jueves, 10 de septiembre de 2015

No son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la Ley serán declarados justos... los gentiles, que no tienen Ley...son ley para sí mismos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Información 


Nos preparamos para enseñar a nuestros discípulos
Los que oyen y los que hacen
Romanos 2:12-16

12      Porque todos los que sin Ley pecaron, sin Ley también perecerán; y todos los que en           la Ley pecaron, por medio de la Ley serán juzgados.
13      Porque no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la                 Ley serán declarados justos.
14      Porque cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por naturaleza cosas de la Ley,           éstos, no teniendo Ley, son ley para sí mismos;
15      los cuales muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio                 juntamente su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos
16      en el día en que Dios juzgue por medio de Cristo Jesús los secretos de los hombres,          conforme a mi Evangelio.

La posesión de la ley no justifica, Romanos 2:12–16. 

El versículo 12 empieza un nuevo párrafo que tiene una relación directa con lo que Pablo ha estado diciendo con respecto a la imparcialidad de Dios en el juicio. El nuevo elemento es la referencia específica a la ley y el punto principal es que la posesión de la ley no constituye una defensa para el judío en el juicio de Dios.

El versículo Romanos 2:12 es una ilustración del principio de la imparcialidad de Dios en el juicio enunciado en el versículo 11. El término traducido como perecerán se usa para designar lo que los desobedientes pueden esperar en el juicio (Juan 3:16; 1 Cor. 1:18). A la luz de la enseñanza general del NT con respecto al destino de los incrédulos, no se debe concluir que el término indica el fin de su existencia.

La mención de los gentiles que pecaron sin la ley sirve como contraste para referirse a la situación de los judíos, que es lo que interesa a Pablo. La posesión de la ley no eximirá al judío del juicio; más aún, él será juzgado por la ley. Es evidente que se refiere a la ley mosaica. Los judíos serán juzgados por Dios, pero serán juzgados por la ley porque ella será el instrumento que se tomará en cuenta, la regla que se aplicará. Cada uno, gentil o judío, será juzgado por la luz que tiene.

El versículo Romanos 2:13 apoya al versículo Romanos 2:12b y expresa en forma clara el punto del párrafo, que la mera tenencia de la ley no beneficia al judío en el juicio. Fuentes rabínicas demuestran que algunos fariseos también enseñaban que ser hacedor de la ley era más importante que ser oidor. 

A pesar de esto, parece claro que en ciertos ambientes se creía que la mera posesión de la ley por el pueblo judío era suficiente para asegurar un veredicto favorable en el juicio (ver la cita de Sabiduría en el comentario sobre el v. 3). Las expresiones justos delante de Dios y serán justificados tienen un sentido jurídico aquí e indican el estado de la persona absuelta de culpabilidad en el juicio. Vuelve a surgir el problema de que si Pablo está diciendo que uno puede ser justificado por medio de ser hacedor de la ley. En este caso, aparentemente el Apóstol no está afirmando que la salvación puede lograrse por medio de guardar la ley. 

Está exponiendo el argumento desde la perspectiva de la ley. En lo que tiene que ver con la ley, solamente los hechos tienen importancia (comp. v. 2). En una nota Morris dice: “Parece que Pablo está hablando de la manera en que las personas de hecho son condenadas, no de la manera en que son realmente justificadas. Él cree que jamás pueden ser justificadas por la ley (3:20)”. Cranfield, en cambio, cree que aquí como en 2:6–10 Pablo está hablando de la demostración de la fe en hechos.

El argumento sigue y el Apóstol cita el caso de gentiles que no tienen la ley mosaica (v. 14) pero por naturaleza cumplen con algún aspecto de ella, por ejemplo, honrar a los padres o no robar. Aunque no tienen la ley (Pablo lo dice dos veces en el versículo), son ley para sí mismos. 

No cumplen la ley conscientemente, sin embargo cumplen algunas de las provisiones de ella. De hecho el gentil no está fuera de la esfera de la ley, aunque está fuera de la esfera de la ley de Moisés. Dios no dejará de reconocer que en estos aspectos específicos han hecho lo correcto aunque no lo han hecho como un acto de obediencia a la ley mosaica. Lo que vale desde la perspectiva de la ley no es tener la ley sino hacer lo que la ley exige aun cuando el cumplimiento se realiza sin conciencia de su contenido específico.

Los versículos 15 y 16 explican como es que los gentiles a veces por naturaleza practican las provisiones de la ley. Dice Pablo, muestran la obra de la ley escrita en sus corazones. Debemos fijarnos en que Pablo no dice que tienen la ley escrita en su corazón, sino la obra de la ley o “lo que ordena la ley”. En el versículo 14 él afirmó dos veces que no tienen la ley, pero por su conducta demuestran lo que ordena la ley. Hay un sentido interior de lo correcto.

Además de este sentido interior de lo correcto, su conciencia concuerda en su testimonio. El término conciencia designa la habilidad del hombre de evaluar sus actos con miras a su aprobación o desaprobación. En este caso la conciencia de los gentiles es un testigo en el proceso de evaluación de su cumplimiento del sentido interior de lo correcto.

