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martes, 26 de abril de 2016

El es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su Naturaleza, Quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Aliementemos con pastos frescos al rebaño del Señor
La definitiva revelación en Cristo
Hebreos 1:1-3
1:1 Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por medio de quien, asimismo, hizo el universo.  3 El es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Y cuando había hecho la purificación de nuestros pecados,  se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Jesucristo y la última profesía
LA ÚLTIMA REVELACIÓN EN JESUCRISTO
Hebreos 1:1-3

Sin saludo u otro preliminar, el autor de Hebreos declara la tesis de su obra. Afirma que Jesús, el Hijo de Dios, es la revelación final de Dios, superior a toda revelación anterior. Luego enumera siete hechos acerca del Hijo.

Esencial al pensamiento de Hebreos es el hecho de que Dios…ha hablado
A través de los siglos, no ha dejado al hombre ignorante de su naturaleza o de su voluntad. Dios es un Dios que se revela, que quiere que lo conozcamos. Constantemente está hablando, buscando al hombre, dándose a conocer. Porque Dios ha hablado podemos tener una relación personal, y podemos entender la naturaleza de su creación y el propósito de Dios para nosotros y para nuestro mundo.
Joya bíblica
Dios…en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por medio de quien, asimismo, hizo el universo (Hebreos 1:1a, 2).
Pero ahora, ha dado su revelación final. Los primeros dos versículos de Hebreos mencionan cuatro contrastes entre las revelaciones del pasado y la revelación final en Jesucristo. 

- Primero, aquellas eran parciales: muchas veces traduce una palabra que significa lit. “en muchas porciones o fragmentos”. La revelación del Hijo, por implicación, es completa.
- Segundo, aquellas revelaciones se dieron en otro tiempo o hace mucho; esta llega en estos últimos días, en el momento crítico cuando Dios finaliza la edad, trayendo la bendición escatológica y el juicio. 
- Tercero, aquellas vinieron de muchas maneras, pero esta viene por la única manera adecuada a una revelación completa: el Hijo. No habrá otra revelación de Dios después, porque la revelación en Jesucristo es la revelación de los últimos días, y porque no hay un mensajero superior al Hijo que se pueda enviar. El vocablo profetas no se debe limitar a los libros que llamamos proféticos en el AT. El autor se refiere a todas las personas que recibieron un mensaje de Dios y lo transmitieron a otros. Según el cap. 3, uno de los principales profetas en este sentido era Moisés, y el cap. 11 menciona a otros que mediaron el mensaje de Dios en otro tiempo
- Cuarto, aquellas revelaciones eran muchas; esta es una. En el pensamiento de Hebreos uno es mejor que muchos porque tiene unidad; una proliferación implica la insuficiencia de miembros de la serie. Estos cuatro contrastes básicos se desarrollarán en toda la carta.

Un ejemplo de la belleza retórica de Hebreos es el hecho de que cinco de las palabras en el gr. de 1:1 empiezan con la letra pi. Este fenómeno, llamado aliteración, es común en Hebreos.

Hebreos ataca directamente la tentación de regresar a la religión anterior. 
Si bien es cierto que Dios ha hablado a los padres, el mismo Dios ha hablado ahora a nosotros. ¿Cómo podemos preferir la revelación anterior e inferior a ésta que nos vino por medio del Hijo? 

Nuestro autor ilumina la superioridad del Hijo con siete características o acciones de él.

1. Dios lo hizo heredero de todo
Hay solamente un Hijo, y su control se extiende a todo. No debemos entender heredero en el sentido de recibir una herencia cuando muere su dueño. El trasfondo de la expresión es más bien el AT, en el cual el hijo mayor tiene autoridad sobre toda la hacienda del padre. Ya que la hacienda de Dios es toda la creación, el Hijo es Señor de todo. 
Tal vez el autor quiera que sus lectores recuerden el Salmo 2:8: Pídeme, y te daré por heredad las naciones, y por posesión tuya los confines de la tierra. En 1:5 se apoya esta alusión, porque cita el versículo anterior del mismo Salmo (Sal. 2:7).

Verdades prácticas
Hebreos 1:1–3
1. No hubo un momento ni una situación en toda la historia humana en que Dios no haya hablado a los hombres, para presentarles su plan salvífico.

Hoy en día Dios está hablando a los hombres a través de diversos instrumentos (pastores, predicadores y laicos) y métodos (campañas masivas, campañas al aire libre, campañas personales casa por casa, mensajes por radio, mensajes por la televisión, y otros más), pero la gran pregunta es, ¿Cuántos le prestan un momento de atención? Muy pocos. Aun, muchos de los que nos decimos ser cristianos o evangélicos, somos lo que dice la carta de Santiago: sed hacedores de la palabra y no solamente oidores (Stg. 1: 22). Pues, si como personas esperamos que se nos escuche cuando hablamos, ¡cuánto más Dios merece ser escuchado!

2. No hubo un momento, ni una situación en toda la historia humana en que Dios no haya buscado entrar en relaciones personales con los hombres, para presentarles su plan salvífico.

Hoy en día los hombres buscan entrar en relaciones con las personas más equivocadas (interesadas, de mal vivir, espíritus, demonios y otros), pero menos con el Dios de amor, que siempre busca entrar en relaciones personales con los hombres, para darles una vida más abundante, una salvación eterna. 

Quizá una de las razones por el que no quieren entrar en relaciones personales con Dios es porque Dios exige demandas éticas, exige compromiso con su causa.

3. No hay otra revelación mayor, completa y directa sino a través del Hijo, de Jesucristo. 
Después de él no puede haber otra revelación. 
Él es la máxima y final revelación que nos fue dada en los últimos tiempos. Hay religiones y sectas que esperan una revelación mayor de Dios. 

Otras consideran el Antiguo Testamento. como la revelación mayor, pero, el autor de Hebreos nos dice que Dios se dio a conocer en forma final y completa a través de su Hijo. 

No debemos esperar otra mayor revelación que la salvación que Dios nos ha dado en su Hijo Jesucristo como prueba de su amor a los hombres.
2. Por medio de él, Dios hizo el universo. 
Dios dispuso de antemano que el fin de la creación es sujetarse al Hijo como su Señor (el heredero). Es propio, entonces, que el Hijo sea su agente en la creación. 

Hebreos dice lit. que por él Dios hizo “las edades”, pero la forma plural de esta palabra adquirió por extensión el sentido que vemos aquí. La idea que el Hijo fue agente de Dios en la creación se encuentra también en Juan 1:3 y Colosenses 1:16

El comentarista F. F. Bruce piensa que los tres autores emplean el lenguaje de un himno o confesión de fe de las primeras décadas de la iglesia.

