martes, 26 de julio de 2016

Si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




φθόνος
Envidia y celos

Cuando usamos la palabra celos, la usamos en el sentido de estar envidiosos de alguien que tiene algo que nosotros no tenemos. Esta clase de celos es un pecado y no es característica de un cristiano – contrariamente, muestra que aún estamos siendo controlados por nuestros propios deseos (1 Corintios 3:3).Gálatas 5:26 dice, “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”

La Biblia nos dice que debemos tener la perfecta clase de amor que Dios tiene por nosotros. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:4-5). Entre más nos concentremos en nosotros mismos y nuestros deseos, seremos menos capaces de concentrarnos en Dios. Cuando endurecemos nuestros corazones a la verdad, no podemos volvernos a Jesús y permitirle que nos sane (Mateo 13:15). Pero cuando permitimos que el Espíritu Santo nos controle, Él producirá en nosotros el fruto de nuestra salvación, el cual es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Santiago 3:14-15 dice, “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.”

El estar celosos indica que no estamos satisfechos con lo que Dios nos ha dado. La Biblia nos dice que estemos contentos con lo que tenemos, porque Dios nunca nos desamparará ni nos dejará. (Hebreos 13:5). A fin de combatir esto, necesitamos hacernos más como Jesús y menos como nosotros mismos. Podemos hacer esto, estableciendo una relación personal con Dios. Podemos llegar a conocerlo a través del estudio de la Biblia, la oración y la asistencia a la iglesia. Conforme vayamos aprendiendo cómo servir a otros en vez de a nosotros mismos, nuestros corazones comenzarán a cambiar. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)

1 RETRATOS
    •  Carol se pasa la mayor parte del día buscando maneras nuevas para decorar su casa. Su esposo, Tomás, se queja de que nunca logran ahorrar nada debido a los gastos constantes de su esposa.
    •  Aunque Juana goza de buenos estudios y de un trabajo excelente, siente envidia de la capacidad que tiene Lisa de demostrar su elegancia y su estilo cuando invita a alguien a su casa. Piensa: Si yo dispusiera de tanto tiempo libre, ¡también podría tener el mismo éxito que Lisa!
    •  Parece que María no logra controlar su lengua. Le parece casi imposible resistirse a la tentación de comentar a sus amigos las últimas “noticias” de algún miembro de su iglesia.
    •  Susana estaba agradecida porque la amistad que tenía con Diana les permitía a ambas apoyarse en medio de las tribulaciones y las pruebas por las que pasaban. Ahora que parece que Diana recibe una bendición tras otra, Susana descubre que está resentida porque la vida de Diana haya mejorado tanto.
    •  La joven esposa, celosa de su hermana, sus amigas y sus vecinos, ahora también tenía celos de la nueva compañera de trabajo de su esposo. Sumida en la ira y en la autocompasión, estaba permitiendo que sus celos consumieran sus emociones y perjudicasen su matrimonio. Su esposo, que se sentía agobiado y acusado sin motivo, se sentía frustrado. Ella siempre tenía miedo de algo, de que su esposo la abandonara o tuviera una aventura, pero se comportaba de una manera que aumentaba la probabilidad de que se hicieran realidad estas predicciones ominosas.

El envidioso piensa que, si su prójimo se rompe una pierna, él mismo podrá caminar mejor que antes. Helmut Schoeck

2 DEFINICIONES E IDEAS CLAVE
  • Los celos y la envidia son hermanos, los hijos perversos de una combinación tóxica de ira, inseguridad con base en la ansiedad y el hábito obsesivo de compararse con otros (para, normalmente, salir perdiendo en la comparación).
  • En la mayor parte de los casos de celos existe también una raíz de temor: el miedo a perder el amor o la alabanza de aquello o aquellos a los que se ama.
  • La envidia quiere algo que tienen otros.
  • Los celos consisten en tener miedo de que nos quiten algo que hemos conseguido. Los celos también conllevan un triángulo: tres personas, una de las cuales es la celosa que se fija en un rival (a quien suele malentender), alguien a quien considera un competidor por la atención de la tercera persona.
  • La Escritura dice que el amor “fuerte como la muerte” producirá unos celos que son tan “crueles como la tumba” (Cnt. 8:6).
  • Se puede definir la envidia como el deseo de algo que tienen otros, ya sea posición social, posesiones, estilo de vida, relaciones o características.
  • Si no se controla, la envidia puede convertirse en malicia, desprecio y destrucción de otros (Ver 1 S. 18:9 para ver la envidia en la vida de Saúl).
  • La envidia se manifiesta en el resentimiento por la prosperidad de otros.
  • La envidia será evidente cuando a una persona no le guste otra. La persona envidiosa no será consciente necesariamente de que ese disgusto se fundamenta en la envidia.
  • La envidia se fundamenta en la expectativa de merecer más éxito y reconocimiento que otra persona. Por consiguiente, la envidia está muy relacionada con el orgullo y la codicia.
  • La envidia es lo opuesto al amor. El amor se alegra por el bien que otro recibe. La envidia busca la destrucción de otros en beneficio propio.
  • En última instancia, la envidia es una rebelión contra la finitud humana y la provisión divina. Cuando las personas luchan con la envidia, rechazan la provisión de Dios además del modo único en que Dios las creó.
  • La Escritura nos dice que el Señor es un “Dios celoso” (Éx. 34:14), pero esta actitud del Señor es justa. Dios siente celo por la Iglesia (2 Co. 11:2). No obstante, Pablo nos advierte que no provoquemos los celos del Señor (1Co. 10:20-22)
La envidia es un síntoma de la falta de apreciación de nuestra propia unicidad y el valor que tenemos. Cada uno de nosotros tiene algo que aportar que nadie más tiene.
Anónimo

Causas de la envidia y de los celos
  • La insatisfacción con la provisión divina: Es posible que la persona solo vea lo que Dios no le ha dado, en lugar de lo que sí le ha entregado.
  • La comparación con otros: Desde bien pronto, muchos se han sentido condicionados para verse solo en comparación con otros; son más listos que, menos atractivas que, más populares que, etc.
  • El orgullo: La envidia está impulsada por la idea falsa de que una persona “merece” tener una vida centrada en sus propios beneficios y satisfacción personales.
  • La baja autoestima o el deseo de ser importante: Cuando las personas no se sienten bien consigo mismas, intentarán constantemente aliviar su sufrimiento buscando sentido en sus circunstancias, en vez de permitir que Jesucristo satisfaga sus necesidades más profundas.
  • El valor de los bienes mundanos: Las personas buscan dinero, posición social, fachada, talentos o éxitos como evidencias de su valor y su “lugar” en el mundo.

