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sábado, 5 de diciembre de 2015

Te has llenado de deshonra más que de honra. ¡Bebe tú también, y deja al descubierto tu prepucio! El cáliz de la diestra de YHVH se volverá contra ti, y una pútrida ignominia cubrirá tu gloria...la derramada sangre humana y la violencia hecha a la tierra, a la ciudad, y a cuantos moran en ella, te cubrirán.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



Preparémonos para enseñar en la Congregación
Habacuc 2:2-20
2      Y YHVH me respondió y dijo: Escribe la visión y escúlpela en tablillas, para que cualquiera la pueda leer con rapidez.
3      Porque es aún visión para el tiempo señalado: ella hablará al fin y no será frustrada. Aunque tarde, aguárdala, porque sin duda vendrá, y no se retrasará.
4      He aquí, aquel cuya alma no es recta está envanecido, pero el justo por su fe vivirá.
5      El hombre arrogante, traicionado por el vino, no se queda en casa; ensancha como el Seol su alma, y es como la Muerte, que nunca se sacia. Aunque despoje a todos los pueblos y se adueñe de todas las naciones,
6      todos ellos entonarán contra él coplas y refranes sarcásticos, diciendo: ¡Ay del que acapara lo que no es suyo! ¿Hasta cuándo había de acumular prenda tras prenda?
7      ¿No se alzarán de pronto los que te han de saquear? ¿No se despertarán los que te han de oprimir con violencia para que le seas objeto de rapiña?
8      Por cuanto has despojado a muchas naciones, las demás naciones te despojarán a ti, por la derramada sangre humana y por la violencia hecha a la tierra, a la ciudad, y a cuantos moran en ella.
9      ¡Ay del que mete en su casa ganancias injustas, y pone en alto su nido para escapar de la calamidad!
10      Has tomado consejo vergonzoso para tu casa, aniquilando a muchos pueblos, has pecado contra ti mismo.
11      Por eso la piedra clamará desde el muro, y la viga del enmaderado le responderá.
12      ¡Ay del que edifica la ciudad sobre la sangre, y establece una ciudad sobre la iniquidad!
13      ¿No procede de YHVH Sebaot que los pueblos trabajen para el fuego y las naciones se fatiguen en vano?
14      Porque la tierra estará llena del conocimiento de la gloria de YHVH, como las aguas cubren el mar.
15      ¡Ay del que emborracha a su prójimo, y lo embriaga con un cáliz venenoso para recrearse en su desnudez!
16      Te has llenado de deshonra más que de honra. ¡Bebe tú también, y deja al descubierto tu prepucio! El cáliz de la diestra de YHVH se volverá contra ti, y una pútrida ignominia cubrirá tu gloria.
17      Porque la violencia hecha al Líbano, la matanza de las bestias aterrorizadas, la derramada sangre humana y la violencia hecha a la tierra, a la ciudad, y a cuantos moran en ella, te cubrirán.
19      ¡Ay del que dice al leño: Despierta, y a la piedra muda: Levántate! ¿Acaso ésta puede enseñar? He aquí está recubierto de oro y plata, pero no hay espíritu en él.
18      ¿De qué le sirve al ídolo que lo talle el artífice, si es una imagen, un maestro de mentiras? ¿De qué al artífice confiar en su obra, haciendo ídolos mudos?
20      Pero YHVH está en su santo Templo: ¡Guarde silencio ante Él toda la tierra!