3. Es el resplandor de su gloria. 

Aunque la palabra traducida resplandor puede significar también “reflejo”, la idea aquí es que el Hijo tiene en sí la misma naturaleza gloriosa del Padre. 

Si Dios es luz, el Hijo es la misma luz brillando en este mundo. La expresión describe tanto la gloria trascendente que caracteriza al Padre y al Hijo, como el hecho de que en la encarnación esta gloria resplandece en nuestro mundo. Es imposible separar el resplandor de la luz, y es solamente por medio del resplandor que vemos la luz.

4. Es la expresión exacta de su naturaleza. 
Esta afirmación es semejante a la anterior. Expresión exacta traduce una palabra que se refiere a la impresión que deja el troquel en una moneda. 
Hebreos emplea esta palabra para enfatizar la correspondencia exacta entre la naturaleza del Hijo y la del Padre: El que me ha visto, ha visto al Padre (Juan 14:9). Esta figura y la anterior declaran, dentro de las limitaciones del lenguaje humano, el misterio de la Trinidad: la unidad y la distinción de las personas divinas.
Semillero homilético
Dios siempre ha buscado entrar en relaciones personales con los hombres
Hebreos 1:1–3
Introducción: 
En el tiempo de la oleada de los OVNIS, la gente se hace muchas preguntas. 
De esas preguntas sin respuestas, queda hasta el día de hoy una: ¿Habrá algún registro o evidencia de comunicación con la tierra, por parte de alguna forma de vida inteligente del espacio extraterrestre? 

¡Los hombres de ciencia responderían todavía diciendo que no! pero, nosotros tendríamos que responder diciendo que si. ¿Por qué?

Porque el pasaje abordado nos habla de que Dios, un ser extraterrestre, creador del universo, siempre ha buscado entrar en relaciones personales con los hombres. Veamos esta evidencia en la palabra de Dios.
I.     Dios les ha hablado a los hombres que vivían en el pasado  (v. 1).
1.     A los hombres del pasado les ha hablado muchas veces.
(1)     Les habló muchas veces a los antiguos, aunque por medios impersonales, indirectos.
a.     Porque los profetas, por su limitación humana no reflejaban toda la realidad divina.
b.     Porque los profetas, por su limitación humana no reflejaban toda la verdad de Dios.
(2)     Les habló muchas veces a los antiguos, aunque en forma incompleta e imperfecta.
a.     Porque los profetas por su limitación humana no captaron ni transmitieron todo el mensaje de Dios.
b.     Porque los profetas transmitieron el mensaje de Dios en términos sólo de promesa y no de cumplimiento.
2.     A los hombres del pasado les ha hablado de muchas maneras.
(1)     Les habló de muchas maneras por medio de los profetas queriendo que los antiguos no queden ignorantes de su naturaleza o de su voluntad.
(2)     Les habló de muchas maneras porque los profetas no eran los canales perfectos para toda la verdad de Dios.
(Continúa más abajo)

5. Sustenta todas las cosas. 
El Hijo creador también lleva todo a su cumplimiento. La idea de Hebreos es semejante a Colosenses 1:17: En él todas las cosas subsisten, pero es más dinámica. Sustenta es lit. “conduce”: no sólo mantener en existencia, sino dirigir, guiar y llevar todo hacia la meta del Creador. 
El Hijo sustenta todo con la palabra de su poder. Según Génesis, la creación se efectuó por el simple hablar de Dios. Así también la palabra es el instrumento para sostener y perfeccionar la creación. De su poder puede ser un genitivo adjetival (un sustantivo usado como adjetivo). En tal caso, la idea sería “palabra poderosa” o “palabra dinámica”. La palabra de Cristo tiene poder y logra su fin.
(Continúa de más arriba)
II.     Dios nos ha hablado a los hombres que vivimos en estos últimos tiempos (vv. 2, 3).
1.     A los hombres de los últimos tiempos nos ha hablado también muchas veces.
(1)     Nos ha hablado muchas veces por el medio más directo y personal, su Hijo.
a.     Ver a Cristo es ver al Padre (Juan 14:9). Así como la impresión que reproduce exactamente y en detalle la forma del sello.
b.     El Hijo fue agente en la creación del universo, fue cocreador.
c.     El Hijo es heredero de toda la creación, el Señor de todo.
d.     El hijo es sustentador, es decir, el que mantiene y guía todas las cosas hacia su fin establecido.
(2)     Nos ha hablado muchas veces a los hombres de estos últimos tiempos el mensaje completo y perfecto de Dios.
a.     Todo lo que Dios quiso decir a los hombres lo dijo a través de su Hijo.
b.     Su Hijo es la revelación mayor y final de Dios a los hombres. No habrá otra revelación de Dios después.
c.     La mayor revelación de Dios a los hombre es la salvación de la humanidad entera. El Hijo efectuó la purificación de nuestros pecados por medio de su sacrificio en la cruz.
d.     El Hijo es la revelación de los últimos tiempos.
e.     El Hijo inaugura la era final, la época del cumplimiento de las bendiciones y del juicio prometido por Dios por medio de los profetas.
2.     A los hombres de los últimos tiempos nos ha hablado por la única manera adecuada y perfecta, su Hijo.
(1)     El Hijo vino a la tierra completamente Dios y completamente hombre.
(2)     El Hijo fue el único y directo canal por el que Dios se acercó a los hombres.
(3)     El Hijo es el resplandor de la luz gloriosa de su Padre, la encarnación del hijo entre los hombres es el resplandor de la luz divina que visita a los hombres, así como el resplandor del sol llega hasta la tierra. En Jesús Dios había entrado en la humanidad, la eternidad había invadido en la historia del hombre trayendo la vida y la salvación.
Conclusión: 
En todo este mensaje está presente la verdad de que Dios está constantemente preocupado en entrar en relaciones personales con el hombre, para darse a conocer y hacer conocer su plan de salvación. 

Esta iniciativa divina y esta perseverancia de Dios tienen suficientes motivos para llenarnos de admiración y confusión, pero también de gratitud maravillosa: ¡Oh Jehovah, Señor nuestro…! ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes? (Sal. 8:1a, 4a; Heb. 2:6), al mismo tiempo se despierta en nosotros el sentido de responsabilidad: ¡ese Dios que nos habla y actúa buscando comunicarse con nosotros para ofrecernos una vida más abundante, tiene derecho a nuestra atención, no podemos quedar con los brazos cruzados! 

Su palabra nos compele a tomar una decisión de aceptar o rechazar el entrar en relaciones con él. No podemos rechazar semejante demostración de amor y perseverancia que muchas veces y de muchas maneras en nuestra vida se ha manifestado y hoy de manera particular. Su amor está a la puerta de tu corazón: déjalo entrar y se alumbrará en tu vida la luz de la vida abundante.

