jueves, 6 de noviembre de 2014

La Biblia, aspectos fundamentales de ella: Ayuda ministerial

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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                                                LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA
El diccionario expositivo de W.E. Wine, lo define de la siguiente manera “La palabra inspiración viene del griego theopneustos y su significado es ‘inspirado por Dios’ ”2 Literalmente significa: “respirada por Dios” o “exhalada por Dios” En otras palabras la Biblia es dada y originada por el mismo aliento de Dios. Cada palabra en la Biblia es la Palabra de Dios para todos los seres humanos desde Adán hasta el día de hoy.

La Biblia es la garantía de la voluntad y la revelación de Dios, por lo tanto:

  ð      Es inspirada por Dios. → Su origen es divino, que proviene de Dios mismo, 2 Tm. 3:16–17.
  ð   Es dada por medio de seres humanos → Que fueron seleccionados, guiados y divinamente inspirados por el Espíritu Santo transformándolos en órganos de Dios, 2 Pd. 1:21; Ga. 1:11–12. En muchas ocasiones, Dios mismo les daba las palabras exactas a los escritores para que la escribieran o la digan, así como en el caso de Jeremías 1:9.
  ð      Fue supervisada por el Espíritu Santo → Cada letra, palabras, y libros fueron inspeccionados totalmente por el Espíritu Santo durante todo el proceso de elaboración de las Escrituras. 2 Pd. 1:20–21.
  ð      Las palabras de la Biblia fueron inspiradas y no los pensamientos de los escritores, 2 Tm. 3:16 → Fue una revelación verbal, por ejemplo:

    •      “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo” Ex. 20:1, aquí se nos dice que fue Dios quien habló. Moisés solo escribió lo que Dios dijo.
    •      “Yo he puesto mis palabras en tu boca” Dt. 18:18; Is. 51:16; Jer. 1:9, aquí se nos dice que fue Dios quien puso palabras en la boca de sus portavoces, ellos solo escribieron lo que Dios dijo.
    •      “Dios hablo estas palabras,” Ex. 20:1; Dt. 1:6; He. 1:1. Más de 2000 veces los escritores de la Biblia profesaron hablar por medio de inspiración divina.

2 Timoteo 3:16–17 dice que: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Esta inspiración incluye tanto el A.T., como el N.T. (Ver en la siguiente pagina el gráfico) Allí hay una demostración de que la inspiración de la Biblia tiene que ver con el método de recibir ← e → interpretar la verdad de Dios. El grafico está basado en 2 Tm. 3:16–17.

PUNTOS DE VISTAS ACERCA DE LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA

  ð      Los liberales → Creen que toda la verdad es la verdad de Dios, pero también dicen que la Biblia no es el único libro inspirado, y no es la única verdad de Dios; sino que “toda la verdad es inspiración de Dios” enfatizan que “Dios” habla también por otros medios, por ejemplo: por la naturaleza, el arte, la filosofía, etc.

  ð      Los neo-ortodoxos → Dicen que la Biblia, llega a ser la Palabra de Dios, por el hecho de aceptarla como la base de la fe en Dios.

  ð      Los conservadores → Afirman que Dios inspiró toda la Biblia, y eligió a hombres guiándolos por el Espíritu Santo para darse a conocer.

  ð      Teoría del dictado verbal: Fue dicha palabra por palabra, fue inspirada palabra por palabra.

  ð      Teoría dinámica: Dios inspira las ideas, y no las palabras.

  ð      Teoría de inspiración plenaria: Dios permitió todo el proceso y al final Él puso su sello de aprobación.
                                                     LA REVELACIÓN DE LA BIBLIA
Nosotros conocemos a Dios porque Él se ha revelado manifestándose al hombre. Si no fuera por esta revelación divina, no tendríamos ningún conocimiento de Dios. Conocemos a Dios porque Él quiere que lo conozcamos.

Existen dos palabras para “Revelación” La primera la encontramos en el A.T., en hebreo: “התגלות” → “Galah”. La segunda palabra viene del N.T., en griego: “αποκαλυψις” → Apocalipsis. En ambas significa: “Descorrer el velo para mostrar una verdad, un hecho o persona que está escondida, pero que ha sido dada a conocer o traída a la luz.” El último libro del N.T., es conocido por el título descriptivo “Apocalipsis” o “Revelación”.

El acto de revelación de Dios significa que Él está descorriendo la cortina de lo que estaba escondido para dar a conocer al hombre la naturaleza de Su Persona y Su voluntad. Es la actividad de Dios para hacerse conocer al hombre implicando tres hechos:

  ð      Primero, que Dios existe.
  ð      Segundo, que Dios puede ser conocido por todos.
  ð      Tercero, que Dios se comunica con el hombre.

¿Cómo se revela Dios? Según Hebreos 1:1, Dios se ha revelado en muchas maneras; sin embargo, vale la pena entender el lugar de la revelación bíblica con respeto a las demás revelaciones de Dios. Por tal motivo consideraremos dos categorías en las cuales Dios se ha dado a conocer, estas son: la revelación general y la revelación especial.

                                            REVELACIÓN GENERAL O NATURAL
  ð      Dios se da a conocer a través de la creación → La naturaleza.

Dios se ha revelado a todo el mundo en una manera muy general por medio de lo que Él ha creado, sal. 19:1–6. Por ejemplo, según Romanos 1:20; podemos aprender mucho de Dios aun sino tuviésemos la Biblia, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Por lo tanto, esto le consciente y responsable al hombre de que si existe un Dios creador, y que se está buscando que todos le conozcan.

  ð      Dios se da a conocer a través del hombre → La conciencia

Aunque la revelación general no conduce a un conocimiento especifico de Dios, si nos hace responsables de explorar acerca de Su existencia.“porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.” Ro. 2:13–16. Véase también, Ec. 3:11

  ð      Dios se da a conocer a través de la historia → Los hechos.

“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.” Hch. 17:24–28.

“Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.” Dn. 2:19–21.

La revelación general, permite conocer a Dios en forma general como el Creador Soberano.

                                     REVELACIÓN ESPECIAL O SOBRENATURAL

  ð      Dios se da a conocer de forma encarnada → A través de Jesucristo.

La Revelación Especial, llega a su plenitud en Jesucristo, quien es el autor de la creación, Jn. 1; es el medio de nuestra salvación y la forma más completa de la auto-revelación de nuestro Dios, Hb. 1:1–2 lo describen así: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.…”(Ver el gráfico más abajo)

Dios se reveló por medio de Jesucristo y es el único camino al cielo. Ningún otro líder religioso se ha atrevido a decir: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Jn. 14:6—Solo Jesús lo dijo. Jesús no dijo que era un camino, o el mejor camino, o uno de los caminos como queriendo decir que cualquier camino lleva al cielo. Eso es como decir que cualquier avión que tome me conducirá a mi país. Jesús dijo “Yo Soy el camino” Por lo tanto toda información acerca de Jesús que no provienen de las Sagradas Escrituras, es de carácter filosófico, especulativo, hipotético, teórico, es perversión y adulteración del carácter y la persona de Jesucristo.

