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martes, 15 de octubre de 2013

¿La Psicología suple al consejo y curación de La Palabra de Dios?: Ensalsamiento apóstata de la psicología

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial

Consejería y los problemas humanos

Objetivos
  1. Conocer los tipos de problema que habla la Escritura.
  2. Comprender lo que la Biblia nos dice acerca de los problemas humanos.
  3. Conocer tres tipos diferentes de consejería que el autor considera que pueden ser usados en diversas circunstancias.

Clasificación de los problemas humanos
Hay diversas formas de clasificar los problemas humanos. Josh McDowell en su Manual para Consejeros de Jóvenes los divide en áreas como problemas emocionales, las relaciones con otros, problemas familiares, problemas sexuales, abusos, adicciones, trastornos, asuntos educativos, problemas físicos y la vocación. Para Jay Adams solo hay tres fuentes específicas de problemas en la vida: actividad demoníaca (principalmente posesión), pecado personal y enfermedades orgánicas. Hay problemas que son personales, otros interpersonales como los matrimoniales, familiares, etc. Muchas veces el aconsejado ira buscando resolver un problema de su vida personal y otras veces buscando asesoría para resolver un problema de su hijos, su conyugue, un subordinado a su cargo, etc.
En general, podemos clasificar los problemas en dos grandes áreas: problemas orgánicos y los no orgánicos. Los problemas orgánicos son campo de la medicina, los problemas no orgánicos son campo de la consejería bíblica. No hay base bíblica para reconocer la existencia de una disciplina distinta llamada psiquiatría o psicoterapia. Realmente no existen problemas “mentales” no orgánicos. Escribo mentales entre comillas, debido a que realmente deberían llamarse problemas cerebrales, ya que los problemas llamados mentales surgen de un mal funcionamiento en el cerebro humano, y no de la mente. El doctor en medicina Robert Smith lo explica así “Aun cuando la mente utiliza el cerebro, ella no es el cerebro. Tumores, heridas serias, derrames cerebrales, etc., pueden dañar parte del cerebro y afectar el modo de pensar y actuar de la persona, pero estás no son enfermedades mentales sino enfermedades orgánicas que pueden ser probadas en laboratorios. Ellas pueden ser causa de que el cerebro esté enfermo pero no la mente. Si bien las partes dañadas del cerebro no están disponibles para la mente, la mente no está enferma. En este caso hay un daño cerebral pero no una enfermedad mental. El concepto de mente enferma es una teoría no probada científicamente”.
Es importante entonces, poder definir si el problema es orgánico o no, si hay sospecha de que el problema puede ser orgánico lo mejor es enviar al consejero al médico para una revisión médica.
También, no hay que olvidar que el ser humano es un todo, es decir, que su dimensión física está estrechamente relacionada con su dimensión espiritual (2 Co 4:16), por tanto, hay enfermedades físicas que pueden venir de causas no orgánicas. Por ejemplo, una persona puede tener colitis a causa de estrés, o puede tener alucinaciones por no dormir bien, y esto debido a culpa por ciertos pecados. “Los problemas psicosomáticos son verdaderos problemas somáticos (del cuerpo) que son resultado directo de una dificultad psíquica interna”. Es decir, las enfermedades psicosomáticas son enfermedades reales pero causadas por alguna cuestión no orgánica debido a la integralidad del ser humano.
Por otro lado, un desequilibrio en la nutrición puede afectar la conducta, por ejemplo, la cafeína y el azúcar son normalmente estimulantes. La falta de ejercicio, ciertas enfermedades y medicamentos pueden tener efectos en nuestra conducta. También, es sabio que una persona que es alcohólico, drogadicto o que ha sufrido algún tipo de abuso es recomendable que reciba algún tipo de tratamiento médico para ayudarle en medio de su problema.
Por otra parte, sólo podemos aconsejar a personas que están en un estado sobrio. “Las personas que toman drogas o bebidas alcohólicas en profusión no deberían ser aconsejados hasta que estén libres de la influencia de la droga. Debes aprender algo sobre drogas, de modo que reconozca si la persona obra y habla bajo su influencia. En este caso la conversación es inútil. Cuando interfieren las drogas, el aconsejado tiene que ir a un médico especialista y pedir que reduzca o elimine la dosis. El aconsejar sólo es posible con personas sobrias.”
Aunque la Biblia no es una enciclopedia a la que podamos recurrir con un índice sobre los problemas, si habla de todos los problemas humanos. Siempre vamos a encontrar en la Biblia principios para tratar nuestros problemas y los de los aconsejados. Adams lo menciona así: “Tal como el consejero cristiano sabe que no hay ningún problema único que no haya sido mencionado claramente en las escrituras, sabe también que hay una solución bíblica para cada problema”.
En 1 Corintios 10:13, Pablo nos dice que no hay problema que no sea común a los demás. Nadie puede alegar que su caso es diferente o especial. Los elementos básicos del problema que se está enfrentando no son significativamente diferentes de aquellos que otros han afrontado. Cristo afrontó los mismos problemas que muchos han afrontado; al igual que numerosos creyentes han enfrentado los mismos problemas y han salido adelante. Esto es importante para dar aliento y esperanza.

Tipos de Consejería
En mi caso voy a plantear que hay tres tipos de consejería cristiana que se pueden utilizar en diversas ocasiones con problemas no orgánicos:

Consejería noutética o de amonestación
La consejería noutética es un término acuñado por el Dr. Jay Adams, viene del griego nouteteo o nouthesia que significa: amonestar, advertir, instruir.
La palabra noutheteo o nouthesia se refiere a la “instrucción de palabra”, tanto si es de aliento como, en caso necesario, de reprensión o reproche. Significa poner en mente, amonestar (Hch 20:31; Ro 15:14; 1 Co 4:14; Col 1:28; Col 3:16: “exhortándoos” en la Reina Valera 1960; «amonestándoos» en la VM; 1 Ts 5:12, 14; 2 Ts 3:15). Se traduce «exhortándoos» en Col 3:16.
Con consejería noutética o de amonestación me refiero a aquella en la cual se debe exhortar a un hermano por un pecado cometido. Lo que buscamos con la misma es que la persona norme su vida con respecto a las Escrituras. Se incluye en este caso las personas que necesitan ser restauradas.

