viernes, 24 de abril de 2015

La manera en que hasta ahora hemos estado llevando adelante la misión que nos asignó el Señor no ha sido la más conveniente

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¿Cómo predicar el Evangelio a cada criatura en un determinado lugar, ciudad o nación? ¿De qué manera es posible ayudar a los millones de nuevos creyentes a crecer en la fe? ¿Cómo desarrollar a los miles de pastores y líderes que se necesitan para servir a los nuevos creyentes? ¿Cómo involucrar a todos y cada uno de los creyentes en la obra del ministerio, según los dones recibidos por el Espíritu Santo? Estas son algunas de las preguntas que demandan una respuesta urgente en el contexto cristiano latinoamericano hoy.
Evidentemente la manera en que hasta ahora hemos estado llevando adelante la misión que nos asignó el Señor no ha sido la más conveniente. De hecho, después de casi dos siglos de testimonio evangélico en América Latina, estamos muy lejos de considerar la tarea como misión cumplida. Por otro lado, los desafíos que enfrentamos y las oportunidades que se nos presentan son de tal calibre, que hace falta un cambio radical no sólo de las estructuras eclesiásticas tradicionales con las que nos hemos desarrollado, sino también de las estrategias misiológicas que hemos utilizado para cumplir con la misión.
Si alguna vez deseamos poder exclamar como Jesús desde la cruz, “¡Consumado es!” es decir, la tarea asignada está cumplida, será necesario que con la ayuda del Espíritu Santo busquemos maneras nuevas de ser la iglesia y de llevar a cabo nuestra misión en el mundo. Sobre esto no hay fórmulas universales ni eternas. Cada generación de cristianos tendrá que resolver esta cuestión a la luz de las circunstancias en que sirve, pero con una obediencia radical a la visión del reino de Dios y del evangelio que proclamamos.
A juicio de muchos misiólogos y estrategas de la misión, una de las estructuras más eficaces para el cumplimiento de la misión hoy es la iglesia celular, y las células o grupos celulares representan una de las estrategias más efectivas para la tarea evangelizadora y discipuladora presente. De hecho, las iglesias de mayor crecimiento cuantitativo y cualitativo son las que de alguna manera han aplicado los principios y experiencias de la iglesia celular, con notables resultados. La iglesia celular, pues, no es una nueva moda eclesiológica ni una tendencia cool que garantice éxito y prestigio. Es una poderosa herramienta, que cuenta con sólidos fundamentos bíblicos, históricos, teológicos y misiológicos.
Esta manera de ser la iglesia y de cumplir con la misión está demostrando ser la más efectiva especialmente en centros urbanos y contextos de acceso restringido para el evangelio. Por cierto, cada iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo y reconociendo a Cristo como su Cabeza, tiene toda la libertad para definir su estructura y estrategizar como mejor le parezca. Pero quienes han optado por algún modelo o forma de iglesia celular no se han visto decepcionados por la versatilidad, dinamismo, fertilidad y alcance de esta manera de ser y de actuar como iglesia.
Es en razón de esto, que hemos escogido agregar a nuestros cursos de formación ministerial este curso sobre la iglesia celular, para ilustrar a los siervos y siervas del Señor sobre este importantísimo recurso para la manifestación del reino de Dios y la edificación de su iglesia. Es así que, este curso, provee de la descripción, el fundamento bíblico-teológico-histórico-misiológico, el análisis crítico, y la implementación práctica de los varios modelos de iglesias celulares más destacados alrededor de todo el mundo en la actualidad. Estos modelos están probando ser uno de los medios más efectivos para responder a las preguntas más acuciantes sobre la misión de la iglesia hoy. Así, pues, este curso está diseñado para ayudar a los discípulos a entender, interpretar y aplicar mejor los varios modelos de iglesias celulares, que se han desarrollado en los últimos años.
Después de completar este curso, los discípulos serán capaces de describir la naturaleza y desarrollo de los principales modelos de iglesias celulares. Para ello, adquirirán un adecuado nivel de comprensión de los fundamentos bíblico, histórico, teológico y misiológico de la iglesia celular. Los discípulos podrán también identificar aquellos elementos en la dinámica de la iglesia celular, que explican su carácter presente y su efectividad misiológica. Esto resultará en su mejor comprensión del concepto, definición, visión, valores, propósito, membresía, y liderazgo de la célula y la iglesia celular. Este curso proveerá también al estudiante de todos los elementos necesarios para habilitarlo a desarrollar una iglesia celular en su ministerio.
El cumplimiento de la Gran Comisión dada por nuestro Señor Jesucristo consta de dos elementos bien claros: ir a todo el mundo a predicar el evangelio a toda la creación (Mr. 16:15); y, hacer discípulos de todas las naciones, enseñándoles todas las cosas que él nos ha mandado (Mt. 28:19, 20). Este es el desafío central para cualquier iglesia particular, local, nacional o mundial. Se trata, pues, de encontrar un balance entre la tarea de proclamar las buenas noticias y la tarea de proveer de un crecimiento integral a los creyentes. La iglesia celular está probando ser una manera interesante y efectiva de obedecer al Señor, al responder a ambos desafíos.
En este tiempo, el Señor está usando a la iglesia celular de manera increíble, para ayudarnos a cumplir la Gran Comisión en todo el mundo. Es probable que la iglesia celular sea el modelo de estructuración de la iglesia más frecuentemente seguido en el tiempo actual, especialmente en el hemisferio sur. Es precisamente en América Latina, África, Asia y Oceanía que se está verificando hoy un crecimiento explosivo del testimonio cristiano y del crecimiento de las iglesias. Generalmente, la estructura más común utilizada en aquellos lugares de mayor desarrollo del testimonio cristiano hoy en el mundo es la iglesia celular. Esto es muy evidente en China continental, algunas regiones de la India, en algunos países africanos y en toda América Latina.
Si es cierto, como anticipan muchos profetas alrededor del mundo, que nos encontramos transitando los últimos tiempos de la historia humana, antes del glorioso retorno de Cristo, entonces es probable que muy pronto experimentemos alrededor del globo el gran avivamiento anunciado por el profeta Joel (2:28–32). Este avivamiento global, que afectará a todo ser humano y culminará con toda la humanidad confesando a Jesucristo como Señor (Fil. 2:10, 11), tiene que ocurrir con una iglesia que pueda absorber a la enorme masa de nuevos creyentes, para discipularlos y ayudarlos a participar activamente de la obra de Dios de manera inmediata. Las estructuras eclesiásticas tradicionales no son adecuadas para un proceso de crecimiento por multiplicación. Ellas fueron creadas, en el mejor de los casos, para procesos de crecimiento por adición (uno a uno). La iglesia celular tiene el potencial de crecer mucho más que por mera adición o incluso por duplicación (2, 4, 8, 16, etc.). La iglesia celular puede crecer por multiplicación (2, 4, 16, 256, etc.)
El Señor está transformando la estructura de la iglesia para que llegue a ser el odre nuevo, capaz de cumplir con la tarea de la evangelización mundial a través de su poder. La iglesia celular provee de “un odre nuevo” que puede estirarse y crecer, haciendo lugar en forma rápida y fácil, para que muchas más personas se unan a la comunidad de creyentes. La metodología de la iglesia celular está enraizada y modelada en la experiencia de la iglesia temprana, tal como está registra en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La iglesia temprana se reunía en las casas para adorar, aprender y tener comunión. Fue en las pequeñas comunidades caseras que se verificó el sorprendente y explosivo crecimiento del testimonio cristiano de los tres primeros siglos.
Además, la iglesia celular se edifica sobre el hecho de que todos los cristianos son ministros y no hay en ella un “clero profesional” contratado para hacer la obra del ministerio. No hay una estructura eclesiológica que exprese mejor la enseñanza del Nuevo Testamento en cuanto a la doctrina del sacerdocio universal de todos los creyentes. Las oportunidades y posibilidades de ministración que potencialmente ofrece la iglesia celular a cada creyente, no tienen parangón con ninguna otra forma hasta ahora conocida de organización eclesiástica.
Según Efesios 4, Dios ha provisto de “personas dotadas” (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros), para equipar a “creyentes dotados” (dones espirituales) para la obra del ministerio. Una iglesia así no está edificada en torno a la asamblea de todos sus miembros, sino sobre grupos de creyentes que llegan a ser “comunidades cristianas básicas” las cuales realizan el trabajo del ministerio desde pequeños grupos o grupos celulares, que se reúnen preferentemente en hogares. Estás células se agrupan, luego, para actividades congregacionales por áreas, y se reúnen por regiones para tiempos de celebración. Esto significa que la vida y el testimonio de la iglesia se experimentan en diversos niveles, con una gran variedad de experiencias colectivas y con un grado de participación mayor por parte de todos los integrantes de la iglesia o asamblea general.
Por otro lado, la vida completa de la iglesia se desarrolla en las células, no dentro de las cuatro paredes de un edificio especializado ni como expresión de un programa eclesiástico particular. Si bien la iglesia tiene eventos semanales de adoración, el foco principal está sobre los grupos celulares hogareños y su testimonio del evangelio cristiano. Se puede ganar una comprensión general mejor de la naturaleza y carácter de la iglesia celular si se compara la información disponible en cuanto a las iglesias del Nuevo Testamento y la mayor parte de las iglesias evangélicas hoy en América Latina. Las diferencias en cada caso resaltarán la necesidad de volver a los mejores modelos neotestamentarios para configurar la iglesia cristiana hoy, al menos en los contextos urbanos de nuestro continente.
CUADRO 1
La iglesia del Nuevo Testamento y la iglesia de hoy: contrastes.

