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domingo, 30 de octubre de 2022

LIDERAZGO MINISTERIAL: JESÚS ES NUESTRA AYUDA SUPREMA




EL ESPLENDOR DE LA CRUZ
Si queremos ver a nuestro Dios en toda su gloria y majestad, debemos mirar hacia la cruz. Allí, en el madero, él reivindicó su ley cuando dejó caer sobre su Hijo la ira santa de Dios; fue un despliegue de su amor para con el mundo perdido. En ese acto soberano no sólo mostró su gracia infinita al glorificarse, sino que también venció al enemigo y nos salvó.
Nadie pone en duda que Dios Trino tiene todo el derecho de reinar. El Creador hizo a la criatura y eso en sí le da ese derecho legítimo. Frente al Dios Trino no hay quien se oponga. Nabucodonosor, la cabeza de oro en la estatua de los reinos del mundo antiguo nos dio un anticipo de esta realidad.
“Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo domino es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:34, 35). De la misma boca del rey babilónico, el epítome del mal, viene esa franca confesión y admisión de la soberanía de Dios.
Pero surge la pregunta: ¿Cómo optó por reinar Dios Trino? Entramos ahora en áreas consideradas como terreno sagrado y difícil de pisar. Sin embargo, la Biblia nos permite sacar ciertas conclusiones. Dios mismo regirá al fin y al cabo. Dios Trino en la eternidad pasada se puso de común acuerdo, las tres personas en una substancia divina: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. El Padre iba a enviar al Hijo del Hombre a “buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10; Juan 3:16). El Espíritu Santo tomaría lo del Hijo y se lo revelaría al creyente y al mundo (Juan 16:14, 15).
¿Desde cuándo reina Dios? “Y la (la bestia) adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8). “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 1:9).
Y la Escritura dice aún más: “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4). En la economía de Dios todo esto tomó lugar antes de la creación del hombre. Juan lo dice perfectamente bien cuando afirma: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18). Cristo es la perfecta exégesis de Dios para el mundo.
Proponga la respuesta a la pregunta previa. Dios iba a reinar a través de su Hijo desde la Cruz, tanto en salvar al creyente como en condenar al incrédulo en el gran trono blanco (Apocalipsis 20:11–15). Éste es un pensamiento bien serio y solemne. La verdadera autoridad para reinar estriba en la Cruz. Éste era el plan eterno de nuestro Dios. Por lo tanto, el Liderazgo desde la Cruz lleva la marca del Dios Trino. Éste es el reto para aquel que busca ser un líder digno del Crucificado.
El Dios comunicativo se manifestará a los suyos según su propia personaIsaías lo dijo elocuentemente: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8, 9). El que quiere ser líder tiene que abrazar esta verdad en todo momento y aceptar que si queremos servir hay que hacerlo a su manera, siguiendo el ejemplo supremo que nos ha dejado, su Amado Hijo, el Crucificado.
Vuelve Isaías a confundirnos con otra verdad tan contradictoria a nuestra cultura y a nuestro modo de ser y pensar. Al tratar con nosotros Dios se nos revela a sí mismo y nos abre la puerta que nos permitirá llegar a ser verdaderos dirigentes bajo su mando. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo. Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15).
La cultura humana y perdida reina en nuestro medioLa historia humana tiene muchos ejemplos de dirigentes que son víctimas de sus propios intereses y su orgullo. El líder en cualquier iglesia puede caer víctima del mismo orgullo en diferentes grados. Estos estudios tienen como fin aclarar que Dios elige la humildad, la sumisión a él y la búsqueda del bienestar espiritual de los hermanos. La fuerza negativa de la cultura puede aparecer de varias maneras en la iglesia local.
La influencia de una familia grande con una trayectoria larga, la influencia de quien da más dinero, la popularidad de alguien que llegó recientemente, todos estos elementos pueden llegar a influir para mal. Por eso las verdaderas marcas del liderazgo bíblico se deben guardar con cuidado.
Además la historia de América Latina está repleta de grandes “caciques” o caudillos que agarraron el poder, manejaron a las masas buscando sus propios intereses y reinaron por décadas. Luego, se enriquecieron a costa de sus súbditos y, la mayoría de las veces, dejaron el país por el suelo.
Para ilustrar esto, basta con echarle una mirada a la historia de América Latina: México, Antonio López de Santa Ana (1824–1844); Cuba, Fidel Castro (1959–?); República Dominicana, Rafael Trujillo (1930–1960); Nicaragua, Anastasio Somoza (1933–1960); Ecuador, Gabriel García Moreno (1860–1895); Venezuela, Juan Vicente Gómez (1908–1935); Argentina, Juan Manuel de Rosas (1829–1852). Y hay más ejemplos.
Toda esta historia sólo para ilustrar que el líder humano, sea de cualquier cultura que fuere, es muy dado a promoverse y dejar que el orgullo lo domine. Debido a esta tendencia, el líder bíblico latinoamericano o cualquier líder cristiano tiene que luchar contra aquello que es ajeno a Dios en la cultura que nos bombardea constantemente. Estos estudios van a ilustrar cómo poder salir avante en este medio.
Dios introduce a su Hijo bajo dos figuras contrarias: el León y el Cordero
De estas dos figuras literarias, el león y el cordero, ¿Cuál figura nos parece más impresionante? Sin duda optamos por el león que es el rey de los animales. El reino de Dios es legítimo; Dios es Rey supremo. Pero no reinará por “fiat” (por decreto solamente) ni por orden ejecutiva. Sí que reinará en gracia y en amor aun sobre aquellos que se rebelaron contra él.
Por primera vez Dios introduce la tribu de Judá como león. “Judá, te alabarán tus hermanos;”… Así como león viejo: ¿Quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos” (Génesis 49:8–10). Dios escogió la tribu de Judá como la tribu real y sólo de Judá podría venir el rey aprobado por Dios. Así David y Salomón llegaron a ser antecesores del Mesías.
En la providencia de Dios él iba a empezar a tratar con su mundo, no por la realeza del Mesías como rey o león, sino como el Cordero inmolado. De esta manera Dios lograría su propósito eterno de salvar a los suyos. Primero el Cordero y luego el León de la tribu de Judá. Dios combina las dos figuras, pero los judíos malentendieron el plan divino y rechazaron al Cordero.El Hijo del Hombre vendría como hombre puesto en muerte sacrificial. Lo salvaría, lo transformaría y luego reinaría en amor y gracia divina. El salvado de buena voluntad respondería a las misericordias. Dios reinaría desde la Cruz. La Cruz viene a ser la ventana por la cual conocemos al Dios de todo poder y santidad.
En la eternidad pasada irrumpió lo inescrutable del pecado en el cielo por el orgullo de Lucero (Isaías 14:4–23 - bajo el personaje del rey de Babilonia y el orgullo del querubín grande en Ezequiel 28:12–19 - bajo el príncipe de Tiro). Pero Dios respondió no por acabar con ellos por puro decreto. Sí que los condenó y los castigó; pero cuando nuestros padres los siguieron, lejos de aniquilarlos, Dios tomó cartas en aquello con el fin de salvarlos en amor y pura gracia.
Lo muy destacado de Dios es que en el momento justo de pronunciarle a Satanás su veredicto final le anunció a él y a nuestros padres el “protevangelium” o el primer evangelio. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15). En un corto espacio muy comprimido predice la enemistad entre Sí y el diablo; pero habría un encuentro en el cual la simiente de Dios, Cristo mismo (Gálatas 3:16), vencería a Satanás. Aunque el diablo lo haría sufrir, no sería nada definitivo. En esto se ve la Cruz como el triunfo final de Dios en la resurrección de Jesús. El Cordero, no el León, ganaría la victoria.
El largo desfile de la sangre de los corderos de Génesis a IsaíasDesde Génesis cuatro, Dios introduce por oralidad (tradición oral) el valor de ofrecer en fe un cordero, un animal sacrificado en lugar del pecador culpable. Luego sigue el sacrificio de Abel, un sacrificio aceptable por fe (Hebreos 11:4); más tarde los sacrificios de animales limpios de Noé al salir del arca (Génesis 8:20); el altar de Abraham (Génesis 12:7) y el mandato de sacrificar a Isaac, el muy amado hijo seguido de la intervención muy a tiempo del Ángel de Jehová—es decir, Cristo pre encarnado (Génesis 22:1–21); a estos le sigue el cordero pascual cuya sangre fue aplicada en la puerta mientras adentro lo comían con hierbas amargas, bastón en la mano y los pies calzados (Éxodo 12:1–13).
Pero el desfile de sangre continúa. En Levítico aparecen los cinco sacrificios u ofrendas (Levítico 1–7). Finalmente, Isaías 42, 49, 50, 52:13–53:12, el colmo de la larga línea de sacrificios, el del Siervo Sufriente cuya alma fue puesta en expiación por el pecado (Isaías 53:10). Por fin ahora no es un animal el que muere sino el Siervo Sufriente, Cristo mismo y su Cruz.
“He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29)Al empezar Jesús su ministerio público, Juan, el Bautizador, su medio primo, lo anunció a todo el mundo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; en su bautismo Dios lo afirmó y descendió sobre él el Espíritu Santo como una paloma (Mateo 3:13–17).Toda la abundante profecía del Antiguo Testamento halló el cumplimiento de su ministerio terrenal en la última pascua en que Jesús dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado… Ahora está turbada mi alma; y ¿qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre” (Juan 12:23, 27, 28).
Jesús puso su faz como pedernal hacia la cruz. Bien había dicho: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10:17, 18).
En la consumación de las edades Dios pronunciará la palabra finalDesde la cruz el Hijo del Hombre ha reinado. Pablo escribe a los Corintios diciendo que reinará hasta que todos sus enemigos estén puestos debajo de sus pies. El último enemigo es la muerte. “Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1 Corintios 15:25, 26, 28).En el último drama del tiempo Juan nos presenta el escenario en el cielo. En el libro de Apocalipsis Juan menciona veintisiete veces el Cordero. El personaje preeminente del futuro ha sido quien murió en aquella cruz; él ha sido el vencedor.
Todavía queda un evento en espera. En Apocalipsis 5 Juan nos narra: “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos… ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar los sellos?”. No había nadie digno y Juan lloraba mucho. Pero “uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (Apocalipsis 5:1, 2, 5).
En el resto de ese escenario futuro el Cordero toma el libro y desata los sellos y de allí en adelante los últimos eventos desastrosos se van cumpliendo. Fue el Cordero y ahora el León que unen sus poderes. Juan nos deja pasmados con el triunfo final del Cordero desde la Cruz. “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era de millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria, la alabanza” (Apocalipsis 5:11, 12). ¡A tal coro algún día, tú y yo agregaremos nuestra unánime voz!
La Cruz es la maravilla y la obra maestra de DiosPor lo tanto, todo lo que viene en nombre de Dios y el Hijo del Hombre tiene que conformarse a la Cruz, la plena expresión de la santidad de Dios, su amor y su gracia ilimitada. Además es Cristo en nosotros la esperanza de gloria. El Crucificado mora en el creyente desplazando la vida vieja caracterizada por el orgullo, el pecado original. El Postrero Adán crucificó al Primer Adán (Romanos 6:6).
Pablo, el Apóstol de la Cruz, introdujo en Corinto el evangelio con estas palabras: “Porque la palabra (mensaje) de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios… pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo el poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:18, 23, 24).
Tal es nuestro mensajeLa lógica es que la cruz debe marcar todo paso que damos. Es la cruz en el glorioso plan de Dios la que forjó la obra salvadora y debe caracterizar a todo aquel que predica el mensaje del evangelio. Debemos ser la encarnación del mensaje de la Cruz. 
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miércoles, 24 de junio de 2015

