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viernes, 8 de mayo de 2015

La casa y las riquezas son herencia de los padres; Mas de Jehová la mujer prudente.(Prov)

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¿Cuál es el papel de una madre cristiana?


cual es el papel de una madre cristiana

¿Cuál es el papel de una madre cristiana?
Usualmente se escucha a las madres decirles a los hijos: “¡¡Es la única vez que te lo digo!!” Dios nos enseña:
“Y estas palabras que yo te mando hoy,…se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” Deuteronomio 6:7.
Qué dice la Biblia acerca de ser una madre cristiana y sus responsabilidades?
Ser madre, es un papel muy importante que el Señor elige otorgar a muchas mujeres. Se dice que las madres deben amar a sus hijos. En Tito 2:4-5 leemos: “… que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” En Isaías 49:15a la Biblia dice, “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre?”
¿Cuándo comienza la maternidad?
Los hijos son un regalo del Señor (Salmo 127:3-5). En Tito 2:4, aparece la palabra griega “phileoteknos”. Esta palabra representa una clase especial de amor: “amor materno.” La idea que se desprende de esta palabra es la de “preferir” a nuestros hijos, “cuidar” de ellos, “alimentarlos”, “abrazarlos con amor”, “cubrir sus necesidades”, “entablar una tierna relación” con cada uno como si fuera el único salido de la mano de Dios. Se nos manda en la Escritura ver el “amor materno” como nuestra responsabilidad. En la Palabra de Dios se les ordena tanto a las
madres como a los padres, llevar a cabo varias cosas en las vidas de sus hijos:

*Estando disponibles – mañana, tarde y noche (Deuteronomio 6:6-7).

Involucrándose – interactuando, acordando, pensando y procesando la vida juntos (Efesios 6:4).

Enseñándoles – con las Escrituras, el punto de vista bíblico del mundo (Salmo 78:5-6, Deuteronomio 4:10; Efesios 6:4).

Entrenándoles – ayudando al niño a desarrollar sus habilidades y descubrir su potencial (Proverbios 22:6).

Disciplinándoles – Enseñándoles en el temor de Dios, señalándoles sus límites en forma consistente, amorosa y firme (Efesios 6:4; Hebreos 12:5-11; Proverbios 13:24, 19:18, 22:15, 23:13-14, 29:15-17).

Nutriéndoles – Proveyendo un ambiente de constante soporte verbal, libertad de fallar, aceptación, afecto y amor incondicional (Tito 2:4; 2 Timoteo 1:7; Efesios 4:29-32, 5:1-2; Gálatas 5:22; 1 Pedro 3:8-9).

Moldeándolos con integridad – Viviendo lo que enseñes, siendo un modelo mediante el cual un niño pueda aprender, “captando” la esencia de una vida piadosa (Deuteronomio 4:9, 15, 23; Proverbios 10:9, 11:3; Salmo 37:18, 37).

La Biblia nunca ordena que todas las mujeres deban ser madres. Sin embargo, dice que aquellas que son bendecidas siendo madres deben tomar seriamente esa responsabilidad. Las madres deben tener un papel único y de importancia crucial en las vidas de sus hijos. La maternidad no es un trabajo o tarea desagradable. Al igual que una madre lleva a su bebé durante el embarazo, y alimenta y cuida del niño durante su infancia, así también las madres juegan un constante papel en las vidas de sus niños, adolescentes y jóvenes adultos, y aún cuando llegan a la edad madura. Mientras que el papel de la maternidad debe cambiar y desarrollarse – el amor, el cuidado, la educación y el ánimo que da una madre, nunca deben terminar.

Lo opuesto: una mujer que no cuida de su casa, y sus consecuencias: ¿Padres insensatos?

Proverbios 19 habla acerca de los pros y contras de lo que una madre hace a favor, o en contra, de los hijos.

1 Mejor es el pobre que camina en integridad, Que el de perversos labios y fatuo.
2 El alma sin ciencia no es buena, Y aquel que se apresura con los pies, peca.
3 La insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra Jehová se irrita su corazón.
4 Las riquezas traen muchos amigos; Mas el pobre es apartado de su amigo.
5 El testigo falso no quedará sin castigo, Y el que habla mentiras no escapará.
6 Muchos buscan el favor del generoso, Y cada uno es amigo del hombre que da.
7 Todos los hermanos del pobre le aborrecen !Cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la palabra, y no la hallará.
8 El que posee entendimiento ama su alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien.
9 El testigo falso no quedará sin castigo, Y el que habla mentiras perecerá.
10 No conviene al necio el deleite; ¡Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!
11 La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.
12 Como rugido de cachorro de león es la ira del rey, Y su favor como el rocío sobre la hierba.
13 Dolor es para su padre el hijo necio, Y gotera continúa las contiendas de la mujer.
14 La casa y las riquezas son herencia de los padres; Mas de Jehová la mujer prudente.
15 La pereza hace caer en profundo sueño, Y el alma negligente padecerá hambre.
16 El que guarda el mandamiento guarda su alma; Mas el que menosprecia sus caminos morirá.
17 A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.
18 Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo.
19 El de grande ira llevará la pena; Y si usa de violencias, añadirá nuevos males.
20 Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu vejez.
21 Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá.
22 Contentamiento es a los hombres hacer misericordia; Pero mejor es el pobre que el mentiroso.
23 El temor de Jehová es para vida, Y con él vivirá lleno de reposo el hombre; No será visitado de mal.
24 El perezoso mete su mano en el plato, Y ni aun a su boca la llevará.
25 Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; Y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.
26 El que roba a su padre y ahuyenta a su madre, Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio.
27 Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas Que te hacen divagar de las razones de sabiduría.
28 El testigo perverso se burlará del juicio, Y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad.
29 Preparados están juicios para los escarnecedores, Y azotes para las espaldas de los necios.

