domingo, 29 de abril de 2012

Obras para el Dia de la Madre: Especial para E.D.


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MAMITA QUIERO CAMBIAR
PERSONAJES
AMALIA
BEBÉ
ARMANDO NIÑO
ARMANDO ADULTO
ALFREDO
NATALIA
DELINCUENTE 1
DELINCUENTE 2

INTRODUCCIÓN

Este es una historia que pudiera pasar en cualquier sitio de nuestra ciudad, donde una madre soltera tiene que luchar con su pequeño niño, por causa del abandono. En esta situación encontramos a Amalia, una joven madre, que tiene que afrontar la vida sola con su pequeño hijo Armando, a causa de la ruptura de su matrimonio. Amalia confía en que sola cubrirá todas sus necesidades. Con la ayuda del Señor Dios Todopoderoso, confía en que en un futuro Armandito, será un hombre de provecho que estará caminando cada día con Dios. Pero por una mala casualidad le tocará vivir la trágica jugada del destino, donde será separada de su hijo.

PRIMERA ESCENA.

(Se encuentra Amalia en un parque de la ciudad conversando con su pequeño hijito Armando.)

AMALIA. ¡Mi niño querido! ¡Viniste a llenar un vacío tan grande en mi vida! Nunca te voy a dejar solo, ¡siempre te voy a querer! Haré de ti un hombre de provecho, serás un buen hombre, ¡un profesional! Te enseñaré a valorar la vida, a amarme, a respetar a tu esposa... (Con desilusión.) No como tu padre que se fue y nos dejó solos... ¡Mi niño querido! ¡Mi Armandito! Vas a crecer fuerte y saludable, nunca te hará falta nada; el Señor ha prometido estar con nosotros y sustentarnos en todo momento, pero tú ahora estás muy chiquitico para entender estas cosas, ¿no? Eres tan pequeñito, tan indefenso, necesitas tanto de mis cuidados, de mi protección... Te pareces tanto a mí... No, no, no, ¿cómo te vas a parecer a mí? Si tú eres tan lindo… Tú eres un regalo de Dios, tú eres mi pedacito de cielo. (Comienza a canta una canción de cuna.)



SEGUNDA ESCENA

(Pasados ocho años se encuentra Armandito jugando canicas cerca de su casa, con Alfredito su amigo.)

ARMANDO. Dale, dale, que te toca a ti...

ALFREDO. Sabes que si le pego, te quedas sin nada...

ARMANDO. ¡Ok! ¡Está bien! Si es que logras pegarle… (Viendo sus anteojos.) Porque con esas lupas que tienes, lo dudo mucho… (Risas.)

ALFREDO. (Molesto.) ¿Te estás burlando de mis lentes?

ARMANDO. (Sigue burlándose.) ¡Dale! ¿Qué se va a hacer tarde…? Y ya va a ser hora de almorzar y mi mamá me va a llamar.

ALFREDO. ¡No te sigas burlando! Si te sigues riendo de mí, ya vas a ver… (Hace como que va a jugar y Alfredito se tapa la boca aguantando las ganas de reír.) Entonces, ¿te vas a seguir burlando de mí? (Arroja las canicas al suelo y se le encima tomándole por el cuello.)

ARMANDO. ¡¡Yaaaa!! Suéltame… (Logra soltarse.) Oye, suéltame, no te pongas bravo… No fue mi intención… ¡¡DISCÚLPAME!!

ALFREDO. (Llorando.) ¡¡Cállate!! Tú eres como los demás, todos se burlan de mis lentes… Yo no pedí ser así… Mi mamá me dijo que los necesito para poder ver bien y tú que dices ser mi amigo, te burlas como los demás, no es justo…

ARMANDO. (Apenado.) Oye, de verdad, discúlpame… No fue mi intención, cometí un error… Te prometo jamás volverme a burlar de ti… pero no llores… Mira, mi mamá me dice que la palabra de Dios dice: “un amigo es más que un hermano” y tú eres mi mejor amigo…eres como un hermano para mí y te quiero mucho; no nos volvamos a pelear por tonterías OK. ¡Dame esos cinco, amigo!

ALFREDO. (Secándose las lagrimas.) Bueno, pero ya sabes… (Estrecha las manos con Armando.)

ARMANDO. Bien terminemos.

VOZ EN OFF. (Interrumpiendo.) ¡Armandito!, ¡la comida está servida, ven a comer!