Bosquejo  homilético
Dios sabe
  I.      Dios conoce la verdad 
         (Romanos 2:1-3; Mat. 5:12-22; 5:27, 28; Juan 8:1-11).
    1.      Dios juzga de acuerdo a la verdad.
    2.      Cuando criticamos a otros por sus pecados no ocultamos con eso los nuestros

  II.      Dios conoce tu necesidad 
           (Romanos 2:4, 5).
    1.      Sabe que necesitas arrepentirte.
    2.      Sabe que debes volver a Cristo.
    3.      Sabe que necesitas ser perdonado (2 Cor. 5:21; Ef. 2:8, 9; Sal. 32:5).

  III.      Dios conoce lo que haces 
            (Romanos 2:6-10).

  IV.      Dios conoce tu situación 
            (Romanos 2:11-15).
    1.      Dios es imparcial.
    2.      La persona que tiene la ley será juzgada por la ley.
    3.      La persona que no tiene la ley también será juzgada.

  V.      Dios conoce tus motivaciones 
           (Romanos 2:16).
    1.      Todos los secretos serán revelados.
    2.      Los no salvos serán juzgados delante del gran trono blanco (Apoc. 20:11-15).
    3.      Los salvos estarán frente al tribunal de Cristo (2 Cor. 5:10; Rom. 14:12).

Conclusión: 
Si crees que vas a ser salvo por tu propio juicio, vuélvete a Cristo para recibir perdón y nueva vida. Si aun siendo cristiano te justificas a ti mismo, confiesa la necesidad que tienes de la misericordia de Cristo.


Con respecto a la última parte del versículo, parece preferible la traducción alternativa que figura en la nota de RVA: “y sus razonamientos o los acusan o los defienden”. Los términos traducidos como acusan y defienden son términos legales. 

Lo que Pablo describe es una situación en que el hombre participa de un diálogo consigo mismo, una especie de proceso jurídico, en el cual él es por turno su acusador y su defensor. Aunque el gentil no tiene la ley de Moisés, tiene el testimonio de un sentido interior de lo correcto (la obra de la ley escrita en sus corazones); una conciencia que es testigo de su grado de obediencia a este sentido del bien y el mal, y una capacidad racional que evalúa todo el proceso y lo acusa o lo defiende (sus razonamientos).

Es precisamente la posesión de estos testimonios por parte de los gentiles lo que será tomado en cuenta en el juicio (v. 16). Aunque la conciencia y el proceso racional de la evaluación de conducta pueden fallar en la era presente, en el día de juicio serán testigos en contra o en defensa del pecador. 

La referencia a los secretos de los hombres nos recuerda que nada quedará oculto en aquel día. Es este aspecto revelador del juicio que hace que sea tan temible. El juicio del mundo por Jesucristo (comp. Juan 5:27; Hech. 17:31) era parte del evangelio de Pablo. A veces pensamos que el evangelio y el juicio son incompatibles, que el evangelio elimina la necesidad de juicio. Aquí el Apóstol indica que el juicio del mundo por medio de Jesús es parte del mensaje evangélico.
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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;...porque ante Dios no hay acepción de personas

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Estudiamos La Palabra para enseñar al liderazgo de la congregación
Romanos 2:1-11

El juicio de Dios

1      Por lo cual eres inexcusable, oh hombre (todo el que juzga), pues en lo que juzgas al           otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas practicas las mismas cosas.
2      Y sabemos que el juicio de Dios sobre los que practican tales cosas, es según verdad.
3      ¿Y piensas tú, oh hombre, que juzgas a los que practican tales cosas, y las haces, que         escaparás del juicio de Dios?
4      ¿O menosprecias la riqueza de su benignidad, de su tolerancia y de su longanimidad,           ignorando que la benignidad de Dios te guía al arrepentimiento?
5      Pero según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el             día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;
6      el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
7      Vida eterna a los que perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honor e                         inmortalidad;
8      pero ira y enojo a los que, por egoísmo, desobedecen a la verdad y son persuadidos           por la injusticia;
9      tribulación y angustia sobre el alma de todo hombre que obra lo malo, del judío                     primeramente, y también del griego;
10    pero gloria, honor y paz a todo el que obra lo bueno: al judío primeramente y también           al griego,
11    porque ante Dios no hay acepción de personas.

Juicio imparcial, Romanos 2:1–11. 

Pablo empieza el capítulo 2 señalando que aquellos que condenan a los demás ponen su propia vida en peligro porque ellos son culpables de los mismos pecados. Es siempre más fácil ver la paja en el ojo ajeno que ver la viga en el ojo propio.

El versículo 1 empieza con una conjunción que debe indicar que lo que se va a decir es una conclusión lógica de lo que se ha venido exponiendo. No es muy evidente por qué la condenación de los judíos debe ser consecuencia lógica de la condenación de los gentiles, el tema de Romanos 1:18–32. La respuesta más simple y satisfactoria a este problema es reconocer que, aunque en Romanos 1:18–32 Pablo se refería especialmente al pecado de los gentiles, no se limitaba a ellos; están incluidos en esta condenación los pecados de toda la humanidad. 

En este caso, del 2:1 en adelante es una aplicación específica y lógica a un grupo especial, los judíos, de esta condenación general. Se puede resumir de la siguiente manera: mientras en el capítulo 1 se tiene en mente principalmente a los gentiles, se condenan los pecados de todos los hombres; aquí (2:1 ss.), mientras los judíos están en el centro de la escena, se condena a todos los que piensan que están en condición moral de juzgar a los demás.