Vemos ejemplos del hombre que busca riquezas, del que habla mentiras; del ocioso que vive en necedad; habla del iracundo, del haragán, etc. En el v. 16 dice que los que son diligentes en guardar el mandamiento en todo, haciendo de él la norma de su conducta, guardan su alma, es decir, preservan su vida.

Si guardamos la palabra de Dios, la palabra de Dios nos guardará. En cambio, el que no pone diligencia en ir por el camino recto, sino que menosprecia los caminos por los que debería andar, morirá prematuramente. Imaginemos el ser parte de esto llevando a nuestros hijos hacia el mal.

V. 18: Tan pronto como aparece un principio de corrupción en los hijos, hay que aplicar el correctivo antes de que se convierta en hábito. Si la corrección se aplica de la mejor manera, sin ira y con la sabiduría que Dios da, todo irá marchando bien. Si el hijo no entiende con el consejo, aplíquese la disciplina con la vara pero sin excederse, enfatizando a su hijo que Dios manda a los padres enseñar la obediencia, y si no la hay, entonces hay que corregir por amor. Los niños deben entender que así como Dios nos ama y nos disciplina si no entendemos, así debe hacerlo un padre con sus hijos. La segunda parte del versículo significa: “no le causes la muerte por tu negligencia en corregirle”. Muchos padres piensan lo contrario y por ende, no les corrigen a tiempo.

Así es que podemos notar las consecuencias que podemos acarrear al ser madres o padres irresponsables.

La Biblia habla repetidamente acerca de la instrucción del padre y la madre. Si no lo hacemos, acarrearemos, tanto para nosotros como para ellos, muchas consecuencias.

Como hijos de Dios tenemos una gran responsabilidad al ser padres; necesitamos conducirlos por un buen camino siendo un ejemplo vivo de piedad dentro del hogar.

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miércoles, 6 de mayo de 2015

Teatro para el Día de La Madre: Libretos para el Día de La madre ... Un Tesoro incomparable

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El rey busca un tesoro

15 Minutos y 9 Personajes. Un rey va en busca de un tesoro. En su camino pregunta a diversos personajes y un niño le muestra cuál es el mejor tesoro: su madre.


EL REY BUSCA UN TESORO


PERSONAJES

FEISEL
SÉQUITO DEL REY
ABDUL
SARA
RAMA
ABDIEL
DAHANA
ALOHA
NARRADOR


NARRADOR. Hoy nos trasladaremos por unos minutos al reinado de Feisel, en un país oriental muy distante. ¿Qué sucede en el palacio? Todo es excitación y se oyen comentarios por todas partes. El Rey está vestido con su traje de gala y sale con su corte de honor. Está buscando algo, parece muy preocupado y toda la corte está en acción. ¿Qué buscará el rey con tanto empeño? Veamos lo que está sucediendo en ese reinado imaginario.


ESCENA 1

(Aparece el rey hablando con los hombres que componen su séquito.)

REY. Os ruego que me ayudéis a encontrar el tesoro que vi anoche en un sueño. Una voz me dijo que es el tesoro más valioso que jamás se haya visto en esta tierra. Yo quiero encontrarlo, por eso os he llamado. Saldremos en busca de él y no regresaremos al palacio hasta que lo tenga en mis manos. Salgamos presto. (el séquito se inclina ante el rey en señal de aprobación y salen juntos con el rey.)

ALOHA. (Hablando sola.) El Señor tenga piedad de mi hijo y prospere su camino. Tal vez no encuentre nunca lo que busca. Es muy difícil… (con gran preocupación.) Le oí decir que no regresaría hasta tener en sus manos el tesoro que vio en su sueño… ¡Oh, qué terrible sería si no lo encontrara! Tal vez nunca más lo volvería a ver. ¡No, no puede ser! Tal vez despierte a la realidad y se dé cuenta de que los sueños no son más que suelos… Ten piedad de mi hijo, Señor, te lo ruego. (Se retira.)

ESCENA II

(Aparece el rey con su séquito de nuevo, anda en busca del tesoro y está hablando con un señor de alto rango.)

ABDUL. Su majestad, os ruego que se me diga en qué puedo serviros, vuestro siervo se sentirá complacido de ser vuestro esclavo.

REY. Tan sólo una merced reclamo de tu mano, noble Abdul.

ABDUL. Soy todo vuestro. Decime vuestro encargo y trataré de complacer a mi señor el rey.

REY. Anoche tuve un sueño. Me ofrecieron un gran tesoro de inapreciable valor. He salido a buscarlo por campos y ciudades, pero nadie me sabe dar razón de él, y no regresaré al palacio hasta que lo haya encontrado.