Confesaos pues los pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La petición eficaz del justo puede mucho.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Ingredientes de una oración eficaz

Dios responde con poder a nuestras oraciones
Título: Ingredientes de una oración eficaz
 
Base Bíblica: Santiago 5:16; Salmo 34:9, 10
 
Introducción:
 
La vida del cristiano debe estar avivada. No se puede ser creyente y a la vez vivir desconectados de Dios, que es la fuente de nuestro poder. La única forma de ser eficaces es dependiendo de Él enteramente. Él puede obrar poderosamente en aquellos que disponen su corazón para estar en la Presencia divina. El Señor es quien nos asegura la victoria siempre. ¿Cuánto tiempo pasa usted en la Presencia del Señor? Hoy es el día para que evalúe su vida y se disponga a mantener una vida de intimidad con Él.
 
I. Dios está atento a nuestras oraciones
 
1. Dios espera que elevemos oraciones delante de Su Presencia (Jeremías 33:39
a. Es necesario clamar
b. Es necesario creer
c. Es necesario disponer el corazón para perseverar en Dios
2. Dios escucha nuestras oraciones y responde con poder (Salmo 34:4; 6)
a. Vamos a Dios en procura de que transforme nuestras circunstancias
b. Vamos a Dios creyendo que tiene cuidado de nosotros
 
II. Dios responde a nuestras oraciones
 
1. La oración delante de Dios debe estar revestida de fe (Santiago 5:16 a)
2. Cuando tenemos fe, estamos dando por sentado que Dios obrará con poder en respuesta a nuestras oraciones (Marcos 11:24 y siguientes)
3. Nuestro amado Dios no deja en vergüenza a quienes se atreven a creer (Salmo 34:5)
4. Dios nos provee en las dimensiones física y espiritual (Salmo 34:9, 10)
 
III. Dios valora nuestro compromiso y perseverancia en la oración
 
1. Si tan solo tenemos fe, lo imposible se hará posible con la oración (Mateo 17:20)
2. El Señor advirtió sobre la necesidad de estar alerta, dispuestos para orar y evitar que haya pecado en nuestra vida (Lucas 18:8)
3. Al orar dejamos de lado todo asomo de duda (Mateo 20:21, 22)
4. Si apartamos el pecado de nuestra vida, Dios responderá con poder (Juan 9:31)
5. Si perseveramos en la oración, Dios responderá de una manera sobrenatural (Lucas 18:1)
 
Conclusión:
 
Cuando vamos al Señor en Oración, es necesario que tengamos conciencia de que no sólo es la voluntad de Él, sino que nuestro amado Padre celestial responde con poder a nuestro clamor. No podemos perder el horizonte, desconociendo que lo posible se hace posible, cuando oramos, creemos y si es necesario, perseveramos hasta alcanzar el milagro. Hay que tener en cuenta que hay factores que pueden poner tropiezo a la oración, de ahí la necesidad de perseverar en el clamor.

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jueves, 7 de mayo de 2015

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?: Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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                       ¡Caído, pero no Derrotado!