Consejería paraklética o de consuelo
El termino consejería paraklética lo acuñe basándome en el termino griego “parakaleo” que significa “llamar al lado de uno”. Se traduce con el verbo consolar en Mt 2:18; 5:4; Lc 16:25; Hch 15:32; 16:40; 20:12; 2 Co 1:4, dos veces; v. 6; 2:7; 7:6, 7, 13; 13:11; Ef 6:22; Col 2:2; 1 Ts 3:7.Es traducido “alentar” en 1 Ts. 4:18, aparece como animar en 1 Ts 5:11, “animaos unos a otros”, “confortar” en Col 4:8 y 2 Ts 2:17.
Es importante que el termino “Parakletos” es el mismo que traduce como “Consolador” y se usa para Jesucristo y luego para el Espíritu Santo. Significa literalmente “llamado al lado de uno, en ayuda de uno”, y sugiere la capacidad o adaptabilidad para prestar ayuda. Se usaba en las cortes de justicia para denotar a un asistente legal, un defensor, un abogado; de ahí, generalmente, el que aboga por la causa de otro, un intercesor, abogado, como en 1 Jn 2:1, del Señor Jesús. En su sentido más amplio, significa uno que socorre, que consuela. Cristo fue esto para sus discípulos, por la implicación de sus palabras “otro” Consolador, es decir, de la misma clase, al hablar del Espíritu Santo (Jn 14:16). En Juan 14:26; 15:26; 16:7 le llama el Consolador.
Con este término me refiero a aquella consejería que consiste en dar aliento y apoyo en medio de las situaciones difíciles de la vida, que son parte de la misma. Por ejemplo, las diferentes situaciones de perdida como la muerte de un ser querido, un hermano enfermo en el hospital, entre otros.

Consejería jodegotica o de guía
Este termino también es de mi autoría, y me baso en la palabra griega “jodegos” que significa “guía en el camino” (jodos, camino; jegeomai, conducir, guiar). Este termino se usa en forma literal en Hch 1:16, de guiar a los ciegos (Mt 15:14; Lc 6:39); de guiar a fuentes de agua de vida (Ap 7:17). También se usa figurativamente en Mt 15:14; Mt 23:16, 24; Jn 16:13; Ro 2:19.
Con este tipo de consejería me refiero a aquellos casos donde se ayuda a tomar una decisión a la persona conforme a las Escrituras. También es aplicable cuando la persona ocupa algún tipo de asesoría para resolver un problema de un tercero, o sobre un asunto de otra índole.
Como ejemplos de ellos podemos citar aquellos que tienen que ver con cuestiones de decisiones vocacionales o ocupacionales acerca de su proyecto de vida y cuestiones académicas, por ejemplo, la persona que no sabe que profesión seguir, la persona que tiene problemas con selección de empleo, la decisión sobre a cual universidad asistir, la persona que no tiene claro cuál es su llamado para el ministerio cristiano. Cuando un consejero tiene que dar consejo acerca de estos casos vocacionales-ocupacionales, llamo esto “Pastoral Académica” o “Pastoral Vocacional”. Si quiere más información sobre este tema puede ver el curso de MINTS escrito por su servidor llamado “Pastoral Académica y Vocacional”.

Conclusión
En este capítulo hemos podido observar lo que la Escritura dice acerca de los problemas humanos. Hemos visto que los problemas humanos tienen diferentes causas y por tanto, diferentes formas de afrontar los problemas. Como consejeros debemos tener sabiduría para poder discernir cómo debemos abordar cada caso. Está sabiduría sólo Dios puede darla a través de su Palabra y por medio de su Espíritu Santo. Apoyémonos siempre en Dios, la Biblia y el Espíritu, Él es quién nos hace competentes para la obra.

La Biblia ante la Psicología
Objetivos
  1. Comprender que relación hay que guardar entre la psicología y las Escrituras.
  2. Conocer los diversos problemas que tiene la psicoterapia cuando la confrontamos con la Biblia.

Introducción
¿Por qué hablar sobre la Biblia y la Psicología en un curso de consejería bíblica? Porque esta disciplina está cada vez inundando más nuestro contexto. Cada vez es más frecuente ver que los hermanos en Cristo recurren más al consejo de psicoterapeutas profesionales en detrimento de los pastores u otros cristianos. En forma constante vamos a ver a personas que piensan y hablan en forma psicológica, y esto es cada vez más entre los creyentes. Constantemente entre nuestra jerga utilizamos los términos psicológicos como autoestima, complejo, trastorno, etc. Por tanto, no podemos sencillamente ignorar este fenómeno como si no existiera.
Gary Almy incluso llega a decir “La iglesia parece estar enamorada de los doctores de psicología y psiquiatría, quienes toman cada vez más el lugar de liderazgo en medio de ella. Ya no es un grado teológico que permite a uno ejercer responsabilidad en la iglesia, escuela o instituto bíblico, sino más bien un grado en psicología.” Tanto ha afectado la psicología el cristianismo que aquellos que quieren ayudar a las personas buscan primero prepararse en la psicología que en labores pastorales.
Precisamente mientras escribía este manuscrito tuve un encuentro con un excompañero del seminario. Este compañero ya tiene varios años graduado del seminario teológico, y hoy en día es pastor de jóvenes en una iglesia conservadora de mi país. Lo que me sorprendió un poco fue que lo encontré en la universidad estudiando psicología. El me explicaba que había decidido estudiar esa carrera para poder dar terapia a los jóvenes con los cuáles trabajaba, ya que consideraba que con los conocimientos teológicos no podía ir más allá con sus problemas. Para el era una forma de trabajar más “profundamente” con los problemas de sus jóvenes mediante la psicología, la cuál la veía como una herramienta para su ministerio. Casos como estos son comunes en nuestras iglesias.
En esta anécdota podemos notar varias cosas, en primer lugar la enseñanza generalizada de que las Escrituras no son suficientes para aconsejar, y en segundo lugar, la elevación de la psicología al lado de las Escrituras.
La declaración de la insuficiencia de las Escrituras Se considera que los conocimientos teológicos y de la Escritura no son suficientes para atender los diferentes problemas que se presentan en la vida diaria, ya que algunos son muy “profundos”, y en esto la Escritura queda corta, y sería muy simplista resolverlo de esta manera. Muchos pastores hoy en día se siente incapacitados de dar consejo en muchas áreas de la vida de las personas.
William MacDonald los expresa de la siguiente forma: “En contradicción a 2 Timoteo 3:16, 17, la Biblia ya no es considerada como suficiente como base para el aconsejamiento. Necesitamos psicoterapia. Ya no se confía en el Espíritu Santo para que produzca los necesarios cambios en las vidas de los creyentes. Los ancianos ya no son competentes para orientar. Tienen que enviar a su gente a un terapeuta profesional. Esto a pesar del hecho de que Dios nos ha dado en la Palabra y mediante el Espíritu todo lo necesario para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3).” Además, esta postura da demasiada importancia al consejero humano43 cuando realmente el que produce los cambios es Dios; el único especialista que provoca el cambio es el Espíritu Santo.
Las Escrituras afirman que toda la iglesia está en posición de dar consejería (Ro 15:1, 14; Ga 6:1–2; Col 3:16; 1 Ts 4:18; 5:11; Hb 3:13; Stg 5:16) y que especialmente el pastor tiene ese llamado dentro de la iglesia (Hb 13:17). Creo que la mejor manera de aprender a dar consejo es capacitarse en un buen seminario teológico para aprender a tener un buen conocimiento y uso de las Escrituras.

