jueves, 21 de julio de 2016

En el tiempo final habrá burladores, que vivirán según sus propias pasiones impías. Éstos son los que causan divisiones, los sensuales, que no tienen el Espíritu

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Una denuncia de los falsos ministerios 

        LA EPÍSTOLA DE JUDAS: UNA EPÍSTOLA OMITIDA POR DENUNCIAR LOS FALSOS MINISTERIOS

La Epístola de Judas no ha tenido muy buena prensa. A pesar de sus hermosas palabras de ánimo y su gloriosa doxología, es poco estudiada en las iglesias, poco conocida por los creyentes y poco apreciada por algunos comentaristas.
Las razones de su mala prensa son varias, pero de entre ellas destacan tres. Si las estudiamos ahora, al comienzo de nuestro comentario, no es porque compartamos la opinión negativa que vierten sobre la Epístola, sino porque sirven para introducirnos en el ambiente del texto y, así, prepararnos para recibir sus enseñanzas.
1. «Una secuencia de denuncias»
En primer lugar, una lectura somera del texto nos causa la impresión de que la Epístola de Judas se compone de un largo rosario de denuncias expresadas en un lenguaje vehemente, severo y exaltado, y que, por lo tanto, se trata de un escrito negativo y poco edificante.
La estructura de la Epístola —sencilla y simétrica— es aproximadamente la siguiente.
  1. Salutación (Judas 1–2).
  2. Exhortación a la perseverancia (Judas 3).
  3. Denuncia de los falsos maestros, su actividad y su juicio (Judas 4–19).
  4. Exhortaciones a la perseverancia (Judas 20–23).
  5. Doxología (Judas 24–25).
Efectivamente, pues, el grueso de la Epístola (Judas 4–19) consiste en fuertes palabras condenatorias de los falsos maestros y sus doctrinas.
Sin embargo, a esto en seguida debemos añadir algunos matices. 
  • En primer lugar, la sección central, aunque es la más extensa, quizás no contenga la esencia de lo que Judas quiere comunicar a sus lectores. Más bien sirve de fundamento para las exhortaciones finales, las cuales revelan el corazón y la preocupación principal del autor. A veces ocurre que sólo vemos la necesidad de una intervención médica después de una larga explicación de la seriedad de nuestra enfermedad. El médico puede tardar veinte minutos en explicarnos las razones para un tratamiento determinado y sólo dos minutos en explicar el tratamiento en sí; pero éste último es la esencia de su comunicación. Así, la fuerza de las exhortaciones positivas de los versículos finales de Judas sólo llega a hacer impacto cuando entendemos la extrema seriedad del peligro denunciado en la sección central.
  • Por otra parte, no es del todo exacto decir que la sección central consiste sólo en denuncias. Antes bien, se trata de la demostración, mediante ejemplos procedentes de varias fuentes —el Antiguo Testamento, ciertos textos apócrifos y las enseñanzas de los apóstoles—, de que el libertinaje de los falsos maestros no es más que lo que los santos de Dios habían profetizado de antemano. El texto no va dirigido a los propios falsos maestros, sino a creyentes que están en peligro de dejarse engañar por sus enseñanzas. Más que una pesada denuncia, es una necesaria advertencia y, además, una advertencia a la que la Iglesia de Jesucristo necesita prestar atención siempre.
  • Judas mismo define el propósito de su carta en términos altamente positivos: la ha escrito para exhortaros a que contendáis ardientemente por la fe (Judas 3). En esto consiste su intención principal: llamar a sus lectores a las armas en la defensa de la verdad revelada de Dios. El evangelio está en peligro y debe ser defendido.
Tal llamada es necesaria en cada generación, pues el maligno siempre está presto a infiltrar en las iglesias sucedáneos de la verdad. La generación que descuida el mensaje de Judas está en peligro de sucumbir ante los ataques de Satanás.
  Mientras los hombres necesiten una severa reprensión a causa de sus prácticas, la Epístola de Judas tendrá relevancia. Su olvido es más una evidencia de la superficialidad de la generación que la desatiende, que de la falta de relevancia de su ardiente mensaje.
2. «La hermana menor de la Segunda Epístola de Pedro»
En segundo lugar, la Epístola de Judas ha vivido siempre bajo la sombra de 2 Pedro. Las dos epístolas confrontan la misma clase de situación y se dirigen contra la misma clase de falsa enseñanza. Pero, más aún, las dos son similares hasta en el lenguaje, el argumento, las ilustraciones bíblicas, las metáforas y la secuencia de ideas:
  De los 25 versículos de Judas, nada menos que 15 aparecen, enteros o en parte, en 2 Pedro. Además, muchas de estas ideas, palabras o frases idénticas aparecen en paralelo en los dos escritos, lo cual establece sin posibilidad de duda el hecho de que deba existir entre ellos algún tipo de parentesco literario.
Puesto que 2 Pedro es una epístola más extensa y con mayor riqueza de contenido doctrinal, la de Judas ha llevado las de perder en la comparación y ha sido tratada como si fuera un escrito inferior, una mera copia de ciertas secciones de 2 Pedro.
Sin embargo, una comparación cuidadosa de los dos textos demuestra que tales conclusiones no son procedentes. Veamos, pues, los principales puntos de comparación entre las dos epístolas. En los textos tabulados a continuación, la columna de la izquierda contiene Judas 4–19 sin omisión alguna, mientras la de la derecha contiene aquellos versículos de 2 Pedro que repiten las mismas ideas que Judas.



Una comparación de estos dos textos pone de manifiesto varias cosas. 
Para empezar, aunque la secuencia de ideas es similar y en algunas ocasiones se emplea el mismo vocablo, el lenguaje de los dos es, en general, muy diferente. Cada autor se expresa en su propio estilo lingüístico. Ninguno copia textualmente al otro. 
  • Judas 4, por ejemplo, es mucho más extenso que 2 Pedro 2:1, 
  • Judas 9 narra un incidente específico, mientras 2 Pedro 2:11 constata el mismo principio mediante ideas más generalizadas. 
  • Judas 11 o Judas 12–13 utilizan varias ilustraciones procedentes de la Biblia o de la naturaleza, pero en cada caso el texto de Pedro se limita a una sola ilustración. 
  • Los dos escritos nos sorprenden tanto por la similitud de su contenido como por las notables diferencias en su redacción.
Luego, es de observar que los dos autores han «intercalado» amplias secciones no reflejadas en el escrito del otro. Se ve en seguida que no hay paralelos en Pedro de los versículos 5, 13, 14, 15 y 19 de Judas. Pero las intercalaciones son aun mayores en Pedro: cada vez que hay puntos suspensivos […] en el texto citado, quiere decir que en Pedro hay ideas adicionales. 

No se trata, pues, de que uno de los dos haya copiado servilmente al otro. Aunque hay imitación, también hay independencia. Tanto es así, que muchos creyentes fieles que han leído las dos epístolas en diversas ocasiones no se han percatado del paralelismo de los dos textos. Cada autor ha hecho plenamente suyas las ideas comunes, las ha expresado con su propio estilo literario y las ha insertado en un marco diferente.

La cuestión de quién imitó a quién, o de si los dos disponían de un documento preparado por una tercera persona o seguían una tradición oral, seguirá ocupando a los expertos durante muchas décadas más; pero, en cualquier caso, hay suficientes diferencias entre los dos textos como para vindicar la presencia de ambos en la Palabra de Dios, ¡y para hacer necesario su estudio! A todas luces, aun en el caso de que fuera Judas el que tomara prestadas ideas ya plasmadas por Pedro, su texto es mucho más que un mero resumen de 2 Pedro 2 y 3.

3. «Una respuesta conservadora al gnosticismo»

Ha sido un tópico en círculos liberales sostener que los falsos maestros denunciados en la Epístola de Judas son gnósticos y, en consecuencia, que la Epístola tiene que haber sido escrita en el siglo II por algún sector conservador —incluso reaccionario— de la Iglesia. Sin embargo, estas ideas, lejos de haber sido claramente demostradas, son altamente cuestionables.

Por una parte, no hay suficientes evidencias en el texto como para poder asegurar que va dirigida contra el gnosticismo. La información en la propia epístola es inconclusa. Las grandes doctrinas gnósticas del siglo II —sobre todo el dualismo cosmológico del bien y del mal, la existencia de un demiurgo (creador del mundo distinto del Dios verdadero) o la negación de la resurrección del cuerpo— no están explícitamente presentes en ella. Y los males que Judas denuncia en los apóstatas —que son unos infiltrados, impíos y libertinos— son de un orden demasiado generalizado como para establecer su origen gnóstico: No tienes que ser gnóstico para tener visiones, vivir una vida licenciosa y profanar los ágapes. 

Además, a Judas le preocupa más la influencia nociva de la ética de los maestros, que la de sus doctrinas teóricas. Casi la única doctrina específica de los apóstatas mencionada en la Epístola es su negación del señorío soberano de Jesucristo (Judas 4). En cambio, su énfasis recae sobre el hecho de que son personas que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje (Judas 4); aun el apóstol Pablo conocía a personas así (Romanos 3:8; Romanos 6:1–2,15). 

Cabe la posibilidad, pues, de que se trate de un gnosticismo incipiente; pero también es posible que no.

Por otra parte, aun en el caso de poder demostrar una vinculación con el gnosticismo, esto no nos conduciría necesariamente a una fecha tardía. Las Epístolas de Juan —o incluso las dos Epístolas a los Corintios— son suficientes como para demostrar que algunas de las semillas del gnosticismo ya estaban presentes en el siglo I. 

Las supuestas evidencias internas de una fecha tardía —la impresión de que las doctrinas de la fe ya están bien definidas y establecidas en las iglesias (Judas 3), y de que las palabras apostólicas ya pertenecen al pasado (Judas 17)— no son tan concluyentes como algunos parecen pensar. 

La «fe» estaba ya bien definida en la década de los 50: en Romanos 6:17, Pablo puede hablar de la forma de doctrina a la que fuisteis entregados, y en 2 Tesalonicenses habla de las doctrinas que os fueron enseñadas (2:15) y de la doctrina que recibisteis (3:6), frases que tienen aproximadamente el mismo valor que la fe que de una vez para siempre fue dada a los santos.

Por otra parte, el lenguaje de Judas 17, si bien podría significar que la era apostólica estaba ya en vías de desaparecer, no exige una interpretación tan drástica: el autor está diciendo sencillamente que lo que los apóstoles habían dicho acerca de los falsos maestros se está cumpliendo. La palabra profética de los apóstoles es cosa del pasado, pero no necesariamente los apóstoles mismos.

