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viernes, 4 de octubre de 2013

¿Quién determina la forma de gobierno eclesiástico, Dios o el hombre?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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El gobierno de la iglesia es de origen divino

¿Ha dejado Dios a criterio de los miembros de la iglesia lo concerniente a la política eclesiástica? ¿Hay en la Sagrada Escritura un modelo de gobierno eclesiástico? ¿O es que cada iglesia puede organizarse según sus propios criterios, según el país donde vive o según sea conveniente a su funcionalidad? En otras palabras: ¿Quién determina la forma de gobierno eclesiástico, Dios o el hombre?
Los presbiterianos creemos, como lo dijera Bannerman, que en el NT «es posible encontrar las principales y esenciales características de un sistema de gobierno que viene de la autoridad divina y es de obligación universal». Una lectura consciente y sistemática del NT ciertamente nos deja comprender que la iglesia de Cristo tenía una manera de organización que fue dada mediante inspiración divina a sus santos apóstoles. No afirmamos que el NT nos da todos los detalles de la organización de la iglesia. Sin embargo, tal como en forma tan sabia lo ha expresado el mismo Bannerman, la Palabra de Dios «encierra los principios generales y un esquema de una política eclesiástica, adecuada para ser el modelo autoritativo para todas las iglesias, capaz de adaptarse a las exigencias de los diferentes tiempos y países, y que a pesar de ello puedan exhibir una unidad de carácter y ordenamiento en armonía con el modelo bíblico».
De lo dicho, concluimos que Dios no ha dejado el gobierno de la iglesia a la voluntad humana. No es tampoco el producto del desarrollo de las circunstancias políticas de un país, ni de la voluntad mayoritaria de una iglesia. Pues, así como la iglesia pertenece a Cristo, quien es su cabeza y ella es su cuerpo, el gobierno de su iglesia es «modelado y establecido no por la sabiduría del hombre, sino por la cabeza de la iglesia. No descansa sobre la base de las conveniencias humanas sino en lo establecido divinamente».


1.2 La Biblia norma la forma de gobierno eclesiástico

Ciertamente, la Biblia norma la forma de gobierno eclesiástico. Pero esta afirmación levanta dos preguntas fundamentales. ¿Por qué el gobierno de la iglesia está determinado solamente por la Palabra de Dios? y ¿Por qué el hombre no puede determinar la forma de gobierno haciendo uso de su sola inteligencia?
A la primera pregunta podemos responder en términos sencillos diciendo: Porque la iglesia no es una sociedad meramente humana. Tiene origen divino y por lo tanto está bajo la autoridad divina, bajo el gobierno de Cristo. De manera que Dios no acepta que alguien que no sea Cristo determine cómo debe gobernarse su cuerpo. El carácter y constitución de la iglesia no puede pues, ser determinado por el hombre sobre la sola base de la conveniencia, de factores culturales ancestrales ni de consideraciones políticas coyunturales. Siempre será la Palabra de Dios la que determina la forma de gobierno de la iglesia cristiana.
Los miembros de la iglesia no pueden decidir la política eclesiástica por libre voluntad, ni por unanimidad, ni por mayoría de votos. Pues, ellos no son los creadores, ni fundadores de la iglesia. Ellos han sido convocados por Dios para ser su pueblo. Ellos han sido llamados por Dios en Cristo, para ser adoptados como hijos suyos, y reunidos bajo una sola cabeza que es Cristo. Por lo tanto es Dios quien nos da las instrucciones en su Palabra, de cómo deben conducirse sus hijos que forman la iglesia de Cristo. De modo que si como cristianos aceptamos que la iglesia de Cristo es divinamente instituida, concluiremos que «es muy claro que el hombre ni está autorizado, ni es competente para emitir juicio sobre su organización».
A la segunda pregunta podemos responder afirmando que hay dos razones fundamentales, por las cuales, el hombre no está capacitado para determinar la forma de gobierno de la iglesia:

  1. La primera razón es el contraste entre la pecaminosidad del hombre y la santidad de Dios. Desde la caída, el hombre ha quedado inhabilitado para que por medio de la sola razón, no pueda determinar y regular la constitución de la iglesia en lo referente a su gobierno, ordenanzas y adoración a Dios. El hombre pecador no puede determinar por sí mismo la manera de cómo acercarse a Dios en adoración, ni la manera de cómo debe organizarse la iglesia ni determinar las doctrinas que desea creer. Todo ello está determinado por Dios en su Palabra. Esto nos diferencia de aquellos, que llamándose cristianos, no toman en consideración la Palabra de Dios para normar el gobierno, la adoración y la doctrina de sus congregaciones.

  2. La segunda razón es que la iglesia representa el reino visible de Dios, del cual Cristo es su Rey. Esto quiere decir que, en tanto representa un reino visible, la iglesia no sólo es diferente a los reinos de este mundo o las sociedades formadas por voluntad humana, sino que es un reino donde Cristo está personalmente presente como su gobernante y fundador. Por lo tanto, no hay duda que nosotros, los miembros de la iglesia, somos los siervos de Cristo nuestro Rey. El es quien reina en su iglesia, nosotros somos sus servidores. Este principio nos lleva a concluir junto con Bannerman que «El hombre no es el legislador de la iglesia cristiana, ni se le ha dejado lugar para estructurar su constitución o su forma de administración. Su lugar en ella es el de ministro o servidor de aquel que es la Cabeza».

