos para tantas personas. Por eso, lo más ‘lógico’ parecía ser enviarlos de vuelta a sus casas.
¡Cuán culpables hemos sido en nuestra actitud hacia la condición espiritual de los perdidos! ¡Con cuánta frecuencia hemos despachado vacías e insatisfechas las almas que padecen hambre espiritual! Han venido buscando ayuda y consejo y no se lo hemos dado, y se han alejado desilusionadas. En vez de recibir “palabras de vida”, sólo les hemos dado conversación hueca.

* La disposición del Señor (37, 38). “Dadles vosotros de comer”.
No contaban con mucho alimento, sólo cinco panes de centeno y dos peces, por lo tanto la orden de Jesús de alimentar a la multitud parecía incongruente con una situación que no podía ser solucionada desde el punto de vista humano.

Por otro lado, sin duda el Señor también estaba enseñando una lección espiritual sobre el pan de vida que será dado en abundancia a los que tienen fe. Esto es lo que involucra la evangelización: dar a las multitudes el Pan de Vida (ver Mt. 28:19). Esa sigue siendo nuestra responsabilidad como pastores de la grey: apacentar, dar de comer, alimentar a las almas que están tan necesitadas del pan celestial y del espiritual (ver Jn. 21:15–17).
De acuerdo a los cálculos de los discípulos, hacían falta doscientos denarios para comprar comida para semejante multitud. Esto equivalía al sueldo de más de ocho meses de labor, algo totalmente fuera de sus posibilidades.
(iii) El control absoluto (vv. 39–44.) de la situación.
* El arreglo ordenado (39, 40) y sistemático. Dios siempre se caracteriza por el orden y no por la confusión (1 Co. 14:40). Así facilitaría la distribución posterior del alimento. Exigió fe por parte de los discípulos hacer que la multitud se sentara en grupos cuando todavía no había alimento para ellos.

En la mención de la “hierba verde” otra vez vemos el relato de un observador directo, probablemente Pedros, y parece señalar que la época del año era primavera ya que con la llegada del verano se secaría.

* La acción de gracias (41a): “Levantando los ojos al cielo”—el origen de toda bendición—“bendijo”. La acción de gracias revela nuestra confesión de incapacidad y dependencia en la mano omnipotente de nuestro Padre celestial.
El Señor multiplicó aquello que primero le habían traído. Cuando le damos a él lo que tenemos, él puede multiplicarlo en gran bendición hasta para las multitudes. Pero sin su bendición, aquellos panes y peces jamás hubieran alcanzado para alimentar a toda esa muchedumbre. Lo poco se convierte en mucho cuando Dios añade su bendición.

* La ayuda de los discípulos (v. 41b). Jesús no distribuyó la comida sino que la dio a sus discípulos para que ellos lo hicieran. Necesitó de su colaboración. El placer del Señor sigue siendo alimentar espiritualmente al mundo a través de los suyos.

* La abundancia de la provisión (42–44). Hubo más que suficiente para todos. Así se cumplía lo anticipado en Sal. 132:15, y se puso “mesa en el desierto” (Sal. 78:19) como en el pasado.

Lo que sobró (doce cestos) fue mucho más de lo que había al comienzo, como testimonio palpable de la generosidad divina. Sin embargo, nada fue desperdiciado. Sucede que el desperdicio no existe en la economía de Dios, y el derroche innecesario no es tolerado por el Señor (Pr. 18:9). Por eso como discípulos del Maestro aprendamos a ser buenos mayordomos y administradores de la abundancia de Dios (Lc. 16:1, 2).
1 Por otro lado, la resurrección también está registrada en los cuatro evangelios.
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