6. Hizo la purificación de nuestros pecados. 
El autor pasa de la naturaleza eterna y de la obra cósmica de Jesucristo a su acción terrenal para los hombres. Las descripciones anteriores del Hijo inspiran nuestra adoración y admiración; esta inspira la gratitud personal. 

Con su muerte en sacrificio Jesús nos limpió de los pecados que hacían imposible que entráramos a la presencia de Dios. La figura de purificación anticipa la descripción de la obra de Jesús en Hebreos, como una expiación y como obra de un sacerdote. Las palabras “por sí mismo”, si son originales, aluden al sacrificio personal que fue necesario para que Jesús nos purificara (ver nota de la RVA). Tuvo que ofrecer su propio ser (aun su propio cuerpo) para nuestra purificación.

La inclusión de esta obra de redención, en la misma serie con la descripción de Cristo como el agente de Dios en la creación, indica la unidad básica entre los eventos de la creación y la redención. Es el mismo Creador que nos purifica en la cruz del Calvario. 
También, el Cristo crucificado es el que sustenta todas las cosas. Por tanto, este evento de redención/purificación es el más importante en toda la historia de nuestro mundo.
La preocupación de Dios de hablar a los hombres siempre en toda situación
El pueblo israelita se encontró en una dura opresión bajo el faraón Ramsés II; a causa de dicha opresión el pueblo gimió y clamó ayuda, pero sólo encontró un cruel silencio en la gente y los dioses de Egipto. Pero el Dios de la Biblia, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios que siempre intervino en la historia humana, no pudo quedar indiferente sin decir ni hacer nada ante dicho sufrimiento, inmediatamente bajó para hablar a Moisés y revelarle su plan redentor para su pueblo sufrido. En medio del sufrimiento y la desesperanza bajó para dar las palabras de consuelo y esperanza a su pueblo por medio de su enviado Moisés. (Éxo. 3:7–10).
7. Se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. 
La posición a la diestra de un monarca oriental era el lugar de sumo honor y poder. La Majestad significa Dios. Tales circunlocuciones por el nombre de Dios eran comunes entre los judíos del primer siglo. El asiento a la diestra de Dios es el trono del universo. 
Después de su sacrificio Jesús ha alcanzado la posición de Señor de todos. El lenguaje viene del Salmo 110:1, un versículo que Jesús se aplicó a sí mismo (Mar. 12:36; 14:62).
Joya bíblica
…Y cuando había hecho la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Hebreos 1:3).
De esta manera, Hebreos define su tema y describe con siete frases sublimes la superioridad de Jesucristo a cualquier otra persona. 

Servir a tal Señor tiene que ser superior a cualquier otra creencia o religión, aun a la que dio Dios en el AT.
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domingo, 29 de septiembre de 2013

El sistema de escatología conocida como posmilenialismo

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Información


POSMILENIALISMO

Fácilmente, y frecuentemente, la escatología está muy mal utilizada. Sin embargo, es importante como uno de los fundamentos de la cosmovisión bíblica. Aunque somos criaturas limitadas por el tiempo (Job 14:1–67) y el espacio (Hechos 17:26), Dios ha puesto la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11). Por eso, tenemos un interés innato en el futuro —cosa que necesariamente afecta nuestra conducta en el presente.
A la luz de estas verdades, la revelación bíblica del futuro tiene mucha importancia y relevancia para el pueblo de Dios. 2 Timoteo 3:16–17 nos enseña que «Toda Escritura es inspirada por Dios» (y por eso tiene importancia), «a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (por ese tiene relevancia). La tarea extensa de la escatología es explorar la revelación entera de la Palabra infalible de Dios con el objetivo de discernir el curso de la historia del mundo, divinamente ordenado y proféticamente revelado, desde la creación hasta la consumación, y así dirigir «un llamado a la acción y obediencia en el presente».
En este capítulo presentaré los fundamentos bíblicos y contornos básicos del sistema de escatología conocida como posmilenialismo. Empezaré dando una definición de la idea básica. El posmilenialismo espera que la proclamación del Evangelio de Jesucristo bendecido por el Espíritu ganará la vasta mayoría de seres humanos a la salvación en esta época presente. El éxito creciente del Evangelio gradualmente producirá un tiempo en la historia antes de la segunda venida de Cristo en el cual la fe, justicia, paz, y prosperidad prevalecerán en los asuntos de personas y naciones. Después de una época extensa de tales condiciones, el Señor volverá visiblemente, corporalmente y en gran gloria, colocando un fin a la historia con una resurrección general y el juicio final de toda la humanidad. Así este sistema es posmilenial porque el retorno glorioso del Señor ocurre después de una época de condiciones «mileniales». De esta manera, la persona que adopta el sistema de escatología denominado posmilenialismo proclama en una forma especial que la historia está bajo el control de Él.


EL DESARROLLO HISTÓRICO DEL POSMILENIALISMO
A pesar de frecuentes afirmaciones proféticas en los escritos de los primeros cristianos, se presenta un fenómeno curioso: ningún credo antiguo afirma un punto de vista sobre el milenio. Aunque están subordinados a las Escrituras, los credos tienen un papel importante en definir la ortodoxia cristiana. Protegen a la Iglesia por dentro de la corrupción de la fe, y por fuera de los ataques de incredulidad.