Nadie que haya experimentado y recibido a Cristo humildemente podrá tener el conocimiento verdadero de la revelación acerca de la persona y el carácter de Jesucristo el hijo de Dios, y esta información solo tiene su origen en la Biblia.

ð Dios se da a conocer de forma escrita → A través de la Biblia.

La Biblia, como revelación especial, es un largo y divino testimonio en cuanto al Hijo de Dios, en cuanto a Su misión, y Su relación con nosotros. Dios escogió la Biblia para que fuera el vehículo directo de su revelación. Por medio de la Biblia, Dios le ha agradado en Su soberanía revelar el carácter de Cristo.

Dentro de la historia de la Revelación Bíblica: En el A.T., Dios pidió a algunos hombres que escriban Sus palabras para todo Su pueblo, por ejemplo en Ex. 34:27, “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.” Estas palabras siempre han sido las que definen la relación entre Dios y su pueblo.

Después de Moisés, Dios seguía hablando con Su pueblo por medio de los profetas. A Isaías Dios le dijo: “Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre.” Is. 30:8. El propósito de Dios es que la Biblia sirva como guía para su pueblo. Lo que tenemos en el AT son los escritos, recibidos primeramente por el pueblo de Israel y luego por la Iglesia primitiva en el primer siglo después de Cristo, como la palabra verdadera de Dios.

La Iglesia primitiva continuaba con el A.T., como Palabra de Dios, y aceptó también algunos de los escritos apostólicos sobre la vida y la enseñanza de Jesús. Además, fueron aceptadas algunas de las cartas de los apóstoles, véase 2 Pd. 3:16. Éstos llegaron a ser el N.T., y finalmente tenemos los 66 libros que componen nuestra Biblia son los que testifican de su propia autenticidad y los que el Espíritu Santo ha confirmado para el pueblo cristiano.

PUNTOS DE VISTA Y CRITERIOS ACERCA DE LA REVELACIÓN DE LA BIBLIA

ð Criterio Liberal → Dice que la Biblia contiene la Palabra de Dios. (Apuntando a conceptos del hombre y de Dios)

ð Criterio Neo-ortodoxo → Dice que la Biblia llega a ser la Palabra de Dios.

ð Criterio Conservador → Decimos que la Biblia es la Palabra de Dios.

En conclusión: la revelación especial revela a Dios mediante Su Palabra en dos formas:

  ð      La Palabra viva → Jesucristo, Jn. 1:14, 18; 14:8–9.
  ð      La Palabra escrita → La Biblia, 2 Tm. 3:16; Jud. 3.

Cualquier otro conocimiento que se diga acerca de Jesucristo que no sea a través de la Biblia sino de libros como: el caballo de Troya, de los gurús, los lamas, la iglesia católica romana, los mormones, los testigos de Jehová, o de lideres como: Mahamat Ghandi, Friedrich. Nietzsche. Confucio, Benito Juárez, Bruce Lee, Karl Marx, Albert Einstein, Voltaire, Stephen Hawking, Thomas Jefferson, Buda, Adolfo Hitler, etc… y que no provienen de las Sagradas Escrituras, es de carácter filosófico, especulativo, hipotético, teórico; es perversión, adulteración del carácter y la persona de Jesucristo. Solo las Sagradas Escrituras le proporciona al ser humano el retrato verdadero y exacto y fidedigno del Hijo de Dios. Repito, cualquier otra “revelación” u opinión acerca de Jesucristo fuera de la Biblia no puede tener la verdad absoluta de la revelación de Dios.

                                                 LA IMPORTANCIA DE LA BIBLIA
ð La Biblia es el libro más importante que jamás haya sido escrito → En el mundo tenemos millones de libros y “literatura sagrada” pero, solo en la Biblia podemos encontrar con confianza toda la verdad divinamente inspirada y revelada por Dios acerca de Sí mismo y de su voluntad para salvar al hombre a través de Su plan redentor.

ð La Biblia es importante porque es el único libro que responde a las tres preguntas que ningún otro libro, religiones, filosofías, etc. Jamás ha podido responder, estas preguntas son: ¿De dónde venimos? ¿Cuál es el propósito de nuestra existencia? y ¿Hacia dónde vamos? → El ser humano es un ser racional, y es por eso que se pregunta acerca de la razón de su existencia. Lamentablemente los filósofos y científicos han propuesto varias teorías en cuanto al origen, la existencia y el destino del hombre. Pero, ninguna otra explicación es tan satisfactoria como la verdad bíblica de que el hombre fue creado por Dios con una misión de vida para servirle a Él, y luego pasar la eternidad en compañerismo con su Creador. Solamente aceptando esta verdad central tendremos una existencia feliz y llena de significado.

ð La Biblia es importante porque es el manual para vivir la vida que solo Dios quiere que vivamos → Las teorías de la psicología moderna (Freudiana) propone que la clave para un modelo de personalidad está centrada en las relaciones. Pero, la Biblia nos da un plan completo y practico para relacionarnos adecuadamente no solo con nuestras familiares y amigos; sino, también con nuestros enemigos. Por lo tanto, si el ser humano practicara las enseñanzas de la Biblia la mayoría de los problemas del mundo serían resueltos. Todo porque la Biblia contiene la única respuesta adecuada para cada uno de los problemas en el mundo.

ð La Biblia es importante porque redime a la persona condenada que busca a Dios, dándole un Salvador, un Consolador y un Guía para vivir la vida → Sólo la Biblia contiene soluciones para los dos grandes obstáculos del hombre: el pecado y la muerte.

ð La Biblia es importante porque es un libro de conocimientos completo → Le revela al ser humano los misterios más grande, no solo de la naturaleza de Dios y su propósito redentor; sino también de todos los misterios que por miles de años habían estado ocultos por falta de tecnología e instrumentos de ciencia. La Biblia, sin embargo, no tenía el propósito de ser utilizada como un libro de historia ni disputar o establecer teorías científicas modernas. La Biblia es un libro de redención que le dice al hombre cómo puede reconciliarse con Dios a través de Jesucristo.