Respuestas a JHVH
Segunda respuesta de Jehovah, 
Habacuc 2:2-20

Jehovah no reprende a Habacuc por lanzarle este nuevo reto teológico; más bien, le da más revelación acerca del futuro, pero esta vez acerca del destino del imperio babilónico. A esta porción se la puede dividir en dos partes mayores. 
En la primera (Habacuc 2:2–6a) Jehovah asegura a Habacuc que lo que él compartirá son palabras confiables. A la luz de ellas, el creyente debe vivir una vida de fe. 
La segunda parte (Habacuc 2:6b–20) contiene una serie de “ayes” sarcásticos por el derrocamiento de Babilonia. Jehovah se glorificará a través de este juicio sobre el imperio cruel e idólatra.
El ateísmo del poder
Al contemplar el mundo de hoy, nos preguntamos: ¿Por qué tanta maldad, tantos fracasos? El poder está siendo usado para destruir en vez de bendecir. Unos hacen del “poder” su dios y se inclinan delante de él. 
La nación de los caldeos tuvo un ejército muy poderoso y conquistaron a muchas naciones. Ellos adoraban al “poder” de su ejército y sus máquinas de guerra; su red y su malla.

Ciertamente hoy en día no practicamos tales ritos. Sin embargo, podemos ser culpables de adorar “al poder” en vez de adorar a quien es la fuente del poder: nuestro Dios. Dios nos ha manifestado su poder en varias maneras en toda su creación. 
A través de la historia, Dios ha obrado y revelado su poder. Vemos en nuestro Señor Jesucristo la revelación suprema del Poder de nuestro Dios. 
Por medio de Cristo, Dios conquistó la muerte. No hay poder más grande. No adoremos al “poder”. Adoremos a quien es la fuente de todo poder, nuestro Señor Jesucristo.
(1) Implicaciones de la visión del futuro,  Habacuc 2:2-6a
Así como la respuesta al lamento inicial no solamente se dirigía a Habacuc sino a todo Judá (Habacuc 1:5), ésta también tendrá un alcance amplio (Habacuc 2:2). 

Jehovah pide que la visión se escriba en tablas; en otras palabras, que sea pública. Escribir la visión también tendría dos propósitos más. Por un lado, se debe poner en tablas, para que corra el que las lea. Una forma de interpretar esta frase es que la visión se ha colocado sobre una tabla tan grande que no es necesario detenerse para poder leerla al pasar por ese lugar. 

Otra opción no es entender la frase lit., sino como un modismo por leer rápidamente. 

En ambos casos, la meta es que lo escrito sea legible y fácil de captar. Seguramente, esto sería una noticia grata para Habacuc. Hasta este punto en el diálogo el profeta ha tenido sus dudas. Ahora él y la nación podrían entender la voluntad divina más claramente. 

Se debe mencionar que este verbo “leer” en heb. (qara) también puede significar “proclamar” (en aquella época se leía en voz alta); el que las lea entonces podría traducirse “el que las proclame” (o “el heraldo”). En este caso, el heraldo correría para anunciar la visión al pueblo (comp. 2 Sam. 18:19–27; Est. 3:15, 8:10–14). El heraldo aun podría ser el mismo profeta (comp. Jer. 23:21; Zac. 2:3, 4).

Jehovah expone el segundo propósito en 2:3. Las tablas servirán como un testimonio en el futuro del cumplimiento de la palabra de Jehovah (comp. Isa. 8:1, 30:8). La visión es segura. Aunque tal vez desde la perspectiva humana ese cumplimiento parezca dudoso, sin duda vendrá y no tardará según el punto de vista divino. Jehovah dirige la historia soberanamente. Todos los acontecimientos tienen su tiempo asignado (comp. el mensaje profético acerca de los últimos días en Dan. 8:19; 11:27, 35; 12:7). Habacuc se había lamentado ¿Hasta cuándo? (1:2), pero ahora él ve que debe esperar el fin estipulado por Dios.

El desafío de confiar en Jehovah continúa en Habacuc 2:4 y 5. El versículo 4 tal vez sea el más conocido del libro. Es citado tres veces en el NT, en Romanos 1:17; Gálatas 3:11 y Hebreos 10:38. Se observa que Dios hace un contraste entre el orgulloso y el justo. 

En este contexto el orgulloso es el imperio de Babilonia, que se jacta de su poder (Habacuc 1:10, 15, 16). Esa arrogancia se manifestaba en el deseo insaciable de extender las fronteras del imperio por medio de sus conquistas (Habacuc 1:6, 15, 17). 