La elevación de la psicología a lado de las Escrituras
Se observa claramente que se visualiza a la disciplina de la psicología como un aliado para el ministerio. Incluso podríamos decir que se pone la psicología al lado de la Escritura, dando a entender que las “verdades” de la psicología pueden complementar las verdades escriturales.
Ahora nos preguntamos ¿Puede verdaderamente la psicología ser un aliado de la consejería? ¿Las verdades de la Escritura pueden ser complementadas con las verdades de la psicología?. Se va a analizar varios puntos antes de dar respuesta a estos interrogantes.

El objeto de estudio de la psicología
La palabra psicología etimológicamente significa estudio o tratado del alma, curiosamente según el Diccionario de la Real Academia Española, la psicología es una parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y sus operaciones. La Asociación Psicológica Americana (APA) define la psicología como la ciencia que estudia la mente y la conducta, no solamente la humana sino la animal.
Observando tanto su definición etimológica como su definición actual podemos darnos cuenta que tanto el alma como la conducta humana son áreas que la Escritura trata ampliamente. No hay nadie que conozca el alma del ser humano tan claramente como aquel que es su Creador. Ni el ser humano mismo se conoce tanto como lo conoce su Creador. Por otro lado, la Escritura describe ampliamente la conducta del ser humano, las razones de su conducta y las soluciones para la misma. La Escritura fue dada por Dios para que el hombre supiera como comportarse y conducirse en la vida. En otras palabras, la Escritura prescribe como debe comportarse el hombre.
Aunque la Biblia no es un manual de arquitectura, ni de biología, ni de otra ciencia humana, si podemos afirmar basándonos en la definición actual de psicología que la Escritura es el mejor manual de psicología. “¿A qué otra parte puede uno dirigirse para obtener los datos precisos necesarios para hacer frente a los dos puntos principales en el aconsejar, a saber, el problema de cómo amar a Dios, y el problema de cómo amar al prójimo?”46.
Por tanto, si realmente las Escrituras tratan acerca de la conducta humana y de la prescripción de soluciones para ésta, el único verdaderamente capacitado para hacer este tipo de funciones es el creyente en Cristo, y especialmente los pastores ordenados por Dios. La consejería no es una ciencia, es algo espiritual, por tanto, le corresponde a la iglesia y no al mundo.

La gracia común y los aportes humanos
La gracia común o gratia communis es aquella que se extiende a todos los hombres, en contraste, de la gracia salvadora o gratia particularis que se limita a los elegidos. Por medio de la gratia communis podemos aceptar lo que los muchos teóricos no regenerados han producido. Aunque ello no ha sido producido por creyentes, ni ha sido dedicado en forma consciente para la gloria de Dios, Dios en su obra de la gracia común en este mundo presente los ha capacitado para hacer contribuciones valiosas para la cultura e incluso para la edificación de la iglesia. “Si algo es verdad es verdad de Dios”.
Juan Calvino – uno de los grandes reformadores del siglo XVI - nos dice “Toda la verdad viene de Dios; y por consiguiente, si los hombres perversos han dicho algo que sea cierto y justo, no debemos rechazarlo porque ha venido de Dios”. “Cuando al leer los escritores paganos veamos en ellos esta admirable luz de verdad que resplandece en sus escritos, ello nos debe de servir como testimonio de que el entendimiento humano, por más que allá caído y degenerado de su integridad y perfección, sin embargo no deja de estar adornado aún y enriquecido con excelentes dones de Dios. Si reconocemos al Espíritu de Dios por única fuente y manantial de la verdad, no desecharemos, ni menospreciaremos la verdad donde quiera que la halláremos, a no ser que queramos hacer una injuria al Espíritu de Dios, porque los dones del Espíritu no pueden ser menospreciados sin que Él mismo no sea menospreciado y rebajado”
Así que siguiendo el principio bíblico de “Examinadlo todo, retened lo bueno, absteneos de todo especie de mal” (1 Ts 5:21–22), podemos utilizar algunos elementos de la psicología como auxiliar a la consejería, esto especialmente de la psicología en su sentido descriptivo, es decir, cuando lo que hace la psicología es describir lo que Dios ya ha creado. Por ejemplo, por medio de la psicología evolutiva podemos comprender en mejor manera el desarrollo del ser humano para poder atender mejor sus necesidades específicas según su etapa de vida, ya sea la infancia, la adolescencia, la adultez o la vejez. Otro ejemplo, podría ser la psicología educativa que nos ayuda a comprender diversos estilos de aprendizaje, inteligencias múltiples, necesidades educativas especiales de los estudiantes para poder integrarlos mejor en el medio académico.
Por tanto, mientras que la psicología realmente se dedique a observar, describir y clasificar la conducta humana podemos retomar aquello que no contradiga las verdades escriturales; porque aún sus métodos de describir y clasificar el comportamiento humano en ocasiones están muy lejos de conformarse al modelo bíblico. Un ejemplo de esto es que en el actual DSM no está clasificada la “orientación” homosexual como un problema, sino que sería un problema solamente si la persona no se siente cómoda con su “orientación”.

La Psicoterapia
Especialmente, como creyentes tenemos diversos problemas con la psicología cuando queremos tomarla en sentido prescriptivo, es decir, cuando hablamos de psicoterapia, ya que como mencione en párrafos anteriores, la única fuente que puede prescribir la conducta humana y conducirla son las Sagradas Escrituras. Incluso puedo afirmar en base a ello que los psicoterapeutas están invadiendo un terreno que corresponde a los pastores y consejeros bíblicos.
Antes decía que “Si algo es verdad es verdad de Dios”, pero con ello quiero decir lo que realmente es verdad. La psicoterapia no es realmente una ciencia exacta, existen decenas de posiciones teóricas, puedo citar un sin número de ellas: psicoanálisis, conductismo, terapia centrada en la persona, análisis transaccional, terapia racional-emotivo-conductual, logoterapia, etc. Por lo que no tiene una posición absoluta como la tienen las Escrituras, sino más bien cae en el relativismo postmoderno de nuestro mundo actual. MacArthur lo describe así “la psicología no es un cuerpo uniforme de conocimiento científico como la termodinámica o la química orgánica. Cuando hablamos de psicología, nos referimos a una colección compleja de ideas y teorías, muchas de ellas contradictorias. La psicología ni siquiera ha probado ser capaz de tratar con eficacia la mente humana ni sus procesos mentales y emocionales”. La psicología es muchos casos una pseudociencia, ya que en muchas ocasiones no utiliza verdaderos métodos de investigación, sino sencillamente la opinión de la sociedad. Los esposos Bobgan afirman “Las teorías del asesoramiento psicológico son conjuntos de opiniones humanas arregladas en marcos teóricos. Son invenciones basadas en la percepción de los teóricos y en sus experiencias personales. Estas teorías sirven de casa de espejos que reflejan a los teóricos mismos”52. Entre los diversos problemas que tiene la psicoterapia podemos citar:

Su cosmovisión es humanista
Su visión de mundo ubica en el centro al ser humano y no a Dios. Para el humanismo lo principal es la dignidad del hombre y no la gloria de Dios como es para la fe cristiana. Para la mayoría de estos sistemas el hombre es esencialmente bueno, y el puede encontrar su propia verdad y resolver sus problemas. En cambio, la cosmovisión bíblica afirma que el hombre es pecador, y que necesita de Dios y de su Palabra para guiarse en la vida.
Mientras que la cosmovisión bíblica busca la santificación, el humanismo busca el desarrollo personal; las Escrituras buscan la gloria de Dios y el humanismo la autorrealización. Los motivos y metas son distintos.
Incluso muchos han llegado a afirmar que la psicología en sí misma es una religión debido a que presupone un sistema de creencias tan complejo que podría compararse al de un sistema religioso. El psiquiatra húngaro Thomas Szasz menciona “La psicología no es tan sólo una religión que pretende ser una ciencia, es de hecho una falsa religión que procura destruir la religión verdadera… psicoterapia es un nombre que suena científico, moderno, para lo que solía llamarse la “cura de almas”… con el declive de la religión y el crecimiento de la ciencia en el siglo dieciocho, la cura de almas (pecadoras), que había sido parte integral de las religiones cristianas, fue denominada cura de mentes (enfermas), y pasó a formar parte integral de la medicina”.

Los diferentes sistemas son reduccionistas
Con esto me refiero a que presentan como verdad su propia postura e incluso como si fuera la única en exclusiva. Existen diversos sistemas psicológicos: psicoanálisis, conductismo, terapia centrada en la persona, análisis transaccional, terapia racional-emotiva-conductual y un puñado más de sistemas. Curiosamente ninguno está de acuerdo con el otro. Jay Adams se hace la pregunta: “¿Si los médicos estuvieran tan divididos y confusos, les confiaríamos nuestro cuerpo?”.
Los sistemas psicológicos tienen cosas que son “verdad”, pero no toda la verdad. Aplicarlos en forma completa sería una irresponsabilidad ya que la mayoría de ellos van en sentido totalmente opuesto al bíblico. Recordemos que esa “verdad parcial” que tienen es al mismo tiempo una mentira parcial, por tanto, no son una verdad real.
Muchas veces lo que hace el mal llamado “psicoterapeuta cristiano” es hacer un sincretismo entre la fe y el paganismo humanista. Esto es un yugo desigual que Dios condena. Los Bobgan dicen: “Casi siempre los que ejercen la psicoterapia llaman “asesoramiento bíblico” a lo que hacen, aun cuando el ejercicio de esta tiene que ver más con las teorías y terapias seculares que con la Biblia.”

La psicoterapia es determinista
Muchos pecados son llamados enfermedades o resultado del contexto, quitando la responsabilidad personal del hombre ante estás conductas pecaminosas, y por tanto, privando a las personas de una solución verdadera y pronta, desde la perspectiva divina.
MacArthur dice “al pecado se lo llama enfermedad, por eso la gente piensan que lo que necesita es terapia y no arrepentimiento. Al pecado común se les llama conducta adictiva o compulsiva.” Por otro lado, John Bettler nos dice “El salvar a los pecadores es el trabajo en el que Dios se ocupa. Sí tú estás sirviendo en el nombre del Dios viviente, entonces tú también tienes que ocuparte en esta obra. El problema es que ya no tenemos “pecadores”. Tenemos víctimas. Tenemos hijos adultos de alcohólicos. Tenemos codependientes. Pero no tenemos pecadores. Y si no tenemos pecadores, no necesitamos la salvación. En vez de esto, necesitamos la recuperación.”
Los ejemplos son muchos, un hombre adultera, y es porque es parte de la crisis de los cuarenta; otro se emborracha pero no tiene la culpa porque tiene la enfermedad del alcoholismo; otro roba y dice ser cleptómano, otro tiene un problema y es culpa de los padres que no lo educaron bien. Las mujeres son “víctimas inocentes, cuyas “equivocaciones” son debidas a cosas como maridos malos, o el haber sido abusadas como niñas, o un desequilibrio químico”. Todas formas de evitar la responsabilidad, tal como lo hicieron Adán y Eva desde el momento de la caída, echando la culpa al otro.
Al decir que el pecado es una enfermedad, declaran que realmente no hay cura para ello. Por ejemplo, los alcohólicos tienen que declarar que siempre serán alcohólicos, y esto es muy común en los Alcohólicos Anónimos. Igualmente al considerar la homosexualidad simplemente como una alternativa sexual más, están dejando sin esperanza al ser humano.
Pero al tratar estos males como pecados tal y como lo declara la Escritura si hay una esperanza, hay redención en Cristo Jesús, “Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co. 6:10–11). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Co 5:17)

Conclusión
La psicología humanista es una forma más como el ser humano busca autonomía y su independencia de Dios. Algo que ha buscado el hombre desde la caída en Génesis. Parafraseando lo que sucedió en Génesis podemos afirmar que el ser humano afirma “Yo seré mi consejero independiente de Dios, sabiendo el bien y el mal”. El ser humano prefirió seguir el consejo de Satanás y lo reinterpretó desde otra cosmovisión (la del enemigo); hoy en día no es diferente, queremos el consejo humano de la psicología, queremos ser nuestros propios consejeros desde una cosmovisión que es diferente. Ya no nos es suficiente el consejo de Dios en su Palabra.

Características, Habilidades y Técnicas en la Consejería

Objetivos
  1. Conocer una serie de características y habilidades que el consejero bíblico debe poseer.
  2. Conocer diversas técnicas que el consejero puede usar en su labor de aconsejamiento.
Introducción
Hace unos años se pusieron de moda los perfiles de personalidad para los puestos vocacionales, de ahí surgió la teoría de los rasgos, según la cuál para un tipo específico de oficio se necesitaba una personalidad específica. Ahora, pregunto, ¿necesitamos algún tipo de personalidad para ser consejeros?. Mi respuesta es sí. La única personalidad que se necesita para ser consejero, es la del Señor Jesucristo, por eso tenemos que seguir creciendo y cambiando cada día. A continuación analizaremos una serie de características, habilidades y técnicas que debe tener y manejar el consejero bíblico.