ð La Biblia es importante porque fue escrita por hombres inspirados divinamente y es el registro de la revelación de Dios al hombre. → Dios es su autor, y su fin es la salvación del ser humano. Es la verdad, sin mezcla de error. Revela los principios por los cuales Dios nos juzga, por tal motivo permanecerá así hasta el fin del mundo.
 

lunes, 3 de noviembre de 2014

Meditaciones de Noviembre: Busca mi rostro, Salmo 27:8

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Nuestra «búsqueda» de Dios      
NOVIEMBRE 3

Mi corazón ha dicho de ti: «Buscad mi rostro».Tu rostro buscaré, Jehová. Salmo 27.8

En el texto de hoy el salmista comparte un importante dato acerca de la forma que se produce en nosotros la manifestación de la vida espiritual. Una de las secuelas que ha dejado el pecado en nosotros es que nos ha llevado a considerar que somos los protagonistas de todo lo que acontece a nuestro alrededor. Nuestra perspectiva egoísta nos ubica en el centro de la realidad en la cual estamos insertos. Nos cuesta concebir la vida sin nuestra participación en ella, entender que el mundo se mueve en forma absolutamente independiente de nuestra existencia.
Este concepto es el que más entorpece nuestro desarrollo espiritual, pues insistimos en creer que somos nosotros el «motor» que impulsa nuestra devoción. Nuestra perspectiva distorsionada nos ubica en el plano que realmente le corresponde a Dios y por esta razón perdemos mucho tiempo intentando lograr cosas que no son nuestra responsabilidad. Me explico: nuestra perspectiva de la vida espiritual es que nuestro acercamiento a Dios depende de nuestro propio esfuerzo. Al no poseer la disciplina suficiente como para cultivar una relación profunda y prolongada, nos desanimamos. «Yo busco a Dios», nos lamentamos, «pero no consigo entablar una relación significativa con él». Nos condenamos por nuestra falta de devoción y realizamos interminables promesas de comenzar de nuevo. Pero nuestra actividad siempre termina en el mismo lugar: ¡alcanzar al Señor parece cosa tan difícil!
El salmista, que no poseía la comprensión de la obra del Espíritu que tenemos nosotros, da testimonio de que escucha en su corazón un mensaje: «Buscad mi rostro». Esta voz interior no es más que la voz misma de Dios, pues las palabras están expresadas como una invitación divina. Como resultado de haber percibido este convite el salmista responde y pasa a disfrutar del encuentro con la persona de Dios. Note cuán sencillo es el proceso y cuán fácil es «encontrar» al Señor con este procedimiento. La sencillez se debe, precisamente, al hecho de que es Dios mismo el que nos está buscando, ¡mucho antes de que nosotros hayamos elaborado nuestro proyecto para alcanzarlo a él!
¿En qué consiste, entonces, esta relación con el Señor? ¿Cuáles son las dinámicas que gobiernan estos encuentros espirituales? En primer lugar, debemos echar por la borda nuestras propias técnicas y metodologías para entablar una relación con él. No somos nosotros los que impulsamos la relación, sino él. Es necesario que nos relajemos y permitamos que él nos seduzca con sus invitaciones. Para esto debemos aprender a aquietar el bullicio interior que acompaña nuestra existencia cotidiana. El Padre anhela esa relación con nosotros y buscará, de mil maneras diferentes, compartir ese mismo mensaje que impartió al salmista: «buscad mi rostro».
Si lográramos entender que él insiste todo el tiempo en acercarse a nosotros, percibiríamos que todo nuestro esfuerzo es innecesario. No tenemos que salir a buscarlo, porque él ha salido a buscarnos a nosotros. En esa actitud de quietud interior podremos comenzar a escuchar las seductoras invitaciones que nos hace y podremos responder: «tu rostro buscaré, Jehová».


Para pensar:
No hemos sido llamados a encontrar a Dios, sino a dejarle a él que nos encuentre a nosotros.
 


domingo, 2 de noviembre de 2014

Meditaciones de Noviembre: proclamar en todo lugar la grandeza de Dios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Cada día te bendeciré
NOVIEMBRE 2

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Salmo 145.1–2

No sabemos en qué momento de su vida David compuso este salmo. Lo que sí podemos afirmar es que el compromiso expresado en los primeros dos versículos resumen su actitud a lo largo de toda una vida. La práctica de esta disciplina espiritual es una de las razones por las cuales el pastor de Israel alcanzó tan elevado nivel de intimidad con Dios. Asimismo, no cabe duda de que esta insistente tendencia a proclamar en todo lugar la grandeza de Dios es la que también alimentaba y mantenía viva su devoción al Altísimo.
Hacemos bien en detenernos a meditar lo que expresan estos dos versículos. Contienen un voto, la expresión de un compromiso que guiará el comportamiento del salmista en el futuro. El sentido de este pacto es similar al que intentamos asumir cuando entramos en el vínculo del matrimonio. Prometemos amar a nuestro cónyuge en todo tiempo, pase lo que pase. Quien ha transitado un trecho por la experiencia del matrimonio sabe lo difícil que es cumplir dicho voto. No obstante, la vida espiritual está fundada sobre un pacto. Es lo que la mantiene viva y vibrante a lo largo de la vida. Un pacto es una promesa, a futuro, de permanecer firmes en una postura o una convicción. No contiene cláusulas que condicionan el cumplimiento de la misma. La persona mira al futuro y establece una pauta de comportamiento que va a permanecer constante en todo momento, sean cuales sean los acontecimientos que le toque vivir.
Lo que trae el futuro es algo que ningún ser humano puede conocer. Si miramos la vida, no obstante, podemos predecir con cierto grado de certeza que lo que viene consistirá en una mezcla de cosas buenas y malas, de momentos de alegría y tristeza, de victorias y derrotas, de abundancia y necesidad. Cada ser humano está expuesto a las condiciones fluctuantes que existen como resultado de vivir en un mundo caído.
En el caso de David, su propia vida estuvo repleta de toda clase de dificultades. Se enfrentó a la tenaz persecución de Saúl. Tuvo que hacerle frente a la soledad y el abandono. Convivió con las profundas consecuencias del pecado de adulterio. Bebió de la copa amarga de ser traicionado por su propio hijo. Mas en medio de esta larga cadena de aflicciones siempre se mantuvo firme en su compromiso de alabar y bendecir el nombre de Dios.
¡Cuán marcado es el contraste con nuestra cultura, tan sujeta a los sentimientos! Creemos ciegamente en la importancia de ser «genuinos», lo que significa solamente hacer las cosas cuando «sentimos» el deseo de hacerlas. De esta manera, alabamos y bendecimos solamente cuando nuestros sentimientos nos dan permiso a hacerlo. David nos muestra que es importante sujetar nuestros sentimientos a la voluntad, practicar las disciplinas de la vida espiritual aun cuando todo nuestro ser se rebela contra esto. Es más, la insistente práctica en tiempos de adversidad puede ser la que mayor fruto espiritual deje en nuestras vidas.