El posmilenialismo antiguo

Las formulaciones tempranas de los credos del cristianismo proveen solamente los elementos más sencillos de la escatología. Por ejemplo, el Credo del los Apóstoles simplemente afirma, «Ascendió al cielo, y se sentó a la derecha de Dios Padre el Todopoderoso; desde dónde volverá para juzgar a los vivos y a los muertos», y «Yo creo … en la resurrección del cuerpo, y la vida eterna». La escatología del credo de Nicea provee poco adelanto, afirmando que Él «ascendió al cielo, y se sentó a la derecha del Padre; y volverá otra vez con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos; cuyo Reino no tendrá fin».
Tanto el amilenialismo como el posmilenialismo se adaptan fácilmente con estos y con otros credos antiguos. En cambio, es más difícil adaptar el premilenialismo a los credos antiguos porque requiere dos resurrecciones separadas y dos juicios en lugar de una resurrección y un juicio general al involucrar todo el mundo simultáneamente. Por esta razón, como admite el teólogo dispensacionalista Robert P. Lightner: «Ninguno de los credos importantes de la Iglesia incluyen premilenialismo en sus afirmaciones». Sin embargo, ninguno de los credos tempranos afirma explícitamente uno de los puntos de vistas sobre el milenio como la posición ortodoxa. Esto no causa sorpresa porque como explica Erickson, «Los tres puntos de vistas sobre el milenio han existido durante toda la historia de la Iglesia».4
Habiendo notado esto, esperamos encontrar un desarrollo progresivo de los diferentes puntos de vista sobre el milenio, en lugar de un sistema funcionando por completo en la historia temprana del cristianismo. Por ejemplo, Walvoord manifiesta en la defensa del dispensacionalismo: «Es necesario conceder que la teología desarrollada y detallada de pretribulacionismo no se encuentra en los escritos muy tempranos de la Iglesia, pero tampoco se encuentra ninguna otra exposición detallada y establecida del premilenialismo. El desarrollo de la mayoría de las doctrinas importantes duró siglos». Y aunque el premilenialismo se desarrolló un poco más temprano (especialmente en Ireneo, 130–202 d.C.6), el teólogo Donald G. Bloesch escribe: «El posmilenialismo fue anticipado ya en los escritos de Eusebio de Cesarea (260–340 d.C.)». SCAF traza el posmilenialismo aun más temprano, notando que Orígenes (185–254 d.C.) «esperaba que el cristianismo, debido a su crecimiento continuo, lograría dominio sobre todo el mundo».8
Atanasio (296–372 d.C.) y Agustín (354–430 d.C.) son otros dos escritores prominentes de la época temprana de la iglesia cuya confianza histórica parece expresar una forma naciente de posmilenialismo. Como Zoba comenta, Agustín enseñó que la historia «será marcada por la influencia siempre creciente de la Iglesia al vencer la maldad del mundo antes de la venida del Señor». Esto eventualmente resultará en un «descanso futuro de los santos en la tierra» (Agustín, Sermón 259:2) «cuando la Iglesia sea libre de todos los elementos malos ahora mezclados entre sus miembros y Cristo reinará en paz». Este posmilenialismo temprano y naciente contiene el elemento primordial sistemático en su desarrollo tardío: una esperanza firme en la victoria del evangelio antes del retorno de Cristo.

Posmilenialismo en la Reforma
Después, como afirma Bloesch: «el posmilenialismo experimentó crecimiento en la edad media» ilustrado por los escritos de Joaquín de Fiore (1145–1202) y otros. Pero el posmilenialismo más completamente desarrollado aparece durante los siglos XVII–XIX, especialmente bajo la influencia de los puritanos y los reformados en Inglaterra y Estados Unidos. Rodney Peterson escribe que «este punto de vista había cambiado, especialmente desde Thomas Brightman (1562–1607)». Brightman es uno de los padres del presbiterianismo en Inglaterra.13 El libro A Revelation of the Revelation [Una revelación de Apocalipsis] publicado después de su muerte en 1609 explicó en detalle su punto de vista posmilenialista y se hizo una de las obras más traducidas en su tiempo. De hecho, algunos historiadores de la Iglesia consideran esta obra la «versión más importante e influyente en inglés del concepto reformado y agustiniano del milenio». Así Brightman es el que sistematizó (no engendró) el posmilenialismo.
Bloesch nombra otras figuras importantes del día sobresaliente del posmilenialismo: Samuel Rutherford (1600–1661), John Owen (1616–1683), Philipp Spener (1635–1705), Daniel Whitby (1638–1726), Isaac Watts (1674–1748), los hermanos Wesley (en los 1700), y Jonathan Edwards (1703–1758). A esta lista podemos añadir Juan Calvino (1509–1564) como un posmilenialista incipiente.16 En el prefacio al Rey Francisco I de Francia, Calvino escribe:

  Nuestra doctrina sobresale invencible sobre toda la gloria y sobre todo el poder del mundo, porque no es de nosotros, sino del Dios viviente y de Cristo quien el Padre nombró Rey para «reinar de mar a mar, y desde los ríos hasta el fin de la tierra …» Y Él reinará de tal manera que romperá la tierra entera con su fuerza de hierro y bronce, con su brillantez de oro y plata, esparciéndola con la vara de su boca como si fuera un vaso de barro, tal como los profetas profetizaron de su reino.

Calvino es un precursor del posmilenialismo de los reformadores Martín Bucer (1491–1551) y Teodoro Beza (1519–1605). Siguiendo en pos de ellos con cada vez más claridad son los puritanos William Perkins (1558–1602), William Gouge (1575–1653), Richard Sibbes (1577–1635), John Cotton (1584–1652), Thomas Goodwin (1600–1679), George Gillespie (1613–1649), John Owen (1616–1683), Elnathan Parr (¿?–1632), Thomas Brooks (1608–1680), John Howe (¿?–1678), James Renwick (¿?–1688), Matthew Henry (1662–1714), y otros.
La forma del premilenialismo de los puritanos generalmente enseña la gloria futura de la Iglesia y también que el milenio propio no comenzará hasta que los judíos se conviertan; y que la Iglesia progresará rápidamente después, prevaleciendo sobre la tierra literalmente durante mil años. La Iglesia purificada y el gobierno justo regido por la Ley de Dios se levantarán juntos bajo el derramamiento del Espíritu. Todo esto termina eventualmente en el conjunto de eventos asociados con la segunda venida de Cristo. Muchos de los puritanos también enseñaron que los judíos volverían a su tierra durante este tiempo.

