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jueves, 26 de marzo de 2015

La guerra celestial entre los ángeles buenos y los malos ya estaba en su apogeo antes de que Dios creara a Adán

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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LA ÚLTIMA PALABRA DE DIOS SOBRE LOS ÁNGELES
La esfera doctrinal [ángeles y espíritus] a la cual tenemos que entrar y atravesar en esta sección es la más importante y difícil de todas las demás[…] Las Sagradas Escrituras nos dan bastante de qué pensar en cuanto al tema de los ángeles.
Karl Barth
Nuestro marco de referencia debe ser el de las Escrituras como nuestra suprema autoridad en esta materia.
Billy Graham
No estamos completamente seguros de cuándo ni aun el porqué Dios creó a los ángeles. Los ángeles no se mencionan en ninguna parte en los seis días de la creación en Génesis 1, a menos que estén de algún modo implicados en las «lumbreras en la expansión de los cielos» (Génesis 1:14–19). En Job, por ejemplo, el paralelismo de la poesía hebrea antigua presenta a los ángeles y las estrellas casi como sinónimos:
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
¿Quién ordenó sus medidas,
si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?1
En realidad, los ángeles no son estrellas y estas no son ángeles, pero están muy cercanamente asociados unas con los otros en las antiguas porciones de la Biblia,2 lo cual sugiere que Dios creó a los ángeles, junto con las estrellas, en el cuarto día de la creación.
También es posible que Dios haya creado a los ángeles antes de la creación de los cielos y la tierra descrita en Génesis 1. La Biblia no nos dice nada de esto abiertamente, pero quizás lo da por sentado por la aparición de Satanás en el huerto del Edén. ¿Quién es ese ser maligno y cómo llegó hasta ahí? ¿Cuándo cayó de la gracia de Dios? ¿Qué hace el poder maligno en la tierra nueva y sin pecado de Dios? Algunos eruditos creen que determinados ángeles se crearon bastante antes de la creación en Génesis 1, cayeron de la gracia de Dios y más tarde descendieron a la tierra. Otros teólogos cristianos piensan que la caída de los ángeles quizás ocurrió en algún momento entre Génesis 2 y 3, entre la creación del ser humano y el encuentro con la serpiente en el huerto del Edén.
De cualquier modo, pareciera que la guerra celestial entre los ángeles buenos y los malos ya estaba en su apogeo antes de que Dios creara a Adán. El mandato en la creación fue, por ejemplo: Llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread, lo cual podría sugerir una batalla espiritual (Génesis 1:28). Sojuzgar y señorear sobre la tierra significa más que un simple cuidado y protección de los animales. Esto se vuelve pecaminosamente claro en Génesis 3, donde la serpiente, más que un animal cualquiera, desafía la autoridad de Dios en la nueva tierra.
Esta es la secuencia que yo sugiero sobre la historia primitiva: (1) Dios creó a los ángeles y a otras criaturas celestiales. Pero no sabemos exactamente cuándo. Pablo escribió en Colosenses 1:16: «Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles[…] todo fue creado por medio de Él y para Él». (2) Algún tiempo más tarde (todavía no sabemos cuándo), Satanás, quien pudo haber comenzado su carrera como arcángel, condujo una rebelión celestial en contra de Dios. Y perdió. (3) Por último, Dios creó los cielos materiales y la tierra y todo lo que hay en ellos, incluyendo a los seres humanos. En algún punto de la historia (y tampoco sabemos cuándo sucedió), el diablo fue echado a la tierra. Por lo general, la Iglesia acepta esto, aunque muchos de los detalles no están tan claros en la Biblia como nos gustaría.
Apocalipsis 12:7–9 nos dice:
Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Está bien claro que esto ocurrió. Cuándo sucedió, no se sabe. No podemos estar seguros de que este pasaje describa un hecho pasado o futuro. Mientras que hay quienes creen que se trata de una regresión narrativa sobre la caída de Satanás antes de la creación, hay otros que sienten que este pasaje describe algo que ocurrirá poco antes del fin del mundo, sugiriendo que el poder de Satanás se desatará en la tierra en una furia sin precedente antes de la venida de Cristo (véase Apocalipsis 9:1–6).