Expresiones de la envidia y de los celos

La envidia se puede disfrazar de muchas maneras. Estas son las manifestaciones más frecuentes:
  • Resentimiento hacia otros: La persona puede mostrarse muy crítica y acusadora de otra persona o personas.
  • Competición en las relaciones: El deseo de ser “quien manda” en todas las relaciones puede ser indicativo de una lucha con la envidia. La persona puede manifestar el impulso desbocado de alcanzar muchos objetivos, y también una actitud de superioridad respecto a otros.
  • Depresión: La persona puede volverse muy autocrítica porque no ha conseguido lo que deseaba, y lo que tenía otra persona.
  • Falta de contentamiento: Vivimos en una cultura en la que los medios de comunicación nos bombardean con la idea falsa de que conseguir más bienes materiales nos hará más felices. Una persona que lucha con la envidia no suele estar satisfecha con lo que Dios le ha dado.
  • El chismorreo: Las personas envidiosas nunca cesan de criticar a los objetos de su envidia.
  • Idolatrar o poner a otros en un pedestal.
  • Insatisfacción con la vida: Las personas celosas suelen tener el pensamiento de Si tan solo…

Fases de la envidia y de los celos
  1. Estadio inicial: El primer estadio de la envidia es desear lo que es o tiene otra persona.
  2. Burla o desprecio: Cuando una persona no se enfrenta a su propia envidia, esto puede inducirla a burlarse de otra persona o despreciarla, simplemente porque ella le recuerda lo que le falta. Esto se manifiesta mediante el desprecio.
  3. Malicia: La envidia también se puede convertir en malicia. Las personas desean destruir el bien que ven en las vidas de otros, creyendo que si no pueden tener lo mismo que ellos, al menos acabarán con el placer que a esas personas les proporciona lo que tienen.
  4. Dominio de las relaciones: Los celos, cuando se llevan a un extremo, pueden dominar una relación. Algunos cónyuges que en su infancia padecieron malos tratos o abandono introducen esta patología en su matrimonio. Las cuestiones pendientes del pasado pueden ser el impulsor para desarrollar un círculo vicioso de celos disfuncionales.
  5. Un ciclo consumidor: Un cónyuge siempre celoso usará la autocompasión, las mentiras, las amenazas y otras manipulaciones para controlar una relación. Cuando la otra parte se resiste, la persona celosa contraataca volviéndose más controladora. A medida que pasa el tiempo, este ciclo adquiere velocidad y aboca al desastre.


La caridad se alegra del bien de nuestro prójimo, mientras que la envidia se duele por ella.
Tomás de Aquino

3 ENTREVISTA DE EVALUACIÓN
A menudo, la envidia está enmascarada por otras cuestiones. Una persona puede hablar de la injusticia de la vida o manifestar resentimiento hacia otra persona. Es posible que la persona tenga la necesidad de ser siempre la mejor en cualquier tarea a la que se dedique.

Sea consciente de que este tema del resentimiento también puede ser una falta de perdón, en la que la persona padeció un sufrimiento causado por otro, y desea vengarse.

Escuche el tema central. ¿Se trata de que la persona siente rencor hacia lo que alguien le ha hecho? ¿Es que alguien ha conseguido algo que él o ella no ha logrado?
No etiquete a la persona como “envidiosa” o “celosa”. Escúchela y reconozca la lucha y la experiencia de la persona.
       1.  ¿Cuál es la circunstancia que ha incitado esos sentimientos tan difíciles para usted?
       2.  ¿Le molesta ver que otros avanzan en su carrera profesional o mejoran su estatus social?
       3.  ¿Se da cuenta de que le cuesta celebrar las bendiciones que reciben quienes le rodean?
       4.  ¿Siente a veces que Dios le ha decepcionado en su provisión?
       5.  ¿Se ha encontrado alguna vez pensando Si tan solo… (llene este espacio con lo que le gustaría que fuera distinto en su vida).
       6.  ¿Dónde ve que va la mayor parte de su dinero?
       7.  ¿Se siente complacido en secreto de que alguien a quien admira se encuentre con un problema?
       8.  ¿Alguna vez quisiera sabotear las bendiciones de otros?
       9.  ¿Lucha con sus sentimientos de crítica y/o juicio de otros?
     10.  ¿Descubre que no está satisfecho a menos que sea “el mejor” en algo?
     11.  ¿Lucha con la depresión?
     12.  ¿Se identifica más con los mejores y los más listos en vez de con aquellos que están en los márgenes de un grupo?
     13.  ¿Ha descubierto que tiende a poner a otros en un pedestal?
     14.  Hábleme de su matrimonio.
     15.  ¿Cómo se siente con respecto a las amistades o actividades de su cónyuge?
     16.  ¿Alguna vez su cónyuge le ha dado motivos para dudar de su fidelidad o su amor por usted?

¡Oh, cuidaos, mi señor, de los celos! Es ese monstruo de ojos verdes que se burla de la carne de la cual se alimenta.
Shakespeare, Otelo, acto III, escena 3.

4 CONSEJOS SABIOS 
La clave para superar la envidia o los celos es triple:
  1. Comprender el amor de Dios
  2. Estar satisfecho con su provisión
  3. Amar a otros como Dios nos ama

La envidia y los celos son intentos inútiles de satisfacer nuestros más profundos deseos de ser importantes y de gozar de seguridad, pero buscando algo que tiene otra persona o controlando lo que otro hace.

A la persona que tiene problemas en este campo hay que llevarla, cariñosa y coherentemente, hacia el amor y la suficiencia de Jesucristo.
Además, ofrézcale ánimos hasta que la persona esté dispuesta a abordar este tema y contemplar sinceramente su propio pecado.

5 PASOS PRÁCTICOS 
1. Sea sincero
    •  Todos nos engañamos de muchas maneras. Aunque es posible que no sintamos que somos víctimas de la envidia o de los celos, estos sentimientos pueden existir bajo muchos disfraces, como la crítica, el menosprecio, el chismorreo, la autocompasión y la manipulación.
    •  Pida a Dios que le revele sus propias motivaciones y sentimientos. Anote en un diario o en un cuaderno privado lo que Dios le ha mostrado en su corazón.
    •  Confiese a Cristo las actitudes de su corazón.

2. Concéntrese en Jesucristo
    •  Dios le ve como a su hijo amado.
    •  Entréguese a sí mismo y su día a Dios, pidiendo su guía y su presencia durante todo el día.

La envidia consiste en contar las bendiciones de otro en lugar de las nuestras.
Harold Coffin

3. Desarrolle un estilo de vida de gratitud y adoración
    •  Cuente sus bendiciones.
   •  Lea los Salmos como oraciones personales, alabando a Dios por todo lo que Él es y lo que ha hecho.
    •  Al final de cada día, reflexione sobre las bendiciones inesperadas que ha recibido a lo largo de ese día. Dé gracias a Dios por su amor y su cuidado constantes.

4. Evite actividades que fomenten la comparación
    •  Pase un tiempo en un centro comercial solo cuando tenga que adquirir un objeto concreto.
    •  Lea libros que le induzcan a reflexionar sobre la belleza de la vida y las bendiciones externas que tenemos como creyentes (por ejemplo, Lo mejor está por llegar, de Greg Laurie, Gracia venidera de John Piper, y La envidia de Bob Sorge).
    •  Reduzca la lectura de revistas, vea menos televisión y otros medios que se centren en la obtención de bienes materiales.

5. Interrumpa los sentimientos de envidia
    •  Pida a Dios su bendición sobre la persona a la que usted envidia, y dé gracias al Señor por su provisión para ella.
    •  Recuérdese el consejo de Jesús, que “la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes” (Lc. 12:15). Al final, las “cosas” son sustitutos superficiales de la presencia de Dios en su vida.
    •  Recuérdese quién es, como hijo o hija escogido por Dios. “Porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad” (2 Ts. 2:13).
    •  Pregúntese qué es lo que provoca su envidia de una persona. ¿Tiene esa persona una gran capacidad para socializar? ¿Muestra una gran compasión? Dé gracias a Dios por las cualidades positivas que ve en esa persona, y pídale que Él las potencie en su propio corazón. Entonces pasará de la envidia a la admiración. Afirme y dé gracias por las cualidades que Dios ha introducido en su propio corazón.