ABDUL. Difícil empresa la de mi señor el rey. No es fácil hallar un tesoro donde abunda la pobreza. Si en realidad existiera alguno, habrían tantos ojos sobre él que jamás mi señor el rey lo vería.

REY. ¿Tratas de desanimarme, Abdul? Veo que eres un hombre pesimista. Pero yo no dejaré de buscar ese tesoro, seguiremos adelante.

ABDUL. Que el éxito corone vuestra empresa, su majestad. Vuestro siervo se retira, tengo otras cosas que debo atender. (Se va.)

REY. Aquí estaremos algún tiempo hasta que preguntemos a los que transitan por este lugar. Tal vez tengamos suerte.

SÉQUITO. Mande y ordene, vuestra majestad. Cumpliremos vuestras órdenes. (Una mujer que va pasando se detiene al ver al rey. Con respeto se inclina y lo saluda.)

SARA. Salve, su majestad. Bendita la tierra que besa vuestros pies.

REY. Bendito seré cuando encuentre lo que con tanto afán busco por campos y ciudades.

SARA. Si está en las manos de vuestra humilde sierva el dar reposo a mi señor el rey de vuestra fatiga, me llamaré dichosa.

REY. Busco un tesoro de gran precio que anoche me fue mostrado en sueño y no lo encuentro. No volveré al palacio hasta que mi deseo sea cumplido.

SARA. ¡Miserable de mí! Jamás los ojos de vuestra sierva han visto siquiera una piedra de las que usan las doncellas en el palacio del rey.

REY. Vete en paz, hija mía, tal vez un día tengas en tu mano una joya de valor.

SARA. El cielo escuche vuestra voz. Vaya con Dios mi señor el rey. (Sigue su camino.)

(Pasa un campesino y saluda también al rey.)

RAMA. ¡Salve, mi señor el rey!

REY. Dios bendiga tus faenas, labrador.

RAMA. Para serviros, su majestad, vivo en vuestro reinado.

REY. Tan solo un favor demando de tu mano, labrador.

RAMA. (Se inclina.) Ordene, su majestad.

REY. Busco un tesoro, el más preciado que ojos humanos hayan visto. Anoche lo vi en un sueño, pero nadie me da razón de haberlo visto… de haberlo encontrado. Tal vez tú, labrando la tierra has descubierto lo que otros no han podido encontrar.

RAMA. El cielo corone de favores y de tesoros a mi señor el rey. Este humilde labrador no ha visto otra cosa en toda su vida que el rico tesoro que Dios da a todos en la espiga del trigo, en la mies ya madura que sacia el hambre de un pueblo, que alimenta al humilde labriego y que corona la mesa del rey.

REY. Dios bendiga tus manos, labrador.

RAMA. Vaya con Dios el rey. (Se retira y sigue su camino.)

NARRADOR. Durante varios días el rey ha buscado el tesoro y a todos, ricos y pobres, grandes y pequeños, mujeres y hombres, ha preguntado si lo han visto, pero parece que su sueño jamás se convertirá en realidad. El séquito que lo acompaña se ve cansado y algunos piensan que el rey está perdiendo la razón. Pero éste no se cansa de preguntar y está decidido a no regresar al palacio hasta que haya encontrado el tesoro de su sueño.

REY. Si alguno de los que forman este séquito está cansado y quiere volverse, pensando que mi labor es un fracaso, puede retirar. Yo no regresaré hasta que haya logrado mi objetivo.

SÉQUITO. ¡Viva el rey! No nos apartaremos de su majestad.

(Viene un muchacho cantando alegremente, con sus libros de la escuela.)

ABDIEL. ¡Que tenga muy buenos días, su majestad el rey!

REY. Así lo pases tú, hijo mío. ¿A dónde vas tan alegre?

ABDIEL. A la escuela, su majestad, pero si en algo puedo seros útil, estoy listo a serviros.

REY. Lo que busco es difícil para ti, hijo mío. Mujeres y hombres que han pasado por este lugar no han podido darme lo que por días he tratado de encontrar.

ABDIEL. A veces un muchacho puede lograr lo que hombre y mujeres no son capaces de alcanzar. Si vuestra majestad me favorece al decirme lo que busca, tal vez puedo ayudaros a encontrarlo.

REY. Busco un tesoro, un tesoro de gran valor. Lo vi en un sueño, pero nadie ha podido darme razón acerca de él.

ABDIEL. Para deciros dónde está el tesoro que con empeño buscáis, tenéis que hacerme una promesa.

REY. Si estás seguro de que puedes decirme dónde está, dime cuál es tu petición y te será concedida.

ABDIEL. Estoy más que seguro, su majestad. Pero quiero pediros que nunca me separéis de él. Es todo lo que poseo en esta vida.

REY. Tu petición te será concedida. Anda, ve rápido y trae ese tesoro. Tengo mucha prisa.

ABDIEL. En unos minutos regresaré, su majestad. (Sale de prisa.)

REY. Ojalá que este plebeyo no se aparezca con una sucia moneda, pensando que tiene un gran tesoro…

SÉQUITO. Tenga fe, su majestad el rey. Tal vez pueda ver su sueño convertido en realidad.

REY. El cielo me depare su ventura.

SÉQUITO. Salud para su majestad el rey.

REY. Salud para mi reino, mi corte, mis súbditos y mis vasallos.