El Apóstol ahora se dirige a un lector imaginario en segunda persona singular. Esta era una técnica empleada en la época para hacer que la exposición fuera más dinámica (comp. 2:17 ss.; 9:19 ss.; 11:17 ss.; 13:3 ss.; 14:4, 10, 15, 20–22). En la expresión no tienes excusa se usa el mismo término que ya se ha usado de los paganos (1:20); es igualmente aplicable a los judíos. 

A veces se usaba en sentido legal, para la persona que no tenía una defensa que podía justificar su conducta ante los tribunales. Los gentiles no tenían excusa al rechazar la revelación de Dios para seguir su propio camino. Tampoco tienen excusa los que se constituyen en jueces (sean judíos o moralistas en general) para condenar los pecados de otros. La acción de juzgar en este versículo tiene el sentido de condenar.

El judío y el moralista se condenaban a sí mismos en su condenación de los demás porque hacen lo mismo que condenan en otros (v. 1b). No es necesario pensar que los judíos pecaban de la misma manera. De hecho había una diferencia entre el estado moral en el mundo pagano y el mundo judío. No son culpables de las mismas acciones, pero son culpables de la misma clase de conducta, la de pecar contra la luz que tenían sobre el bien y el mal. Se ha dicho que el pecado de los judíos era el mismo, pero sus pecados no eran los mismos.

Algunos entienden que el versículo 2 es una respuesta del judío representativo a quien Pablo se dirige en el pasaje. Es mejor entenderlo como una afirmación del Apóstol. Pablo usa la expresión sabemos con frecuencia (3:19; 7:14; 8:22, 28; 2 Cor. 5:1; 1 Tim. 1:8) para señalar algo que es aceptado por él y por la persona a quien se dirige. Lo que se da por sentado aquí es que el juicio de Dios es según verdad. La sentencia de Dios es según los hechos. En el juicio no tendrá importancia nacionalidad o privilegio, sino hechos.

En el versículo 3 Pablo vuelve a dirigirse al judío imaginario repitiendo los conceptos de los dos versículos anteriores. Por medio de una pregunta aplica a la situación del judío la verdad que acaba de enunciar con respecto al juicio de Dios. En el griego extra bíblico la palabra traducida como supones se usaba en el lenguaje comercial en el sentido de contar, calcular (te figuras, NBE). 

Después, se aplicó al pensar objetivo y reflexivo con el sentido de considerar o tomar en cuenta. Es un término que invita a razonar y quizá por eso es de uso tan frecuente en Romanos (19 veces), una epístola con estilo reflexivo. El pronombre recibe el énfasis en la pregunta. 

El judío debe ser el último en pensar que escapará. Pero ésta es precisamente la actitud reflejada en citas como ésta del libro apócrifo o deuterocanónico Sabiduría: “Aunque pequemos, somos tuyos” (Ro 15:2). 

La pregunta de Pablo tiene tres implicaciones que el judío no podrá evitar: 
(1) el juicio, 
(2) el ser condenado, y 
(3) el castigo correspondiente a su culpabilidad.

El Apóstol, al llegar al versículo 4, dirige otra pregunta al judío imaginario. La bondad de Dios se refiere a su disposición a hacer el bien, su benignidad. Paciencia traduce un término que aparece en el NT solamente aquí y en 3:24 y que significa “interrumpir”; se usaba especialmente para indicar la interrupción de hostilidades en el sentido de “tregua”, “armisticio”. Dios ha suspendido su castigo al pecador, pero el mismo queda pendiente. Magnanimidad representa una palabra que significa paciencia (DHH). El uso de la expresión las riquezas para calificar estas virtudes de Dios indica que son “inagotables”.

Arrepentimiento significa etimológicamente cambio de mente. Es un cambio de mente con respecto al pecado que implica un cambio de vida. En el contexto neotestamentario indica el acto de volverse a Dios. La observación de Cranfield es pertinente: “la bondad de Dios ofrece a aquellos que son objeto de su favor tanto la oportunidad de arrepentirse como la intimación a hacerlo”.

El versículo 5 nos presenta el hecho de que en lugar de arrepentimiento, la actitud del judío se caracterizaba por dureza y por un corazón no arrepentido. Dureza traduce un término que se usa aquí en sentido metafórico para referirse a la obstinación, la terquedad. Corazón (ver comentario sobre 1:21) indica la vida interior total que, en este caso, no quiere someterse a Dios. 

Movido por estas actitudes, el judío esta acumulando sobre sí mismo ira. El término traducido como acumulas significa atesorar (comp. Mat. 6:20). El uso parece ser irónico. En lugar de estar atesorando algo de valor, está amontonando para sí ira. Ira es la firme oposición de Dios al mal (ver el comentario sobre 1:18). La ira mencionada en 1:18 ya se está manifestando; aquí está reservada para el día de la ira. Parece claro que se refiere al juicio futuro.

Revelación traduce un término de la misma raíz que en 1:18 se traduce como se manifiesta. Aquí Pablo se refiere a la revelación del justo juicio de Dios en lugar de la ira, pero es evidente que las expresiones son equivalentes. La ira de Dios se está revelando en la entrega del pecador a las consecuencias plenas del pecado, pero queda una revelación futura en el día del juicio. La manifestación presente es un anticipo de la manifestación escatalógica de la ira.