CUESTIÓN

IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO

IGLESIA DE HOY

Ubicación

Iba de casa en casa.

Se reúne en edificios eclesiásticos.

Tamaño de los grupos

Pequeños, grupos íntimos.

Grandes, grupos impersonales.

Actividades

Comunión diaria los unos con los otros.

Servicios semanales de adoración.

Sistemas de Apoyo

Se edificaban unos a otros.

¿Tienes un problema? Ve a ver al pastor.

Relaciones

Intimas; se ayudaban unos a otros.

Remotas; poca transparencia.

Discipulado

Modelo de “boca a oído”; formación de valores personales.

Modelo de clases, notas; no hay mayor formación de valores.

Tarea primaria de los líderes

Cada creyente equipado para hacer la obra del ministerio

Dirigir el diseño básico del programa de la iglesia.

Vida de Oración

Varias horas por día, fuerte énfasis.

Elección personal, muy limitada.

Deber del Pastor

Modelaba la vida del creyente.

Predicar buenos sermones.

Expectativas de los miembros

Ministrar a otros; total disposición a servir y mayordomía.

Asistencia, diezmo, trabajar en los programas.

Perspectiva

Los grupos celulares como el punto central.

La congregación como el punto central.

Palabras Claves

Ir y hacer discípulos.

Ven y crece con nosotros.

Enseñanzas

Aplicaban la Biblia a necesidades y relaciones.

Suscribir a las creencias distintivas de la iglesia.