2 Corintios 1:1–11


“A ustedes les parece que no tengo mis altibajos, y que disfruto de un constante progreso espiritual con gozo y ecuanimidad ininterrumpida. ¡De ninguna manera! Con frecuencia estoy desalentado por completo y todo parece ser de lo más sombrío”.
Así escribió el hombre al que solían llamar “El más grande predicador en el mundo de habla inglesa”, el Dr. John Henry Jowett. Pastoreó iglesias destacadas, predicó a congregaciones muy numerosas, y escribió libros que fueron éxito de librería.
“Padezco de una depresión del espíritu tan aterradora que espero que ninguno de ustedes jamás padezca tanta desdicha como yo”.
Esas palabras fueron pronunciadas en un sermón por Carlos Haddon Spurgeon, cuyo maravilloso ministerio en Londres le hizo quizás el más grande predicador que jamás haya producido Inglaterra.
El desaliento no respeta a persona alguna. Es más, el desaliento parece atacar más a los que tienen éxito que a los que no lo tienen; porque mientras más alto subimos, mayor suele ser la caída. No nos sorprende, entonces, cuando leemos que el gran apóstol Pablo dice que “fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas”, y que llegó incluso al punto de perder “la esperanza de conservar la vida” (2 Corintios 1:8). A pesar de la grandeza de su persona y ministerio, Pablo era tan humano como nosotros.
Si no fuera por su llamamiento de Dios y su interés por ayudar a las personas, Pablo podría haber escapado de estas cargas (2 Corintios 1:1). Había fundado la iglesia en Corinto y había ministrado allí por año y medio (Hechos 18:1–18). Cuando surgieron serios problemas en la iglesia después de su partida, envió a Timoteo para que los atendiera (1 Corintios 4:17) y luego escribió la carta que nosotros llamamos Primera de Corintios.
Desafortunadamente, las cosas empeoraron y Pablo tuvo que hacer una visita dolorosa a Corinto para tratar con los agitadores (2 Corintios 2:1 en adelante). Sin embargo no hubo solución. Entonces escribió una carta “dura y fuerte” que fue llevada por su compañero Tito (2 Corintios 2:4–9; 7:8–12). Después de mucha aflicción, Pablo nuevamente vio a Tito y recibió el informe de que el problema se había resuelto. Fue entonces que escribió la carta que nosotros conocemos como Segunda de Corintios.
Pablo escribió la carta por varias razones. Primero, quería animar a la iglesia a que perdonara y restaurara al miembro que había causado todo el problema (2 Corintios 2:6–11). También quería explicar el cambio en sus planes (2 Corintios 1:15–22) e imponer su autoridad como apóstol (2 Corintios 4:1–2; 10–12). Por último, quería animar a la iglesia a participar en la ofrenda de ayuda especial que estaba recolectando para los santos necesitados de Judea (2 Corintios 8–9).
La clave en esta carta es consuelo, estímulo o ánimo. La palabra griega, que está traducida así, quiere decir uno llamado al lado para ayudar. En su forma verbal se usa dieciocho veces en esta carta, y en su forma substantiva once veces. A pesar de todas las pruebas que atravesaba, Pablo podía (por la gracia de Dios) escribir una carta saturada de estímulo.
¿Cuál era el secreto de la victoria de Pablo cuando soportaba las pruebas? Su secreto era Dios. Cuando te halles desanimado y listo para darte por vencido, aparte de ti tu atención y enfócala en Dios. De su propia experiencia difícil, Pablo nos cuenta cómo podemos hallar ánimo en Dios. Nos da tres recordatorios sencillos.


  Recuerda lo que Dios es para ti (2 Corintios 1:3)

Pablo empieza su carta con una doxología. Ciertamente no podía alegrarse con respecto a sus circunstancias, pero sí podía alegrarse en Dios, el cual controla todas las circunstancias. Pablo había aprendido que la alabanza es un factor importante para alcanzar la victoria sobre el desánimo y la depresión. La alabanza cambia las cosas, tanto como la oración cambia las cosas.
¡Alábale porque él es Dios! La frase bendito sea Dios se halla en otros dos lugares del Nuevo Testamento: en Efesios 1:3 y en 1 Pedro 1:3. En Efesios 1:3 Pablo alabó a Dios por lo que él había hecho en el pasado, cuando “nos escogió en [Cristo]” (Efesios 1:4) y “nos bendijo con toda bendición espiritual” (Efesios 1:3). En 1 Pedro 1:3 Pedro alabó a Dios por las bendiciones futuras y por “una esperanza viva”. Pero en 2 Corintios Pablo alababa al Señor por las bendiciones presentes, por lo que Dios estaba realizando actualmente.
Durante los horrores de la Guerra de los Treinta Años, el pastor Martin Rinkart sirvió fielmente a la gente de Eilenburg, Sajonia. Oficiaba un promedio de 40 funerales al día, un total de más de 4.000 durante su ministerio. Sin embargo, a raíz de esta devastadora experiencia escribió unas palabras para que sus hijos las usaran para dar gracias antes de la comida. Estas todavía se usan como himno de acción de gracias:

    De boca y corazón load al Dios del cielo;
    Pues dionos bendición, salud, paz y consuelo.
    Tan sólo a su bondad debemos nuestro ser;
    Su santa voluntad nos guía por doquier.

¡Alábale porque él es el Padre de nuestro Señor Jesucristo! Es debido a Jesucristo que podemos llamar Padre a Dios, e incluso acercarnos a él como hijos suyos. Dios nos ve en su Hijo y nos ama así como ama a su Hijo (Juan 17:23). Somos “amados de Dios” (Romanos 1:7), debido a que somos “aceptos en el Amado” (Efesios 1:6). Todo lo que el Padre hizo por Jesús cuando éste estaba ministrando en la tierra, puede hacerlo por nosotros hoy. Somos amados por el Padre porque su Hijo es su Amado, y porque nosotros somos ciudadanos del “reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Somos preciosos para el Padre, y él cuidará que las presiones de la vida no nos destruyan.
¡Alábale porque él es el Padre de misericordias! Para los judíos la expresión padre de significa el originador de. Satanás es el padre de mentira (Juan 8:44) porque la mentira se originó en él. De acuerdo con Génesis 4:21, Jubal fue el padre de los instrumentos de música, porque originó el arpa y la flauta. Dios es el Padre de misericordias porque toda misericordia se origina en él y puede alcanzarse sólo en él.
Dios en su gracia nos da lo que no merecemos, y en su misericordia no nos da lo que sí merecemos. “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias” (Lamentaciones 3:22). Las misericordias de Dios son muchas (Nehemías 9:19), tiernas (Salmos 25:6), y grandes (Números 14:19). La Biblia frecuentemente habla de la multitud de las misericordias de Dios, porque tan inagotable es su provisión (Salmos 5:7; 51:1; 69:13, 16; 106:7, 45; Lamentaciones 3:32).
¡Alábale porque él es el Dios de toda consolación! Las palabras consuelo y consolación (y sus derivados) se repiten diez veces en 2 Corintios 1:1–11. No debemos pensar del consuelo en términos de lástima, porque la lástima puede debilitarnos en lugar de fortalecernos. Dios no nos da una palmadita en la cabeza ni nos da un caramelo para desviar nuestra atención de los problemas. ¡De ninguna manera! Pone fortaleza en nuestro corazón para que podamos enfrentar las pruebas y triunfar sobre ellas. La palabra confortar procede de dos palabras latinas que quieren decir con fuerza. La palabra griega quiere decir venir al lado de alguien para ayudar. Es la misma palabra que se usa para el Espíritu Santo (“el Consolador”) en Juan 14–16.
Dios puede animarnos por su Palabra y por medio de su Santo Espíritu, pero algunas veces usa a otros creyentes para darnos el estímulo que necesitamos (2 Corintios 2:7–8; 7:6–7). ¡Qué maravilloso sería que a todos nosotros nos apodaran “Bernabé, …hijo de consolación!” (Hechos 4:36).
Cuando te halles desanimado debido a las circunstancias difíciles, es fácil que te concentres en ti mismo o que te enfoques en los problemas que te rodean. Pero el primer paso que debes dar es mirar por fe al Señor, y darte cuenta de todo lo que Dios es para ti. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1–2).