En realidad, buscamos en vano una pista segura para establecer la fecha de redacción de la Epístola. Puede proceder de finales de la era apostólica, pero no necesariamente. Tenemos que confesar nuestra ignorancia tanto en cuanto a su fecha, como en cuanto a su destino, como también en cuanto al carácter exacto de la herejía que denuncia, pues no hay suficientes evidencias en el texto como para determinar estos datos con seguridad. En cuanto a esta clase de datos, la Epístola de Judas provoca más preguntas que respuestas. Tendremos que suponer, pues, que las lecciones que el Espíritu Santo quiere enseñarnos a través de su texto están al margen de un conocimiento firme de las circunstancias en las cuales fue escrito.

Lo que sí queda claro es que, lejos de ser un folleto antignóstico redactado por un sector reaccionario de la iglesia post-apostólica, la Epístola de Judas refleja fielmente la defensa apostólica de la fe contra una de las diversas formas de libertinaje a la que tuvo que enfrentarse en el siglo I:

  Judas no es un defensivo tratado católico del siglo II, sino una apasionada defensa de la fe y vida judeo-cristianas dirigida a creyentes que vivían en medio de una sociedad pagana, pluralista y permisiva. Y en esto reside su gran valor para los cristianos del mundo entero en nuestros días.

Éstas, pues, son algunas de las razones por las cuales diferentes grupos de personas han tendido a «marginar» la Epístola de Judas. Pero, antes de dejar estas consideraciones, haríamos bien en preguntarnos si no puede existir una razón más subjetiva: la de que al pueblo de Dios no le gusta la reprensión y la advertencia.

  Al igual que Santiago, pareciera que Judas ha sido intencionalmente silenciada por aquellos «infiltrados» en las congregaciones, a quienes su palabra suena demasiado cáustica. Es verdad que la denuncia de Judas es muy directa, y también es verdad que a lo largo de los siglos siempre ha habido falsos maestros que han predicado falsas doctrinas o asumido actitudes no cristianas desde dentro de las iglesias, y a quienes la palabra de Judas les ha resultado molesta. Quizás ellos mismos hayan sido los primeros responsables de que esta epístola quedara relegada a un olvido negligente.

Por lo tanto, nos conviene hacer un pequeño auto-examen para ver si nuestro corazón está dispuesto a recibir la palabra de Judas, o si contiene actitudes que puedan impedir la implantación en nosotros de su mensaje.
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miércoles, 20 de julio de 2016

Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días... recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos...

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




LOS HECHOS DEL ESPÍRITU SANTO

HECHOS: EL EVANGELIO SE EXTIENDE

HECHOS: UN LIBRO MUY SINGULAR
El quinto libro del Nuevo Testamento es único en varios sentidos. En primer lugar, es la única «secuela» o «continuación» intencional que encontramos en el canon.

Lucas es el único evangelista que continúa su narración recogiendo la historia de la primera generación de cristianos. Y aunque la escritura de alguna de las epístolas provocó la escritura de una segunda carta, que sepamos, en ningún caso la segunda carta ya estaba en la mente del autor cuando escribió la primera.

Por tanto, no podemos entender de forma completa el libro de los Hechos si primero no tenemos en cuenta el Evangelio de Lucas. Aunque esta afirmación resulta lógica, la cuestión es que esa realidad muchas veces se pierde de vista porque al haberse agrupado los cuatro Evangelios, Juan se ha intercalado entre el primer y el segundo volumen de Lucas.

En segundo lugar, los contenidos de Hechos continúan siendo únicos. Es el único libro que recoge el periodo entre la crucifixión de Jesús (probablemente en el año 30 d.C.) y el final del ministerio de Pablo (o, al menos, cerca del final de su ministerio, en algún momento de los años sesenta).

En muchas ocasiones se ha dicho que el título tradicional de «Los Hechos de los Apóstoles» es engañoso, porque el único de los doce que tiene un papel prominente es Pedro. El personaje humano que más destaca es Pablo, que se veía a sí mismo como un apóstol, pero no uno de los doce.

Aparte de eso, Juan aparece en alguna ocasión y se menciona el nombre de los otros diez; pero el resto de personajes que aparecen en Hechos no son apóstoles. Quizá debería haberse titulado «Los Hechos de Pedro y Pablo», o mejor, «Los Hechos del Espíritu Santo», puesto que Lucas en todo momento deja claro que la obra de la iglesia primitiva está dirigida por el Espíritu Santo.

No obstante, independientemente de la idoneidad del título, se trata de la única obra dentro y fuera del canon de las Escrituras que describe la primera generación de la iglesia. Por tanto, si se habla de la «iglesia del Nuevo Testamento» como modelo para la vida cristiana de cualquier época y lugar, se tendrá que realizar un estudio concienzudo de Hechos.

En tercer lugar, esta obra es única en cuanto a los problemas de aplicación que plantea. A diferencia de las epístolas, ofrece muy pocas enseñanzas «formales». Incluso los cuatro Evangelios, con el énfasis que hacen en la instrucción ética de Jesús, contienen más material explícitamente didáctico que el libro de los Hechos.

La mayor parte del contenido consiste en diversas escenas en las que aparecen los personajes que Lucas ha querido destacar. Los lectores posteriores frecuentemente se hacen preguntas como las siguientes: «¿Cuál es la norma?». «¿Cuáles son los ejemplos que hemos de imitar, y cuáles los que hemos de evitar?». O, «¿Algunos sucesos tan solo están ahí porque ocurrieron y porque luego servirían para explicar el desarrollo de aquella iglesia naciente?».

Un axioma hermenéutico fundamental para responder estas preguntas es distinguir patrones de conducta que se repiten en diferentes contextos a lo largo de todo el libro (y en el resto del Nuevo Testamento también) y patrones que varían de un contexto a otro. Lucas, como narrador, también da pistas indirectas cuando menciona la bendición de Dios como resultado de una actividad concreta, un indicativo más de su naturaleza pedagógica.

Por último, el libro de los Hechos ocupa una posición única en el progreso de la revelación de Dios a la humanidad. La primera generación de cristianos constituyó claramente un periodo de transición entre la era de la ley y la era del evangelio. El día después de Pentecostés, nadie se levantó en Jerusalén anunciando el final del antiguo pacto y el inicio del nuevo.

Los seguidores de Jesús se dieron cuenta del significado y las implicaciones de su vida, muerte y resurrección de una forma muy gradual. De forma paralela al desarrollo en la comprensión, el primer grupo de discípulos de Jesús en una generación pasó de ser una secta exclusivamente judía de Jerusalén a un movimiento predominantemente gentil extendido por todo el Imperio Romano.

Así, mientras que muchos incidentes en Hechos reflejan a cristianos, especialmente judíos, que aún observaban la ley, el énfasis teológico de Lucas subraya cómo el cristianismo se liberó de la ley. Esta libertad (que no se puede usar como excusa para pecar) es lo que quedó como normativa una vez finalizado ese periodo de transición.

AUTORÍA
Al comparar los prefacios de Lucas y Hechos, junto con el estilo de las dos narraciones, casi todos los estudiosos, por no decir todos, están convencidos de que el autor de estos dos volúmenes tiene que ser la misma persona.

Pero, ¿quién? Estrictamente hablando, Hechos, como los cuatro Evangelios, es anónimo. Que sepamos, los títulos de los libros no salían en los documentos originales y, probablemente, se añadieron por primera vez en el siglo II, cuando empezaron a compilarse algunos de los libros del Nuevo Testamento.

Sin embargo, el testimonio de los padres de la iglesia afirma de forma unánime que Lucas, al que Pablo llama su «querido médico» (Col 4:14), era el autor, al parecer un hombre gentil, puesto que Pablo lo menciona solo después de haber mencionado a «los únicos judíos» que han seguido colaborando con él (v. 11).

La tradición de la iglesia también comenta esas secciones de Hechos en las que el autor pasa de escribir en tercera persona del singular, a escribir en primera persona del plural (describiendo lo que «hicimos»), y lo atribuye a que en esas ocasiones Lucas estaba con Pablo (16:10–17; 20:5–21:18; 27:1–28:16).

Sin embargo, en tiempos modernos, los estudiosos han propuesto al menos otras dos opciones.
  • La primera, este material escrito en primera persona del plural podría tratarse del diario, las memorias, o la historia oral de un testigo ocular y compañero de Pablo, a quien el autor del libro consultó. Otros, en cambio, piensan que se trata de un recurso literario completamente artificial, basado en prácticas similares, como por ejemplo el caso de las narraciones de viajes por mar de algunos personajes de historias grecorromanas, incluso cuando el autor no tenía ningún tipo de relación con las participantes de esas aventuras.

A finales del siglo XIX, William Hobart explicó que a lo largo de Lucas–Hechos aparece vocabulario claramente médico, corroborando así la tradición de que el autor de estos dos libros fue un médico.

Pero a principios del siglo XX, Henry Cadbury demostró que ese vocabulario aparecía con la misma frecuencia en obras no especializadas, rechazando la tesis de Hobart. Sin embargo, en tiempos más recientes, Loveday Alexander dice que en los tratados científicos grecorromanos encontramos prefacios muy similares a los de Lucas y Hechos. Aunque eso no prueba que Lucas fuera un «científico», o más concretamente un médico, al menos encaja con la tradición de la iglesia primitiva.

Con la creciente popularidad de la crítica bíblica moderna, particularmente en el siglo XIX, muchos siguieron la influyente filosofía de Ferdinand Christian Baur, que se basó en la visión dialéctica de la historia de Georg W. F. Hegel, en la que un movimiento (tesis) siempre llevaba a su opuesto (antítesis) hasta que se llegaba a un acuerdo entre ambos (síntesis). Baur creía que «Lucas» fue una mediación entre el cristianismo extremadamente judío de Pedro y Jacobo, y el cristianismo extremadamente gentil de Pablo, creando una síntesis bastante tardía (mediados del siglo II).

Si ambas obras son tan tardías, está claro que el autor o autores no podrían haber sido compañeros de viaje de Pablo. Muchos son aún los que contemplan esta teoría.