Tesoro bíblico
Él recompensará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que por su perseverancia en las buenas obras buscan gloria, honra e incorrupción (2:6, 7).
 
Ni judíos ni gentiles tienen excusa (2:1 y 1:20) ante el tribunal de Dios. Sobre judíos y sobre gentiles se revela la ira (2:5 y 1:18). Pero mientras que en el caso de los gentiles el énfasis está en la manifestación presente, en el caso de los judíos está en la manifestación futura.

El Apóstol cita el Salmo 62:12 al iniciar el versículo 6 para declarar el principio fundamental del juicio de Dios. El justo juicio de Dios consiste en la retribución exacta correspondiente a los hechos (v. 2) sin ninguna parcialidad (v. 11). Al decir cada uno, enfatiza la responsabilidad individual. 

Este principio general se explica en los versículos 7 al 10 y vuelve a enunciarse en el 11. El párrafo presenta un problema para el intérprete, pero es mejor considerarlo después de haber repasado los versículos. Sin embargo, se puede afirmar que la enseñanza invariable de la Biblia es que el juicio será en base a obras, pero la salvación es totalmente por gracia.

El versículo 7 inicia mencionando 2 categorías de hombres. Los primeros se caracterizan por 2 cosas: (1) su perseverancia en las buenas obras y (2) su búsqueda de gloria, honra e incorrupción. Para algunos intérpretes la palabra perseverancia es la clave. Presupone una confianza en Dios más allá de los esfuerzos propios. 

Gloria, honra e incorrupción son dones escatológicos firmemente asociados en el pensamiento judío con la vida de los hijos de Dios después de la muerte (comp. v. 10; 1 Ped. 1:7). Pablo habla de los que buscan estas bendiciones no de los que las merecen. El comentario de Morris es muy apropiado: “[Pablo] está hablando de una actitud, la de los que buscan ciertas cualidades; no está hablando de los que guardan ciertas leyes o tratan de merecer cierta recompensa. 

La confianza de esta gente está en Dios, no en sus propios logros. Él habla de aquellos cuyas vidas están orientadas en cierto sentido… La inclinación de sus vidas es hacia cosas celestiales”.

Personas con esta disposición reciben vida eterna. El énfasis no está tanto en la duración de la vida sino en su calidad. Es el término amplio para designar el estado final de bendición del que es salvado.

Los de la segunda categoría son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia (v. 8). El significado del término traducido como contenciosos es tema de discusión. Recientemente se ha sugerido el sentido de ambiciosos (BLA) o egoístas (NBE). 

Sin embargo, en este contexto parece mejor entender el sentido tradicional y preferir la traducción rebeldes (DHH). La última parte del versículo recuerda la descripción de los hombres que con injusticia detienen la verdad (1:18). Ellos están en contra de la verdad y a favor de la maldad (DHH).

A esta gente le corresponde enojo e ira. La palabra traducida como enojo es la misma que aparece en 1:18 y 2:5 (dos veces) donde la traducción de RVA y RVR-1960 es ira. El primer término tiende a enfatizar una disposición resuelta de hostilidad y el segundo a la manifestación exterior y explosiva. 

En este pasaje aparentemente son sinónimos, y el segundo término sirve para reforzar y subrayar la idea. La referencia es a la ira de Dios. Mientras en 2:7 Dios da la vida eterna, en este versículo la gramática requiere que se agregue el sobreentendido “y” para quedar finalmente habrá ira y enojo. Pablo se refiere directamente a Dios como el dador de la vida eterna, pero no lo asocia tan directamente como agente de la ira.

Pablo, en el versículo 9, vuelve a referirse a las dos categorías de hombres, pero en el orden inverso (v. 9 corresponde al v. 8 y v. 10 al v. 7) y con énfasis en que el castigo es imparcial e inclusivo: Tribulación traduce un término que tiene el sentido fundamental de “presión” y es un término fuerte para designar una situación de opresión que se hace inaguantable. 

Angustia traduce una palabra menos frecuente que etimológicamente sugiere la idea de falta de espacio. Para algunos, cuando aparecen juntas en los escritos paulinos, la primera indica el sufrimiento externo y la segunda el sufrimiento interno. Pero posiblemente aquí son sinónimos usados para subrayar la magnitud de la aflicción. Son consecuencias explícitas del “enojo e ira” del versículo anterior.

Sobre toda persona (literalmente “sobre toda alma de hombre”) indica que ni una sola persona “que hace lo malo” escapará. La universalidad del castigo se recalca aún más por la frase el judío primero, y también el griego. Los dos términos abarcaban la totalidad de los hombres. 

El AT enseñaba el juicio de los judíos (comp. Jer. 25:29 y Amós 3:2), pero en el primer siglo era una enseñanza olvidada por los judíos. Jesús insistía en que un mayor conocimiento implicaba una mayor responsabilidad en el juicio (Luc. 12:48). Por lo tanto, la prioridad de los judíos en el juicio es lógica. Tienen prioridad en la salvación (1:16) y prioridad en el juicio.

El Apóstol habla de gloria, honra y paz para cada uno que hace el bien (v. 10). Los términos se refieren a la bendición de la salvación, especialmente en su aspecto escatológico.
En el versículo 11 el Apóstol hace explícito lo que ha venido diciendo: habrá imparcialidad en el juicio (comp. vv. 2 y 6).