  Recuerda lo que Dios hace por ti (2 Corintios 1:4a, 8–11)

El permite que vengan las pruebas. En el idioma griego hay diez palabras básicas para el sufrimiento, y Pablo usó cinco de ellas en esta carta. La palabra de más frecuente uso es thlipsis, que significa estrecho, confinado, bajo presión, y en esta carta se traduce como “tribulación” (2 Corintios 1:4, 8; 2:4; 4:17). Pablo se sentía oprimido por las circunstancias difíciles, y la única dirección en que podía mirar era hacia arriba.
En 2 Corintios 1:5–6 Pablo usó la palabra griega pathema, “aflicciones”, la cual también se usa para referirse a los sufrimientos de nuestro Salvador (1 Pedro 1:11; 5:1). Hay algunos sufrimientos que soportamos sencillamente porque somos humanos y estamos sujetos al dolor; pero hay otros sufrimientos que nos vienen debido a que somos el pueblo de Dios y queremos servirle.
Nunca debemos pensar que la aflicción es un accidente. Para el creyente todo es designio de Dios. Hay sólo tres posibles perspectivas que una persona puede tener en cuanto a las pruebas de la vida. Si nuestras pruebas son producto del destino o de la casualidad, entonces nuestro único recurso es darnos por vencidos. Nadie puede controlar el destino o la casualidad. Si somos nosotros mismos los que tenemos el control de todo, entonces la situación tampoco tiene esperanza. Pero si Dios controla, y confiamos en él, entonces podemos sobreponernos a las circunstancias con su ayuda.
Dios nos anima en todas nuestras tribulaciones enseñándonos por medio de su Palabra que es él quien permite que nos vengan las pruebas.
Dios está en control de las pruebas (v. 8). “Porque… fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida”. Pablo se sentía oprimido como una bestia de carga con un peso demasiado grande como para soportar. Pero Dios sabía exactamente cuánto podía soportar Pablo y mantenía la situación bajo control.
No sabemos cuál fue la tribulación específica, pero sí fue lo suficientemente grave para que Pablo pensara que iba a morir. Si fue peligro de parte de muchos enemigos (Hechos 19:21 en adelante; 1 Corintios 15:30–32), enfermedad grave, o ataque satánico especial, no lo sabemos; pero sí sabemos que Dios controlaba todas las circunstancias y que protegía a su siervo. Cuando Dios pone a sus hijos en el horno, mantiene su mano sobre el termostato y su ojo en el termómetro (1 Corintios 10:13; 1 Pedro 1:6–7). Pablo podía haber perdido la esperanza de salir con vida, pero Dios no había perdido la esperanza en cuanto a Pablo.
Dios nos capacita para que soportemos nuestras pruebas (v. 9). Lo primero que él tiene que hacer es mostrarnos cuán débiles somos por nosotros mismos. Pablo era un talentoso y experimentado siervo de Dios, que había atravesado diferentes clases de pruebas (2 Corintios 4:8–12; 11:23 en adelante). De seguro que toda esta experiencia debería ser suficiente para que Pablo enfrentara a estas nuevas dificultades y sobreponerse a ellas.
Pero Dios quiere que confiemos en él, no en nuestros talentos o capacidades, ni en nuestra experiencia o en nuestra reserva espiritual. En el momento preciso cuando nos sentimos confiados y capaces de hacerle frente al enemigo, fracasamos miserablemente. “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10).
Cuando tú y yo morimos a nosotros mismos, entonces el poder divino de la resurrección puede obrar. Fue cuando Abraham y Sara estuvieron casi muertos físicamente, que el poder divino de la resurrección los capacitó para tener el hijo de la promesa (Romanos 4:16–25). Sin embargo, morir a uno mismo no significa una complacencia ociosa, o quedarse sin hacer nada esperando que Dios lo haga todo. Puedes estar seguro de que Pablo oró, estudió las Escrituras, consultó con sus colegas, y confió en que Dios obraría. El Dios que resucita muertos es suficiente para cualquier dificultad en la vida. El todo lo puede, pero nosotros debemos estar a su disposición.
Pablo no negó lo que sentía, ni tampoco Dios quiere que nosotros neguemos nuestras emociones. “En todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores” (2 Corintios 7:5). La frase “sentencia de muerte” en 2 Corintios 1:9 puede referirse a un veredicto oficial, tal vez una orden para el arresto y ejecución de Pablo. Ten presente que los judíos incrédulos acosaban a Pablo y querían eliminarlo (Hechos 20:19). En la lista de peligros no se debe soslayar los “peligros de los de mi nación” (2 Corintios 11:26).
Dios nos libra de nuestras tribulaciones (v. 10). Pablo vio la mano de Dios librándolo, sea que mirara hacia atrás, a su alrededor, o hacia adelante. La palabra que Pablo usó significa ayudarnos a salir del aprieto, salvarnos y protegernos. Dios no siempre nos libra de inmediato, ni tampoco de la misma manera. Jacobo fue decapitado, y sin embargo Pedro fue librado de la prisión (Hechos 12). Ambos fueron librados, pero de maneras diferentes. Algunas veces Dios nos libra de nuestras pruebas, y en otras nos libra en ellas.
La liberación divina vino en respuesta a la fe de Pablo, tanto como a la fe de las personas que oraban en Corinto (2 Corintios 1:11). “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:6).
Dios se glorifica por medio de nuestras pruebas (v. 11). Cuando Pablo informó lo que Dios había hecho por él, un gran coro de alabanza y acciones de gracias ascendió de los santos al trono de Dios. El servicio más grande que tú y yo podemos rendir en la tierra es glorificar a Dios, y algunas veces ese servicio involucra sufrimiento. “El don concedido” se refiere a la liberación de Pablo de la muerte, ¡un maravilloso don en verdad!
Pablo nunca se avergonzó de pedir a los creyentes que oraran por él. En por lo menos siete de sus cartas mencionó su gran necesidad de apoyo en oración (Romanos 15:30–32; Efesios 6:18–19; Filipenses 1:19; Colosenses 4:3; 1 Tesalonicenses 5:25; 2 Tesalonicenses 3:1; Filemón 22). Pablo y los creyentes en Corinto se ayudaban mutuamente (2 Corintios 1:11, 24).
Un amigo misionero me contó sobre la liberación milagrosa de su hija de lo que se había diagnosticado como una enfermedad mortal. Precisamente cuando la niña estaba tan enferma, varios amigos en los Estados Unidos de Norteamérica estaban orando por la familia; y Dios contestó las oraciones y sanó a la niña. La más grande ayuda que podemos dar a los siervos de Dios es cooperar a favor de ellos en la oración.
La palabra sunupourgeo que se traduce “cooperando también vosotros”, se usa solo aquí en el Nuevo Testamento en griego, y está compuesta de tres palabras: con, bajo y obrar. Es un cuadro de un grupo de obreros bajo la carga, trabajando conjuntamente para realizar el trabajo. Es alentador saber que el Espíritu Santo también nos ayuda en nuestras oraciones y nos ayuda a llevar la carga (Romanos 8:26).
Dios cumple sus propósitos en las pruebas de la vida; si nos rendimos a él, confiamos en él, y obedecemos lo que nos dice que hagamos. Las dificultades pueden aumentar nuestra fe y fortalecer nuestra vida de oración. Las dificultades pueden acercarnos a otros creyentes según ellos sobrellevan con nosotros las cargas. Las dificultades pueden ser usadas para glorificar a Dios. De modo que, cuando te encuentres en las pruebas de la vida, recuerda lo que Dios es para ti y lo que Dios hace por ti.