El escepticismo contemporáneo en cuanto a la autoría de Lucas se ha centrado mucho más en las aparentes contradicciones teológicas entre Hechos y las epístolas de Pablo para afirmar que el autor de Hechos no pudo ser un seguidor cercano de Pablo. La exposición clásica de esta teoría aparece en un breve artículo de Philipp Vielhauer, quien destacó cuatro grandes diferencias:


  1. En Hechos encontramos una «teología natural» en la que los seres humanos encuentran a Dios a través de la revelación general (esp. Hechos 17:16–31), mientras que en Pablo tenemos una visión claramente negativa de la posibilidad de salvación aparte de la fe explícita en Cristo (p. ej., Ro 1:18–32). 
  2. La actitud de Pablo en cuanto a la obediencia a la ley es más positiva en Hechos, si la comparamos sobre todo con la descarga que hay en Gálatas contra los que imponían la ley a los cristianos. 
  3. La cristología de Pablo en Hechos, como la de otros predicadores cristianos tempranos, se centra en la resurrección, mientras que en 1a Corintios 2:2 Pablo se refiere a la crucifixión como el centro único del evangelio. 
  4. Por último, la escatología de Lucas parece un poco «retardada», es decir, el autor reconoce que puede pasar cierto tiempo hasta el Segunda Venida de Cristo, mientras que el Pablo de las epístolas se aferra a la esperanza de una parusía inminente.

Las observaciones de estos contrastes entre Hechos y las epístolas son válidas, pero también tienen fácil respuesta.

  1. Romanos 1:19–20 está de acuerdo con Pablo en Atenas (Hechos 17) en que, a partir de la naturaleza de la creación, toda la humanidad debería reconocer que hay un Creador
  2. Hechos 13:39 deja claro, incluso en Hechos, que Pablo no cree que la ley pueda salvar, mientras que 1a Corintios 9:19–23 enfatiza la disposición de Pablo de ponerse bajo la ley si eso le va a permitir alcanzar a sus contemporáneos judíos. 
  3. Ni la crucifixión ni la resurrección representan de forma completa la obra salvífica de Cristo, tal y como Pablo mismo dice en 1a Corintios 15 cuando hace hincapié en la necesidad de la resurrección. 
  4. Por último, un estudio más detallado tanto de Hechos como de las cartas de Pablo nos deja ver la expectativa de que Cristo vuelve pronto, pero siempre acompañada de la posibilidad de que probablemente no ocurra de forma inmediata (cf. p. ej., Lucas 17:20–27; Hechos 13:40–41, 47; 1Ts 4:13–5:10).

De ahí que David Wenham concluya que las diferencias entre Hechos y las epístolas prueban que Pablo no es el autor de Hechos (aunque, no sabemos por qué menciona esta conclusión, ¡pues nadie ha defendido que lo fuera!). Pero las diferencias no demuestran que sea imposible que un colaborador de Pablo, formado teológicamente en la fe cristiana temprana —con sus propios énfasis y con unos receptores concretos que tenían unas necesidades concretas—, fuera el autor de esta obra.

Además, nadie ha ofrecido otra razón convincente que explicara por qué la iglesia primitiva apuntó unánimemente a Lucas como el verdadero autor del Evangelio y Hechos. Se trata de un personaje en el que nadie habría pensado a la hora de buscar un posible autor, por lo que el hecho de que la iglesia primitiva lo mencione debería ser un argumento suficientemente convincente.

FECHA
Como hemos visto arriba, a mediados del siglo XIX muchos fechaban el libro de Hechos a principios o incluso a mediados del siglo II. Esta fecha tan tardía permitía a los estudiosos rechazar la autoría de Lucas, escondiendo así las serias diferencias que dividían a la primera generación de cristianos. Se creía que el pensamiento de Pedro y el pensamiento de Pablo eran en el siglo I dos trayectorias claramente diferenciadas, y que la posición intermedia de Lucas fue una creación más tardía.

Según ellos, Gálatas 2:11–15 refleja mejor las tensiones de aquellos primeros años que Hechos.
Sin embargo, hoy, la gran mayoría de los estudiosos fecha el libro de Hechos entre algún año después del 70 d.C. y mediados de los 90.

La fecha más popular entre los comentaristas más liberales es la década de los 80. En su opinión, no tiene sentido decir que es más tardía porque, si las cartas de Pablo ya estaban circulando, entonces, ¿cómo se explica que el libro de Hechos no las mencione? Dado que Hechos es una continuación del Evangelio de Lucas, y muchos fechan ese Evangelio justo después de la caída de Jerusalén (basándose sobre todo en que Lucas 21:20 es una «profecía posterior al suceso»), Hechos también tiene que ser posterior al año 70. Las supuestas contradicciones teológicas asociadas con Vielhauer (ver más arriba) también han llevado a los estudiosos a dar por sentado que tiene que haber un margen de tiempo entre la escritura de las epístolas (años 50 y 60) y la de Hechos, dado el desarrollo que se puede apreciar en el pensamiento.

Por otro lado, la mayoría de conservadores siguen fechando el libro de Hechos entre el año 62 y 64 d.C. El abrupto final del libro, momento en el que Pablo está en Roma esperando el resultado de su apelación al César, hace pensar que Lucas escribió inmediatamente después de esos sucesos.

Dado que Hechos 21–28 narra el arresto de Pablo y las diferentes comparecencias y encarcelamientos con bastante detalle, todo un proceso que culmina con la apelación al César, es difícil entender por qué Lucas no ha recogido el resultado de dicha apelación si ya lo conocía cuando escribió Hechos.

Ese periodo de dos años que se menciona al final del libro probablemente está haciendo referencia al periodo entre el 60 y el 62 d.C., puesto que Festo llegó al poder en el año 59 y a Pablo lo enviaron para Roma aquel mismo otoño. Si le concedemos a Lucas algo de tiempo para que también escribiera su Evangelio, entonces llegamos a la fecha sugerida arriba.

Es más, si la tradición de la iglesia primitiva está en lo cierto y la apelación al César sirvió y Pablo fue puesto en libertad (aunque en esa misma década sería apresado de nuevo, y asesinado), lo más lógico es pensar que todo eso ocurrió antes de que Nerón empezara a perseguir a los cristianos en el año 64.

Lucas 21:20 no tiene por qué ser la narración de un suceso que ya ha acontecido, disfrazado de profecía. Si Lucas 21:20 es una predicción, este texto no sirve para determinar la fecha del Evangelio de Lucas.

No obstante, es importante destacar que en este debate no solo están los conservadores que defienden una fecha anterior al año 70, y los liberales que defienden una fecha posterior al año 70.

Algunos estudiosos evangélicos de renombre optan por la fecha posterior diciendo que el objetivo de Lucas fue acabar su narración en el momento en el que el Evangelio llegó a Roma. Ese era el corazón del Imperio, desde donde ya se podía extender «hasta los confines de la tierra» (Hechos 1:8).

Aunque la mente del escritor moderno no logre entenderlo, puede ser que ese fuera para Lucas el clímax y el final adecuado. La posible estructura quiástica de la obra de Lucas (una obra en dos volúmenes) podría también respaldar esta teoría.

Vemos que Lucas empieza, al principio del Evangelio, planteando el plan divino de salvación en Jesús en el contexto de la historia romana; y que acaba, al final de Hechos, con el cumplimiento de ese plan en Roma. En una estructura quiástica, el clímax aparece en el centro del documento, que en este caso se correspondería con el relato de la resurrección de Jesús. Ese es el dato teológico más importante de Lucas, y da la impresión de que no hay necesidad de que el final de la obra tenga un nuevo clímax. Por el contrario, el conocido obispo liberal de la década de 1970, John Robinson, fecha el libro de Hechos antes del año 70 d.C. por una serie de razones, una de las cuales es su convicción de que Lucas 21:20 es demasiado impreciso como para ser una descripción posterior al hecho.

DESTINATARIOS
Tanto los Evangelios como la tradición temprana de la iglesia nos dan muy poca información sobre los destinatarios de los Evangelios y del libro de Hechos. En el principio de sus dos obras,

Lucas menciona a Teófilo, un nombre que significa «el que ama a Dios» y que algunos han tomado como un nombre genérico que se refiere a los cristianos en general. No obstante, la mayoría cree que se trata de un nombre propio común en el mundo antiguo de influencia helena, y que probablemente está haciendo referencia al mecenas que le está dando a Lucas los recursos para que pueda realizar el proyecto de escribir dos obras tan ambiciosas, dado el tiempo y el coste que supone el trabajo de investigación y de dictado a un escriba.

Por el prefacio al Evangelio (Lucas 1:1–4), tenemos dos opciones en cuanto a Teófilo: o bien hacía poco que era cristiano, o bien era lo que llamaríamos un «buscador» o alguien que está en el proceso de búsqueda. Lo que está claro es que Lucas le quiere instruir más en los asuntos de la fe para que pueda creer con una mayor certeza.

Pero la iglesia primitiva, por lo general, creía que todos los Evangelios se habían escrito en primer lugar para comunidades cristianas concretas, pero con el objetivo de que acto seguido se circularan para el beneficio de la iglesia en general. No hay forma de saber dónde estaba la congregación de Lucas. Se han propuesto diferentes alternativas: desde Antioquía hasta Éfeso, pasando por Filipos. Pero todo queda en especulación.

Debido a su interés por el tema de las posesiones materiales, y a que en Hechos podemos ver a un número de creyentes considerablemente ricos, también se ha sugerido que quizá se estaba dirigiendo a una comunidad cristiana acomodada de algún lugar predominantemente gentil y de habla griega en la mitad oriental del Imperio. Pero en cuanto a este tema no podemos pronunciarnos con firmeza por la falta de evidencias.

PROPÓSITOS
En Hechos encontramos al menos tres propósitos centrales, que quizá se tratan de una forma más extensa que en el Evangelio de Lucas.

  • El primero es, claramente, un propósito histórico. Como único evangelista que escribió una continuación, está claro que Lucas quiso inmortalizar la vida de la primera generación de cristianos, redactando un informe selectivo de sucesos importantes. A pesar de un pequeño número de aparentes contradicciones, muchos de los nombres, lugares, costumbres, fechas y otros detalles que aparecen en Hechos aparecen también en fuentes no cristianas. 
Además, muchos de los datos casan perfectamente con los datos de las epístolas, formando así una cronología detallada y posible de ese periodo de unos treinta años aproximadamente. Un ejemplo clásico es los términos que Lucas usa para referirse a los políticos en varias ciudades y provincias, términos que incluyen
- procónsul,
- magistrado,
- gobernador,
- principal,
- administrador municipal,
- tribuno,
- procurador y
- gobernador municipal (politarca).

Algunos de estos términos cambiaron, incluso durante el transcurso del primer siglo. Y sin embargo, en todos los casos, Lucas usa todos los términos de forma correcta, asociándolos con la comunidad y con el periodo de tiempo adecuados, algo que no hubiera logrado si realmente no se hubiera esmerado en elaborar un escrito histórico serio.