Bosquejo homilético
Principios del juicio divino
Romanos 2:1-16
  I.         El juicio de Dios está de acuerdo con nuestros patrones (2:1; Mat. 7:1-2).
  II.       El juicio de Dios a los hombres es de acuerdo a nuestras obras (2:5-11; Apoc.              20:12).
  III.      El juicio de Dios a los hombres es de acuerdo a la revelación que tenemos                   (2:12).
  IV.      El juicio de Dios a los hombres es imparcial (2:3, 11).
  V.       El juicio de Dios no se debe confundir con su misericordia (2:4, 5).

 
Ahora es posible considerar el problema de interpretación que se presenta en estos versículos. Este pasaje (2:6–10) puede entenderse como base para creer en la salvación por obras, por mérito propio. Interpretado así estaría en contradicción con la insistencia de Pablo en que por las obras de la ley nadie será justificado (3:20), y en que la justificación es solamente por la fe (1:16, 17; 3:30; 4:1–8). 

Se han identificado cuatro posibles interpretaciones del párrafo: 
(1) Pablo no es consecuente. Hay una contradicción en su pensamiento. 
(2) Pablo está presentando como hipótesis la posibilidad de salvación por la conducta.              Demostrará la imposibilidad de esto a continuación (3:20). 
(3) Al hablar de obras en el versículo 6, Pablo se refiere a la presencia o no de la fe.                  Perseverar en las buena obras (v. 7) y el hacer “el bien” (v. 10) son expresiones que            equivalen a tener fe. 
(4) Las buenas obras (v. 7) y el bien (v. 10) no se refieren a la fe del creyente, sino a su            conducta como una expresión inevitable de su fe. De manera semejante “obras” en el          versículo 6 se refiere a la conducta de cada hombre como evidencia infalible de su fe o        falta de fe.

Tesoro bíblico
Pues no hay distinción de personas delante de Dios (2:11).

En el análisis de las cuatro interpretaciones mencionadas, la (2) podría parecer más lógica en el contexto. Sin embargo, nada indica que Pablo esté presentando una mera hipótesis. Por lo tanto, parece que la (4) es la mejor. Además, es una interpretación que puede ser apoyada por otros pasajes neotestamentarios (p. ej., Mat. 25:31–46; Stg. 2:14–26).

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Cambiaron la verdad de Dios en mentira, y reverenciaron y sirvieron a la criatura antes que al Creador...Los que practican tales cosas son dignos de muerte; no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Estudiemos para enseñar a nuestros discípulos
Romanos  1: 24-32
24      Por esto Dios los entregó en las concupiscencias de sus corazones a la inmundicia,             para que deshonraran sus mismos cuerpos entre sí.
25      Éstos cambiaron la verdad de Dios en mentira, y reverenciaron y sirvieron a la                       criatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.
26      Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus hembras cambiaron           el uso natural por el que es contra naturaleza,
27      y del mismo modo también los varones, dejando el uso natural de las hembras, se               encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos varones            con varones, y recibiendo en sí mismos la debida recompensa de su extravío.
28      Y como no quisieron reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para            hacer cosas que no convienen,
29      estando atestados de toda injusticia, perversidad, avaricia, maldad; colmados de                   envidia, homicidio, contienda, engaño, malignidad.
30      Murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios,                             jactanciosos, inventores de cosas malas, desobedientes a los progenitores,
31      necios, desleales, sin afecto natural, despiadados;
32      quienes, habiendo entendido el pronunciamiento de Dios: que los que practican tales          cosas son dignos de muerte; no sólo las hacen, sino que también se complacen con             los que las practican.


CONSECUENCIAS DEL RECHAZO 
ROMANOS 1:24–32



Por causa de su decisión de suprimir la verdad, Dios les dejó seguir por su camino. Les permite sufrir las consecuencias lógicas de su decisión. Por lo tanto, su estilo de vida se caracteriza por deseos impuros (1:24–25), pasiones vergonzosas (1:26–27) y pensamientos rebeldes que se gozan en toda clase de injusticia y maldad (1:28–32). En realidad son los síntomas del problema verdadero: EL hombre ha rechazado la autoridad del Creador sobre su vida, y se ha rebelado contra la verdad que se conoce acerca de El.

Pablo describe la reacción de Dios a esta rebeldía con la expresión: “Dios los entregó…” Se repite tres veces en 1:24, 1:26 y 1:28. En cada caso se presenta como una consecuencia lógica de la conducta humana.

En el primer caso, se nos indica que en vez de reconocer lo que el Creador había hecho y agradecérselo, los hombres se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por las criaturas corruptibles. Frente a tal necedad, Pablo declara: “Por lo cual también Dios los entregó…” (1:22–24).

En el segundo caso, se señala que los hombres cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron a las criaturas en vez de adorar al Creador. Al contemplar este cuadro, Pablo dice: “Por esto Dios los entregó…” De nuevo se nota que ésta es la consecuencia natural de lo que ellos habían hecho (1:25–26).

En el tercer caso, se observa que ellos no estaban dispuestos a reconocer a Dios. Pablo explica que como ellos no querían tener en cuenta a Dios, El los entregó… (1:28).

La expresión “Dios los entregó” implica que Dios les dejó seguir en su camino hasta llegar a la consecuencia natural de ese estilo de vida. Mucha gente toma esa actitud hoy en día también. Dicen: “¿Por qué no nos deja Dios en paz para que hagamos lo que nos dé la gana?” En este caso Dios acepta la propuesta. Les deja ir hasta llegar al final de su camino.