ARMANDO. ¡Epa! Me tengo que ir, mi mamá me está llamando.

ALFREDO. (Protestando.) ¿Y no vas a terminar de jugar?

ARMANDO. No, no, no... Mi mamá me está llamando, tengo que ser muy obediente por que eso le agrada a Dios. ¿No sabes que tenemos que honrar a nuestros padres? Después seguimos. (Sale de escena corriendo.)



TERCERA ESCENA

(Diecisiete años más tarde, Armandito convertido en un hombre se encuentra conversando con su mamá, quien está planchando.)

AMALIA. Menos mal, mijo, que por lo menos conseguiste un empleo estable, porque un muchacho corno tú, bachiller de esta República, haciendo cualquier cosa por ahí, no resulta. Imagínate que ninguna nevera se descompusiera, ¿qué va ser de nosotros? ¿Ah? Porque con lo poquito que gano planchando, no alcanza, y entre pagar el apartamento, la compra de la comida, y cancelar todos los servicios, se va todo el dinero, pero el Señor escuchó mi oración y pudiste conseguir ese empleo y hasta en gracia has caído, porque tu jefe te trataba muy bien, ¿no es así? (Armando no contesta ~ vuelve a preguntar) ¿No es así, Armando? Armando, ¿tú me estás escuchando?

ARMANDO. Sí, sí, yo te estoy escuchando, mamá, pero es que estoy apurado porque hoy es la fiesta de Lisbeth, y voy a ir con Belice. Es más, me acaba de llamar y me dijo que baje en 5 minutos y no quiero hacerla esperar.

AMALIA. (Preocupada.) Pero, ¡Armando! ¿En qué habíamos quedado? ¿No me dijiste ayer que me ibas acompañar a visitar a la hermana Rosa? Ella te aprecia mucho y le gustaría verte, además siempre te he dicho que ese camino que pretendes llevar, no te va a producir a nada bueno. ¿No sabes que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios?

ARMANDO. (Molesto.) Pero bueno, mamá, ¿vas a empezar de nuevo con tu sermón? Siempre andas criticando mis amistades: que no te gusta lo que hacen…

AMALIA. Lo hago por tu bien. Tú naciste bajo la bendición de un hogar cristiano y tú me prometiste que hoy…

ARMANDO. ¡Que hoy nada mamá! Cambié los planes, ¿OK? ¿Tú crees que voy a perder mi tiempo con esa señora? No, mamá, lo siento mucho, además, ¡que la visite su familia! ¿Es que acaso se olvidaron de ella, que nosotros tenemos que estar arriba de ella?

AMALIA. ¡No hables así, Armando! Te desconozco… ¡Me estas faltando el respeto!

ARMANDO. Lo siento, mamá, pero es que a veces tú me cansas con tus sermones. Y me da mucha rabia. (Calmando las cosas.) Mira, dejemos esto hasta aquí, no quiero seguir discutiendo contigo, otro día te acompaño Ok…

AMALIA. (Reflexiva.) Como me gustaría verte en el grupo de danzas de la Iglesia. Danzándole al Señor… Dime: ¿cuándo piensas enseriarte con las cosas de Dios? Ya sabes lo que dice la palabra, “Acuérdate joven de tu creador en los días de tu juventud”. Él merece nuestra absoluta obediencia. A ver, explícame esto: ayer era Ana Teresa, ahora es Belice y mañana, ¿quién sabe? ¿Tú crees que vas a entrar en la universidad, si sigues con eso? ¿Si estás pendiente de fiestas y noviecitas?

ARMANDO. ¡Mamá, por favor! Yo entiendo que Jesucristo es mi Salvador, que murió por mí y todo eso, pero eso todavía no es para mí, ¡aún soy joven! Yo necesito vivir mi vida, ¡disfrutar mi juventud! Además, tú lo que quieres es tenerme sometido, tenerme aquí encerrado, ¿acaso tu me estás criando para que me quede contigo? Esta chica no te gusta, esta tampoco... ¡Yo no sé qué quieres tú!

AMALIA. Armando, yo solo quiero el bien para ti.

ARMANDO. ¡¡Ya!! No quiero escucharte más… ¡Me largo!

AMALIA. ¡¡Armando!! ¡¡Armando!!

(Armando sale de escena bruscamente, dejando a su madre sola.)