Y el respaldo arqueológico de los Evangelios palidece en comparación con la cantidad de información existente de todos los lugares descritos en el libro de Hechos. Hasta el día de hoy hay turistas que viajan por Italia, Grecia, Turquía y el este del Mediterráneo visitando tanto ciudades modernas como antiguas ruinas que encajan muy bien con un gran número de detalles del segundo volumen de Lucas.

Hace unos cien años, el arqueólogo británico Sir William Ramsay se propuso negar la historicidad de Hechos pero, después de un trabajo meticuloso, desarrollado sobre todo en Turquía, se convenció de la fiabilidad histórica del libro y se convirtió al cristianismo. Su obra aún sigue teniendo un gran valor, pero hay que complementarla con la obra magistral de Colin Hemer, The Book of Acts in the Setting of Hellenistic History [El libro de Hechos en el marco de la historia helenista], que contiene el compendio más extenso de información histórica acerca del libro de Hechos.

Hemer, al final, llega a un veredicto totalmente favorable. La obra en cinco volúmenes editada por Bruce Winter bajo el título The Book of Acts in Its First–Century Setting [El libro de Hechos en su marco del siglo I] también es imprescindible para entender bien el trasfondo histórico más general de casi todos los lugares, costumbre y desarrollos que aparecen en Hechos.

Sin embargo, mucho más importante que el propósito histórico es el propósito teológico. Lucas no solo está narrando Historia tal y como se entiende en el mundo secular, sino que está narrando Historia de la Salvación (Heilsgeschichte), el plan divino de redención, en un momento a caballo entre el antiguo y el nuevo pacto.

Por eso Dios, a través de su Espíritu Santo, aparece como el agente principal, como la causa de los sucesos que se narran en este libro. Surgen nuevas iglesias, y en todo este proceso, el progreso geográfico del evangelio tiene una importancia prominente. Se enfatiza el esfuerzo evangelístico por encima de la obra necesaria del «seguimiento».

Aunque algunos han exagerado este punto, es justo mencionar que, al parecer, Lucas reconoce que probablemente el final no está tan cercano. Ciertamente, nuestro autor podría ser el primer cristiano (o al menos el primer escritor cristiano) en sospechar que puede que la iglesia dure lo suficiente como para necesitar la historia teológica que él nos ofrece.

El estudio más reciente y completo de los principales temas teológicos de Hechos ha sido editado por David Peterson y I. Howard Marshall. Un compendio evangélico completísimo del estudio de la teología de Hechos, que incluye contribuciones sobre temas como

  • el plan de Dios, 
  • las Escrituras y la realización de los propósitos de Dios, 
  • Historia de la Salvación y Escatología, 
  • Dios como Salvador, 
  • la necesidad de la salvación, 
  • salvación y salud, 
  • el rol de los apóstoles, 
  • misión y testimonio, 
  • el progreso de la Palabra, 
  • oposición y persecución, 
  • la predicación de Pedro, 
  • el discurso de Esteban, 
  • la predicación y la defensa de Pablo, 
  • el espíritu de profecía, 
  • el nuevo pueblo de Dios, 
  • la adoración de la nueva comunidad, 
  • Israel y la misión gentil, 
  • reciprocidad y ética, junto con otros ensayos más generales o metodológicos.

Aunque no sea exactamente un tema concreto, hemos de tener en cuenta que estrechamente relacionado al propósito teológico de Lucas está su aparente propósito apologético: defender la fe de las diversas críticas.

Si Lucas no solo tiene en mente a Teófilo, sino que quiere que la verdad sobre lo que ocurrió llegue a todos los creyentes de las comunidades a las que va a llegar su escrito, quizá sabía que habían empezado a circular tradiciones apócrifas sobre los personajes y los sucesos asociados con los primeros cristianos, si no en forma escrita, de forma oral.

Más probable aún es que hubiera acusaciones de parte de los judíos y de los romanos que exigían una respuesta cristiana. Ambos grupos creían que los cristianos estaban violando sus leyes. Lucas se esfuerza a lo largo de todo el libro para demostrar que eso no es así. Podría ser también que Lucas estuviera defendiendo la fe ante los gentiles, dentro y fuera de la iglesia, quienes habían empezado a preguntarse por qué esa secta originalmente judía se estaba convirtiendo en un grupo predominantemente gentil, y por qué la mayoría de judíos rechazaron el cristianismo tan solo treinta años después de sus inicios.

Así, Lucas demuestra que es la continuidad natural y necesaria del judaísmo, y que los que se han desviado de la voluntad de Dios no son los cristianos, sino los judíos incrédulos.


  • Un tercer propósito, aunque sin duda subordinado al interés histórico y teológico, es el literario. Lucas escribe muchas de sus historias de una forma aventurera y artística. ¿Quién puede leer el relato de la tormenta y el naufragio de Pablo en el capítulo 27 y no sentirse invadido por el suspenso? ¿Quién no se ve tentado a reírse de los que estaban orando en casa de Juan Marcos, en el capítulo 12, que se niegan a creer que Dios ha contestado a sus oraciones y que Pedro ha salido de prisión, incluso cuando Rode les dice que acaba de llegar?¿Quién no se maravilla ante la superstición de los paganos de Listra (capítulo 14) o de la isla de Malta (capítulo 27), donde primero creen que es divino, y  acto seguido lo condenan como a un criminal? 
Lucas repite las historias que le parecen más importantes, dedica más espacio a los discursos y sucesos que considera más trascendentales, usa el recurso literario de crear expectativa (p. ej., al mencionar la presencia de Saulo en el apedreamiento de Esteban), y, en general, parece deleitarse en describir las acción de Dios en este mundo de una forma estética.

Un aspecto particularmente controvertido del estilo del Lucas tiene que ver con los discursos o sermones atribuidos a otras personas. Tucídides, el antiguo historiador griego, explica que, aunque siempre intentaba reunir fuentes fiables cuando atribuía discursos a sus personajes, reconocía que no siempre las encontraba. Y en esas ocasiones, escribía libremente las palabras que él creía que aquellos personajes podían haber dicho (La Guerra del Peloponeso 1.22.1–2).

Los estudiosos del libro de Hechos con frecuencia citan estos comentarios de Tucídides como explicación de la composición de los discursos que aparecen en Hechos. Sin duda alguna, los mensajes, como las enseñanzas de Jesús en los Evangelios, en muchas ocasiones se tenían que resumir.

Manteniéndose fiel a la práctica literaria e histórica de sus tiempos, Lucas se habría sentido libre de poner con sus propias palabras el sentido y la esencia de lo que se había predicado. El hecho de que, para componer su Evangelio, Lucas se basara en el testimonio de testigos oculares, en la tradición oral fiable y en fuentes escritas breves nos hace pensar que lo más probable es que hiciera exactamente lo mismo para redactar el libro de Hechos.

El historiador romano Livio, por ejemplo, a diferencia de Tucídides, afirmaba que él siempre se basaba en fuentes que había heredado, mientras que Polibio censuraba a aquellos que se inventaban la historia. A la vez, en Hechos encontramos algún discurso escrito u oral que, con casi toda seguridad, ningún cristiano presenció o al que ningún cristiano habría tenido acceso. El clásico ejemplo es el de la carta de Claudio Lisias al gobernador Félix que aparece en 23:26–30, y Lucas podría haber dado pistas de que en ese tipo de ocasiones está incluyendo la información de una forma menos literal. Pero en general no tenemos razones para dudar de la fiabilidad de los discursos que aparecen en Hechos.

GÉNERO LITERARIO
«El antiguo título Praxeis era un término que designaba una forma literaria griega específica, una narración de los hechos heroicos de figuras mitológicas o históricas famosas».

Según Lucas, está claro que los personajes de sus relatos son históricos. Estudios recientes dedicados a analizar la cuestión del género literario de Hechos apuntan a que el segundo volumen de Lucas tiene características comunes con «la monografía histórica breve», «la biografía intelectual antigua», «la historiografía apologética», y «la historia bíblica», aunque también reconocen que, como los Evangelios, el producto final de Hechos es una mezcla única de diversos géneros.

Como segunda parte de la obra de Lucas, se podría suponer que Hechos sigue un género similar al de los Evangelios. Sin embargo, como el énfasis ya no está en un personaje central, Jesús, sino en varios líderes cristianos y en la iglesia que estos dirigían, no tenemos por qué usar la misma etiqueta.

Si una buena descripción de los Evangelios es decir que son como biografías teológicas, entonces puede que una buena descripción del libro de Hechos sea decir que es como una historia teológica.

Y, como vimos arriba, eso no excluye que Lucas escriba con un estilo artístico y que tiene también un interés estético. Como el antiguo historiador Éforo, Lucas organiza una serie de sujetos históricos no dejando a un lado la cuestión geográfica; mientras que en cuanto a la retórica, el autor de Hechos mezcla elementos del estilo de la Septuaginta con características de los oradores grecorromanos.

ESTRUCTURA
De los muchos bosquejos de Hechos que se han propuesto, cuatro son los que contemplan las características textuales que no debemos dejar de lado.

En primer lugar, Hechos 1:8 se ha entendido como la declaración programática del bosquejo. En este versículo, Jesús profetiza que los discípulos serán sus testigos, empezando en Jerusalén, saliendo a Judea y Samaria y, por último, llegando hasta los confines de la tierra. Las tres etapas que encontramos en los capítulos 1–7, 8–12, y 13–28 se corresponden, aproximadamente, a ese bosquejo de tres partes.

No hay duda de que la progresión temática del libro muestra cómo el movimiento cristiano perseguido se extiende más allá de Israel.

En segundo lugar, 1–12 y 13–28 se corresponden el uno con el otro: la misión cristiana aún opera de forma predominante en los círculos judíos con Pedro como personaje principal de la primera «mitad» del libro, mientras que con Pablo en la segunda «mitad», la misión da un giro y se centra sobre todo en el mundo gentil.

Curiosamente, encontramos muchos paralelismos entre los ministerios de Pedro y de Pablo. Los discursos de ambos están repletos de citas de las Escrituras cumplidas en Jesús. Ambos son liberados de prisión de forma milagrosa. Ambos sanan enfermos y resucitan a los muertos. Ambos superan el judaísmo, promoviendo un evangelio que no está supeditado a la ley. A ambos les preocupan los pobres, y organizan ofrendas para cubrir sus necesidades. También hay algunos paralelismos entre su ministerio y el de Jesús mismo, según la descripción del Evangelio de Lucas, algunos de ellos con detalles realmente similares (ver p. ej., el comentario de Hechos 9:32–43 o de 19:21).