Dones espirituales

Ejercidos regularmente por todos los creyentes para edificar a otros en el grupo celular.

No tenidos en cuenta o bien usados en reuniones como para “agradar a la gente”.

Compromiso

Extender el Reino, unidad, y vida del cuerpo.

Agrandar la institución, uniformidad.

Evaluación

De qué manera sirves.

Cuánto sabes.

Fuente para conseguir personal de planta

Obreros-siervos desarro-llados adentro y probados antes de ser apartados para el ministerio.

Clero preparado, profesional, contratado para hacer un trabajo.

Si uno se pregunta cómo será la iglesia del futuro, seguramente la respuesta es que será una iglesia muy parecida a la que está ilustrada en el Nuevo Testamento. Carl F. George predice que la iglesia del futuro puede reflejar una estructura muy similar a la de la primera iglesia de Jerusalén, es decir, una congregación bien grande compuesta por miles y miles de personas, pero que se reunía en grupos pequeños para tener un contacto personal.
Carl F. George: “Es mi convicción que nuestros modelos presentes para llevar a cabo el ministerio son inefectivos e inadecuados para las oportunidades que nos están saliendo al paso. Si las iglesias cristianas van a recibir la cosecha de almas que creemos Dios está llamando para que entren en su reino, esto sólo sucederá si las iglesias han reorganizado sus estructuras. Tienen que ser lo suficientemente grandes como para hacer una diferencia y no obstante lo suficientemente pequeñas como para tener cuidado. … Creo que los grupos más pequeños dentro de la totalidad—llamados por docenas de términos, incluso el grupo pequeño o el grupo celular—es un recurso crucial pero subdesarrollado en muchas iglesias. Estoy convencido que es el fundamento estratégicamente más importante para la formación y la asimilación espiritual, para la evangelización y el desarrollo del liderazgo, para las funciones más esenciales para las que Dios ha llamado en la iglesia. … Es tan importante que todo lo demás debe ser considerado como secundario para su promoción y preservación.”
Los grupos pequeños o las células continuarán creciendo en todo el mundo a medida que avancemos en el siglo XXI y en preparación para el retorno de nuestro Señor. El fenómeno de la iglesia celular es el resultado del creciente desarrollo de sociedades urbanas impersonales. En la iglesia temprana, las personas se cuidaban mutuamente, comían juntos en las casas de los miembros de la comunidad de fe, y el amor mutuo fue su característica más destacada. Hoy, los urbanitas, es decir, las personas que viven en las grandes ciudades, no conocen siguiera quiénes son sus vecinos inmediatos. Cada vez más las personas sueñan con encontrar un grupo de seres humanos que compartan valores, afecto, recursos y donde puedan encontrar un refugio que los aleje de la soledad y la falta de sentido que parece prevalecer por todas partes. La iglesia celular, a través del desarrollo de comunidades pequeñas o células parece ser una respuesta efectiva a estas necesidades sentidas.
 

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jueves, 23 de abril de 2015

Sin el poder espiritual, la congregación, aunque bien organizada, no puede avanzar Y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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EL DINAMISMO DE LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO


Los métodos por sí solos, por buenos que sean, no darán resultados en una iglesia. El mecanismo del buen método debe ser acompañado del dinamismo del poder apostólico. Sin métodos correctos, un avivamiento poderoso puede apagarse o llegar a ser ineficaz. Sin el poder espiritual, la iglesia, aunque bien organizada, tampoco puede avanzar. El mecanismo sin el dinamismo en la iglesia puede compararse a un motor bien ajustado, listo para andar, pero al que le falta el combustible y la chispa para poder arrancar.
En Los Hechos de los Apóstoles encontramos el único modelo auténtico para la operación de una iglesia neotestamentaria. Debemos recordar que las epístolas de San Pablo y los demás apóstoles fueron escritas a iglesias que vivían en el ambiente del libro de Los Hechos y que experimentaban los eventos allí narrados. Un estudio del libro de Los Hechos de los Apóstoles nos revela mucho concerniente al poder que motivaba a la iglesia primitiva.
La iglesia primitiva vivía en un ambiente de oración. El libro de Los Hechos nos relata en el primer capítulo acerca de diez días de oración; la iglesia “perseveraba en la oración” en el capítulo 2; los apóstoles observaban “la hora de oración” en el capítulo 3, y encontramos en el capítulo 4 que toda la iglesia elevó la voz a Dios en oración. En todo el relato sagrado observamos que la oración satura la atmósfera de la iglesia primitiva.
También es digno de nuestra atención el lugar predominante que se daba al Espíritu Santo en la iglesia primitiva. Los discípulos fueron mandados a que esperasen la venida del Espíritu; en el capítulo 2, él descendió sobre los creyentes que esperaban su llegada y ellos fueron llenos del Espíritu. El escritor del libro de los Hechos tiene mucho cuidado en relatar la obra del Espíritu Santo. Nos narra cómo descendió sobre los samaritanos, sobre los de la casa de Cornelio, y más tarde sobre los discípulos efesios. Los apóstoles fueron inspirados por el Espíritu a hablar; los diáconos fueron llenados del Espíritu Santo y unos llegaron a ser evangelistas; los apóstoles y los diáconos fueron guiados a sus campos de labor y fueron dirigidos en sus actividades por el mismo Espíritu. El Espíritu Santo hacía señales y maravillas convenciendo así a las multitudes; impartía poder a las iglesias; inspiraba a los creyentes a una liberalidad maravillosa hasta dar de sus bienes materiales a la obra del Señor; en general, él era el director invisible de la iglesia. El libro de Los Hechos muy bien pudiere ser llamado “Los Hechos del Espíritu Santo”.
Para poder experimentar los mismos resultados de la iglesia primitiva, será necesario que nuestras iglesias hoy día capten de nuevo el ambiente espiritual de ella. Pero alguien pondrá por argumento que las bendiciones experimentadas por la primera iglesia pertenecían a una edad pasada y que es imposible experimentar hoy tales cosas. Yo quisiera recalcar la verdad que vivimos en la misma dispensación o período de la gracia en el cual vivían los apóstoles. El Espíritu Santo todavía mora en el mundo y Jesucristo es el mismo ayer hoy y para siempre. El hecho es que al leer las Escrituras se halla evidencia que Dios tiene el propósito de hacer una gran obra por medio del Espíritu Santo en los días postreros del período de la gracia. El ha prometido derramar su Espíritu sobre toda carne en los últimos días.
Para animarnos, llamaré la atención al hecho de que en muchas partes del mundo hoy día se están experimentando avivamientos y bendiciones que nos hacen recordar de los tiempos bíblicos. Milagros del poder divino han ocurrido y millares de personas han despertado a la verdad del evangelio y los creyentes han experimentado en una manera especial una plenitud del Espíritu Santo.
Probablemente la debilidad espiritual de muchas iglesias hoy en día no se deba a ninguna pérdida que haya sufrido el evangelio en cuanto a su poder, ni tampoco a ningún cambio de propósito de parte de Dios en cuanto a reproducir una iglesia conforme el modelo del Nuevo Testamento; más bien, esta debilidad es culpa nuestra y es el resultado de poca visión y débil fe. Pidamos a Dios que nos libre de todo concepto que no haya sido inspirado divinamente en nosotros, y que nos guíe como testigos del Cristo viviente y de su evangelio de poder en este trabajo de fundar una iglesia neotestamentaria en nuestro día.