Muchos estudiosos de la Biblia piensan que Isaías 14:12–15 podría ser un paralelo:
¡Cómo caíste del cielo,
oh Lucero, hijo de la mañana!
Cortado fuiste por tierra,
tú que debilitabas a las naciones.
Tú que decías en tu corazón:
Subiré al cielo; en lo alto,
junto a las estrellas [¿ángeles?] de Dios,
levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré
[referencia al monte del templo judío, Sion],
a los lados del norte;
sobre las alturas de las nubes subiré,
y seré semejante al Altísimo.
Mas tú derribado eres hasta el Seol [el lugar de
los muertos], a los lados del abismo.
En su contexto histórico, el pasaje que acaba de leer es un juicio profético en contra del rey de Babilonia. Aunque con frecuencia se entiende que tiene una aplicación más amplia sobre la caída llena de orgullo de Satanás. En La Biblia al día, una paráfrasis, la frase «Oh Lucero, hijo de la mañana» se traduce «Lucifer».3 Quizás Jesús hizo alusión a este texto del Antiguo Testamento cuando le dijo a sus discípulos: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará» (Lucas 10:18–19).
Y Apocalipsis 9:1–2 usa unas figuras similares. «El quinto ángel [de juicio] tocó la trompeta, y vi una estrella4 que cayó del cielo a la tierra; y se le [Satanás] dio la llave del pozo del abismo [otra palabra para infierno]. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno».
De manera que la Biblia no nos dice, especial y directamente, cuándo creó Dios a los ángeles ni cuándo fue que los ángeles malignos cayeron del cielo. Pero esto sí sabemos: Dios es creador de todas las cosas, incluyendo a los ángeles, y en algún momento de la historia, muchos de esos ángeles se volvieron malos.
Orígenes, uno de los «padres» más conocido de la iglesia primitiva, no ocultó su perplejidad acerca de algunas de estas preguntas: «Esto también es parte de las enseñanzas de la Iglesia, de que hay ciertos ángeles de Dios y ciertas buenas influencias, los cuales son sus siervos realizando la salvación de los seres humanos. Sin embargo, cuándo se crearon estos [ángeles], o cuál es su naturaleza, o cómo es que existen, no está claramente revelado».5
Los primeros ángeles buenos aparecen en Génesis 3. Después que Dios echa al ser humano del Edén: «Puso al oriente del huerto de Edén querubines [varios ángeles especiales6], y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida» (Génesis 3:24). Billy Graham resume el papel de los ángeles buenos de la siguiente manera:
¿Ha visto usted o se ha encontrado usted con uno de esos seres superiores llamados ángeles? Son mensajeros de Dios cuya principal tarea es cumplir las órdenes de Dios en este mundo. Les ha dado el cargo de embajadores. Les ha conferido dignidad de santos diputados para que realicen obras de justicia. De esta forma ayudan a su Creador en la tarea de regir soberanamente el universo. Por tanto les ha otorgado la capacidad de llevar la santa empresa a una feliz conclusión.7
TÉRMINOS USADOS EN LA BIBLIA PARA LOS ÁNGELES
Quizás la mejor manera de entender a los ángeles es revisando algunas de las diferentes palabras usadas para «ángel» en los testamentos hebreo y griego de la Biblia. La palabra en castellano «ángel» se deriva de angelos, un término griego usado casi doscientas veces en el Nuevo Testamento el cual significa, en su forma simple, «mensajero».
En el mundo helenístico, existente antes de la historia del Nuevo Testamento, el término tenía muy poca significación religiosa y el papel del angelos humano era bastante simple: daba mensajes, respondía preguntas, esperaba recibir un pago por sus servicios y recibía la protección de los dioses. El antiguo angelos humano podía también ser un diplomático, que hacía tratos y despachaba comunicados oficiales. En la antigua Grecia, a los filósofos, y a veces hasta a las aves, se les refería como angeloi.8
La idea central en el Nuevo Testamento es que angeloi (la forma plural de angelos) eran seres divinos celestiales con un mensaje de Dios. Por lo general, este concepto en el Nuevo Testamento se toma de la idea judía acerca de los ángeles en el Antiguo Testamento: «Los ángeles son representantes del mundo celestial y son los mensajeros de Dios. Cuando aparecen, el mundo sobrenatural irrumpe en el nuestro».9