SÉQUITO. Allá viene el muchacho, su majestad, pero no viene sólo.

REY. Mi curiosidad es grande…

ABDIEL. (Llega sonriente, lo acompaña Dahana, los dos se inclinan y saludan al rey.) Su majestad, aquí traigo el tesoro de vuestro sueño. No hay en el mundo tesoro de mayor valor. Ni piedras preciosas, ni oro, ni plata, ni las más relucientes perlas del mar pueden igualarse al tesoro que hoy os presento. Este tesoro es mi madre. Cuando estoy enfermo es mi enfermera que me ciudad y me cura. Cuando estoy triste me consuela, si estoy alegre ríe y se goza junto a mí, si me va mal en mis estudios es mi maestra que me ayuda a comprender las lecciones difíciles. Ella, su majestad, es todo para mí. ¿Puede haber un tesoro mayor en el mundo?

REY. Por cierto que no. Hijo mío, eres más sabio que todos los sabios de mi reino. Quien tiene una madre tiene todos los tesoros del mundo. Yo también tengo un tesoro, lo tenía cerca de mí salí a buscarlo lejos. Tal vez en esta hora esté triste pensando en su hijo ausente y rogando al cielo por su salud. Iré a su lado sin más demora. Gracias por haberme enseñado esta preciosa lección.

ABDIEL. Vaya en paz, su majestad el rey. El cielo bendiga a vuestra querida madre y a todas las madres del mundo… ¡Y bendiga a mi madre también!

REY. ¡Vivan todas las madres del mundo! Con razón el sabio Salomón dijo: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. (Prov. 31:10)

DAHANA. Gracias por desearnos la bendición de Dios. Yo pido al cielo que bendiga a nuestros hijos que son el tesoro que Dios nos ha dado. Que vaya en paz, su majestad el rey.

REY. Al cielo encomiendo mi reino y a todas las madres buenas del mundo. (Se retiran todos.)

CONCLUSIÓN. En la Santa Biblia podemos encontrar muchas historias de mujeres que supieron ser madres y que son una inspiración para todos, pero tenemos el ejemplo de una madre que fue la madre por excelencia, porque albergó en su seno al hijo de Dios. Su historia quedó registrada en las páginas sagradas para ayudarnos a comprender que la obra de una madre piadosa es la más importante en esta tierra. Cristo es el ejemplo del hijo perfecto, que siendo hombre no cometió pecado. Su vida debe ser un estímulo para cada hijo de Dios que trata de alcanzar la perfección por los méritos divinos de Aquel que dio su vida para darnos la redención. Que Dios bendiga a cada madre presente y con ellas a sus hijos, para que todos podamos alcanzar la perfección en Cristo Jesús. Recordemos que todo aquel que tiene una madre tiene un tesoro y que debemos honrar y respetar a nuestras madres en el temor de Dios.
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Los obsequios para mamá se confunden como manifestación de amor: Para el Día de la Madre

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Amor y obsequios

10 Minutos y 6 Personajes. La madre de la familia Rabito piensa que sus hijos se han olvidado del día de la madre... El mejor regalo que podemos dar a nuestras madres no es el que podemos comprar en un negocio, sino el que le entregamos desde lo más profundo de nuestro corazón.


AMOR Y OBSEQUIOS




Introducción:
Una vez más ha llegado el día de la madre. Una vez más los negociantes esperan ver vacíos los escaparates de sus locales como consecuencia de las buenas ventas realizadas. Una vez más la publicidad nos hace creer que para ser buenos hijos tenemos que comprarle a nuestra madre el más caro electrodoméstico, o el más costoso objeto. No creemos que esté mal demostrar así nuestro cariño, pero sí que no debemos dejar de demostrar cuánto amamos a nuestra madre mediante otras cosas, que nacen de un corazón amante y agradecido.


PERSONAJES

DON PEDRO - el relator.
DON FRANCISCO RABITO - el padre
DOÑA EMILIA RABITO - la madre
ANTEOJOS - hijo
SALTARÍN - hijo
OREJAS – hijo


ESCENOGRAFÍA. Las escenas se desarrollan en una habitación decorada con muebles adaptados para el uso de los niños. Como telón de fondo se puede colocar un teatro de títeres, que a la vez provee de una ventana que se va a utilizar durante el transcurso de la obra. En caso de carecer de muebles pequeños, se pueden utilizar cubos o prismas hechos con madera de cajón y pintados de colores adecuados.


VESTUARIO. Para caracterizar a los niños se pueden usar gorros fabricados en cartulina blanca y decorados con algodón, guantes del mismo color y una cola de algodón con base de cartulina. Se puede completar con unas calzas o pantalones en colores adecuados. Además, si es factible, cada uno de los conejitos llevará algún detalle relacionado con su nombre. Por ejemplo, Anteojos podrá usar un par de anteojos grandes.


ACTO 1

(Aparece don Pedro caminando con paso apurado por uno de los costados del escenario. Mira su reloj con impaciencia, se detiene ante el público y luego de aclarase la voz, comienza a hablar.)