 Si los hombres desean vivir de esta manera, ¿por qué es que se presenta como un juicio proveniente de Dios el que se les permita seguir en su camino? ¿Por qué es un castigo dejarles tener lo que persiguen?
 Estudie 1:24–32. Haga una lista de las consecuencias de este juicio de Dios. ¿Qué actividades y actitudes caracterizan a los hombres que han rechazado la verdad que Dios les ha revelado?

Deseos Impuros 1:24–25
La idolatría religiosa produce resultados negativos en la vida práctica del hombre. En todas las religiones del mundo, los hombres ponen la mirada en el dios que verdaderamente siguen y tratan de imitarlo. En el caso de los dioses paganos, la mitología describe dioses y diosas que vivían para satisfacer los deseos sexuales y otros placeres personales. No se manifiesta que tuvieran ninguna preocupación por la moralidad ni por el bienestar de los demás.

Los seguidores de esos dioses imitan su ejemplo. Viven para el placer. No aprecian el valor de su cuerpo, ni se interesan por los propósitos del Creador que los formó. No se preocupan por el bienestar de su prójimo, a quien desprecian como un “objeto” que sólo sirve para saciar sus deseos. Cada uno busca satisfacer sus propios deseos, y nada más.
Esta descripción es adecuada tanto para los tiempos de Pablo como para la época actual. La característica de una sociedad degenerada es que sólo vive para su placer. Es una consecuencia lógica de la actitud del hombre que quiere vivir sin tomar en cuenta a Dios.


Pasiones Vergonzosas 1:26–27


La segunada consecuencia natural del rechazo de la verdad y la adoración a las criaturas, es que Dios entregó a la humanidad a pasiones vergonzosas. Cambiaron el uso natural del cuerpo y la atracción física que Dios había diseñado por la perversión sexual.

Desde los primeros capítulos de Génesis hasta la actualidad, se observa en los hombres el mismo patrón de comportamiento hacia la depravación espiritual. Empieza no tomando en serio las advertencias de la Palabra de Dios. Esta actitud crece hasta llegar a ser un rechazo total de la Palabra divina y, al final, del Dios que la dio.

Al no hacerle caso a Dios, la vida personal comienza a corromperse empezando con algunos pecados e injusticias aislados, hasta llegar a una franca rebeldía. Parece que la perversión sexual, especialmente manifestada por el abandono del deseo normal por el sexo opuesto para buscar satisfacción con compañeros del mismo sexo, es la evidencia final del proceso degenerativo.

Al llegar a este extremo, la degeneración provoca la caída del pueblo involucrado. Este modelo se ha repetido desde Sodoma y Gomorra hasta Roma. Al observar las condiciones del mundo actual, ¿será que tarde mucho la destrucción de otra gran civilización?

Actos Desobedientes 1:28–32
La tercera consecuencia de no querer tomar en cuenta a Dios es una mente depravada que se dedica a un estilo de vida que no conviene (1:28). Se presenta una lista de las actividades y actitudes que caracterizan esta clase de vida (1:29–31). El cuadro no es muy agradable. Sin embargo, describe con precisión la forma de vida del mundo en el cual vivimos. Estos son los frutos que producen los mejores esfuerzos del hombre natural (Gál. 5:19–21).

Al evaluar la lista de actividades y actitudes de los que no quieren someterse a Dios, se nota que no todas las características se consideran graves. Algunas parecen ser ofensas pequeñas. Sin embargo, debemos fijarnos en que todas ellas manifiestan abiertamente que el mundo vive egoístamente. A la humanidad entera sólo le interesa satisfacer sus propios deseos. No le interesa el bien de los demás. A pesar del aparente valor que se da a la tan proclamada libertad, el mundo pronto llegará a ser insoportable para todos porque nadie tolera que se le trate con desprecio.

La gente que vive de esa manera, sabe que anda mal y que merece el juicio de Dios (1:32). ¿Se fijó en la actitud de tales personas? Aunque profesan creer que no hay Dios y que cada uno debe vivir como quiere, saben muy bien que sus obras son malas. No son ignorantes. Lo hacen a sabiendas de que están mal y que algún día tendrán que rendir cuentas por lo que han hecho.

A pesar de saber que sus hechos merecen el castigo divino, no se contentan con hacer tales cosas, sino que aprueban a quienes viven así. Parece que existe una competencia entre ellos para ver quién puede jactarse de cometer el pecado más exagerado y perverso. Se felicitan unos a otros por los excesos que cometen siguiendo ese camino.

¡Algún día pagarán las consecuencias de su pecado! Mejor dicho, en un sentido ya las están pagando. Aunque cada uno se goza en lo que hace, nadie quiere ser víctima del maltrato de los demás. El problema es que en un mundo así, tarde o temprano, todos llegan a ser víctimas los unos de los otros, o esclavos de su propia maldad.