6. Interrumpa los sentimientos de celos 

•  Sea sincero consigo mismo; evite las afirmaciones controladoras o manipuladoras.
•  Pase un tiempo con Dios. Sumérjase en la oración y en la Palabra de Dios. Pídale      que transforme su necesidad de seguridad en la dependencia y la confianza en Él.
• Transforme su mente. En lugar de permitir que sus pensamientos ansiosos                  fomenten sospechas tenebrosas, pida a Dios que limpie su corazón y su mente.         Pídale que le ayude a amar de verdad: “El amor no es envidioso… no se enoja fácilmente” (1 Co. 13:4-5). Recuerde todos los aspectos positivos de su relación con la persona hacia la que siente celos. Haga algo, en ese mismo momento, para manifestar su amor. Llámela por teléfono, escríbale un correo electrónico.

El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.
Proverbios 14:30

7. Crezca
    •  Forje un plan para desarrollar los dones y las capacidades que Dios le ha dado de una forma única.
    •  Evalúe sus dones espirituales y sus talentos. 
•  Practique las disciplinas espirituales. Algunos ejemplos son: oración, ayuno, soledad, estudio, sacrificios, adoración, comunión, meditación y memorización.
    •  Dedique un tiempo a memorizar la Escritura; comprométase a ayunar y orar por una situación concreta de su vida.
    •  Pida a Dios que ponga a creyentes en su vida que le puedan animar en su relación con Cristo.

8. Piense en hacer un seguimiento
    •  Para algunas personas, su lucha crónica con la envidia puede ser indicativa de un sufrimiento más profundo y pendiente de resolución, encerrado en su pasado, un caso en el que es posible que recurrir a un terapeuta profesional sea el mejor curso de acción.

6 EJEMPLOS BÍBLICOS
Ésta es la ley en cuanto a los celos… (Nm. 5:29).

Los antiguos israelitas tenían un ritual complejo para abordar los celos. Su proceso detallado (Nm. 5:11-31) admitía el potencial destructivo de un cónyuge celoso. Lo más importante es que solventaban este asunto delante del Señor (v. 30).

    Los celos pueden destruir cualquier relación, y dentro de un matrimonio pueden introducir un elemento de desconfianza.

    Para protegerse de esto hay que basarse en la sinceridad. Ambos cónyuges deben reflexionar honestamente sobre su tendencia hacia los celos, respondiendo a la pregunta: “¿Qué me pone celoso?”
.
    Ambos cónyuges deben expresar sinceramente sus sentimientos. Entonces podrán hablar de lo que pueden hacer el uno por el otro para aliviarlos. La sinceridad y la confianza absolutas contribuirán a destruir los celos.

Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. Santiago 3:16

Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: “A David le dan crédito por diez ejércitos, pero a mí por uno solo. ¡Lo único que falta es que le den el reino!”. (1 S. 18:8).

Saúl se puso celoso de la victoria de David sobre Goliat, y por la atención que la nación puso en él. El joven guerrero había desbancado al rey. Los celos de Saúl le llevaron a la ira, el resentimiento, el miedo y a un intento de asesinato.

    Como una olla hirviente que amenaza con volcarse en cualquier momento, los celos descontrolados pueden llevar a la destrucción. Debemos llevar nuestros celos ante Dios, pidiéndole que nos ayude a apreciar los talentos de otros mientras, al mismo tiempo, nos enseña a usar los nuestros de la mejor manera.

El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura (2 Co. 11:2).
El término celoso puede usarse positiva o negativamente. Pablo dijo que él sentía “celo santo” por los creyentes corintios. Los celos de Pablo no se centraban en su propia reputación, sino en la seguridad eterna de los corintios.

    Sin embargo, los celos humanos tienen a menudo un centro menos noble (como el aspecto, la riqueza, la popularidad o el poder de otro), y resultan perjudiciales para todos los afectados.

    Los creyentes deben tener cuidado para no permitir que los celos impíos les perjudiquen a ellos mismos o a otros.

Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia… (1 P. 2:1).

Los creyentes deben estar tan agradecidos a Aquel que les llamó a ser santos para que deseen ser santos en todas las facetas de su conducta (1 P. 1:15).

    Esto quiere decir “abandonar toda… envidia”, porque carece de utilidad en el reino de Dios. La envidia provoca sufrimiento, disensión y división.

    Las personas que se comparan con otras se sienten superiores o inferiores a ellas. Dios quiere que dejemos de comparar nuestro aspecto, nuestras posesiones, nuestros trabajos o nuestras capacidades con las que tienen otros, y que nos centremos en ser sus hijos y servirle.

7 ORACIÓN
Antes que nada, queremos darte gracias por tus grandes bendiciones en la vida de tu hijo. 

Él/ella sabe que has hecho grandes cosas, pero hoy lucha con el sufrimiento que le produce querer más. 

Ayúdale hoy, Señor, a comprender los grandes dones que ha recibido de tu mano y las grandes contribuciones que puede hacer a tu reino. Ayúdale a aprender el contentamiento…
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lunes, 25 de julio de 2016

Habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios... Se envanecieron en sus razonamientos... Se envanecieron en sus razonamientos, cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¿VARIOS DIOSES?
PREGUNTAS ACERCA DE OTROS DIOSES
Hay muchos «dioses» diferentes que compiten por los corazones y las mentes de la gente en la actualidad. El modo en que pensamos en cuanto a cómo es Dios y su relación con el mundo determina en gran parte la manera en que enfocamos las cosas de nuestro diario vivir.
 Por ejemplo, las personas con diversas creencias acerca de Dios pueden considerar en formas diferentes los problemas del hambre mundial o de los derechos civiles.

Alguien que crea que todo es parte de Dios, como los panteístas orientales, considerará que cualquier cosa dolorosa o mala es irreal; por lo tanto, podría dirigir seminarios sobre meditación para hacer que las víctimas vean que sus problemas son solo ilusiones suyas. 

Una persona que piense que Dios se desarrolla con el progreso del mundo, tal vez se enrole en alguna organización de ayuda a países con hambrunas o en Amnistía Internacional, creyendo firmemente que contribuye a mejorar a Dios. Alguien que tenga fe en el Dios de la Biblia mostrará compasión a quienes estén necesitados y proveerá alimento, ropa y refugio.