Características del Consejero Bíblico

Integridad
Para Roger Smalling la integridad es la virtud fundamental del liderazgo cristiano. Está virtud es igualmente vital para el consejero bíblico, por ello le dedico el mayor espacio entre las características que anoto. Este debe tener consistencia entre sus palabras y acciones. Sus hechos deben ser congruentes con el consejo bíblico, a diferencia del psicólogo que orienta de maneras que no cree en forma personal y que nunca aplicaría a su vida.
Eso si hay que reconocer el mito de que el consejero debe ser perfecto. Según este mito los pastores y los consejeros bíblicos deben tener una vida matrimonial perfecta, una vida espiritual perfecta, etc. Ninguno de nosotros es perfecto, todos somos pecadores. Todos somos pacientes, un paciente aconseja a otro paciente, el médico es el Señor.
Debemos reconocer que el pecado también influye en la vida del consejero. Puede que no digamos algo al aconsejado porque es un área débil en nuestra propia vida. Incluso el aconsejado nos puede tentar y darnos ideas para pecar. Por eso es importante, seguir el consejo de Pablo a Timoteo “Ten cuidado de ti mismo” (1 Ti 4:16) y el versículo en 1 Corintios 10:12 “El que piensa que esta firme cuide que no caiga”. 1 Co 10:12

Por ello, el consejero debe estar alimentando su vida, y debe estar en constante cambio al ser tocado por la Palabra. Vamos a fallar en aconsejar a otros en áreas que son débiles para nosotros, por lo que debemos trabajar en nuestros propios problemas, y si es necesario remitir a otro, mientras trabajamos en ello.
El consejero bíblico también debe saber reconocer sus propios límites. Debe reconocer cuando no se tiene la competencia para atender un caso particular y referir a otro consejero. En algunas ocasiones no sabremos que hacer con el caso, o no podremos manejarlo, por ejemplo, no todos pueden aconsejar a un violador. Así que en muchos casos va a ser necesario remitir la persona a otro que pueda atenderlo mejor.
Adams menciona que no debemos remitir el aconsejado a otro sencillamente como un medio para evitar nuestra propia responsabilidad en la materia. “Ha de recordar que Dios lo colocó, providencialmente, al cristiano que yerra en su camino, para que él le ministre”. El remitir de esta manera no es ético, ni cristiano.
Por otro lado, es importante reconocer que lo que se diga en consejería es confidencial aunque no se diga abiertamente. Aunque el consejero bíblico no está obligado por ley a seguir el sigilo o secreto profesional como los psicólogos o los abogados, el consejero que guarde la debida confidencialidad va a ser considerado integro. Por otro lado, como nuestra guía principal es buscar la gloria de Dios, en algunas ocasiones lo que le agrada a Dios es que rompamos la confidencialidad como cuando hay que denunciar un abuso.
Además, no debemos dejar lugar a que se pueda poner en duda nuestra integridad por un mal testimonio, por lo que recomiendo, que nunca una persona brinde consejería a una del sexo opuesto en un lugar sólo. Una alternativa para que esto no suceda es la co-consejería. Es decir, dar consejo entre dos personas, un matrimonio es lo ideal.

Humildad
La consejería es impredecible, no sabemos que caso se nos va a presentar para atender en nuestras vidas y eso nos puede dar miedo. Esto muestra nuestra incapacidad, ya que muchas veces no sabemos “por donde entrarle al asunto”, pero hay que reposar en Dios. Hay que recordar que Dios tiene control, Él si sabe que va a suceder. Debemos reconocer su soberanía y al mismo tiempo nuestra pequeñez. El se perfecciona en nuestras debilidades (2 Co 2:4–6). No debemos sentirnos competentes por nosotros mismos sino recordar que “Dios no elige a los capacitados, Él capacita a los elegidos”. El es el que nos hace competentes. Hay que reconocer que Él es el que obra a través nuestro. Nosotros sólo somos canales.

Bondad (Ro. 15:14)
Según Adams esta cualidad se refiere a la “actitud buena en el corazón de interés y afecto por los demás. Es un deseo de ayudar y dar la mano a otros en su necesidad; una buena voluntad hacia los otros que te impulsa, sin interés egocéntrico, hacia ellos”. El consejero debe ser un hombre o mujer dispuesto a ayudar al otro en medio de los problemas.
Como lo que nos mueve es el interés genuino por la persona no el dinero (como pasa con muchos psicólogos), no nos preocupa el tiempo que damos a la persona, ya que lo invertimos para servirle a la persona y a Dios.

Respeto
El respeto es considerar a los otros como dignos de honor, y la Biblia constantemente nos llama a esto (Ro 12:10; Fil 2:3; 1 P 2:17). Preste atención a los aconsejados, mantenga un volumen de voz adecuado y establezca contacto visual con las personas están hablando. Debemos creer a los aconsejados (1 Co 13:7). No minimice los problemas del aconsejado. Mantenga la confidencialidad.

Conocimiento de la Palabra (Ro. 15:14; Col 3:16)
Un buen consejero bíblico tiene que conocer la Palabra de Dios, dado que este es la guía y contenido de su aconsejar. Por ello debe conocer los principios de la Palabra para poder aplicarlos en diversas situaciones de la vida diaria. Este conocimiento solamente se obtiene mediante el estudio continuo y concienzudo de las Sagradas Escrituras en forma constante. Adams lo expresa de la siguiente manera “como el aconsejar es un ministerio de la Palabra, y como el Espíritu Santo cambia a las personas por medio de la Palabra, es esencial un conocimiento siempre creciente de la Palabra”.
Los aconsejados pueden tener dificultades debida a creencias incorrectas, por lo que es necesario que el consejero conozca la Palabra para poder discernir el error y corregirlo de manera adecuada.
Por otro lado, el conocimiento de la Palabra no solo debe ser teórico debe ser experiencial, porque lo hemos vivido. No podemos hablar solamente en teoría de la Palabra tenemos que conocerla en el diario vivir, tenemos que haberla aplicado en nuestras vidas, para que realmente se haya interiorizado en nosotros y así poseamos un verdadero conocimiento de la misma.

Sabiduría (Col. 3:16)
Las Escrituras, especialmente el libro de Proverbios, nos dicen que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová (Pr. 1:7; 2:5; 9:10; Job 28:28; Sal 111:10). El temor de Jehová podemos visualizarlo como “una preocupación consciente de complacer a Dios en todos los aspectos de la vida”. Está es una actitud que todo consejero bíblico siempre debe tener.
Ahora también, la sabiduría es poder aplicar la Palabra en las diversas situaciones de la vida cotidiana. Adams menciona “no es suficiente que tú, y tu aconsejado, conozcan meramente lo que Dios dice; deben de aprender cómo encarnar y dar forma a la verdad y la creencia en la vida de cada día. Cuanto más capaz es uno en el uso y, especialmente, en el poner en práctica la verdad bíblica en el vivir de cada día, más apto será también para ayudar a otros a hacerlo”.

Fe
El consejero debe ser un hombre de fe y esperanza, que crea firmemente en las promesas escriturales. El debe confiar en las Escrituras para poder dar esperanza al que no la tiene. “Tiene que estar convencido de que la Biblia es verdad y estar dispuesto y ser capaz de dirigir a otros a sus promesas con seguridad y convicción”.

Autoridad
El consejero bíblico tiene autoridad, pero está no le es propia, le ha sido dada por Dios. La autoridad del consejero reposa en las Sagradas Escrituras. Ya sea que se cumplan funciones de pastor (1 Ts 5:12, 13) o se sea un miembro de la iglesia que aconseja, este ejerce la autoridad que Cristo le ha conferido (Col 3:16; Ro 15:14).