  Recuerda lo que Dios hace por medio de ti (2 Corintios 1:4b–7)

En tiempos de sufrimiento la mayoría de nosotros nos inclinamos a pensar sólo en nosotros mismos y olvidarnos de los demás. Nos convertimos en cisternas en lugar de ser fuentes. Sin embargo, una de las razones para las pruebas es que tú y yo podamos aprender a ser fuentes de bendición para consolar y animar a otros. Debido a que Dios nos ha animado, nosotros podemos animar a los demás.
Uno de mis predicadores favoritos era el Dr. Jorge W. Truett, que pastoreó la Primera Iglesia Bautista de Dallas, Texas por casi cincuenta años. En uno de sus sermones cuenta de una pareja de personas inconversas cuyo bebé murió súbitamente. El Dr. Truett ofició en el funeral y más tarde tuvo el gozo de verlos a ambos confiar en Cristo.
Muchos meses más tarde una madre joven perdió su bebé; y de nuevo el Dr. Truett fue llamado para consolarla. Pero nada de lo que él decía parecía servir. En el culto del funeral, la madre recién convertida se acercó a la joven y le dijo: “Yo atravesé por esto, y sé por lo que estás pasando. Dios me llamó, y a través de las tinieblas vine a él. ¡Él me ha confortado a mí, y él te confortará!”
Él Dr. Truett dijo: “La primera madre hizo más por la segunda madre de lo que yo pudiera haber hecho tal vez en días y meses, por cuanto la primera madre había recorrido ella misma el camino del sufrimiento”.
Sin embargo, Pablo dijo claramente que no necesitamos experimentar las mismas pruebas para poder dar el consuelo divino. Si hemos experimentado el consuelo de Dios, entonces podemos “también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación” (2 Corintios 1:4b). Por supuesto, si hemos experimentado tribulaciones similares, éstas pueden ayudarnos a identificarnos mejor con otros y a saber mejor cómo se sienten; pero nuestras experiencias no pueden alterar el consuelo de Dios. Esta sigue siendo suficiente y eficaz sin que importe cuáles hayan sido nuestras experiencias.
Más adelante, en 2 Corintios 12, Pablo nos da un ejemplo de este principio. Padecía de un dolor descrito como “un aguijón en la carne”, tal vez alguna clase de sufrimiento físico que le fastidiaba constantemente. No sabemos qué era este “aguijón en la carne”, ni necesitamos saberlo. Lo que sí sabemos es que Pablo experimentó la gracia de Dios y entonces compartió ese estímulo con nosotros. Sin que importe cuál sea tu prueba, “Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9) es una promesa de la que puedes apropiarte. No tendríamos esa promesa si Pablo no hubiera sufrido.
El tema del sufrimiento humano no es fácil de entender, porque hay misterios en la obra de Dios que jamás captaremos sino hasta que estemos en el cielo. Algunas veces sufrimos debido a nuestro propio pecado y rebelión, como sucedía a Jonás. Algunas veces el sufrimiento nos guarda de pecar, como en el caso de Pablo (2 Corintios 12:7). El sufrimiento puede perfeccionar nuestro carácter (Romanos 5:1–5) y ayudarnos a participar del carácter de Dios (Hebreos 12:1–11).
Pero el sufrimiento también puede ayudarnos a ministrar a otros. En cada iglesia hay creyentes maduros que han sufrido y experimentado la gracia de Dios, y ellos son los grandes consoladores en la congregación. Pablo experimentó problemas, no como castigo por algo que había hecho, sino como preparación para algo que todavía tenía por hacer: ministrar a otros en necesidad. Simplemente piensa en las pruebas que el rey David tuvo que atravesar para darnos el gran estímulo que hallamos en los Salmos.
Segunda de Corintios 1:7 aclara que siempre hubo la posibilidad de que la situación pudiera invertirse: que los creyentes corintios pasaran por pruebas para poder animar a otros. Dios algunas veces permite que una familia de la iglesia experimente pruebas especiales para que pueda él otorgarles a ellos gracia especial en abundancia.
El ánimo misericordioso de Dios nos ayuda si aprendemos a soportar. El soportar con paciencia es una evidencia de fe. Si nos amargamos o criticamos a Dios, si nos rebelamos en lugar de someternos, entonces nuestras pruebas obran en contra nuestro en lugar de a favor nuestro. La capacidad para soportar pacientemente las dificultades, sin darnos por vencidos, es un rasgo de madurez espiritual (Hebreos 12:1–7).
Dios tiene que obrar en nosotros antes de poder obrar por medio de nosotros. Es mucho más fácil crecer en el conocimiento que crecer en la gracia (2 Pedro 3:18). Aprender la verdad de Dios y retenerla en nuestra cabeza es una cosa, pero vivir la verdad de Dios y hacerla parte de nuestro carácter es algo completamente diferente. Dios hizo que el joven José atravesara trece años de tribulación antes de hacerlo el segundo al mando en Egipto, ¡y qué gran hombre llegó a ser José! Dios siempre nos equipa para lo que él está preparando para nosotros, y una parte de esa preparación es el sufrimiento.
Visto desde esta perspectiva, 2 Corintios 1:5 es muy importante: ¡incluso nuestro Señor Jesucristo tuvo que sufrir! Cuando sufrimos en la voluntad de Dios, somos partícipes de los sufrimientos del Salvador. Esto no se refiere a sus sufrimientos vicarios en la cruz, por cuanto sólo él pudo morir por nosotros como el sustituto sin pecado (1 Pedro 2:21–25). Pablo se estaba refiriendo aquí a “la participación de sus padecimientos” (Filipenses 3:10), las pruebas que soportamos debido a que, como Cristo, somos fieles en hacer la voluntad del Padre. Esto es sufrir “por causa de la justicia” (Mateo 5:10–12).
Pero conforme aumenta el sufrimiento también aumenta la provisión de la gracia de Dios. La palabra abunda sugiere la figura de un río desbordándose. “Pero él da mayor gracia” (Santiago 4:6). Este es un importante principio que hay que captar: Dios tiene amplia gracia para todas tus necesidades, pero él no la otorgará por anticipado. Venimos por fe al trono de la gracia “para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). La palabra griega significa ayuda cuando la necesitas, ayuda oportuna.
Por ejemplo: leí acerca de un creyente devoto que había sido arrestado por su fe, y sentenciado a morir en la hoguera. La noche antes de su ejecución se preguntaba si tendría suficiente valor para convertirse en una antorcha humana; de modo que probó su valor poniendo su dedo encima de la llama de una vela. Por supuesto, se quemó y retiró la mano por el dolor. Estaba seguro de que jamás sería capaz de enfrentar el martirio sin claudicar. Pero al día siguiente, cuando sufría la hoguera Dios le dio la gracia que necesitaba, y tuvo un testimonio gozoso y triunfante ante sus enemigos.
Ahora podemos entender mejor 2 Corintios 1:9; porque si pudiéramos almacenar la gracia de Dios para usarla en emergencias, nos inclinaríamos a confiar en nosotros mismos, y no en “el Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10). Todos los recursos que Dios nos da pueden guardarse para uso futuro: dinero, alimento, conocimiento y otros, pero la gracia de Dios no puede almacenarse.
Más bien, conforme experimentamos la gracia de Dios en nuestras vidas diarias, ésta se la invierte en nuestras vidas como carácter piadoso (Romanos 5:1–5). Esta inversión paga dividendos cuando nuevos problemas se cruzan en nuestro camino, por cuanto el carácter piadoso nos capacita para soportar la tribulación para la gloria de Dios.
Hay compañerismo en el sufrimiento: puede acercarnos más a Cristo y a su pueblo. Pero si empezamos a revolcarnos en la autocompasión, el sufrimiento creará aislamiento en lugar de participación. Construiremos barreras y no puentes.
Lo importante es fijar nuestra atención en Dios y no en nosotros mismos. Recuerda lo que Dios es para ti: el “Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3). Recuerda lo que Dios hace por ti: él está contigo en medio de tus pruebas y hace que resulten para tu bien, y para su gloria. Finalmente, recuerda lo que Dios hace por medio de ti: y permítele que te use para animar a otros.