DON PEDRO ¡Buenos días!, o ¡buenas tardes! En realidad ya ni sé lo que digo. Yo soy don Pedro. Disculpen por la demora. Estuve entreteniendo a unos niños y me había olvidado de ustedes. Hoy vamos a ver la historia de la familia Rabito. Esta es la casa de los conejos del cuento que disfrutaremos juntos. Hoy es el día de la madre. Los tres hijos se han levantado temprano y ya van a venir a desayunar. Pero, mejor me escondo porque allí llegan los personajes.

(Sale por el mismo lado por el que entró. En ese momento, por el costado opuesto aparece doña Emilia trayendo una bandeja con el desayuno. La coloca sobre la mesa, distribuye las tazas y luego con voz fuerte y clara llama a sus hijos.)

DOÑA EMILIA. ¡Orejas! ¡Anteojos! ¡Saltarín! ¡El desayuno está servido! ¡Vengan pronto que se va a enfriar!

(Los tres conejitos entran corriendo por la misma puerta que la madre y le dan un beso.)

TODOS. ¡Buenos días, mamá!

DOÑA EMILIA. ¡Buenos días, hijos!

(Se ubican en las sillas correspondientes y mamá coneja comienza a servir el café con leche en las tacitas.)

DOÑA EMILIA. ¿Cómo han dormido, mis niños?

ANTEOJOS. ¡Muy bien, mamá! Yo tenía tanto sueño que casi no podía abrir los ojos.

OREJAS. Yo tuve un sueño muy lindo. ¿Quieres que te lo cuente?

SALTARÍN. ¡Ah... no! Yo tengo mucho apetito y sería mejor que diéramos gracias a Dios por los alimentos y luego tomáramos el desayuno, ¿no les parece?

OREJAS. Entonces yo voy a orar. "Señor Jesús: te damos gracias por este día y por estos alimentos, amén".

(La mamá se retira y los conejitos comienzan a tomar el desayuno mientras entablan una conversación interesante.)

ANTEOJOS. Yo estaba pensando en que hoy es el día de la madre y nosotros no preparamos nada especial para regalarle a mamá.

SALTARÍN. Las mamás no quieren regalos, Anteojos.

OREJAS. No quieren regalos que nos cuesten dinero, pero les agradan aquellas cosas que conseguimos con nuestro esfuerzo.

ANTEOJOS. ¡Claro! Por ejemplo: una buena calificación en la escuela, algún trabajo manual, una buena contestación, un beso...


SALTARÍN. ¡Eso sí! Y como buenos hijos, siempre tenemos que darle regalos a mamá.

OREJAS. Sí, y especialmente en un día como hoy.

ANTEOJOS. ¡Tengo una idea! ¡Vengan! (Los tres unen sus cabezas comentando algo que el público no llega a oír. Luego terminan de desayunar apurados.)

SALTARÍN. ¡No tenemos tiempo que perder!

(Se disponen a salir de la casa.)

ANTEOJOS. ¡Mamá! Vamos a salir a dar nuestro paseo acostumbrado. Volveremos a la hora de almorzar.

DOÑA EMILIA. (Desde fuera del escenario.) Bueno, hijitos. ¡Vuelvan temprano!

(Salen los tres caminando y cantando alguna canción. Entra la mamá y levanta la mesa. Suspira y se ve triste. Sale don Pedro).

DON PEDRO No se extrañen los niños presentes, que los conejitos vayan a pasear con tanta libertad y sin la compañía de sus padres. Lo que pasa es que en el bosque, donde ellos viven, no hay tantos peligros como en las ciudades. Además, los animales desde muy pequeños aprenden a andar solos. ¡Así son ellos! Se comportan de forma un poco diferente que los niños, quienes deben permanecer más cerca de papá y mamá. Bueno, pero no tengo que hablar tanto. Vuelvo a mi escondite.

(Mientras tanto se escucha una suave música de fondo.)



ACTO II

(Entra don Francisco con herramientas en sus manos que inmediatamente deja dentro de un cajón o caja colocada a un costado del escenario.)

DON FRANCISCO. ¡Qué rápido pasa la mañana! Ya es mediodía. ¡Qué cansado estoy! Así es la vida de los animales en el bosque. ¡Trabajar, trabajar y trabajar! Bueno... voy a saludar a Emilia porque hoy es el día de 1a madre, y tanto mis hijos como yo debemos agasajar. ¡Emilia! ¡Ya llegué!

DOÑA EMILIA. (Entra con paso suave.) Buenos días Francisco. ¡Qué alegría tenerte en casa! (Le da un beso.)

DON FRANCISCO. Hoy había un clima de alegría entre los animales del bosque. Todos los padres estaban trabajando en la construcción de la cabaña para esa ardilla anciana que no tiene familia. Nosotros, los animales, no somos como los humanos que tienen un templo adónde ir. Pero, igualmente, aunque nadie nos lo enseñe, sabemos que Jesús nos mira y se pone contento cuando hacemos algo por nuestros vecinos que nos necesitan. ¿No te parece, Emilia?

DOÑA EMILIA. Tienes mucha razón.

DON FRANCISCO. Mientras nosotros trabajábamos, los niños iban y venían llevando regalos a sus mamás, por ser hoy el día de la madre.

DOÑA EMILIA. Yo estoy muy triste. Mis hijos no se han acordado de darme un beso especial hoy. Además, se fueron temprano y todavía no han vuelto.

DON FRANCISCO. Bueno, bueno. Ya van a venir. Por ahora podemos comenzar a almorzar.