Para pensar:
¿Cuán importantes son los sentimientos para usted? ¿De qué maneras entorpecen su vida espiritual? ¿Qué puede hacer para que sus sentimientos participen más en sus expresiones de devoción hacia Dios?
 


sábado, 1 de noviembre de 2014

Meditaciones de Noviembre: ¿Eliges bien cuando decides?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Una mala elección     NOVIEMBRE 1
Pero el rey respondió al pueblo duramente, desechando el consejo que los ancianos le habían dado, y hablándoles conforme al consejo de los jóvenes, les dijo: «Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo lo haré más pesado aún; mi padre os castigó con azotes, pero yo os castigaré con escorpiones». 1 Reyes 12.13–14
Una persona que asume responsabilidad en un puesto que nunca antes ha ocupado hace bien en buscar quien lo oriente. Este es prácticamente el único paso acertado que tomó Roboam cuando falleció su padre Salomón. Antes de tomar la decisión sobre qué camino recorrer buscó el consejo de los que estaban cerca. Los ancianos, que conocían los excesos de Salomón, recomendaban un camino de mayor compasión y bondad. Los jóvenes, quizás inflados por el mero hecho de haber sido consultados, recomendaron «mano dura».
Estas dos posturas ilustran bien la diferencia que distancia a una generación de otra. Los jóvenes, que están en la etapa de los sueños y el idealismo propio de los inocentes, frecuentemente creen poder descubrir un camino que nadie ha recorrido. Desprecian la experiencia de otros porque creen que su propuesta, tal como ellos la presentan, nunca ha sido intentada. Creen en los imposibles: un mundo de paz, una tierra sin contaminación y una sociedad gobernada por el amor. Todas las propuestas padecen del mismo mal: no han sido probadas en el crisol de la vida y por lo tanto no pasan de ser simples sueños.
Por otro lado están los ancianos, los que han transitado una buena porción del camino que le toca recorrer a cada ser humano. La vida los ha golpeado. Han sufrido una interminable sucesión de contratiempos, obstáculos, infortunios e injusticias. Se han visto obligados a aceptar que la vida no resultó tan sencilla ni tan maleable como esperaban. Han sido expuestos a suficiente cantidad de situaciones como para opinar con cierto grado de inteligencia, sin ser expertos ni haber estudiado con cuidado las particularidades de cada caso.
En el pasaje de hoy, los ancianos recomendaban un camino que no tenía nada de revolucionario, ni extraordinario. Era el camino de la mansedumbre, la consideración y la sencillez. El camino de los jóvenes parecía mucho más atrevido y garantizaba, a corto plazo, resultados impresionantes. Desafortunadamente, Roboam escogió este segundo camino. El resultado fue que dañó irreparablemente las relaciones con las tribus del norte. El descontento eventualmente produciría una infranqueable división en la nación de Israel.
Vivimos en una época donde la persona de trayectoria es tratada cada día con mayor desprecio. Los mayores y los ancianos son contemplados con lástima, más que con respeto. Su opinión es considerada «pasada de moda». La Palabra, no obstante, nos anima a atesorar el camino recorrido por los mayores, a ofrecerles el respeto que merecen por haber transitado mayor distancia que nosotros en la vida. Esto no quiere decir que estamos obligados a hacer lo que ellos recomiendan. Pero la persona sabia escuchará con cuidado lo que tienen que decir: seguramente su perspectiva enriquecerá la nuestra y, en ocasiones, nos salvará de cometer errores innecesarios.
Para pensar:
¿Qué lugar ocupan los mayores en su congregación? ¿Qué clase de diálogo existe con ellos? ¿De qué manera se les honra?

Las lenguas son como los seres vivos: nacen, crecen (cambian), se multiplican y mueren