Conclusión: El gobierno de la iglesia no es un asunto de decisión humana, ni está sujeto a la conveniencia de sus miembros, sino más bien, como lo explica Bannerman, «es un establecimiento positivo de Cristo y que la Escritura es la suficiente y autoritativa guía respecto a la constitución externa de la sociedad cristiana, no menos que respecto a sus doctrinas, su adoración y sus sacramentos».


1.3 Los detalles del gobierno deben basarse en el orden y la decencia

Como ya lo hemos dado a entender al responder a la segunda pregunta, no todos los detalles del gobierno eclesiástico se encuentran claramente estipulados en la Escritura. En estos detalles, las mismas iglesias presbiterianas pueden tener ciertas diferencias entre uno y otro país. Hay dos aclaraciones de orden teológico que debemos hacer aquí:

  1. Primero, aunque la Biblia es nuestra suficiente guía para establecer la constitución y ordenanzas de la iglesia, sin embrago, no encontramos en ella un cuerpo sistemático de legislación eclesiástica. Por lo tanto la iglesia está llamada a formular sus propias declaraciones o explicaciones. Pero, aún en estos detalles, estamos en la obligación de conservar los principios generales de la Escritura. Creemos que el principio de orden y decencia establecido en 1 Co. 14:40 debe guiarnos en todo momento.

  2. Segundo, aunque la Biblia es nuestra suficiente guía para establecer la constitución y ordenanzas de la iglesia, sin embrago, debemos distinguir aquello que es esencial a la estructura eclesiástica de lo que son características circunstanciales. Por lo tanto, en todo aquello que la iglesia como sociedad tiene en común con otras sociedades, corresponde a la iglesia determinar los arreglos necesarios para su bienestar. Estos arreglos que son comunes a otras sociedades deben realizarse teniendo en cuenta tres criterios.

    2.1. Primer criterio: Debemos estar seguros que dicho asunto es solamente circunstancial y no esencial. Por ejemplo, el número de veces al año que debe reunirse el presbiterio, es un asunto circunstancial que debe ser determinado por la mejor conveniencia de sus asociados.

    2.2. Segundo criterio: Debe ser un asunto para el cual no podemos encontrar pautas en la Escritura. Por ejemplo, la Escritura no nos indica cuántas congregaciones deben haber en un presbiterio, ni cuántos ancianos del consistorio deben ser delegados al presbiterio. Estos son asuntos que se determinan conforme a lo que más conviene a las normas de representatividad.

    2.3. Tercer criterio: Debe ser un asunto en el que, cualquiera sea la decisión que se tome, existan razones claras y satisfactorias. Por ejemplo, si decidimos que las asambleas generales se lleven a cabo en la capital de la república por ser el lugar más central para todos los presbiterios, es algo razonable y viable.

En la aplicación de estos tres criterios es de mucha ayuda la experiencia histórica de la iglesia cristiana y, en especial, la jurisprudencia de las iglesias reformadas de otros países, en tanto éstas sean viables en nuestro propio medio.