 
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lunes, 13 de mayo de 2013

La idea procreadora de Dios: El matrimonio

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


MATRIMONIO - Fue Su idea

CAPITULO 1

Vamos a pensar juntos acerca del matrimonio cristiano. El matrimonio fue idea de Dios. Vamos a mirar lo que hace a un matrimonio Cristiano y a un hogar Cristiano. ¿Qué significa estar casado desde el punto de vista de Dios? ¿Cual es el deber de cada miembro de la familia? Según la Biblia, ¿qué debe hacer cada miembro para mantener una apropiada perspectiva cristiana y su responsabilidad como parte de la familia? Vamos a comenzar donde Dios comenzó todo. Le llamamos “Matrimonio”.

El Matrimonio es la única Institución que nos ha venido desde el otro lado de la caída del hombre en el Jardín del Edén (Génesis 2:21-25). Dios ordenó el matrimonio antes de que el pecado entrara en el mundo e intentó que fuera la más plena, la más rica y la más gozosa vida en el planeta Tierra. Si falla en serlo, la falla no está en la Institución misma sino en aquellos que entran en ella descuidadamente y fracasan en cumplir sus condiciones. De hecho, el matrimonio es tan importante en el plan de Dios que El hace una comparación en la carta a los Efesios entre el Matrimonio y la Iglesia. “El esposo es la cabeza de la esposa, así como Cristo es la cabeza de la Iglesia; y El es el Salvador del cuerpo. Por lo tanto, como la Iglesia está sujeta a Cristo, así las esposas deben estar sujetas a sus propios maridos. Esposos, amen a sus esposas así como Cristo amó a la Iglesia y se dio a sí mismo por ella... Así los hombres deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama” (Efesios 5:23-25; 28). La Iglesia debería ser un reflejo del hogar, y el hogar un reflejo de la Iglesia.

Chequeo Pre-Matrimonial

Las expectativas para el matrimonio varían en muchas maneras. Algunos se casan por motivaciones equivocadas tales como: atracción física, seguridad financiera, seguridad física, estabilidad emocional, compatibilidad sexual, para liberarse de los padres, escapar de un hogar malo, una pobre auto imagen, aprobación, y la lista continúa. Tarde o temprano estos motivos se manifestarán y pondrán el matrimonio en peligro. Cada uno debería ser absolutamente honesto y abierto con el otro antes de casarse. Deberían tener la libertad de hacerse preguntas ya sea de lo social, espiritual, físico o cualquier cosa que pudiese ser una parte del pasado del otro. Honestamente preverán futuros impactos que podrían salvar su matrimonio. De hecho, cada relación romántica requiere la prueba del tiempo, como así también la prueba de una separación ocasional. Esta es una práctica fundamental para determinar la Voluntad de Dios. Tiempo separados hará crecer el corazón más cariñoso, ya sea en aquel con quien planeas casarte o por alguien más. Asegúrate que tu relación ha experimentado la prueba del tiempo.
Dios planeó que muchas de nuestras necesidades individuales se suplan a través del matrimonio. La necesidad de compañerismo, familia, aceptación social, intimidad sexual y muchas otras necesidades son logradas a través del matrimonio. “Por eso dejará el hombre a su padre y su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Efesios 5:31). Dios ordenó el matrimonio para el confort, la felicidad y el beneficio de la humanidad. Es parte del plan original de Dios. No es una relación que ha evolucionado. No es una costumbre en la cual el hombre cayó en los tempranos días de la raza humana. No es un mero arreglo o relación que es temporario y hecho por hombres. Es de orígen Divino como parte de la creación de Dios, que Dios ordenó para ser una obligación de por vida del uno para el otro. “Lo que Dios unió no lo separe el hombre” (Marcos 10:9). Es Su Institución Ordenada para que los hombres y mujeres se unan en una relación física y emocional y tengan el privilegio de traer niños a este mundo.

No hay relación sobre la tierra tan cercana y sagrada como la relación de matrimonio. Sobrepasa a la relación de hijo a madre o padre. Nuestro Salvador, Él mismo, determinó que el hombre debe dejar a su padre y a su madre y unirse a su mujer (Génesis 2:24). Esto no debe ser tomado en el sentido de que un hombre sea negligente con su padre o madre, lejos sea de eso. Esto significa que la relación matrimonial y sus obligaciones están primero. Desde el momento en que un hombre y una mujer se paran ante el altar matrimonial, su más alto deber es el uno para con el otro.
Un Ministro del Evangelio debería consumar el matrimonio cristiano. Es una ceremonia tan solemne, tan cargada de posibilidades de bueno o malo, tan ligada con el destino eterno de las vidas de personas, que un modo frívolo o de mal gusto en ella no debería ser tolerado. En el matrimonio, dos corazones y dos vidas se unen, llegando a ser una por el resto de sus vidas. Este fue el plan original de Dios para el matrimonio antes de la caída del hombre en pecado. “Por tanto, dejará el hombre su padre y su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Génesis 2:24). Uno es el único número que no es divisible.
Aquí tenemos una famosa frase que nos da la perspectiva de Dios sobre el matrimonio. “Si Dios hubiera querido que la mujer gobernase sobre el hombre, la hubiera sacado de la cabeza de Adán. Si la hubiera diseñado para ser su esclava, la habría sacado de sus pies. Pero Dios sacó a la mujer del costado de Adán, para que fuese su ayuda idónea y co-igual con él” (Agustín).

Compromiso

El matrimonio es un vínculo que solo puede ser disuelto por la muerte. La ceremonia se enfoca en un pacto entre dos personas que intercambian votos y se prometen uno a otro “amor, honor y cuidado hasta que la muerte los separe”. La ceremonia anticipa exclusivo compromiso de futuros eventos a pesar de lo que pase. “Para mejor o para peor, en enfermedad o en salud, en pobreza o en riqueza.” Estas dos personas se presentan ante Dios y hacen un pacto que solamente la muerte puede anular. No nos resulta difícil pensar que los ángeles del cielo silencian sus canciones y se admiran silenciosamente mientras votos santos son tomados, y dos corazones y vidas son unidos por designios Divinos. Una ceremonia tan santa, tan sagrada, tan llena de destino que como cristianos, debería ser hecha en la presencia de cristianos que entiendan lo sagrado de la ocasión. Que no seamos culpables de tratar livianamente el plan divino.
¿Qué les espera a estas dos personas si para ellos el matrimonio es probar la bendición que Dios intentó que fuese? ¿Qué deben tener ellos en sus corazones? ¿Qué sustentará esta nueva relación? ¿Habrá algunos ajustes o conflictos? Vamos a considerar algunos de ellos.