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Pistas para descubrir el verdadero sentido de las Escrituras
Las lenguas, su origen y su incidencia en el sentido
La evolución de las lenguas. Las lenguas son como los seres vivos: nacen, crecen (cambian), se multiplican y mueren. Mientras existen, están en continua evolución; se transforman con los tiempos y las culturas que las utilizan para transmitir sus ideas, valores y realidades. Se modifican, pues, continuamente, y en algunos casos sus cambios son tan radicales que dan origen a nuevas lenguas o dialectos, y desaparecen convirtiéndose en lenguas muertas. Tal es el caso del griego y hebreo bíblicos, que hoy ya no se hablan, y del latín, que dio origen a las que llamamos lenguas romances (de Roma, a saber: francés, español, portugués, italiano, rumano), antes de desaparecer como lengua viva. El latín hoy se utiliza solo en los documentos y ritos de la iglesia católica romana. Estos hechos nos hacen pensar que las lenguas son, en efecto, acumulaciones de palabras y frases que un conglomerado humano o comunidad de personas utiliza para comunicar sus pensamientos y sentimientos. Las lenguas nacen del medio ambiente social y cultural, y se concretizan a través de las palabras como expresión de los pensamientos y vivencias de la gente que constituye esos grupos y culturas.
W.D. Whitney afirma que:
Las lenguas no tienen existencia fuera de las mentes y las bocas de quienes las usan. Están formadas de signos separados y articulados, cada uno de los cuales representa, por asociación mental, una idea. Estos signos se han elegido en forma espontánea y arbitraria, y su contenido o valor representativo depende de la aceptación y acuerdo entre los hablantes y oyentes de la lengua que forman.1
Entonces, para entender la lengua de un hablante cualquiera, debemos primero conocer el significado que él mismo le da a las palabras que usa. Como hemos dicho, este sentido o significado puede cambiar; por eso es importante que el intérprete de una lengua conozca el significado inicial o primitivo de las palabras, y el significado que han adquirido con el tiempo y el uso.
Las palabras y su significado primario
Significado primario o etimológico. El sentido o significado primitivo de las palabras es el que llamamos «etimológico», y lo hallamos regresando a la lengua materna u originaria. Por ejemplo, en español debemos ir al latín, al griego o al árabe, que son las lenguas que dieron origen al español. La palabra «teléfono» sabemos que viene de dos palabras en griego: telle (distancia) y fonos (sonido), «comunicación a la distancia»; «fumigar» (del latín fumus: humo y gare: esparcir, regar), «desinfectar algo a través de humo o gases esparcidos». El nombre de mi esposa, Atha-la, me dicen que proviene de dos términos árabes: At (regalo) y Alá (Dios), «regalo de Dios». El sentido primitivo o primario de las palabras es, pues, el que llamamos «sentido etimológico», es decir, sentido de origen. El sentido primario nos remonta a los orígenes del idioma y es muy útil para conocer la historia de las palabras y sus significados. Nos dice además el porqué de ese significado; es importante para estudiar la filosofía y la historia de la lengua. Muchos de los conceptos que manejamos en nuestras doctrinas y enseñanzas se comprenden mejor cuando desmenuzamos los términos y palabras que utilizamos para representarlos. Tomemos, por ejemplo, la palabra griega ekklesía, muy frecuente en el Nuevo Testamento, que ordinariamente traducimos como «iglesia», compuesta de dos palabras: ék (fuera de) y kalein (llamar o convocar). Inicialmente se usó para indicar la asamblea de ciudadanos convocados para tratar negocios de interés público. La preposición ék indicaba que era un grupo selecto de ciudadanos conocedores de sus derechos e interesados en el bienestar de sus conciudadanos; no de masas de gente sin ninguna conexión o propósito o multitudes anónimas incapaces de deliberar con libertad y juicio. El término kaleín indica que la asamblea fue convocada legalmente para deliberar con plenos poderes legales, tal como se expresará después en relación con la iglesia cristiana en Hechos 19:39: «Si tienen alguna otra demanda, que se resuelva en legítima asamblea». Esta palabra se hizo común para designar la comunidad de creyentes venidos del judaísmo y del mundo gentil. Todo el poder significativo de ék y kaleín se conservó. El viejo concepto de la asamblea griega ekklesía vino a significar ahora la iglesia de Dios o del Señor, «comprada con su sangre» (Hechos 20:28); la congregación de los que han sido «llamados a ser santos» (Romanos 1:7) y «como linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios» llamados «de las tinieblas a la luz » (1 Pedro 2:9).
Cambios de significado en el uso de términos o palabras
La filología y sus ciencias auxiliares nos ayudan a descubrir interesantes desarrollos de una palabra en varias lenguas, que toman diferentes formas y usos. Por ejemplo, a las palabras hebreas ab (padre) y ben (hijo) se les puede seguir el rastro en todas las lenguas semitas y mantienen el mismo significado en todas ellas. La palabra griega para «corazón», kardía, aprece también en sánscrito, hrid; en latín, cor; en italiano, cuore; en español, corazón; en portugués, coraçao; en francés, coeur; y en inglés core. Sin embargo, algunaspalabras cambian de significado cuando pasan de una lengua a otra. De modo que el significado de la misma palabra, por ejemplo, en siríaco o árabe, no es el mismo que tiene en hebreo aunque las tres lenguas son semitas. Es el caso delverbo hebreo Yatsab, «estar firme, permanecer de pie»2, que conserva el mismo significado en árabe y etiope de «erigir una columna o establecer algo»; en caldeo, «levantarse»; pero en siríaco esta palabra se usa para significar la acción del bautismo. Algunos dicen que es porque el candidato debe permanecer en pie mientras le echan el agua; otros interpretan que la razón es porque el bautismo confirma y establece a la persona en la fe. Otros verbos hebreos para expresar esta misma idea son amad (Salmo 1:1) y qum (Salmo 1:5). El hecho concreto es que una misma palabra puede tener varios significados en diversas lenguas y se debe tener mucho cuidado en el uso de las etimologías.3
Los apaxlegómena. Estas son palabras que aparecen solo una vez en la Biblia y cuyo origen prácticamente se ha perdido. Para el Nuevo Testamento no es difícil trazar el rastro de estas palabras debido a la abundante literatura griega que poseemos. En hebreo es más difícil porque la lengua hebrea estuvo limitada a un país muy pequeño e insignificante en la geografía del Oriente, y no son muchos los documentos en hebreo que poseemos fuera de las Sagradas Escrituras. Un ejemplo de apaxlegomenon lo tenemos en el término sulam (Génesis 28:12), que no aparece en ninguna otra parte en hebreo. Hay que buscarle sinónimos o términos parecidos en otras lenguas, como por ejemplo, la palabra árabe sullum, que significa escalas o escalera. En efecto, se trata de la escalera que Jacob vio en su sueño, que se extendía de la tierra al cielo.4
En el Nuevo Testamento podemos dar muchos ejemplos como epioúsion, que se usa en el Padre Nuestro (Mateo 6:11; Lucas 11:3). Esta palabra no se usa en ningún escrito de la literatura griega excepto solamente aquí en la Biblia. Podría venir de épi y lévai; o ser un participio del verbo epeimi: ir hacia o acercarse, lo que nos daría el significado de «danos nuestro pan venidero», el pan de mañana. Etimológicamente parece correcto, pero no se compadece con la expresión sémeron: «este día», que tenemos en el mismo versículo, y hasta cierto punto contradice las enseñanzas de Jesús en el versículo 34 del mismo capítulo 6 de Mateo. Por eso otros proponen un origen diferente para esta palabra: épi y oúsia, que tiene que ver con la existencia diaria o subsistencia, y significa «aquello que es necesario»: «nuestro pan esencial».5
Demos un último ejemplo de palabras muy difíciles (apaxlegomena): pistikós, que se usa solo en Marcos 14:3 y Juan 12:3. Describe el perfume de nardós (nardo) con que María ungió los pies del Señor. Encontramos esta palabra en manuscritos de Platón, Gorgias y Aristóteles, escritores griegos del siglo V a.C. Se han ensayado innumerables teorías para explicar la palabra pistikós aplicada a «nardo», que es un licor, que significa el lugar de origen del perfume, etc. La más aceptable parece traducir pistikós como fiel, genuino, puro. Es decir, se trataba de «nardo genuino», «nardo puro», como lo traduce la NVI.
Formas diversas del sentido literal
El sentido literal: es el que se expresa directamente por las letras, palabras o expresiones concretas del lenguaje, tal como lo entiende y usa el autor. Responde a la pregunta: ¿qué es lo que el autor o escritor nos quiere decir con estos términos o palabras?
Al sentido literal se le dan diferentes nombres según sus características:
Sentido literal histórico: es el que quiso darle el autor en el momento de escribir, de acuerdo con el uso y sentido que las palabras tenían en ese entonces. Como hemos visto, el lenguaje cambia y evoluciona, y es bien posible que el mismo sentido literal de una palabra o expresión cambie. Por eso, para entender el sentido que un autor quiso darle a sus escritos, debemos conocer el momento y medio históricos cuando escribió y el sentido o significado que las palabras tenían en ese entonces.6 El evangelista Lucas, al igual que otros autores del Antiguo y Nuevo Testamentos, usan, por ejemplo, la expresión ándra oú gnoskó (conocer varón) en uno de los sentidos que se le daba en su tiempo, siguiendo la tradición y uso semita, de «tener relaciones sexuales». Las versiones modernas deben ajustar este sentido literal histórico al sentido actual, cuando el verbo «conocer» ya no se usa para lo que María quiso decirle al ángel en Lucas 1:34. La NVI traduce: «¿Cómo podrá suceder esto, … puesto que soy virgen?»