En tercer lugar, y que nos permite dividir el libro en secciones más cortas, a modo de resumen, Lucas recoge seis declaraciones que describen de forma sucinta el crecimiento y la expansión de la Palabra de Dios, la multiplicación de la iglesia, y otras cuestiones similares.

Cada una de ellas aparece al final de una serie de textos razonablemente homogénea, geográficamente hablando: 6:7:9:31; 12:24; 16:5; 19:20; y 28:31.36 Combinando las sugerencias de estos tres acercamientos, tenemos el siguiente bosquejo:

I. La misión cristiana a los judíos (Hechos 1:1–12:24)
   A. La iglesia en Jerusalén (Hechos 1:1–6:7)
   B. La iglesia en Judea, Galilea y Samaria (Hechos 6:8–9:31)
   C. Avances en Palestina y Siria (Hechos 9:32–12:24)

II. La misión cristiana a los gentiles (Hechos 12:25–28:31)
    A. El primer viaje misionero de Pablo y el concilio apostólico (12:25–16:5)
    B. El segundo y el tercer viaje misionero (16:6–19:20)
    C. Los viajes finales de Pablo a Jerusalén y a Roma (19:21–28:31)

Además, puede parecer que Lucas y Hechos están organizados como un solo quiasmo. El Evangelio de Lucas empieza ubicando el nacimiento de Jesús en el contexto de la historia mundial, es decir, en el Imperio Romano. Luego habla del ministerio de Jesús en Galilea. A continuación presenta sus viajes por Samaria y Judea. Y por último tenemos a Jesús en Jerusalén.

El Evangelio de Lucas es el único que, a la hora de mencionar las apariciones de Jesús después de la resurrección, solo menciona las que tuvieron lugar en Jerusalén; y el único que menciona brevemente la ascensión. Entonces, Hechos resume las apariciones después de la resurrección, describe la ascensión antes de describir con sumo detalle la expansión de la iglesia desde Jerusalén, a Judea, a Samaria, y al mundo gentil, y acaba explicando que, con Pablo, la predicación del evangelio ha llegado hasta Roma.

Las únicas secciones que parecen no encajar son Jesús en Galilea y la iglesia en el mundo gentil, hasta que recordamos que desde los días de Isaías Galilea era conocida como «Galilea de los gentiles» (cf. Is. 9:1M Mt 4:15).

CRÍTICA TEXTUAL
La crítica textual del Nuevo Testamento ha identificado cuatro grupos de manuscritos, clasificación que responde a los patrones que los textos siguen, y a un diseño característico, condicionado por la parte del Imperio Romano en la que predominaban.

Estos cuatro tipos de texto son

  1. el Alejandrino, 
  2. el Cesariense, 
  3. el Bizantino y 
  4. el Occidental. 
Como su nombre sugiere, el texto Occidental refleja sobre todo manuscritos asociados con Italia, incluyendo las traducciones más antiguas del Nuevo Testamento al latín.

El principal manuscrito uncial griego (de los tiempos más antiguos, cuando se escribía todo en mayúsculas) es el Códice de Beza (que para abreviar se denomina simplemente D, y data del siglo V).

Aunque en el Código de Beza hay otras partes del Nuevo Testamento en las que no vemos apenas alteración, el texto Occidental del libro de Hechos es un 10 por ciento más extenso que los demás tipos de textos, en los que se han basado las traducciones modernas que hoy utilizamos.

Es posible que al realizar la copia se añadieran en el texto las notas que los escribas anteriores habían escrito en los márgenes. Lo que es desconcertante sobre el texto Occidental de Hechos es que varias de estas inserciones al parecer aportan nueva información histórica, aunque no reflejen lo que Lucas escribió.

Quizá la más famosa es Hechos 19:9. Pero una doctrina evangélica de las Escrituras se basa exclusivamente en lo que aparece en las copias originales de cada libro.

FUENTES
Como ya hemos visto, es probable que Lucas usara una variedad de fuentes para escribir el libro de Hechos. Entre los autores recientes, Fitzmyer tiene la serie de propuestas más elaborada.

Se piensa que la mayor parte de la información se podría haber conseguido en Antioquía, dado su papel como «campamento base» de Pablo, y como lugar de encuentro de varios de los apóstoles. Cuando Lucas acompañó a Pablo a Jerusalén al final de su tercer viaje misionero, podría haber tenido la oportunidad de entrevistar a personas que habían visto al Jesús histórico y habían contemplado los inicios del movimiento cristiano, además de consultar cualquier documento que pudiera existir sobre los acontecimientos que él no había presenciado.

Con el Evangelio de Lucas podemos desarrollar otras hipótesis razonables porque tenemos otros Evangelios con los que compararlo. Así, la mayoría de estudiosos cree que Lucas se basó en parte en el Evangelio de Marcos, en una colección de dichos de Jesús (llamada Q, un material principalmente didáctico que encontramos en Mateo y Lucas, pero que no encontramos en Marcos), y posiblemente una fuente más breve de la que Lucas extrajo todo lo que no aparece en los otros Evangelios (L).

Pero como no tenemos textos paralelos de Hechos, la tarea de la crítica de las fuentes en este caso es mucho más subjetiva. Como no ha habido ningún descubrimiento nuevo y espectacular en Oriente Medio, probablemente nunca podamos llegar a establecer las fuentes de Hechos con un alto grado de certeza.

CRONOLOGÍA
La fecha menos cuestionable en el libro de Hechos aparece en Hechos 18:12, cuando Pablo se presenta ante Galión en Corinto. Por una inscripción en Delfi, parece que Galión fue procónsul ahí solo desde el mes de julio del año 51 al mes de julio del año. La hambruna de Hechos 11:27–30, según Josefo, fue parte de una serie de hambrunas locales que ocurrieron entre el 44 y el 46, aunque su efecto se notó al menos durante dos años más. Hechos 12:25–14:28 sugiere que el primer viaje misionero de Pablo empezó muy poco después de que Pablo y Bernabé volvieran de llevar a Jerusalén la ayuda para los pobres.

En Gálatas 1:18 y 2:1, Pablo habla de un intervalo de tres y otro de catorce, respectivamente, entre su conversión y sus dos primeros viajes a Jerusalén. Estos viajes parecen corresponderse con Hechos 9:28 y 11:30.

El siguiente paso es identificar las fechas específicas de estas dos visitas. Aunque la misión de llevar ayuda a los hambrientos que aparece en Hechos 11:30 hubiera sido en el año 47 (fecha bastante tardía), esto nos haría ubicar su conversión diecisiete años antes, es decir, en el año 30 d.C.(año en el que la mayoría cree que crucificaron a Jesús).

Pero eso no deja margen para que ocurrieran los sucesos de Hechos 1–8 entre la crucifixión y la conversión de Pablo, y mucho menos si Jesús murió en el año 33 d.C., la segunda fecha que más respaldo tiene. Por ello, algunos creen que los tres y los catorce años de Gálatas 1:18 y 2:1 son a partir de la conversión de Pablo, con lo cual el tiempo que pasó desde su conversión hasta su segundo viaje a Jerusalén solo es de catorce años. Así, la conversión de Pablo sí había podido ser en el año 33. El problema es que esta interpretación no encaja con lo que pone en el texto original en Gálatas.

Una mejor solución es tener en cuenta que la fechación antigua normalmente era inclusiva, es decir, el primer y el último año del periodo mencionado estaban incluidos. Así, los «diecisiete» años desde la conversión de Pablo hasta la visita para ayudar a los pobres podrían haber sido realmente quince años, quizá quince años y algún mes más. Esto situaría la conversión de Pablo muy poco después de la muerte de Esteban en torno al 32 d.C. y su segundo viaje a Jerusalén, en el 47. El primer viaje a Jerusalén habría sido en el 35 (32, más los tres años de Gálatas 1:18).

Robert Jewett defiende que esa cronología es imposible y que nunca sabremos a ciencia cierta sobre la historicidad y la cronología de Hechos. Jewett observa que Aretas IV no gobernó sobre Damasco hasta el año 37, pero él es el rey del que Pablo huye antes de realizar su primera visita a Jerusalén (2Co 12:32–33), visita que nosotros estamos fechando en el año 35.43 Por otro lado, ni siquiera sabemos si Aretas recibió todo el poder en el 37.

Tan solo es una hipótesis, dado que Calígula, que tomó el poder como emperador en el 37, con frecuencia dio a los reyes más poderes de los que dieron los demás emperadores. Por tanto, parece ser que lo mejor es seguir a F.F. Bruce, que sugiere que la influencia de Aretas fue algo más bien no oficial, siendo posible así la primera fecha. En las Escrituras no se le confiere ningún título oficial como gobernante en Damasco; Pablo simplemente dice que huyó de Aretas.

La muerte de Herodes Agripa I, descrita en Hechos 12:19b–25, el historiador Josefo la sitúa en el año 44. Eso hace que los sucesos del capítulo 12 ocurran antes de los que aparecen al final de Hechos 11, lo cual no es un problema porque Lucas no une los capítulos de forma cronológica.

El primer versículo del capítulo 12 en griego solo dice «por ese tiempo», y en su Evangelio, en muchas ocasiones Lucas ordena los sucesos de forma temática en lugar de hacerlo de forma cronológica. Aquí, el vínculo temático sería el tema común de sucesos relacionados con Antioquía que encontramos en 11:19–30.

Una tradición de la iglesia dice que Pedro se quedó doce años en Jerusalén después de la crucifixión (Hechos de Pedro 5:22), lo que significaría que su encarcelamiento, liberación milagrosa, y marcha de la ciudad, que también se recoge en el capítulo 12, ocurrió en el año 42.

El primer viaje misionero de Pablo, el concilio apostólico y su segundo viaje misionero hasta su llegada a Corinto debieron de ocurrir entre el 47 y el 52. Puesto que Pablo estuvo en Corinto al menos un año y medio (Hechos 18:11), aparentemente la mayor parte de ese tiempo transcurrió antes de su comparecencia ante Galión, probablemente llegó a Jerusalén no antes de finales del año 50.