Jesús dijo: “Y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.” Mateo 16:18.

“Y ellos saliendo predicaron en todas partes obrando con ellos el Señor y confirmando la palabra con las señales que se seguían.” Marcos 16:20.


PREGUNTAS

        1.      Explíquese la necesidad de tener el poder apostólico para la función de una iglesia neotestamentaria.

        2.      ¿Dónde encontramos el modelo auténtico para una iglesia neotestamentaria?

        3.      Explique el lugar que dieron los creyentes primitivos a la oración en la vida de su iglesia. Dé citas.

        4.      Describa el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia primitiva.

        5.      ¿Por qué podemos esperar que la iglesia de hoy día goce las bendiciones apostólicas?

        6.      ¿Por qué razón no vemos manifestado más plenamente el poder del Espíritu Santo en la iglesia de hoy?

 
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miércoles, 22 de abril de 2015

Dios bendice más al que da que al que recibe

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Vivimos en la Biblia

Texto de estudio: Hechos 20:32-36
Versículo clave: Hechos 20:35b Recuerden lo que nos dijo el Señor Jesús: “Dios bendice más al que da que al que recibe”
Panorama bíblico
En el libro de Hechos encontramos varios relatos y enseñanzas. Una de esas enseñanzas es la que vamos a ver el día de hoy. Pablo era un gran perseguidor de los cristianos, nos enseña por medio de la Palabra, que Dios tiene algo precioso para cada uno de nosotros si obedecemos sus mandamientos, El cumplirá su promesa porque nos eligió ser su pueblo, no que nosotros le elegimos, Dios nos llamó a cada uno de nosotros para darnos vida eterna por medio de la muerte de su hijo Jesucristo.
Nosotros tenemos que vivir como dice nuestro lema Viviendo en la Biblia, de hacer las cosas por y para Dios, en el V 33 nos dice Pablo que él no quería ni dinero ni ropa de otras personas, porque él podía trabajar y sustentar sus gastos. Nosotros para crecer cada día más como personas elegidas por Dios no debemos esperar a que todo nos venga en la mano sino que podamos esforzarnos a conseguir las cosas que queremos, no codiciando todas las cosas que vemos porque es un pecado que a Dios no le gusta.
También nos habla que Dios tiene un amor tan grande para nosotros y eso podemos demostrar ayudando a las personas que necesitan más que nosotros, no sacándole a esas personas o no ayudarles, Dios nos provee de muchas cosas y así también nosotros debemos estar ayudando cuando vemos a algún hermano, vecino, familiar sin esperar a que nos de algo por lo que hemos hecho por dicha persona, de eso se encarga nuestro gran Papá, de darnos la recompensa más grande en el cielo.
Así como dice el versículo es mejor dar que recibir. Eso es lo que Dios nos enseña por medio de su palabra en el día de hoy, aprendamos a vivir en la Biblia y cómo lograremos eso? Leyendo cada día y aplicando en nuestra vida.
Estudio bíblico
Pablo era una persona que perseguía a los cristianos, los encerraba en la cárcel y hasta mataba a las personas que creían en Jesús, camino a Damasco se le apareció a Jesús y desde ese momento cambió totalmente su vida. Tambien podemos ver que nosotros no le elegimos a Dios sino que Él primero nos eligió a nosotros para ayudarnos y darnos vida eterna. Él nos eligió para que seamos cada día mejores, y también para cumplir su promesa.
Vivir en la Biblia como dice nuestro lema nos enseña a dar antes que recibir, como está escrito en el V35 Dios bendice más cuando das. Todos tenemos el llamado de servir a Dios y eso lo demostramos cuando ayudamos a las personas que necesitan no sacándole algo o esperando que nos paguen, Pablo no pedía dinero ni ropa, si necesitaba una de esas cosas el trabajaba y esto podemos sacar como aplicación para nuestra vida de dar más antes que recibir y no solo dinero sino que podemos dar algo que ya no usamos a una persona que necesita, o hacer algún servicio como limpiarle la casa a alguien que está enfermo, de estas maneras estamos dando sin esperar nada a cambio, Dios se encargará de nuestro pago.
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martes, 21 de abril de 2015