DOÑA EMILIA. Ya traigo la comida.

(Don Francisco se sienta a leer el diario y doña Emilia sale. Muy pronto vuelve a entrar trayendo una bandeja con comida.)

DON FRANCISCO. ¡Qué bien huele eso! Sentémonos pronto.

(Ambos se sientan, inclinan sus cabezas y oran en silencio. Don Francisco empieza a comer, pero doña Emilia se queda pensativa. De repente se oye un ruido, como el de una piedra golpeando contra la pared.)

DOÑA EMILIA. (Sobresaltada.) ¿Qué fue ese ruido?

(Los dos conejos padres se asoman por la ventana. En ese momento abre la puerta y entran sigilosamente los 3 conejos portando una enorme zanahoria. Se colocan al lado de la mesa. El papá y la mamá se vuelven a su posición anterior.)

DOÑA EMILIA. (Asustada.) ¡Eh! ¿Por dónde entraron?

ANTEOJOS. Por la puerta. (Risas.)
TODOS. ¡Feliz día, mamá! Nuestro regalo es muy humilde, pero nos costó bastante conseguirlo.

(Le entregan la zanahoria.)

DOÑA EMILIA. (Emocionada.) ¡Gracias, muchas gracias!

SALTARÍN. Tardamos más de lo debido porque como todos los conejos pensaron en el mismo obsequio, no encontramos ninguna zanahoria por aquí cerca.

ANTEOJOS. También tenemos otra cosa para ti. Orejas, es tu turno.

OREJAS. Mamá, te queremos mucho. Deseamos ser buenos y obedientes para que tú y papá estén siempre contentos.

DON FRANCISCO. ¿Viste, Emilia, que no se habían olvidado?

DOÑA EMILIA. (Abrazando a todos y dirigiéndose con ellos al centro del escenario y mirando al público.) ¡Qué linda familia tengo!

ANTEOJOS. ¡Viva la familia Rabito!

TODOS. ¡Viva!

(Todos los personajes se toman de la mano para salir, pero don Pedro los detiene.)

DON PEDRO. ¡Un momento! ¡No se vayan! Aquí, entre estas personas que los están mirando (señala al auditorio), puede haber mamás que no tengan a sus hijos cerca, y hoy ellas también quieren recibir un regalo. ¿No quieren ustedes ofrecérselo?

OREJAS. ¡Cómo no! ¿Que les parece si cantamos la canción que nosotros preparamos?

TODOS. ¡Buena idea!

(Cantan la siguiente canción con la música de "Cumpleaños feliz": “Feliz día, mamá; feliz día, mamá; que Jesús te bendiga, ¡feliz día, mamá!” Salen todos tomados de la mano. Don Pedro se une a ellos y salen saludando al público.)


Telón.

(A continuación pueden pasar algunos hijos, de cualquier edad, que hablen de las cualidades o actitudes que más admiran en sus madres, o cuenten algún incidente que permita destacar un hecho especial realizado por su madre. En el caso de las hijas pueden hablar acerca de las cualidades que admiran en sus madres y que ellas desean imitar como madres, esposas, amas de casa o mujeres profesionales. Pedir esto con suficiente anticipación y elegir las mejores expresiones. Si las madres están presentes pueden pasar al frente una vez concluida la exposición de sus hijos. Será la oportunidad de darles un beso).

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Amor irreflexivo: Para el día de la Madre

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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AMOR IRREFLEXIVO

PERSONAJES

NARRADOR
MADRE
MARÍA
RODOLFO


NARRADOR. Esta es una historia común, de una joven que desperdició los consejos que había recibido. Y se dejó llevar por sus sentimientos. Aunque esta historia es imaginaria puede ocurrir en la vida diaria como una realidad.
Tiene su parte jocosa, pero tiene no solo el propósito de entretenernos sino también de ayudar a pensar con seriedad, en el asunto tan vital en la vida juvenil. AMOR, NOVIAZGO Y MATRIMONIO HOGAR.

La historia comienza cuando María un día va por la calle con el fin de realizar unas cuantas gestiones y compras que su mamá le encargó que hiciese. Hacía un poco de sol y por lo tanto se sentía un poco de calor. María había caminado ya varias cuadras y aun le faltaba más, se sentía cansada y decidió detenerse en uno de los bancos que había en aquella larga calle, al sentarse nota que... Rodolfo, un joven que hace algún tiempo la galanteaba y aun demostraba sus intenciones amorosas… Pero, veamos lo que sucede.

MARÍA. Es verdad que hace un calor enorme, estoy un poco cansada y me quedan unas cuántas cuadras por caminar todavía... ah... deja sentarme en este banco un ratico nada más... (Se sienta y queda pensativa. De pronto se pone nerviosa al ver quien se aproxima, se pone en pie, se sienta de nuevo, se vuelve a poner en pie.) ¡Ah, mi madre! ¡Qué susto! Ese que viene por ahí es Rodolfo. No sé qué voy a hacer... ¿Qué me dirá? ¿Y yo qué le contestaré? En realidad él es tan elegante, tan apuesto, tan agradable, tan distinguido... Él es muy semejante al ideal que yo he estado soñando.
Pero, tengo que actuar con seriedad y astucia para que él no se dé cuenta que me impresiona con su presencia.