Sentido literal obvio. Se le llama así porque es el sentido más inmediato y obvio que se desprende de las palabras usadas por el autor. Es lo que a primera vista y en primer lugar dice el texto.7 Algunos piensan que el sentido literal puede expresarse no solo de modo explícito, sino también implícito. Es decir, se puede deducir de las palabras del autor. Por ejemplo, la preexistencia de Dios y de Cristo están implícitamente incluidas en la expresión: «En el principio», que aparecen en Génesis 1:1 y Juan 1:1.
Sentido literal lógico y gramatical. Se le llama así al sentido literal porque es la forma regular que se utiliza para establecerlo. Son las leyes gramaticales y lógicas las que nos ayudan a señalar este sentido, ya que el sentido literal es el que natural y primariamente tienen las palabras, según las reglas de la lógica y la gramática.8 Por ejemplo: la palabra «perro» la encontramos muchas veces en las Escrituras; la mayoría de las veces con el sentido literal del animal de cuatro patas que todos conocemos: Éxodo 11:7; 22:31; Mateo 15:26; Lucas 16:21. Pero en otros casos «perro» se usa en sentido figurado: 2 Samuel 16:9; Filipenses 3:2; Apocalipsis 22:15. Abundaremos más en el estudio del sentido literal en el capítulo especial que le dedicaremos más adelante en este libro. Si hemos presentado estas primeras nociones y ejemplos de dos de los sentidos básicos bíblicos es para mostrar la importancia del estudio semántico y lingüístico de los términos, que nos ayudan a descubrir el sentido exacto de las palabras. Queda así mismo evidente la importancia de la ciencia de la hermenéutica, de la cual forma parte precisamente el estudio de los diversos sentidos. Por eso es pertinente estudiar un poco las tareas y fines de la hermenéutica bíblica.
Tareas y fines de la hermenéutica bíblica
La hermenéutica posee unos fines y desempeña una tarea muy específica en el estudio de las Escrituras. Vamos a señalar tres de las más importantes:
1. La interpretación histórica. Las raíces de la fe cristiana y bíblica radican en la Biblia. Si queremos conocer el origen del pueblo hebreo, debemos acudir al Antiguo Testamento; lo mismo debemos hacer si queremos llegar a los orígenes históricos del cristianismo: debemos estudiar el Nuevo Testamento. La hermenéutica tiene una función histórica que nos ayuda a descifrar el origen del judaísmo y del cristianismo, sus bases y su origen. Es como descubrir la partida de nacimiento de la religión judeo-cristiana. En buena parte estas dos confesiones son una «religión del libro». Esto es válido para todas las ramas de la confesión cristiana, pero de manera especial para la rama evangélica reformada y protestante. En la raíz misma de la religión cristiana están los escritos de sus fundadores, que fueron los que dieron origen al Nuevo Testamento. Estos, después de ser aceptados por la iglesia primitiva, adquirieron un carácter canónico, es decir, un valor normativo para todos los adeptos de la religión cristiana en todo el mundo y en todos los tiempos. El Nuevo Testamento se unió al Antiguo, que había sido previamente aceptado por los judíos, incluyendo a Jesucristo y sus apóstoles, como parte de la verdad revelada.
Ahora bien, se da en las Sagradas Escrituras una circunstancia especial que guarda relación con el tiempo de su origen. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento proceden de un ambiente cultural y lingüístico que pertenece a tiempos lejanos que hoy ha llegado a ser extraño para nosotros. El Antiguo Testamento nació de la mentalidad y lenguaje semíticos del Antiguo Oriente; el Nuevo Testamento nació del ambiente helenístico que prevalecía en todo el Imperio Romano cuya lengua y cultura fueron en un principio y por muchos años, aún después de la conquista romana, la lengua y la cultura griegas. De hecho, el Nuevo Testamento fue escrito en griego. Pero las cosas se complican cuando sabemos que la mayoría de los autores del Nuevo Testamento pertenecieron, en su modo de pensar y vivir, al mundo semítico-judío. Surge aquí un problema hermenéutico que hoy en día es muy discutido: En qué medida influye la ascendencia semítica del autor en su obra escrita en griego? Piensa en una forma semítica o griega occidental?
Veámoslo en un ejemplo concreto: el Evangelio de Juan, que comienza con la frase: «En el principio ya existía el Verbo» (én arké én ó lógos). El buen exegeta se pregunta de inmediato: en qué sentido quiere el autor que se entienda la palabra logos? Para el pensamiento filosófico estoico griego, logos representa a la razón del universo, la que rige y domina el mundo y todos los seres. Es este el sentido que quiere darle el evangelista Juan cuando usa este término al principio de su Evangelio? O está identificando más bien «la Palabra» divina como fuerza creadora, tal como se define en el primer capítulo del Génesis cuando dice repetidamente: «Y dijo Dios» y apareció la luz, la vida, los animales y el hombre? Podría haber una tercera significación o sentido: el concepto de la antigua mitología según el cual el Logos era un ser parecido a Dios, un ser intermedio entre Dios y el mundo, una especie de «segundo dios». Por otra parte, si vamos a los diccionarios, encontraremos una rica variedad de acepciones de la palabra logos: palabra, revelación, sentencia, afirmación, debate, orden, noticia, narración, evaluación, motivo, movimiento, expresión oral, lenguaje, discurso, proposición, rumor, discurso, definición, máxima, proverbio y muchos sentidos más.9 Este solo ejemplo nos muestra cómo el exegeta debe hacer un esfuerzo amplio y profundo de investigación para desentrañar el auténtico significado de las palabras del texto. Para ello necesita del estudio de diferentes disciplinas bíblicas, desde la filología y la lingüística hasta la historia, la antropología y la filosofía de la religión. Todo esto está implicado en la clarificación del significado que Juan quiso darle a la palabra logos en su Evangelio. Gracias a Dios que los expertos en todas estas disciplinas vienen trabajando con el texto bíblico por muchos siglos desde el momento mismo en que se produjo, y nos han legado los resultados de sus estudios e investigaciones en manuales, textos y escritos que hoy podemos usar para desentrañar el verdadero sentido del texto. Por esa razón es indispensable valernos de estos instrumentos en nuestro estudio de investigación: utilizar sin prejuicios todos los medios que están a nuestra disposición, tales como: léxicos, concordancias, gramáticas, diccionarios y comentarios de buenos autores bíblicos.
2. La Interpretación existencial. Esta interpretación tiene que ver con la situación del lector o receptor del mensaje bíblico frente al texto o mensaje de las Escrituras, qué posición adopta frente al mismo y las verdades y misterios que transmite la Biblia. Un ejemplo nos ayudará a entender mejor el significado de esta segunda función hermenéutica: una persona va a entenderse a sí misma de manera muy diferente si acepta y cree en la «eternidad» o en «otro mundo» diferente al presente. La idea que un ateo materialista tiene de sí mismo es distinta de la que tiene el creyente que acepta como cierta la existencia de un Dios eterno y de otra vida y otro mundo después de la muerte. Y esta posición tiene consecuencias significativas sobre la manera de vivir el presente y sobre las decisiones más íntimas e individuales de cada persona.
Quienes aceptamos la Biblia sostenemos que esta nos ayuda a todos a comprendernos a nosotros mismos, a tener una idea más clara y segura de nuestra propia identidad y de las realidades temporales y eternas que rodean nuestra vida. Y esta es una de las tareas que debe cumplir la hermenéutica bíblica moderna. Es lo que podemos llamar «interpretación existencial de las Sagradas Escrituras». La frase del Evangelio de Juan: «el Verbo se hizo carne» debe llevarnos no solo a reflexionar ante la realidad de un Dios encarnado, sino a comprender mejor nuestra propia realidad humana en la que se encarna el mismo Hijo de Dios, y a pensar seriamente en las posibilidades que este hecho crea: las de mejorar la imagen y la realidad de nuestra propia humanidad. La encarnación de Cristo nos abre la posibilidad, como lo dice el mismo Juan, de llegar a ser nosotros mismos «hijos de Dios» (Juan 1:12). Esta segunda tarea de la hermenéutica de «interpretación existencial» de la Palabra puede definirse sencillamente como la de «hallar la relación que la Palabra de Dios tiene con la existencia concreta del hombre y la mujer». Es casi lo que los viejos manuales de exégesis llaman la «aplicación del texto» y su mensaje a la realidad cotidiana. ¿Qué luz arroja sobre mi existencia este pasaje o texto? El teólogo G. Ebeling afirma: «El principio hermenéutico es el hombre como conciencia».10 Mediante el encuentro con la Palabra de Dios, la comprensión de sí mismo que hasta ahora tenía el hombre es confusa y desorientada. Esta comprensión es sometida a una aclaración crítica, y el resultado puede y debe ser una verdadera comprensión de sí mismo delante de Dios. El objetivo de la interpretación existencial de las Sagradas Escrituras es que prosiga mejor este proceso para purificar la comprensión de sí mismo. Ahora podemos comprender que las dificultades que hoy tenemos para comprender el texto nacen no solo de sus orígenes históricos y lingüísticos, sino de la poca o nula relación que el hombre contemporáneo tiene con el mensaje bíblico. Lo cierto es que la interpretación de las Sagradas Escrituras es un proceso recíproco: yo interpreto el texto, pero el texto me interpreta a mí. Y este es precisamente el objeto de la interpretación existencial: el texto me deja ver que su mensaje me atañe a mí, me interroga, me hace reflexionar sobre mi ser y mi vida, mi proceder y pensar, y sobre mi propia realidad existencial. Es así como me coloco bajo la Palabra de Dios, y puedo experimentar cómo esta Palabra, de una manera misteriosa, puede iluminar mi vida, enderezar mi existencia, curar mis males íntimos, juzgar mi proceder y afectar lo más íntimo de mi ser: mi corazón y mis sentimientos, mi pensamiento y mis emociones. «Uno que no cree o no entiende se sentirá reprendido y juzgado por la voz profética de la Palabra, y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: «¡Realmente Dios está entre ustedes!» (1 Corintios 14:24–25).