CUARTA ESCENA

(Al día siguiente, muy temprano por la mañana, Amalia se disponía a ir al mercado con Armando.)

AMALIA. ¡Dios del cielo! Yo no sé qué pasa con este muchacho... ¡Armando, Armando! ¿Se puede saber a qué horas llegaste?

ARMANDO. (Despertándose.) ¿Qué? ¡¡Déjame dormir!! Tengo mucho sueño…

AMALIA. ¡¡No vas a tener sueño, si llegas de madrugada…!!! ¡¡Bien bonito que te está quedando esa costumbre de llegar de madrugada!! Si así fueras cuando te digo que nos quedemos en la Iglesia para hacer una vigilia… (Armando se arropa la cabeza.) ¡Anda, levántate! Necesito que me acompañes al mercadito popular. Sabes bien que hay que ir bien temprano para aprovechar los precios, además tú sabes cómo se llena eso y necesito que me ayudes con las bolsas.

ARMANDO. (Levantándose.) Mamá, todas las semanas te acompaño al mercadito popular, pero entiéndelo, acabo de llegar. Y estoy bien cansado, además los muchachos me vienen a buscar más tarde para ir a la playa. (Se vuelve a arropar.)

AMALIA. (Sarcástica.) Así que, ¿te vienen a buscar de nuevo? Bien bueno contigo... ¿Por qué mejor no te mudas y vives en la calle…? Porque ya casi ni te la pasas en la casa.

ARMANDO. (Se levanta muy molesto.) ¡Sí! ¡¡Lo que me provoca es largarme!!¡¡Ahora no se puede dormir en paz en esta casa!!

(Armando sale de escena.)

AMALIA. ¡Armando! ¡No me hables así! ¡Mira que soy tu madre! ¡Armando…! Pero, ¿quién se ha creído éste que soy yo? Que el Señor reprenda el diablo… ¡Dios mío dame paciencia con este muchacho! (En ese momento toca la puerta Natalia, la amiga de Amalia en busca de unos palitos de fósforos.) Ahora quién será…

NATALIA. Buenos días, Amalia, ¿eso que todavía estás aquí? Ya te hacia en el mercado con Armadito, como ustedes salen bien temprano... Pero menos mal que te consigo, vine para ver si me puedes regalar unos palitos de fósforos que se me apagó la cocina y… disculpa la molestia.

AMALIA. No te preocupes, Naty, no faltaba más. (Los busca y se los da.) Aquí están, ¿vas al mercado?

NATALIA. Sí, ¿por qué?

AMALIA. Para ir juntas, porque Armando no podrá ir conmigo. ¿Vamos?

NATALIA. (Extrañada.) Ah, bueno. Vamos pues. Pasamos por la casa y con eso te cuento algo de Alfredo, pero primero llevamos los fósforos, busco el monedero y nos vamos. Ese muchacho no sé qué le pasa.

(Salen de escena.)



QUINTA ESCENA.

(Horas después aparecen en escena caminando Amalia y Natalia, con las bolsas del mercado, comentando.)

NATALIA. Ay no, Amalia, con estos precios no vamos a poder ni comer. Figúrate que ya subieron la harina de trigo, no se dónde iremos a parar...

AMALIA. Pero démosle gracias a Dios porque hasta ahora nunca nos ha faltado nada, y por ese mercadito que vende barato, porque yo vi. Esa misma harina la vi más cara la semana pasada en el abasto del señor Domingo.

NATALIA. Oye pero, no sé, a mí como que se me olvidó algo. ¿Qué será? ¡Ay! Se me olvidó comprar los fósforos...

AMALIA. (Risas.) Vaya, mujer, con esa cabeza tuya… Eres tan olvidadiza… No importa, no te preocupes, te voy a regalar una cajita que tengo en la alacena.

NATALIA. Gracias, mujer, eres tan buena… Eres una santa. (De pronto ve a dos delincuente en la esquina estaban drogados.) ¡Ay, Amalia! ¿Usted está viendo esos tipos de la esquina?

AMALIA. Sí, los he visto varias veces rondando el barrio. ¿Por qué, Natalia?

NATALIA. Porque esos tipos son unos delincuentes; le dicen los “morochos” y parece que lo están buscando y le digo una cosa: para nada bueno será. En el barrio dicen que la semana pasada mataron a uno por problemas de drogas… Mejor nos vamos por la otra calle…

NATALIA. No, se darían cuenta, además, ¿qué nos pueden hacer? Van a robar a dos pobres como nosotras… (Risas.) Vamos, el Señor nos cuida.