Estas personas tienen diferentes maneras de ver el problema, con distintas motivaciones para resolverlo debido a sus diversos puntos de vista acerca de Dios. La manera en que uno entienda a Dios determinará, en gran medida, la forma en que ve al mundo. A cada una de esas concepciones las llamamos cosmovisión, y son seis las que se oponen mayormente al cristianismo, las que deseamos examinar:
1.     Ateísmo—Dios no existe
2.     Deísmo—Dios existe, pero no hace milagros
3.     Panteísmo—Todo es Dios
4.     Panenteísmo —Dios se desarrolla junto con el mundo
5.     Deísmo finito—Dios existe, pero es limitado y/o imperfecto
6.     Politeísmo—Existen muchos dioses
Examinaremos en cada una de estas ideas el punto de vista acerca de Dios, el mundo, el mal, los milagros y los valores morales o éticos. El diagrama que sigue organiza esas variadas cosmovisiones de acuerdo con las opciones lógicamente posibles concernientes a Dios. Cada nivel del diagrama plantea una de las cuatro preguntas básicas respecto a Dios: ¿Cuántos dioses hay? ¿Son finitos o infinitos?
SIETE COSMOVISIONES PRINCIPALES


¿Se identifican con el mundo o no? ¿Son posibles los milagros? Escribimos en cursivas el nombre de cada cosmovisión y el camino que lleva a la conclusión cristiana lo escribimos en negritas.
ATEÍSMO: ¿Y SI NO HAY DIOS?
Aunque una encuesta reciente indica que solo un cinco por ciento de los norteamericanos no cree en Dios, la influencia de los pensadores ateos está, ciertamente, muy difundida en nuestra época. La mayoría de los estudiantes universitarios ha estudiado las obras o pensamientos del existencialista Jean Paul Sartre, el comunista Karl Marx, la capitalista Ayn Rand o los sicólogos Sigmund Freud y B.F. Skinner. El movimiento «Dios ha muerto» de los años sesenta tuvo como lema el siguiente pasaje, tomado de Friedrich Nietzsche:
«¿A dónde se fue Dios?» gritó. «¡Te lo explicaré! ¡Lo matamos: tú y yo! ¡Todos nosotros somos sus asesinos! … ¿Acaso no oímos el ruido de los enterradores que lo están sepultando?… ¡Dios ha muerto! ¡Dios sigue muerto!»1
Sin embargo, no todos los ateos son tan militantes. Karl Marx se hizo eco de los sentimientos de muchos ateos modernos cuando escribió: «Hoy no hay lugar para un creador o un gobernante en nuestra concepción evolucionista del universo».2

Mientras el escéptico duda que Dios exista y el agnóstico dice que no se puede saber si hay Dios afuera [de sí mismo], el ateo proclama que no hay Dios. Solo existe el mundo y las fuerzas naturales que operan en él.
¿Religión sin Dios?
En 1961, la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó la existencia de ciertas religiones ateas, y citó entre ellas al budismo hinayana, el taoísmo y el humanismo secular. He aquí algunas de las creencias del humanismo secular:
1.     «Los humanistas religiosos consideran al universo como autoexistente y no como creado».
2.     «El humanismo cree que el hombre es una parte del universo y que emerge como resultado de un proceso continuo».
3.     «No encontramos propósito o providencia divinos para la especie humana … Ninguna deidad nos salvará; debemos salvarnos nosotros mismos».
4.     «Afirmamos que los valores morales tienen su origen en la experiencia humana. La ética es autónoma y situacional, y no necesita sanción teológica ni ideológica».
5.     «La educación moral para niños y adultos es una manera importante para desarrollar conciencia y madurez sexual».
6.     «El individuo debe experimentar una gama completa de libertades civiles en todas las sociedades para realzar la libertad y la dignidad. Esto incluye … el derecho individual a morir con dignidad, la eutanasia y el derecho a suicidarse».
(Todas son citas del Manifiesto Humanista I y II, por Paul Kurtz, Prometheus Books, Buffalo, 1973).
¿QUÉ CREEN LOS ATEOS ACERCA DE DIOS?
Hay diferentes clases de ateísmo. Algunos creen que Dios existió una vez, pero murió en el cuerpo de Jesucristo. Otros dicen que es imposible hablar de Dios porque no podemos saber nada de Él, así que puede muy bien no existir. Aun otros dicen que ya no se necesita el mito de Dios que una vez floreciera entre los hombres. 
Pero el enfoque clásico sostiene que nunca hubo ni habrá Dios en el mundo o más allá. Quienes tienen esta cosmovisión objetan que los argumentos para demostrar la existencia de Dios son defectuosos. Dios es sencillamente una creación de la imaginación humana.
¿QUÉ CREEN LOS ATEOS ACERCA DEL MUNDO?
Muchos creen que el mundo es increado y eterno. Otros dicen que empezó a existir «de la nada y por nada». El mundo se autosostiene y se automantiene. Aducen que si todo necesita una causa, entonces uno puede preguntar: «¿Qué causó a la primera causa?» Así pues, proclaman que debió existir una serie de causas que se remontan al pasado eterno. Algunos dicen sencillamente que el universo no es causado, sino que está ahí.
¿ QUÉ CREEN LOS ATEOS EN CUANTO AL MAL?
Afirman la realidad del mal aunque niegan la existencia de Dios. Piensan que el mal es una de las principales pruebas de que no hay Dios. El filósofo ateo se pregunta qué obligaría a un cristiano a admitir que sus creencias son falsas, creyendo aun en la existencia de Dios, a pesar de que el mal continúa presente en el mundo. Algunos también alegan que es absurdo creer en Dios, ya que si Él hizo todas las cosas, también debe haber hecho el mal.
¿ QUÉ CREEN LOS ATEOS ACERCA DE LOS VALORES?
Si no hay Dios, y si el hombre no es más que un conjunto de sustancias químicas, no hay razón para creer que algo tenga valor eterno. Los ateos creen que la moral es relativa y situacional. Puede que haya algunos principios éticos que perduren más que otros, pero todos fueron creados por el hombre, no revelados por Dios. La bondad es definida como cualquier cosa que apunte al logro de los resultados deseados.

Los filósofos ateos plantean ciertas preguntas que nos desafían a pensar en nuestra fe. Sin embargo, las objeciones que suscitan contra la existencia de Dios ya fueron vistas en el capítulo dos. Dicho en forma breve, una serie infinita de causas es imposible e innecesaria, porque los cristianos nunca dijeron que todo necesite una causa, solamente los eventos o cosas que cambian necesitan causas. 

Preguntar: «¿Qué causó a la primera causa?» es como plantear: «¿Cómo se ve un triángulo cuadrado? o ¿Cómo huele el azul?» Son preguntas sin sentido. 

Los triángulos no pueden tener cuatro lados; los colores no huelen; y las primeras causas no tienen causas porque son primeras. 

1 Friedrich Nietzsche, Joyfull Wisdom, Frederick Unger Publishing Co., Nueva York, 1960, pp. 167–168, sección 125.
2 Véase Marx and Engels on Religion, ed. Reinhold Niebuhr, Schocken, Nueva York, 1964, p. 295.
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sábado, 23 de julio de 2016

¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?... Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra... De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




La gloria de Dios y la honra del hombre
Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de David.
     1     ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Has puesto tu gloria sobre los cielos;
     2     De la boca de los niños y de los que maman,a fundaste la fortaleza,
A causa de tus enemigos,
Para hacer callar al enemigo y al vengativo.
     3     Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,
     4     Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?b
     5     Le has hecho poco menor que los ángeles,
Y lo coronaste de gloria y de honra.
     6     Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:c
     7     Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
     8     Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.
     9     ¡Oh Jehová, Señor nuestro,
Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

a a 8.2: Mt. 21.16.
b b 8.4: Job 7.17–18; Sal. 144.3; He. 2.6–8.
c c 8.6: 1 Co. 15.27; Ef. 1.22; He. 2.8.
SALMOS 8


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Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Llevemos a pastos frescos a la congregación del Señor

LA ZORRA, EL FUNERAL Y EL ARADO (Lucas 9:57-62)
57Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58Y le dijo Jesús: 
  • Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60Jesús le dijo: 
  • Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.m 62Y Jesús le dijo: 
  • Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Una parábola viva

LA ZORRA, EL FUNERAL Y EL ARADO 
(Lucas 9:57-62)



Los tres breves diálogos que aparecen en este pasaje no se suelen incluir en la lista de parábolas. 