Este apetito por controlar a los otros pueblos se compara en el v. 4 con el del Seol, es decir la muerte (o la tumba), que llega a todo ser humano y nunca se sacia (Prov. 27:20, 30:16; Isa. 5:14). Sin embargo, según el v. 6, serán esos mismos pueblos los que harán burla del imperio cuando caiga. No prosperará Babilonia para siempre. Los que han sufrido de su mano se regocijarán al ver su derrocamiento (comp. Isa. 14:3–8; Nah. 3:19).

En contraste con este orgulloso está el justo. Pero, ¿qué significa por su fe vivirá? ¿A qué se refiere el verbo “vivir”? Una manera de interpretar la frase es que “vivir” significa sobrevivir a la invasión caldea: el justo, el que cree en Jehovah, será protegido y preservado cuando llegue el ejército enemigo (comp. Habacuc 1:12). El problema con esta opción es que los justos ya estaban padeciendo penas (Habacuc 1:2–4). Además, el resto de las escrituras nos indican que en la invasión el sufrimiento cayó sobre todos (3:16, 17; 2 Rey. 25:2, 3). 

Muchos murieron (2 Rey. 24:2; 25:6, 7, 18–21; 2 Crón. 36:17) y miles fueron llevados en cautiverio (2 Rey. 24:14–16; 25:11). Profetas contemporáneos a Habacuc también hablan del terrible juicio divino abarcador (por ej., Abd. 10–14; Jer. 4:19–31, 6:11–26; Lam.; Sof. 1:2–18). A pesar de que la responsabilidad por la destrucción era primordialmente de sus líderes (Jer. 21–23, 28; Sof. 3:1–8), la nación entera sufriría.

Otra opción es que el profeta se refiere a la vida eterna: el justo es salvo por su fe. Realmente esta interpretación es importada del NT y de la teología del apóstol Pablo. Pablo cita Habacuc 2:4 en dos ocasiones: en Romanos 1:17 y en Gálatas 3:11, para apoyar bíblicamente la verdad de que el ser humano recibe la vida eterna por medio de su fe en Dios. 

No obstante, el uso paulino parece ser una extensión o una profundización espiritual del mensaje del profeta; mientras que Habacuc habla desde un contexto en el cual espera un consejo concreto para su situación abrumadora. Es mejor interpretar esta frase con más atención a los detalles textuales de este libro profético. Habacuc ya había mencionado a los justos en Habacuc 1:2–4

Allí, contrasta a los impíos, quienes manipulan la Ley y violan a la población, con los justos. Ahora en Habacuc 2:4 hay otro contraste, uno entre el justo y el orgulloso. Lo que el texto subraya en estos dos pasajes es una cualidad de vida. Además, la palabra heb. (emunah), que se traduce fe en este v. 4, en el AT connota fidelidad, lealtad, estabilidad y permanencia (ver, por ej., Sal. 40:10, 119:86; Prov. 12:17). 

Es la creencia en acción. Por lo tanto, Jehovah está declarando que, en las circunstancias hasta que se cumpla lo que dirá a su profeta, la vida del justo debe caracterizarse por la fidelidad a su persona. El justo vivirá día tras día consecuentemente con su Ley y su voluntad. No vacilará en el camino recto, sin importar las dificultades; en definitiva vivirá por fe.

La cita en el NT de Habacuc 2:4 que mejor refleja este concepto es Hebreos 10:38. El autor bíblico señala que los creyentes han mantenido su testimonio a pesar del sufrimiento (10:32–39) y nos presenta una lista de héroes para estimularnos a la constancia (11:1–12:2). 