jueves, 23 de febrero de 2012

Devocionales Familiares: Una Lucha sin Cuartel


biblias y miles de comentarios
 
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 Lecturas Devocionales: MARZO 2012
MARZO
1.     El señor Mazo
2.     Aquí viene el juez
3.     Jesús y yo
4.     ¿A quién le corresponde el mérito?
5.     ¿Quién decide qué es bueno o malo?
6.     ¿Las reglas de quién valen?
7.     ¿Cómo puedes medir la verdad?
8.     Cómo comprender las reglas a fondo
9.     ¿Cuáles reglas gobernarán tu vida?
10.     Hazte un favor
11.     En busca de un caballito
12.     Adivina lo que oí decir de ti
13.     El que se merece el mérito
14.     Una señal gigantesca de Dios
15.     ¿Puedes sentir el amor?
16.     Dios escribió el libro del amor
17.     Dios escribió el nuevo libro del amor
18.     Tres realidades del amor
19.     Algo que siempre es correcto hacer
20.     Un amor que es más que humano
21.     Esteban y Copión
22.     Hay un precio sobre tu cabeza
23.     ¡Eh, tú, la del cabello anaranjado!
24.     Libreta de calificaciones
25.     Un día en la vida de cualquiera
26.     Un amigo para cada momento
27.     Una cena en una máquina del tiempo
28.     Cuando nos presionan
29.     ¿Eres o no eres?
30.     Ciento por ciento fiel
31.     Una reservación para llegar a tu destino
MARZO
1
El señor Mazo
Lectura bíblica: Romanos 3:10–20
Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante de él. Romanos 3:20
Es la última semana de clases antes de las vacaciones de primavera, y Mónica está ansiosa por ver el resultado de sus pruebas de aptitud física en su clase de gimnasia. Mónica superó por mucho a todas las demás compañeras en cada una de las pruebas. Pero cuando su profesor le entregó los resultados, lanza un grito horrorizado. Falló en cada una de las competencias.
Mónica se arrastra hasta donde está su profesor de gimnasia, preparada para pedir misericordia:
—Señor Mazo, ¿en qué fallé? Estaba segura de que ganaría uno de los premios de aptitud física.
—¿Premio? —el señor Mazo le menea su dedo megamuscular—. No ganaste ningún premio. Ni siquiera vas a aprobar este curso. ¿No leíste los requisitos en el tablero? Para pasar tienes que correr 1.500 m en tres minutos, colgarte del trapecio durante seis horas, correr la carrera de 50 m en dos segundos, y beberte un litro de refresco en seis segundos mientras cantas el himno de la escuela. Tienes que hacer 1.000 abdominales, 500 flexiones de pecho y embocar 100 tiros libres seguidos en baloncesto.
¡Qué bien le queda el nombre “Señor Mazo”!
¿No es cierto que te retirarías de la clase del señor Mazo sintiéndote un poquito descorazonado? Oh, más bien, ¡completamente descorazonado! Las normas de este profesor están totalmente fuera de tu alcance, excepto quizá la parte de tomarte el litro de refresco. Y quizá en 100 años podrías hacer 1.000 abdominales. Pero los demás requisitos son absolutamente imposibles.
Esperamos que no tengas profesores tan exigentes e irrazonables como el señor Mazo. Pero eso es lo que nos espera si intentamos agradar a Dios por medio de obedecer sus reglas. Es imposible. El problema no es que las reglas de Dios sean irrazonables sino que cumplirlas a la perfección es algo inalcanzable. Nadie puede vivir toda su vida sin cometer algún pequeño pecado, y la Biblia dice: “Porque cualquiera que guarda toda la ley pero ofende en un solo punto se ha hecho culpable de todo” (Santiago 2:10).
¿Es Dios tan duro como el señor Mazo? ¡De ninguna manera! Dios no nos dio sus mandamientos para hacernos caer. Sus mandamientos muestran en qué consiste la perfección. Pero sus normas también destacan que no somos perfectos, y que necesitamos otro camino para acercarnos a él.
Jesús es el camino. Él abre la puerta y te da la bienvenida al cielo, y a una relación cercana ahora mismo con tu Dios que te ama. ¿Lo aceptas?
PARA DIALOGAR: Uno de los primeros pasos para confiar en Dios es admitir que no puedes cumplir perfectamente todas su reglas. ¿Crees tú eso? ¿Por qué sí o por qué no?
PARA ORAR: Señor, te damos gracias por proporcionarnos un camino para llegar a ti, a través de la muerte de Jesús.
PARA HACER: Recuérdale hoy a un amigo que Dios nos acepta gracias a Jesús, ¡no porque seamos perfectos!
McDowell, J. J., Kevin. (2005). Devocionales para la familia : McDowell, Josh. (1 de marzo). El Paso, Texas, EE. UU. de A.: Editorial Mundo Hispano.

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viernes, 9 de septiembre de 2011

Sentados en Lugares Celestiales: Gobernados desde los cielos


Sentados en Lugares Celestiales: Gobernados desde los cielos

Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 22MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Crecimiento Espiritual
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Todo el ecosistema de nuestro planeta esta perfectamente cuidado y dirigido por Dios. Como El mismo nos enseña, las aves ni siembran ni siegan, y Dios las alimenta y las protege. El viste de fiesta cada primavera, y de pureza el invierno; todo es hermoso y perfecto en su tiempo.
He pasado noches enteras en la selva, donde la mano del hombre aún no ha entrado a corromper nada, donde para llegar, uno tiene que volar millas y millas observando desde los aires, una extensa e impenetrable alfombra verde. Allá dentro hay un mundo de millones de diferentes especies de vida animal y vegetal, que por miles de años se han ido renovando; muriendo unas, naciendo otras, y todo funciona por siglos y siglos en un orden perfecto.
Me maravillo observando Su creación... "todo fue hecho por El y para El". Me gozo de escuchar y discernir la sabiduría inefable de Dios que hay en cada estructura de Sus diseños.
Cada cosa creada desde su ínfima composición molecular habla de Dios y alaba a Dios.
"Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se los manifestó. Porque las cosas invisibles de El Su eterno poder y deidad se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas". Romanos 1:19-20
Dios no hace nada al azar ni por emoción, todo lo hace conforme a Sus modelos, y Dios Mismo se ciñe a los trazos de Sus diseños. Muchas veces hemos fallado como Iglesia, porque queremos que Dios se someta y responda a planes de hombres, y la verdad es que Dios sólo actúa conforme a los que El ha
diseñado.
En el albor de un nuevo milenio, Dios nos está revelando las estructuras que producirán la mayor manifestación de Su gloria, y que son sin lugar a duda, un fundamento de Su reino.
Estamos viviendo los tiempos más emocionantes de toda la historia de la humanidad. Generación tras generación ha querido ver y vivir las cosas que Dios preparó para nosotros. Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las cosas que nosotros estamos ya experimentando. Ciertamente la gloria de la casa postrera será mayor que la primera.
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