Autenticidad (2 Co 4:2)
Seamos sinceros con nuestras capacidades y limitaciones. (1 Co 2:1–3). Reconozcamos nuestras propias debilidades. (2 Co 1:8; 1 Co 10:13). Seamos sinceros acerca de las metas y el programa que tenemos para el aconsejado. Hay que ser transparentes en cada momento con el aconsejado.

Habilidades del Consejero

Escucha activa
Hay que escuchar los hechos (Pr 18:13) pero escucharlos de manera activa (Pr 18:15). Esto le cuesta bastante a los predicadores, están tan acostumbrados a hablar que les cuesta escuchar. Pero hay que escuchar al aconsejado si realmente deseamos ayudarle.

Empatía cristiana
Escribo de empatía cristiana dado que es diferente a la mundana. En la empatía mundana no está Dios, es solamente una técnica para entender una persona. En la empatía cristiana el motor es el amor. Hay que pensar como nos sentiríamos en los pies del aconsejado e identificarnos con su problema. Esto es mirar con compasión como lo hizo Jesús. Al consejero bíblico le mueve la compasión por los demás. Jesús es el mejor ejemplo de ello (Mt 9:35–38; Mr 10:21; Lc 7:11–15; Jn 11:33–35). Ver al otro como si fuera alguien cercano (1 Tm 5:1–2) y tratarlo como si fuera uno de nuestra propia familia. Y por supuesto, dándonos cuenta de nuestra propia pecaminosidad (Ga 6:1).
Mack da las siguientes sugerencias para mostrar compasión:
• Ha dicho a las personas que se preocupa por ellas (Flp 1:8)
• Ha orado con las personas y por ellas (Col 4:12–13)
• Se ha regocijado y entristecido con los aconsejados (Ro 12:15)
• Ha tratado a los aconsejados con gentileza y ternura (Mt 12:20)
• Ha usado la delicadeza con los aconsejados (Pr 15:23)
• Ha tenido gracia al hablar con las personas (Col 4:6)
• Ha seguido amándolos y aceptándolos aunque hayan rechazado el consejo (Mr 10:21)
• Los ha defendido de aquellos que los maltratan y acusan (Mt 12:1–7)
• Los ha perdonado por cualquier cosa incorrecta que han hecho (Mt 18:21–22)
• Ha estado dispuesto a suplir cualquier necesidad física si fuera necesario (1 Jn 3:17)
Aunque el mundo nos dice que no tenemos que involucrarnos emocionalmente con el paciente, la Biblia dice que hay que involucrarte emocionalmente (no sentimentalmente). Hay que compartir la carga, por supuesto, sin quitarle la responsabilidad a la persona. Recordemos la Escritura “gozaos los que se gozan, llorad con los que se lloran”.

Hospitalidad
Debemos tener el don de la hospitalidad, generar la confianza para que la gente se nos acerque a pedir consejo, especialmente, si se está en funciones pastorales. Sinceramente hay pastores que da miedo acercárseles, que no generan ese rapport necesario para poder tenerles confianza (Prov 27:6). En palabras de Wayne Mack “somos más receptivos al consejo de alguien que sabemos está con y por nosotros. Ellos pueden hablarnos con franqueza acerca de nuestros defectos y, aunque nos molestemos temporalmente, pronto entenderemos que sólo han estado tratando de ayudarnos porque tienen interés en nosotros. En cambio, si alguien a quien sentimos extraña o enemigo viene a criticarnos, nuestra tendencia es ponernos a la defensiva y sospechar de sus motivaciones”.

Uso de la Palabra
Hay que interpretar la palabra correctamente, en armonía con el resto de la Escritura. Un curso de hermenéutica es esencial para un buen consejero bíblico. “Si no tenemos cuidado de entender la Palabra de Dios con exactitud, podemos terminar dando instrucción parecida a la bíblica pero sin serlo, en realidad”. Hay que tener cuidado de no confundir la Palabra con nuestras propias ideas.

Mentoría
Un consejero debe ser mentor o discipulador en el sentido de que debe enseñar al aconsejado a aplicar las verdades de la Escrituras a su vida por sí mismo. Esto ayuda a no crear una dependencia al consejero.

Técnicas de la consejería para reunir información
Es necesario conocer a los aconsejados para poder determinar sus necesidades reales y poder atender mejor a las personas. En muchos casos, el aconsejado será un familiar, un amigo, un alumno, o sencillamente un hermano en la fe que se acerca. Si la relación es cercana de forma bastante obvia se conocerá a la persona, pero no siempre va a ser así.
Va ha haber ocasiones donde el aconsejado es poco o nada conocido por el consejero, por lo que este último debe de usar diversas técnicas para reunir información acerca de los mismos. Entre las diversas técnicas para reunir información podemos mencionar:

La Observación
Es decir fijar la atención en personas, fenómenos, hechos o situaciones para describir lo que se capto. Puede ser espontánea o planificada. Es importante que la observación sea objetiva – describir los hechos como se presentan - y selectiva – dirigida a captar aspectos significativos -.
En sesiones de consejería se debe observar muy bien al aconsejado, tanto sus expresiones, gestos y postura, como el tono en que dicen las cosas. “Algunas expresiones de su rostro revelan claramente enojo, dolor u otras emociones. Otras veces mueven su silla más cerca del escritorio o mas lejos que cuando entraron a la habitación. Unas veces una pareja mueven sus sillas para alejarse algo uno del otro. Otras ocasiones las familias se ubican a sí mismas de un modo que revelan quien está con buenas relaciones y quién no; o cuál de los hijos es favorecido por los padres. El aconsejado en cierto momento frota los brazos de su silla o mira al piso cuando el consejero menciona algo en particular”.
Es recomendable tener un registro de observaciones hechas a los aconsejados, en forma descriptiva (sin interpretar). Un tipo de registro puede ser el registro anecdótico que se utiliza en educación. A continuación un ejemplo de registro anecdótico:


 Fecha
 Observador
 Situación
 Incidente
 Comentario


Expedientes
Este tipo de instrumentos se utiliza especialmente cuando se da consejería en forma formal, ya sean pastores, consejeros educativos, etc. Proporciona una visión progresiva del desarrollo de los aconsejados. Incluye los datos personales, antecedentes familiares, historia escolar, datos sobre salud, resultados de tests, etc.

Entrevista
Es la conversación entre dos o más personas, al menos el entrevistado y el entrevistador en forma dinámica para buscar información. Según Adams, “debido ha que el aconsejar es autoritativo, tiene que ser también directivo. La palabra que usa el nuevo testamento para aconsejar (nouthesia) implica dirección escritural” por tanto el tipo de entrevista debe ser directiva, guiada por el mismo consejero.

