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miércoles, 1 de junio de 2016

En el principio era el Verbo,  y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios... En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Pastos frescos para el rebaño... agua fresca para la sed...
El Verbo se hizo carne
Juan 1:1-5
1 :1 En el principio era el Verbo,  y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 El era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho.  4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Jesucristo... El Verbo de Vida
Jesucristo: el Verbo de Dios encarnado
Juan 1:1-2
A. Una persona eterna (1a)
1En el principio era el Verbo …
¿En qué principio? Está hablando a nuestra condición humana y a nuestra mente finita porque sólo alcanzamos a entender el tiempo pasado, presente y futuro, con principio y fin. 

Si hablara en otros términos, no alcanzaríamos a captar lo que significa Dios y eternidad. Aun el concepto de eternidad nos resulta nebuloso y confuso. 

Consideramos la eternidad como algo que nunca deja de ser, que no tuvo principio ni tendrá fin. Por eso dice la Biblia: “En el principio era el Verbo”, que es la expresión formal de que el Verbo no tuvo principio. 

El Verbo existe desde siempre; ya existía cuando comenzó la historia. El “principio” es mucho antes de lo que podamos imaginar.
B. Una persona junto a Dios (1b)
1… y el Verbo era con Dios …
Aquí comienzan las aclaraciones acerca del Verbo. Este siempre estuvo con el Padre en la eternidad pasada, pero además se hace una distinción entre el Verbo y Dios. El Verbo tiene personalidad propia; es un ser distinto a Dios Padre.
C. Una persona divina (1c)
1… y el Verbo era Dios.
Juan no dice que el Verbo sólo tenía algo de divino sino que declara que en verdad y en sí mismo el Verbo era Dios. Es una afirmación absoluta y terminante para refutar la especulación de los que niegan la deidad del Verbo.