Es cierto que no encajan con el prototipo de parábola, pero aquí Jesús también transmite sus enseñanzas a través de unas comparaciones. En estos diálogos encontramos dos proverbios-parábolas. Según el uso palestino del siglo I, ambos merecen el título de mashal. 

Hemos decidido incluir esta trilogía bajo la categoría de las parábolas de Jesús. 

En un estudio reciente sobre la estructura literaria de este pasaje, Louw escribe: «La semántica del estilo proverbial debe basarse en el análisis de las expresiones y no en la exposición tradicional palabra por palabra» (Louw, 107). 

Quizá esta sea una afirmación demasiado contundente, pues ambos acercamientos son necesarios. La exposición de Louw es defectuosa, porque no se detiene a considerar la cultura que hay detrás del texto, pero su trabajo, al menos, nos habla de la presencia de una estructura literaria en el texto y en algunas ocasiones es muy útil. El análisis que hemos ofrecido arriba nos permite ver un número de elementos entrelazados que merece la pena mencionar.

Como ocurre a menudo en la literatura bíblica, estamos tratando con un pasaje que tiene tres partes (cf. Bailey, Poet, 69). Típico de este tipo de formato, la primera y la tercera estrofa están unidas de diferentes formas. En este caso son cuatro los elementos que se comparan y que sirven de unión entre estas dos estrofas. 

Al principio, en la primera y la tercera estrofa (A y A’), la persona que habla es un voluntario. Se ofrece como discípulo. Por el contrario, la persona del diálogo del medio no lo es. Jesús lo llama para que le siga. En segundo lugar, en A y A’, Jesús responde con parábolas que toman elementos que encontramos en la intemperie. El primero es de la naturaleza y el segundo de la agricultura que se practicaba en la Palestina rural. 

El diálogo (B) no contiene ninguna palabra; en su lugar, encontramos una orden directa. Las ilustraciones del diálogo están sacadas de las costumbres de la convivencia y las relaciones, no de la naturaleza. En tercer lugar, en el caso de A y A’, ambas partes solo cuentan con una intervención. El segundo diálogo contiene tres intervenciones. Por último, la forma literaria de la primera y la última conversación es idéntica. El orden de las ideas es 

SEGUIR + IR + una parábola. 

En cambio, en la estrofa central encontramos un paralelismo invertido:

SEGUIR – IR – COSTE + COSTE – IR – SEGUIR/PROCLAMAR. 

Esta estructura tiene tres estrofas con un paralelismo escalonado que une la primera y la última estrofa, mientras la estrofa central rompe con un paralelismo invertido. Es la estructura que también aparece en Lucas 15:4-7 (Bailey, Poet, 144s.).

Además de los elementos que unen el primer y el último diálogo, hay un grupo de enlaces semánticos que unen el segundo y el tercero. Ambos acaban con una referencia al reino de Dios. Las dos personas dejan claro que están dispuestas a seguirle, «pero primero …». Por último, hay algunos elementos que unen los tres diálogos. 

Obviamente, en todos los diálogos se repiten las tres ideas principales: 

seguir + ir + coste. 

El primero está dispuesto a seguir y a ir dondequiera que su maestro vaya, pero no ha tenido en cuenta el coste. Al segundo, Jesús le dice, «sígueme». Él quiere ir a casa primero (pero recibe la orden de ir y proclamar el reino). 

El coste del discipulado aparece en forma de mandato. El tercero quiere seguirle y, como el segundo, primero quiere ir a casa. (La antigua versión siríaca contiene el verbo «ir» en este texto, y sugerimos que es muy probable que apareciera en el original. Sea como sea, es implícito). 

Él, como el primero, oye a un Jesús que le reta a calcular el coste. A la vez, las estrofas A y A’ no son idénticas. Hay una progresión. En la primera, el hombre no pone condiciones y Jesús le anima a considerar cuál es el coste. El último parece haberlo hecho ya. Quiere seguir a Jesús, pero pone una condición. Teniendo en cuenta todos estos paralelismos, ahora examinaremos cada uno de los diálogos.

Esta parábola no contiene elementos culturales difíciles de entender. No obstante, podría tener dos niveles de significado. El primer nivel está claro. Este primer aspirante a discípulo representa la fuerza centrípeta de la misión. Se ve atraído a unirse a la comunidad de discípulos. Nadie lo llama. Sin embargo, no tiene una comprensión muy profunda de lo que implica seguir a Jesús. Sa’id dice: «No entiende que “seguir” quiere decir Getsemaní, Gólgota y sepulcro» (Sa’id, 258). 

La idea de seguir a un Hijo del hombre rechazado y sufriente era ajena para el judío del siglo I. En Daniel, el Hijo del hombre tiene dominios, gloria y reino y pueblos, naciones y lenguas le sirven (Dn 7:14). El lector ya ha oído que «El Hijo del hombre tiene que sufrir» (Lc 9:22). Aquí, al voluntario no se le dan detalles, sino una imagen gráfica de un rechazo total. La idea no es tan solo «Quizá tú también tengas que sufrir privaciones, ¿lo has pensado bien?», sino también «Sea cual sea tu motivación, ten en mente que te estás ofreciendo para seguir a un líder rechazado». 

Mejor que «nidos» (como aparece en algunas traducciones) es «lugar donde descansar». Los pájaros siempre tienen dónde descansar, pero solo construyen nidos en momentos concretos del año. La idea es (parcialmente) que incluso animales como los pájaros tienen un lugar para descansar, pero el Hijo del hombre no.

A parte de este obvio significado extraído de la naturaleza (las zorras y los pájaros), también podría haber aquí un simbolismo político. T.W. Manson dice que los «pájaros del aire» eran un símbolo apocalíptico en el periodo intertestamentario, que hacía referencia a las naciones gentiles. La «zorra» era un símbolo de los amonitas que, como Manson recuerda, «tenían la misma raíz que los israelitas, pero eran un pueblo enemigo» (Manson, Sayings, 72). De la misma forma, la familia de Herodes (debido al origen de Herodes Idumeo) era mixta, y la población judía de la Palestina del siglo I siempre lo vio como extranjero (Stern, JPFC, I, 261-277). Jesús llama a Herodes Antipas «aquella zorra» (Lc 13:32). Manson escribe:

Entonces, el sentido de esta expresión podría ser: todos están en casa en la tierra de Israel, menos el verdadero Israel. Los pájaros del aire, los jefes romanos, las zorras, los intrusos edomitas, han desheredado a Israel: y si te arriesgas a seguirme te unes a las filas de los desposeídos y tienes que estar dispuesto a servir a Dios bajo esas condiciones (Manson, Sayings, 72s.).