DELINCUENTE 1. Entonces my lady, buenos días. ¿Qué pasó, viejita? ¿Por qué van tan solitas? ¿Las acompañamos?

AMALIA. No, gracias, hijo, nosotras podemos solas.

DELINCUENTE 2. ¿Qué pasó morocho? ¿Te vas a meter con las señoras? No se preocupe mi vieja….

DELINCUENTE 1. ¿Qué pasó? ¿Por qué tan nerviosa, mi doña?

NATALIA. ¿Nerviosa yo…? Eh… para nada…

DELINCUENTE 1. Entonces, mi viejita, será que nos pasa alguito para comer…

AMALIA. Mira, muchacho, yo ni te conozco, y no te voy a dar nada porque ambos sabemos bien que no es para comer sino para comprar esa basura que te metes que además te está destruyendo la vida.

DELINCUENTE 2. (Molesto.) ¿Qué pasó, mi doña? Tampoco la cosa es así… (Saca una pistola.) Ahora, vieja estúpida, me vas dar la cartera o si no ¡¡te quiebro aquí mismo!!

AMALIA. ¡¡Suelta mi cartera!! ¡¡Auxilio!!

(Forcejean y el delincuente mata a Amalia.)

DELINCUENTE 1. ¡¡Vámonos!! ¡¡Te quebraste a la vieja!! ¡¡Corre!! (Salen corriendo.)

NATALIA. (Desesperada.) ¡Amalia, Amalia! ¡No! ¡Auxilio!, ¡ayúdenos!, ¡alguien que me ayude!, una ambulancia, ¡por favor!

AMALIA. (Agonizando.) ¡¡Natalia!!, me muero… me muero… Natalia..., cuida de mi hijo... dile que lo amo… que nunca se aparte de los caminos del Señor…... dile que lo amo... (Expira.)

NATALIA. (Gritando.) ¡¡Amalia!! ¡¡Amalia!!

(Entra en escena Armando apresuradamente.)

ARMANDO. ¿Qué pasó? Señora Natalia, ¿qué le pasó a mi mamá?

NATALIA. ¡La mataron! Armando… ¡la mataron!

ARMANDO. (Conmocionado.) ¡¡Noooo!! ¡¡Mamá!!, ¡¡mamá!!, (Grita desesperado pidiendo ayuda.) Mamá, despierta, estoy aquí, soy Armando, tu hijo Armando… ¿Quién pudo hacerte esto...? ¡Mamá, por favor, no te vayas!, por favor, ¡no me dejes solo!, contéstame mama... mamá, te quiero, tal vez no lo demostré cómo te lo merecías... si tú te vas, ¿quién va a estar en tu lugar? Nadie podrá sustituirte, ¿quién paralizó tus manos que trabajaron tanto por mí...?, ¿quién apagó tu voz...? ¡Mamita querida...! (Entona la canción y luego exclama.) Mamá: ¡¡TE PROMETO QUE VOY A SEGUIR A JESUCRISTO!! Escúchame: ¡¡acepto a Jesús!!


Libretos para el Dia de la Madre: lecciones para la Escuela Dominical


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10 Minutos y 6 Personajes. Es el día de la madre y parece que la familia de la protagonista se ha olvidado de ella...


UN DÍA DE LA MADRE

PERSONAJES

MAMÁ
PAPÁ
HIJO
HIJA
VECINA
ESPOSO


(Es el día de una madre, común y corriente, con sus obligaciones y deberes, pero sazonado con algo especial.)

ESCENA 1

(Comienza el día, la esposa se levanta para despedir a su marido, se queda en pie y comienza a hacer las cosas, luego se despiertan los niños y los manda al colegio.)

MAMÁ. Le voy a preparar el desayuno a mi chanchito para que vaya a trabajar.

PAPÁ. Gracias, mi amor, ¡eres la esposa perfecta! Que Dios te siga dando hoy siempre ese espíritu de sacrificio.

MAMÁ. Las cosas que me dice, yo siempre lo voy a cuidar... Ya, mejor váyase que va a llegar atrasado. (Se despide con un beso.)

MAMÁ. Chao... (En tono de no comprensión) Si supieras, amor, tengo que trabajar igual que tú sólo que yo lo hago en la casa.