Flexibilidad y Entendimiento

Cada pastor de una iglesia sabe la verdad de esto. Cuando dos vidas se unen, hay, necesariamente, por un tiempo, un ímpetu de vida contra vida. Todos nosotros procedemos de diferentes trasfondos, familias, temperamentos y personalidades. Muchos ajustes deben ser hechos, y cada uno debe tener mente y corazón entendidos para combinar estas relaciones juntos. Se debe empezar por entender que hay una gran diferencia entre la manera de pensar de un hombre y la de una mujer. Cosas que son importantes para una mujer son insignificantes para un hombre, y cosas que son importantes para un hombre son insignificantes para una mujer. Rápidamente se descubren aquellos hábitos, gustos e inclinaciones que difieren mucho más ampliamente que lo que pensábamos durante aquellos maravillosos días de cortejo de novios. Si ambos fueran idénticos, el matrimonio rápidamente se tornaría aburrido. Dios nos hizo diferentes para que pudiéramos complementarnos uno a otro mientras maduramos.
La mejor manera de hacer estos ajustes es usar frecuentemente las siguientes cinco palabras: “Lo siento, perdóname, te amo.” Un versículo para fortalecernos en esto es: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19). Al descubrir tantas diferencias, algunas parejas a veces crecen descorazonadas y concluyen al fin que su matrimonio fue un espantoso error. Entendamos una vez más, que el matrimonio requiere sacrificio y ajustes del uno para el otro. Es fácil olvidar cuan maravilloso fue y cuánto estabas enamorado antes de casarte. De nuevo, el matrimonio es un plan Divino que fusiona dos vidas en una, y lo va haciendo un día a la vez, comienza a madurar y complementar uno al otro en cada cosa que hagas. Como alguien ha dicho, “Tu nunca conoces realmente una persona hasta que vivas con él o con ella, y comenzar a conocerse es el gozo de la vida matrimonial.”
Déjame ilustrarte cómo funciona todo esto. ¿Has estado parado y observando cómo dos cursos de aguas confluyen para formar uno sólo? Uno puede ser una corriente barrosa y la otra de aguas claras. Donde las dos corrientes se encuentran se observa una línea divisoria. Al seguir la nueva corriente, te sorprenderá encontrar que dentro de una comparativa corta distancia todos los signos de distinción se pierden. Las corrientes han sido completamente fusionadas. Así es cuando dos vidas se fusionan en matrimonio. Unión y perfecta mezcla nunca pueden forzarse. Vienen tranquila y gradualmente - pero vendrá – y sus vidas juntas serán más finas, más nobles y más fuertes que si no hubiera habido diferencias para vencer. Cada uno habrá ganado una victoria moral sobre su propia alma, y la vida unida en el Señor Jesucristo traerá calma y aguas tranquilas a una maravillosa relación.
A veces, en medio de tu frustración y autocompasión, el diablo tratará de destruir la relación. Una palabra que una pareja cristiana nunca debería considerar o discutir es la palabra “divorcio”. Nunca es la respuesta. Es la mentira del diablo para hacerte pensar que todos tus problemas se resolverían. Si has buscado la voluntad de Dios y Él los ha unido, con Su gracia y guía, y tu perseverancia, tu puedes hacer que funcione. Cuando mires atrás, años después, entenderás el vínculo del verdadero amor en el matrimonio y te regocijarás en la maravillosa relación que tienes. Todo lo que se necesita es un poco de sabia paciencia. Si cada uno es paciente y pensativo hacia el otro, el ajuste ocurrirá muy rápidamente, y descubrirás que el matrimonio, cuando estás en el centro de la voluntad de Dios, es la más maravillosa relación sobre la tierra.

Determinación

Edificar una relación matrimonial no es fácil. Deberán haber menos pensamientos de felicidad y más pensamientos del simple y desadornado trabajo de matrimonio. Cuando un científico se mantiene en silencio por años en el laboratorio de investigaciones, cuando un niño nace lisiado y algún corazón de madre es encadenado al pequeño sofá de sufrimiento, no les presionamos con tontas inquisitorias como si son felices o no. Tal pregunta sería un insulto. El matrimonio es una obligación a través de la cual debemos mirar. Debemos mirar antes de saltar, y habiendo saltado, estamos para permanecer comprometidos al poste del deber. Nunca hubo un matrimonio que podría haber posiblemente sido un éxito o un matrimonio que podría haber posiblemente sido un fracaso.
Nadie tiene derecho a la felicidad hasta que la gane por devoción, coraje y autosacrificio. Estas tres cualidades traen la felicidad y el gozo que Dios pensó para dos que llegan a ser uno en Él a través del matrimonio. “Sometiéndose unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21). La felicidad no es una meta motivacional. Ella cambia como el viento. La felicidad es el resultado de la obediencia en hacer la voluntad de Dios de acuerdo a la Palabra de Dios. “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13-14). Para la pareja cristiana, el matrimonio debería ser una nueva vida existente en dos personas.
Si la felicidad es la primera búsqueda y se la hace la meta final del matrimonio, ella elude la febril búsqueda y escapa. Si, de todos modos, el hombre y la mujer se ciñen a sí mismos a la aventura del matrimonio por convertirse en sacrificiales, pacientes, perdonadores y determinados a hacer un éxito de la aventura a cualquier costo, entonces ellos encuentran felicidad. El matrimonio es un medio de gracia, no una superficial felicidad humana. Recuerda, el matrimonio es un triángulo. En los puntos de la base, estás tu y tu cónyuge. En el punto superior del triángulo está Dios. Si te acercas a Dios, automáticamente se acercarán uno al otro, y si se acercan más uno a otro, automáticamente te acercarás a Él y hallarás que “el gozo de Jehová es tu fuerza” (Nehemías 8:10).

Buen trato y Cortesía

Si estas casado, recuerda como eras antes del casamiento, cuan atento fue tu trato! No podías hacer lo suficiente para complacer uno al otro. Después del matrimonio, cuan propensos somos a dejar caer las pequeñas cosas amenas de la vida. Las palabras “te amo,” “agradezco a Dios por ti,” “tu eres especial” y otra palabras de motivación, son frecuentemente menos usadas. Las pequeñas cortesías que significan tanto al corazón y a la felicidad de cada uno, comienzan a disminuir. Por supuesto, este no es un asunto unilateral. La esposa a menudo es tan negligente en este tema como lo es su esposo. El punto es que estas palabras y reconocimientos son necesarios para el éxito de la vida matrimonial. Márcalo como un punto, de modo que esos refinamientos en el modo del trato uno al otro sean preservados.
Nuestros corazones son amorosos, pero no tanto como para permanentemente resistir mal trato. El mismo hecho de que son corazones hogareños los hace más sensibles a tales negligencias. El corazón hogareño y el amor hogareño son fieles y resistentes plantas, pero no tan resistentes como para nunca necesitar el rocío y la luz solar de las amables, tiernas y corteses acciones. El hecho es que no hay corazones hambrientos tan apasionadamente luego de bondadosa, afectiva y premeditada cortesía, como los corazones hogareños de una pareja casada. Muchos matrimonies han sido destruidos en este punto. “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua; sino de hecho y en verdad” (I Juan 3:18).