Creemos que suele pasarse por alto el tono político que hay en estas palabras de Jesús. Todo aquel que vive en Oriente Próximo (donde cualquier aliento religioso tiene un cariz político) está obligado a considerar algunas cuestiones de este texto que raramente se mencionan. El amplio uso de las parábolas, con sus símbolos un tanto velados; la expresión críptica «el que tiene oídos para oír, oiga»; la presión popular para hacerle rey; la necesidad de ir al norte en varias ocasiones, saliendo de Galilea y adentrándose en provincias no judías; estos y otros pasajes indican que la dimensión política era una parte constante del mundo en el que Jesús vivía (cf. Manson, Messiah). 

Aquí también. Por lo general, los oprimidos no pueden declarar públicamente que están oprimidos. Se ven obligados a hablar de la opresión a la que están sometidos a través de símbolos. La atrocidad de la era herodiana, con sus torturas y asesinatos, estaba aún en la mente de todos. Nadie se atrevía a criticar a Roma. Los romanos y sus seguidores herodianos eran los poderosos de la tierra, y sus espías estaban por todas partes. 

Como Manson sugiere, quizá Jesús estaba diciendo de forma un tanto velada: Mirad, si queréis poder e influencia, id a los «pájaros» que «construyen sus nidos» por todas partes. Seguid a «la zorra» que lidera con astucia. Porque, a pesar de vuestras expectativas, el Hijo del hombre no tiene poder y está solo. ¿Estás seguro de que quieres seguir a un Hijo del hombre rechazado?

La afirmación cristológica del pasaje es bien clara. Jesús es el Hijo del hombre, pero su ministerio no es un cumplimiento triunfante de ese título, sino un cumplimiento sufriente.
No se nos dice cuál fue el resultado. El voluntario no contesta. 

Y en muchas de las parábolas de Jesús (cf. Lc 7:47; 14:24; 15:32) hay un final abierto. No sabemos si el voluntario respiró hondo, dio un paso adelante y se unió a los demás discípulos, o si, sorprendido por el precio que tenía que pagar y ante la idea de un líder rechazado, dio media vuelta y se volvió por donde había venido. 

Está claro que este voluntario es un reflejo de aquellos que en todas las épocas se ofrecen rápidamente para seguir a Jesús, antes de pensar seriamente en el precio y las implicaciones que tiene seguir a un maestro rechazado y sufriente. Al lector se le obliga a completar esta conversación con su propia respuesta.

El segundo aspirante a discípulo no se ofrece como voluntario, sino que le llaman a filas. Estamos ahora ante la fuerza centrífuga de la misión. Jesús lanza tres órdenes a alguien que pasaba por allí. Son las siguientes:


Ya hemos comentado arriba el uso del paralelismo invertido. Además, la estructura verbal del griego es muy precisa. El tipo de imperativo que se usa aquí (aoristo) es una orden para iniciar una nueva acción. La persona a la que Jesús se dirige no le está siguiendo aún y recibe la orden de empezar a hacerlo. 

Se ha malinterpretado en muchas ocasiones su respuesta. Plummer cree que o bien el padre acababa de morir, o bien está a punto de hacerlo (Plummer, 266; Marshall, 410-12). 

Pero cualquier persona que conoce bien la cultura oriental sería incapaz de hacer esa interpretación. Ibn al-Salibi comenta: ««Déjame ir a enterrar» significa «Déjame ir y servir a mi padre mientras viva y, cuando muera, lo enterraré y te seguiré»» (Ibn al-Salibi, I, 223). Sa’id, comentarista árabe de nuestros días, dice algo similar: «El segundo (discípulo) está pensando en un futuro lejano, pues la idea de seguir a Jesús la posterga al día en que su padre haya muerto …» (Sa’id, 258). Al comentar la petición que este hombre hace, «déjame ir … a enterrar a mi padre», Sa’id escribe:

Si su padre acababa de morir, ¿por qué no estaba él en ese momento velando su cuerpo? En realidad, lo que él hace es dejar la cuestión de seguir a Jesús para un futuro lejano, cuando su padre muera de viejo, quién sabe cuándo. Él no sabe que, en breve, Jesús mismo entregará su espíritu (Sa’id, 259).

El comentario de Sa’id tiene sentido. Se nos dice que estas tres conversaciones tienen lugar «en el camino». Si el padre de este hombre acababa de morir, ¿qué hacía él pasando el rato junto al camino? De hecho, el argumento de Sa’id tiene más peso del que él dice. La expresión «enterrar al padre» es un modismo tradicional que hace referencia al deber de un hijo de quedarse en casa y cuidar de sus padres hasta después de haberles hecho un entierro digno. Yo mismo he oído esta expresión una y otra vez cuando he mantenido conversaciones sobre la emigración aquí en Oriente Próximo. 

En medio de una conversación sobre ese tema, alguien pregunta: «¿No vas a enterrar a tu padre primero?». Esta suele ser una pregunta dirigida al joven de unos treinta años que está pensando en emigrar a algún otro lugar. Por lo que estamos hablando de un padre al que le quedan aproximadamente unos veinte años más de vida. La idea es: «¿No vas a quedarte hasta que cumplas con el deber de cuidar de tus padres hasta que mueran? іYa emigrarás entonces!». 

Existen otras expresiones coloquiales que reflejan este trasfondo cultural. En el siríaco coloquial de las aisladas aldeas de Siria e Iraq, cuando un hijo rebelde intenta afirmar su independencia, las palabras del enfadado padre son kabit di qurtly («іQuieres enterrarme!»). Es decir: «Quieres que muera pronto para que ya no tenga autoridad sobre ti y para poder hacer lo que quieras». Aquí encontramos la misma idea cultural que la mencionada más arriba. 

Entre los libaneses, una persona anciana aun le hace un cumplido a una persona más joven cuando, como expresión de cariño, le dice en árabe: tuqburni ja ibni («Hijo mío, tú me vas a enterrar»). El sentido es: «Tengo un concepto tan algo de ti que te considero mi hijo y sinceramente espero que tú seas el que me cuides en mi vejez y con respeto me deposites en la tumba». De nuevo, la idea que hay detrás de este modismo es que el hijo tiene el deber de quedarse en casa hasta la muerte de los padres. Entonces, y solo entonces, podrá considerar otras opciones. 

Aquí estamos hablando del tema de las expectativas de la comunidad, que traducido a nuestra cultura occidental vendría a ser, también, la presión social. El hombre que está en el camino dice: «Mi comunidad me exige ciertas cosas, y esas expectativas tienen mucho peso. ¿No querrás que viole las convenciones sociales?». Eso es precisamente lo que Jesús espera. 

La proclamación del reino de Dios solo puede significar anunciar el reino de Dios como una realidad presente. Jesús dice que los que están muertos espiritualmente pueden cuidarse de las responsabilidades tradicionales de la comunidad local, pero tú ve y proclama la llegada del reino (en el texto griego, el pronombre tú es enfático). 

Como el primer hombre, este aspirante a discípulo se ofrece de forma impetuosa a seguir al maestro. Como el hombre del segundo diálogo, pone una condición. Esta condición normalmente se traduce de la siguiente forma: «Deja que primero vaya a despedirme de los que están en mi casa». Esta petición parece tan legítima como la del segundo voluntario. іClaro que le va a dejar ir a su casa para despedirse! 

Eliseo, cuando Elías le dijo que le siguiera, pidió que le diera tiempo para «besar a mi padre y a mi madre» (1R 19:20). Elías le concedió ese deseo, y Eliseo no solo hizo eso sino que también aprovechó para matar y cocinar dos bueyes. ¿No sería razonable que a este hombre se le concediera su petición? La respuesta solo la encontraremos si realizamos un análisis más detallado de la petición.