Al enfocar la fe en Dios y la vida eterna, aun Pablo no deja de lado esta exigencia de una vida marcada continuamente por la fe. En Romanos 1:17 Pablo cita Habacuc 2:4 para hablar de la vida eterna, pero más adelante en esa misma epístola el Apóstol señala que esta nueva relación con Dios siempre debe encarnar la fidelidad (caps. 6–8). En otras palabras, la teología de la salvación no puede separarse de la santificación. El que cree en Dios para vida eterna, según el NT, debe manifestar una vida totalmente nueva (1 Cor. 6:9–11; 2 Cor. 5:17; Gál. 5:16–25; Ef. 4:1, 22–24).

En suma, Jehovah inicia su respuesta al segundo lamento de Habacuc en 2:2–6a. Lo exhorta a que haga que la visión sea accesible a todo el pueblo, aún más importante, anima a los justos a seguir una vida de fe. Tienen que confiar en sus planes soberanos y mantenerse fieles a sus preceptos. Aunque ahora la nación pasa penas y pasará por tiempos peores a causa de la invasión, deben estar seguros de que un día Babilonia será derrotada.

(2) Ayes contra Babilonia, Habacuc 2:6b-20
El v. 6 sirve de transición a esta segunda sección mayor. El v. 6a del cap. 2 menciona que los conquistados se lanzarán contra él con refranes y sarcasmos (burlas). La siguiente parte viene en forma de cinco “ayes”; de estos el primero empieza en Habacuc 2:6b. En heb. la palabra traducida como ay (hoy ) no siempre es asociada con lamentos. 

Más bien es una exclamación, como “¡oh!”. El tono de la exclamación depende del contexto literario en el cual se encuentra. Por ejemplo, se utiliza en lamentos como el de Jeremías 22:18. Para llamar la atención: Isaías 55:1; Zacarías 2:6, 7; o introducir un juicio como en Isaías 5:8–23, 10:5, 28:1; Amós 5:18, 6:1. Los términos de Habacuc 2:6a (refranes, sarcasmos) indican que, aunque los “ayes” de Habacuc 2:6b–20 anuncian los juicios que vendrán sobre Babilonia, tienen el propósito de poner en ridículo al burlador orgulloso.

Estos cinco “ayes” presentan dos enseñanzas teológicas importantes. Primera, cada una recalca que el juicio divino corresponde al pecado (la ley del talión). En este caso, el imperio de Babilonia pasaría por lo mismo que les había hecho a otros pueblos. Es la misma verdad que fue subrayada en Habacuc 1:5–11 en relación al castigo que recibiría Judá.

Esta sección también deja muy claro que Jehovah no soporta a ningún rival que aspire a la gloria que solo él merece. Los imperios buscan dominar a las naciones para satisfacer su propio egoísmo; en el futuro será el conocimiento de la gloria de Jehovah lo que llenará la tierra (Habacuc 2:14). Es necesario señalar que estas descripciones del imperio babilónico son muy generales: no se mencionan nombres, ni fechas, ni lugares geográficos. 

Este cuadro del imperio opresor es similar a los que aparecen en muchos pasajes relacionados con otras naciones en el AT. Los mismos crímenes y actitudes caracterizan a todo poder y sistema humano que se aparta de Dios (1 Sam. 8:10–18; Isa. 10:7–11, 36:1–20; Amós 1:3–2:8), es decir, a pesar de que en el contexto de esta obra profética Habacuc 2:6–20 se refiere a Babilonia en particular, su mensaje de juicio y humillación sigue vigente a través de toda la historia.

a. Juicio por la explotación, Habacuc 2:6b-8
Babilonia había acumulado sus riquezas por la extorsión. Trataba sin misericordia a los pueblos que por una u otra razón estaban endeudados con el imperio y no podían pagar (Habacuc 2:6b). Se compara esta acción con juntar las prendas empeñadas de los pobres (comp. Éxo. 22:25–27; Deut. 24:10–13; Neh. 5:1–13). Esta acumulación de bienes se había logrado por medio de mucha violencia (2:8; comp. 1:8, 9).