(Se levantan los niños y llegan donde la mamá listos para irse al colegio.)

MAMÁ. (Está haciendo el aseo y ordenando.)

HIJA. Ya, mamita, estamos listos para irnos al colegio... pero el Felipe no se apura, siempre llegamos atrasados por su culpa.

HIJO. (Llega desordenado y con cara de sueño.) Tengo sueño... Me puedo acostar un ratito más.

MAMÁ. No, flojonazo, se me arregla y parte al colegio con su hermana.

HIJA. Ya, po' Felipe apurémonos o si no nos van a castigar.

HIJO. Pero si es temprano, (insistiendo) ¡un minutito más!

MAMÁ. (Se mira el reloj.) Mira la hora que es, se me van al tiro al colegio (les da un besito y los despide.)

(Se queda sola en casa, pone un casette cristiano canta y comienza a hacer las cosas.)

(Pasa un letrero mostrando las 12:00 horas. Esto sin cierre de telón.)

MAMÁ. (Está barriendo cuando llega una vecina muy apurada pidiendo ayuda.)

VECINA. Vecinita, vecinita, ayúdeme, por favor... (con voz de horror) el arroz se me echó a perder.

MAMÁ. Pero, cuéntame, Sandrita, ¿qué te pasó?

VECINA. Dejé el arroz puesto en la cocina y cuando lo fui a ver estaba todo pegado y duro y malo, etc.

MAMÁ. Pero, ¿cómo lo hiciste?

VECINA. (Con voz de ingenua.) Yo me acordaba que era una taza de agua por dos de arroz y nada más.

MAMÁ. Pero, ¡cómo se te ocurre! ASí no es, son dos de agua por una de arroz.

VECINA. Con razón me quedó tan duro… Pero no importa porque al pancho le dejé un plato de porotos con mazamorra que me quedaron de ayer.

MAMÁ. ¿Con mazamorra?

VECINA. Sí, ayer le eché harto choclito.

MAMÁ. ¡Eso fermenta! Tu marido se va a enfermar.

(En eso llega el marido gritando de dolor.)

ESPOSO. Permiso, vecina, Sandrita, ¿qué le echó a la comida? Me duele mucho la guata.

VECINA. Nada, panchito, vamos para la casa, ahí le explico... (Se acerca a la mamá y le dice como secreteando.) Eran dos de agua por una de arroz, ¿cierto?

MAMÁ. Sí, vecina, vaya tranquila, si hay algún problema me llama.

(Suena el teléfono.)

MAMÁ. ¿Haló? Hola, pastora, que Dios le bendiga, dígame. Claro, sí, me acuerdo que hoy me toca el tema en las Dorcas. Estoy terminando de hacer las cosas para darle la última repasadita. Acuérdese que tiene que llevar el queque para vender. No, no puedo quedarme conversando, tengo muchas cosas que hacer. Bueno, entonces nos vemos en la iglesia... que Dios le bendiga.

/Llega la hora del almuerzo. Tiene la mesa puesta y todo listo para recibir a sus hijos.)

HIJA. Hola, mamita, me saqué un 7.

HIJO. Hola, mamá, me anotaron por quedarme dormido en la clase, tienes que ir el viernes a ver al profesor jefe.

MAMÁ. Otra vez lo mismo... no importa, después hablamos, ahora siéntense a comer... alguien trajo tarea.

(Los dos levantan la mano enérgicamente.)

MAMÁ. Cuando llegue de las Dorcas les voy a ayudar a hacerlas. Ahora terminen levanten sus platos y reposen y se ponen a estudiar y si no entienden yo les ayudo cuando lleguen... de ahí pueden salir a jugar, ahora yo me voy a las Dorcas después nos vemos.
(Ella se va y pasa un letrero con las 18:00 horas, esto sin cierre de telón. La mamá llega a su casa y la están esperando sus hijos.)

HIJA. Que bueno que llegó teníamos mucha hambre.

HIJO. Danos, tesito al tiro, por favor.

(Mientras ellos le hablan ella se pone el delantal para hacer las cosas.)

MAMÁ. Enseguida les sirvo... ¿a quién le ayudo con las tareas?

HIJO. Yo no entiendo castellano.

MAMÁ. Que no entiende... cuénteme.

HIJO. El profesor dijo que ayer se escribía sin "h" y hoy se escribe con "h".