Posmilenialismo moderno

Los posmilenialistas genéricos de los siglos diecinueve y veinte generalmente no enseñan que el pueblo judío volvería a su tierra en cumplimiento de la profecía —aunque Iain Murria y Erroll Hulse son excepciones notables de esto. Ellos también creen que el milenio abarca toda la fase de la historia de la Iglesia y el nuevo pacto, desarrollándose gradualmente desde el tiempo de Cristo hasta su segunda venida.
Posmilenialistas genéricos prominentes incluyen: Jonathan Edwards (1703–1758), William Carey (1761–1834), Robert Haldane (1764–1842), Archibald Alexander (1772–1851), Charles Hodge (1797–1878), Albert Barnes (1798–1870), David Brown (1803–1897), Patrick Fairbairn (1805–1874), Richard C. Trench (1807–1886), J. A. Alexander (1809–1860), J. H. Thornwell (1812–1862), Robert L. Dabney (1820–1898), William G. T. Shedd (1820–1894), A. A. Hodge (1823–1886), Augustus H. Strong (1836–1921), H. C. G. Moule (1841–1920), B. B. Warfield (1851–1921), O. T. Allis (1880–1973), J. Gresham Machen (1881–1937), John Murray (1891–1975), Loraine Boettner (1903–1989), y J. Marcellus Kik (1903–1965). Defensores contemporáneos incluyen Norman Shepherd, John Jefferson Davis, Erroll Hulse, Iain Murray, Donald Macleod, Douglas Kelly, John R. deWitt, J. Ligon Duncan, Henry Morris III, y Willard Ramsey.
Un desarrollo dentro de la tradición de posmilenialismo desde los años 1960 se llama Reconstruccionismo cristiano, que involucra la ética teonómica (teonómica quiere decir Ley de Dios). El posmilenialismo teonómico (una característica de reconstruccionismo cristiano) combina la idea de un aumento gradual de justicia entre las dos venidas de Cristo con los intereses sociales de los puritanos. El posmilenialismo teonómico enseña un retorno lento a las normas bíblica de justicia civil como una consecuencia del éxito de la predicación del evangelio, evangelismo, misiones, y educación cristiana. La vista político-judicial del reconstruccionismo incluye la aplicación de los preceptos de justicia contenidos en las leyes del Antiguo Testamento, interpretadas correctamente, adaptadas a las circunstancias del nuevo pacto, y aplicadas adecuadamente.
A pesar de la falta de entendimiento general del interés del reconstruccionismo en asuntos socio-políticos, el teólogo evangélico Ronald H. Nash afirma: «No son solamente los posmilenialistas los que pueden ver que su idea del papel central que juegan el evangelismo y la obediencia cristiana a la Palabra de Dios en la transformación de la sociedad está lejos de las distorsiones repetidas» comunes entre ciertos oponentes. Así afirma Mark Noll: «La teonomía suena bastante bien como las teorías populares de liberación, sin embargo porque insiste en fundamentos sobre teología cuidadosamente formulados para acción política, aboga hacia una reflexión política más responsable que lo acostumbrado en la tradición evangélica».22
Los reconstruccionistas fuertemente afirman la separación entre la Iglesia y el estado. Por eso, a veces rechazan la relación demasiado cercana promovida por los puritanos de Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, ellos admiran el interés profundo de los puritanos en la aplicación de la Palabra entera de Dios a todos los asuntos de la vida, incluyendo la justicia civil. Un ejemplo de un puritano que anticipó el movimiento de la reconstrucción es el prominente hombre de Dios de Escocia, George Gillespie, quien fue una de las estrellas más brillantes de la Asamblea de Westminster.24 Gillespie argumenta: «El magistrado cristiano tiene que observar la ley jurídica de Moisés igual al magistrado judío». También nota que las palabras de Cristo en Mateo 5:17–19 (un texto favorito de los reconstruccionistas) «aplican a la ley jurídica, pues es parte de la Ley de Moisés». El reconstruccionismo también se conoce como «neo-puritanismo» puesto que hay esta semejanza entre los dos.26 Otra característica del posmilenialismo teonómico (aunque no un asunto necesario a ello) es el trato preterista a un número grande de los pasajes del gran juicio en el Nuevo Testamento. El trato preterista (latín para pasado) a ciertas profecías enseña que la Gran Tribulación (Mateo 24:21) ocurrió en la generación que vivió cuando Cristo habló (Mateo 24:34); el libro de Apocalipsis espera que los eventos que relata acontecerán pronto (Apocalipsis 1:1, 22:7, 12), porque en el día de Juan, «el tiempo está cerca» (Apocalipsis 1:3; 22:10); y el Anticristo fue un fenómeno del primer siglo (1 Juan 2:18, 22; 4:3; 2 Juan 7).
El trato preterista coloca las profecías de maldad intensa y oscuridad sombría en el primer siglo, con el enfoque en los acontecimientos de la persecución de Nerón que duró cuarenta y dos meses (64–68 d.C., cf. Apocalipsis 13:5), la guerra de cuarenta y dos meses entre los judíos y los romanos (67–70 d.C., cf. Apocalipsis 11:1–2), y la destrucción del templo (70 d.C., cf. Mateo 23:6–24:34). El punto de vista preterista no es únicamente del posmilenialismo teonómico; fue promovido por ejemplo por Eusebio, uno de los padres de la Iglesia, John Lightfoot, un erudito puritano de estudios talmúdicos, Milton S. Terry, un teólogo metodista y autoridad de la hermenéutica del siglo diecinueve, y J. Marcellus Kik y Jay E. Adams, escritores reformados modernos. Sin embargo, este punto de vista está grandemente enfatizado por los posmilenialistas teonómicos.

La Revelación de Dios: La Biblia y su estudio con provecho

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La Biblia como revelación

Uno de los más importantes beneficios que nos da la Biblia es el de proporcionarnos información que no se encuentra en ninguna otra parte. Nuestras universidades nos ofrecen riqueza de conocimientos adquiridos por investigación humana del mundo natural. Aprendemos por observación, análisis, y especulación abstracta. Comparamos y contrastamos variedad de opiniones de doctos notables. Pero con todas las habilidades del conocimiento que tenemos a nuestra disposición en este mundo, no hay quien nos pueda hablar por medio de una perspectiva trascendental, nadie que pueda razonar con nosotros, como dicen los filósofos, sub specie aeternitatis.

Sólo Dios puede proporcionarnos una perspectiva eterna y hablar con nosotros con autoridad absoluta y terminante. Las ventajas que ofrece la Escritura consisten en proveernos de conocimientos no accesibles por ninguna otra fuente. Claro que la Escritura nos habla de asuntos que pueden aprenderse por otros medios. No dependemos enteramente del Nuevo Testamento para saber quién fue Augusto César o la distancia que hay entre Jerusalén y Betania. Pero el mejor geógrafo del mundo no nos puede enseñar el camino a Dios ni el mejor psiquiatra del mundo nos podrá dar una respuesta concluyente al problema de nuestra culpabilidad. Hay asuntos en la Sagrada Escritura que descubren lo que no está expuesto al curso natural de la investigación humana.

Aunque se puede aprender mucho de Dios por medio de un estudio de la naturaleza, es la revelación de él mismo en la Escritura la más completa y valiosa para nosotros. Existe una analogía entre cómo llegamos a conocer a las personas en este mundo y cómo nos relacionamos con Dios. Si queremos saber algo acerca de una persona hay muchas maneras de conseguirlo. Podríamos escribir a agencias oficiales indagando si tienen alguna ficha suya. Podríamos solicitar una copia de sus calificaciones en la escuela o la Universidad. Con estos documentos podríamos descubrir su biografía básica, registro médico, logros académicos y atléticos. Luego podríamos entrevistar a sus amigos para obtener una evaluación más personal. Pero todos estos métodos son indirectos y muchas de las cualidades intangibles de la persona quedarán fuera de nuestro escrutinio. Todos estos métodos no son más que fuentes secundarias de información.