RODOLFO. Buenas tardes, María, ha sido una grata sorpresa para mí encontrarte aquí. Te confieso que no lo esperaba, me siento feliz de verte y saber cómo estás. Ahora podemos charlar un rato aquí, ¿no lo crees así?

MARÍA. Oh, sí, sí, pero... no... no... no.

RODOLFO. Pero, ¿qué te pasa? ¿Estás nerviosa?

MARÍA. Este... que... no... no... Pero mira, no puedo conversar porque tengo que hacer unos mandados para mi mamá y me encargó que no me demorara.

RODOLFO. Pero María, tú sabes que yo soy todo un caballero, si no pues ahora será en otra oportunidad, ¿verdad? Pero recuerda que estoy esperando una respuesta tuya. Tú lo sabes, ¿verdad, María?

MARÍA. Sí, sí, yo lo sé, pero... será en otro momento como tú dices, ahora debo irme, hasta luego.

RODOLFO. Hasta luego, bella flor del jardín de mis sueños.

(Se separan y cuando están algo lejos miran hacia atrás y se dicen adiós con las manos, el joven se pierde mientras María habla sola.)

MARÍA. No sé pensar... ¿Cómo voy a pensar? No puedo, es verdad que es tan apuesto... es muy agradable... pero me han dicho que es un picaflor. Dicen que es como una mariposa que va de flor en flor, pero yo creo que en todo caso que eso sea cierto, yo puedo hacerlo cambiar. Mi amor, mi buen comportamiento, mi cariño, lo puede atraer tanto que olvide a todas las demás y dé un paso de seriedad en este asunto.
Pero... Si continúa así... será él un desgraciado y habrá desdichado muchos corazones. Estoy indecisa, no sé qué hacer, necesito un buen consejo. Según he aprendido, la persona indicada es mi mamá... pero, ¡qué va! Temo que ella se oponga y en verdad sentiría mucho perder a Rodolfo. En segundo lugar podría ver al Pastor de mi iglesia. Pero... no... no... él tampoco, sé qué me diría algunas cosas que no quiero que me diga. ¿Quién entonces? Bueno déjame hacerle los mandados a mi mamá... Por cierto, creo que no recuerdo ni la mitad de las cosas que ella me encargó... Después resolveré de buscar un consejo... (Sigue caminando hasta que desaparece.)

NARRADOR. Después de realizar algunos mandados de los que su madre le había encargado, María regresó al hogar un poco preocupada, su madre la estaba esperando impacientemente.

MARÍA. (Entra y le da un beso a la madre.) Ay, mamá, ¡cómo he caminado! Eso ha sido horrible... Pero te resolví todo... Digo... Menos... Bueno, creo que... que todo, no. (Habla dudando.)

MADRE. Hija, creo que te has demorado más de lo debido... Ya yo estaba impaciente... pero con tal de que hayas resuelto todo... aunque yo no sé qué está pasando que últimamente se te olvidan las cosas, y eso no me gusta porque no estás enferma, ¿verdad que no te sientes mal de salud? A veces si no hacemos lo correcto la mente no trabaja bien y hace días que te noto que todo se te olvida.

MARÍA. (Volviendo el rostro.) Todo menos...

MADRE. ¿Qué dices, hija?

MARÍA. No, no, nada, mamá.

MADRE. Bueno, vamos a ver por fin lo que trajiste... María, no veo el hilo de la señora Macías para el vestido que se mandó hacer.

MARÍA. ¡Ay, mamita! Se me olvidó, eso sí que se me olvidó.

MADRE. Pero tampoco veo aquí la tela de la Sra. Ramos. ¿No estaba ella en su casa o es que tampoco fuiste?

MARÍA. (Haciendo una mueca de dolor.) No sé cómo no me di cuenta de llegar pues pasé cerca de su casa.

MADRE. Hija, vuelve y te repito que todo se te olvida.

NARRADOR. La hija está atónita sin saber qué hacer o decir, está con el rostro serio y una mirada como viendo algo imaginario. ¡Cuántos pensamientos pasan por su mente ahora en blanco! Rodolfo, sus palabras, su nerviosismo.

MADRE. ¿María, en qué piensas? Eso que te pasa no es normal en ti, anda hijita, ¿por qué no me dices qué es lo que te pasa?

MARÍA. Nada, mamá, nada, estaba pensando que mañana yo te prometo hacer todos los mandados que hoy olvidé. Perdona mi descuido, mamá.

MADRE. Está bien, hija.

NARRADOR. Al llegar al día siguiente, la joven se arregla y sale para la calle, para cumplir esta vez con lo que la madre le había pedido. Pero automáticamente, y sin darse cuenta, estaba caminando por la misma calle donde ayer se encontró con su galán apuesto. Ahora no está cansada, no siente calor, pero... sí deseos de sentarse aunque sea un ratito solo para recordar a...

MARÍA. Déjame sentarme aquí, aunque hoy no voy a ver a Rodolfo, ni quiero verlo tampoco… Se me olvidarían los mandados de nuevo.

NARRADOR. María estaba pensativa, mira a uno y otro lado como si esperara a alguien pero de pronto sus ojos ven algo, algo que no puede creer.