La cultura griega era muy mundana, humanista e impía y por lo tanto, una amenaza para la religión de Israel.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El período entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos está representado en la mayoría de las Biblias por una simple hoja en blanco, la cual tal vez tenga un significado simbólico. Por largo tiempo, el período de “Malaquías a Mateo”, ha quedado vago y desconocido para muchos lectores de las Escrituras. Aunque quedan numerosos misterios, en tiempos recientes mucha luz ha sido proyectada sobre todo este período. Nuevos y excitantes conocimientos han sido aportados por los escritos de una cantidad de eruditos y por algunos descubrimientos arqueológicos.
A principios del presente siglo, el doctor R. H. Charles, escribió abundantemente sobre el tema, y la publicación en 1914 de su pequeño libro “Religious Development between the Old and the New Testaments” (El Desarrollo Religioso entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos), introdujo un sector más grande de lectores a este campo de estudio, y ayudó notablemente a llenar el vacío de la gente para su comprensión. Pero nadie pudo preveer que esta etapa llegara a ser un centro de atención, no sólo para los eruditos sino también para el hombre común. El descubrimiento de los Rollos del mar Muerto atrajo la imaginación popular y prendió en la atención de los eruditos de todo el mundo. Estos escritos son de la mayor importancia, no sólo por la información que suministran de las creencias y prácticas de los Sectarios de Qumran, sino también por el nuevo interés y los conocimientos que traen de todo el período intertestamentario.
En este pequeño volumen se hace un intento de repasar esos años a la luz de recientes estudios y descubrimientos, y, en particular, para determinar la contribución religiosa hecha por ese extraño grupo de hombres conocido por “los apocalípticos”. Muchos otros asuntos de interés de este período intertestamentario podrían haber sido tratados, pero el propósito de este libro es selectivo más bien que exhaustivo, indicando la parte que tuvieron los apocalípticos en el desarrollo religioso del judaísmo, y en la preparación de las mentes de los hombres para el advenimiento del cristianismo.
Se espera que este breve abordamiento del tema, estimule el apetito del lector para proseguir más ampliamente estos estudios con la ayuda de la bibliografía que se incluye.

El tiempo transcurrido entre los últimos escritos del Antiguo Testamento y a aparición de Cristo, es conocido como el período “intertestamentario” (o entre los testamentos). Por no haber habido palabra profética de Dios durante este período, algunos se refieren a él como “los 400 años de silencio.” La atmósfera política, religiosa y social de Palestina, cambió significativamente durante este período. Mucho de lo que sucedió fue predicho por el profeta Daniel. (ver Daniel capítulos 2, 7, 8, y 11 y comparar los eventos históricos).

Israel estuvo bajo el control de imperio persa, del 532 al 332 a.C. Los persas permitieron a los judíos practicar su religión con poca interferencia de su parte. Aún les fue permitido reconstruir y tener adoración en el templo (2 Crónicas 36:22-23; Esdras 1:1-14). Este período incluyó aproximadamente los últimos 100 años del período del Antiguo Testamento y cerca de los primeros 100 años del período intertestamentario. Este tiempo de relativa paz y contentamiento fue solo la calma antes de la tormenta.

Alejandro el Grande desafió a Darío de Persia, imponiendo el gobierno griego al mundo. Alejandro fue un estudiante de Aristóteles, y fue bien educado en la filosofía y política griega. Él ordenó que la cultura griega fuera promovida en cada territorio que conquistaba. Como resultado, el hebreo del Antiguo Testamento fue traducido al griego, convirtiéndose en la traducción conocida como la Septuaginta. La mayor parte de las referencias del Nuevo Testamento a las Escrituras del Antiguo Testamento, utilizan el estilo de la Septuaginta. Alejandro permitió la libertad religiosa a los judíos, aunque aún promovía los estilos de vida griegos. Este no fue un buen giro de los acontecimientos para Israel, puesto que la cultura griega era muy mundana, humanista e impía y por lo tanto, una amenaza para la religión de Israel.

Después de la muerte de Alejandro, Judea fue gobernada por una serie de sucesores, culminando con Antíoco Epífanes. Antíoco fue más allá de refutar la libertad religiosa para los judíos. Cerca del 167 a.C., abolió la legítima línea del sacerdocio, y profanó el templo contaminándolo con animales impuros y un altar pagano (ver Marcos 13:14). Esto fue el equivalente religioso de una violación. Eventualmente, la resistencia judía contra Antíoco, restauró el linaje sacerdotal y rescató el templo. A esto le siguió un período de más guerra, violencia y luchas internas.

Cerca del 63 a.C. Popeyo de Roma conquistó Palestina, poniendo a toda Judea bajo el control de los césares. Esto eventualmente condujo a que el emperador romano y el senado pusieran a Herodes como rey de Judea. Esta sería la nación que cobraría impuestos y controlaría a los judíos, y eventualmente ejecutarían al Mesías en una cruz romana. Las culturas romana, griega y hebrea ahora estaban mezcladas juntamente en Judea, con la común utilización de los tres idiomas.