En el Antiguo Testamento, malak es el término usado con mayor frecuencia para referirse a los ángeles. Así como angelos, también significa mensajero o representante. La palabra trabajo o negocio en hebreo es malaka y malukut significa mensaje (véase Hageo 1:13). Malaquías, uno de los profetas del Antiguo Testamento, es un nombre que significa «mi mensajero».
«Mensajero» es la traducción (pero no el significado) de malak. Para nosotros, la palabra «mensajero» tiene poco significado comparado con su importancia en el mundo antiguo. Debido a que la comunicación era tan difícil, a veces tomaba semanas entregar un mensaje (antes no tenían teléfonos ni máquinas de fax), el mensajero a veces tenía que hablar y aun hasta mediar en nombre de quien lo había enviado.
Esto se ilustra en Génesis 44. A José, uno de los doce hijos de Jacob, sus hermanos lo vendieron como esclavo. Sorprendentemente, José termina siendo príncipe de Egipto. Cuando una terrible hambruna amenazó toda la región, los hostiles hermanos de José se aventuran a Egipto en busca de comida, sólo para descubrir que su hermano menor se ha convertido en un prominente oficial del gobierno. Al principio, los hermanos no reconocieron a José, aunque él sí los reconoció. Al hablar egipcio fluidamente, José se mantuvo de incógnito y por razones que nunca se explican en la Biblia, trata a sus hermanos con dureza. (Cuando uno lee la historia, da la impresión de que en verdad no las tenía todas con ellos.)
Poco antes de descubrir su verdadera identidad, José envía a sus hermanos de vuelta a casa, con sus animales cargados de comida. Pero con un astuto plan de arrestarlos, José esconde su copa de plata en la bolsa de viaje del menor. Cuando el siervo descubre la copa «robada», uno de los hermanos, Judá, negocia desesperadamente con el siervo, «el mensajero» que representa a José. En realidad, Judá rogaba por la vida de Benjamín. Era como si el siervo-mensajero y su señor, José, fueran uno.
En Génesis 24, Abraham envía a su siervo-mensajero a otro país a buscar esposa para su hijo Isaac. ¿Se puede imaginar a su padre enviando a un secretario de viaje a California o a Nueva York para buscarle una pareja?
La palabra «mensajero» tenía mucho más significado en la cultura antigua del que tiene ahora. En el mundo griego no cristiano, por ejemplo: «Dependían mucho del mensajero, era visto como alguien que estaba bajo protección especial de los dioses, lo cual no sólo significaba que hacer daño al mensajero se consideraba como un acto que atentaba contra los dioses, sino que también denotaba que el mensajero veía su tarea como algo divino[…] Muy poco de esto se encuentra implicado en nuestra palabra “mensajero”».10
Si alguien me llegase a preguntar si alguna vez he visto a un ángel, me temo que no podría dar una respuesta satisfactoria. Pero si me fuesen a preguntar que si alguna vez he visto a un mensajero de Dios, la respuesta sería un enfático e inequívoco: «¡Sí, lo he visto!»
Claus Westerman
Así, en su actividad más simple, los ángeles son mensajeros. San Agustín escribió:
Los ángeles son espíritus, pero no porque sean espíritus es que son ángeles. Se vuelven ángeles cuando son enviados, pues el nombre ángel se refiere a su oficio no a su naturaleza. Me pregunta el nombre de esta naturaleza, es espíritu; pregunta por su oficio, es el de un ángel (i.e., mensajero). En tanto que exista, un ángel es espíritu; en tanto que actúe, es un ángel.11
Forrester Church lo expresa de la siguiente manera: «Recuerde, los ángeles son tanto los mensajeros de Dios como el mensaje de Dios, testimonios para la eternidad en tiempo, para la presencia de la divinidad en medio de lo ordinario. Cada momento de cada día se complica por sus huellas».12
Los ángeles están al constante servicio de Dios. Pueden aparecer, literalmente, trayendo algún mensaje de aliento o dirección. O pueden venir de incógnito, «ángeles inesperados», como a veces se traduce. O, ¡quizás simplemente usted tuvo un día bueno y no está seguro por qué!
¿CUÁNTOS ÁNGELES HAY?