Al describir la naturaleza del Verbo, Juan no sugiere inferioridad sino que señala su absoluta deidad. El Verbo era, en esencia, Dios, y participaba de la esencia de Dios.
D. Una persona sin igual (2)
2Este era en el principio con Dios.
Entre el Verbo y Dios Padre hay una innegable unidad que no tiene igual.
¿Quién es este Verbo? Es la Palabra de Dios encarnada, la revelación visual de Dios: JESUCRISTO. (Ver recuadro EL VERBO DE DIOS.) Más adelante se indica: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (1:14).
JESUCRISTO: EL VERBO DE DIOS ENCARNADO (1:1–2)
A.     Una persona eterna (1a)
B.     Una persona junto a Dios (1b)
C.     Una persona divina (1c)
D.     Una persona sin igual (2)
EL VERBO DE DIOS
La revelación de 1:1 es el fundamento de este Evangelio, y lo que leemos acerca del VERBO en el prólogo (1:1–18) apunta a la perspectiva desde la cual debe entenderse e interpretarse todo el libro.
No es difícil suponer que los escritores bíblicos se valieran (ya sea directa o indirectamente) de formas idiomáticas corrientes que adaptaban entonces al anuncio del Hijo de Dios encarnado. Tomando en cuenta que Juan hablaba del Verbo (LOGOS en el original) sin ninguna explicación a los lectores, puede afirmarse que el evangelista emplea un modo de expresión comprensible y hasta familiar en esa época—al menos en ciertos círculos intelectuales. Juan habla de un LOGOS a quien en cierta manera se conocía por título. El problema para nosotros radica en que ese concepto—LOGOS: Verbo (RV, BLA) / Palabra (VP, NVI)—proviene de una forma de pensar que nos resulta difícil de comprender.
Para intentar un comentario que eche luz sobre el uso de la palabra y la idea que presenta Juan, habremos de remitirnos al vocablo griego original, LOGOS. Este término expresa tanto la palabra hablada o escrita, como así también aquella que no se pronuncia sino que permanece en la mente—y puede equipararse a la idea de razón. LOGOS entonces es asimismo mensaje, comunicación, un tipo de revelación.
Tanto el evangelista como sus antecesores y contemporáneos no cristianos utilizaron el término LOGOS, pero con un significado que difería para unos y otros.
En la cultura griega clásica, especialmente bajo la influencia de los estoicos, LOGOS hacía referencia al principio de racionalidad en el universo, a la inteligencia detrás del orden y la uniformidad que se observaba en el cosmos, aunque para ellos este LOGOS carecía de personalidad.
El concepto Verbo/Palabra también está imbuido en la tradición hebrea del Antiguo Testamento. Su poder y dinamismo en la actividad divina—especialmente en la creación—se hacen evidentes en pasajes como Gn. 1 y Sal. 33:6. La sabiduría, según Pr. 8, se encontraba en el mismo terreno y poseía características similares. Por otro lado, y siguiendo con la idea de un Verbo en acción, la palabra del Señor “vino” a los profetas (Jer. 1:2–3; 34:1), e Isaías “vio” la palabra (2:1), que provenía de Dios con el propósito de cumplir su voluntad (Is. 55:11).
Tanto judíos como griegos coincidían en que LOGOS es el punto de partida de todas las cosas. Pero fue el filósofo Filón de Alejandría quien hizo un puente entre el pensamiento griego y el hebreo, uniendo el clásico concepto de LOGOS al de sabiduría (Antiguo Testamento). Según Filón, en cierto sentido LOGOS estaba relacionado con la Deidad.
Sin embargo, a pesar de que la descripción histórica facilita la comprensión de la idea Verbo/Palabra, Juan escribía como cristiano y su pensamiento era cristiano. Aunque utilizó terminología reconocida, no estaba simbolizando ni reproduciendo el uso observado hasta entonces, sino que fue más allá de eso—sobre todo en la manera en que ligó los antiguos conceptos griego y hebraico con la persona de Jesucristo. (Es interesante observar que en el Nuevo Testamento el concepto de LOGOS se limita a los escritos de Juan en Jn. 1:1, 14; 1 Jn. 1:1; Ap. 19:13).
Los lectores de este Evangelio probablemente percibirían que este LOGOS era un principio o un ser de importancia crucial. Juan, por su parte, eligió la idea de LOGOS como la más adecuada para transmitir qué es y quién es Jesucristo, que en su encarnación reveló el propósito de Dios hacia los hombres. Jesucristo como Verbo/Palabra era la perfecta expresión activa de Dios.
Las principales ideas asociadas con el LOGOS de Juan 1 son preexistencia, personalidad, deidad (v. 1), creación (v. 3) y el revolucionario concepto de encarnación (v. 14).
Jesucristo: vida y luz
Juan 
1:3-5
Isaac Newton era un reconocido y famoso científico, y al mismo tiempo un gran creyente en Dios. Por otra parte, tenia un amigo íntimo que era incrédulo y materialista. Un día, trabajando en la soledad de su estudio, Newton preparó un modelo en escala de todo el sistema solar. Cuando su amigo lo vio, asombrado ante esta creación, comentó: “¡Qué magnífico! ¿Quién creó este modelo del sistema solar?” Newton contestó con sarcasmo: “¿Crearlo? Nadie lo creó. Un día vine a mi estudio y ya estaba aquí; se hizo de la nada.” El amigo, captando la risa burlona del científico, replicó: “Vamos, Isaac, ¿cuánto tiempo te llevó crear este modelo del sistema solar?” Newton respondió: “Te digo que no es creación mía. Se hizo solo.” Este amigo comprendió la lección que Isaac Newton deseaba transmitirle.

Sería ridículo pensar que un reloj, por ejemplo, se hubiera creado por sí mismo. Si compráramos un reloj y lo enviáramos de regalo con una nota: “Este reloj se hizo solo; nadie lo creó ni lo inventó. De repente y por casualidad apareció en la experiencia humana”, seguramente la persona que lo reciba pensará que nos estamos volviendo locos. Por supuesto, alguien tuvo que inventar el reloj y luego otro tuvo que producirlo. Sin embargo, gran cantidad de incrédulos y millares de seudo científicos, quieren convencernos de que el mundo con toda su compleja maquinaria y meticulosa precisión, se creó por sí solo.

El mundo no pudo haber aparecido en la escena histórica sin un Creador. La Biblia confirma lo que la inteligencia humana atestigua al corazón: todas las cosas fueron creadas por Dios.