Durante el período de la ocupación griega y romana, emergieron dos importantes grupos político-religiosos. Los fariseos, quienes añadieron a la ley de Moisés, a través de la tradición oral y eventualmente considerando sus propias leyes más importantes (ver Marcos 7:1-23). Mientras que las enseñanzas de Cristo, aunque ciertamente concordaban con las de los fariseos, estaban en contra de su legalismo vacío y falta de compasión. Los saduceos representaban a los ricos y aristócratas. Los saduceos, quienes ejercían el poder a través del Sanedrín, algo equivalente a la Suprema Corte, rechazaban todos menos los libros mosaicos del Antiguo Testamento. Ellos se rehusaban a creer en la resurrección, y eran generalmente sombras de los griegos, a quienes admiraban grandemente.

Esta precipitación de eventos que dispusieron la escena para la llegada de Cristo, tuvo un profundo impacto sobre el pueblo judío. Tanto los judíos como los paganos de otras naciones, se sentían cada vez más insatisfechos con la religión. Los paganos comenzaban a cuestionar la validez del politeísmo. Los romanos y griegos fueron llevados de sus mitologías hacia las Escrituras hebreas, ahora fácilmente accesibles en griego o latín. Sin embargo, los judíos estaban desanimados. Una vez más, eran conquistados, oprimidos y contaminados. La esperanza se estaba agotando y su fe estaba aún más baja. Estaban convencidos que ahora, solo una cosa podría salvarlos a ellos y a su fe; la llegada del Mesías.

El Nuevo Testamento nos cuenta la historia de cómo llegó la esperanza, no solo para los judíos, sino para el mundo entero. El cumplimiento de las profecías en Cristo, fue anticipado y reconocido por muchos de los que lo vieron. Las historias del centurión romano, los reyes de oriente, y el fariseo Nicodemo, muestran cómo Jesús fue reconocido como el Mesías por aquellos que vivieron en Sus días. “Los 400 años e silencio” llegaron a su fin mediante la más grande historia jamás contada – ¡el Evangelio de Jesucristo!

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Fue Apolos el escritor de Hebreos?... ¿Quiénes fueron los destinatarios de Hebreos?...Los sectarios de Qumrán

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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La epístola a los Hebreos es una rica porción del canon novotestamentario. Exalta, de manera singular, la persona y obra del Señor Jesucristo. Al hacer esto, realiza contribuciones de valor inmenso a las doctrinas de la encarnación de Cristo, de su muerte vicaria y de su sacerdocio. Entre otras verdades a las que contribuye este libro de manera efectiva están las que se refieren a la relación entre el nuevo y el antiguo pacto, la interpretación del A.T. y la vida de fe. Sin la enseñanza de este libro inspirado, la iglesia en verdad sería incalculablemente más pobre.

Sin embargo, a pesar de su incuestionable valor, poco se sabe con certidumbre acerca de su ocasión, trasfondo y paternidad literaria. No obstante, la ignorancia de estos asuntos no afecta en forma significativa la comprensión del mensaje de la epístola. Éste permanece vigente y pertinente cualesquiera que hayan sido las circunstancias de las cuales surgió.

Fecha. Al considerar el trasfondo de este libro, es razonable empezar por la cuestión de su fecha de redacción. Ésta puede fijarse dentro de límites bastante precisos. Es difícil dar a la epístola una fecha posterior a 95 d.C., debido a que fue conocida por Clemente de Roma y citada por él en 1 Clemente. Asimismo, es improbable que se pueda fechar después del 70 d.C. puesto que no hay en ella ninguna referencia a la destrucción del templo en Jerusalén. Si ya hubiera ocurrido ese evento, hubiera dado al autor un argumento definitivo para afirmar la suspensión del sistema sacrificial veterotestamentario. Pero en lugar de eso, parece que da por sentado que tal sistema seguía en operación (cf. 8:4, 13; 9:6–9; 10:1–3).

No es necesario considerar a 2:3 como una referencia a una segunda generación de cristianos. La epístola fue obviamente escrita durante el tiempo que vivió Timoteo, a quien el autor conocía (13:23). Si el autor no es Pablo (y al fin y al cabo parece que no lo es; V. la discusión al respecto en Paternidad literaria), entonces 13:23 puede sugerir la posibilidad de que ya hubiera muerto porque de otro modo, podía esperarse que Timoteo se uniera a Pablo al ser liberado de la prisión. Al evaluar esta evidencia, es muy probable una fecha de composición entre los años 68–69 d.C.

Paternidad literaria. Se ha especulado con muchos nombres para descifrar la autoría de Hebreos. Sin embargo, la interrogante permanece sin resolverse. La tradición que la adjudica a Pablo es muy antigua, y jamás se ha descartado en forma decisiva. Desde el tiempo de Panteno (m. ca. de 190 d.C.), se afirmaba en Alejandría que en algún sentido la epístola era paulina. Clemente de Alejandría pensaba que Pablo la había escrito originalmente en hebr. y que Lucas la había trad. al gr.

Tomando como base su estilo, Orígenes puso en duda la autoría paulina, pero no descartó totalmente la tradición al respecto. En una famosa declaración admitió que sólo Dios sabía quién había escrito el libro.

Durante cierto tiempo, la creencia en la autoría paulina de Hebreos perteneció principalmente a la iglesia de oriente. Jerónimo y Agustín de Hipona parecen haber sido los responsables de popularizar este punto de vista en occidente. En tiempos modernos, se ha considerado que el estilo y características internas de Hebreos excluye al apóstol Pablo como su autor. Sin embargo, los argumentos edificados sobre tales consideraciones son a todas luces subjetivos, y también han sido usados para probar proposiciones insostenibles. Con todo, debe admitirse que cuando se lee Hebreos en el texto gr. y luego se compara con las cartas paulinas conocidas, la impresión global que se obtiene es que uno se encuentra con una mente espiritual que está bien sintonizada con Pablo, pero que a la vez, y en forma sutil, es muy diferente. Sin embargo, esa impresión subjetiva no hubiera prevalecido si la tradición de la iglesia primitiva sólo hubiera mencionado a Pablo.