Sólo podemos imaginar cuántos ángeles hay. Algunas personas han tratado de suponerlo con precisión. Algunos místico del siglo catorce llegaron a la suma exacta (301,655,722) empleando cálculos elaborados, pero oscuros. Especulaciones excéntricas como esta rigieron los estudios teológicos durante los siglos de la Edad Media. Algunos de los primeros luteranos, en una obra llamada Theatrium Diabolorum,13 estimaron que había 2,500 millones de diablos, un número que más tarde se elevó a 10 billones.14
Millones de criaturas espirituales caminan en la tierra sin ser
vistas, cuando estamos despiertos y cuando dormimos.
Milton, El paraíso perdido, IV
La Biblia, al igual que todo lo demás que dice acerca de los ángeles, revela el número de seres celestiales sólo hablando en términos generales. Cuando están a punto de arrestarlo, Jesús anuncia que, si así lo quisiera, podría llamar a doce legiones de ángeles que fueran en su ayuda (Mateo 26:53). En el tiempo de Augusto César, una legión comprendía cerca de seis mil hombres, de manera que Jesús hablaba de varias decenas de miles de seres angélicos.
En Deuteronomio 33:2, Moisés canta:
Jehová vino de Sinaí,
Y de Seir les esclareció;
Resplandeció desde el monte de Parán,
Y vino de entre diez millares de santos.
Judas 14 nos da un indicio de las multitudes de ángeles que acompañarán el advenimiento del Señor: «He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares».
Y en el último libro de la Biblia, Juan ve y escucha «la voz de muchos ángeles alrededor del trono[…] y su número era millones de millones» (Apocalipsis 5:11).
ORGANIZACIÓN ANGÉLICA
Los ángeles se describen comúnmente como multitudes, pero eso no significa que no tengan un sistema. De nuevo, aunque la Biblia virtualmente permanece callada respecto a los arreglos del cielo, esto no ha desanimado a los teólogos especuladores, quizás les podríamos llamar «angeleólogos», quienes han jerarquizado a los seres celestiales en elaborados esquemas.
En La jerarquía celestial, Dionisio, quien escribió en el siglo sexto, hiló la tela especulativa del orden angélico con un detalle extraordinario, un organigrama que llegó a verse con gran autoridad.
Los católicos pueden trazar su angeleología a partir de Tomás de Aquino, cuyas ideas acerca de los ángeles recibieron una gran influencia de Dionisio. Mortimer Adler, editor general de la Enciclopedia Británica y autor de una docena de libros, resume y simplifica el esquema de Dionisio:
La sociedad o comunidad de ángeles se dividió en tres jerarquía, y en cada una había tres coros u órdenes de ángeles; en la primera y más alta jerarquía estaban los serafines, querubines y tronos en orden descendente; en la segunda jerarquía, la media, estaban los dominios, virtudes y poderes; en la tercera y más baja jerarquía estaban los principados, arcángeles y ángeles.
Expresado en los términos más simples, el orden descendente de las jerarquías, y de los tres coros en cada una, consistía en los grados de perfección de las criaturas: los serafines representaban el grado más alto de perfección entre las criaturas de Dios y los ángeles simples la más baja. La perfección a la cual se referían no era moral, sino metafísica, una perfección en el modo de ser.15
Los libros de Billy Graham son fundamentalmente bíblicos y confiables. Sugiere, basando sus ideas en Colosenses 1:16 y en otros pasajes de la Biblia, la siguiente organización angélica: arcángeles, ángeles, serafines, querubines, principados, autoridades, potestades, poderes, tronos y dominios.16 Pablo escribe en el pasaje de Colosenses: «Porque en Él [Cristo] fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades».
Este versículo se refiere primordialmente a la autoridad de Cristo sobre los reinos de este mundo; pero más que eso, se puede referir a los principados y poderes de las tinieblas que influyen sobre esos reinos. Pablo afirma en otra de sus cartas: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12).
Estos pasajes nos dicen que en verdad hay jerarquías celestiales, pero no se aclara si estas oficinas celestiales son de ángeles de luz o de tinieblas. Es imposible determinar estos rangos con certeza, pues varios versículos de la Biblia usan diferentes términos para las huestes angélicas en diferente orden.