Formularios, Inventarios y tests
Los formularios, inventarios y tests también son buenas formas de recoger información acerca de la persona. En el apéndice 1 de este manual hay un formulario para recopilar información de la persona.

Técnicas para usar en una entrevista o sesión de consejería

Retroalimentar y Resumir
Una de las formas donde hay más malentendidos es en la comunicación hablada. El retroalimentar es una forma de asegurarse que no haya una interpretación errónea. Básicamente, es decirle al aconsejado en nuestras palabras lo que se entendió acerca de lo que este último dijo. Podemos decir algo así, “hermano, fulano, lo que yo he entendido es que…” o algo similar. Esto también nos ayuda a ir resumiendo el problema para su posterior análisis.

Preguntar
Yo recomiendo hacer preguntas naturales. Es decir, preguntas que nos ayuden a analizar mejor el problema. Lo mejor es utilizar preguntas abiertas para que estás arrojen mayor información para analizar el problema.
Dado que ya sabemos que la razón por la que las personas entran en problemas es el pecado, el énfasis debe caer en el “¿Qué?” y no en el “¿Por qué?”. El “¿Por qué?” lleva a especular y a evitar la propia responsabilidad, en cambio el “¿Que?” lleva a solucionar los problemas. Ej. “¿Qué se hizo? ¿Qué ha estado haciendo usted? ¿Qué se puede hacer para rectificarlo? ¿Qué se puede hacer en esta situación? ¿Qué es lo que dice Dios que se puede hacer en esta situación? ¿Cuáles deberían ser las futuras respuestas?”.

Toma de apuntes
El consejero puede tomar apuntes en medio de la sesión. Esto es bueno especialmente cuando el problema es muy grande, y han surgido varias cosas que usted considera que deben ser tratadas en otra sesión. También es bueno llevar al final de la sesión un registro para colocarlo en el expediente, especialmente, si se trata de consejería formal.

El silencio
Un buen consejero sabe manejar los silencios. Sabe que son momentos donde se puede dar la oportunidad al aconsejado para pensar ya sea en sus acciones para una decisión, o por si está olvidando algún detalle. Smalling le llama la “pausa incomoda”. De este modo, el silencio puede ser importante en un momento determinado.

Deshabituación y rehabituación
Muchas veces un aconsejado cuando tiene problemas con su conducta, necesita cambiar hábitos pecaminosos por otros que no lo son, a esto le llamamos dinámica de deshabituación y rehabituación, y en forma bíblica podemos llamarle “despojaos del viejo hombre, y vestíos del nuevo hombre” (Ef 4:17–32). Por lo que el consejero muchas veces en un plan debe hacer una lista de cosas para despojarse y otras para vestirse para el aconsejado, es decir, hábitos pecaminosos que quitar, con conductas cristianas que deben substituirlas.

Las tareas o trabajos para la casa
El dejar tareas es una forma de ayudar a los aconsejados a resolver sus problemas. Con ello se gana tiempo de trabajo para el consejero, y al mismo tiempo se estimula al aconsejado a no depender tanto del consejero, ya que el consejero lo está discipulando para que él mismo pueda resolver sus propios problemas según los métodos de Dios.

Entre las múltiples tareas a sugerir están:
• El estudio o lectura de ciertos pasajes bíblicos o de temas relacionados con su problema.
• Hacer un devocional personal, basado en Proverbios, y apuntar los versículos relacionados con su problema.
• Leer libros o artículos asignados u oyen algún mensaje grabado, y escriben lo que han aprendido.
• La oración, no sólo en forma regular, sino como parte de la solución de un problema. Por ejemplo, se puede asignar a un aconsejado que cuando este desanimado haga una oración (Lc 18:1).
• Hacer un diario especial donde el aconsejado escriba sus reacciones y la manifestación hacia un problema en particular.
• Las hojas de deshabituación/rehabituación.
• Listas de pecados propios, fortalezas, dones, habilidades, formas de complacerse el uno al otro, etc.
• Test o inventarios de algún tipo. Por ejemplo, el Cuestionario Houts-Wagner sobre dones espirituales.
• Horarios, planes, presupuestos, etc.
• Las mesas de diálogo: los miembros de la familia se sientan en una mesa cada noche y hablan de sus problemas. Las reglas son simples: “El padre llama a la mesa, y en general, como cabeza del hogar, está a cargo de la reunión. La madre debe actuar como secretaria y anotar las cosas. El diálogo se abre y se ha de terminar con una oración. Se estudia la Biblia durante la mesa diálogo, para descubrir la voluntad de Dios con respecto a las cuestiones entre los participantes”. Es conveniente iniciar con los propios fallos, e indicar como rectificarlos.
• Modelos y Entrevistas (Fil 4:9; Fil 3:17), es decir, asignar que vean como otra persona o familia realiza algo. Por ejemplo, que vean como una familia hacen su culto familiar o como resuelven sus diferencias. Otro ejemplo, podría ser que entrevisten a una familia y que estos cuenten como criaron a sus hijos tan obedientes.
• Tomar una segunda luna de miel para renovar votos matrimoniales.

Conclusión
Lo que vimos en este capítulo es lo más similar a un perfil para un consejero cristiano. En el enumeramos toda una serie de características, habilidades y técnicas que debe manejar el consejero cristiano, aunque muchas de las técnicas especialmente dependerán de lo formal o informal que sea el contexto donde ofrece el consejo. No se desanime si usted no corresponde al perfil, recuerda que Él es que nos capacita para la obra y que Él se perfecciona en nuestras debilidades.


miércoles, 29 de junio de 2011

Dios: Una Breve Historia del Eterno - Interesante Estudio Para Pastores y Obreros Cristianos



Historia del Eterno - Interesante Estudio Para Pastores y Obreros Cristianos
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 14MB | Idioma: Spanish | Categoría: Teología -   Interpretación   
                    
Información
 Prólogo 11
Introducción:
Contra el Ateísmo Chapucero y la Fe Santurrona 13
 