La fecha más comúnmente establecida para el concilio apostólico es, por tanto, el año 49, pero podría haber sido incluso un año antes. El primer viaje misionero de Pablo, el más corto, pudo realizarse en el año 48 o 49 (o durante ambos). Parece ser que el tercer viaje misionero consistió en una serie de paradas breves en ciudades donde ya se había estado evangelizando, a excepción de la estancia en Éfeso, que duró casi tres años (Hechos 20:31). Así que esos años se corresponderían con el periodo entre el 52 y el 55, o quizá el 53 y el 56.

La siguiente fecha clara tiene que ver con Festo y su llegada al cargo de procurador de Judea. Basándonos en una comparación de varios pasajes de Eusebio y otros escritos cristianos tempranos, parece ser que Félix gobernó desde el 52 al 59, aunque algunos discrepan sobre una de las fechas, o sobre ambas.

Si son las fechas exactas, la cronología situaría el arresto de Pablo en Jerusalén en el año 57, puesto que pasó dos años en prisión durante el mandato de Félix (Hechos 24:27). Eso supone que el resto del tercer viaje misionero de Pablo pudo durar un año o más, tiempo en el que visitó ciudades que había visitado en su segundo viaje, y luego regresaría a Jerusalén. Al parecer, la comparecencia ante Festo y Agripa tuvo lugar poco después de que Festo subiera al poder, y la apelación al César habría sido inmediatamente después.

Así que el viaje a Roma probablemente comenzó en el otoño del año 59, y después de que los supervivientes del naufragio pasaran el invierno en la isla de Malta, finalizó en la primavera del año 60. El arresto de dos años en Roma (Hechos 28:30) corresponde, por tanto, al periodo entre el 60 y el 62.
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martes, 19 de julio de 2016

Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




CLASIFICACIÓN DE SERMONES: CÓMO HACERLOS
EL SERMÓN TEMATICO

CLASIFICACION DE SERMONES

Hay muchos tipos de sermones, y muchas maneras de clasificarlos. Al intentar clasificarlos, los escritores de homilética usan diferentes definiciones, y en el uso de estas definiciones hay una considerable extensión en la clasificación. 

Hay escritores que clasifican los sermones: 
  • según su contenido o tema, 
  • en base a su estructura, 
  • respecto al método psicológico utilizado cuando se presentan los mensajes. 
Hay otros métodos de clasificación de sermones, pero quizás el método menos complicado sea el de clasificarlos como:
  • temáticos, 
  • textuales y 
  • expositivos. 

Estudiaremos la preparación de mensajes bíblicos considerando estos tres tipos principales.


DEFINICION DE UN SERMON TEMÁTICO
Empezamos nuestra consideración del sermón temático con una definición, porque si esta definición es comprendida totalmente, el estudiante conseguirá dominar los elementos básicos de un discurso temático.



Un sermón temático es aquel cuyas principales divisiones

se derivan del tema con independencia del seguimiento de un
texto.

Consideremos cuidadosamente esta definición. La primera parte afirma que las principales divisiones tienen que hacerse en base al tema misma. Esto significa que el sermón temático empieza con un tema, y que las partes principales del sermón consisten en ideas que provienen de dicho tema.



La segunda parte de la definición declara que el sermón temático no exige un texto como base de su mensaje. Ello no significa que el mensaje no vaya a ser bíblico, sino que indica solamente que no es un texto de las Escrituras la base del sermón temático.



Sin embargo, para asegurar que el mensaje sea totalmente bíblico en su contenido, debemos empezar con un tema o asunto bíblico. Las principales divisiones del bosquejo del sermón deben sacarse de este tema bíblico, y cada división principal debe estar apoyada por una referencia bíblica. Los versículos que apoyan las principales divisiones debieran, por lo general, sacarse de pasajes de la Biblia que estén bastante separados entre sí.


EJEMPLO DE UN SERMÓN TEMÁTICO




Para comprender aún más la definición, pongamos manos a la obra con un sencillo bosquejo temático.


Para nuestro tema, seleccionaremos las razones de las oraciones sin respuesta. Señalemos ahora que no estamos usando un texto, sino un tema bíblico. De este tema tenemos que descubrir qué es lo que la Biblia da como razones de la oración no contestada.



Al meditar y recordar varias partes de las Escrituras que se refieren a nuestro tema, podremos hallar textos como los que siguen, todos los cuales indican por qué, frecuentemente, las oraciones quedan sin respuesta: Santiago 4:3; Salmo 66: 18; Santiago 1:6-7; Mateo 6:7; Proverbios 28:9 y 1a Pedro 3:7. 


Es aquí donde una buena Biblia con referencias, una concordancia exhaustiva o una Biblia temática, como la Nave's Topical Bible. pueden ser de incalculable utilidad.

Con la ayuda de estas referencias hallamos las siguientes causas detrás de la oración sin respuesta:
                     I. Pedir mal (Santiago 4: 3)
                    II. Pecado en el corazón (Salmos 66: 18)
                   III. Dudar de la Palabra de Dios (Santiago  1:6·7)
                   IV. Repeticiones vanas (Mateo 6:7)
                    V. Desobediencia a la Palabra (Proverbios 28:9)
                   VI. Comportamiento desconsiderado en la relación conyugal (1 Pedro 3:7)


Aquí tenemos un bosquejo temático bíblico, con cada división principal derivada del tema -razones para la oración sin respuesta- y cada división apoyada por un versículo de las Escrituras.

UNIDAD DE PENSAMIENTO
Se verá del ejemplo acabado de dar, que el sermón temático contiene una idea central. 

En otras palabras, este bosquejo trata acerca de un solo tema: las razones de la oración sin respuesta

Podemos pensar en otros importantes hechos acerca de la oración, como: 
  • el Significado de la oración, 
  • la importancia de la oración, 
  • el poder de la oración, 
  • los métodos de la oración y 
  • los resultados de la oración. 
Sin embargo, a fin de conformarse a la definición de un sermón temático, tenemos que sacar las partes principales del bosquejo del tema mismo; esto es, tenemos que limitar todo el bosquejo a la idea contenida en el tema. 

Temas como: 
  • el significado de la oración o su importancia 
deben ser omitidos en este mensaje concreto, por cuanto nuestro tema nos limita a tratar solamente acerca de los factores que impiden la respuesta a nuestras oraciones.

CLASES DE TEMAS
Las Escrituras tratan acerca de todas las fases de la vida y actividad humanas que se puedan imaginar. 

Revelan, también, los propósitos de Dios en gracia hacia los hombres, tanto en el tiempo como en la eternidad. Así, la Biblia contiene un fondo inagotable de temas de los que el predicador puede conseguir material para mensajes temáticos apropiados para cada ocasión y condición en que se hallen los hombres. 

Por medio de la constante y diligente búsqueda en la Palabra, el hombre de Dios enriquecerá su propia alma con preciosas gemas de verdades divinas y podrá también compartir su riqueza espiritual con otros, de forma que también ellos vengan a ser ricos en las cosas. que realmente valen, tanto para el tiempo como para la eternidad.

Del inmenso tesoro que es la Sagrada Escritura podemos sacar temas como éstos:
  • influencias benéficas, 
  • cosas pequeñas que Dios usa, 
  • fracasos de los santos de Dios, 
  • bendiciones a través del sufrimiento, 
  • resultados de la incredulidad, 
  • absolutos divinos que conforman el carácter, 
  • los imperativos de Cristo, 
  • los deleites del cristiano, 
  • las mentiras del diablo 
  • conquistas de la cruz, 
  • marcas de nacimiento del cristiano 
  • problemas que nos dejan perplejos, 
  • las glorias del cielo, 
  • anclas del alma, 
  • remedios para dolencias espirituales, 
  • las riquezas del Cristiano, 
  • conceptos bíblicos de educación infantil y dimensiones del servicio cristiano.
En estudios posteriores de este estudio se mostrarán al estudiante los principios básicos para la construcción de las principales divisiones de los bosquejos temáticos. 

Al considerar estos bosquejos, el lector se dará cuenta de que no sólo cada bosquejo tiene un tema o asunto, sino también un título que difiere del tema. 

Para nuestro propósito presente, señalemos que materia, tema y asunto son sinónimos. 

El título, por otra parte, es el nombre dado al sermón, otorgado de una manera interesante o atractiva.

ELECCIÓN DE TEMAS
Al entregarse al estudio temático de la Biblia, el estudiante descubrirá una tan gran variedad de temas, que puede preguntarse cómo elegir uno apropiado para su mensaje.

Si vamos a saber qué tema seleccionar, tenemos que buscar la conducción del Señor. Esta conducción la recibiremos pasando tiempo en oración y en meditación de la Palabra de Dios.

Otros factores pueden también entrar en la elección de una materia. La elección puede quedar determinada por el tema acerca del que se le pide al ministro que hable, o por la ocasión específica en que tiene que darse el mensaje. 

Además, ciertas condiciones en una congregación determinada, pueden indicar que sea necesario, o aconsejable, seleccionar un tema apropiado a las circunstancias.

Aunque un sermón temático no se base directamente en un texto, puede darse un versículo de las Escrituras como idea, en base de la cual, se puede erigir un bosquejo temático. 

Por ejemplo, en Gálatas 6:17 leemos: «De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.» 

Estas palabras nos atraen: «Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.» Al comparar con el margen de la revisión 1977 de Reina-Valera, vemos que la columna central de la traducción alternativa es «cicatrices». 

Es indudable que Pablo se refiere aquí a las cicatrices dejadas por las heridas producidas en su cuerpo por sus perseguidores por causa de Cristo, cicatrices que eran marcas elocuentes de que pertenecía a Cristo para siempre.

Las fuentes extrabíblicas revelan que cuando Pablo escribió estas palabras, no solo se usaban los hierros candentes con animales, sino también para marcar a humanos, dejando señales sobre la carne que no podían ya borrarse ni ser eliminadas. 

Había, por lo menos, tres clases de personas que llevaban marcas de este tipo:
  1. esclavos que pertenecían a sus dueños, 
  2. soldados que en ocasiones se marcaban con el nombre del general bajo el que servían, como prenda de su total lealtad a su causa, y 
  3. devotos que quedaban dedicados de por vida a un templo y a la deidad que era adorada allí.
Como resultado de esta información, hacemos el bosquejo temático que se muestra a continuación:

Título: «Las marcas de Jesús»
Tema: Las marcas en la vida de un cristiano consagrado
           l. Como el esclavo, un cristiano consagrado lleva la marca de propiedad del                     Señor al que pertenece (1 Corintios 6:19-20; Romanos 1 :1)
          II. Como el soldado, un cristiano consagrado lleva la marca de lealtad al                            Capitán al que sirve
          III. Como el devoto, un cristiano consagrado lleva la marca de adorador del                        Señor a quien rinde culto (Filipenses 1:20; 2 Corintios 4:5)

PRINCIPIOS BÁSICOS PARA LA PREPARACION DE BOSQUEJOS TEMÁTICOS

1. Las principales divisiones debieran estar en orden lógico o cronológico.
   Esto significa que debiéramos proponemos desarroIlar el bosquejo con una cierta        progresión, ya lógica, ya cronológica, pero que esta elección entre orden lógico o        cronológico debe ir determinada por la naturaleza del tema. 