El teólogo C. Fred Dickason menciona que hay «suficiente evidencia como para decir que existen rangos distintos y graduales, pero no hay suficiente evidencia como para hacer una comparación completa o un organigrama».17 San Agustín reconoce, hablando del rango y orden social de los ángeles, lo siguiente: «Dejemos a quienes son capaces que contesten estas preguntas, si es que pueden probar que sus respuestas son ciertas; porque en lo que a mí respecta, confieso mi ignorancia».18
Sabemos con certeza un par de cosas acerca de los rangos angélicos: primera, de acuerdo a los capítulos uno y dos de Hebreos los ángeles tienen un rango mucho más bajo que Dios el Padre y su Hijo, Jesús; y segunda, de acuerdo al Salmo 8:5, los seres humanos somos «poco menor que los ángeles».19
MI ÚLTIMA PALABRA RESPECTO A LA ÚLTIMA PALABRA DE DIOS ACERCA DE LOS ÁNGELES
En resumen, Dios creó a los ángeles, incontables millares de ellos, en algún momento anterior a la creación del universo. En esa bruma anterior al tiempo, se libró una guerra en los cielos que provocó la expulsión de Satanás y sus ángeles. Los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios, un poco menor que los ángeles. Por lo general, los mensajeros de la Palabra de Dios son los ángeles buenos que sirven a Dios y a su pueblo, mientras que los ángeles malos simplemente están al servicio de Satanás y sus propósitos. Y los ángeles en ambos reinos, de la luz y las tinieblas, están gobernados por rangos y órdenes.
Pero, ¿cómo son los ángeles? En los dos capítulos siguientes pintaremos un retrato de los ángeles y así daremos un vistazo más cercano a las labores a las que se dedican.
1 Job 38:4–7, cursivas añadidas. Este «poema» es un ejemplo de un tipo de paralelismo hebreo, el cual sugiere que las ideas paralelas en cada una de las oraciones de repetición son mutuamente inclusivas. Las estrellas y los ángeles también están implicados en Salmos 103:20–21; 148:2–5; y Apocalipsis 1:20.
2 Colin Brown, The Theological Wordbook of the Old Testament, Three Volumes [El libro de palabras teológicas del Antiguo Testamento, Tres volúmenes], Zondervan, Grand Rapids, MI, 1981, vol. 1, pp. 101–2, indica que la creencia popular en los ángeles se incrementó en el judaísmo tardío. «Los ángeles», escribe, «representaban la omnisapiencia y omnipresencia de Jehová, formaban su corte y asistentes, y eran sus mensajeros. Estaban relacionados con las estrellas, los elementos, fenómenos naturales y poderes, los cuales gobernaban como representantes de Dios» (cursivas añadidas).
3 El significado de este texto se debate acaloradamente. En realidad, este es el único lugar en la Biblia donde aparece el nombre «Lucifer». En ninguna otra parte se le asigna a Satanás ese nombre. Satanás se le llama «la serpiente», «el diablo», «el dragón», «el destructor», pero no «Lucifer». No obstante, muchos estudiantes de la Biblia, en los cuales me incluyo, basados en similitudes en Ezequiel 28:11–19, Lucas 10:18, Apocalipsis 9:1–6, y 12:7–9, creen que este pasaje es una referencia directa a Satanás y a su caída del cielo.
4 Aquí está otro versículo que sugiere una relación entre ángeles y estrellas.
5 Brown, vol. 1, p. 102.
6 Rob van der Hart, The Theology of Ángeles and Devils [La teología de ángeles y diablos], Fides Publishers, Notre Dame, IN, 1972, p. 23.
7 Graham, p. 30.
8 Collin Brown, vol. 1, p. 101.
9 Brown, vol. 1, p. 102.
10 Rob van der Hart, p. 23.
11 Sermón sobre el Salmo 103.
12 Forrester Church, Entertaining Ángeles: A Guide to Heaven for Atheists and True Believers [Hospedando ángeles: una guía al cielo para ateos y creyentes verdaderos], Harper & Row, San Francisco, 1987, p. 35.
13 Lo que significa, sencillamente, «teatro (o mundo) de diablos».
14 Gustav Davison, A Dictionary of Ángeles [Un Diccionario de ángeles], The Free Press, New York, 1969, pp. xiii–xiv.
15 Adler, p. 45.
16 Graham, p. 57.
17 Dickason, Ángeles [Ángeles], p. 87.
18 Philip Schaff y Henry Wace, eds., A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers of the Christian Church, Series 1 [Una biblioteca selecta Nicena y Posnicena de los padres de la iglesia cristiana, serie 1], Eerdmans, Grand Rapids, MI, vol. 3, p. 256.
19 La palabra traducida «ángeles» en la versión Reina Valera es la palabra hebrea elohim que quiere decir Dios. Es evidente por el contexto, y por muchas otras citas bíblicas, que esta palabra no se puede traducir «Dios» de manera apropiada en este versículo.