La palabra griega que tradicionalmente se ha traducido como «decir adiós» es apotasso. Puede significar «decir adiós» o «ausentarse». Casi todas las versiones castellanas traducen «despedir» en todas las ocasiones (también en Mr 6:46; Hch. 18:18; 18:21; 2Co 2:13) impidiéndonos apreciar que en Oriente Próximo existen los dos sentidos y que la diferencia entre ellos es importante. 

La persona que se marcha, para poder ausentarse, debe pedir permiso a los que se quedan. Los que se quedan son los que «dicen adiós» a los que se marchan. Esta es una formalidad que en Oriente Próximo se tiene que cumplir, ya sea en ocasiones formales o informales. El que se marcha pide permiso para ausentarse. Pregunta: «¿Con vuestro permiso?». Los que se quedan, responden: «Ve en paz» o «Dios contigo» (cf. Rice, 74s.). 

Esas respuestas dan a entender que el permiso ha sido concedido. Vemos, pues, que al traducir apotasso por «despedir» o «decir adiós» se ha perdido este pequeño pero importante matiz. La cuestión es que el hombre de nuestro texto está diciendo que le deje ir a casa a pedir permiso a «los que están en mi casa» (es decir, a sus padres). 

Todo el que estuviera escuchando aquella conversación sabía que era normal que el padre no le diera permiso para irse a formar parte de una empresa cuestionable. Por tanto, ese hombre ya tenía la excusa preparada. Por mucho que llore o insista, su padre no le va a dejar marchar. La antigua traducción siríaca refleja esta idea: «Deja que primero explique mi caso a los que están en mi casa». 

Estos traductores sabían perfectamente que este hombre no iba a casa a darle a su padre el último abrazo ni a oír las palabras de despedida y de buenos deseos de boca de su madre. Iba a casa para dejar que sus padres ejercieran su autoridad sobre él; es decir, a poner el llamamiento de Jesús bajo la autoridad de sus padres. Las traducciones siríacas más modernas no recogen este matiz.

En las versiones árabes aparecen otras dos alternativas, ambas traducciones legítimas del texto griego. El texto griego dice literalmente «saludar a aquellos en mi casa». El artículo definido griego (que aquí traducimos por «aquellos») puede ser masculino (con el significado de «la gente» o «las personas») o neutro (con el significado de «las cosas»). También, el verbo apotasso es el verbo tasso con una preposición como prefijo. El verbo tasso significa «reparar», «ordenar», «determinar» o «arreglar». 

Cuando en griego se antepone una preposición a una palabra, normalmente le cambia el significado. Pero a veces tan solo hace hincapié en el significado de la raíz original. Apotasso significa «ausentarse» o «decir adiós». Cabría la posibilidad de que en este texto apotasso significara «arreglar». Durante casi mil años, algunas versiones árabes han optado por esa traducción: «Primero permite que deje hechos los arreglos necesarios para los que están en mi casa» (cf. Vaticano Copto 9; Vaticano Árabigo 610; Políglota de París y Londres; Schawayr). Si interpretamos que el artículo definido mencionado arriba es neutro en lugar de masculino el texto se podría traducir así: «Primero permite que deje arregladas las cuestiones que tienen que ver con las posesiones de mi casa». La versión original del Vaticano Arábigo 610 contiene esta traducción. 

Un corrector ha cambiado «las cosas» por «las personas». El problema de esta interpretación del texto es la suposición de que la raíz tasso («arreglar») es el significado original de la palabra, en lugar de «ausentarse», que tiene un mayor respaldo. Sin embargo, las versiones arábigas mencionadas más arriba son evidencia de que algunos escritores árabes antiguos vieron esta problemática. El segundo voluntario no va a casa a «decir adiós». Como reconocían esto, lucharon por encontrar una traducción que tuviera sentido en su cultura. En lugar de estas soluciones árabes, preferimos regresar a la vieja versión siríaca.

La antigua versión siríaca que mencionamos más arriba parece llevarnos por una buena dirección. El término griego apotasso significa «ausentarse», y es así como se traduce en los demás textos del Nuevo Testamento. Solo hemos de aplicar esta traducción a nuestro texto teniendo en cuenta el matiz cultural que hemos mencionado: está pidiendo permiso para ausentarse. En ese contexto, claramente está diciendo: «Te seguiré, Señor, pero obviamente la autoridad de mi padre es mayor que tu autoridad y necesito tener su permiso antes de marchar». Ibn al-Tayyib simplemente comenta: «El corazón del que quiere saludar a su familia está ligado a su familia» (Ibn al-Tayyib, folio 97v). 

En Oriente Próximo, por tradición, la autoridad del padre es suprema. Así, no sorprende que el padre se convirtiera en un símbolo de Dios. Un ingeniero de cuarenta años irá desde la gran área metropolitana a la aldea para seguir las normas de la tradición y pedirle permiso para viajar al extranjero, para cambiar de trabajo o para iniciar un negocio importante. Aunque el viaje sea ceremonial y el hijo de hecho está tomando sus propias decisiones, hará el viaje como señal de respeto. Rice observa con acierto que, en las sociedades tradicionales de Oriente Próximo, cualquier persona sometía todos los detalles de su vida a sus padres.

Cada día, al levantarse, un hombre hace sus oraciones, y luego va a su padre y a su madre y les besa las manos y les pide su bendición. Cuando empieza una nueva empresa, pide el favor de Dios para su empresa y acaba la oración con el deseo de que sus padres le aprueben y le bendigan (Rice, 60).

Yo mismo nunca olvidaré una clase en el seminario, con estudiantes de Oriente Próximo. Tendrían ustedes que haber visto las caras de estupefacción cuando explicamos este texto y vimos que Jesús está diciendo que su autoridad es mayor que la del padre del segundo voluntario. Es difícil explicar la conmoción que le causan a un lector/oyente de Oriente Próximo las demandas que encontramos en este texto. Y la conmoción debió de ser mayor cuando quien hacía las demandas era un joven (Jesús) de treinta años. Las únicas respuestas eran o la aceptación y la sumisión o el rechazo y la hostilidad. Ahora examinaremos la forma que Jesús utiliza para hacer esta afirmación.

La respuesta de Jesús a este segundo voluntario es como la respuesta que le dio al primero. A ambos les cuenta una parábola que se estructura en tres versos. Esta segunda parábola tiene que ver con la agricultura.

El arado palestino, muy ligero, se maneja con una mano. Esa mano –la mayor parte de las veces es la izquierda– al mismo tiempo tiene que asegurar la posición vertical del arado, presionarlo para que se clave en la tierra, y levantarlo cuando pasa por piedras y rocas. La otra mano el labrador la necesita para estimular a los bueyes recalcitrantes con un palo de unos 2m. de largo, que lleva una punta de hierro. Al mismo tiempo el labrador, mirando entre los animales, tiene que conservar constantemente el surco a la vista. 

Esa manera primitiva de arar requiere habilidad y una gran concentración en lo que se está haciendo. Si el labrador vuelve la cabeza, el nuevo surco se tuerce. Del mismo modo, el que quiere seguir a Jesús debe estar dispuesto a romper todos los vínculos con el pasado y poner su mirada solo en el reino de Dios que va a venir (Jeremias, Parábolas, 237-238, p. 195 de la edición en inglés).