Si deseamos obtener un conocimiento más exacto del individuo necesitamos conocerlo personalmente, observar su aspecto exterior, ver cómo se desenvuelve, qué modos emplea. Hasta quizás podríamos colegir cómo siente, cómo piensa, lo que valora y lo que le disgusta. Pero si deseamos llegar a conocerlo íntimamente tendremos que entrar en algún tipo de comunicación verbal con él. Nadie puede expresar con mayor claridad o exactitud lo que cree, siente, o piensa que la persona misma. A menos que el sujeto en cuestión escoja revelar esas cosas verbalmente, nuestro conocimiento estará limitado a la adivinación y la especulación. Sólo las palabras nos iluminarán.

Asimismo, cuando hablamos acerca del concepto de la revelación nos estamos refiriendo al principio básico de la autorrevelación. Las Escrituras nos llegan como autorrevelación divina. Aquí la mente de Dios se muestra descubierta en muchas cuestiones. Con un conocimiento de la Escritura no necesitamos depender de información de segunda mano o mera especulación para aprender quién es Dios y lo que Él valora. En la Biblia Dios se revela a sí mismo.

Teoría y práctica


Como el cristiano que rehúye la teología, hay aquellos que desdeñan cualquier tipo de búsqueda de conocimiento teórico de Dios, insistiendo más bien en ser “prácticos”. El espíritu de los EE.UU. ha sido definido como el espíritu del pragmatismo. Este espíritu en ningún lugar se manifiesta tan claramente como en el campo de la política o en el sistema de escuelas públicas. Este último ha sido informado por los principios y métodos de educación establecidos por John Dewey.
El pragmatismo puede ser definido simplemente como la aproximación a la realidad que toma la verdad como “lo que da resultado”. El pragmatismo se preocupa por los resultados, y los resultados determinan la verdad. El problema con este tipo de pensamiento, si se priva de ser informado acerca de la perspectiva eterna, es que los resultados tienden a ser juzgados en términos de metas a corto plazo.

Este dilema lo experimenté al matricular a mi hija en el sistema de escuela pública en el kindergarten. La niña asistió a una escuela muy progresiva fuera de Boston. Después de unas semanas recibimos una notificación de la escuela anunciando que el director sostendría una reunión abierta con los padres con el fin de explicar el programa y los procedimientos empleados. En la reunión el director explicó cuidadosamente el programa diario. Dijo: “No se alarmen si su hijo llega a casa y les dice que estuvo armando rompecabezas o jugando con arcilla plástica. Puedo asegurarles que todo en la rutina diaria se hace con un propósito. De 9:00 a 9:17 A.M. los niños juegan con rompecabezas que han sido cuidadosamente diseñados por expertos ortopedistas para desarrollar los músculos motores de los últimos tres dedos de la mano izquierda”. Siguió explicando cómo cada minuto del niño estaba planeado con hábil precisión para asegurar que cada cosa fuese hecha con un propósito. Quedé muy impresionado.

Al final de su presentación, el director nos invitó a hacer preguntas. Yo alcé mi mano y dije: “Estoy profundamente impresionado por la cuidadosa planificación que se ha llevado a cabo en este programa. Puedo ver que cada cosa se efectúa con un propósito en mente. Mi pregunta es: ¿Cómo decide usted qué “propósito” emplear? ¿Qué tipo de propósito final se usa para decidir los propósitos individuales? ¿Cuál es el propósito general de sus propósitos? En otras palabras, ¿qué clase de niño está usted tratando de producir?”

El hombre se puso blanco y después rojo y en términos vacilantes contestó: “No lo sé; nadie me había hecho esa pregunta”. Le agradecí el candor de su respuesta y la humildad genuina que demostró, pero al mismo tiempo, su respuesta me aterró. ¿Cómo podemos tener propósitos sin un propósito? ¿Dónde podemos acudir para descubrir la prueba máxima de nuestro pragmatismo? Aquí es donde la revelación trascendental es más crítica a nuestras vidas. Aquí es donde el contenido de la Escritura es más relevante para nuestra práctica. Sólo Dios nos puede dar la evaluación final de la sabiduría y valorar nuestras prácticas.

La persona que desdeña la teoría y se llama práctica no es sabia. Quien se preocupe por sí mismo solamente con metas a corto plazo puede tener serios problemas cuando se trate de metas a largo plazo o la eternidad. Debo añadir también que no puede haber práctica sin alguna teoría en el fondo. Hacemos lo que hacemos porque tenemos una teoría en cuanto al mérito de hacerlo. Nada revela más elocuentemente nuestras más profundas teorías que nuestra práctica. Puede que nunca pensemos seriamente acerca de nuestras teorías ni las pongamos en tela de juicio, pero todos las tenemos. Como en el caso del cristiano que quiere a Cristo sin la teología, la persona que quiere la práctica sin la teoría generalmente termina con malas teorías que llevan a una mala práctica.

Como que las teorías que se hallan en la Escritura proceden de Dios, la Biblia es eminentemente práctica. Nada podría ser más práctico que la Palabra de Dios pues procede de una teoría que se establece de la perspectiva eterna. La debilidad fatal del pragmatismo sucumbe ante la revelación.

El cristiano sensual

Frecuentemente me he visto tentado a escribir un libro titulado El cristiano sensual. La mujer sensual, El hombre sensual, La pareja sensual. La divorciada sensual … al punto de saturación, todos han sido éxitos de librería. ¿Por qué no El cristiano sensuall?

¿Qué es un cristiano sensual? Un diccionario define sensual como “perteneciente a los sentidos u objetos sensibles: altamente susceptible por los sentidos”. El cristiano sensual es el que vive por los sentimientos más que por su entendimiento de la Palabra de Dios. El cristiano sensual no puede ser movido al servicio, la oración, o el estudio a no ser que él “tenga ganas”. Su vida cristiana es solamente tan efectiva como la intensidad de los sentimientos en ese momento. Cuando experimenta la euforia espiritual, es un remolino de actividad divina; cuando está deprimido, es un incompetente espiritual. Constantemente busca experiencias nuevas y frescas y las utiliza para determinar la Palabra de Dios. Sus “sentimientos internos” se convierten en la máxima prueba de la verdad.

El cristiano sensual no necesita estudiar la Palabra de Dios porque él ya conoce la voluntad de Dios a través de sus sentimientos. Él no quiere conocer a Dios: quiere experimentarlo. El cristiano sensual iguala “la fe de un niño” con la ignorancia. Él piensa que cuando la Biblia nos llama a tener la fe de un niño se refiere a una fe sin contenido, una fe sin entendimiento. Él no sabe que la Biblia dice: “Sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar” (1 Co. 14:20). No se da cuenta de que Pablo nos dice una y otra vez: “No quiero, hermanos, que ignoréis este misterio” (véase, por ejemplo, Ro. 11:25).