Los pueblos, así como Habacuc 1:2, claman ¿hasta cuándo? Y súbitamente (Habacuc 2:7; comp. “en vuestros días”, Habacuc 1:5), dice Jehová, los endeudados serán los acreedores de Babilonia. Los explotados entonces maltratarán a sus opresores de la misma manera que ellos fueron abusados.
Tesoro bíblico
Porque la tierra estará llena del conocimiento de la gloria de Jehovah, como las aguas cubren el mar (Habacuc 2:14).
b. Juicio por el saqueo, Habacuc 2:9-11
Estos versículos continúan la idea de la porción anterior. Se logró cierto grado de bienestar y seguridad (comp. Núm. 24:21, Abd. 3, 4) a expensas de las demás naciones. Su casa puede referirse literalmente al palacio del rey, pero también a la capital, a la dinastía, o aún al imperio entero. Aunque la última posibilidad tal vez sea la mejor a la luz del contexto, las diferentes opciones son inseparables. El imperio giraba alrededor de la magnífica ciudad de Babilonia y su suntuosa corte real. El anhelo era establecer un reinado intocable e indestructible, pero los oprimidos que trabajaron en el levantamiento del imperio (comp. Éxo. 2:23; Jue. 3:9) o las piedras mismas de los proyectos de construcción (comp. Luc. 19:40) clamarán en contra de Babilonia. Serán testigos para acusar al imperio en el día de juicio.

c. Juicio por el egoísmo, Habacuc 2:12-14
El v. 12 continúa el tema de establecer el imperio a costa del sufrimiento de otros pueblos. Otra vez surge la mención de la violencia como medio para lograr fines egoístas.

Los vv. 13 y 14 hacen un contraste entre estos planes crueles y los decretos soberanos de Jehovah. Por el juicio que envía Jehovah, todo lo que se había logrado se perderá (comp. Sal. 127:1, 2; Deut. 9:3; Isa. 66:15). Será Jehovah de los Ejércitos, el Dios guerrero (Éxo. 15:3), quien llevará a cabo la destrucción del imperio confiado. Tarde o temprano traería a otro imperio para destruir y reemplazar a Babilonia. En la historia, los medos y los persas fueron su instrumento de juicio. Conquistaron a Babilonia en el año 539 a. de J.C.

El propósito divino primordial para remover a Babilonia es que el mundo esté lleno del conocimiento de la gloria de Jehovah (Sal. 57:5, 11; 72:19) y no de la fama de un imperio perverso. 

Si se pensara en los términos más amplios de la teología antiguotestamentaria, se notaría que en Israel la gloria de Jehovah se asociaba en particular con el tabernáculo (Éxo. 40:34, 35) y el templo (1 Rey. 8:11). Por otro lado, en cierta forma la tierra ya está llena de su gloria (Sal. 19:1), porque es el Creador y Soberano quien se manifiesta a través de la historia y la naturaleza. 

Pero en el futuro todo el mundo y todos los pueblos lo reconocerán como único Rey y Dios. Será adorado por toda la humanidad y toda persona obedecerá su voluntad (Isa. 2:1–4). Reinará como Mesías sobre un reinado de justicia y paz que se extenderá por el globo entero (Sal. 2, 72; Isa 9:6, 7, 11:6–10, 32:1–8; Dan. 7:13, 14). A la luz del NT, sabemos que este Mesías es Jesús, quien cumplió las esperanzas de un rey davídico (Mat. 2:2, 27:37; Luc. 1:31–33, 68–71; 23:1–3). 

Fue proclamado Rey por su Padre en su bautismo (Mat. 3:17; comp. Sal. 2:7). Después de la resurrección y la ascensión se sentó en un trono celestial, desde el cual reina desde ya y otorga de su Santo Espíritu a los suyos (Hech. 2:33–39; Ef. 1:20–23, 4:7–13; Fil. 2:6–11). Vendrá otra vez como Rey de Reyes y Señor de Señores (Apoc. 19:16).

d. Juicio por la humillación, Habacuc 2:15-17
En varios pasajes los profetas anunciaron que Jehovah utilizaría a Babilonia, así como a Asiria en el siglo anterior, para llevar a cabo el juicio sobre las naciones. A través de las conquistas del imperio derramaría el furor de la copa de su ira (Isa. 51:17–22; Jer. 25:8–29, 51:7).