DIOS LOS ENTREGO
A SUFRIR LAS CONSECUENCIAS
DE SU PROPIA DECISION

 Compare la condición del hombre descrito en este pasaje con el estilo de vida del hombre moderno. En base a la explicación de Pablo presentada en el pasaje, ¿qué conclusiones podemos sacar en cuanto al estado del ser humano en la actualidad?
 ¿Qué posibilidad hay de que un hombre en esta situación pueda ganarse la salvación? ¿Por qué?
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Habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se entregaron a vanas especulaciones, y su necio corazón fue entenebrecido. Alegando ser sabios se hicieron necios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Información 


Estudiemos La Palabra para enseñar
Romanos 1:19-23
La depravación del hombre
19      Porque lo que de Dios es conocido, es evidente para ellos, pues Dios se lo                           manifestó.
20      Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente                 visibles desde la creación del mundo, entendiéndose por medio de las cosas hechas,           de modo que no tienen excusa.
21       Porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron                        gracias, sino que se entregaron a vanas especulaciones, y su necio corazón fue                    entenebrecido.
22      Alegando ser sabios se hicieron necios,
23      y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre                   corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles



El pecado original del hombre (1:19–23). 
Ahora Pablo nos dice por qué la ira de Dios ha sido derramada sobre hombres inicuos. La razón es que los hombres se han negado a conocer a Dios como el Creador se los ha ofrecido. 


La iniquidad de los hombres no es sino un síntoma de una falta más básica. “Todas las perversiones de la vida (Pablo así lo demostrará) pueden ser trazadas a una causa fundamental, y este pecado original no se halla en el campo de la moral sino en el terreno de la religión: la perversión de la vida emana de la perversión de la fe.” 

Los humanos hemos violado la verdad divina. Pablo principia: “Porque lo que se conoce de Dios es manifiesto dentro de ellos mismos (ellos lo conocen muy bien, VP.); pues que Dios se los ha manifestado” (VM.). La versión Reina-Valera traduce la primera frase (en autois) les es manifiesto. La expresión sencillamente significa que cualquier revelación debe pasar a través de la consciencia humana. Pero notemos que Dios se conoce porque El se da a conocer El mismo. El descubrimiento que el hombre hace necesita ser entendido dentro del contexto de la autorrevelación divina.

El Dios invisible(s) se ha dado a conocer desde la creación del mundo (20). Aunque la frase apo ktiseos kosmou puede ser traducida “desde el universo creado”, generalmente se concede que el pensamiento de Pablo aquí tiene que ver con el tiempo, o sea: “desde la creación del universo”. 

Desde su mero origen la creación le ha dicho algo acerca de Dios a la mente que reflexiona. Aunque Dios no puede ser conocido directamente a través o por medio de la razón (1 Co. 1:21), El es conocible. Empero este conocimiento no es arrojado o lanzado sobre un sujeto pasivo; para saber algo de Dios necesitamos adoptar una actitud positiva y dispuesta a recibir. La creación existe como una invitación para dialogar con Dios. Algunas cosas pueden ser claramente visibles, pero sólo si estamos dispuestos a ver.

La contemplación que el hombre hace del mundo como una obra de Dios tiene dos objetos: 

  1. su eterno poder, y 
  2. su deidad. 


En primer lugar, Su poder (dynamis)
El hombre está al tanto de que depende de un Poder (dynamis) que preside sobre su existencia. Gracias a ese poder, y por ese poder el hombre logra existir y al confrontar ese poder se da cuenta de que es nada. Lo que es más, cuando considera lo temporal de su propia existencia, percibe que tal poder es un eterno poder.

En segundo lugar vemos Su deidad (theiotes). 
El universo no es movido por un poder ciego, sino por un poder que es divino en su carácter —es Dios. O sea que lo que es claramente visible es que Dios es Dios y no hombre. La observación de la vida creada es suficiente para demostrar que la creación no provee la clave para su propia existencia. Empero, estamos dejando de ver el punto enteramente si interpretamos que Pablo está aquí intentando “probar” la existencia de Dios.

Lo que es más, los pecados que Pablo denota después en este capítulo no son los pecados de hombres que no creen en Dios, sino los de aquellos que se niegan a honrar a Dios como Dios. Esa es la razón por la que pecadores e incrédulos no tienen excusa. “Dios correctamente puede visitar a los hombres (o descender sobre ellos) con ira porque, aunque no hayan tenido la ventaja de haber oido el evangelio, han rechazado el conocimiento rudimentario de Dios que les estaba disponible.”

La raíz del predicamento pecaminoso del hombre es que, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias (21). Puesto que es criatura, como criatura, el hombre le debía a su Creador gloria y acciones de gracia. 

Esto significa no meramente el reconocer la existencia de Dios, sino la aceptación de su señorío, y vivir en obediencia agradecida. Lo que es requerido es que el hombre gozosa y agradecidamente reconozca su condición de criatura mediante un servicio fiel a Dios.

Siglos antes de Pablo el profeta Isaías expresó la queja divina: “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento” (Is. 1:3). En el orgullo de su corazón el hombre se niega a glorificar a Dios como Dios.

Obsesionado consigo mismo se aleja de Dios como el Centro de su ser y fuente de su felicidad—se mueve del amor digno al amor a sí mismo. Está indispuesto a reconocer al Señor de su ser; escoge ser señor él mismo y glorificarse a sí mismo. Este acto de constituirse a sí mismo como el fin falso de la vida es el pecado original del hombre y la fuente de toda su miseria.

La consecuencia inmediata de la autoidolatría del hombre es el oscurecimiento de su poder de razonar. Por cuanto los hombres se han alejado de Dios se envanecieron en sus razonamientos, dialogismois, (VM., NIV) y su necio corazón fue entenebrecido. 