Unidad de interés

Es algo muy fácil, incluso para los corazones que se aman unos a otros muy sentidamente, perder el rumbo. Antes del matrimonio, tu hiciste todo lo que podías para alcanzar lo que la otra persona gustaba. Entonces debías estar seguro de proveer esto para ella. Después del casamiento el esposo tiene su oficina, cuidados, responsabilidades profesionales y su diaria fatiga. La esposa tiene sus problemas de la casa, hijos y compromisos sociales. A menudo, antes de que cualquiera de los dos se de cuenta, ellos han separado rumbos, y malentendidos han llegado a ser fáciles, porque sus intereses han sido removidos lejos.
Ahora, hay excelentes maneras para encarar estas contingencias. Conocemos un espléndido hombre y su esposa que han estado casi abrumadoramente ocupados, cada uno en su propia línea de trabajo. De todos modos, ellos no han permitido que esto les cause crecer apartados. Ellos leen juntos. Cada uno se interesa por los problemas y las esperanzas del otro. Ellos adoran juntos y oran juntos. Los años los han entretejido en una perfecta unión de amor matrimonial. Ningún hombre es tan grande como para estar por encima de los asuntos que afectan los intereses de su esposa. Si él es desconsiderado, no es un signo de grandeza sino de insensatez y fracaso en cuidar del más precioso tesoro que Dios le ha dado. El matrimonio es más que encontrar la persona correcta; es ser la persona correcta. Y para ser la persona correcta, debes tener una correcta relación con Jesucristo. Entonces tendrás la correcta relación con el otro. Por favor lee Colosenses 3:12-17.

Visión para Evitar Malentendidos

La vida matrimonial no es un lugar para andar calculando a quien le corresponde o de quién es la obligación. El verdadero amor no conoce tal decisión! Ninguno, excepto un necio, tomará tal curso. La vida matrimonial es para tomar el primer paso hacia la reconciliación, para disculparse primero. Si palabras ofensivas han sido dichas durante el día, deben ser consideradas instantáneamente. Aquí tenemos una buena práctica, si palabras de ofensa o enojo han sido dichas durante el día, este versículo debe ser aplicado: “Airáos, pero no pequéis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Antes de cerrar tus ojos para dormir, debes estar seguro de que hay una completa restauración de la relación entre ti y tu cónyuge. Las palabras “lo siento” traerán paz al corazón, sumado a un buen sueño nocturno. El verdadero amor se deleita en ser el primero en perdonar. No hay lugar para el orgullo en la vida matrimonial. No debería haber sido permitido antes del matrimonio. No debe ser permitido ahora.

Jesucristo en el Hogar

Dejar a Jesucristo y la Biblia fuera de nuestra diaria conversación es un error fatal. Jesús nunca tuvo un hogar de su propiedad, pero fue un amante del hogar y pasó mucho tiempo en diferentes hogares. Su Presencia en el hogar es indispensable. Él ama tu hogar y quiere ser un huésped bienvenido en todo tiempo. Nunca debes crear una situación en tu hogar o relación con la que no te sentirías confortable invitándole como tu huésped. Realmente no puede haber profundo y permanente amor sin Él. Podría haber acuerdo, de alguna clase. Hombres y mujeres podrían vivir juntos en paz, pero no hay tal cosa como un verdadero hogar sin la permanente presencia del Hijo de Dios. El corazón de cada hogar es la esposa; la cabeza de cada hogar es el esposo; la cabeza de cada marido es Cristo; la cabeza de Cristo es Dios. “Pero esto quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (I Corintios 11:3).

domingo, 16 de septiembre de 2012

¿Qué consecuencias tendría para el mundo un IránNuclear?n

biblias y miles de comentarios
 
¿Qué consecuencias tendría para el mundo un Irán nuclear? Mientras los políticos y expertos debaten sobre qué hacer acerca del asunto, Irán continúa desarrollando armas nucleares y amenazando a Israel y al mundo. ¿De qué manera nos ayuda la Biblia a entender los eventos en el Medio Oriente y a adquirir una perspectiva global apropiada?

INDICE:
El surgimiento de una nueva Babilonia  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
El Medio Oriente: Centro de las profecías de los últimos tiempos . . . . 8
Generalmente vemos al Medio Oriente en el frente mismo de los
programas noticiosos alrededor del mundo. Incluso naciones muy
lejanas están siendo profundamente afectadas por lo que ocurre
en esta región tan volátil. Necesitamos entender lo que se ha
profetizado que ocurrirá allí y por qué.
Encarcelado y fiel .  .  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
¿Se siente prisionero de las aflicciones y los duros momentos que
parecen no tener fin? Si es así, ¿cómo se puede seguir siendo fiel
a Dios y a su camino?
¿Vivirán los muertos nuevamente?  .  .   . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
¿Hay vida después de la muerte? Si es así, ¿cómo es esto posible,
y cómo será? ¿Durará para siempre?
La Biblia y el cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Uno puede mejorar su desempeño intelectual mediante la lectura,
y al mismo tiempo desarrollar un carácter íntegro.
Preguntas y respuestas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Una profecía extraña
Apocalipsis 17 describe una enigmática visión del apóstol Juan: una potencia del tiempo del fin, simbolizada por una bestia cabalgada por una mujer. Él vio a “la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas” (v. 1). En simbolismo profético, las aguas y los mares representan “pueblos,
muchedumbres, naciones y lenguas” (v. 15).
Esta mujer monta “una bestia escarlata . . . llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos”. Y la frente de la mujer tiene “un nombre escrito, un misterio: babilonia la grande, la madre de las rameras  y  de  las  abominaciones  de  la tierra”  (vv. 1, 5). Esta mujer deja en evidencia diferentes rasgos desagradables en la medida que interactúa con el poder de la bestia y sus pueblos. La atención de Juan se concentra en esta mujer por el gran impacto que ocasiona su proceder.
En otra parte del libro de Apocalipsis se usa a la mujer para simbolizar a todo el pueblo de Dios, su verdadera Iglesia (com-pare Apocalipsis 12:17; 19:7). Pero como la mujer que se describe en el capítulo 17 es una ramera, no puede representar a la fiel Iglesia de Dios, aunque sí a una iglesia o
sistema religioso apóstata.
De igual forma, los animales o bestias en las profecías representan poderes geopolíti-cos humanos. En Daniel 7, por ejemplo, las criaturas representan proféticamente distin-tos imperios: el babilónico, el medo-persa, el greco-macedonio y el romano.
Esta mujer, llamada Babilonia la Grande, cabalga esta enorme bestia durante una sucesión de épocas. El simbolismo bíblico aquí es una unión iglesia-estado, en donde la mujer representa a una entidad religiosa y la bestia a un gran poder geopolítico.
La historia muestra que la combina-ción más potente y de mayor alcance de estos dos poderes fue la del Sacro Imperio Romano. Este complejo y duradero imperio comenzó en Europa en el siglo octavo y se mantuvo vigente de diversas formas hasta el siglo XIX. Alcanzó su apogeo durante la época del emperador español de la dinastía  Habsburgo, Carlos V. Su imperio no solo abarcó gran parte de Europa, sino que se extendió hasta las Américas.



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