1. Música y arte: Elton John y la Venus desnuda 17
  1. Ser o no ser 17
  2. Un montón de piedras une a la humanidad 18 
  3. Los hechos desnudos y el disfrute de la vida antes de la muerte 21
2. La psicología y Dios: un hombrecillo en el oído 26
  1. El parricidio de Sigmund Freud 26
  2. Lo que C.G. Jung y Viktor Frankl tienen en común con una estrella del porno 30
  3. Dios y un ramo de flores 33
3. La pregunta: expediciones por el arroyo de fuego (Feuerbach) 39
  1. La prueba de la tarta de nata 40
  2. Reiterados problemas con el Altísimo 43
  3. Una pregunta a vida o muerte 53
4. El Dios de los ateos: una protesta a lo grande 56
  1. Pienso lo que quiero 56
  2. Una comunidad de inquilinos se jubila 59
  3. Una religión celebra el ateísmo 60   
  4. La fiesta con champán, arruinada 63
  5. La placentera venganza del humilde cura 66
  6. El hijo de un pastor protestante asesina a Dios 71
  7. El «más grave accidente previsible» en el templo de la nada 76
5. El Dios de los niños: de la felicidad como estado natural 81
  1. ¿Cómo de real es la realidad? 81
  2. La pezuña en la oreja 86
  3. Un caso para talar y el camino hacia la felicidad ... . 93
  4. El Dios de maestros y profesores:
6. conspiración en el sótano-bar 96
  1. Jugar a los indios con consecuencias letales 99
  2. La verdad bajo la higuera 102
  3. Una anciana testaruda hace un pacto con el diablo . 108
7. El Dios de los científicos: Galileo, Darwin, Einstein y la verdad 114
  1. Una religión inventa la ciencia 115
  2. El mayor golpe mediático de todos los tiempos 121
  3. Darwin cierra un taller de alfarería 127
  4. La catástrofe de una imagen del mundo 133
  5. Milagro, ilusión y realidad 138
  6. El error de Stephen Hawking y las pequeñas imágenes en color del cerebro 144
8. El Dios de los filósofos: la gran batalla de la razón pura 149
  1. Disputa entre santos: las pruebas de la existencia de Dios 150
  2. Proceso sumario contra un pobre desdichado 157
  3. Filosofar en la niebla: un soltero perspicaz 165
  4. Viaje aterrador por el túnel 174     
9. El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob: el misterio en el dobladillo del abrigo 179
  1. El misterio de una bella mujer 179
  2. Una salvífica tentativa de asesinato 182
  3. La más prolongada historia de amor de todos los tiempos 189
  4. Un soberano inquietante 193
10. La respuesta: un acontecimiento apasionante 198
  1. La sorpresa 198
  2. Tumulto entre carniceros y panaderos 206
  3. Una pocilga envejece 216
  4. La sonrisa de los ángeles 225
11. The day after: los valores, la verdad y la felicidad 232
  1. Soluciones inesperadas 232
  2. Karl Valentín y la mística 237
  3. Cómo poner coto a los atracos a bancos 242
12. Dios y la psicología: puntos de contacto 246
  1. Un psiquiatra inquietante 246
  2. Una ballena indispuesta 254
  3. Un león tímido 260
13. Arte y música: la sensualidad de la verdad 268
  1. La belleza salvará el mundo 268
  2. Un rostro misterioso 273
  3. En qué ocupan los ángeles su tiempo libre 277
Epílogo 283
 
TODO el mundo opina cargado de razón sobre la cuestión de los valores, sobre las virtudes, sobre la lucha de culturas e incluso sobre el problema de Dios. Pero casi nadie coge esta última cuestión por los cuernos e intenta darle una respuesta directa. Hay que reconocer que también tiene algo de megalómano pretender responder a una pregunta a la que, durante milenios, se han enfrentado las personas más inteligentes y sabias sin llegar a resultados concluyentes. Pero yo, como psiquiatra, no debería sentir demasiado miedo de la megalomanía. Sin embargo, en cuanto hombre débil, uno sólo se cree facultado para siquiera aproximarse a semejante pregunta tras haber leído montañas de sapientísimos libros. Pues, por usar un conocido motivo de la historia de las religiones, teme descalzarse intelectualmente emulando a Moisés, quien ante la zarza ardiente, en presencia de Dios, se
despojó de sus sandalias.
Sobrepasada ya la cincuentena, a lo largo de mi vida y mis diversos estudios he leído gran cantidad de libros y, sobre todo, he acumulado algunas experiencias vitales. Puesto que el problema de Dios me ha interesado de manera especial desde mi temprana juventud y puesto que yo mismo he pasado de forma sucesiva por ambos puntos de vista -el del ateo y el del creyente-, se me ocurrió escribir un libro sobre este inmenso tema partiendo sencillamente del estado en el que ahora me encuentro.
En esta empresa me han sido de ayuda las numerosas conversaciones que, justo sobre esta cuestión, he mantenido con numerosas personas, unas creyentes y otras llenas de dudas, unas de alto nivel intelectual y otras del todo normales, unas escépticas y otras piadosas. Semejantes conversaciones, si se desarrollan con seriedad, van siempre a lo esencial. En ellas, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en conversaciones sobre los yacimientos de gas natural en Siberia oriental o sobre la propia colección de sellos, uno no puede mantenerse personalmente al margen.
Por consiguiente, me he imaginado sin más que sostengo una conversación sobre Dios con un contemporáneo inteligente, pero no excéntrico. Sin duda, lejos de tratarse sólo de teorías, el problema de Dios es -dicho entre nosotros- una cuestión de vida y muerte para cualquiera. Algunas personas que hayan leído libros diferentes de los que yo he leído y tratado a gente diferente de la que yo he tratado escribirían un libro completamente distinto al respecto. Aquí no puedo sino realizar mi contribución personal a esta gran pregunta. Y cuando llegues al final, querido lector, gustoso dejaré que me abras los ojos.
Y entonces escribiré una obra del todo nueva. Pero, hasta entonces, lo único que puedo ofrecerte es el presente libro.
 
 Si pudieras estar absolutamente seguro de que nadie te va a pillar, ¿qué te detendría de atracar un banco? ¿Qué te hace estar tan seguro de que no vas a ser eliminado un día de éstos por medio de una dulce inyección? No es descartable que a la sociedad, por muy buena voluntad que ésta tenga, no se le pueda seguir exigiendo que asuma los costes terapéuticos y asistenciales de la compleja enfermedad que se te va a diagnosticar dentro de poco. ¿Por qué no se arrojan los cadáveres al vertedero de residuos tóxicos y se transforman los cementerios en parques lúdicos para los niños? ¿Cómo sabes que tu marido te es fiel? ¿Cómo sabes que el hijo de tu mujer es también tu hijo? Así pues, y ahora completamente en serio, ¿qué pruebas hay de que Dios exista o, al contrario, de que no exista? Pues «si Dios no existe, todo está permitido» (Dostoievski, Los hermanos Karamazov). ¿O no es así?
Un libro sobre Dios que quiera ser tomado hoy en serio debe plantearse tales preguntas de la vida real, que indefectiblemente afectan a todo varón, toda mujer y todo niño. Pues lo que está claro es que quien de verdad cree en Dios vive de manera diferente de quien no cree en Él. Sin embargo, las personas no siempre somos consecuentes. Los ateos malgastan un tiempo precioso en reflexiones irracionales y, en ocasiones, viven como si Dios tal vez sí que existiera un poquito. Y, a menudo, los creyentes viven la mayor parte de su tiempo como si Dios no existiera. Si partimos de que cada momento de la vida es irrepetible, ambos fenómenos resultan nefastos. Uno dilapida un tiempo vital irrecuperable a causa de un Dios que en absoluto existe o, por el contrario, desaprovecha a ojos vistas la gran oportunidad de su vida; a saber, mostrarse ante Dios como digno de la vida eterna.
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