De hecho, el otro nombre mencionado y que tiene apoyo temprano es el de Bernabé, el excolaborador de Pablo en la obra misionera. Esta tradición surgió por vez primera en occidente con Tertuliano (ca. 160/170–215/220 d.C.). Este autor, en un pasaje polémico, citó el libro de Hebreos adjudicando la cita a una epístola de Bernabé. Además, no hablaba como si fuera su opinión, sino simplemente asumía que era un hecho bien conocido por sus lectores. Tiempo después, Jerónimo hizo referencia al punto de vista de que Bernabé escribió Hebreos y esa idea reapareció en la obra de Gregorio de Elvira y Filastrio, ambos escritores del s. IV. Hay razón para creer que en el antiguo catálogo de libros canónicos que se encuentra en el ms. occidental llamado Códice Claromontano, el libro de Hebreos aparecía bajo el nombre de la Epístola de Bernabé.

La evidencia no es muy extensa, pero el hecho de que provino de occidente es quizá significativa. La única referencia geográfica que se halla en Hebreos es de Italia (13:24), y si la tradición que la adjudica a Bernabé es verdadera, no sorprende que provenga de esa parte del mundo. En otros aspectos, Bernabé llena los requisitos para ser el autor de esta epístola. Puesto que era levita (Hch. 4:36), sería algo natural que mostrara interés en el sistema levítico, como deja ver el autor de Hebreos. También debido a que tenía estrecha relación con Pablo, las expresiones semejantes al pensamiento de Pablo se podrían explicar de manera muy natural. Timoteo se convirtió al cristianismo en el primer viaje misionero de Pablo (Hch. 16:1–3) y por lo tanto, era con toda probabilidad conocido de Bernabé. Si Pablo ya había muerto en el tiempo en que se escribió Hebreos, no sería sorprendente que Timoteo se hubiera unido al excompañero de Pablo (He. 13:23). La desavenencia entre Pablo y Bernabé (Hch. 15:37–39) había sido resuelta tiempo atrás y poco después Pablo había hablado bien de Marcos, el sobrino de Bernabé (cf. Col. 4:10; 2 Ti. 4:11).

Por supuesto, no se puede probar que Bernabé sea el autor de Hebreos, ni que Pablo no lo sea. Pero que Bernabé es el autor tiene más mérito que las otras opciones sugeridas. Entre estas debe mencionarse que en un tiempo u otro, han sido postulados como posibles autores Clemente de Roma, Lucas, Silvano, Felipe el evangelista, Priscila y Apolos. En particular, el nombre de Apolos ha encontrado simpatizantes entre algunos escritores modernos. Quienes apoyan este punto de vista lo remontan con frecuencia hasta Martín Lutero. Sin embargo, la evidencia es débil y no incluye el apoyo de la tradición temprana como el que tiene la propuesta de que Bernabé es el escritor. Al estudiar las distintas opciones, esta parece ser la mejor conjetura. Si Bernabé es en verdad el autor de Hebreos, el libro puede afirmar su origen apostólico debido a que Bernabé fue llamado apóstol (Hch. 14:4, 14). En todo caso, es muy evidente la autoridad divina que tiene.

Trasfondo y ocasión. Se desconoce la identidad de los primeros lectores de Hebreos, así como la de su autor. No obstante, los lectores evidentemente formaban parte de una comunidad particular. Esto se deriva de varias consideraciones. Los lectores tenían una historia muy definida y el escritor se refiere a sus “días pasados” (He. 10:32–34). Él conocía algo de su pasado y su actual generosidad hacia otros cristianos (6:10); y pudo ser muy específico al hablar acerca de la condición espiritual de ellos (5:11–14). Además, el autor tenía vínculos bastante definidos con ellos y expresó su intención de visitarlos, quizá junto con Timoteo (13:19, 23). También les pidió que oraran por él (13:18).

Con toda probabilidad, los lectores eran principalmente de trasfondo judío. Aunque esto ha sido cuestionado en varias ocasiones, el contenido de la epístola lo sostiene. Claro que el antiguo título “a los Hebreos” puede ser sólo una conjetura, pero le acomoda de manera natural. Cuando se acabe de decir todo lo que se puede expresar en apoyo de la teoría de una audiencia gentil, todavía quedará en pie el hecho de que el autor hace fuerte hincapié en los prototipos judíos, y su honesta polémica contra la permanencia del sistema levítico se puede explicar mejor si la audiencia es judía en su mayoría y por lo mismo, propensa a regresar a su antigua fe. El marcado y extenso énfasis que se pone en la autoridad de las Escrituras del A.T. era más idóneo para lectores que habían sido formados en ellas.

Nada puede afirmarse en forma definitiva con respecto a la localidad de la cual formaban parte los lectores. El punto de vista de que Apolos escribió la carta a las iglesias del valle del Lico (donde se localizaba Colosas) o a Corinto, no es independiente de este punto de vista acerca de la paternidad literaria. La tesis de que los lectores eran un grupo de cristianos judíos que estaban dentro de la iglesia de Roma también cuenta con adherentes. Pero, aparte de la referencia a “los de Italia” (13:24), no hay mucha más evidencia para proponer que su destino fuera Roma. Junto con el punto de vista de que Bernabé es el autor, se ha propuesto a Chipre como su destino, esto debido a que Bernabé era chipriota. Pero ninguna de estas propuestas es convincente.