El v. 15 señala que Babilonia, al cumplir inconscientemente esta tarea, humilló a los pueblos, los dejó “desnudos”: les quitó su dignidad y su autoestima (comp. Isa. 47:1–3; Jer. 13:20–27; Eze. 16:35–41; Nah. 3:5). Esta figura se basa en la práctica de aquel entonces de llevar a los conquistados desnudos al cautiverio (2 Crón. 28:15; Isa. 20:3, 4).

Al igual que en los “ayes” anteriores, Babilonia recibirá lo merecido. Así como había dado a beber de la copa de la ira divina a otros, ahora Babilonia tomaría de esa copa. En vez de gloriarse de la vergüenza de otros, sería deshonrada en su derrota (Habacuc 2:16). Por última vez, Habacuc hace referencia a la violencia de Babilonia (Habacuc 2:17). El Líbano puede representar a Israel como nación (Deut. 1:7, 8; Jos. 1:4; 1 Rey. 9:19; Isa. 33:9; Eze. 17:3). 

No obstante, por la mención de fieras y la tierra, es más probable que se refiera al famoso bosque de esa zona (1 Rey. 4:33, 5:6, 7:2; Sal. 104:16). Posiblemente Nabucodonosor lo explotó para sus proyectos de construcción (comp. Isa. 37:24). La violación de Judá entonces será total: hombres, animales y la naturaleza sufrirán por la invasión. Pero la misma suerte caerá sobre Babilonia; también ella será devastada (Jer. 50:8–16, 39, 40; 51:25–29, 43).

En el v. 16 los Rollos MM y varias versiones antiguas proponen atúrdete (de la raíz rael) en vez de TM “muestra tu prepucio” (de la raíz arel; compare RVR-1960, Dios Habla Hoy). La RVA sigue este cambio que encaja bien con este contexto (comp. Sal. 60:3; Isa. 51:17, 22; Zac. 12:2). Sin embargo, TM también cuadra con el mensaje de esta sección. 

El v. 15 menciona la desnudez y la asocia con la vergüenza. La frase “muestra tu prepucio” también haría referencia a la desnudez y sería paralela. En este caso, la desgracia se relaciona con la incircuncisión, con no ser miembro del pueblo escogido por Dios. Además, el comentario que acompaña la traducción de los Rollos MM dice que el impío del cual habla el versículo no había circuncidado el prepucio de su corazón. Este dato muestra que el autor del comentario de Qumrán estaba consciente del TM y lo tomaba en cuenta.

e. Juicio por la idolatría, Habacuc 2:18-20
Se puede observar que la última parte del v. 8 es igual, palabra por palabra, a la del v. 17. Por medio de esta repetición el autor bíblico indica el comienzo y el fin de una sección. Esta manera de enmarcar los límites de un pasaje se llama “inclusio”. Los primeros cuatro “ayes” (Habacuc 2:6b–17) que se incluyen en esta estructura elaboran temas comunes: la violencia, la opresión y el juicio según la norma “ojo por ojo”. El enfoque de este quinto “ay”, que está afuera del inclusio, es distinto. 

Ahora Jehovah denuncia la idolatría de Babilonia. A la vez, se puede notar que, en contraste con los pasajes anteriores, la palabra ay no inicia la primera línea de esta sección (Habacuc 2:6, 9, 12, 15), sino que aparece hasta el segundo versículo (Habacuc 2:19). Este cambio es otra forma de llamar la atención a estos versículos. Es decir, tanto por la estructura como por el cambio de tema, Habacuc comunica a sus lectores que este último ay es diferente. Es el clímax de esta larga sección (Habacuc 2:6b–20).