Cuando los astronautas de la Apolo XI viajaron a la luna, en el momento de alunizar oprimieron ciertos dispositivos para detener la marcha de la cápsula espacial. Si los cosmonautas hubieran encendido dichos dispositivos dos segundos más tarde, se habrían estrellado y despedazado en la superficie lunar. 

Sin embargo, todos los cálculos habían sido realizados con absoluta precisión, y ello resultó en un alunizaje perfecto. ¿Cómo pudieron estar seguros de que esos cálculos funcionarían? Sencillo. Los científicos sabían que todo el sistema solar, toda la creación de Dios, marcha a la perfección.

Tenemos que aceptar este hecho irrefutable. La Biblia entera enseña que el mundo y todos sus detalles fueron creados por Dios, quien en la persona de su Hijo Jesucristo, ha hecho todo lo que existe; cada molécula, cada átomo, cada célula. Los hombres simplemente descubren las leyes que Dios creó y luego hacen uso de ellas—ya sea para bien o para mal.

El descubrimiento del átomo no fue un acto de creación sino, precisamente, un descubrimiento. El viaje a la luna no fue producto de un invento sino resultado de las leyes de Dios, que luego de ser descubiertas por el hombre fueron puestas en práctica. Por cierto que nos asombramos ante los adelantos tecnológicos del hombre, maravillados por la ciencia, pero esto no nos hace doblar las rodillas ante el científico sino ante el Dios Creador.
A. La potencia creadora del Hijo de Dios (3)
3Todas las cosas por él fueron hechas y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
Sólo recientemente los científicos están descubriendo parte de los secretos y misterios creados por Dios hace mucho tiempo. A la luz de la ciencia moderna, hay aún mucho que aclarar pero un hecho jamás ha de cambiar: Jesucristo es el Creador (Col. 1:16; He. 1:2).
B. El era la fuente de la vida (4a)
4En el estaba la vida …
El Verbo no sólo es el Creador del universo material, sino también la fuente de vida—con toda la profundidad y misterio que encierra esa declaración. La vida que disfrutamos la debemos a Jesucristo. (Ver Col. 1:17.)

A través de los siglos el hombre ha estado en busca de la fuente de la juventud. Cristo es esa fuente pues aquí en la tierra la persona puede volver a vivir, puede cambiar, “rejuvenecer” y encontrarle significado a la vida.
C. El era luz (4b)
4… y la vida era la luz de los hombres.
Esta luz tiene que ver con la vida que Cristo ofrece (Lc. 1:79; 1 Jn. 1:5–7). ¿Cómo busca la luz el hombre de hoy? En la filosofía, en los debates. El hombre escribe, discute, niega, se mofa, se burla, pero sigue buscando la luz, el conocimiento de Dios, de lo Supremo.
D. La victoria de la luz (5)
5La luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
El hombre no quiere admitir que él forma parte de la oscuridad en que se halla el mundo (2 Co. 4:4). La humanidad moderna se encuentra en tinieblas morales y espirituales pues vive fuera de contacto con la luz.

La luz del mundo siempre vence a la oscuridad y las tinieblas. Aquí se perfilan los contrincantes: Jesucristo y Satanás. Se establece cuál es la batalla: la luz contra las tinieblas.

Juan declara que esa luz brilla en las tinieblas. ¿Cómo brilla la luz de Dios en nuestros días? ¿Cómo puede el hombre moderno ver la luz de Dios? A través de los hijos de Dios, que dejan que Jesucristo brille en su corazón y que todos a su alrededor vean la luz divina (Mt. 5:14–16).

En la batalla de los siglos la luz del mundo siempre vence. Primero, porque la luz brilla en las tinieblas; en segundo lugar, porque brilla a través de los hijos de Dios y tercero, porque las tinieblas no prevalecerán contra ella.

Es maravilloso enfrentar cada nuevo día como hijos de Dios, sabiendo que aunque las tinieblas del mundo nos rodeen y quieran apabullarnos, la luz de Dios siempre brillará en nuestros corazones porque las fuerzas de la oscuridad no podrán apagarla.
JESUCRISTO: VIDA Y LUZ (Juan 1:3–5)
A.     La potencia creadora del Hijo de Dios (3)
B.     El era la fuente de la vida (4a)
C.     El era luz (4b)
D.     La victoria de la luz (5)
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