   Como nuestro tema elegimos verdades vitales con respecto a Jesucristo, Ilegamos      así al siguiente bosquejo:

Título: «Digno de adoración» .
Tema : Verdades vitales acerca de Jesucristo
            I. El es Dios manifestando en carne (Mateo 1:23)
           II. El es el Salvador de los hombres ( 1 Timoteo 1:15)
          III. El es el Rey que ha de venir (Apocalipsis 11: 15)

Observemos que este bosquejo está en orden cronológico.
Jesucristo, el Hijo de Dios, primeramente se encarnó, después fue a la cruz dando allí Su vida para venir a ser nuestro Salvador, y un día volverá como Rey de reyes y  Señor de señores. 

Observemos también que, en consecuencia a la definición de un sermón temático, las divisiones no se derivan del título, sino del tema o asunto. 

Lo mismo sucede con todos los bosquejos temáticos que se dan. a continuación en este estudio.

Otro ejemplo de progresión en un bosquejo es el que se da a continuación, con las divisiones dispuestas en orden lógico. 

El tema trata de características de la esperanza del creyente, pero emplearemos las cuatro palabras, «La esperanza del creyente», como el sencillo título del bosquejo:

Título: «La esperanza del creyente»
Tema: Características de la esperanza del creyente
           I. Es una esperanza viva (1 Pedro 1:3)
          II. Es una esperanza salvadora (1 Tesalonicenses 5:8)
         III. Es una esperanza cierta (Hebreos 6:19)
         IV. Es una buena esperanza (2 Tesalonicenses 2:16)
          V. Es una esperanza que no se ve (Romanos 8:24).
         VI. Es una esperanza bienaventurada (Tito 2: 13)
        VII. Es una esperanza de vida eterna (Tito 3:7)

Obsérvese que el bosquejo llega a su punto culminante en la última división.

2. Las principales divisiones pueden ser un   análisis del tema.
   Para analizar un tema, tenemos que dividirlo en sus partes componentes, y cada parte del bosquejo contribuirá así a la globalidad de la consideración del tema. 

Tomemos los principales datos acerca de Satanás en la Biblia como nuestro tema, y usando «Satanás, nuestro supremo enemigo» como título, podemos analizar el tema de la siguiente manera:

Título: «Satanás, nuestro supremo enemigo»
Tema: Principales datos acerca de Satanás en la Biblia
           I. Su origen (Ezequiel 28:12-17)
          II. Su caída (Isaías 14:12-15)
         III. Su poder (Efesios 6: 11-12; Lucas 11:14-18)
         IV. Su actividad (2 Corintios 4:4; Lucas 8: 12; 1 Tesalonicenses 2:18)
          V. Su destino (Mateo  25:41)

Obsérvese que si se omitiera, por ejemplo, la segunda división principal de este bosquejo, no tendríamos un análisis satisfactorio del tema, por cuanto una de las características básicas del tema estaría ausente. 

Sin embargo, es posible que un estudio adicional de la Biblia acerca del tema de Satanás pueda resultar en otro u otros dos importantes puntos añadidos al bosquejo. 

Obsérvese también que, siguiendo la norma dada las divisiones están dispuestas en orden lógico.

3. Las principales divisiones pueden presentar las varias pruebas de un tema.
    El bosquejo que se muestra a continuación está hecho así:

    Título: «Hacia el conocimiento de la Palabra de Dios»
    Tema: Algunos de los beneficios de conocer la Palabra de Dios

               I. El conocimiento de la Palabra de Dios nos hace sabios para salvación (2                      Timoteo 3: 15)
               II. El conocimiento de la Palabra de Dios nos guarda del pecado (Salmos                          119: 11)
              III. El conocimiento de la Palabra de Dios produce crecimiento espiritual (1                         Pedro 2:2)
              IV. El conocimiento de la Palabra de Dios resulta en una vida victoriosa                               (Josue 1:7-8)

Se verá que cada una de las principales divisiones de este bosquejo confirma la tesis del tema; es decir, cada afirmación en las divisiones principales exhibe uno de los beneficios de conocer la Palabra de Dios.

4. Las divisiones principales pueden tratar un tema por analogía o por contraste     con algo que se halle en las Escrituras.
   En un bosquejo temático de este tipo se compara o contrasta un tema con algo relacionado con él en la Biblia. 

Por ejemplo, leemos en Mateo 5:13 que el Señor Jesús dijo: 
«Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres,» 

Un examen del contexto en que se halla este versículo indica claramente que Cristo se refiere al testimonio del creyente y que asemeja su testimonio a la sal. 

Podemos por ello preparar un bosquejo con el título:
«Un testimonio eficaz», haciendo que cada división consista en una comparación entre el testimonio del creyente y la sal:

Título: «Un testimonio eficaz»
Tema: Una comparación entre el testimonio del creyente y la sal
           I. Como la sal, el testimonio del creyente debería sazonar (Colosenses 4:6)
          Il. Como la sal, el testimonio del creyente debería purificar (La Tesalonicenses                  4: 4)
          Ill. Como la sal, el testimonio del creyente no debería perder su sabor (Mateo 5:                13)
        IV. Como la sal, el testimonio del creyente debería crear sed en otros (1 Pedro 2:               12)

5. Las principales divisiones pueden ser expresadas mediante una cierta                 palabra o frase constante de las Escrituras repetida a través del bosquejo.
    La frase «Dios es poderoso» o «Aquel que es poderoso»,o «(Él) que es poderoso» (donde Él está implicado en la forma verbal de tercera persona, refiriéndose al Señor) aparece una cierta cantidad de veces en las Escrituras. Usando esta base para cada división principal, obtenemos el siguiente bosquejo:

Título: «El poderío de Dios»
Tema: Algunas de las cosas que Dios puede hacer
           I. Puede salvar (Hebreos 7:25)
          II. Es poderoso para guardar (Judas 24)
         III. Es poderoso para Socorrer (Hebreos  2: 18)
         IV. Puede sujetar (Filipenses 3:21)
          V. Es poderoso para dar gracia (2 Corintios 9:8)
         VI. Es poderoso para hacer mucho más allá de lo que pensamos o pedimos                      (Efesios3: 20)

6. Las principales divisiones pueden ser apoyadas por una palabra o frase               idéntica de las Escrituras por todo el bosquejo.
   Esto significa que se emplea la misma palabra o frase de las Escrituras, no en el bosquejo, como en el caso de la norma anterior, sino en la justificación de la afirmación de cada división. 

Como ejemplo, se da un bosquejo desarrollado en base a un estudio de la expresión «en amor», que aparece seis veces en la Epístola a los Efesios. Al usar el tema: «Hechos con respecto a la vida de amor», y al señalar cada referencia bíblica en el bosquejo, se verá que esta expresión apoya cada una de las divisiones principales:
Título: «La vida de amor»
Tema: Hechos con respecto a la vida de amor
           I. Se basa en el propósito eterno de Dios (Efesios 1:4-5)
          Il. Es producida por Cristo morando en el creyente (Efesios 3:17)
         IIl. Debería manifestarse en nuestras relaciones cristianas (Efesios 4:1-2;                           Efesios 4:15)
         IV. Resultará en edificación y crecimiento de la iglesia (Efesios 4:16)
          V. Queda ejemplificada por el mismo Jesucristo (Efesios 5:1-2)
El estudiante diligente encontrará que la repetición de palabras y frases significativas es un fenómeno frecuente en la Biblia. Algunas veces puede hallarse la aparición repetida de expresiones significativas dentro de un libro determinado, como sucede en el caso anterior. 

Estas repeticiones no son accidentales, sino que, indudablemente, están registradas en la Palabra de Dios para que tomemos especial nota de ellas. El libro de los Salmos, así como las epístolas de Pablo y la Epístola a los Hebreos, son especialmente ricos en reiteraciones de palabras y frases significativas. 

Un cuidadoso estudio del contexto en el que aparecen estas palabras o frases resultará en muchos y útiles mensajes.

7. Las divisiones principales pueden consistir en un estudio de palabras,                 mostrando los varios significados de una cierta palabra o palabras en las             Escrituras.

El estudio de palabras puede ser un examen de las lenguas originales de una palabra usada en la Biblia castellana.

Mediante esto, el predicador puede mostrar los varios matices de significado de los que pueda no estar consciente el lector de la Biblia castellana. Por ejemplo, el verbo traducido «andar» en la versión castellana Reína-velera 1960 del Nuevo Testamento puede provenir de trece verbos griegos, y estos trece verbos sugieren otras tantas maneras en que puede en tenderse el verbo «andar».

Tal estudio de palabras puede ser un examen del original, a fin de descubrir los matices de aquella palabra en griego o hebreo. Por ejemplo, el nombre «honor» se
usa en cuatro sentidos diferentes en el Nuevo Testamento griego, y de un estudio de su utilización en el texto original podemos llegar al siguiente bosquejo:

Título: «Valoraciones: de Dios o del hombre»
Tema: Significados de la palabra «honor» en el Nuevo Testamento griego
           I. Un precio que se paga (1 Corintios 6:20)
          II. El valor que algunos hombres dan a las ordenanzas humanas (Colosenses                   2:23)
         III. Estima o respeto dado a otro (1 Timoteo 1:17 ; Hebreos 2:9)
         IV. El gran valor de Cristo para el creyente (1 Pedro 2:7)

No es necesario poseer conocimiento del hebreo o del griego a fin de llevar a cabo un estudio de palabras. 

  • La concordancia de las Sagradas Escrituras, de Carlos P. Denyer (Caribe),  
  • el Léxico - concordancia del Nuevo Testamento en griego y español, de Jorge G. Parker (Mundo Hispano), 
  • la Concordancia analítica greco-española del Nuevo 
    Testamento greco-español, de J. Stegenga y A. E. Tuggy (Libertador), y 
  • el Diccionario expositivo de palabras del Nuevo 
    Testamento, de W. E. Vine (CLlE), adaptado a la versión Reina-Valera 1960, con numerosas referencias a la revisión de 1909, 1977 
  • Versión Moderna, por Santiago Escuain, 
Así como otras ayudas gramaticales hoy día disponibles, capacitarán al estudiante que no conozca los lenguajes originales de las Escrituras a hacer una valiosa investigación en semántica.