3. Interpretación histórico-kerigmática. La interpretación existencial de la Biblia es una necesidad de este tiempo, pero no es la única. Si la Palabra de Dios ha de poder cumplir su función curativa y restauradora, debemos pensar en lo que los expertos llaman la «interpretación histórico-kerigmática» de la Palabra, que es la que conduce al encuentro con el misterio divino de la salvación. Kerigma es el resumen del mensaje de salvación que encontramos en multitud de pasajes de la Biblia. Volvamos al texto de Juan 1:14: «Y el verbo se hizo hombre»; a continuación se añade: «y habitó entre nosotros». ¿Qué significa esta afirmación? Nos anuncia la presencia del Verbo divino encarnado entre los hombres en la persona de Jesucristo. Aquí el hermeneuta está ante una doble tarea: ha de mostrar que se trata del cumplimiento de una promesa del Antiguo Testamento (interpretación histórica: lo que nos dice el texto de la historia de la salvación); pero al mismo tiempo debe captar y trasmitir el mensaje kerigmático del texto: el misterio de la salvación que el texto quiere comunicar al lector. La razón de ser de la encarnación es procurar la salvación del hombre. Dios se ha puesto en Jesús al alcance del hombre. Jesús es ahora para el hombre muchas cosas que representan y realizan su misión salvadora: es pan de vida (Juan 6); es agua viva, que apaga la sed de salvación (4:14; 7:37–38); es el tronco vital que sostiene las ramas (15:1–6) etc., etc.11
Conclusiones y observaciones generales
De todo lo estudiado hasta aquí podemos colegir varias cosas: una de ellas es que extraer todo el sentido del texto es una tarea difícil que exige estudio y perseverancia y no debe tomarse a la ligera. Otras razones se explican a continuación.
El sentido literal y los sentidos supraliterales
Determinar el sentido de un escrito es tanto como determinar lo que pensaba su autor cuando lo escribió. Sin embargo, la Palabra escrita asume a veces su vida propia adquiriendo una carga significativa que el autor no intentó darle. Al llegar al lector, después de muchos años, este descubre otros significados. De ahí que la moderna crítica literaria, sin abandonar la búsqueda de lo que el autor original quiso decir con su escrito, le dé importancia a lo que, de hecho, el escrito comunica al lector individual de hoy en día. Sin embargo, esto no elimina la posibilidad de que el principal cometido de la interpretación se centre en hallar el sentido que el autor original intentó transmitir.12
¿Qué significa el sentido que el autor intentó transmitir?
En la Biblia, descubrir el sentido intentado originalmente por el autor resulta a veces muy complicado por varias razones. En primer lugar, como ocurre con muchos otros libros antiguos, la época del autor, sus modos de expresión y su mentalidad distan mucho de ser los nuestros. El mismo concepto de«autor» significa algo diferente ahora de lo que significó en la antigüedad. En lo que se refiere a los libros bíblicos, podemos contar por lo menos cinco relaciones diferentes con la persona a cuyo nombre va unido un libro o escrito. Por eso cuando hablamos del «sentido de lo que el autor intentó transmitir», debemos delimitar la extensión de este concepto. Esto tiene que ver con la llamada «pseudonimia», que consiste en atribuir a uno o varios autores el contenido de un escrito por diferentes razones, como vamos a explicar a continuación.
Diferentes niveles de autoría de libros de la Biblia
Podemos diferenciar por lo menos cinco niveles distintos en la atribución de un libro o escrito bíblico a un determinado autor o autores.
Primero: Se consideraba autor, como hoy también ocurre, a la persona que había escrito de su puño y letra la obra. Algunos autores bíblicos afirman esta clase de autoría cuando se identifican como los redactores inmediatos del libro. Es el caso de Lucas, quien se identifica como autor directo de su Evangelio (Lucas 1:3) y del libro de los Hechos (Hechos 1:1).
Segundo: Se consideraba autor a quien dictaba el contenido de un escrito o libro a un amanuense, quien copiaba al pie de la letra el dictado. Ciertamente no era la forma más adecuada y funcional por lo difícil y pesada que resultaba ser para quien dictaba y para quien copiaba. Sabemos, sin embargo, que algunos autores bíblicos la utilizaron. Podemos mencionar a Jeremías, quien usó a su secretario Baruc como amanuense a quien dictaba su profecía (Jeremías 36:1–6); Pablo también dictó parte de sus cartas. Estos dos niveles de autoría siguen siendo admisibles y legítimos hoy en día.
Tercero: Algunos libros revelan las ideas de una persona a quien se identifica como el autor, aunque estas ideas hubieran sido recogidas por alguien más, encargado de ponerlas por escrito. Muy posiblemente es el caso de la carta de Santiago, escrita en un perfecto griego literario difícil de entender si provenía directamente de un sencillo campesino galileo cuya lengua materna era el arameo. La moderna exégesis y hermenéutica resuelven el problema afirmando que muy probablemente un copista o amanuense, en este caso más bien redactor o editor cercano al apóstol Santiago, recogió las ideas y el mensaje de este y las presentó con su nombre.
Cuarto: Se consideraba autor de un libro a quien proporcionaba el cuerpo de enseñanza o doctrina y las ideas fundamentales del escrito, aunque fueran sus discípulos o seguidores los que compilaran esas ideas y le dieran redacción final. Era requisito indispensable que el contenido del escrito respondiera fielmente a las ideas, términos y espíritu del autor. Este era reconocido como tal inclusive en los casos en que su obra hubiera aparecido en público un tiempo después de su muerte. Algunas partes de Isaías y Jeremías, así como también partes del Evangelio y las cartas de Juan, podrían caer en esta categoría. Lo cierto es que alrededor de los profetas y de algunos apóstoles y maestros como Juan y Pablo, se creó una corona de seguidores y discípulos que atesoraron sus enseñanzas y cuidaron de que se transmitieran a la posteridad. Estas son las que llamamos «escuela paulina o juanina», grupos de seguidores y discípulos que bien pudieron ser los responsables de complementar al menos parte de las cartas de Pablo y de los escritos de Juan.
Quinto: De una manera muy amplia se consideraba autor a un personaje famoso a quien se le atribuía un cuerpo de doctrina o enseñanza, o un género específico de literatura, como es el caso de Moisés, a quien se atribuye la autoría del Pentateuco, aunque sabemos que era física y cronológicamente imposible que Moisés mismo hubiera redactado los cinco primeros libros de la Biblia, ya que estos tardaron varios siglos para componerse en su totalidad, y en ellos se habla inclusive de la muerte de Moisés. Pero Moisés fue el gran jefe, legislador y representante de la Ley (Toráh) y, como tal, se le atribuye esta, como si él fuera su autor. Es el mismo caso de David, reconocido como el gran cantor, poeta y salmista, autor del Salterio, aunque sabemos que muchos de los Salmos fueron escritos por varios autores. En el mismo sentido se le atribuye a Salomón toda la literatura sapiencial.13
El sentido original y el largo período de redacción de los libros
Es un hecho que los diferentes libros de la Biblia se redactaron en un período largo de tiempo. Este hecho complica la tarea de determinar el sentido real que el autor intentó dar, especialmente si descubrimos que no una sino varias mentes humanas intervinieron en su composición. Las llamadas «variantes» deben también tenerse en cuenta: cambios introducidos por escribas y copistas al reproducirlos o al traducirlos. Es aquí donde funciona la crítica textual, como una disciplina y técnica que nos permite hoy acercarnos al texto original más depurado posible, comparando los miles de manuscritos que poseemos de las Escrituras. Un ejemplo interesante es el del libro de Isaías, cuya composición duró no menos de doscientos años, según los expertos. No solo se agregaron partes al Isaías original, sino que se introdujeron cambios al punto que muchos identifican no dos, sino tres Isaías. Los últimos capítulos de Amós son adiciones al Amós original. Este es un libro bastante pesimista en general, en contraste con su final, que introduce una tónica de optimismo. En estos casos se debe identificar no solo el sentido original, sino el que adquirió el escrito después de las modificaciones o cambios sufridos.
El Autor divino y el autor humano de la Biblia
Este es el factor más complicado en la interpretación de las Escrituras. Cada palabra y versículo de la Biblia es fruto de un autor humano, que presta su mente y su lenguaje para la transmisión del Autor final y definitivo del texto sagrado: Dios. Como afirma el Concilio Vaticano II en su declaración Providentissimus Deus, y que otros cristianos de varias denominaciones podemos suscribir: Dios movió de tal manera a los autores humanos a escribir, y los asistió mientras escribían, que expresaron fielmente las cosas que él dispuso.14 Nos hallamos, pues, ante un doble desafío: ¿qué intentó comunicarnos el autor divino y qué tan fiel a este pensamiento e intención divinos fue el autor humano? El estudio de los diversos sentidos de las Escrituras que vienen a continuación nos ayudará a dilucidar muchas de estas cuestiones y problemas.
 