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viernes, 25 de octubre de 2013

Las Artimañas de satanás: Alerta máxima!!!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Si usted es un verdadero creyente, Satanás lo odia. Lo odia porque usted es la imagen de Cristo, porque usted es la singular obra de Dios creado en Cristo Jesús para buenas obras, y porque fue arrebatado de su poder.

Usted es un desertor de Satanás y huyó de su territorio. Por gracia, reconoció a Cristo como su Señor y Maestro. Usted testifica con Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). Satanás lo odia porque Dios está con usted y porque ama a Cristo.

Satanás lo quiere de vuelta. Y como Jesús les dijo a sus discípulos: “He aquí, Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo” (Lucas 22:31), así que Satanás quiere zarandearlo como a trigo. No sobreestime ni subestime a Satanás. No es una deidad caída; no es Dios. Solamente es un ángel caído. No es omnipotente. Sin embargo, Satanás es un poderoso enemigo. John Blanchard escribió: “Se nos opone un enemigo viviente, inteligente, pleno de recursos y astuto, que puede sobrevivir a los cristianos más viejos, trabajar más que los más ocupados, pelear más que los más fuertes y burlar a los más sabios”.

Cada verdadero creyente está comprometido con lo que la Biblia describe como la guerra espiritual (Génesis 3:15; Apocalipsis 12:7). Juan Bunyan lo llamó una guerra santa. Esta guerra espiritual o guerra santa implica una batalla perpetua contra tres grandes enemigos: el diablo, el mundo y la carne.


Una batalla feroz

La batalla contra Satanás y sus demonios es feroz. La vida y la muerte están en juego, involucrando fuerzas de luz y oscuridad. Los principados y poderes de la oscuridad están bajo el dominio de Satanás y sujetos a sus órdenes. Los lugartenientes de Satanás son demonios que se deleitan en cumplir con sus órdenes. El ejército de Satanás es agresivo, maligno y cruel, y su poder se encuentra en lugares altos sobre nosotros y a nuestro alrededor. Este ejército es muy poderoso para que nosotros luchemos con nuestras propias fuerzas, sin embargo, no podemos transigir con Satanás ni rendirnos a él. En vez de ello, debemos resistir al diablo (Santiago 4:7) siguiendo conscientemente las instrucciones de la Biblia para tener la victoria sobre Satanás.

Una batalla espiritual

La batalla contra Satanás y sus demonios es espiritual. No peleamos contra este enemigo con pistolas, tanques o armas atómicas. Tampoco peleamos simplemente contra carne y sangre. Como Pablo les escribió a los Efesios: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Esta batalla no es por el poder mundial, por posesiones u honor, dice Pablo. El objetivo es más alto, en la realidad espiritual de la verdad, la justicia y la gloria del Dios viviente y su Hijo. Detrás de nuestros enemigos visibles de carne y hueso se encuentra un ejército de adversarios espirituales, invisibles. La guerra espiritual es una batalla contra enemigos invisibles con armamento invisible que se oponen a la causa y al reino de Jesucristo.

Luchamos contra el poderoso, innumerable, invisible ejército de Satanás. La lucha es un cercano conflicto espiritual. Es intensa y extenuante. En la lucha, los oponentes no mantienen distancia los unos de los otros; se quedan asidos uno del otro. Ya sea como el príncipe de las tinieblas o como un ángel de luz, Satanás nos compromete mano-con-mano y mano-a-mano en una guerra espiritual de vida o muerte.

Una batalla necesaria

La batalla contra Satanás y sus demonios es necesaria. Así como el mundo actual no puede escapar a la guerra contra el terrorismo, nosotros tampoco podemos escapar de la guerra contra Satanás. Nos guste o no, estamos en guerra. No podemos pedir amnistía ni consideraciones médicas, ni tampoco podemos evitar las balas y las bombas. Estar en medio de la guerra y no darse cuenta de ello es aún más peligroso. Si ignoramos al enemigo, nos colocamos como un blanco a derrotar. Pablo nos ordena: “Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11).