MARÍA. No, no puede ser, no lo creo, pero... si es él, es cierto lo que mis ojos ven, Rodolfo... Pero... viene con una joven cogido de la mano.

NARRADOR. Rodolfo pasa muy cerca de donde está María, finge no verla. María está clavada en el banco de mármol donde permanece sentada. Ve cómo Rodolfo se aleja, con su acompañante. Ahora sí, que se le han olvidado todos los mandados de su mamá. María, la pobre y desplomada María, sin darse cuenta y sin saber de dónde sacar fuerzas y echarse a andar hacia la casa.

MARÍA. (Llama.) Mamá, ¿dónde estás?

MADRE. Aquí, ven hija, pero por favor, ¿qué té pasa, mi hijita? Te noto nerviosa y preocupada, ¿qué te ocurre, hija mía? Dime, ¿me hiciste los mandados?

MARÍA. No, mamá, no pude, ven conmigo acá, mamá, tengo que conversar contigo.

MADRE. Vamos a sentarnos, te veo mal hace días, pero desde ayer más y hoy todavía más, dime, anda ¿qué te pasa?

NARRADOR. Y María le contó a la madre todo lo ocurrido, su actuación equivocada, su chasco y el fin de aquel episodio triste de su vida y terminó diciendo:

MARÍA. Te aseguro mamá que he aprendido una gran lección: desde hoy con la ayuda de Dios no actuaré tan neciamente, seguiré el consejo de Dios para no fracasar en mi vida y sobre todo serás tú, madre mía, después de Dios, mi primera y única consejera en todas las cosas de la vida, porque me he dado cuenta que tú eres una madre cristiana y quieres lo mejor para mí. Nunca más dejaré de honrar a mi Dios. Y a ti también, madre querida.

MADRE. Me alegro mucho de lo que has acabado de decir hija mía, y quiero que sepas que para una madre inteligente, nunca pasan inadvertidos los problemas y las preocupaciones de sus hijos. Yo estaba estudiando tu caso, pues veía algo anormal en ti, pero ahora solo queda olvidar esta terrible pesadilla por la que hemos pasado y que esta lección te ayude a ti y a todos los que como tú se creen sabios en sus opiniones. Ojalá que desde ahora en lo adelante siempre busques consejos de personas prudentes y así lograrás ser una verdadera cristiana.
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viernes, 1 de mayo de 2015

Que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Información 


El ser una madre, es un papel muy importante que el Señor elige otorgar a muchas mujeres. Se dice que las madres deben amar a sus hijos. En Tito 2:4-5 leemos, “… que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” En Isaías 49:15a la Biblia dice, “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre?” ¿Cuándo comienza la maternidad?

Los hijos son un regalo del Señor (Salmo 127:3-5). En Tito 2:4, aparece la palabra griega “phileoteknos”. Esta palabra representa una clase especial de “amor materno.” La idea que se desprende de esta palabra es la de “preferir” a nuestros hijos, “cuidar” de ellos, “alimentarlos”, “abrazarlos con amor”, “cubrir sus necesidades”, “entablar una tierna relación” a cada uno como si fuera el único salido de la mano de Dios. Se nos manda en la Escritura el ver el “amor materno” como nuestra responsabilidad. En la Palabra de Dios se les ordena tanto a las madres como a los padres, llevar a cabo varias cosas en la vida de sus hijos:

Estando disponibles – mañana, tarde y noche (Deuteronomio 6:6-7)

Involucrándose - interactuando, acordando, pensando y procesando la vida juntos (Efesios 6:4)

Enseñándoles – con las Escrituras, el punto de vista bíblico del mundo (Salmo 78:5-6, Deuteronomio 4:10; Efesios 6:4)

Entrenándoles – ayudando al niño a desarrollar sus habilidades y descubrir su potencial (Proverbios 22:6)

Disciplinándoles – Enseñándoles en el temor de Dios, señalándoles sus límites en forma consistente, amorosa y firme (Efesios 6:4; Hebreos 12:5-11, Proverbios 13:24, 19:18, 22:15, 23:13-14; 29:15-17)

Nutriéndoles – Proveyendo un ambiente de constante soporte verbal, libertad de fallar, aceptación, afecto y amor incondicional (Tito 2:4; 2 Timoteo 1:7; Efesios 4:29-32, 5:1-2; Gálatas 5:22; 1 Pedro 3:8-9)

Moldeándolos con integridad – Viviendo lo que enseñes, siendo un modelo mediante el cual un niño pueda aprender, “captando” la esencia de una vida piadosa (Deuteronomio 4:9, 15, 23; Proverbios 10:9, 11:3; Salmo 37:18, 37).

La Biblia nunca ordena que todas las mujeres deban ser madres. Sin embargo, dice que aquellas que son bendecidas para ser madres, deben tomar seriamente esa responsabilidad. Las madres deben tener un único y crucialmente importante papel en la vida de sus hijos. La maternidad no es un trabajo o tarea desagradable. Al igual que una madre lleva a su bebé durante el embarazo, y alimenta y cuida de niño durante su infancia, así también las madres juegan un constante papel en las vidas de sus niños, adolescentes y jóvenes adultos, y aún cuando llegan a la edad madura. Mientras que el papel de la maternidad debe cambiar y desarrollarse – el amor, el cuidado, la educación y el ánimo que da una madre, nunca debe terminar.

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