HIJA. Sí, mamá, los profesores son más enredados, andan preguntando cosas de cuando uno ni nacía.

MAMÁ. Ahí, hijitos, siempre tan enredados.

(Llega el papá, los hijos van corriendo a saludarlo, ella se pone a atenderlo, le saca la chaqueta, lo sienta, le hace masaje en las sienes y le sirve un tesito.)

MAMÁ. Quiere que le sirva algo más.

PAPÁ. No, gracias, mi amor.

MAMÁ. Entonces, me voy a poner a planchar.

(Saca la tabla, la plancha, la ropa y comienza a planchar.)

(En eso pasa el letrero de las 24:00 horas. Esto sin cierre de telón. La familia se va a despedir para irse a acostar, dejándola sola.)

MAMÁ. (Sentada.) Se fueron todos a acostar, tienen que estar muy cansados, mi chanchito trabaja todo el día para poder mantenernos, y mis niños tan duraznos que salieron para el estudio pero ya van a aprender... (Suspiro profundo.) Estoy tan cansada, me duelen las piernas y los hombros, pero cuando me acueste voy a descansar. Hoy estaban todos tan apurados que parece que se les olvidó que era el día de la madre, pero no importa, yo igual los sigo queriendo.

(Sentada se dispone a orar sobre la mesa.)
MAMÁ. Gracias Padre por este día que me das, por mi familia, mi vida, mi hogar, por los alimentos que nunca faltan, gracias por todo esto. Sólo te pido que me des fuerza para seguir adelante, mi familia me necesita y quiero estar ahí para ayudarlos, dame más años de vida para poder ver crecer a mis hijos y más tiempo para cuidar a mi esposo... es lo único que te pido.

(Mientras ella estaba orando su familia le deja una flor y una carta y se van. La mamá lee la carta.)

CARTA: En las fuerzas de tus manos
descansa nuestra alegría.
en la dulzura de tu voz
está nuestro corazón,
y en la profundidad de tu mirada
se encuentra nuestra esperanza.

Dios te bendiga, madre, de tu esposo e hijos.

(Luego todos salen y le dan un gran abrazo.)





Para la Escuela Dominical: Obras para el Dia de la Madre


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Día de la madre - Obras sugeridas

DÍA DE LA MADRE- UN DIA ESPECIAL

AMOR IRREFLEXIVO 8 Minutos y 4 Personajes + Extra. Una joven se siente indecisa frente a las proposiciones de un joven que tiene mala fama.
AMOR Y OBSEQUIOS 10 Minutos y 6 Personajes. La madre de la familia Rabito piensa que sus hijos se han olvidado del día de la madre... El mejor regalo que podemos dar a nuestras madres no es el que podemos comprar en un negocio, sino el que le entregamos desde lo más profundo de nuestro corazón.
BUSCANDO UNA REINA 15 Minutos y 11 Personajes. Tributo a la labor de las madres.
EL REY BUSCA UN TESORO 15 Minutos y 9 Personajes. Un rey va en busca de un tesoro. En su camino pregunta a diversos personajes y un niño le muestra cuál es el mejor tesoro: su madre.
LA MADRE ES MUY EXIGENTE 10 Minutos y 2 Personajes. Dos chicas se quejan de sus madres pero al final, si tuvieran que elegir a una madre volverían a elegir a la suya.
LA MADRE Y PROVERBIOS 31 10 Minutos y 5 Personajes. Trabajo de la madre en la casa y ciudado de su familia.
LA VISITA 6 Minutos y 2 Personajes. Una anciana está siempre esperando las visitas de su hija.
UN DÍA DE LA MADRE 10 Minutos y 6 Personajes. Es el día de la madre y parece que la familia de la protagonista se ha olvidado de ella...


 

El Papel de La mujer en la Biblia: Maria madre de Jesus


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“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.

Maria Madre de Jesús

Maria tuvo que haber sido una mujer integra y de corazón sincero, sino de otro modo Dios no se hubiera fijado en ella como para ser el instrumento que Dios utilizara para traer a Jesús al mundo.


Por un momento imagínate que de la noche a la mañana Dios te diga: "Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS" (Lucas 1:31), realmente es para asustarse, más aun cuando ni siquiera había conocido varón. Pero Maria pese a la impresión que a lo mejor llevo sobre las palabras que Dios le hablo por medio de un ángel supo comprender los propósitos que Dios tenia.