1 W. D. Withney, Language and the Study of Language. Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1990. p.394
2 La NVI lo traduce como “mantener sus posiciones”, en el pasaje de Éxodo 14:13, cuando Moisés habló a los israelitas llenos de pavor ante el asedio de los egipcios: “No tengan miedo. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación.”
3 Para mayor información sobre este y otros puntos relacionados, véase: Kevin J. Vanhooser, The Semantics of Biblical Literature: Truth and Scripture’s Diverse Literary Forms, chapter two in D.A Carson and John D. Woodbridge, Editors, Hermeneutics, Authority and Canon, Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1986. pp. 50–104.
4 E. A. Speiser E.A. T. 1, Genesis. The Anchor Bible, Garden City, New York: Doubleday & Company, 1987. pp. 216–20, and Gordon Wenham,Genesis 16–50, Word Biblical Commentary, Vol. 2, Dallas: Word Books,Publisher, 1994. pp. 217–22.
5 Joseph Fitzmyer, The Gospel According to Luke (X–XXIV), The Anchor Bible, Vol. 28A, New York: Doubleday & Company, 1964. p. 905.
6 Juan Daniel Petrino. Dios nos habla. Lima: Editorial Claretiana, 1993. p.194
7 Ibid
8 Ibid
9 Véase Sebastián Amador, Diccionario griego español. Barcelona: Editorial Sopena, 1984. p.459.
10 G. Wort und Glaube Ebeling, Gesammente Aufsaize, Tubinga, 1962. p. 348
11 Wilfred Joest, Franz Mussner y otros, La interpretación de la Biblia. Barcelona: Editorial Herder, 1970. pp. 16–18
12 Raymond Brown, Joseph Fitzmyer y Roland E. Murphy, Comentario bíblico “San Jerónimo”, Vol. V. Madrid: Editorial Cristiandad, 1986. p. 281
13 Raymond Brown, Op.cit. Vol. V, p. 92.
14 Providentissimus Deus, 72:17.
 
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