La opinión de que la epístola tuvo un destino palestinense se ha fortalecido recientemente por la observación de que la polémica presentada por el autor se puede explicar mejor si se considera como dirigida contra una forma sectaria del judaísmo, como la que se encontraba en Qumrán. Muchos de los pretendidos paralelos entre ambos textos (Hebreos y los textos de Qumrán) son interesantes e impresionantes. Destaca en particular el interés del autor en mostrar que la experiencia en el desierto del antiguo Israel fue un tiempo de incredulidad y fracaso y esto puede verse como especialmente agudo si se dirige a sectarios como los de Qumrán, que idealizaban el recorrido por el desierto. Aunque no todos se han visto igualmente impresionados por la información que pretende vincular a Hebreos con el pensamiento sectario, ésta proporciona apoyo, hasta donde tal relación es verosímil, a una locación de Palestina como el lugar donde fue leída por sus destinatarios.

Pero también hay problemas con este punto de vista. En primer lugar, la referencia a los lectores que recibieron el conocimiento del Señor de aquellos que lo oyeron originalmente (2:3), suena más natural para lectores que se encontraban en el campo misionero. En Palestina, y especialmente en Jerusalén, muchos de los lectores pudieron haber escuchado personalmente a Cristo. Además, la referencia a la generosidad de los lectores hacia los pobres (6:10), no suena en ninguna manera como proveniente de Jerusalén, debido a que la pobreza prevaleció allí en un tiempo posterior (cf. Hch. 11:27–29; Gá. 2:10). Si la declaración de Hebreos 12:4 significa que no había ocurrido ningún martirio en la comunidad a la cual se dirige el autor, entonces debe excluirse una localidad palestinense o al menos del área de Jerusalén. Pero el escritor pudo haber dado a entender solamente que la gente de su audiencia todavía no había sido sometida a tal sacrificio.

Si Bernabé es el autor de la epístola, una localidad que pudo haber llenado todos los requisitos es la antigua ciudad libia de Cirene en África del Norte. Cirene se fundó como colonia griega ca. de 630 a.C., pero en el período romano tuvo una considerable e influyente comunidad judía. Los orígenes del cristianismo allí parecen haberse dado muy temprano, porque la iglesia de Antioquía de Siria fue fundada por misioneros de Chipre y Cirene (Hch. 11:20). La conexión entre Chipre y Cirene en ese relato es de gran interés debido al trasfondo chipriota de Bernabé. Dos de los hombres con quienes Bernabé posteriormente ministró en la iglesia de Antioquía fueron “Simón el que se llamaba Niger” y “Lucio de Cirene” (Hch. 13:1). Puesto que el otro nombre de Simón, Niger, significa “negro”, pudo haber sido oriundo de África del Norte, como lo era su compañero Lucio. No se sabe con certeza si este Simón, quien también era de Cirene, es el mismo individuo que cargó la cruz de Jesús (Lc. 23:26). Este último Simón tuvo dos hijos, Alejandro y Rufo (Mr. 15:21), que pudieron haber sido conocidos en la iglesia de Roma si es que fue allí donde el evangelio de Marcos fue publicado por primera vez. En todo caso, lo más probable es que hubiera contacto entre cristianos de la ciudad libia de Cirene y los de Roma. Esto explicaría la referencia a los de Italia en Hebreos 13:24.

Si se concede importancia a los paralelismos con algún tipo de sectarismo judaico del desierto, entonces puede ser importante el hecho de que Cirene estaba en los límites de un desierto donde el nomadismo era una forma de vida. Las referencias del autor a la palabra gr. oikoumenē, (trad. “mundo” en 1:6 y 2:5) tendrían especial significancia en Cirene. Esta palabra era comúnmente usada para referirse al imperio romano. Y los límites del mundo (oikoumenē) romano hacia el sur no estaban muy lejos de Cirene. Puesto que es improbable que sólo en Palestina existiera el impulso de retirarse de la vida urbana y la corrupta sociedad judía, no sería sorprendente que los grupos de sectarios del desierto existieran también en el desierto de Cirenaica. Se sabe por Filón que una secta judía ascética estableció su residencia en las orillas de un lago cerca de Alejandría en Egipto.

En resumidas cuentas, la destinataria más plausible de la epístola a los Hebreos pudo haber sido una iglesia cristiana, de membresía judía en su mayoría, y localizada en una ciudad como Cirene. Al encontrarse bajo la reiterada presión de sus compatriotas incrédulos, estos creyentes estaban tentados a renunciar a su fe cristiana y regresar a su fe ancestral. Si la forma de esta fe que los fascinaba de manera particular provenía de un sectarismo similar al que se conocía en Qumrán, entonces muchas de las exhortaciones del autor debieron haber sido especialmente pertinentes, como este comentario pretende demostrar. La tentación de retirarse de la vida civilizada para vivir un tipo de experiencia en el desierto, es precisamente el tipo de tentación que la epístola a los Hebreos contesta muy bien.

El destino manifiesto del Señor Jesús es precisamente gobernar la oikoumenē (2:5) y todos los que se adhieran fielmente a él participarán de su reinado (cf. 12:28). Por lo tanto, deben retener su profesión cristiana.

En el análisis final, el destino exacto de la epístola, así como la identidad del autor, son aspectos de escasa importancia. Independientemente de quien la escribió, o a dónde fue enviada por primera vez, a través de los siglos, la iglesia cristiana la ha considerado correctamente como un mensaje relevante y poderoso proveniente de Dios, quien ha hablado de manera definitiva a través de su Hijo.
 
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