De la vida de Jesús de su niñez y su juventud no se menciona mucho en la Biblia, pero te aseguro que Maria jugo un papel importante para que Jesús creciera en un ambiente en donde el propósito de Dios para su vida fuera claro.

No creas que Jesús no necesito de una madre que lo amamantara, que lo cuidara, que le enseñara a comer, caminar, bañarse, etc. Todas las funciones básicas de una madre las cumplió Maria y seguramente era un enorme privilegio para ella ver como el Hijo de Dios iba creciendo cada día y aprendiendo mas cosas.

Jesús tuvo que haber amado a su madre quizá hasta mas de lo que nosotros mismos amamos a la nuestra, para Jesús a de ver sido duro el hecho de ver como su madre estaba presenciando su muerte, pero Jesús amando de gran manera a su madre se acordó de ella aun en la cruz "Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa" (Juan 19: 26, 27).

¿Imagínate? era tal el amor de Jesús por su madre que aun en su lecho de muerte cuido de ella, ese es un ejemplo mas a seguir.

¿Será que nosotros estamos siendo tan amorosos con nuestra madre?, ¿Será que estamos cuidando de ella?, Muchas veces decimos ser cristianos y buenos servidores, pero nos estamos olvidando de nuestra madre y de lo amorosa que ella fue en nuestros primeros años de vida, de como nos enseño muchas cosas y de como tuvo paciencia con nosotros.

A través de la vida de Jesús podemos aprender lo importante que es una madre en el crecimiento y aprendizaje de un hijo y más aun lo importante que tiene que ser para nosotros como hijos tener el cuidado y amor hacia nuestra madre.

Es por esa razón que los motivo y me motivo a mi mismo a que cada día que podamos abracemos a nuestra madre y le digamos lo agradecidos que estamos del cuido que a tenido para con nosotros y de lo orgullosos que estamos que ella halla sido la elija para ser el instrumento que Dios utilizo para que nosotros estemos acá.

En estos días tan especiales en donde la madre es honrada no olvidemos que todo lo que sabemos lo tuvimos que aprender y que nuestra madre jugo un papel importante para que seamos lo que ahora somos.


Dios sabia de la importancia de una madre, por esa razón hizo que su Hijo Jesús experimentara el amor de una.




 

Reflexion: En ese dia tan especial


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Hola mama:
Pensar en ti siempre me ha dado fuerza. He visto y sentido a través de los años esa fuerza interior que llevas. Ese ímpetu que tienes para superarte y seguir hacia adelante ante las tormentas de la vida siempre me han inspirado.
Hoy se celebra el “Día de las Madres” y yo no tengo mucho que darte. Pero a través de estás letras quiero dejar impreso todo ese amor que siento por ti. Quiero que sepas que vivo muy orgullosa de que seas quien eres. No eres perfecta, de hecho nadie lo es, pero creo que eres el regalo más maravilloso que Dios me dio. No eres mi madre por casualidad, Dios te escogió para mí.
El proverbista decía que “la mujer que teme a Jehová, esa será alabada”. Y tú como sierva de Dios siempre me has dado un buen ejemplo. Tu confianza en Dios y en las cosas que él hace es tan plena y certera que cuando he pasado por el valle de las sombras y de la muerte, recuerdo toda esa fe, esa fuerza y trato de seguir adelante.
Tantas veces que sin querer te he fallado. Y sabes bien que no soy persona que le guste prometer para luego no cumplir. Más una de mis peticiones a Dios es poder honrarte siendo una mejor hija, siendo un mejor ser humano. Trato de luchar con los desafíos que la vida me presenta y aunque no siempre es fácil, si hasta aquí lo he logrado, mucho tienes que ver tú en ello.
Madre en este día solo puedo decirte que por ese amor tan profundo que sentimos mutuamente yo trataré de ser siempre una persona mejor. Que viviré encaminada a cumplir con los sueños que Dios ha trazado y depositado en mi corazón.
Gracias por ser ese soporte en mi vida, esa luz, esa guía. Gracias por tu corrección y por tus consejos. Por permanecer ahí siempre conmigo, apoyarme y consolarme cuando lo he necesitado. Pero sobre todo gracias por esas oraciones que haces al Dios del cielo para que me cuide y siempre me proteja. Y por ese amor incondicional…




 
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