Muchos cristianos hoy en día prestan muy poca atención al mandato de Pablo. Muchas iglesias hablan más sobre el desarme que sobre el armamento. Y muchos predicadores promueven una amplia “fraternidad universal” ecuménica que incluye una variedad de religiones en lugar de exponer la antítesis entre dos reinos que se oponen en este mundo.

Por desagradable que sea el tema de Satanás, necesitamos estudiarlo. El puritano Thomas Brooks escribió: “Cristo, la Escritura, su propio corazón, y las estratagemas de Satanás, son las cuatro cosas primordiales que usted debe estudiar y buscar entender en primer lugar y con mayor determinación” (Remedios Preciosos Contra las Artimañas del Diablo, p.3). Si tenemos ideas pobres sobre los objetivos de Satanás, sus fuerzas y limitaciones, nos volvemos descuidados. Subestimamos el poder del enemigo.

En este estudio, veremos a Satanás y sus artimañas. Confío en que lo que aprenderemos nos asistirá para pelear intensamente, pelear bien y seguir en la lucha hasta obtener una victoria total sobre el enemigo (cf. Catecismo de Heidelberg, Q. 127). Que Dios nos ayude en la batalla.


domingo, 14 de julio de 2013

La Otra Cara de Israel: Polémico mensaje

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Si alguien albergaba alguna esperanza de que el nuevo gobierno israelí, presionado por Obama, iba a variar sustancialmente su política, las recientes decisiones de Netanyahu en torno a los nuevos asentamientos dejan bien a las claras que, sin una decidida presión internacional, no van a producirse grandes cambios.

Una de las herramientas disponibles para ello es el boicot. También el boicot académico.

De las diferentes campañas BDS (por el boicot, las desinversiones y las sanciones contra Israel), ninguna ha provocado tanta condena e ira como la amenaza de un boicot académico.
Incluso entre personas que no tienen problemas con boicotear bienes producidos en los asentamientos judíos o contra compañías como Carterpillar, que construye los bulldozers que Israel usa para demoler casas palestinas, encontramos cierto desacuerdo con el boicot académico. Por ejemplo, en una charla reciente en Toronto, Susan Nathan –una comprometida activista antisionista cuyo artículo en el libro The other side of Israel (La otra cara de Israel) ofrece una de las mejores visiones de los mecanismos de apartheid dentro de Israel– se manifestó, para mi sorpresa, contra el boicot académico con el argumento de que éste castiga tanto a inocentes como a culpables.

Para muchos, simplemente el mundo académico no es un objetivo correcto o razonable, ya sea porque no se ve a los profesores universitarios como directamente involucrados en la ocupación militar israelí de los palestinos, o por la creencia de que las universidades israelíes son lugares en que se protesta contra la ocupación, o porque exigir que los académicos, sin tener en cuenta sus disciplinas, aprueben un test ideológico de idoneidad evoca al macarthismo. Apuntar a todos los académicos, argumentarán algunos, viene a ser lo mismo que un castigo colectivo y no hace al movimiento de solidaridad mejor que Israel, que considera a todos los palestinos terroristas.

Sí, pueden admitir algunos, hay académicos israelíes relacionados con la investigación armamentística o la propaganda sionista, pero ¿qué tienen que ver con los profesores de astronomía o biología que tienen muy poca o ninguna relación o interés en política? ¿Por qué castigarlos?

Todas estas son objeciones razonables, pero, como espero demostrar, infundadas. El boicot académico es enteramente pertinente, legítimo y justo.

¿Es el boicot académico un castigo colectivo?
Dejando a un lado el hecho de que Israel utiliza de forma rutinaria el castigo colectivo contra los palestinos, déjenme empezar con el argumento de que el boicot académico es igual que el castigo colectivo –o que, como Susan Nathan sostuvo, significa castigar tanto al inocente como al culpable.

Cierto es que existe un puñado de académicos israelíes que han alzado su voz crítica contra el trato que el gobierno israelí dispensa a los palestinos. Baruch Kimmerling, Israel Shahak, Tanya Reinhart, Ilan Pappe y Jeff Halper, por ejemplo, se han salido del mundo académico israelí y se han convertido envaliosos aliados de la lucha palestina.


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