De una manera similar, un estudio de palabras puede seguir una palabra o frase significativa a través de las Escrituras, estudiándola en sus relaciones contextuales e inductivamente. 

En otras palabras, revisamos cada referencia específica a una palabra o frase particular y después comparamos, analizamos y clasificamos nuestras observaciones, con el propósito de llegar a una conclusión válida con respecto a aquella palabra o frase.

Por ejemplo, consideremos la frase «he pecado». Mediante el uso de una concordancia como la de Denyer, descubrimos un total de 16 veces en que esta expresión aparece en el Antiguo y Nuevo Testamentos. 

Al examinar las relaciones contextuales de cada una de estas referencias, así como al compararlas y analizarlas, descubrimos que la frase «he pecado» no constituye necesariamente una expresión de verdadera confesión. 

Después clasificamos nuestras observaciones y las ponemos en forma de bosquejo. Bajo el título «Confesiones: verdaderas o falsas», mostramos que la expresión «he pecado», cuando es utilizada por los varios caracteres bíblicos, puede significar una variedad de cosas:

          I. Una expresión de temor
             Nótese el caso de Faraón (Exodo 9:27, 10:16); de Acán (Josué 7:20): de                      Simei (2 Samuel 19:20)
         II. Una expresión insincera 
             Nótese el caso de Saúl (1 Samuel 15:24,30)
        III. Una expresión de remordimiento
             Nótese el caso de Saúl (1.0 S. 26:21): de Judas (Mateo 27:4)
        IV. Una expresión de verdadero arrepentimiento
             Nótese el caso de David (Salmos 51:4) (cp. 2 Samuel 12:13); de Nehemías                  (Nehemias 1:6): del hijo pródigo (Lucas 15:18, 21)

8. Las principales divisiones no debieran ser apoyadas portextos de prueba             retorcidos     fuera de su contexto
Existe siempre el peligro, en los estudios temáticos, de que un texto sea sacado fuera de su contexto; por ello, el predicador debe tener cuidado, de manera constante, de que cada referencia bíblica citada para apoyar una afirmación en su bosquejo, sea utilizada con precisión y en armonía con el evidente propósito de su autor.

SERMONES DOCTRINALES
El estudio temático es admirablemente apropiado para la preparación del sermón doctrinal. 

La doctrina seleccionada constituye el tema. Podemos limitar el tema a un solo aspecto de la doctrina. Por ejemplo, podemos escoger como tema el significado de la redención, y seleccionar unos pocos pasajes clave para formar la base del bosquejo. 

Pero si hemos de aprender toda la verdad con respecto a una doctrina determinada, es necesario cubrir todo el campo de las Escrituras, señalando todas las referencias pertinentes a aquella doctrina.

Una vez estudiadas cada una de estas referencias en sus propias relaciones con su contexto, compulsamos, analizamos y clasificamos nuestros hallazgos, y con ello deberiamos ser capaces de obtener una base bíblica firme para nuestras conclusiones.

SERIE DE MENSAJES TEMÁTICOS

«Retratos del hombre perfecto» seria el encabezamiento de la siguiente serie de sermones:
  • «El amor de Jesús»
  • «El rostro de Jesús»
  • «Las manos de Jesús»
  • «Las lágrimas de Jesús»
  • «La cruz de Jesús»
  • «La sangre de Jesús»
  • «El nombre de Jesús»
De los ejemplos de los bosquejos temáticos ya dados en este capítulo, debiera ya estar clarificado que las principales divisiones para cada mensaje de estos tipos de series no se derivarán de los títulos, sino de temas especificas que están relacionados con estos encabezamientos. 

Por ejemplo, para preparar un discurso temático con el título: «El amor de Jesús», podemos usar cualquiera de los siguientes temas: características de Su amor, manifestaciones de Su amor, o los objetos de Su amor.

En caso de que un pastor viera la necesidad de que su congregación tuviera conocimiento de ciertas formas de error, podría elegir el encabezamiento general de: 

«Engaños espirituales comunes», y usar los siguientes como titulo de una serie:
  • «El engaño de los Testigos de Jehová»
  • «El engaño del Mormonismo»
  • «El engaño de la Ciencia Cristiana»
  • «El engaño del Adventismo del Séptimo Día»
  • «El engaño de la "Unidad"»
  • «El engaño del Espiritismo»
«Viviendo en un plano más sublime» podria ser la base de una serie de sermones con títulos como los propuestos a continuación:
  • «La vida disciplinada»
  • «La vida consagrada»
  • «La vida con contentamiento»
  • «La vida llena de oración»
  • «La vida abundante»
Otra excelente serie podría ser la llamada: 

«Vida cristiana victoriosa», usando títulos como los siguientes:

  • «Cómo ser un cristiano en crecimiento»
  • «Cómo ser un cristiano espiritual»
  • «Cómo ser un cristiano útil»
  • «Cómo ser un cristiano reposado»
  • «Cómo ser un cristiano feliz»
  • «Cómo ser un cristiano victorioso»
Un plan que podría tener un especial significado en estos tiempos podría llevar el encabezamiento de: 

«El hogar cristiano», e incluir títulos como los que siguen:
  • «La base de un hogar cristiano»
  • «La relación de la esposa con su marido y con Cristo»
  • «La responsabilidad del marido hacia su mujer y hacia Cristo»
  • «Los privilegios de la paternidad»
  • «Disciplina en el hogar»
  • «Devociones familiares»
  • «Amenazas contra el hogar cristiano»
  • «Vida familiar feliz»
«Examinando la Biblia» puede ser el encabezamiento general de otro grupo de mensajes interrelacionados, con título como los siguientes:
  • «¿Es cierta la Biblia?»
  • «¿Hay contradicciones en la Biblia?»
  • «¿Tiene relevancia la Biblia hoy?»
  • «¿Cómo podemos entender la Biblia?»
  • «¿Podemos confiar en nuestras versiones castellanas de la Biblia?»
Un estudio de los temas principales en un libro o grupo de libros de la Biblia dará también sugerencias para una serie de discursos. 

Consideremos como un ejemplo la Primera y Segunda. Epístolas a los Tesalonicenses. Estas epístolas contienen varios temas doctrinales, y de ellos podemos aprender qué es lo que Pablo enseñaba a los primitivos cristianos acerca de: 
  • Dios, 
  • Jesucristo, 
  • Espíritu Santo, 
  • Evangelio,
  • camino de la salvación, 
  • la Segunda Venida de Cristo
  • los creyentes 
  • Satanás. 
Cada uno de estos ocho asuntos podrían ser seguidos a través de una o de las dos epístolas.

Como ilustración, seleccionaremos la Segunda Venida de Cristo, y al estudiar la Primera Epístola observaremos que la Segunda Venida de Cristo es mencionada en cada capítulo de la epístola. 

Así, se deriva el siguiente bosquejo:

Título: «La bienaventurada esperanza del creyente»
Tema: Efectos de la esperanza de la Segunda Venida de Cristo en el creyente
           I. Produce paciencia (1 Tesalonicenses 1:10)
          lI. Asegura la recompensa por la obra efectuada (1 Tesalonicenses 2:19)
         Ill. Satisface los anhelos de santidad (1 Tesalonicenses 3:13)
         IV. Consuela en el dolor (1 Tesalonicenses 4:13)
          V. Enriquece la oración (1 Tesalonicenses 5:23)

Podemos observar otro tema hallado en Primera y Segunda Tesalonicenses. 

La palabra «hermanos» aparece no menos de veinticuatro veces en las dos epístolas, diecisiete veces en la primera y siete veces en la segunda. 

Un examen de la utilización de esta palabra en su contexto podría constituir otro
interesante grupo de mensajes interrelacionados.

Antes de dejar la materia de las series de temas, se debería señalar que hay dos reglas importantes a observar en la presentación de cualquier serie de mensajes. 

En primer lugar, la serie debería ser breve. Aunque la serie pueda recibir un buen tratamiento con una variedad considerable, la congregación es susceptible a perder el interés si se presenta un tema principal a lo largo de un período prolongado de tiempo. 

En segundo lugar, la serie debería evidenciar orden o progreso.
Por lo general, una disposición aleatoria de sermones relacionados no es tan eficaz como una disposición en la que los mensajes están cuidadosamente planificados en un orden apropiado. Ello también sirve para aumentar el interés al ir llegando la serie a su punto culminante.

CONCLUSION
El desarrollo pleno del bosquejo temático tiene que esperar a una instrucción más plena, pero si el estudiante ha seguido lo que se presenta en este capítulo puede, mediante una cuidadosa aplicación de los principios aquí contenidos, aprender a preparar el bosquejo básico de un mensaje bíblico temático.

EJERCICIOS
1. Preparar un bosquejo temático usando uno de los temas relacionados bajo la               sección Clases de temas. Cerciorarse de que las divisiones se deriven del tema y       de que tengan un sólido apoyo bíblico.
2. Preparar un bosquejo temático, usando un tema de propia elección, y apoyar cada       división principal mediante un pasaje apropiado de las Escrituras. Seguir                       cuidadosamente los principios anteriormente sugeridos.
3. Relacionar siete temas apropiados para un servicio del Día de la Madre, y hacer un     bosquejo temático para uno de ellos.
4. Hallar una palabra o frase significativa que aparezca repetidas veces en un libro del     Nuevo Testamento, y desarrollar un bosquejo temático en base a las repeticiones         de aquella palabra o frase.
5. Tómese un asunto amplio, y relaciónense seis títulos adecuados para una serie de     mensajes acerca de dicho asunto. Disponer la lista entera en un orden que pueda       resultar en la presentación más eficaz. Desarrollar a continuación un                             bosquejo acerca de un tema relacionado con uno de estos seis títulos.
6. Siguiendo la regla 4 de Principios básicos para la preparación de bosquejos                 temáticos, desarrollar un bosquejo tópico acerca del «Tesoro. de Dios» en el que la     división consista en una comparación entre los hijos de Dios y un tesoro.
7. Examínese la Epístola a los Filipenses y prepárese una lista de cinco                           características doctrinales. Formúlese un bosquejo temático de la misma Epístola       sobre uno cualquiera de estos cinco temas.
8. Con la ayuda de una concordancia completa, preparar un estudio de palabras             acerca de la palabra «perdonar».
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