Dialogismos casi siempre es usado tanto en la Septuaginta como en el Nuevo Testamento con una connotación mala, como “razonamiento y especulaciones perversas y caprichosas”. 

La Versión Popular traduce la frase así: “han terminado pensando puras tonterías”. 

La palabra corazón (kardia) tiene una diversidad amplia de usos. Es el órgano de las emociones (9:2), del pensamiento (10:6), y de la voluntad (1 Co. 4:5; 7:37), es el ser interior y escondido (2:29; 8:27). 

Lo que Pablo significa aquí es que el corazón, como el centro de los afectos, del intelecto y de la voluntad del hombre está entenebrecido y carece de sentido debido a su autoidolatría: profesando ser sabios, se hicieron necios (22). Desconectados de la realidad, las especulaciones pretensiosas del hombre son una necedad sin sentido alguno.

Puesto que los hombres han perdido al Dios verdadero han inventado la “religión” humana. Han cambiado (“trocaron” NVI, VM.) la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (23). 

Esto ilustra la profundidad de la necedad a la que se hunde el razonamiento del hombre cuando rechaza la verdad de Dios. “¡Bajaron a Dios al nivel de dos piernas, y luego a andar a gatas, y finalmente al nivel de arrastrarse sobre el vientre!” Y todo este tiempo estaban pretendiendo “que son sabios” (NIV).

Después del resumen inicial donde establece que el hombre es pecador, Pablo presenta una explicación más detallada. La ira de Dios se ha revelado contra el pecado porque el hombre ya ha recibido una revelación de la verdad acerca de Dios.
Pablo demuestra que el problema de la incredulidad del hombre no es por la falta de evidencias. La existencia de Dios se ha revelado con pruebas abundantes. Para hacer hincapié en el peso de este argumento, se repiten varias veces las palabras “conocer”, “manifestar”, “visible” y “entender”.

 Considere Romanos 1:19–20. Según estos versículos, ¿qué cosas han conocido los hombres? Haga una lista de algunos de los atributos de Dios y las evidencias de Su poder claramente visibles al ser humano y que todo mundo puede entender. Incluya en su lista las evidencias que Pablo menciona en 1:20. ¿Habrá otras más?

 ¿Cuáles son las implicaciones de esta verdad para los ateos, quienes niegan la existencia de Dios? Compare 2 Pedro 3:3–7. ¿Qué otra verdad nos enseña Pedro en cuanto a ellos?
 ¿A qué conclusión podemos llegar tocante a la evidencia en favor de la existencia y autoridad de Dios?

Dios se manifiesta claramente a través de la creación. Nadie podrá justificarse delante de El diciendo que no sabía la verdad acerca de Su existencia y autoridad. La evidencia es suficiente para cualquier persona que quiera ver la realidad. El problema es que los hombres no buscan la verdad.
Por lo tanto, al enfrentarse a Dios en el día del juicio, no tendrán ninguna excusa. No han creído porque no han querido saber la verdad. Pedro dice que ignoran voluntariamente la verdad (2 Ped. 3:5).

HAN CONOCIDO LA VERDAD

A pesar de haber conocido la verdad acerca de Dios, los hombres han intentado suprimirla. No quieren someterse a la autoridad de Dios, así que rechazan Su Palabra y tratan de evitar las consecuencias que trae conocerla.

 La oposición de los hombres a la verdad se demuestra en distintas maneras en este capítulo. Haga una lista de las cosas que hicieron al rechazar la verdad que habían conocido. ¿Qué hicieron respecto a esa verdad?


          1:21      “No le ______________________”
                “ni le” ______________________
                “sino que” ______________________
                “y” ______________________
          1:22      “Profesando ser sabios, ______________________”
          1:28      “Y como ellos ______________________”
          1:32      “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte,
no sólo  ______________________
sino que también  ______________________”


 ¿Dónde empieza el fracaso del hombre? ¿Cuál fue el pecado inicial? ¿Qué podemos aprender en base a esa verdad?
 Además de esta lista de lo que hicieron, se señalan tres cosas que ellos “cambiaron” que Dios había establecido:


          1:23      “cambiaron  ______________________
                en ______________________”
          1:25      “cambiaron  ______________________
                por ______________________”
          1:26      “cambiaron  ______________________
                por  ______________________”


 Al observar la conducta de la raza humana frente a la revelación de Dios que todo hombre ya conoce, ¿a qué conclusiones llegamos en cuanto a la relación entre los hombres y su Creador?

El conocimiento de Dios no produjo en el ser humano la respuesta esperada. Un Dios tan grande y poderoso merece nuestra adoración. Sin embargo, no le reconocieron como Dios, ni siquiera le dieron las gracias por lo que El había hecho (1:21a). Más bien, se hicieron necios (1:21b–22). Negaron la existencia del Dios Todopoderoso y empezaron a servir las cosas que El había creado. Dieron la espalda al Dios verdadero e hicieron dioses de las criaturas creadas por El (1:23).

La ingratitud y rebelión intencional de la humanidad en general no podía pasar desapercibida. Dios se dio cuenta de esa rebelión e intervino para juzgar a los hombres que le habían rechazado.

LOS HOMBRES HAN SUPRIMIDO LA VERDAD
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