El cristiano sensual va alegre por su camino hasta que se encuentra con el dolor de la vida, que no es tan alegre, y se desploma. Por lo general termina por abrazarse a un tipo de “teología relacional” (la más terrible maldición de la cristiandad moderna) donde las relaciones personales y la experiencia toman precedencia sobre la Palabra de Dios. Si la Escritura nos demanda una acción que pueda poner en peligro una relación personal, entonces la Escritura debe ponerse en tela de juicio. La ley más elevada del cristiano sensual es la de que los sentimientos malos deben ser evitados a toda costa.

La Biblia está dirigida primordialmente, aunque no exclusivamente, a nuestro entendimiento. Eso, en cuanto a la mente. Esto resulta difícil de comunicar a los cristianos modernos que están viviendo en lo que podría ser el período más antiintelectual de la civilización occidental. Nótese, no dije antiacadémico ni antitecnológico ni antidocto. Dije antiintelectual. Hay una fuerte corriente de antipatía hacia la función de la mente en la vida cristiana.

En punto de hecho, existen razones históricas para esta clase de reacción. Muchos laicos han sufrido el resultado de lo que un teólogo ha definido como “la traición del intelectual”. Tanto escepticismo, cinismo, y crítica negativa han salido del mundo intelectual de los teólogos que los laicos han perdido su confianza en los proyectos intelectuales. En muchos casos se teme que la fe no pueda sostenerse bajo el escrutinio intelectual, por lo que la defensa se convierte en la denigración de la mente humana. Nos volvemos a los sentimientos en lugar de volvernos a nuestras mentes para establecer y preservar nuestra fe. Este es un problema muy serio al que nos enfrentamos en la iglesia del siglo xx.
El cristianismo es supremamente intelectual, aunque no intelectualista. O sea, la Escritura está dirigida al intelecto sin al mismo tiempo abrazar un espíritu de intelectualismo. La vida cristiana no debe ser una vida de meras conjeturas o racionalismo frío; debe ser una vida de pasión vibrante. Fuertes sentimientos de gozo, amor, y exaltación se manifiestan una y otra vez. Pero esos sentimientos pasionales son una respuesta a lo que con nuestras mentes entendemos que es verdad. Cuando leemos en la Escritura: “Confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33), el bostezo no es una respuesta apropiada. Podemos sentirnos animados porque entendemos que Cristo ciertamente ha vencido al mundo. Eso estremece nuestras almas y nos hace bailar de contento. ¿Qué es más maravilloso que experimentar la dulzura de la presencia de Cristo o la cercanía del Espíritu Santo?
Dios no permitió que perdiésemos nuestra pasión o que pasáramos por el peregrinaje cristiano sin una experiencia de Cristo. ¿Qué sucede cuando hay un conflicto entre lo que Dios dice y lo que yo pienso? Debemos hacer lo que Dios dice, nos guste o no. Eso es de lo que trata el cristianismo.

Reflexione un momento. ¿Qué sucede en su propia vida cuando usted actúa según lo que tiene ganas de hacer y no según lo que sabe y comprende que se le está pidiendo que haga? Aquí nos enfrentamos a la cruel realidad de la diferencia entre la felicidad y el placer. ¡Cuan fácil es confundir las dos cosas! La búsqueda de la felicidad se considera nuestro “derecho inalienable”. Pero la felicidad y el placer no son la misma cosa. Los dos son agradables, pero sólo uno es duradero. El pecado puede traer placer, pero no la felicidad. Si el pecado no fuese tan placentero, apenas representaría una tentación. Pero, mientras que el pecado frecuentemente “es agradable”, no produce felicidad. Si no conocemos la diferencia o, peor aun, no nos importa la diferencia, habremos avanzado a grandes pasos para convertirnos en el máximo cristiano sensual.

Es precisamente en el punto de discernir la diferencia entre el placer y la felicidad en el que el conocimiento de la Escritura es tan vital. Existe una relación maravillosa entre la voluntad de Dios y la felicidad humana. El engaño fatal de Satanás es la mentira de que la obediencia jamás nos podrá proporcionar felicidad. Desde la tentación primordial de Adán y Eva a la seducción satánica de anoche, la mentira ha sido la misma. “Si haces lo que Dios ordena, no serás feliz. Si haces lo que yo digo, serás ‘liberado’ y conocerás la felicidad”.

¿Qué tendría que ser verdad para que el argumento de Satanás fuese cierto? Parecería que para que el argumento de Satanás fuese cierto, Dios tendría que ser una de estas tres cosas: ignorante, malévolo, o engañoso. Podría ser que la Palabra de Dios no funcione para nosotros porque procede de sus divinas equivocaciones.

Simplemente, Dios no sabe lo suficiente para decirnos lo que necesitamos hacer para obtener la felicidad. Probablemente desea nuestro bienestar, pero simplemente no sabe lo suficiente como para instruirnos adecuadamente. A Él le gustaría ayudarnos a salir adelante, pero las complejidades de la vida y las situaciones humanas sobrecogen su mente.

Tal vez Dios es infinitamente sabio y sabe lo que es bueno para nosotros mejor que nosotros mismos. Tal vez Él entiende las complejidades del hombre mejor que los filósofos, moralistas, políticos, maestros de escuela, pastores, y la Sociedad Psiquiátrica. Pero nos odia. Él conoce la verdad pero nos lleva por mal camino para Él seguir siendo el único ser feliz en el cosmos. Probablemente su ley es una expresión de su deseo de deleitarse alegremente en nuestra miseria. Por tanto, su malevolencia hacia nosotros lo lleva a adoptar el papel del Gran Impostor. ¡Disparates! Si eso fuese cierto, entonces la única conclusión a la que podríamos llegares que Dios es el diablo y el diablo es Dios, y las Sagradas Escrituras son en realidad el manual de Satanás.

¿Absurdo? ¿Inconcebible? Yo desearía que lo fuese. Literalmente en miles de estudios de pastores, la gente está siendo aconsejada a actuar en contra de la Escritura porque el pastor quiere que sean felices. “Sí, Sra. Pérez, vaya y divorcíese de su esposo a pesar de que no tiene usted la orden bíblica, ya que estoy seguro de que usted nunca encontrará la felicidad casada con un hombre como ese”.
Si hubiera algún secreto -un secreto cuidadosamente velado- para alcanzar la felicidad humana, sería aquel expresado en un catecismo del siglo que dice: El fin primordial del hombre es el de glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre”. El secreto de la felicidad se encuentra en la obediencia a Dios. ¿Cómo podemos ser felices si no somos obedientes? ¿Cómo podemos ser obedientes si no sabemos a qué obedecer? En resumen, la felicidad no puede ser completamente descubierta mientras permanezcamos ignorantes de la Palabra de Dios.