Antes el profeta había mencionado la idolatría del imperio babilónico (Habacuc 1:11, 16). En Habacuc 2:18, 19 es Jehovah quien la señala, pero él la compara con su propia persona. Los ídolos son creación humana. No son confiables y carecen de poder, mientras que el Dios de Judá es el Soberano (comp. Habacuc 1:5; 2:3, 13). Jehovah habla a su profeta y se comunica con su pueblo, pero los dioses paganos son mudos (comp. Deut. 4:28; 1 Rey. 18:26–28; Isa. 44:9, 10).
Los cinco ayes
Habacuc 2:6–19
     1.     ¡Ay del que multiplica lo que no es suyo! (Habacuc 2:6) No respeta la propiedad de otro. No le da vergüenza robar.
     2.     ¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, poniendo en alto su nido para escaparse de mano de la calamidad! (Habacuc 2:9) Codicia. Inmoralidad.
     3.     ¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que establece la aldea con iniquidad! (Habacuc 2:12) No tiene respeto por la vida. Edifica a costa de la vida de otros.
     4.     ¡Ay del que da de beber a su compañero del cáliz de su ira, y lo embriaga para mirar su desnudez! ( Habacuc 2:15). Las tragedias que traen las bebidas alcohólicas. Vidas, familias y naciones destruidas.
     5.     ¡Ay del que dice al palo: “¡Despiértate!” y a la piedra muda, “¡Levántate!” ¿Podrá él enseñar? He aquí que está cubierto de oro y de plata; no hay espíritu dentro de él. (Habacuc 2:19). Idolatría. La codicia es igual a la idolatría.
Con los cinco ayes, vemos la lista de cinco pecados. Por la práctica de estos pecados, la fibra de la sociedad está debilitada y destruida. El pecado está en contra de Dios, y está en contra de todo lo bueno. ¡Donde el pecado gobierna, la anarquía reina!
Tesoro bíblico
Pero Jehovah está en su santo templo: ¡Calle delante de él toda la tierra! (Habacuc 2:20.)
Mostrar que él era un Dios superior a las vanidades paganas tendría mucho peso en esa coyuntura histórica. En el Medio Oriente la creencia era que la derrota probaba que los invasores tenían dioses más poderosos (2 Rey. 18:28–35). Subrayar aquí que Dios es incomparable haría que Habacuc y los judíos confiaran en que Jehovah no solo podía decretar la invasión por Babilonia, sino también después eliminar a ese imperio. Así como Jehovah se burla del orgullo de Babilonia en los primeros “ayes”, en éste pone en ridículo a los dioses que supuestamente la sostienen, defienden y le otorgan sus victorias. Jehovah sí llevará a cabo sus planes, no obstante la devastación de su pueblo. La vara con la que Dios ejecuta su juicio divino (Habacuc 1:5–12) también será juzgada (Habacuc 2:6b–17).

El v. 20 es una conclusión abrupta a esta sección; Jehovah corta el diálogo con Habacuc. Frustrado por el silencio de Jehovah, él había clamado sin cesar a favor de su pueblo (Habacuc 1:2–4). El profeta había cuestionado el compromiso de Jehovah para con su pueblo y su santidad; no veía que Dios castigara la injusticia. Después no entendía por qué utilizaría un poder pagano para cumplir su juicio (Habacuc 1:12–14). Jehovah responde que él está presente en medio del pueblo en su santo templo. Nunca estuvo lejos, ahora verán la manifestación de su voluntad en poder.

El silencio es exigido delante de Dios. Después de la extensa revelación compartida a Habacuc y a la nación, ya no puede haber más acusaciones o señalamientos. Jehovah sí es justo y soberanamente lleva a cabo sus propósitos. Ante esta verdad, toda Judá debe callarse y temerle. Aún toda la tierra debe responder de igual manera, porque él controla el destino de las naciones y los imperios. Basta ya de palabras; Jehovah sale ahora para poner en marcha el juicio (Sof. 1:7; Zac. 2:13).
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