Esa herramienta no solo era difícil de manejar, sino que el proceso de arar un campo era una tarea más exigente de lo que generalmente se cree.

Arar era una tarea minuciosa; para la primera retirada del rastrojo que hay después de la cosecha, se colocan unas bandas anchas en el arado y se hacen surcos anchos para facilitar la absorción de las lluvias. 

La segunda vez que se ara, después de las lluvias, con un arado de cadenas se hacen unos surcos más próximos y más estrechos para desecar. Por fin, justo antes de la siembra, se ara por última vez juntando aún más los surcos. La tarea final consiste en cubrir la semilla … El arado era más grande y más pesado que el arado árabe moderno (Applebaum, JPFC, II, 651ss.).

Queda claro que arar era una operación muy delicada; al principio, se hacían franjas anchas para la absorción del agua. El siguiente paso era hacer surcos que sirvieran para la desecación. En tercer lugar, se araba de nuevo para preparar la tierra y, por último, después de la siega se cubría la semilla. Está claro que quien quisiera llevar a cabo esta responsabilidad tenía que estar dispuesto a concentrarse completamente en lo que estaba haciendo.

Por tanto, tenemos aquí una imagen fuerte y clara. Se pretende ilustrar una tensión entre, por un lado, la lealtad a Jesús como inaugurador del reino de Dios y sus demandas y, por el otro, la lealtad a la autoridad de la familia. Ambas lealtades son una prioridad para cualquier cristiano. Cuando entran en conflicto, se trata de un conflicto altamente doloroso. Este texto se puede incluir en la larga lista de «enseñanzas difíciles» que nos encontramos en los Evangelios.

Parte de la tensión del diálogo proviene de la siguiente suposición: entre el discípulo y su maestro había una relación muy cercana. En Oriente Próximo, una relación de ese tipo es extremadamente estrecha. El Talmud dice que «Un padre y su hijo o un maestro y su discípulo … son considerados como un solo individuo» (B.T. Erubin 73a, Sonc., 510). Convertirse en el alumno/discípulo de un sabio no es algo tan simple como «matricularte a un curso» con el propósito de adquirir conocimiento. Se trata de iniciar una relación de por vida con una persona. Entendiendo esto, vemos que Jesús está pidiendo que su autoridad (las demandas del reino) esté por encima de todas las otras relaciones.

La persona que no pueda resolver la tensión entre lealtades en conflicto y siga girándose para mirar atrás y ver lo que la familia le está exigiendo «no es útil» para el reino de Dios. En resumen, observamos que el símbolo del arado es realmente adecuado (contra Bultmann, Historia, 28 de la edición en inglés). 
  • El agricultor que se distrae puede topar con una roca y romper la madera del arado, o puede cansar innecesariamente a los bueyes haciéndoles tirar fuerte cada vez que el arado topa con una roca. 
  • O el arado se puede desviar hasta el surco que ya se ha arado (y por tanto, destruir el trabajo ya realizado), o hasta la parte no arada y dificultar así la tarea en esa zona. 
  • O puede arruinar el sistema de desecación, o dañar el sistema de absorción de agua, o dejar las semillas recientemente sembradas al descubierto a la vista de los pájaros, etc. 
Así, el agricultor trabaja en armonía con la labor ya realizada, con la que aún está por realizar y en equipo con su arado y los bueyes. Podemos decir que en esta tarea existe una delicada armonía entre el pasado, el presente y el futuro. Por tanto, un agricultor distraído por una lealtad dividida no será capaz de mantener esta armonía. No solo no será productivo, sino que en el contexto de su tarea será destructivo.

De nuevo, tenemos un diálogo con un final abierto. Al segundo voluntario se le han presentado de forma clara, aunque dolorosa, dos opciones; y tiene que tomar una decisión. Se ofreció voluntario con la aparente confianza de que Jesús aceptaría que para él la lealtad al reino fuera secundaria, después de la lealtad a su familia. La parábola del arado descarta esa posibilidad. ¿Qué hará? No se nos dice. Como antes, cada oyente/lector ha de dar su propia respuesta.

A modo de conclusión, es apropiado sacar a la luz qué respuesta se le pidió al oyente original y qué cuestiones teológicas encontramos en estos diálogos.

EL PRIMER DIÁLOGO
El oyente original de este diálogo se ve obligado a considerar lo siguiente:
«Este «Hijo del hombre» no es la figura victoriosa que tú tenías en mente. Él va por el camino del sufrimiento. ¿Estás dispuesto a ir por ese camino con él?».

El conjunto de temas teológicos incluye al menos los siguientes:
  1. Los aspirantes a discípulos de Jesús a veces no consideran seriamente el coste del discipulado.
  2. Jesús es el Hijo del hombre. Pero su ministerio no es un camino de victorias y ovaciones, sino de rechazo y humillación.
  3. Los aspirantes a discípulos no son aceptados hasta que deciden conscientemente pagar el precio de seguir a un líder rechazado.
  4. En la misión hay una fuerza centrípeta. Algunos discípulos deciden seguir a Jesús porque les atrae la compañía de los fieles.

EL SEGUNDO DIÁLOGO
El hombre del segundo diálogo se tiene que enfrentar a la siguiente afirmación:
«La lealtad a Jesús y el reino que él inaugura es más importante que la lealtad a las normas culturales de tu sociedad».

El conjunto teológico incluye al menos los siguientes temas:
  1. Jesús no acepta que haya otra autoridad mayor.
  2. Las demandas culturales de la comunidad no son excusas aceptables cuando uno se plantea el discipulado (independientemente de lo antiguas y sagradas que estas sean).
  3. El «sígueme» de Jesús queda definido por el mandamiento de «participar en y proclamar el reino de Dios». Así, Jesús es el único agente de Dios a través del cual podemos expresar nuestra obediencia al reino de Dios.
  4. En la misión hay una fuerza centrífuga. Esta persona recibe un llamamiento. No es un voluntario. Jesús se acerca a él para llamarlo.

EL TERCER DIÁLOGO
Jesús desafió a este voluntario con la siguiente intención:
«Mi autoridad es absoluta. La autoridad, aunque sea de tu familia (si entra en conflicto con mi autoridad), es una distracción que debes evitar si me quieres ser útil / si quieres ser útil para el reino».

El conjunto teológico del tercer diálogo recoge los siguientes temas:
  1. El llamamiento del reino de Dios debe ponerse por delante de todas las demás lealtades.
  2. El discípulo con lealtades divididas es perjudicial para la obra del reino y, por tanto, no es apto para formar parte de él.
  3. Seguir a Jesús no es sentir el brillo de una luz interior o hacer un descubrimiento intelectual, sino que se compara con una tarea creativa, pero dura y exigente, como poner la mano sobre el arado y unirse a un equipo de bueyes.
  4. El servicio en el reino de Dios es sinónimo de seguir a Jesús. Por tanto, Jesús es el único agente de Dios por el cual podemos expresar nuestra lealtad a Dios. Es decir, servir/seguir a Jesús es servir/seguir a Dios.
Vemos que un análisis de la estructura literaria y de la cultura que hay detrás de la parábola nos ayuda a descubrir al menos una parte del significado que estos diálogos cuidadosamente compuestos tuvo para los oyentes originales y para el lector/oyente de nuestros días.
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