Dicho sea de paso, el conocimiento de la Palabra de Dios no garantiza que haremos lo que dice, pero cuando menos sabremos lo que deberíamos estar haciendo en nuestra búsqueda de realización como humanos. La cuestión de la fe no es tanto si debemos creer en Dios, como si realmente creemos al Dios en quien creemos.

Una cuestión de deber

¿Por qué debemos estudiar la Biblia? Hemos mencionado brevemente el valor práctico, la importancia ética, y el camino de la felicidad. Hemos visto algunos de los mitos que proponen las personas que no estudian la Biblia. Hemos discurrido algo acerca del espíritu de pragmatismo y el clima antiintelectual de nuestros días. Hay muchas facetas en la pregunta e innumerables razones por las que debemos estudiar la Biblia.

Yo podría tratar de convencerlos de estudiar la Biblia para su edificación personal. Podría tratar, mediante el arte de la persuasión, de estimular su búsqueda de la felicidad. Podría decir que el estudio de la Biblia probablemente sería la experiencia educacional más satisfactoria y ventajosa de toda su vida. Podría citar numerosas razones por las que saldría beneficiado de un estudio serio de la Escritura. Pero, en última instancia, la razón principal por la que debemos estudiar la Biblia es porque es nuestro deber.

Si la Biblia fuese el libro más aburrido, insípido, y menos interesante del mundo, y aparentemente irrelevante, aun así sería nuestro deber estudiarla. Si su estilo literario fuese torpe y confuso, el deber seguiría existiendo. Vivimos como seres humanos bajo una obligación por mandato divino de estudiar diligentemente la Palabra de Dios. Él es nuestro Soberano; es su Palabra y Él nos ordena que la estudiemos. Un deber no es una opción. Si aún no ha empezado a responder a esa orden, entonces necesita usted pedirle a Dios que lo perdone y tomar la resolución de llevar a cabo su deber desde este día en adelante.

jueves, 1 de septiembre de 2011

La Revelación Para Estos Días Finales: El Apocalipsis - NO Apto para Cardíacos


La Revelación Para Estos Días Finales: El Apocalipsis - NO Apto para Cardíacos
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 8.53MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial - Escatología Bíblica
Información

ÍNDICE

 Introducción      La Revelación para estos días finales..2
Capítulo 1          La revelación de Jesucristo / Salutaciones a las siete iglesias / El Hijo del Hombre.. 7
Capítulo 2          La Iglesia 1ª parte...14
Capítulo 3          La Iglesia 2ª parte...24
Capítulo 4          Visión de la Autoridad Celestial.32
Capítulo 5          El Rollo y el Corderito………..35
Capítulo 6           Los primeros seis sellos del libro del Corderito..40
Capítulo 7          Entre el sexto y el séptimo sello……………..…49
Capítulo 8          El séptimo sello / De la primera a la cuarta trompeta ...53
Capítulo 9          La quinta y sexta trompeta…...56
Capítulo 10        Antes de que suene la Séptima Trompeta.63
Capítulo 11        Medición del templo / Los dos Testigos / El toque de la séptima trompeta.67 
Capítulo 12        Las dos grandes señales ..77
Capítulo 13        La Bestia-imperio, la Bestia-Anticristo, La Bestia-Falso Profeta87
Capítulo 14       144.000 / Tres mensajes celestiales / Las dos siegas ……...101
Capítulo 15       La otra gran señal /Los que cantarán el cántico de Moisés y del Cordero/ Los ángeles con
                         las Siete  plagas postreras..108
Capítulo 16       Las 7 copas de la ira …….113
Capítulo 17       La Gran Ramera y su condenación..119 
Capítulo 18       La destrucción de la Gran Ramera religiosa y política126
Capítulo 19       De la oscuridad de la noche, a la luz del alba ...….132
Capítulo 20       El Milenio / El juicio ante el gran trono blanco ….137
Capítulo 21      Cielo nuevo y tierra nueva / La nueva Jerusalén …142
Capítulo 22       La nueva Jerusalén / La venida de Cristo está cerca .. 150
 
Este es el último libro de la Biblia. Con él, se cierra todo el canon bíblico, y por tanto, la revelación escrita (o logos) de parte de Dios para los hombres. Es  más, el libro de Apocalipsis es clave para entender todo lo que significarán los eventos del futuro en esta tierra, por consecuencia, este libro interpreta  gran  parte  de  la  Biblia  en  materia  escatológica.  Si  obviamos  Apocalipsis,  dejamos  de entender  los  propósitos  de  Dios  que  están  por  acontecer  entre  otras  cosas,  de  ahí  la  suma importancia  de  prestarle  la debida  atención.  El  apóstol Juan,  el  discípulo  amado,  tiene  el  privilegio de ser el último escribiente de la Palabra de Dios. Dicha revelación dada a Juan, la recibió hacia el año  96  de  nuestra  era  en  la  isla  de  Patmos,  siendo  él  ya  anciano  y  preso  allí  por  causa  del Evangelio,  por  el  emperador  Domiciano  (81-96  d.  C.):  (V.  9)  ―Yo  Juan,  vuestro  hermano,  y copartícipe  vuestro  en  la  tribulación,  en  el  reino  y  en  la  paciencia  de  Jesucristo,  estaba  en  la  isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo‖

Etimología del término “Apocalipsis”
Del griego “apokálipsis‖, palabra con la que comienza el libro: ―La revelación de Jesucristo...‖ (V.1), por  lo  tanto,  la  palabra  en  sí  no  tiene  ningún  sentido  de  destrucción  o  de  catástrofe  como  se entiende  comúnmente  cuando  se  habla  de  desastres  en  general,  atribuyéndoles  el  calificativo  de “apocalípticos”, sino que, significa en español: ―Revelación‖, o mejor todavía: “desvelación“, es decir:
―descorrer un velo “. En este caso, para dejar a la vista de todos algo que estaba cubierto o escondido, oculto tras ese velo.

El propósito del libro
(V.1)  ―1  La  revelación  de  Jesucristo,  que  Dios  le  dio,  para  manifestar  a  sus  siervos  las  cosas  que
deben suceder pronto...‖  :  Así  pues,  el  propósito  de  este  libro  es  el  de  darnos  a  conocer  (o desvelarnos) las cosas que estuvieron “encubiertas” u ocultas durante siglos, y que han de “ suceder en  breve  “. El estudio de este libro es muy importante para nosotros, Iglesia de los muy últimos tiempos,  ya  que  ha  de  suceder  pronto.  “... Las cosas que deben suceder pronto...”,  o  ―en seguida‖ según la traducción literal del griego, son para nosotros en este tiempo: ―las cosas que han de ser después de estas‖ (1:  19c).  Y  significa,  que  cuando  empiecen  a  acontecer,  se  sucederán rápidamente, una cosa tras la otra.
 
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